Parte primera del tercer clima.
En este mar está la isla de los dos hermanos
mágicos, llamado uno Sciarraham y otro Sciarram. Su puerto está en frente de
Azafi (en Africa) y a tan corta distancia que, cuando está claro el horizonte,
se puede divisar el humo del continente. También está en este mar la isla de
Cabras (Capraria), la cual es larga y cubierta de nubes, y en ella hay un gran
número de este ganado, aunque pequeñas y de una carne tan sumamente amarga que
no puede comerse. Consta esto por relación de ciertos aventureros, cuya
historia se va a referir. Ocho hombres emparentados entre sí, habiendo
fabricado un navío mercante y proveídole de agua y comestibles para algunos
meses, emprendieron su viaje, luego que los vientos orientales empezaron a
soplar y al cabo de once días de navegación con tiempo próspero corrieron hasta
un mar cuyas aguas estaban como espesas y exhalaban no sé qué olor
desagradable. En él sólo se vislumbraban, a beneficio de la luz del día, que
parecía muy quebrada, algunas rocas. Espantados además de esto con un
sacudimiento improviso de la nave, mudaron de rumbo y navegaron doce días hacia
el Sur, hasta descubrir una isla llena de cabras que, en innumerables manadas,
vagaban sin pastor. Aquí encontraron una hermosa fuente de agua viva que corría
a la sombra de una higuera salvaje, y habiendo cogido algunas cabras, hallaron
sus carnes tan amargas que, no siendo posible comerlas, sólo se aprovecharon de
las pieles. Después de haberse vuelto a embarcar, y navegando otros doce días
siempre hacia el Sur, divisaron a corta distancia otra isla, que parecía
cultivada y adornada de habitaciones; costeáronla toda y queriendo seguir su
viaje a fin de hacer nuevos descubrimientos, se vieron repentinamente rodeados
de barcas, prisioneros y conducidos con su navío a cierto pueblo situado en la
costa del mar, a donde acudieron unos hombres rojos, de pelo largo y estatura
prócer. Las mujeres eran extremadamente hermosas. Tuviéronles reclusos tres
días dentro de una casa y al día cuarto vino hacia ellos un isleño, que después
de algunos cumplimientos, les preguntó, en lengua arábiga, cuál era su
condición, de qué país venían y qué buscaban. Luego que le refirieron sus
aventuras, les declaró que él era el intérprete del rey. Al día siguiente
fueron presentados a este monarca, quien haciéndoles las mismas preguntas,
satisfacieron con las mismas respuestas, esto es, que eran unos aventureros que
habían corrido por el mar con el designio de descubrir todo lo notable y
maravilloso que hubiese en él hasta encontrarle término. Cuando el rey oyó
decir esto a los moros, se echó a reír y dijo al intérprete:
"Refiérele a estos
extranjeros cómo mi padre dio orden para que algunos vasallos suyos saliesen al
mar, quienes navegaron una luna entera, hasta que, faltándoles la luz del día,
conocieron que la empresa era inútil".
Entre tanto el rey mandó a su intérprete que
obsequiase a aquella gente en su nombre y les advirtiese confiasen en su
generosidad. Poco después fueron restituidos a su prisión, donde permanecieron
hasta tanto que levantándose el viento Oeste, los embarcaron en una chalupa con
los ojos vendados y, después de tres días de navegación, llegaron al
continente, en cuyas playas los soltaron con las manos ligadas atrás. En esta
situación esperaron la luz del día, sufriendo en todo este tiempo las mayores
molestias, y luego que percibieron a lo lejos el rumor de voces humanas,
clamaron todos pidiendo socorro. Acercáronse algunas personas que, viéndolos en
tan miserable fortuna, les preguntaron la causa y de qué país venían, a lo que
respondieron que ellos no podían decir más sino que había dos meses que
viajaban, prorrumpiendo el jefe en esta exclamación: ¡Va Asfi!, como quien
dice: "¡Ah, cuánto hemos padecido!, y desde entonces se llamó aquel puerto
Asfi, Aszafi o Azot, el cual es una rada en la costa occidental de Africa.
Mgar.net
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