domingo, 23 de marzo de 2014

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910 CAPITULO –I




EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910



CAPITULO –I



Eduardo García Rodríguez

1901. Secundino Delgado (considerado el primer impulsor del independentismo canario en la era moderna) y José Cabrera fundan el primer partido proletario y netamente canario, Partido Popular Autonomista en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife). Funda en Tampa, Florida, el Periódico “El Esclavo”. “Al producirce la sublevación de 1895 Secundino Delgado se traslada a Cuba donde conspira contra el gobierno español. Al ser descubierto por la autoridades coloniales huye del país volviendo a Canarias, en nuestra islas es igualmente perseguido por la autoridades coloniales, logrando embarcar para Venezuela, allí funda en colaboración con el patriota José E. Guerra Zerpa la revista El Guanche. Años despus retorna a Canarias donde desarrolla una ingente labor de concienciación patriótica, perseguido por el capitán general en funciones de vi-rey, el genocida del pueblo cubano y represor del canario Valeriano Weyler, es preso y remitido a España donde es encarcelado, durante su estancia en la prisión española escribió su autobiografía ¡Vacaguaré!. “Revolucionario en Cuba como miles de compatriotas canarios, Secundino Delgado (1.871 o 1.872-1912) es también el primer canario que de forma resuelta y consecuente se lanza a la lucha por la libertad políticas de sus islas” (M. Suárez, 1980: 186). Fallece en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) en 1.912, sus restos están sepultados en el cementerio municipal de San Rafael y San Roque de dicha ciudad.

1901. La precariedad laboral y las penosas condiciones de trabajo motivaron la temprana sindicación de los estibadores tinerfeños en cuyo puerto tuvieron lugar en  las primeras huelgas obreras registradas en Chinet (Tenerife). Desde entonces, los estibadores han constituido la vanguardia del movimiento obrero en el archipiélago canario, circunstancia que se pondría nuevamente de manifiesto en 1962 cuando los trabajadores del puerto tinerfeño protagonizaron la primera huelga que tuvo lugar en esta colonia canaria durante la dictadura de General Franco. El puerto de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) ha sido tradicionalmente uno de los puertos más importantes de la colonia debido a su estratégica posición geográfica en el Océano Atlántico, condición que comparte con el vecino puerto  de Guiniwada (La Luz y de Las Palmas).

1901.
Nace Florencio Sosa Acevedo en el Puerto de la Cruz, hijo de Florencio Sosa y María Acevedo Rodríguez, sus padres eran jornaleros agricultores, Florencio estudio en el Seminario Conciliar de Tenerife, abandonando el sacerdocio para estudiar magisterio, fue nombrado corresponsal literario de la Gaceta de Tenerife en el Puerto de la Cruz. Ocupó el cargo de presidente de la Sociedad de Instrucción y Recreo Valle de Taoro de Las Dehesas fundada en 1922 durante los años 1927-1929.

Fue una de las cabezas visibles del movimiento obrero tinerfeño, un destacado exponente de la llamada generación de 1930 y uno de los animadores del semanario llamado Decimos dirigido por Lucio Illada Quintero, en la que colaboraron muchos de los que serian principales lideres del movimiento obrero durante el periodo republicano.
Abrió una Escuela y una biblioteca en su barrio de Las Dehesas, en esta revista Decimos, muchos de sus artículos los dedico al estado deplorable de la enseñanza en la zona. Entre 1930-31 se produjo la reorganización de la Federación de Trabajadores del Valle de La Orotava y la Agrupación Socialista, cuyo comité directivo estuvo presidido por Domingo Pérez Trujillo que resulto elegido diputado en la elecciones a cortes constituyentes de 1931. Tras la proclamación de la segunda República Florencio Sosa se izo cargo de la alcaldía desde 20 de abril de 1931 hasta el 15 de febrero de 1932, y su gestión estuvo orientada a la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores.

En 1932-33, se produjo la ruptura del denominado consenso republicano, y se inicio el recrudecimiento de la lucha de clases en las islas, es a partir de estos momentos comienza el acercamiento de Florencio a la linea defendida por el partido comunista, la clase obrera del valle en especial los jornaleros agrarios y los de empaquetado de plátanos radicalizan sus posturas ante la ofensiva desatada por los patronos especialmente desde la victoria electoral de las derechas desde noviembre de 1933 alejada progresivamente del socialismo reformista para acercarse a las posturas defendidas por los comunistas. Durante los días 24 al 26 de septiembre de 1934 Tanto en La Orotava como en el Puerto de la Cruz se origina una huelga general de trabajadores, Florencio Sosa, dirige la huelga apoyado por la Confederación Regional de Trabajo, se agrava la situación tabaquera y la industria en general, a la que hay que unir la crisis agraria, particularmente la platanera por la perdida de la exportación frutera y el problema angustioso del paro que coloca al pueblo canario en estado de miseria. El mantenimiento de la huelga y la dureza de las medidas represivas llegando un contingente de Guardias de Asalto en el Valle motivaron entre otros factores que el conflicto se extendiera a toda la isla. Un acontecimiento motivó el final de este conflicto y la derrota de los huelguistas, la huelga general revolucionaria de Asturias ya que el 6 de octubre se declaró el Estado de Guerra en toda España y el día 11 los obreros empezaron a reincorporarse al trabajo. Como consecuencia de la derrota de los huelguistas fueron suspendidos los concejales socialistas de varios municipios y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz al completo el 24 de octubre, fueron sustituidos por una corporación designada por la autoridad gubernativa, encabezada por Isidoro Luz Carpenter, e integrada por miembros del Partido Republicano Tinerfeño y de Acción Popular Agraria Partido integrado en la Confederación española de derechas Autónomas.

.En febrero de 1935 los principales lideres sindicales fueron deportados a otras islas, y Florencio Sosa Acevedo tuvo que marchar confinado a Valverde El Hierro, en estos años era uno de los rincones socialmente más crueles del Archipiélago y así lo refleja el autor en un conmovedor relato donde no sólo narra, desde un punto de vista descriptivo, las penurias de sus habitantes, sino que con gran sinceridad profundiza y denuncia todas aquellas cuestiones con las que ideológicamente se encuentra enfrentado.

Una vez en libertad se integra junto a Lucio Illada Quintero en las filas del Partido Comunista de España, en las elecciones al Parlamento Nacional del día 16 de febrero de 1936 resulta elegido por el periodo 1936-1939 con 33950 votos, con la credencial 440 con fecha de alta 11 de marzo de 1936, como tantos canarios se encontraron en la zona leal a la República en el momento del golpe militar del 18 de julio de 1936, como representante del pueblo se puso a disposición de la legalidad republicana y participo en las tareas de encuadramiento tanto en el plano militar como en el político de los isleños que se encontraban en el territorio controlado por la República, se constituyó el Batallón Canarias formado a instancia de los canarios residentes en Madrid.

Florencio Sosa Acevedo desarrollo parte de su labor durante la Guerra Civil como integrante de la Comisión Gestora del Tesoro Artístico del Museo del Prado, en la que realizo un intenso trabajo en la defensa del patrimonio cultural español. Con este cargo se traslada a París con gran parte de las obras del museo para realización de exposiciones con el fin de recaudar fondos para la causa republicana.

Vivió la dramática situación de los últimos días de la guerra en Alicante, donde se hacinaban miles de militares y civiles republicanos que esperaban ser evacuados del país en unos buques que nunca llegaron. En esos días trágicos Florencio intento organizar la resistencia con el objetivo de demorar la entrada de las tropas franquistas, pero la desmoralización entre las organizaciones que defendieron la republica motiva la derrota.

Al finalizar la guerra, formo parte del comité de evacuación, negocio con el General italiano Gambara, la salida de los republicanos de Alicante, como tantos otros fue hecho prisionero en el Castillo de Santa Bárbara, donde fue golpeado brutalmente y condenado a muerte, después de pasar cuatro años en la cárcel en condiciones de durezas extremas, fue puesto en libertad, fijando su residencia en Alicante donde se casó en 1947 con una joven de Villajollosa que trabajaba en Alicante como operadora en la Compañía Telefónica llamada Josefina Badalona Reos, con la cual tuvieron una sola hija llamada María José Sosa Baldona, en abril de 1961 se trasladan a Sevilla, Florencio Sosa Acevedo se dedico en todo este tiempo como receptor de frutos de Canarias y su comercialización. Su hija María José Profesora caso con Francisco Yanes Sosa, Medico Psiquiatra. Florencio Sosa Acevedo fallece en un accidente de tráfico en Sevilla el día 6 de noviembre de 1975. (Bernardo Cabo Ramón, 2012)
1901. Creación de la Asociación Gremial de Obreros de Tamaránt (Gran Canaria) y una Sociedad de Sociedades. Huelga General en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife.)
1901. Nace en Valle Gran Rey isla de la Gomera Manuel Rolo Piñero, destacado poeta, tanto en la décima escrita, como en el arte de la controversia, donde brilló con luz propia sin ni siquiera haber estado en Cuba. Compañero de canturías de José Hernández Negrín, ambos recorrieron la geografía gomera animando las fiestas con sus piques.
Entre estas controversias destaca sobre todo  “El Canario y el Sinsonte”, que tienen la particularidad que fueron escritas por correo, puesto que Manuel Rolo, desde La Gomera, hacía de pájaro Canario; mientras que, José Hernández Negrín, desde Cuba, ejercía de pájaro Sinsonte. Siendo publicadas en Cuba por José Hernández en la década de 1930. También son famosas las que sostuvieron cuando se estaba construyendo la carretera que uniría Valle Gran Rey con Arure, conocidas como la “Controversia de la Herrería de Los Covalones” . Fallece en 1984.
Como que hay un ser divino
que al orbe identificó
y a cada cosa le dio
un nacimiento y destino.
Dejó trazado el camino
de la vida en realidad,
trazó la penalidad
del pobre trabajador
como trazó al gran señor
la dicha y la comodidad.
En el libro de la vida
todo lo dejó trazado
diciendo que el educado
nunca hace mala partida.
Las personas distinguidas
demuestran sus condiciones
respondiendo a sus acciones
porque saben lo que hacen
y a todo el mundo le placen
sus íntimas relaciones.
No cabe duda, es verdad,
que Dios dio al hombre el poder
para hacer y deshacer
a su libre voluntad.
Según su capacidad
hace el hombre de su parte,
la cultura la reparte
en el mundo cada día,
unos para hacer tonterías
y otros para obras de arte.

1901. Nace en Telde, Tamaránt (Gran Canaria) Fernándo González. Estudió Letras en Madrid y Sevilla (España)y ejerció como catedrático de Literatura en distintas ciudades españolas, como Valladolid, donde dirigió la colección de poesía Halcón. Empezó a dar a conocer sus poemas hacia 1916. Fallece en Barcelona (España) en 1972. Algunas de sus obras son: Canciones del alba (1918), poesía.Manantiales en la ruta (1923), poesía. Hogueras en la montaña (1924), poesía. El reloj sin horas (1929), poesía. Piedras blancas (1934), poesía.Ofrendas a la nada (1949), poesía.

1991.
Fallece en Santa Cruz de Tenerife, Andrés Almenara natural de  Hermigua, La Gomera.

Barítono. Se proclamó finalista del programa popular "Lo mejor está en el barrio". Más tarde pasó a ser semi - profesional en la interpretación de tangos, y artesano de instrumentos de cuerda. Fue componente del Concierto Lírico de Tenerife y solista de la Agrupación Lírica de la Zarzuela.

1901.
Viene al mundo en Telde, Tamaránt (Gran Canaria) Hilda Zudán. Pseudónimo de María Suárez López. Marcha a Madrid (España) para estudiar Filosofía y Letras. Al completar sus estudios, centra su labor investigadora en la novela picaresca. De vuelta a su Telde natal, se encargó de dinamizar la vida cultural con tertulias y distintas actividades, entablando amistad con Montiano Placeres y Saulo Torón. Al acabar la Guerra Civil de los españoles, abandona Tamaránt (Gran Canaria) y peregrina por distintas ciudades europeas y sudamericanas. Su rastro se pierde tras hacer escala en Tamaránt (Gran Canaria) el barco que la llevaría rumbo a Montevideo y Buenos Aires. Se conservan tan sólo fragmentos de su prosa poética que no llegaron a ver la luz en forma de libro hasta un reciente estudio de Antonio González Padrón. Fallece en Buenos Aire, Argentina en la década de los 50. Obras: La novela picaresca y el pícaro en la literatura española (1926), ensayo.
1991.
Santa Maria de Guía, Gran Canaria
 Estamos en 1991, quinientos años después. Atrás quedan hechos que engrandecieron a Santa María de Guía. Quedaron esos personajes que destacaron en todos los ámbitos sociales y convirtieron la ciudad en la antesala de la cultura y progreso canarios. Sin duda, no es el momento de dar la espalda a la historia y la ocasión es propicia para tomarla como ejemplo, para soñar con ella y recordar a un pueblo que, venciendo todas las dificultades, emergió pujante desde su nacimiento gracias al esfuerzo y tesón de quienes aportaron sus conocimientos para mantener el prestigio y ese lema de Estrella y Guía de Gran Canaria que bien se lee en su escudo heráldico.
Guía siempre ha estado luchando. Repasar los siglos de su historia arroja páginas plagadas de hechos significativos. Sin embargo, como bien decía en el año 71 el investigador Miguel Santiago –aun están sin recuperar para la ciudad sus valiosísimos trabajos en poder del Cabildo Insular de Gran Canaria—“parece como si hubiese dormido en los laureles y se haya quedado estática y sin deseos de mejor progreso”.
La que ahora padece no es la primera crisis, ni tan siquiera la más importante. A lo largo de los siglos, la ciudad ha alternado su engrandecimiento con continuos embates que, conocidos, hacen que la miremos con la cruda realidad del presente y esperanzas de cara a un futuro. Fue pionera con las mejores viñas de la isla y los ingenios de azúcar, que cayeron, dieron paso a la cochinilla y luego a las plataneras, para en la actualidad debatirse nuestra agricultura entre una sequía que no es nueva y la incertidumbre de los cultivos alternativos.
Como auténticas plagas, Guía recibió los azotes del “vómito negro”, en 1750; la viruela, años 1.758 y 1.780: el cólera morbo, en 1851; o la fiebre amarilla, responsable del 68’9 por ciento de los fallecimientos entre la población en el año 1811.
No se libró de la langosta, en los años 1757, 1.782, 1811 y también en nuestro siglo, recogiéndose en las crónicas que fue en 1757 cuando la población ofrecía “misas, pláticas y exorcismos” para ahuyentar de sus tierras el devorador insecto africano. (Sería interesante que, los investigadores, ahondaran mucho más en las crónicas de entonces, a fin de lograr el verdadero origen de las Fiestas de las Marías, sobre el que aún hoy no terminan de ponerse de acuerdo).
La sequía, los fuertes calores del verano y las plagas de cigarras, arruinaron muchas veces los campos guienses, recuperados muchas veces gracias al sacrificio de nuestros agricultores y ala generosidad del cielo que allá por el año 1.808, dio uno de los mejores inviernos que vivió la zona, “con abundantes lluvias, vientos, nieves y tempestades”, como señalaban las crónicas de entonces.
La emigración, que saltó con fuerza allá por el año 1.755, fue el reflejo de las crisis que sufrió la ciudad a lo largo de su historia. Mucho más insistente, con puntos de destino generalmente a Cuba y luego, a Venezuela, entre los años 1.849 y 1.860. El Archivo municipal recoge detalles concretos y contabiliza, en aquella época 493 emigrantes de Guía, de los que 331 habían abandonado la localidad en familias. Si tenemos en cuenta que las cifras descritas se refieren exclusivamente a quienes dejaron la isla con todos los permisos oficiales, habrá que pensar en un número más elevado de emigrantes de Guía en aquella época, optando por la clandestinidad como otros muchos canarios. Santiago Betancort Brito)
1901.
Algunos colonos y criollos europeos no españoles que han tenido alguna notoriedad en la colonia de Canarias, durante diversas épocas.

El encuentro de Luís Valera Delavant con Bernardo Cólogan y Cólogan en Pekín

”Luís Valera y Delavat [1870-1926], diplomático y escritor, fue enviado, en julio de 1900, por el gobierno de España a China como secretario, con poderes especiales, para defender en solitario los intereses españoles durante la revuelta de los Bóxers. Desconocedor del idioma y sin medios, se dedicó a analizar y comentar todo cuanto ocurría durante esos meses en China. Irónicamente, Luis Valera sería la única fuerza enviada por España a dicho país durante la guerra de los bóxers.

Luís Valera, marqués de Villasinda, era hijo del escritor Juan Valera y Alcalá-Galiano. Estuvo casado con la hija del duque de Rivas, María de la Clemencia Ramírez de Saavedra. Antes de viajar a China estuvo en las embajadas de Bruselas y de Viena, y con posterioridad fue ministro plenipotenciario en Tánger [1911-1913]. En 1916 fue embajador en Rusia, donde vivió la revolución y caída de los zares. Luego en Lisboa y, finalmente, ante la Santa Sede.

De su viaje a China escribió un libro de memorias que publicó a modo de diario en el cual relata la experiencia de su paso por aquel país: Sombras chinescas. Recuerdos de un viaje al Celestial Imperio, en el que se cita profusamente a Bernardo Cólogan y Cólogan. De este libro extractaremos dos pasajes muy reveladores sobre la personalidad de Bernardo, el embajador de España en los 55 días en Pekín, del que en breve comenzaremos a conocer la extraordinaria vida que tuvo. Y a quien la memoria dejó en el olvido. Pero como será por poco pues el mismo se ocupó de que no se olvidara su gesta. Y el que escribe tiene la responsabilidad de darlo a conocer.

Antes de transcribir lo que Luis Valera vio cuando llegó a Pekín, transcribimos la carta que le dirigió el marqués de Aguilar de Campoo en la cual le ordena dirigirse a China y ponerse en contacto con Bernardo Cólogan.

Minuta al Señor Don Luis Valera y Delavat, Marqués de Villasinda, Secretario de 1ª Clase, nombrado, en la Legación de S. M. en Pekín.
Palacio 2 de julio de 1900

Las circunstancias verdaderamente extraordinarias, en las cuales emprende V. I. su viaje á Pekín, para tomar posesión del destino de Primer Secretario de aquella Legación de S. M., exigen que sean por escrito las instrucciones que en otro caso se le hubiesen dado de palabra.
Adjuntas hallará V. I. copias de la comunicación que con fecha 7 de Junio último se remitió a los Embajadores de España en San Petersburgo, París, Londres y Berlín solicitando su apoyo para nuestra Legación en Pekín y también de las contestaciones dadas por estos cuatro gobiernos.
Posteriormente los Sres. Embajadores de Austria y de Italia en Madrid me han visitado para manifestarme su sentimiento, por no haber sido favorecidos con igual solicitud. He desvanecido los efectos de esa susceptibilidad, asegurando a tan dignísimos Representantes de Gobiernos amigos de España, que en los momentos en que me dirigí á los otros Embajadores, se ignoraba en Madrid que existieran en China, tropas de mar ó tierra de Italia y de Austria; pero que desde luego agradecía profundamente y me honraba aceptando los generosos ofrecimientos, tanto más de estimar, cuanto que, España, que acaba de salir de luchas sangrientas en las cuales, la suerte no le ha favorecido, no puede coadyuvar á la obra civilizadora que estas Naciones han emprendido en el Extremo Oriente, luchando contra las preocupaciones del fanatismo y el culto á la inamovilidad.

Se ignora en los momentos que escribo estos renglones, cual ha sido la suerte de nuestro Ministro en Pekín, la de los misioneros que puedan existir en China, la de nuestros representantes consulares y, en una palabra, la de todos los intereses que tenemos en aquel inmenso Imperio.
No por ser estos menos considerados que los que España tiene en otros puntos del globo, ha dejado el Gobierno de S. M. de preocuparse hondamente de la situación creada a nuestros nacionales y entiende que deber de la Madre Patria es, el amparar el nombre español, allí donde se encuentra, aunque esté representado por una sola persona.

Las últimas noticias que he recibido indican que todas, menos tres, de las Legaciones existentes en Pekín, han sido destruidas y asesinado el Ministro alemán. Añaden que el Virrey de aquella provincia de Shanghay [sic], había recibido un decreto imperial, ordenándole atacar a las tropas europeas.
Ante una guerra inminente cuya importancia y gravedad, no puede estimarse, si Dios no quiere librarnos de los estragos, empleando procedimientos que los hombres no tienen en su mano, y de que solo la Providencia dispone, es imposible dictar a V. I. reglas fijas de conducta, pero sí es conveniente que la discreción tenga algún guía y conocimiento de los deseos del Gobierno de S. M.

Son estos, por las circunstancias, a que antes he aludido, permanecer alejados de una lucha, en la cual el interés que pudiera tener, es muy inferior al que reclama su atención en puntos más cercanos. Procurará V. I. desde luego, anunciarme su próxima llegada á los puntos en donde el vapor que le conduzca haya de tocar, para dirigirle por telégrafo las instrucciones que puedan ser necesarias.

Por lo pronto deberá V. I. detenerse en HongKong, donde y según R. O. que se le acompaña, tomará posesión de su cargo y desde allí, en vista de las circunstancias, decidirá su ida á Shanghai ó consultará por telégrafo. A ser posible, marchará al mismo Yakú [Chang Kung] con objeto de adquirir noticias del paradero de nuestro Ministro en Pekín, Señor Cólogan, si es que antes no las hubiere conseguido.

Cuando se reúna V. I. con este digno diplomático, le hará presente cómo el Gobierno y la Patria entera, siguen con atención intensa, todas las circunstancias en las cuales se ha hallado, desde que estalló la sublevación, de los bóxers, á principios de Junio, y le manifestará que si, no le he dirigido antes de ahora, otros telegramas, era por la seguridad de que habría de llevarle los documentos que acompañan a estas instrucciones.

Nuestra Legación en Pekín, ocupa un edificio propio de la Nación española, por tanto si hubiera sido destruido, y el Señor Cólogan, no hubiera tenido medios de protestar, deberá V. I. hacerlo enérgicamente, presentando las reclamaciones que sean conducentes á obtener la indemnización de daños y perjuicios, así como por todos los que, en las personas y en los bienes, se hubieran irrogado a nuestras nacionales, por las tropas de aquel Gobierno ó por las hordas que el mismo hasta cierto punto contiene.

Si no pudiera V. I. reunirse con el Señor Cólogan y se viera obligado á tomar la representación de España, podrá verificarlo, haciendo siempre la salvedad de no tener otra representación que la accidental que las circunstancias le encomiendan, por el hecho de ser, después del Señor Cólogan, la persona más autorizada de nuestra Legación en China, pero subordinando en todo caso sus actos á los que independientemente pueda ejecutar dicho Señor Ministro.

Estas instrucciones que pudieran tacharse de completamente irregulares en circunstancias normales, son las únicas que cabe dictar en las que nos encontramos.
Procure V. I., por lo demás, consultar y obrar siempre de acuerdo con las Naciones europeas que he citado al principio de este documento, las cuales es de esperar que no se dividan en momento alguno, hasta conseguir el resultado civilizador que se han propuesto. De Real Orden
Firmado. El Marques de Aguilar de Campóo
D. Ventura García Sancho

Después de una larga travesía embarcó en el Puerto de Marsella hacia China y, tras recorrer un largo y fatigoso camino desde la costa, Luis Valera llegó en septiembre a Pekín en busca de la zona de las legaciones europeas situadas junto a la Ciudad Prohibida. En seguida se despidió de sus compañeros de viaje, dejó sus pertrechos en la legación francesa y se encaminó hacia el edificio de la embajada española, en el cual los soldados le indicaron que también se encontraba en él el embajador francés Mr. Stephen Pichón.

En Pekín. Mi entrada. Primeras impresiones:
Pasado un puente igual y paralelo a aquel de donde veníamos, doblada la esquina y entrando en una calle de aspecto casi europeo y mas limpia que las que habíamos seguido hasta entonces, nos paramos, pocos pasos mas allá, al pié del mástil en que ondeaba la bandera Española y delante de un pórtico de estilo chinesco, a la sombra del cual, debajo de un escudo con las armas de España, estaban dos cantilenas, soldados franceses de infantería de Marina, con uniformes azules y blancos y yelmos de corcho. Dichos soldados […] nos dijeron que el señor Cólogan estaba en casa y que también lo estaba M. Pichón, Ministro de Francia en Pekín, el cual se alojaba entonces en la Legación de España por haber quedado la suya en gran parte destruida durante el sitio del Barrio Diplomático.

A las voces de entrez, entrez, dichas en francés por una persona que estaba en el interior de la casa, abrí la puerta, atravesé una antesalilla, y por otra puerta abierta de par en par en el fondo vi un despachillo muy reducido, lleno de legajos y papales sueltos.

Ya conocía yo a mi jefe, a quien había tenido el gusto de ser presentado en Madrid pocos años antes, a su paso de Colombia para China, y ya sabía él que debía yo entrar en Pekín de un momento para otro, pues, no obstante lo dificultosas que estaban las comunicaciones, logré durante mi estancia en Tientsin, mandarle aviso de mi próxima llegada.

Y dicho esto, dejaré al lector que se figure los pormenores de todo aquello de que, después de darme el Sr. de Cólogan cordialísima bienvenida y yo a él mi enhorabuena por haber salido milagrosamente ileso de tantos peligros, estuvimos hablando él y yo durante largo rato y con frases atropelladas: noticias de familia, horrores del sitio, peripecias de mi viaje, sucesos de España y del mundo, revuelta situación de la China, política y diplomacia, etc., etc.

No vendría a cuento el tratar extensamente aquí de todas esas cosas, y por tanto me las callo; pero si quiero referir, antes de terminar este capítulo, un hecho que creo poco conocido y que, en mi corto entender, parecerá al público tan curioso como interesante, porque es de los que, como de un rasguño, pintan el alma de un hombre.

Ello es como sigue. Al cabo de una hora o dos de conversación, mi jefe, en cuyo rostro había dejado algunas huellas sus recientes sufrimientos y privaciones, sobrellevadas con heroica entereza, me enseñó unos papeles de música, diciéndome con la mayor sencillez del mundo, como si de nada de particular hubiera en lo que me refería; «Aquí tiene usted un vals que compuse a ratos durante el sitio, y que cuando usted entró estaba yo limando y puliendo para copiarlo en limpio y mandarlo a mi hija, a quien lo dediqué como recuerdo de lo ocurrido».

Maravillado me quedé al oír a mi jefe, y más maravillado aún, cuando, cediendo por fin a mis ruegos, tocó mi jefe ese vals, llamado el Vals de los bóxers, tan lleno de vida, de animación y de brío, a pesar de estar compuesto en horas de terrible angustia, durante las cuales, a menos de un milagro, parecía inevitable la muerte.

Pero ese vals, por cuyo ritmo discurren las esperanzas de socorro y el indomable espíritu que sostenían a los asediados extranjeros, a la vez que parecen oírse en el los gritos de los bóxers, el silbido de las balas, el sordo rumor de los incendios, el derrumbamiento de los muros de defensa, el estampido de los cañonazos y, por último, la marcial y triunfante entrada en Pekín de las tropas salvadoras; ese vals, repito, hubo por dicha de ser tocado muchas veces durante el invierno y la primavera siguientes entre los escombros y ruinas de las Legaciones y en los antes vedados kioscos y templos de los jardines imperiales, para que a su compás bailasen no pocas de las personas que habían pasado el sitio y que ya tan solo lo recordaban como una horrible pesadilla…

Más adelante sigue diciendo:
… Ya para terminar este capítulo, añadiré tan solo que, así como el barrio diplomático representó durante el sitio valerosísimamente a España, el Sr. de Cólogan, quien con su serenidad, sus palabras y su levantado ánimo infundía bríos y reconfortaba a sus compañeros de privaciones y peligros….” (Carlos Cólogan soriano: - Extraído del libro de Luís Valera Delavat: Sombras chinescas. Recuerdos de un viaje al Celeste Imperio que saliera para Beijing en 1900. Editorial Nausicaá. 2004

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