Por ser las islas de Canaria camino para las
Indias, y nuevamente conquistadas, escribo aquí su conquista. Muy sabidas y
loadas fueron siempre las islas de Canaria, según autores griegos, latinos, africanos
y otros gentiles escriben. Mas no sé que hayan sido de cristianos hasta que
fueron de españoles. Cuenta el rey Don Pedro el Cuarto de Aragón, en su
historia, cómo el año de 1344 le vino a pedir ayuda para conquistar las islas
perdidas de Canaria don Luis, nieto de don Juan de la Cerda , que se llamaba
príncipe de la Fortunia ,
por merced, creo, del papa Clemente VI, francés. Puede ser que fuesen entonces
a Canaria los malorquines a quien los canarios se loan haber vencido, matando
muchos de ellos, y que hubiesen allí una imagen antigua que tienen. Los
primeros españoles que comenzaron a conquistarlas fueron allá el año de 1393, y
fue así que muchos sevillanos, vizcaínos y guipuzcoanos fueron a las Canarias
con armada, en que llevaron caballos para la guerra, el año sobredicho, que fue
el tercero del rey don Enrique III, según su historia cuenta. No sabría decir a
cúya costa fueron, aunque parece que a la suya propia, ni si por mandado del
rey o por su motivo. Empero sé que hubieron batalla con los de Lanzarote, y
gran despojo y presa en la victoria, y que trajeron presos a España al rey y
reina de aquella isla, con otras ciento y setenta personas, y muchos cueros y
cabras, cera y otras cosas de riqueza y estima para en aquellos tiempos.
Después el rey
don Enrique dio a ciertos caballeros las Canarias para que las conquistasen,
reservando para sí el feudo y vasallaje; entre los cuales fue Juan de
Betancurt, caballero francés, el cual, a intercesión de Rubín de Bracamonte,
almirante de Francia, su pariente, hubo también el año de 1471 la conquista de
aquellas islas, con título de rey. Vendió una villa que tenía en Francia, armó
ciertos navíos, pasó a las Canarias con españoles y llevó a fray Mendo por
obispo de lo que conquistase, para doctrinar y convertir aquellos gentiles; que
así lo mandó el papa Martin V. Ganó a Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y
Hierro, que son las menores, y aun la
Palma , a lo que algunos dicen. De Canaria lo echaron diez mil isleños que había
de pelea; y así, hizo un castillo de piedra y lodo en Lanzarote, donde asentó y
pobló. Señoreaba y regía desde allí las otras islas que sujetara, y enviaba a
España y Francia esclavos, cera, cueros, sebo, orchilla, sangre de drago, higos
y otras cosas, de que hubo mucho dinero. A la fama de la riqueza, o por ganar
honra conquistando a Tenerife que llaman isla del Infierno, y a la gran
Canaria, que se defendía valientemente, pidió el infante de Portigal don
Enrique al rey don Juan el Segundo de Castilla aquella conquista, mas no se la
dio; y el rey don Juan, su padre, la procuró de haber del Papa, y envió el año
de 1425 con armada a don Femando de Castro. Pero los canarios se defendieron
gentilmente. Todavía insistieron en aquella demanda, como les había sucedido
bien la guerra de la isla de la
Maderas y de otras, los reyes don Juan y don Duarte, y el
infante don Enrique, que era guerrero, y llegó el negocio a disputa de derecho
delante el papa Eugenio IV, veneciano, estando sobre ello en Roma el doctor
Luis Alvarez de Paz, y el papa dio la conquista y conversión de aquellas islas
al rey de Castilla don Juan el Segundo, año de 1431; y así cesó la contienda
sobe las Canarias entre los reyes de Castilla y Portugal.
Tornando, pues, a Juan de Betancurt, digo que
cuando murió dejó el señorío de aquellas cuatro islas que conquistara a un
pariente llamado Menaute, el cual, continuando la gobernación y trato con el
mismo Juan de Betancurt, tuvo diferencias y enojo con el obispo fray Mendo, que
convertía aquellos gentiles. El obispo entonces escribió al rey cómo los
isleños estaban muy mal con Menaute por muchos malos tratamientos que les
hacía, y tenían grandísimo deseo y aparejo de ser de su alteza. El rey, por
aquellas cartas del obispo, envió allá con tres naos, y con poderes para tomar
y tener las islas y personas, a Pero Barba de Campos, hombre rico, el cual como
llegó tuvo que dar y que tomar con el Menaute de palabras y aun de manos. Mas a
la fin se concertaron, dejando y vendiendo el Menaute las islas al Pero Barba,
y Pero Barba las vendió después a Fernán Peraza, caballero sevillano. Otros
dicen cómo el mismo Juan de Betancurt las vendió al conde de Niebla don Juan
Alonso, y cómo después las trocó el conde a Fernán Peraza, criado suyo, por
ciertos lugares que tenía. De la una manera o de la otra que pasó, es cierto
que las hubo Fernán Peraza, y que dio guerra a las otras islas por conquistar,
y en la Palma
le mataron a su único hijo Guillén Peraza. Llamábase rey de Canaria, y casó a
su hija mayor, doña Inés, con Diego de Herrera, hermano del mariscal de
Empudia. Muerto Fernán Peraza, heredaron Diego de Herrera y doña Inés Peraza,
llamándose reyes, que no debieran. Trabajaron mucho por ganar a Canaria,
Tenerife y la Palma ;
pero nunca pudieron. Tuvieron éstos hijos a Pero García de Herrera, Fernán
Peraza, Sancho de Herrera, doña María de Ayala, que casó en Portugal con don
Diego de Silva, conde de Portalegre, y otra que casó con Pero Fernández de
Saavedra, hijo del mariscal de Zaharia. Entendieron el rey don Femando y la
reina doña Isabel, recién herederos, cómo Diego de Herrera no podía conquistar
a Canaria; y como fueron a Sevilla el año 1478, enviaron a Juan de Rejón y a
Pedro del Algaba con gente y armada a conquistarla. Riñeron estos capitanes
andando en la conquista, y mató Rejón a Pedro del Algaba, cuya venganza no se
dilató mucho, ca luego mató Fernán Peraza, hijo de Diego de Herrera, al Juan de
Rejón, cuya muerte dañó después sus propios negocios, ca prosiguiendo los reyes
aquella guerra, estuvieron mal con Diego de Herrera, que se nombraba rey sin serlo.
El Diego de Herrera puso pleito a la conquista, porque, o la dejasen o lo
dejasen, diciendo pertenecerle a él y a su mujer, por la merced del señor rey
don Juan que hizo a Juan de Betancurt, cuyos sucesores ellos eran; y alegando
estar en posesión y acto de la conquista, en la cual habían gastado muchos
dineros y derramado mucha sangre de hermanos, parientes y amigos. Hubo sobre
esto demandas y respuestas con parecer de letra y tras ellas concierto, y los
reyes dieron al Diego de Herrera cinco cuentos de maravedís en contado por los
gastos, y el título de conde de la
Gomera con el Hierro, y él y su mujer doña Inés Peraza
renunciaron todo el derecho y acción que tenían a las otras islas. Tras este
concierto despacharon allá con armada a Pedro de Vera, natural de Jerez, año de
1480, según pienso. Pedro de Vera gastó tres años en ganar a Canaria, que se
defendían reciamente los isleños; y tardara más, y aun quizá no la ganara, si
no fuera con ayuda de Guanarteme, rey natural de Galdar, que le favoreció por
deshacer a Doramas, hombre bajo que por su valentía e industria se había hecho
rey de Telde, por donde entrambos se perdieron. Señaláronse muchos canarios en
aquella guerra, como fue Juan Delgado, que así se llamó desde cristiano, y un
Maninigra, que fue valentísimo sobre todos, el cual dijo a otro que le motejaba
de medroso una vez: "Tiemblan las carnes temiendo el peligro donde las ha
de poner el corazón". Alonso de Lugo, que fue gentil soldado y capitán en
la guerra de Canaria, conquistó el año de 1494 la Palma y Tenerife, de la cual
hubo título de adelantado. Desde entonces son todas aquellas islas de Canaria
del rey de Castilla muy pacíficamente, y el papa Inocencio VIII le dio el
patronazgo de ellas el año de 1486. [CCXXII] (Tomado de: Mgar.net)
No hay comentarios:
Publicar un comentario