(Luisa Isabel Álvarez de Toledo y
Maura; Estoril, Portugal, 1936 - Sanlúcar de Barrameda, 2008). Noble española.
Conocida como La Duquesa Roja por sus convicciones políticas, y
poseedora del mayor archivo privado de España, que se ocupó de organizar y
preservar, destacó además como escritora y como polémica historiadora.
Hija del vigésimo duque de Medina
Sidonia, Joaquín Álvarez de Toledo y Caro, y de María del Carmen Maura, nieta
del que fuera presidente del gobierno español Antonio Maura, Isabel Álvarez de
Toledo quedó huérfana de madre cuando contaba apenas diez años y pasó al
cuidado de su abuela materna, Julia Herrera, condesa de la Mortera.
Luisa Isabel Álvarez de Toledo
Educada según las reglas de la
aristocracia española de la posguerra, a los dieciocho años fue presentada en
sociedad, el mismo día que la infanta Pilar de Borbón, hermana del futuro rey
Juan Carlos I. Un año después se casó en Montera, Cantabria, con Leoncio de
González y Martí. El matrimonio tuvo tres hijos: Leoncio, conde de Niebla y
sucesor de su madre al frente de la Casa de Medina Sidonia; María del Pilar,
duquesa de Fernandina, y Gabriel. Pero el enlace se rompería poco más tarde y
los niños quedarían al cuidado de la abuela materna.
En 1957, tras el fallecimiento de su
padre, Luisa Isabel heredó el ducado de Medina Sidonia, convirtiéndose así en
la vigésima primera poseedora del título nobiliario hereditario más antiguo del
Reino de España, otorgado por vez primera por el rey Juan II de Castilla (el 17
de febrero de 1445) a Juan Alonso Pérez de Guzmán, III Conde de Niebla, como
premio a sus servicios a la Corona.
Pero la duquesa de Medina Sidonia no
se hizo célebre por sus antepasados sino por su abierto antifranquismo.
Aristócrata de formación autodidacta, defensora de las libertades y de los
ideales republicanos, en 1967, tras el accidente nuclear de Palomares (un B-52
de las fuerzas aéreas estadounidenses colisionó con un avión nodriza y dos de
las bombas termonucleares que transportaba explosionaron liberando su contenido
radiactivo) encabezó un movimiento en el que reivindicaba los derechos de los
labradores cuyas tierras habían resultado contaminadas. A raíz de sus
gestiones, la marcha de protesta tuvo un seguimiento internacional, hasta el
punto de que desató las iras del régimen y la duquesa fue juzgada por un
tribunal militar y condenada a un año y un mes de prisión efectiva, que cumplió
(reducida a ocho meses, entre marzo y noviembre de 1969, por buena conducta) en
la cárcel de Alcalá de Henares. Desde entonces se la conocería como la Duquesa
Roja.
Paralelamente, la publicación de su
novela La huelga (1968), sobre las prácticas de los caciques en la
Andalucía del franquismo, la enfrentó a un segundo juicio. Siendo las circunstancias
tan poco propicias, la duquesa decidió abandonar España y exiliarse en París.
Seis años y medio más tarde, después del fallecimiento del general Franco,
varias leyes de amnistía la favorecieron y regresó a España. Sin embargo, al
poco volvió a ser detenida en su casa de Mortera, bajo la acusación de
violencia hacia los agentes de la autoridad, por lo que de nuevo fue condenada
a seis meses de prisión, que cumplió en libertad condicional. Tras este suceso,
fijó su residencia en el palacio ducal de Sanlúcar de Barrameda, donde se
mantendría fiel a su ideología y emprendería el proyecto más importante de su
vida.
El palacio de Medina Sidonia, ubicado
en la plaza de los Condes de Niebla de Sanlúcar de Barrameda, es una obra de
estilo renacentista construida en el siglo XVI en torno a una pequeña fortaleza
almorávide, y pertenece a la familia desde 1297. Restaurado por la duquesa, fue
declarado monumento histórico-artístico en 1978. Alberga una magnífica
colección de pintura, con obras emblemáticas de la escuela española del siglo
XVII y varios goyas, así como una importante colección de tapices flamencos y
de mobiliario del siglo XVI. Pero, sin lugar a dudas, su mayor tesoro es el
Archivo ducal.
La duquesa de Medina Sidonia demostró
siempre una gran pasión por los estudios de heráldica y las obras incunables.
Obsesionada con la idea de evitar que se dispersara la riqueza que habían
forjado sus antepasados, volcó sus esfuerzos en la recopilación, organización y
posterior catalogación de todos los archivos y documentos históricos
familiares, que en 1956 se encontraban en un guardamuebles de Madrid. En total,
veinte tomos inventariados con miles de legajos y documentos antiguos, el
primero de los cuales se remonta a 1228. El contenido incluye la ubicación de los
bienes de los titulares, su naturaleza, los cargos que ocuparon, sus
relaciones, ocupaciones y aficiones en lo público y lo privado. El archivo es
una rica fuente de información sobre la Edad Media y los reinados de Carlos V y
Felipe II, y constituye el archivo privado más importante de España y de
Europa.
El interés de la duquesa por preservar
este legado la llevó a la creación, en 1990, de la Fundación Casa de Medina
Sidonia, encargada de la conservación, protección y difusión del patrimonio de
la casa ducal. La Fundación ofrece gratuitamente servicio de archivo a los
investigadores, previa cita telefónica, así como visitas guiadas al palacio y
servicio de hospedería y cafetería. Al no tener subvención, se mantiene de su
producto. Paralelamente a la creación de la Fundación se produciría la ruptura
definitiva entre la duquesa y sus hijos, que emprendieron una serie de pleitos
contra ella por supuesta apropiación de la finca familiar de Montera.
Luisa Isabel Álvarez de Toledo
escribió numerosos artículos en diversas revistas españolas y europeas, sobre
todo francesas, entre ellas Sábado Gráfico y Reporter. Además de La huelga,
publicó varias novelas, como La base (1971) y La cacería (1977),
y recopiló sus artículos periodísticos aparecidos entre 1969 y 1970 sobre su
experiencia en prisión en el volumen Mi cárcel. Por otra parte, en 2002
vio finalmente la luz Palomares (Memoria), libro en el que relataba sus
experiencias en aquel conflicto y cuya publicación había sido abortada por el
régimen franquista en 1968.
La duquesa, sin embargo, destacó sobre
todo por sus obras de carácter histórico. Si en el pasado había escandalizado a
la nobleza española con sus opiniones políticas, con sus ensayos se granjeó la
antipatía de los historiadores. Siempre basándose en la documentación de la
época, publicó controvertidos títulos en los que sostenía que algunos de los
grandes hitos sobre los que se asentaba la memoria colectiva de los españoles
no eran sino “patrañas”. Así, por ejemplo, en Alonso Pérez de Guzmán.
General de “La Invencible” (1994), trazó una completa biografía de su
antepasado, una figura clave en uno de los períodos más trascendentales de la
historia de España, atribuyendo a la Armada Invencible objetivos bien distintos
del que siempre se le ha atribuido: la invasión de Inglaterra.
En No fuimos nosotros (1992) y África
versus América. La fuerza del paradigma (2000), amparándose también en la
documentación del Archivo ducal, afirmaba que el continente americano no fue
descubierto por Cristóbal Colón, sino que ya se conocía y se comerciaba con él
mucho antes de 1492. Historia de una conjura (1985) y El poder y la
opinión bajo Felipe IV (1987), dedicados a la figura de otro de sus
antepasados, Gaspar de Guzmán, IX duque de Medina Sidonia, glosaban la
realidad, siempre según sus fuentes, de la rebelión de Andalucía en 1640.
La XXI duquesa de Medina Sidonia, XV
duquesa de Fernandina y princesa de Montalbán, XVII marquesa de Villafranca del
Bierzo, XVIII marquesa de los Vélez, tres veces Grande de España, falleció en
Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, el 7 de marzo de 2008 como consecuencia de una
neumonía. Pocas horas antes se había casado in articulo mortis con
Liliana María Dahlmann, secretaria vitalicia de la Fundación Casa Medina
Sidonia, a la que legaba todos sus bienes. Sus hijos, con los que desde hacía
años mantenía una relación tormentosa, iban a recurrir esa voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario