RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Según el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en: Historia
del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P. García Rodríguez.
—Embalsamamiento. Introducían el bálsamo al cadáver por la boca, narices, recto, etc.;
y luego untaban todo el cuerpo; y luego lo amortajaban con las pieles y lo
exponían algunos días al sol. Pasado un cierto tiempo lo metían en una cueva
funeraria y la tapiaban con piedras secas.
Es raro encontrar un cementerio guanche (cueva) que no tenga una porción de leña, ya de sabina o
de brezo, así como tierra colorada
(Adeje).
—Antes de embalsamar los cadáveres, los lavaban
con jugo o leche de tabaibilla para que se mirlaran
(Barranco Hondo).
—Hemos encontrado esqueletos con sustancia
negruzca idéntica al bálsamo de los guanches y aún dentro de algunos cráneos (San
Miguel).
—Se conoce había personas que tenían la
industria de preparar el bálsamo y tenían grandes
depósitos, como hemos descubierto en cuevas de Candelaria, Guía y Arona (San
Miguel).
—Estoy convencido tenían varios procedimientos, pues en unos se encuentra el bálsamo adherido y en otros no
hay ni señales. He observado que los
mejor conservados no tenían bálsamo, como si los desecaran y curtieran (San Miguel).
—Dentro de una cueva de Araya se encontraron
dos momias y en la misma cueva el bálsamo de los guanches, compuesto de mocanes machacados y unto de cerdo (Araya de
Candelaria).
—Dicen también tenían tres clases de bálsamos;
siendo el principal para ciertos jefes (Arona).
—Exequias. Las celebraban durante los 15 días que el cadáver permanecía expuesto al sol después de embalsamado (Granadilla).
Honras fúnebres. Al cadáver lo acompañaba toda su familia durante unos días
con sus noches, hasta conducirlo a la cueva; en cuya puerta hacían también cierta ceremonia antes de marcharse. (Barranco Hondo).
—Al individuo que moría lo lloraban mucho, acompañando al cadáver durante seis días, pero colocados a cierta distancia, la
familia, amigos y vecinos del muerto. Desde luego colocaban
el cadáver junto a la cueva en que había de ser inhumado, al aire libre;
encendiendo hogueras por las noches en dicho sitio.
El cadáver era colocado boca arriba, y lo inhumaban al sexto día después de una ceremonia de despedida. La familia del muerto llevaban la comida
para todos los acompañantes durante esos días (Barranco Hondo).
—Cuando moría alguno, las familias y vecinos
se reunían y lo lloraban mucho (Arona).
—Dicen que cada ocho días sacaban las momias y
las lloraban. ¿Sería que iban cada ocho días a ver si estaba mirlada y la
llorarían hasta que al fin la dejaban cuando
la encontraban bien momificada? (Arafo).
amorta amiento.-
—Amortajamiento. Es indudable que todos los cadáveres guanches
eran amortajados, pues aún en las cuevas en que aparecen sólo esqueletos se encuentran restos de vestidos, cuentas, etc. y demás adornos que usaban (San Miguel).
Enzurronados. El vestido en vida no era igual
al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos
que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados
y puestos de intento de cierto modo, y otros
sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados; pero que también vio muertos que habían sido amortajados con los vestidos que usaban en vida (Arona).
—Para coser las pieles empleaban los guanches
cuerdas de tripa. Basta coger un intestino delgado de cabra,
etc., y limpiarlo detenidamente y por completo, y luego
torcerlo para obtenerlos (Güímar).
—Conducción de cadáveres. Lo hacían al hombro sobre varales (Granadilla).
—Sepultureros. Tenían
nombrado un sepulturero y una sepulturera,
para enterrar cada sexo al suyo; que les estaba prohibido comunicar con los
demás. Eran mal mirados (Araya).
ENTERRAMIENTOS:
—Túmulos. En la cueva de La Hilandera , en Las
Galletas, Agustín Reyes Trujillo, del Valle de Arona (viejo como de 80 años),
descualto, dos de largo y uno de ancho, que tenía dentro
el esqueleto de un hombre. Las piedras estaban colocadas con cuidado y
esmero. Este matorral estaba en un morreüto
un poco más arriba de la dicha cueva, y como a 1/2 kilómetro del mar (Las Galletas, Arona; 1907).
—Se han encontrado en Ayesa sepulturas con
lajas espetadas (Arafo).
—Por dentro del Topo, en un beril del barranco
del Medio existen aún los restos de un sepulcro rodeado de lajas
espetadas (Arona).
—Ha sido frecuente, según dice el pastor que
relato, y el dicho Esteban Ramos (lo que quiere
decir era también general en el Sur) encontrarse
sepulcros del siguiente modo en las cumbres a la altura de Vilaflor, una
serie de lajas vivas empinadas, como de 1/2 vara a 3 cuartas, dispuestas como hoy en forma de ataúd, el fondo también de laja; luego encima restos de varios cadáveres, y
encima de ellos otra serie de lajas,
y todo cubierto con tierra, que había de quedar como un cerrito. Aún existe
uno, en medio de un llano, en El Traste, pegado al Pinalito (jurisdicción de Vilaflor). Esteban
Ramos ha encontrado varios en
distintos puntos de la cumbre. Otros se encontraron igual, cerca del mismo punto, junto a La Ladera. Éste estaba junto
a una cueva que se conoce fue
habitación guanche (Granadilla, Vilaflor y Sur de Tenerife).
—Han encontrado túmulos (lajas espetadas
alrededor). Información dada por un viejo pastor (Granadilla).
—A los guanches, cuanto mayor categoría, los
sepultaban en montañas mas elevadas (La Guancha ).
Como en algunas otras partes se han encontrado en la Cruz de Itote lajas espetadas alrededor de sepulturas. Otras se han
encontrado como un empedrado como de dos metros de largo y uno de ancho, de
piedras grandes, y debajo un sepulcro con huesos (Barranco Hondo).
—Sarcófagos. Se
encontró uno en El Picacho, de tea, que pudimos
reconstruir en parte, y que conservamos en el Gabinete Científico. Es como una
especie de dornajo, que lo cubría una tabla de una sola pieza. En una cueva tapiada (Barranco
Hondo).
CUEVAS FUNERARIAS:
—Las cuevas sepulcrales de los guanches unas
eran para los jefes y otras para el público; lo mismo que a los primeros los
ponían en lechos distinguidos, sarcófagos, entarimados,
etc., y los otros sobre el brió hace años como un matorral bien hecho, como de 1 metro de suelo. Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el principal
para ciertos jefes (Arona).
—En la Media Montaña ,
debajo de Barranco Hondo, descubrimos otra
necrópolis con más de 100 cráneos en una cueva y una seudomo-mia de mujer y de
niño, como de 4 ó 5 años.
Éstas se encontraban en una gran grieta próxima a la caverna. La
mujer, envuelta en pieles de cabra y de oveja, tenía por sarcófago una rama de árbol, entre cuyos gajos en diferentes direcciones la acomodaron
perfectamente.
Muchos de los
cráneos tenían huellas de heridas más o menos grandes:
había cicatrices horribles que curaron (Barranco Hondo).
—En una cueva de Igueste de Candelaria
descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de
nueve cadáveres. La cueva es pequeña con
suelo de basalto ahoyado naturalmente y de estrecha entrada.
Los cadáveres
estaban revueltos, con los miembros entrelazados al azar, como si precipitadamente los hubieran arrojado allí de cualquier modo. Algunos tenían las manos contraídas.
Los más tenían collares de cuentas
de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura.
Todos estaban bajo una cubierta común de una sustancia negruzca de olor particular que ofrecía los caracteres del bálsamo guanche, mezclada con tierra desprendida del techo.
Como se deshacían al tocarlos, necesitamos disponer de muchas horas
para irlos estudiando en sus particularidades. Sólo pudimos salvar uno y en
regulares condiciones (Igueste de Candelaria).
—Se han encontrado restos en el Entando, Pico
del Valle, barranco de la Fuente , Perdomo, cueva de Reina en Perdomo
(Arafo).
—En la cueva de la
Marrera es tradición de que vivieron. Esta cueva estaba toda empedrada con lajas; y en ella
hemos encontrado muchos huesos de guanches. También existe otra en el
barranco de Juan Luis, donde se hallaron
muchos huesos y cuentas (Güímar).
—La tradición dice que las
cuevas funerarias eran comunes a mujeres y hombres (Granadilla).
—En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casi ta, en el Pinar
de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al
parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante mas fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del
día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).
—En Chimichi hay una cueva, de boca estrecha
y ancha dentro, enlosada, con muchos huesos y cráneos; debajo
como pinocho en cama.
—Nunca hemos encontrado en estas grutas (cuevas funerarias) nada parecido a lo que dice en una nota Viera,
tomada del obispo Rochester,
respecto a la costumbre de los guanches de poner vasijas (con leche o manteca) junto a los cadáveres. Sólo tabonas,
cuentas, anzuelos, trozos de
bastones.
Por regla general elegían cuevas de suelo y paredes más impermeables
y menos expuestas a la acción de los agentes exteriores; prefiriendo las de entrada angosta; unas son de fácil acceso y otras dificilísimo,
sin duda por las transformaciones sufridas con el tiempo.
Hemos hallado cuevas de 4 ó más metros de altura
sobre el suelo, conservando al pie del risco como montones de piedra a manera
de pirámide que sirvieron de escalera. Hay otras, en cambio, a mitad de riscos profundos en que un estudio geológico del terreno demuestra sin
ningún género de dudas se conservan casi en iguales condiciones respecto a la
altura y configuración, siendo difícil explicarse cómo podían penetrar en dichas cavernas, donde sin embargo
hay restos mortuorios. Después de meditarlo mucho nos inclinamos a creer que
esos riscos estuvieron vestidos de
vegetación, como sabinas, etc., que utilizaban como peldaños.
Aparte de algún majano que a guisa de escalera hemos hallado dentro de grandes
cuevas, para subir a grietas o naturales covachas contenidas en las mismas
cuevas, nada hemos encontrado que revele la
mano del hombre para mejorar o embellecer esas grutas (San Miguel).
—En la cueva de las Posadas en el barranco de
urchilla, excavada en el centro de un risco de basalto, a 8 varas del fondo
del barranco, se encontraron sobre dos capas de lajas
ingeniosamente dispuestas por pavimento, numerosos restos de esqueletos
guanches. No en todas las cuevas se hallan estas
lajas (San Miguel).
—En una cueva del barranco de urchilla
encontré restos de cadáveres guanches tendidos sobre hileras de lajas (San
Miguel).
—En Chimbesque hace años encontramos en el
barranco de Or-chilla una cueva de suelo cóncavo con los esqueletos tendidos de
dos cadáveres guanches bajo un techo formado de palos
atravesados, a manera de bóveda, con una capa encima de
piedras y tierra, no sabemos si intencionadamente puesta
o si fueron desprendimientos del techo.
Esta inhumación debía ser de época remota porque gravitaba sobre el techo de madera y del resto de la gruta, una capa de excrementos de aves de 1 1/2 de espesor (San Miguel).
—En el barranco del Busio, risco de Tosca, en San
Miguel, (se encontraron restos de dos adultos y dos
niños, ver apartado de Enterramientos). El espesor del techo
de barro que cogía toda la cueva tendrá como
una mano, de barro gredoso, que no hay en la cueva ni en los contornos. Esta cueva está como a 18 varas del suelo y como a otras 18 de
la vera. La cueva es de picón negro o arenisco, como el de las tuneras; que sólo podría mojarse con aguas y viento del poniente, que no es
ordinario; la boca tendrá como 1/2 vara de diámetro en
todos los sentidos, y de alta, dentro como 1 1/2
vara. Sobre el lecho de ramas había otro de lana de
oveja y de cabra (pero no se sabe si fue intencional o desprendida de las pieles, sin embargo no se ha encontrado piel de oveja).
Junto al cadáver de la que se presume mujer con el niño
encima, a su izquierda estaba otra calaverita de otro
niño y por la derecha como el cadáver que suponen
de un hombre (un matrimonio), de modo que ella estaba al medio de la cueva y los demás a los lados, como queda dicho, con las cabezas para el fondo. Dicen que no fueron éstos amortajados, no estaban enzurronados, sino que los restos de pieles indican eran
sus vestidos (de modo fue que se dejaron morir allí). Junto
a la puerta se encontraron 5 lajas de barranco, vivas, de
un lajial que está cerca de aquel punto, como de
2 a 3 cuartas que tapaban la puerta, cogida con barro (unas delante de otras dos, y otras dos para una grieta que quedaba de las dos
lajas anteriores). Dice que uno por dentro podía
taparse como estaba. Junto a la puerta había un leño
de tajinaste, como de una vara, del grueso de
una muñeca, ¿como tranca!, pues como las lajas no llegaban por completo arriba, se conoce fue atravesado a la puerta para que
descansaran las lajas sobre el leño (San Miguel).
—En barranco del Busio, risco de Tosca, en
San Miguel (por Victoriano Trujillo, de Vilaflor),
se encontró como medio niño, de unos cinco o seis meses de nacido que tenía en
la espalda como un moñito como hoy le recogen a los
chiquillos la ropa por detrás. Estaba el niño acostado sobre el pecho de
la madre, de arriba abajo (según presume el
informante). La madre estaba estirada sobre la faz del suelo con los pies a la puerta, y teniendo encima un techo de
barro amasado, y encima se conoce
pusieron otro lecho de escobones y granadilla toda la cueva, que tendrá
de fondo, partiendo de la puerta, como 2 1/2 varas e igual de ancho; la puerta
mira al poniente (San Miguel).
—Se encontró una muy notable en una cueva del barranco del Agua (Ifonche), debajo de Chimoche, con restos de
más de cien cadáveres, por el número
de cráneos que contaron (Ifonche; Adeje. Noticias de pastores de
confianza).
—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos,
en la Fuente
de La
Piedra , en la Cañada del Hoyo de Ucanca.
Tendrá la cueva de fondo como 3 ó 3 1/2 varas, mirando
la puerta (que son dos, una inferior, de diámetro como de 3 cuartas, redonda,
junto al suelo estaba tapada con un lajón de tosca (como de las huertas de
papas, que se conoce la subieron del pie del risco,
donde las hay por naturaleza), sin barro; y otra, también
redonda como de 1/2 vara de diámetro, encima de la boca tapada (miraban para
el poniente); de ancho tiene como 4 varas (de N. a S.) y
de alta, por lo más que era junto a la puerta, como un hombre; y el suelo sigue
adentro en rampa o ladera). El suelo de la cueva, que es toda como risco, de tosca, era natural. En el
Roque y en las Cuevas de Los Cochinos,
en la Fuente
de La Piedra ,
en la Cañada
del Hoyo de
Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los
brazos estirados y manos (debajo del zurrón entre
las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies
al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en
el centro como un hoyo desvanecido). Esta
momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy
finito y como ondeado (sólo tenía el
cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas
delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por
detrás y delante, atado atrás; pero
había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de
cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo
y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada,
como una mortaja, con un moño amarrado
debajo de los pies, y concluía en el cuello
como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven
costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con
los dos dedos gruesos (pulgares) atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.
Sobre ésta, estirada y boca
arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia,
que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la
anterior y más deteriorada.
Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atravesados dos
palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha
aún, y muy sano, un poco más delgado
que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en
una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que
no se corriera, quedando este
andamio como una cuarta mas alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre
sí como media vara y tendieron después
sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N.
o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos
se pusieron sobre otros. El superior que
era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma (Vid. Dibujo Cuad.
L. pág. 486). Se conoce era hombre pues
las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas
también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de
extensión que el de la momia (menos
cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros,
pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como
adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos (pulgares), pero sin montar una punta
sobre otro. De los 8 cadáveres se
encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que
por la mano muy pequeña, bonita y
bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un
hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha
con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).
—En la Cueva
de Los Guanches se han encontrado restos de un crecido
número de cadáveres; y según tradición fue panteón de los guanches. También afirman que allí se encerraron muchos para dejarse morir de hambre, desesperados por la mala suerte con que combatían (Icod).
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