1996.
La alimentación de los guanches sufría de una
gran dependencia de las lluvias y nos han llegado descripciones de ceremonias
religiosas para terminar con las sequías. Los pozos y norias que mandó el
primer Adelantado se abrieran en terrenos próximos a la costa del Real o
campamento de Santa Cruz de Añazo, estaban secos la mayoría desde el s.XVII, en
cuyo tiempo el agua de abasto público venía de la fuente de Tamaide. En 1660 se
pone otra a disposición del vecindario, con mayor caudal, a cargo de Sebastián
Hernández "El Pulgo" que llega al Lugar por pésimas atarjeas. Por eso
en todas las viviendas había un aljibe que recogía la lluvia, sistema doméstico
que llegó, en muchísimas casas, hasta bien entrado el s.XX. La aguada a los buques
se traía en barriles, a lomos de cabalgaduras, de La Laguna , los valles cercanos
y San Andrés.
Agua corriente en Santa Cruz:
Un antecesor de Valhermoso, el capitán general de
Canarias Agustín de Robles y Lorenzana (1705-09) dotó de agua corriente a Santa
Cruz, con mejores conducciones y obra de distribución, como la pila de basalto
que mandó a colocar en la plaza del Castillo, en 1706, y que desde ese momento
-y hasta principios del s.XIX- se llamaría Plaza de la Pila.
Aquellas conducciones
mejoradas consistían en canales de madera, pagados por la Real Hacienda ,
pósitos del Cabildo y personas del lugar santacrucero.
Para su buena conservación y los debidos reparos,
se impuso a las naves, beneficiadas también de ese racional aprovechamiento del
agua, los siguientes derechos:
- cien reales de plata por cada embarcación con rumbo a América
- seis pesos por cada navío o fragata
- cuatro pesos por los paquebotes, bergantines y goletas del comercio de fuera
- cuatro reales de plata a los barcos del trafico de estas islas, siendo de cruz
- dos reales de plata por los pequeños con los de primera tierra de Gran Canaria
Los Capitanes Generales nombraban a un
"Alcalde de agua" para la administración de esos derechos, cobrados
por la Real Aduana
y de los cuales disponían aquellas máximas autoridades para afrontar todos los
gastos de ese servicio, eficaz recurso para la recalada de gran cantidad de
navíos que "llegan a Santa Cruza refrescarse y a hazer aguada".
Suministro de agua a barcos s.XIX:
Desde fines del siglo XVIII el agua se servía a
los navíos directamente en el muelle, si se trataba de embarcaciones pequeñas,
o por lanchas que transportaban las pipas del muelle a los navíos. Había en
efecto un sistema de conducción de agua desde la pila hasta el muelle, por medio
de una atarjea continuada por caños de madera introducidos profundamente en la
obra. Había también, desde la misma época, una pila que servía para las
aguadas, situada en la esquina que formaba el muelle con la playa, por debajo
de la alameda de Branciforte; era tan cómoda como la otra, con la diferencia
que había que descargar los barriles o rodarlos un poco por la playa, para
llegar al surtidero. Hacia 1811 se estropeó la cañería del muelle y la
dificultad de poner otra nueva sin descomponer todo el muelle hizo que se
quedara abandonada. A partir de esta época, la aguada se hizo exclusivamente en
la pila del muelle. En 1856 Juan Cumella fue autorizado para poner a espaldas
de la fuente de Isabel II un depósito de agua , con cañería propia para conducirla
a la punta del muelle, con el propósito de surtir los buques directamente,
pagando el 10% de la recaudación al ayuntamiento. Hacia 1881 se disponía de un
buque cisterna o aljibe flotante, con una capacidad de 77 pipas, para llevar el
agua al flanco del navío. En 1957 se surtía el agua de dos depósitos cubiertos
de 6.000 y 2.000 metros cúbicos respectivamente, por medio de tuberías que la
conducían a los muelles, con un rendimiento máximo de 350 metros cúbicos por
hora. Ambos depósitos pertenecen a la
Junta de Obras del Puerto, quien administra ahora el servicio
de la aguada; el depósito mayor está en situado en el barranco de la Leña y el menor en las
proximidades del dique del Este. (Cioranescu)
Ceremonia guanche contra la sequía:
Viera menciona, según Espinosa, una ceremonia patética que se celebraba en Tenerife en los tiempos de calamidad pública, en que la sequía traía consigo la escasez y la desolación. Reunían todos los rebaños en un valle profundo, teniendo cuidado de separar los hijos de sus madres, para que hiciesen resonar los aires con sus balidos. Entonces empezaba un concierto de gritos lastimeros, que repetían los ecos del valle, y este pueblo pastor que fundaba toda su esperanza en la fertilidad de los pastos, creía que la intercesión de las inocentes víctimas del hambre era un medio eficaz para implorar los beneficios del cielo y condolerse de sus males. (S.Berthelot)
Consumo anual de agua en Canarias:
El Gobierno de Canarias prevé que el 27,1 % de la
oferta de agua en el Archipiélago proceda de plantas desaladoras en el año 2002
y alcance el 30% en 2006. En los últimos 30 años se ha producido un cambio
radical. El uso de agua subterránea en 1996 abarcaba el 79,83 % de la oferta
mientras que las previsiones para el 2002 es que se reduzca al 59,2 y en el
2006 al 50%. En 1996 la oferta de agua desalada era de 60,7 hectómetros
cúbicos. La previsión es que se sitúe en 140 hectómetros cúbicos en 2002 y en
162,2 en el 2006. Se estima un incremento del agua reutilizada de un 54% en
2002 con respecto a 1996, cuando la oferta fue de 16,2 hectómetros cúbicos. En
2006 la oferta de agua reutilizada será de 71,3 hectómetros. El consumo de agua
urbana fue de 122,9 hectómetros cúbicos en 1996, la previsión es que su consumo
ascienda a 148,4 hectómetros cúbicos en 2002 y a 166,3 en 2006, lo que supondrá
un incremento del 35% en 10 años. El sector turístico consumió 35,3 hectómetros
cúbicos de agua en 1996. El Gobierno canario estima un consumo de 43,8
hectómetros cúbicos en 2002 y de 51,7 en 2006. El incremento en 10 años será
del 46% y será el sector que registre mayor aumento. El agua para usos
agrícolas será de un 5% menos en 2006 respecto a 1996, año en que se demandó
276,5 hectómetros cúbicos. La demanda estimada de 2006 es de 262,8 hectómetros.
La oferta de agua subterránea de Las Palmas en 1996 fue de 85,5 hectómetros
cúbicos mientras que en Santa Cruz de Tenerife fue de 217 hectómetros. La
previsión es ofertar en Las Palmas 35,7 hectómetros en 2006 y 158 en Santa Cruz
de Tenerife. La mayor parte de agua desalada que se ofertará en 2006
pertenecerá a Las Palmas (117 hectómetros) frente a los 44,5 de Santa Cruz de
Tenerife.
Pluviosidad en Canarias:
La máxima cantidad de lluvia anual se registra en el noroeste de
Elementos añadidos al suministro de agua:
En 1905 el médico David Marine estudió la
relación por zonas con distinta presencia de yodo y la frecuencia de bocio.
Experimentó con animales y al cabo de 10 años administró yodo a los pacientes
con buenos resultados. Más tarde sugirió que debían añadirse compuestos que
contenían yodo a la sal de mesa y a la provisión de aguaen las ciudades del
interior en las que el terreno fuera pobre en yodo. Esto despertó una fuerte
oposición y se necesitaron otros 10 años para conseguir que fuese aceptada de
un modo general la yodación del agua y la sal yodada. Una vez que los
suplementos de yodo se convirtieron en una rutina, el bocio simple perdió
importancia como enfermedad.
Fluoración del agua:
El asunto de la fluoración del agua fue mucho más
polémico. A principios del siglo XX los odontólogos se dieron cuenta de que la
población de ciertas zonas de EE.UU. tendían a mostrar dientes oscuros. Esta
particularidad fue estudiada hasta hallar un contenido de compuestos de flúor
superior al promedio en el agua natural bebida en aquellas regiones. Cuando el
contenido de flúor era superior al promedio, la población mostraba un índice
infrecuentemente bajo de caries dental. La caries representa un enorme gasto en
cuidados dentales y en el de otras muchas enfermedades que agrava. Los
investigadores obtuvieron apoyo económico para el estudio a amplia escala de la
conveniencia de la fluoración del agua. Hallaron que una proporción de flúor de 1: 1.000.000 con un costo estimado de 5 a
10 centavos por persona y año, no llegaba amanchar los dientes y sin embargo
producía un efecto beneficioso en la prevención de la caries. Adoptaron como
medida dicha proporción para probar los efectos de la fluoración en las
reservas de agua de la comunidad. La presencia de flúor asegura la
incorporación de pequeñas cantidades de este elemento a la estructura dental e
impide el ataque de las bacterias. Mediante una pequeña inversión se puede
reducir la caries en al menos dos tercios ahorrando dolor y miles de millones
de gasto. Las organizaciones odontológicas y médicas de EE.UU, el Servicio de Salud Pública y las agencias estatales
sanitarias recomiendan la fluoración de los suministros públicos de agua, y,
sin embargo, en el terreno político la fluoración ha perdido la mayoría de las
batallas. Cerca de 2.000 comunidades, con un total de 37 millones de personas,
habían fluorado el agua al iniciarse la década de 1960, pero ha continuado
existiendo mucha oposición. Un grupo llamado Comité Nacional Contra la Fluoración ha impulsado
a una comunidad tras otra a votar contra la fluoración, e incluso a rechazarla
en algunos lugares donde había sido adoptada. Se han usado los argumentos
principales con el máximo efecto por los oponentes al sistema. Uno es que los
compuestos de flúor son venenosos. ¡Lo son, en efecto, pero no en las dosis
utilizadas para la fluoración! El otro es que la fluoración constituye una
medicación obligatoria, lo cual infringe la libertad individual. Tal vez sea
así, pero es un asunto discutible si el individuo en cualquier sociedad puede
tener la libertad de exponer a los demás miembros a una enfermedad prevenible.
Si la medicación obligatoria es algo pernicioso, entonces tenemos un problema
no solamente con la fluoración, sino también con la cloaración, la yodación e,
igualmente con todas las formas de inoculación, lo cual incluye la vacunación
contra la viruela.
(Tomado de: Mgar.net)
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