UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1521-1530
CAPITULO VI-XXXV
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1530 Abril 9.
Es condenado por la Inquisición
española el colono Juan de
Monteverde, era hijo de Jácóme de Groenemberg y de Margarita Pruss, originarios
de Flandes y afincados en La Palma a principios del siglo XVI. Jácome de
Groenemberg tradujo su apellido, llamándose desde su arribo a La Palma Diego de
Monteverde. Por su despreocupación en materia religiosa fué procesado por la
Inquisición de Canarias, que se limitó a incoar la causa remitiéndola para su
conocimiento y sentencia al Tribunal de Sevilla, donde fué ordenada la
detención de Monteverde. Acusado de negar la eficacia de determinados sacramentos,
el valor de las indulgencias, las ventajas de la castidad de los clérigos, la
obligatoriedad de la santificación de las fiestas, etc., fué condenado el 9 de
abril de 1530, como sospechoso de herejía luterana, a desfilar como penitente
descalzo en el primer auto de fe, a permanecer recluso durante un año en un
monasterio sevillano y a la pérdida de la décima parte de sus bienes. Jácome de
Monteverde falleció en Sevilla en 1531 cuando cumplía esta sentencia.
Por tal causa sus descendientes
tropezarían en el futuro con extraordinarias dificultades para ser admitidos al
servicio del Santo Oficio.
Don Juan de Monteverde, nuestro
biografiado, casó con Maria de Estopiñán y Socarras, hija de Pedro Sánchez de
Estopiñán, regidor de Cádiz y de La
Palma , a quien hemos visto actuar en esta isla cuando el
ataque francés de "Pie de Palo" en 1553.
1530 Octubre 30. El 20 de octubre
salió de San Lucar de Barrameda rumbo a las Indias una flotilla, el 30
del mismo mes soltaban anclas en la rada de Añazu n Chinech (Santa Cruz de
Tenerife), la escuadrilla estaba
compuesta de una nao y tres carabelas. Al mando de esta armadilla venía el
aventurero con título de Adelantado Diego de Ordás (u Ordaz), quien había sido
precedido en la arribada por su apoderado Alonso de Herrera, maese de campo;
quien tenía la comisión de reclutar soldados mercenarios en la isla Chinech,
pues los quinientos hombres que formaban las tropas de la expedición eran
insuficientes para las invasiones y conquistas que tenía concertadas el
Adelantado según las capitulaciones que portaba, para la conquista y
poblamiento desde el Marañón (Amazonas) hasta Maracapana.
Diego de Ordás natural de
Castroverde de Campos (Zamora) nació sobre 1480 y falleció en 1532, hombre de
dilatada experiencia en las conquistas y saqueos de las Indias, ya que con
anterioridad a la obtención de su adelantamiento había participado en las expediciones de Alonso de Ojeda en su
viaje a Cartagena de Indias (1509), a quien ayudó a degollar varios cientos de
indios en venganza por la muerte del piloto y cartógrafo Juan de la Cosa. Con
Diego Velásquez de Cuellar en Cuba (1519), al que abandonó para unirse a Hernán
Cortés en la conquista y saqueo de México (1520), al ofrecerle éste una mayor
participación en los despojos que se pudieran obtener en la masacre proyectada
contra el pueblo azteca.
Precisamente, los despojos que le
correspondieron al capitán Ordás en el genocidio de México, le sirvieron para
financiar la expedición que aquellas fechas
emprendía al Marañón.
Cuando la flotilla de Ordás
recaló en la rada de Añazu (Santa Cruz), vivían en la plaza los tres hermanos
Silva, jóvenes colonos de origen portugués de razonable posición y mediano
pasar económico. Alonso de Herrera no tardó en contactar con los Silva
Con verbo fácil, Herrera les
pintó la fortuna que les esperaba en los territorios por descubrir y conquistar
y arrasar, y les garantizó que si su aportación a la empresa era importante
tendrían en ella poco menos mando que el mismo adelantado. Los hermanos no
debieron necesitar mucha argumentación para tomar una decisión por que,
inducidos por sus espíritus inquietos y aventureros, y ante la oferta de
ganancias fáciles y posibilidades de poder que les planteó Herrera, decidieron incorporarse a la expedición de
conquistas y expolio.
Ordás partió del puerto de Añazu n Chinech
(Santa Cruz de Tenerife) el 13 de diciembre de 1530, habiendo acordado
previamente con los hermanos Silva que éstos les alcanzaría en la costa de
Paria-por la cual pensaban iniciar la entrada-una vez que tuviesen en
disposición de hacerlo. Los Silva entusiasmados con el proyecto vendieron sus
propiedades, comprometiendo además a parientes y amigos para que hiciesen lo
mismo y les acompañasen en la aventura. En total levantaron doscientos hombres
entre marineros y gentes de armas más algunas mujeres de vida poco honesta. El
mando lo asumió el hermano mayor Gaspar de Silva, a quien secundaban los otros
dos hermanos Juan y Bartolomé González. Con el producto de la venta de sus
vienes compraron una vieja nao y una carabela y las pertrecharon, como pudieron
con armas, municiones y provisiones ya que el presupuesto era bastante exiguo.
Los hermanos Silvas estaban
atareados con estos preparativos, cuando arribó a la bahía de Añazu (Santa
Cruz) un galeón de gran porte. Propiedad de un comerciante portugués que venía
cargado con diferentes mercancías para vender en la isla.
Con el mercader viajaba una
doncella de poca edad, posiblemente su hija o sobrina, llamada Isabel. El mayor
de los Silvas, Gaspar, se enamoró a primera vista de la excelente estampa y
recia apariencia del galeón. Gaspar comenzó a frecuentar las tabernas del
puerto hasta que como por casualidad, trabó amistad con el piloto del galeón
quien no estaba en buenas relaciones con el propietario y armador, mantuvieron
largas conversaciones sobre el inminente viaje a Indias, quejándose Silva del
mal estado de la nao que había comprado y ponderando las buenas condiciones
marineras del galeón, poco a poco fue fijando en la mente del patrón-piloto sus
ocultas intenciones, hasta que éste terminó por proponer a Gaspar de Silva que
se apropiase del galeón pues ¿acaso no era en servicio del rey la conquista que
se disponía a emprender? . No necesitó más argumentos el joven Gaspar, además
no había en Añazu (Santa Cruz) una fuerza capaz de oponerse a sus doscientos
hombres en armas. Fue a ver al dueño del galeón y le expresó sus deseos de
quedarse con el mismo, el atónito portugués protestó enérgicamente ante la
osadía de Silva pero poco más pudo hacer
ante los doscientos hombres armados que
acompañaban al pirata. Ya metido en faena, el pirata decidió que las
mercancías que transportaba la nave también las necesitaba, y para redondear el
negocio, decidió llevarse la doncella,
así que sólo permitió desembarcar al anterior dueño del navío y a los marineros
que decidieron seguirle.
Varios de los marineros con el
maestre a la cabeza optaron por unirse al ladrón y seguirle en su aventura,
Silva para no dejar varados en seco al armador y marineros despojados, a cambio
de la presa les dio la desvencijada nao que ya no necesitaba; sí bien
previamente hizo trasbordar al galeón y a la carabela todos los pertrechos que
habían adquirido para el viaje.
Gaspar de Silva cuyo verdadero
nombre era Gaspar González de Silva, había nacido en Portugal sobre 1498, era
el primogénito de Gonzalo Yánez (Gonzalianez), uno de los más ricos colonos
hacendados de Chinech (Tenerife) a raíz de la conquista, fue generosamente
datado por el Adelantado de Canarias
Alonso Fernández de Lugo, con la tierras robadas a los guanches, como hemos
dicho llegando a ser el hombre de
confianza de éste en la zona de Daute. El
conquistador también concedió importantes datas a algunos de los hijos
de Gonzalianez, ignorándose las causas que motivaron al bandolero de Lugo para
mostrarse tan generoso con estos portugueses, el 14 de enero de 1505, Juan
Gonzalez, hijo de Gonzalianes es datado con 50 fanegadas de tierras en
Arrayalejos, zona próxima a Erjos; a Gaspar, también hijo del Gonzalianes, se
le concedieron 30 fanegadas en el barranco de Taco (Los Silos), a Francisco, 20
fanegadas en el Palmar de Daute.
Con anterioridad al alistamiento
en la expedición de Ordás, Gaspar ya había practicado la piratería en unión de
sus hermanos. En 1527 hizo una expedición de rescate (captura de esclavos) a
Berbería; sus hermanos ya habían echo otras en 1520, y en 1525 robaron la carga
de un navío portugués en Cabo Verde.
Fue precisamente en la expedición
de 1520, cuando se incorporó en su condición de esclavo un guanche posiblemente
miembro de la familia real de Adeje, ( a la familia real de Adeje le fue
impuesto el apellido Delgado, después de la conquista) según se desprende del
contrato de promesa de libertad firmado entre Gonzalo Yánez (Gonzalianez), en
Daute, isla de Chinet (Tenerife) y del cual transcribimos algunos párrafos:
<< el 27 de septiembre de 1520, Luis Delgado, guanche, esclavo cautivo de
Gonzalo Yanez de Daute, se obliga a “ir a cabo de Aguer, allende del Reino de
Portugal...e así ido e llegado al dicho puerto del cabo de Aguer me obligo e
prometo de servir a Joan Gonzalez, hijo del dicho mi señor, e a Baltasar Gonzales, asimesmo su hijo, por tiempo y
espacio de cinco años primeros siguientes e especialmente me obligo e prometo
servir al dicho Joan González especialmente, el cual está e reside en el dicho
cabo de Aguer, e le tengo que servir en todas aquellas cosas que el dicho Joan
Gonzalez me mandara en el dicho cabo de Asguer, e sus comarcas, ansí en salir
con él al canpo con mis armas, como en lo acompañar en el dicho logar e
término. A cambio Gonzalianes de Daute se compromete a darle libertad pasado
que sean los cinco años (AHP, leg. 2026, fº 178)” (Tenerife).
La suerte sonreía a los piratas
con lo que, Gaspar de Silva veía la conquista del mundo mucho más fácil de cómo
se la habían pintado. Colocó a Juan y Bartolomé al mando del galeón
reservándose para sí la carabela en la que embarcó con la doncella Isabel.
Únicamente les faltaba completar
la provisión de alimentos, y para hacerlo de la manera más económica posible
pusieron rumbo a las islas de Cavo Verde, escala habitual por aquella época de
las travesías atlánticas. Durante el viaje, Gaspar para no permanecer ocioso
aprovechó el tiempo violando a la portuguesa Isabel.
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Llegaron al archipiélago y desembarcaron en algunas de sus
islas, con la experiencia obtenida en la adquisición del galeón y sus
mercancías, ahora se les hacía pesado el tener que desembolsar dinero por la
carne y demás provisiones que querían embarcar. Así que decidieron armar a los
hombres y saquear las haciendas de sus compatriotas portugueses, lo que llevaron a efecto faenando reses,
cabras y cerdos para hacer tasajos y llevándose de paso todo lo que encontraron
de algún valor. Así debidamente pertrechados, arrumbaron a las Indias
Occidentales. El galeón resultó ser un excelente velero y pronto dejo a tras a
la carabela, Gaspar que en el viaje iba disfrutando de la joven portuguesa
tampoco ponía mucho interés en alcanzar a sus hermanos. Juan y Bartolomé
avistaron la Trinidad, entraron por la boca del Drago al golfo de Paria y
buscaron la fortaleza donde estaba ubicada la base de los conquistadores en la
recién fundado San Miguel de Paria. (1531) Allí estaba Ordás y sus hombres
construyendo bergantines con los que remontar el río Orinoco. El Adelantado,
que ya pasaba de los cincuenta años de edad, quedó gratamente sorprendido por
la mañana que se habían dado aquellos jóvenes colono de Canarias para
habilitarse, no sólo traían un extraordinario galeón sino que además portaban
armas, comida y ropas de sobra, por consiguiente les recibió con júbilo y les
dio permiso para vender sus hombres, mucho peor provistos, todo lo que les
sobras Durante dos o tres días el campamento estuvo de fiesta. Sin embargo no
todos los integrantes de la compañía de Gaspar Silva aprobaban los métodos
empleados por el pirata, entre ellos habían dos que se mostraron especialmente
críticos, Juan de Briones, colono vecino de la Orotava, isla de Chinet, quien
era encargado por el Cabildo de la isla para el peso de la harina en Chinet
(Tenerife). Se alistó en la leva de los Silva y fue integrado en la compañía de
Hernán Sánchez Morillo (posteriormente se estableció como mercader en la ciudad
de Santo Domingo), y el mencionado Hernán Sánchez Morillo, que era natural de
Borguillos y había sido regidor alcaide de los hijos dalgo de Burguillos,
estaba casado con Catalina Luis, pasó a Chinet (Tenerife), donde hizo vida
maridable con María Rodríguez de quien tuvo varios hijos. Se alistó en la
compañía de los Silva y después de su aventura en Indias regresó a España, su hijo Juan le puso pleito matrimonial, a
instancias de su madre ante Gaspar Justiniano el 14 de abril de 1559. Aparece
como morador en Cádiz en 1565 y de nuevo en Chinet (Tenerife) en 1568. Ambos
informaron a Ordás de las tropelías cometidas por los hermanos Silva. El
Adelantado que por esa fecha ya era caballero de Santiago por merced del
Emperador de las Españas, creyó oportuno montar en cólera, quizás más porque
veía en los Silva a unos posibles competidores en la empresa que por un afán de
justicia y argumentando que le parecía especialmente atroz la violación de la
doncella portuguesa. Convocó a Gil González de Ávila. Alcalde mayor del
ejército, le ordenó proceder en justicia contra los delincuentes. El alcalde
interrogó a los marineros y soldados del galeón, y éstos corroboraron la
denuncia de Briones y Morillo.
Se procedió a la instrucción de
la causa por vía sumarísima, y a pesar
de que Ordás no tenía jurisdicción en los lugares donde fueron cometidos
los delitos, Juan y Bartolomé González de Silva y el maestre portugués fueron
condenados a muerte y ejecutados de inmediato sobre la misma cubierta del
galeón robado, y para que sirviera de mayor ejemplo: Juan y Bartolomé mediante
degüello por suponérseles hidalgos; el maestre fue colgado de una entena como
villano. Otro cuantos de sus hombres, aquellos que se habían mostrado más
activos en la comisión de las fechorías, fueron condenados a sendas tandas de
“cola de gato”. Hecha la justicia Ordás
vio sus efectivos aumentados en casi doscientos hombres más un espléndido
navío, y todo ello sin haber desembolsado un maravedis por su parte. Finalizada
la construcción de los bergantines, el Adelantado partió a su conquista con el
grueso de las fuerzas dejando al capitán Yánez Tafur, a quien había nombrado
Gobernador el 22 de junio, con una pequeña tropa al cargo del fuerte de San
Miguel de Paria. Martín Yánez Tafur, es plausible que fuese hijo del
conquistador canario Juan de Cartaya, quien obtuvo datas de repartimientos,
entre ellas unas tierras en Tarfoya o Tafur, en Tahoro, el 15 de enero de 1501.
Embarcó en la armada de Ordás ya que por alguna razón no quiso hacerlo con los
hermanos Silva, fue fundador de Tocaima, donde falleció después de 1566 dejando
numerosa descendencia.
A los pocos días arribó la carabela, Gaspar de
Silva no se molestó en saltar a tierra, donde probablemente alguien le hubiera
informado de la suerte corrida por sus hermanos. Tafur se limito a informarle
de Ordás ya andaba por las bocas del Orinoco y Silva partió en su seguimiento.
Alcanzó la flotilla unas leguas adentro de la boca de Barina o de los navíos y
saludó disparando salvas con todas las piezas de la carabela para mostrar su
alegría. Hizo arriar el esquife y fue inmediatamente a ponerse a las órdenes
del Adelantado.
Apenas puesto los píes en la
cubierta de la nao capitana, Ordás mandó prenderle. La causa estaba
sentenciada. Además de los delitos comunes a sus hermanos Gaspar tenía el de la
violación de la joven portuguesa. Sin embargo las ejecuciones anteriores no habían sentado bien entre la tropa la que
estaba agradecida a los Silva por la provisiones baratas que les habían
vendido, razón por la cual Ordás no encontró a nadie dispuesto a degollar al
mayor de los hermanos. Entonces se ofreció a oficiar como verdugo-quizás
motivado por alguna dádiva o por justo
resentimiento- un esclavo natural de la Gomera propiedad del propio Gaspar;
quien llevaba quince años a su servicio. El día de San Juan de junio el gomero
degolló a su amo sobre la cubierta del galeón. La muerte de Silva fue sentida
especialmente por algunas mujeres que le acompañaban desde Tenerife; una de
ellas conocida como Costanza de León, extremó sus muestras de dolor hasta el
punto de arrancarse los cabellos, lo cual hizo sospechar a la tropa que era su
amante. Los despojos del capitán pirata fueron bajados a enterrar a una isleta
en el río Huyapari que los indios llamaban Perataure y que a partir de este
hecho los españoles llamaron Silva la Grande, también conocida como la isla de
Gaspar de Silva.
Con la ejecución de Gaspar, Ordás
aumentó sus fuerzas con los hombres aportados por los Silva, y una carabela
más, además ordenó secuestrar el dinero de la venta de las mercancías y de la
venta del galeón-comprado a cuenta de la jornada- y depositarlo a cargo del
contador del ejército para devolverlo cuando hubiera lugar a su legitimo dueño,
lo que no pasaba de ser una mera formalidad para darle viso de legitimidad a la
apropiación de las naves.
Ordás fue el primer
europeo en remontar el río Orinoco llegando hasta la confluencia con el río
Meta. En la expedición se perdió casi toda la tropa bien en manos de los indios
o extraviada con todo el bagaje tras internarse en el río enfebrecida con la
ilusión de hallar oro. Uno de los primeros en caer fue el esclavo gomero que
ejecutó a Gaspar, amaneció ahogado en el río probablemente a manos de algunos
de los seguidores del capitán pirata, haciendo circular entre la tropa la
leyenda de que el esclavo se había arrojado al agua presa de los remordimientos
por haber matado a su amo.
Entre los escasos sobrevivientes
de la desgraciada expedición en el Orinoco estuvo la portuguesa Isabel. Vuelta
a la costa, se casó con un castellano en Río del hacha y falleció de muerte
natural muchos años después, dejando larga descendencia de hijos y nietos en la
tierra ya poblada por europeos.
Diego de Ordás durante la travesía de regreso a España en
1532, murió posiblemente envenenado y su cadáver fue arrojado al mar.
La carrera de los hermanos Silva
fue corta, tuvieron la desgracia de topar con otro pirata más viejo y con mucha
más experiencia que ellos. Y además tuvieron otra desgracia añadida, la de que
el tal pirata, era español. (Eduardo
Pedro García Rodríguez)
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