viernes, 28 de marzo de 2014

Los signos de nuestras venteras.




Entre las actividades guanches que siguieron desarrollándose tras la Conquista, destacan las asociadas con el pastoreo. Los antiguos pobladores de Canarias continuaron en gran medida su oficio de pastores y se adaptaron en cierta forma a las nuevas condiciones del modelo económico impuesto por los conquistadores. De procedencia gu8anche, y heredada por los actuales "cabreros" de las Islas, perdura su habilidad a la hora de reconocer, contar o valorar el número total de cabezas de ganado que pastorean a su cuidado. Esta práctica matemática primitiva representa una habilidad notable, propia del estado intermedio en el desarrollo mental del hombre primitivo; se reconoce de igual forma en otras sociedades de tradición pastoril, y ya fue descrita por los primeros cronistas de nuestra historia reciente.
En concreto, los primeros colonizadores europeos quedaron notablemente sorprendidos por la facilidad de los pastores guanches para reconocer con exactitud el número de cabezas de ganado que poseían, y que computaban enteramente "de memoria" (Citas de Fray Alonso de Espinosa). Los primitivos habitantes de Tenerife, y sus descendientes actuales, distribuyen el ganado en subgrupos (a modo de complejos lógicos), que quedan delimitados de acuerdo con color de su pelaje, al nombre de las cabras o por sus características en el comportamiento diario. La disposición en el terreno (cabras delanteras o traseras), su estado de salud (enfermas, preñadas, etc.), y las relaciones de consanguineidad, les aporta, así mismo, una clasificación topológica en clases diferenciadas.
Comparando estas técnicas de asociación y clasificación con los rudimentos de la teoría del conocimiento, podemos entender el recuento de nuestros pastores como un modelo elemental de clasificación y seriación, realizado con herramientas de contaminación y limitación, propias de las etapas preoperatorias en el desarrollo de los conceptos numéricos.
Entre los primeros sistemas de registro conocidos por la humanidad (y también por el alumno en su entorno cotidiano) encontramos la notación con ayuda de marcas o muescas, reconocible en todas las sociedades de tradición pastoril. En Canarias, se discute sobre el uso de tales "tájaras" o "tablas de contar" entre los guanches, y, aunque no existe evidencia material de su utilidad entre guanches, canarii o majos, (ver J. Barrios, 1997 y J. Reyes García, 1998), su presencia actual en numerosas contabilidades agrícolas (en el cómputo de cosechas de cereales en Fuerteventura, en el registro de las cargas de bestia en el cultivo de la papa y de la vid, en Tenerife, etc.) nos habla de un modelo de contabilidad y registro elementales, que se reconoce en toda la tradición comercial isleña.
De naturaleza similar son los recuentos que pescadoras y venteras de todas las Islas han venido ejecutando con ayuda de sus peculiares signos. En concreto, nuestras abuelas analfabetas se han apoyado en un complejo sistema de grafos, que utilizaron para representar el dinero y realizar el cómputo de las operaciones elementales en sus comercios. Tales signos presentan una gran uniformidad en cada sector comercial que hemos analizado (en el comercio al por menor en ventas y en la venta a domicilio del pescado, el pan o la leche) y recopilan un patrimonio ancestral, de clara procedencia pastoril. Conocemos con precisión el origen de tal simbología, que se muestra enteramente diferenciada según el tipo de actividad comercial donde se ejecuta, diferenciándose las grafías de pescadoras y sus áreas de influencia de las reconocibles entre las "venteras" de las medianías.
Maria Gómez Díaz.
Marzo de 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario