1565.
Las islas de Canaria son siete: Lanzarote, Fuerteventura, Canaria, Tenerife, Gomera, Palma, Hierro. Están en rengle unas tras otras, de este a oeste, y en veinte y siete grados y medio, y a diecisiete leguas de África por el cabo de Bojador, y doscientas de España, contando hasta Lanzarote, que es la primera. Los escritores antiguos las llamaron Afortunadas y Beatas, teniéndolas por tan sanas y tan abundantes de todas las cosas necesarias a la vida humana, que sin trabajo ni cuidado vivían los hombres en ellas mucho tiempo. Aunque Solino, cuando habla de ellas, mucho disminuye la fama de su bondad y abundancia, que conforma mucho más con lo que al presente son. Otra isla dice que aparece a tiempos a la parte setentrional, que debe ser
Vivían todos los de aquellas
islas en cuevas y chozas, y la cueva de los reyes de Galdar estaba cavada en
vivas peñas, y toda chapada de tablones del corazón de pino, que dicen teda,
madera perpetua. Andaban desnudos, o cuando mucho, con cada dos cueros de
cabra, peludos. Ensebábanse mucho para endurecer el cuero, majando el sebo de
cabras con zumo de yerbas; comían cebada como trigo, que no lo tenían; comían
cruda la carne por falta de lumbre, a lo que dicen; mas yo no creo que careciesen
de lumbre, cosa necesaria para la vida y tan fácil de haber y conservar. No
tenían hierro, que también era gran falta; y así, labraban la tierra con
cuernos; cada isla hablaba su lenguaje, y así no se entendían unos a otros;
eran en la guerra esforzados y cuidadosos; en la paz, flojos y disolutos;
usaban ballestas de palo, dardos y lanzones con cuerno por yerros; tiraban una
piedra con la mano tan cierta como una saeta con la ballesta; escaramuzaban de
noche por engañar los enemigos; pintábanse de muchos colores para la guerra y
para bailar las fiestas; casaban con muchas mujeres, y los señores y capitanes
rompían las novias por honra o por tiranía; adoraban ídolos, cada uno al que
quería; aparecíaseles mucho el diablo, padre de la idolatría, algunos se
despeñaban en vida a la elección del señor, con gran pompa y atención del
pueblo, por ganar fama y hacienda para los suyos, de un gran peñasco, que
llamaban Ayatirma; bañaban los muertos en la mar, y secábanlos a la sombra, y
liábanlos después con correas pequeñitas de cabras, y así duraban mucho sin
corromperse. Es mucho de maravillas que, estando tan cerca de Africa, fuesen de
diferentes costumbres, traje, color y religión que los de aquella tierra; no sé
si en lengua, porque Gomera, Teide y otros vocablos así hay en el reino de Fez
y de Benamarín, y que careciesen de fuego, hierro, letras y bestias de carga;
lo cual todo es señal de no haber entrado allí cristianos hasta que nuestros
españoles y Betancurt fueron allá; después que son de Castilla son cristianos y
visten como en España, donde vienen con las apelaciones y tributos; tienen
mucho azucar, que antes no tenían, y que les enriquece la tierra; entre otras
cosas que después acá tienen son peras, de las cuales se hacen en la Palma tan grandes que pesan
a libra, y alguna pesa dos libras. Dos cosas andan por el mundo que ennoblecen
estas islas: los pájaros canarios, tan estimados por su canto, que no hay en
otra ninguna parte, a cuanto afirman, y el canario, baile gentil y artificioso.
Francisco López de Gómara (1511-1565). Historia general de las Indias y
conquista de México (1552) [CCXXIII] (Tomado de Mgar.net)
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