miércoles, 5 de marzo de 2014

CAPÍTULO XLVIII-V-II



EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1781-1880

CAPÍTULO XLVIII-V-II



Viene de la entrega anterior.
Eduardo Pedro García Rodríguez
Villalba Hervás comenta la labor de Florida en estas Cortes en los siguientes términos: “En aquel Congreso, uno de los de más digna alabanza que registra nuestra historia parlamentaria… se distinguió por su ardiente liberalismo, por su espíritu reformista, por sus vastos conocimientos y su palabra fluida y elegante, siempre urbana y cortés, con frecuencia áticamente incisiva, no pocas veces enérgicamente elocuente. Como no debía su elección al favor del Gobierno sino a la libre voluntad del pueblo, y como a nada aspiraba para sí, votó en algunas ocasiones contra la mayoría radical de que formaba parte…” (4).
Luís F. Benítez de Lugo, intervino en numerosos debates parlamentarios. He aquí algunos de los más importantes en los que participó:
1. llamamiento al servicio a las armas a 40.000 hombres.
2. Abolición de la pena de muerte por delitos políticos.
3. Relaciones económicas entre el Clero y el estado.
4. Presupuesto de ingresos para 1872 a 1873.
5. Abandono del Peñón de la Gomera.
6. Establecimiento de una factoría en la costa occidental de  Marruecos.
Formó parte, asimismo, de numerosas comisiones parlamentarias. Vamos a nombrar sólo algunas: Comisión del Proyecto de Ley creando el Banco Español Hipotecario, de la que fue secretario; Comisión de la provincia de Madrid, dentro de la Comisión española encargada de realizar los trabajos preliminares para la Exposición Universal de Viena de 1873; Comisión para la terminación de los ferrocarriles de Córdoba a Bélmez y de Granada a Bobadilla; Comisión para la ampliación de la red telegráfica de la Península…
Destacamos también una intervención de Florida en la sesión parlamentaria del 6 de Febrero de 1873, donde presentó al Congreso una exposición de 300 vecinos “de la ilustre y antiquísima liberal ciudad de Cuenca”, en la que se solicitaba la aprobación del proyecto de ley para la abolición de la esclavitud y de esta manera España entrase “en el concierto general de todas las naciones que han emprendido la filantrópica tarea de considerar al hombre como uno y con sólo un derecho, sin hacer caso de preocupaciones de color, ni tampoco de interesadas diferencias de razas”.
Nace la I República
El 8 de Febrero de 1873, don Amadeo de Saboya presenta a Ruiz Zorrilla su abdicación, desencadenada por la llamada “cuestión artillera”. Dos días después, reunidos en el Congreso los senadores y diputados, proclaman la República, procediéndose a la votación del poder ejecutivo, que quedó encabezado por Estanislao Figueres. A partir de entonces Florida se incorpora a las filas del partido Republicano Federal.
El 4 de Marzo entra como nuevo Gobernador Civil de Canarias Miguel Villalba Hervás, amigo íntimo de Florida, como ya hemos visto, por recomendación de éste, a quien había sido ofrecido previamente el cargo, permaneciendo en el mismo hasta comienzos de Octubre.
Entre los días 10 al 13 de Mayo, se celebran elecciones a Cortes Constituyentes. En ellas, Luís F. Benítez de Lugo sale elegido nuevamente diputado. Las nuevas Cortes comenzaron sus sesiones el 1 de Junio, tomando Florida posesión de su escaño el día 5. Recibió el encargo de formar Gobierno Pi y Margall.
Benítez de Lugo entró a formar parte de la Comisión Permanente de Presupuestos, con otros siete diputados, de la que al poco tiempo fue presidente, hasta la caída de la República, tras el golpe de estado del General Pavía. También fue elegido para formar parte de la Comisión Inspectora de las operaciones de la Deuda Pública y en votación realizada en la sesión del 24 de Junio, es nombrado tercer secretario de las Cortes Constituyentes.
Numerosas fueron las intervenciones de Luís F. Benítez de Lugo en estas Constituyentes de la primera República, hasta el último momento de su efímera existencia, siendo los temas económicos, en los que era un verdadero especialista, una de sus principales áreas de actuación. Notables fueron sus duelos dialécticos en torno a diferentes aspectos económicos con el Ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Francisco Pi y Margall, José Carvajal y Hué, que continuaría posteriormente en el mismo cargo en el gobierno formado por Nicolás Salmerón, tras la renuncia de Pi y Margall el 18 de Julio. Precisamente, en el momento de la caída de la República, el nombre de Luís F. Benítez de Lugo se barajaba como futuro ministro de Hacienda o de Ultramar.
El 6 de Septiembre, el gobierno Salmerón entra en crisis, siendo elegido en su lugar Emilio Castelar, al que se da amplios poderes. El sábado 20 se suspenden las sesiones de la Asamblea hasta el día 2 de Enero de 1874.
El 23 de Noviembre de 1873, obtiene Luís F. Benítez de Lugo el grado de Licenciado en Derecho por la Universidad Central, título que se había ido retrasando por su intensísima participación en los asuntos públicos.
Caída de la República
El día 2 de Enero de 1874, compareció el Gobierno ante las Cortes en la que iba a ser la última sesión de la joven República. Aquella, en la que el Gobierno se sometía a una proposición de confianza, fue una jornada intensa en el Congreso. Numerosos son los diputados que expresan sus críticas a Castelar, entre éstos Benítez de Lugo; y también quienes prestan su voz y argumentos en apoyo del presidente y su gobierno. Eran ya las 5 de la mañana del día 3, cuando se somete a votación la proposición de confianza, que resultó derrotada. Entre estos votos en contra está el de Luís F. Benítez de Lugo. Inmediatamente, Castelar presenta su dimisión, así como la de su gobierno, que le es admitida, al tiempo que propone que no se interrumpa la sesión para buscar un sustituto que pueda formar gobierno y superar la crisis, proposición que es tomada en consideración. Entretanto, el entonces Capitán General de Madrid, General Pavía -Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque- había venido siendo puntualmente informado de las deliberaciones del Congreso.
A las siete menos cinco de la mañana se inicia la votación de la proposición de Castelar. Apenas había comenzado el escrutinio, cuando llegan al Congreso las primeras noticias del golpe de estado de Pavía, el cual rodea a las Cortes con sus tropas y conmina al desalojo de las mismas. Inmediatamente, en el Congreso se suceden todo tipo de intervenciones y manifestaciones de los diputados en apoyo de la República, siendo notables las ofrecidas por Benítez de Lugo. Por fin las tropas entran en el Congreso, que es desalojado.
Tras este acto de fuerza, días después, los diputados de aquellas Cortes elevan sus protestas a los Tribunales Supremos de Justicia y de Guerra, sin resultado, desgraciadamente, como era de esperar. Benítez de Lugo tomó parte activa en estas gestiones y encargado por la Cámara, llevó los documentos probatorios del golpe de Estado a las sedes respectivas de estos Supremos Tribunales.
Regreso a Canarias
Una vez cumplidos estos deberes para con el Parlamento disuelto, siendo extraño y contrario a las orientaciones políticas del nuevo gobierno, poco tenía que hacer ya en Madrid el Marqués de la Florida. Decide, pues, abandonar la Capital, camino de ser nuevamente Corte, ya que el 29 de Diciembre de ese año sería restaurada la monarquía, y regresa a Tenerife para retomar sus asuntos e intereses particulares. Llega a su isla natal el 21 de Marzo de 1874.
Luís F. Benítez de Lugo venía pretendiendo desde hacía algunos años a Francisca Delgado Trinidad y O’Shee, joven natural de La Laguna, de la misma edad que el Marqués de la Florida. Su familia, por parte de madre, era de ascendencia irlandesa, y había llegado a Canarias en el siglo XVII, como muchas otras familias de esa misma procedencia, integradas plenamente en la sociedad canaria. El 11 de Octubre de 1875, contraen matrimonio, y la joven pareja fijó su residencia en la población de Güimar.
El matrimonio no tuvo descendencia. Sin embargo, el Marqués de la Florida tenía un hijo nacido el 30 de Agosto de 1868, producto de su relación con María de la Encarnación Rodríguez Suárez, que estuvo en sus primeros años al cuidado de su madre, siempre atendido en sus gastos y educación por Florida a través de su encargado, don Antonio Miranda.
Este hijo se llamó Félix Eleuterio Benítez de Lugo y Rodríguez. Se licenció en Derecho en Madrid en 1893 y llegó a ser diputado a Cortes por primera vez, por Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones de 1907, y posteriormente lo continuaría siendo durante un total de ocho elecciones más, hasta 1936. Asimismo, fue Comisario General de Seguridad, con categoría de Director General, en 1917 y 1922, y Subsecretario de Hacienda en 1923. Fue, también, Académico Profesor de la Real Academia de Jurisprudencia y Catedrático de la Escuela Superior de Comercio desde 1915. Murió en Madrid el 29 de Diciembre de 1946, a la edad de 78 años.
Su muerte
A fines de Febrero de 1876, Luís F. Benítez de Lugo se resiente de su salud, siempre condicionada por su vieja enfermedad del corazón, de la cual ya en Madrid habían aparecido síntomas, y se traslada a Santa Cruz de Tenerife, a casa de su amigo y médico, Darío Cullen.
Terminaba el mes de Abril, cuando su situación se complica. Dándose cuenta de lo grave de su estado de salud, llama a su amigo y Notario, el palmero Rafael Calzadilla, a quien da cuenta de sus últimas voluntades y disposiciones testamentarias. Finalmente, la tarde del 2 de Mayo de 1876, desencarna a la edad de 39 años.
Quizás aquí serían también aplicables las palabras de Néstor A. Rodríguez Escudero, cuando en su obra Historia del Espiritismo en Puerto Rico, se refiere a la vida y muerte de Manuel Corchado y Juarbe en 1884, contando sólo cuarenta y cuatro años, coetáneo de Florida, amigo, diputado natural de Puerto Rico, y espiritista como él. Dice Rodríguez Escudero: “Lástima fue que un pensador de tan claras convicciones y tanta valentía para expresarlas viviera tan poco… Cometió un error: un hombre de su altitud espiritual no podía ser político. Y al insistir en serlo le costó la prematura muerte”.
Según nos relata su íntimo amigo el Dr. Miguel Villalba Hervás, en la “Necrología” que le dedicó, leída por su autor en sesión extraordinaria celebrada por el Gabinete Instructivo de Santa Cruz de Tenerife el 24 de Julio de 1876 (5): “No decoraron sus funerales los símbolos de ninguna religión positiva. Luís era filósofo, y las teocracias son siempre más o menos enemigas de la filosofía. Era racionalista, y las teocracias tienden fatalmente a deprimir la razón. Era liberal, y las teocracias no se adunan con la libertad. Era, en fin, entusiasta por la causa del progreso humano, y el ideal de las teocracias es ligar los progresivos movimientos del espíritu a la inmutabilidad del dogma. Pero siguió sus restos hasta la postrer morada un numerosísimo acompañamiento; hombres de diversas localidades, de todos los partidos y creencias, incluso dos respetables sacerdotes católicos, superiores a la coacción y el miedo. Nunca habíamos visto aquí una manifestación que tan a lo vivo significase el triunfo moral de una gran idea y la apoteosis de grandes virtudes públicas y privadas. En casi todos los semblantes se dibujaba profundísimo pesar; ninguno dejaba traslucir un sentimiento innoble ni menos acusaba indiferencia, mil veces más amarga que el odio. La losa sepulcral cubrió los inanimados despojos de Luís Francisco Benítez de Lugo, alumbrada la fúnebre escena por los últimos rayos crepusculares de la tarde del 4 de Mayo.”
Termina Miguel Villaba Hervás su Necrología con estas significativas palabras, llenas de amistad, respeto y admiración: “Como hombres, recordaremos tu testamento, y aprenderemos a ser fieles a la augusta voz de la naturaleza… Como ciudadanos, tendremos muy presentes tu entereza, tu desinterés, tu consecuencia inquebrantable, tu fe en el progreso, tu pureza digna de Arístides.”
“¡Descansa en paz, amigo inolvidable! Y si es verdad que tu espíritu imperecedero comunica con este planeta por corrientes misteriosas – estas últimas palabras hacían referencia a las convicciones espiritistas de Florida -, recibe esta pobre ofrenda de fraternal cariño. ¡Ojalá me fuera dado tejer una esplendente corona, digna de orlar tu preclaro nombre en el templo de la inmortalidad!”.
Obra literaria
Su obra literaria se halla dispersa en las numerosas editoriales y artículos periodísticos que publicó. En El Progreso de Canarias, periódico que dirigió a su regreso de Madrid, dio a la luz gran número de editoriales entre los que destacan los titulados “Lo Convexo y lo Cóncavo”, “La Herencia de Narváez”, “González Bravo”, “La Lista Civil”, “Cuestión de Números”, “Vanidad de Vanidades”, “Recuerdos”…, trabajos que eran, según Villalba Hervás, “notabilísimos por la galanura de su estilo y profunda intención”, y que fueron con frecuencia mutilados por la censura; muchos otros se conservan que no vieron la luz. Dejó sin terminar una serie de artículos sobre “la Libertad en Canarias”, donde se revelaba como maestro en Filosofía de la Historia. Existen, entre sus papeles, versos inéditos que podrían componer un volumen, y una recopilación de cuentos publicados en periódicos, los cuales estaba corrigiendo para editar un libro. Su estilo estaba dominado por lo desbordante de su fantasía, “que en muchas ocasiones se imponía a la forma”, en opinión de su sobrino Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, gran admirador de su persona y obra. Varios de sus trabajos fueron recogidos por éste, su sobrino, en un volumen que bajo el título Estela de un Muerto publicó en Madrid en 1907.
Luís F. Benítez de Lugo espiritista
El Marqués de la Florida está unánimemente considerado como uno de los grandes pioneros del Espiritismo en España, y especialmente en las Islas Canarias.
Según nos informa su sobrino Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, “su creencia en los fenómenos de éste - el Espiritismo – procedía de su fuerza magnética con la cual levantaba pesadas mesas sin contacto material con ellas. Eso le llevó al Espiritismo… quizá también a su consoladora y bien meditada filosofía…” (6).
Tal como señalamos anteriormente, el Marqués de la Florida se trasladó a Madrid para estudiar a finales de verano del año 1859. Suponemos que sus primeros contactos con las experiencias psíquicas y mediúmnicas se produciría poco después en la capital española, no porque poseamos datos fidedignos que nos lo confirmen, sino atendiendo a lo temprano de la fecha para Canarias – el momento de la introducción del Espiritismo en nuestras Islas se sitúa en el año 1860 – y a la presencia en Madrid de su paisano y amigo José Plácido Sansón y Grandy, ya introducido en estos estudios. En todo caso, es indudable que ya a comienzos de abril de 1863 estaba profundamente iniciado en el Espiritismo, de cuya filosofía y principios se había impregnado, como puede colegirse de la lectura de su primera colaboración en la revista Las Canarias, un escrito que con el título “El Último Aliento de un Pueblo” salió a la luz en la citada publicación el 4 de abril de ese año.
En dicho artículo, Florida deja traslucir el ideario espiritista en frases como “…existe un vínculo interno y espiritual entre todos los hombres; con cada uno de nuestros semejantes nos hallamos ligados por lazos invisibles. Existen manos, fuerzas y voluntades superiores que dirigen nuestros afectos… genios que llevan nuestro ser a otros seres, que ponen en relación nuestra alma con otras almas, cambiando nuestros sentimientos por los que emanan de otras voluntades tan libres como la nuestra…”. Y más claro aún cuando, en medio de elucubraciones filosóficas y metafísicas sobre los orígenes de la creación y del ser humano, habla de la pluralidad de mundos habitados y la reencarnación como ley que explicaría el enigma de las simpatías y antipatías espontáneas entre los hombres: “Yo tengo la creencia, o por lo menos el presentimiento, de que allá en los solemnes, augustos y sublimes instantes de la creación, cuando Dios, casi antes de expresar su voluntad, veía cumplido su mandato, me figuro que al formarse los innumerables espíritus que existen y han existido en el casi invisible planeta terráqueo, y el número, aún más inmenso de aquellos, que el estudio del cielo nos permite suponer viven o han vivido en otras atmósferas más perfectas que la nuestra; en ese momento de la sublime creación, los seres conscientes debieron haber emanado a manera de torbellinos, que marcharon unidos a encarnarse, que se han encontrado ya otras veces en diferentes vidas, que desde entonces vienen tejiendo y anudando los lazos de la simpatía”.
Desde Enero de 1868 hasta Julio de 1871, Florida permanece en Tenerife. Conocemos que en este período su actividad espiritista fue notable, siendo el alma de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, a la que alude  Marcelino Menéndez y Pelayo en su Historia de los Heterodoxos Españoles (7).
De la mano del historiador tinerfeño Marcos Guimerá Peraza, traemos nuevos datos de la labor espiritista de Luis Fco. Benitez de Lugo y de paso de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, con referencia a otros espiritistas cuyos nombres desconocíamos. La fuente es un trabajo biográfico sobre D. Tomás Fidel Cólogan de Bobadilla, Marqués de  la Candía (1813-1888), publicado en el tomo 33 del Anuario de Estudios Atlánticos (1987, págs. 161-220).  En el apartado del mismo que lleva por título “Magnetismo”, se alude a una faceta “curiosa” – según expresión del historiador – del biografiado, cual era su creencia y posiblemente práctica del sonambulismo, magnetismo e hipnotismo. Y como prueba recoge cierta correspondencia inédita muy interesante para nosotros de su amigo D. Nicolás Power y Arroyo (1820-1884).
La primera carta lleva fecha del 31 de enero de 1879 y, entre otras cosas, dice:
“Existe aquí –  Santa Cruz de Tenerife - una sociedad de espiritistas que posee un gran sonámbulo. Se llama Miranda y es muy joven. Mujer no hay ninguna. El Presidente de esa sociedad es un tal Félix López, natural del Puerto – Puerto de La Cruz – y tenedor de libros de Cumella”.
Y en otra, fechada el 4 de febrero siguiente, parece que en respuesta a una de D. Tomás Fidel del día 1º, le informa así:
“Ayer salí expresamente para evacuar por mí, la diligencia que V. se sirve encargarme por su apreciable del 1º.
Vi al sonámbulo. Le dije mi objeto y me contestó que tanto él como su hermano menor habían trabajado poco después de la muerte del Marqués de La Florida, que era su magnetizador; que hace poco que han empezado nuevos ejercicios bajo la voluntad de otro; que ni antes ni ahora podían responder a ciertas preguntas, para lo cual le dijese yo de lo que se trataba. Como lo ignoraba le repliqué me dijese él, cuáles o a qué género pertenecen las preguntas que no pueden satisfacer y me dijo que no respondían a nada que tratase del porvenir ni a lo relativo a intereses pecuniarios. Comprendí por lo tanto que no es como lo pintan, el tal sonámbulo, pues contándole yo varios casos muy sorprendentes, se quedó con la boca abierta asegurando que él no llegaba a tanto.
En vista de esto, creo que V. debe prescindir de todo experimento con el tal”.
Durante su permanencia en el Congreso como diputado, fueron frecuentes, en los debates parlamentarios, las alusiones mutuas entre Florida y otros diputados, relacionadas con sus comunes convicciones espiritistas, especialmente con José Navarrete y Vela Hidalgo, militar y republicano federal, representante de la provincia de Cádiz. Éste, en la sesión del 10 de Julio de 1873, comenzaba su discurso así: “Siento no ver en esos bancos las personas a quienes voy a contestar, por más que dado mi criterio filosófico, esta, para mí, no es gran dificultad, pues tengo el recurso de evocar sus espíritus (risas)”.
El 16 de Octubre de 1872, se debatió en el Congreso un dictamen de la Comisión sobre el llamamiento al servicio de armas de un contingente de 40.000 hombres. El diputado José Navarrete, capitán de artillería, intervino consumiendo el primer turno en contra de la totalidad. Comentando el artículo 2º del proyecto, que exceptuaba a las provincias vascas y a Canarias de contribuir a llenar ese contingente, alude a su amigo Florida y pide que si los diputados de las provincias beneficiadas no votan en contra, al menos se abstengan de votar en pro de este proyecto; si no por otra razón, porque “los exceptuados no deben votar un tributo de sangre contra sus hermanos”.
Sintiéndose aludido, Florida corresponde a su buen amigo “compañero mío en algo, ya que no correligionario político”, comentario que, evidentemente, hacía referencia a sus comunes convicciones espiritistas. Seguidamente Florida expresa que aunque “como representantes de toda la Nación”, tienen derecho a opinar sobre todo proyecto, una práctica parlamentaria… una cortesía… no permite a los representantes de una provincia que se halle exceptuada en una ley, que es onerosa para las demás, el dar su voto en la cuestión”. Por tanto “no tomamos parte en la discusión y votación”. Y termina diciendo: “… Nosotros, representantes de una provincia siempre olvidada por todos los gobiernos; nosotros, que venimos aquí a hacer patente sus necesidades y aspiraciones, no debemos comenzar por una injusticia para con nuestros hermanos de la Península”.
En el debate sobre el Presupuesto de ingresos para el período de 1872 a 1873, celebrado el 7 de Diciembre de 1872, interviene Florida defendiendo varias enmiendas. También habló Navarrete, dando pruebas de su convicciones espiritistas, secundadas por Florida: “Yo, que en esta ocasión desearía ser inspirado por espíritus de gran superioridad  - el Marqués de la Florida: Bien, bien… -  que llenasen de claridad mi entendimiento, y de arrebatadora magia mis frases…”.
Durante el segundo gobierno de Pi y Margall, el 2 de Julio de 1873, en el debate sobre el estado de la Hacienda, el diputado José Navarrete hace alusión de manera favorable a Florida, a la sazón presidente de la Comisión de Presupuestos, y dice: “Mi respetable amigo el Sr. Benítez de Lugo… que coincide conmigo en la manera de apreciar sus relaciones con las inteligencias invisibles que vagan por el ancho azul, está conforme con mi opinión… sin más diferencia que la de reconocer él la deuda por su valor nominal, amortizando todos los años en pública licitación por valor, v. g. de 500, 600 o 700 millones: el procedimiento es realmente más conservador, pero el resultado es el mismo: Yo votaría el proyecto del Sr. Benítez de Lugo”. Posteriormente, en la sesión del 3 de Julio, se continuaría esta discusión. En ella Florida agradece a Navarrete “el recuerdo de ese algo superior que a ambos nos es común”.
Otra de las grandes preocupaciones del Marqués de la Florida fue la abolición de la pena de muerte, tema sobre el que realizó diversas intervenciones parlamentarias. Esta preocupación fue compartida, como no podía ser menos, por sus coetáneos espiritistas.
Tras la sublevación que se había producido el 10 de Octubre de 1872 en el Arsenal del Ferrol, al grito de “¡Viva la República Federal!”, fue presentada una proposición de ley para la abolición de la pena de muerte por delitos políticos, por parte del diputado y espiritista Navarrete. En la sesión del 26 de Octubre se nombró la comisión que debía dar dictamen sobre esa proposición de ley, integrada por siete diputados, entre los que estaba el Marqués de la Florida. La Comisión ofreció su dictamen al Congreso el 8 de Noviembre siguiente, acordándose someterla a su fallo en los mismos términos en que su autor la presentó. Esta decía:
Artículo 1º. Queda abolida la pena de muerte por delitos políticos.
Artículo 2º. Quedan derogadas las disposiciones del Código penal y demás leyes en cuanto se opongan a lo que en la presente se dispone.
En la sesión del 25 de Noviembre, Florida presentó una exposición de vecinos de Argamasilla de Alba, provincia de Ciudad Real, en la que se ruega al Congreso se apruebe la proposición sobre la que se acaba de dar dictamen, por la que “se hace ley el humanitario pensamiento de abolir la pena de muerte para los delitos políticos”.
Ruiz Zorrilla se opuso a la misma, y a pesar de ello sólo noventa y ocho diputados de la asamblea votaron en contra, mientras que lo hicieron en pro cincuenta y ocho. Este fue el motivo del primer y serio distanciamiento entre Florida y su jefe político y causa principal de su alejamiento del partido radical; hecho, por otra parte, que evidenciaba una vez más su independencia de carácter. Esta circunstancia se repitió en varias ocasiones más, votando Florida en contra de la mayoría radical a la que pertenecía, cuando la postura oficial del entonces su partido iba en contra de sus más íntimas convicciones.
Bajo el reinado de don Amadeo de Saboya, el 18 de Enero de 1873, el Vizconde Torres Solanot, una de las grandes figuras del Espiritismo español, escribía a Florida en referencia a la petición de un indulto o conmutación de pena intercedida por el Círculo Espiritista de Ciudad Real, en favor de un soldado desertor condenado a muerte; en virtud de la cual la Sociedad que el preside – Sociedad Espiritista Española, de Madrid – ha acordado que una Comisión, en la que se espera se integre Florida, lo soliciten del Presidente del Gobierno, y si fuera preciso del Jefe del Estado; para lo cual le invitaba a verse en el Congreso con Joaquín de Huelbes y Temprado. El telegrama de Ciudad Real invocaba de “los buenos espíritus su inspiración”. Solanot lo contestó con otro: “Diputados espiritistas van a reunirse con los de esa provincia para implorar clemencia real. Sociedad gestionará activamente. Confianza en Dios”.
Proposición de Ley para la enseñanza oficial del Espiritismo
Y llegamos al que puede considerarse momento culminante del quehacer espírita de Luís F. Benítez de Lugo y una de las más extraordinarias páginas de la historia del Espiritismo en nuestro país y en el mundo: la presentación de una proposición de Ley para la enseñanza oficial del Espiritismo. En torno a este insólito acontecimiento su sobrino, Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, hace el siguiente comentario en un artículo que le dedicó años después de su muerte glosando su memoria: “Lo más original de ésta época y en esta raza que hace de lo poco vulgar objeto de burlas, y con mucha ignorancia acuña en el troquel del ridículo lo que no se sabe y no se medita, fue la proposición de ley que presentó con otros cuatro diputados pidiendo la enseñanza oficial del Espiritismo” (8).
En la sesión del 26 del Agosto de 1873, se dio lectura por primera vez y pasó al Gobierno, acordando se imprimiera y repartiera a los diputados, una enmienda de José Navarrete al Título II, art. 30, párrafo tercero, del proyecto de ley de reforma de la Segunda Enseñanza y las facultades de Filosofía  Letras y de Ciencias. La enmienda venía firmada, además, por Luís F. Benítez de Lugo, Anastasio García López, Manuel Corchado y Juarbe, y Mamés Redondo Franco. He aquí su contenido:
“Los Diputados que suscriben, conociendo que la causa primera del desconcierto que por desventura reina en la nación española, en la esfera de la inteligencia, en la región del sentimiento y en el campo de las obras, es la falta de fe racional, es la carencia en el ser humano de un criterio científico a que ajustar sus relaciones con el mundo invisible, relaciones hondamente perturbadas por la fatal influencia de las religiones positivas, tienen el honor de someter a la aprobación de las Cortes Constituyentes la siguiente enmienda al proyecto de ley sobre reforma de la segunda enseñanza y a las Facultades de Filosofía, Letras y Ciencias”.
“El párrafo tercero del art. 30, tit. II, se redactará del siguiente modo: 
“Tercero, Espiritismo.
“Palacio de las Cortes, 26 de Agosto de 1873.- José Navarrete.- Anastasio García López.- Luís F. Benítez de Lugo.- Manuel Corchado.- Manuel Redondo Franco”.
El destacado orador Sr. José Navarrete fue el encargado de defender en la siguiente legislatura esta enmienda que, de ser aprobada, había de llevar el estudio del Espiritismo a la Segunda Enseñanza y a la Universidad oficial.
La disolución de aquellas Cortes, a raíz del golpe de estado del General Pavía, impidió su discusión. Sin embargo, siempre permanecerá como imperecedero monumento que demuestra la influencia que en España alcanzó el Espiritismo y la notable y amplia representación que obtuvo en las memorables Cortes Constituyentes de la Primera República española.

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