1772.
Viera y Clavijo, Historia General I .
En igual forma han conservado nuestros
historiadores la memoria del arribo de otras dos embarcaciones europeas a estas
islas, a fines del siglo XIV y en tiempo de la guerra que sostuvo don Juan el I
de Castilla contra el rey de Portugal y el duque de Láncaster. La isla de La Gomera , según los vestigios
que se hallaron, cuando llegó el caso de su última reducción, había sido sin
duda el teatro de estas visitas; pero se discurre sobre la materia con alguna
diversidad. Unos dicen que, entre los caballeros de Galicia que siguieron el
partido de Láncaster, se distinguió mucho don Fernando de Ormel, conde de Ureña
o de Andeiro, natural de La
Coruña y padre de don Juan el I de Portugal asesinó dentro de
la casa de la reina doña Leonor. Este oficial, pues, que recorría con una
pequeña escuadra en 1386, las costas occidentales de España, penetró, azotado
de una tormenta, en una de sus carabelas, hasta nuestras islas y surgió en la
de La Gomera. Otros
quieren que esta nave perteneciese a un don Fernando de Castro, también
gallego, quien, desembarcando por el Puerto de Hipare, tuvo una sangrienta
refriega con una escuadrilla de isleños mandados por el hermano del rey
Amalahuige, en la que dicho príncipe quedó muerto atravesado de un pasador.
Añaden que, habiendo recibido aquel monarca esta noticia, puso toda la tierra
en armas y marchó en busca de los invasores, a quienes atacó tan vigorosamente,
que les precisó a atrincherarse en el ventajoso puerto que llaman de Argodey,
donde los tuvo bloqueados dos días, al cabo de los cuales, como se viesen
forzados del hambre y la sed, se rindieron a discreción. El P.Abreu Galindo,
que escribía este suceso, nos da una idea favorable de la clemencia de aquel
príncipe bárbaro, asegurando que trató a todos los prisioneros, no como a
homicidas de su hermano y perturbadores de sus dominios, sino como a unos
extranjeros ren humanidad que después no se imitaron bien. Don Fernando de
Ormel, o de Castro, respetando los favores y las fuerzas del vencedor, le
presentó algunos vestidos, espadas y broqueles que estimó en mucho; pero sin
duda fue un presente incomparablemente más rico el de haberle dado su propio
nombre en el baustismo y empezado a plantar la verdadera religión en aquella
tierra, con tal suceso, que, cuando don Fernando obtuvo licencia para retornar
a la Europa ,
le suplicó Amalahuige tuviese a bien dejar en la isla el capellán, a fin de que
catequizase y bautizase a sus pueblos. Es tradición que el venerable clérigo
consumó la carrera de su apostolado poco después (sobreviviendo pocos días a la
ausencia de su patrono). (Viera y Clavijo)
Viera, siguiendo la exposición de
Abreu Galindo hace de Fernando un caballero gallego de fines del s XIV. Hubo
entonces, en efecto, un Fernando de Castro, alférez mayor y adelantado mayor de
Galicia, conde de Traslamara, de Lemos y de Sarria por título de don Pedro el
Cruel, de 23 de junio de 1366, al servicio de Portugal de 1372. Evidentemente,
éste debe ser el "caballero muy principal del reino de Galicia", de
quien hablaba Abreu Galindo; pero no sabemos hasta qué punto serán auténticos
sus datos referente a un viaje de este personaje a Canarias. Es posible que se
trate de una confusión con otro Fernando de Castro, portugués, quien hizo una
expedición a Canarias, por orden del rey de Portugal, en 1424. Esta expedición,
aludida por Alonso de Cartagena en sus alegatos sobre Canarias (Silva Marques, Descobrimentos
portugueses, vol I, Lisboa 1944, pág.291-346), no carecía de importancia
militar. Estaba formada por 2000 hombres y 120 de a caballo; y según Barros,
quien afirma haber visto las cuentas de la misma, sólo el flete costó 39000
doblas de oro; a esta expedición se refiere sin duda la reclamación de la
ciudad de Porto, en 1439, que aun no había podido recobrar el dinero anticipado
en aquella ocasión. El jefe Fernando de Castro, era padre de Alvaro de Castro,
futuro conde de Monsanto. Barros refiere el desembarco que hizo en Gran
Canaria, y que quedó sin resultado, ya que todo aquel ejército tuvo que
reembarcar deprisa, por faltarle los mantenimientos. Se debe notar, sin
embargo, que las dos expediciones difícilmente podrían confundirse, a pesar de
la homonimia de los dos jefes, ya que la primera tiene por escenario La Gomera , y la segunda Gran
Canaria. La expedición de un Joao de Castro a Gran Canaria, en 1415, que
refiere Diogo Gomes (Vitorino Magalhaes Godino, Documentos sôbre a expansao
portuguesa, Lisboa, (1945) vol I, págs. 69-70), podría ser confusión con la
de 1424. En fin, las circunstancias de la expedición a La Gomera , tales como las
repite Viera, después de Abreu Galindo, recuerdan demasiado a las del episodio
de Diego de Silva, casi un siglo más tarde. (Tomado de: Mgar.net)
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