RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Según el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en: Historia
del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P. García Rodríguez
Natación.— ¡Es
asombrosa la credulidad humana! No se comprende
cómo la noticia más absurda lanzada sin meditación por cualquier cronista es
copiada por los demás autores y por el público sin investigar los hechos, sin someterla siquiera a las reglas de la crítica
y hasta a las del buen sentido. Aparte de que sería
una excepción incomprensible que los guanches
fueran los únicos del Archipiélago que ignoraran
el arte de la natación, ¿cómo se explicaría esta ignorancia cuando le era indispensable para las faenas de la pesca, cuando el mar
era
una de sus fuentes principales de vida, quizás la primera después de la ganadería? Por lo demás, sin contar que la
natación era un arte obligado entre
los guanches no sólo por exigirlo la república sino para adquirir todo hombre
sus derechos civiles, son numerosas las tradiciones que se ocupan de este asunto, atestiguando que eran famosos nadadores. Sólo faltaba molestarse en recogerlas.
Basta a nuestro propósito exponer
las siguientes: como a unos sesenta metros de la desembocadura del barranco de la Síbora , próximo al pueblo
de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se
dirigían a nado los guanches de aquel
tagoro a pescar y a coger mariscos. También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de
Adeje, y a los Roques de Anaga; como
así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de
Barranco Hondo en Candelaria.
En el puerto de Los Cristianos ganaban la
cueva de Roma, arrojándose por el Tancon, que está separado unos 50 ó 60
metros. En los certámenes anuales de natación celebrados por ministerio de la ley
acudían todos los tagoros del achimenceyato de Moreque al puerto de Los Cristianos; y eran proclamados grandes
nadadores a los que libraban a nado, sin tomar tierra y cierta unidad de
tiempo, la distancia desde la punta de
La Rasca hasta el Charco del Lino faldeando el Risco de Los Cristianos. El tribunal, presidido por el achimencey, se
establecía sobre un punto del Risco en
que dominaba el recorrido (Arona).
Argel, que pertenecía al reino de Adeje y
Daute. Aún existe por allí una gruta
denominada cueva de la guaucha, donde vivió una guancha. Frente a la referida gruta, que está
cerca del mar, existe una baja alejada
de la orilla 200 ó 300 metros, separada de tierra por un brazo de mar profundo; y es tradición que la
guancha se acogía nadando en la Baja , siempre que veía gente
que le fuera sospechosa. Tenía fama
de muy nadadora (Adeje).
—Los pescadores —los que lo eran— iban nadando
desde la punta de Guamojete o Guadameña a las Vueltillas, que
distaran como 1 1/2 kilómetro, pues no hay paso por tierra.
También iban a la Baja de Acentejo, donde se
acogieron los derrotados en Centejo; lo mismo que a los Roques
de Anaga.
—Eran los guanches grandes nadadores. Asegura
la tradición que el rey de Moreque subía ciertos días a los
altos de Guasa para saber quién era el más nadador;
conceptuándose como gran nadador, al que tirándose
por la Punta de la Rasca salía por Los Cristianos a un punto señalado, bordeando todo el Risco.
Navegación:
—Balsas. Para
pescar de a bordo, separándose de tierra a veces a bastante
distancia, las hacían de ordinario ya de troncos de tabaiba dulce, bien de foles henchidos de aire, o bien combinando ambas
cosas; en las que embarcaban dos o tres o más personas
según el tamaño.
Manejaban estas balsas con las manos armadas
de pequeñas paletas de madera y hasta en ocasiones
—según la tradición— utilizaban una velita cuadrada de pieles, entre dos varas
paralelas que sostenían verticales con las manos los mismos
tripulantes, enfachándola al viento.
Cargaban
en esta balsa: la pótala con varias brazas de cabo de junco; todos los apatuscos de pescar, como
cañas, guelderas, etc., foles
con agua y comida; otros vacíos
para transportar la pesca; y si era de
noche, hachos que sostenía encendido un muchacho. Hasta principios
del siglo pasado, en que el monte bajo de las costas y medianías no había sido talado en su mayor parte,
las tabaibas dulces que se
criaban con especialidad junto a los cardones alcanzaban muchas hasta los dos y tres metros de altura y sus troncos
un diámetro de medio metro y hasta de una vara. He hablado con personas
de todo crédito, que han visto después de mediado el siglo XIX echar en el puerto de Los Cristianos una sola tabaiba
seca, de 3 cuartas y 1/2 de diámetro el tronco, sobre la que se encaramaban
dos hombres para pescar a viejas, después
de fondearla con una pótala (Informante: Victorino, el padre de Froilán. Los Cristianos).
Había algunas
de doble tamaño, en que los foles iban entreverados con los maderos de tabaiba; y otras más pequeñas. En lo que
pudiera llamarse proa, así como en
la popa, llevaba un fole abierto a todo lo largo por su parte superior, que cerraban con lazadas de correa, que
hacían de bodega o stay (como en los barcos de pesca) para guardar comida,
agua, apatuscos, etc.
—Balsas de madera, (3). No ha llegado a nuestras noticias que emplearan
los guanches otra madera para construir sus balsas que la de tabaiba dulce seca.
Consistía en dos o tres emparrillados de
troncos de tabaiba sobrepuestos en sentido inverso, asegurados con
clavijones o varas de leña blanca y cordeles. Éstas eran de distintos
tamaños.
Otras veces consistían en una o dos tabaibas
con las ramas entrelazadas y atadas.
—Formas de las balsas. Para construidas exclusivamente con foles o zurrones, obtenían éstos de la piel de los machos cabríos más
agigantados; que mataban degollándolos, y luego completaban la herida de la
piel circularmente alrededor del cuello, por donde empezaban a desollar al
animal hasta sacarlo por ella entero. Después adobaban y preparaban el zurrón, concluyendo por vigorizarlos y hacerlos impermeables
con cierto bálsamo que preparaban con resina blanca de pino, sangre de drago y otras sustancias que no conocemos.
De ordinario, después de soplados y aseguradas las bocas, empleaban 869 foles para una balsa. Los
disponían paralelamente uniéndolos por medio de fuertes trenzas de correa
cruzadas en forma del guarismo 8; por
manera que todos los zurrones constituían un sólo cuerpo y quedaban además cubiertos por otra capa
formada con las trenzas. Había bolsas
de éstas que llevaban el perímetro reforzado por cuatro troncos de tabaiba como
si fuera metida en un marco, al que quedaba adherida sólidamente.
—Con un zurrón soplado atado a la cintura se iban a La Gomera y viceversa (Sur de Tenerife).
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