1928 enero 28.
Acabó la corta vida de Manuel Reyes Brito en
su casa de la calle de Villavicencio número 17, a las once horas de la mañana,
cuando contaba treinta y cuatro años de edad
Manuel Reyes Brito, Nacimiento
y familia
En el número 8 de la calle de Los Molinos de
la ciudad de Santa Cruz de La
Palma , vivienda que habitaba el matrimonio formado por el
impresor don Tomás Manuel Reyes Díaz y su esposa, doña María del Pilar Brito de
la Cruz , nació
Manuel Reyes, a las dos de la madrugada del día 20 de agosto de 1892 [1].
Reyes Díaz ejercía por aquel entonces como
tipógrafo y fue, según Eliseo Izquierdo, el primer
director, durante menos de dos meses de Amor Sapientiae, órgano informativo de la sociedad del mismo nombre de la capital
palmera y segundo de los propietarios que tuvo la imprenta “La Lealtad ” establecida en la
citada ciudad. También regentó las imprentas “Los Remedios” y “La Innovadora ” en la misma
población [2].
Un año antes del nacimiento de su hijo
Manuel, el 15 de mayo de 1891, solicitó de la Comisión Provincial ,
y le fue concedida, autorización para
usar las armas de La Palma
en la cabecera del periódico que proyecta publicar en Santa Cruz de aquella
isla con el título de Diario Oficial de Avisos, pero diez días más tarde le
fue denegado dicho permiso, al carecer de
requisitos legales, distintivo que sin embargo pudo exhibir don José E.
Guerra Zerpa en el encabezado del que venía éste publicando con el título
similar de Diario de Avisos. La Comisión resolvió, el 29
de mayo inmediato, dejar sin efecto la concesión hecha a favor de don Manuel
Reyes Díaz. En 1897 aún figuraba como regente de la imprenta en que se tiraba El Grito del Pueblo [3].
No sabemos con exactitud en que momento de su
vida decidió don Manuel –o Tomás Manuel, como también era llamado- trocar su
noble profesión y, abandonando el periodismo y las artes gráficas, dedicarse a
la odontología, facultad en la que llegó a ser reputado como hábil y
distinguido profesor.
El matrimonio, con sus hijos José, Manuel,
Emérito y Pilar, se estableció en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 [4], y
Reyes Díaz abrió consulta en Triana, compartiendo la clientela con los otros
cirujanos-dentistas de la ciudad, dos de ellos, don Pedro Sánchez y don Juan
Velázquez, con gabinetes abiertos en la misma calle Real, en los número 43 y
65, respectivamente; la viuda de Rossatti en la del Progreso y don Sebastián de
la Nuez Aguilar ,
cuya dependencia clínica se encontraba en el número 11 de la calle del General
Bravo [5].
En esta ciudad permaneció la familia Reyes
hasta el año 1916 en que nuestro facultativo decidió su traslado a la de Santa
Cruz de Tenerife. El diario La Opinión del 8 de
mayo hacía público
que se encuentra en esta capital, donde, en una
hermosa casa de la calle Pérez Galdós está montando un gabinete con todo el
confort y adelantos modernos, el afamado odontólogo, don Manuel Reyes Díaz, y a
quien saludamos y auguramos, dada su justa fama, una numerosísima clientela.
Quince días después, el mismo periódico
afirmaba que había llegado, procedente de
Las Palmas, con objeto de fijar aquí su residencia, el odontólogo don Manuel
Reyes, en compañía de su hijo el conocido y notable caricaturista señor Reyes y
de sus demás familiares.
Por último, el repetido rotativo, en su
edición del 2 de junio, anunciaba que hoy
ha quedado abierto, en la calle de San Lorenzo, número 6, el gabinete
odontológico del afamado facultativo don Manuel Reyes, quien ha introducido en
él todos los adelantos modernos.
Hacia 1920 retornaron todos a Las Palmas y en
su casa, marcada con el número 27, de la calle de Triana, falleció don Manuel
Reyes Díaz, a los cincuenta y tres años de edad, el 22 de enero de 1922, a
consecuencia de la afección pulmonar que, en poco años, minó la salud y llevó a
la tumba a la totalidad de los integrantes de su familia [6].
Su
formación
Cuantos se han ocupado, hasta el presente, de la biografía de Manuel Reyes Brito, nada han dicho sobre los pormenores de su formación intelectual primera. El escritor y periodista Pedro Perdomo Acedo [1897-1977], en su temprano comentario crítico a la obra de Reyes, publicado en la revista Florilegio, afirmaba que
Estudiando por sí propio el dibujo; con sólo
haber recibido varias lecciones de una artista exótica, decidnos si es cosa
para afirmar que Reyes ha sido discípulo, que se ha educado y se encuentra en
disposición de afrontar, sin peros, cualquier labor, artística.
De ahí se deduce, en nuestro entender, el mérito del compañero. Trabajando
solo, por su cuenta, ha logrado llegar a tener estilo propio con el lápiz en la
mano. Tiene aciertos de trazo admirables con algunos desaciertos que no menguan
su labor [7].
Jaime Pérez García
en la voz que le dedicó en su obra, Fastos
biográficos de la Isla
de La Palma ,
señala que era excelente dibujante y
caricaturista, como su progenitor, y que éste había sido autor de un libro de caricaturas tituladoLíneas.
Lo cierto es que Manuel Reyes Díaz, padre de nuestro dibujante, no fue el
artífice de esa publicación, pionera entre las de su género en Canarias, como
podemos comprobar por la siguiente noticia publicada en las páginas del diario El Progreso de Santa Cruz de Tenerife,
el día 30 de junio de 1914:
De Las Palmas
Caricaturas
Se ha terminado de
editar, y uno de estos días se pondrá la venta al precio de peseta y media, un
álbum de caricaturas titulado «Líneas», obra del joven caricaturista, D. Manuel
Reyes.
La obra lleva un
prólogo de nuestro ilustrado compañero, D. Arturo Sarmiento, y consta de
dieciocho caricaturas de las presentadas en la Exposición organizada
por la revista «Florilegio», que se celebró hace poco.
No parece que su progenitor haya tenido papel
preponderante alguno en la formación artística de Reyes Brito. En cuanto a la artista exótica, señalada por Perdomo
Acedo como circunstancial maestra suya, y que otros estudiosos de nuestro
personaje han querido identificar con la pintora tinerfeña Lía Tavío, resulta
una suposición poco probable, si no imposible, toda vez que hasta 1910
permaneció la artista en su Puerto de la Cruz natal y, entre este último año y el de 1923,
en que se estableció en Las Palmas, vivió en la península, acompañando a su
marido en lo diversos destinos que desempeñó como empleado de Telégrafos [8].
Hemos de
establecer por ahora la conjetura de que debió estudiar el bachillerato, como
otros jóvenes de su procedencia social, en uno de los colegios existentes en la
ciudad de su nacimiento y el dibujo, de manera autodidacta, al amparo y con el
conocimiento de las tendencias artísticas que pudo extraer de las publicaciones
ilustradas nacionales y extranjeras que circulaban en las Islas, sin excluir
otras impresas en el archipiélago, como Gente
Nueva, donde pudo trabar un contacto inicial con el mundo de la caricatura
personalizada.
Mostró Reyes sus
obras por vez primera en El Gabinete Literario de Las Palmas, cuando contaba
veintidós años de edad.
La revista Florilegio,
a cuya fundación había contribuido junto con Bartolomé S[antana]. Padilla y el
ya citado Pedro Perdomo Acedo, y de la que formaba parte como miembro del
consejo de redacción, fue responsable de la organización de la muestra que
abrió sus puertas el domingo 4 de mayo de 1914.
En una sala del
«Gabinete Literario», se ha inaugurado la exposición de caricaturas del
ingenioso dibujante D. Manuel Reyes Brito, quien ha recibido muchas
felicitaciones, porque ha demostrado que reúne excelentes aptitudes para este
difícil arte de la caricatura.
Por su parte, Pedro
Perdomo Acedo,abocetó un sincero retrato de su amigo y compañero de redacción,
aportando los primeros datos fidedignos sobre la todavía corta biografía
artística de Reyes en un artículo titulado “Soliloquios isleños. Reyes”, en el
que describe con certeras agudezas personajes y caricaturas, que fue publicado
en el número 38 de Florilegio, el 17
de mayo de 1914, que transcribimos a continuación:
Quien viera a Reyes por esas calles con su
blanco pantalón cubriendo unas piernas arqueadas a lo compás para medir
superficies cilíndricas; su color moreno del rostro, en el cual resaltan unos
ojos melancólicos decorados por ojeras grandes y pobladas cejas; quien se
fijara en él no considerando sino esos detalles y el rayar de su peinado al
centro de la cabellera, no podría adivinar siquiera que dentro de ellos mora un
alma de artista y de irónico; para nosotros Reyes es un iluso del arte y de la
ironía.
Su auto-caricatura es lo más sincero de
Así Reyes se pinta deforme de piernas,
arrugado, sin importarle un ardite lo que la gente pensara de ella, pues que a
un alma enamorada del arte su propio goce y la propia satisfacción son los que
mejor galardonean la labor realizada.
o presumen estas líneas de crítica ni de
apología; solamente representan un leve, insignificante juicio. Vaya ello para
ciertas y determinadas fiambreras…
En diciembre del próximo pasado año
escribimos a propósito de Reyes lo siguiente:
“En otro ambiente,
en otro sitio donde haya ambiente artístico, donde la noción del arte no esté
supeditada a otras nociones con él incompatibles, donde aire de lucha se
respire, donde la educación de un orientado sea factible, cosa imposible aquí,
Manuel Reyes podría llegar a ser un artista de sencillos y sobrios trazos,
compendiosos, con sello distintivo propio, particularísimo: la elegancia.
Pero para su
desgracia —y, no creáis, también para la nuestra—,Reyes se encuentra vegetando
en un medio imposible, viciado, donde la artística expansión no se la pueden
permitir más que los encaprichados con la Fortuna , esa diosa para muchos única. Tal es el
motivo de que
no pueda hacer más.
Estudiando por sí propio el dibujo; con sólo haber recibido varias lecciones de una artista exótica, decidnos si es cosa para afirmar que Reyes ha sido discípulo, que se ha educado y se encuentra en disposición de afrontar, sin peros, cualquier labor, artística.
De ahí se deduce, en nuestro entender, el
mérito del compañero. Trabajando solo, por su cuenta, ha logrado llegar a tener
estilo propio con el lápiz en la mano. Tiene aciertos de trazo admirables con
algunos desaciertos que no menguan su labor.
La
principal característica de Reyes es que en medio de sus vacilaciones al
orientarse, de los rodeos dados con ese objeto, se descubre el yo artístico,
don el más preciado de todos. Algunas veces parece ha sido pretensión suya el
imitar a grandes artistas del lápiz ingleses y franceses, síntoma que, de ser,
como suponemos, cierto, va en desdoro de quien ha sabido comenzar a definirse”.
Ahora, pasados unos meses tenemos el placer
de corroborarnos en lo dicho y sólo anotamos. algunas impresiones.
La
caricatura, como tal, no ha de ser un retrato más o menos deformado para la
visión ridícula; en ella ha de aparecer todo el carácter del caricaturizado
simbolizado en un rasgo, en una línea. Reyes, con su voz entorpecida, nos dijo
un día, hace muchos, que él procuraba hacerlo así pero que aún no acertaba. Tal
parece deducirse de las caricaturas de D. Fernando Inglott, de José Batllori,
de Ramón Medina y de otros much
Aunque caricatura llaman al retrato de D.
Diego Mesa de León, déjenlo en retrato, que bueno es. El caricaturista
no quiso, tal vez, saciarse en un anciano representativo de tantos años en los
que luchó por la enseñanza. Sobre sus canas adivinamos la pesantez de unos años
largos. Nada agradece tanto un viejecito bueno como un recuerdo amable de quien
nada le debe ni de él espera nada.
Sigamos. Rafael Romero, en un rincón, yérguese
señorial y altivo. Tomás Morales parece un jefe de ambulante tribu húngara
vestido a la europea. D. Domingo Rivero nos regala el lino de sus barbas
patriarcales. Néstor es todo un seminarista atildado.
D. Prudencio Morales y Martínez de Escobar
parece que, paseando a brincos, nos habla de aquellos benditos tiempos en que
el patriotismo nos unía. Don Carlos Navarro y Ruiz muestra sus bigotes; nos
recuerdan a una cerbatana. Don Rafael Ramírez, asomando un impecable puño,
abombando los labios, nos hace la ilusión de hablar de la desgravación del
azúcar; del café y del cacao. Esta es la mejor caricatura de la colección;
fáltale tan solamente un casi imperceptible despido de saliva por la comisura
de los labios. Jordé nos mira como si quisiera tragarnos.
Melitón Gutiérrez Castro observa
picarescamente como para descubrir algo importante. Don Arturo Sarmiento tiene
su sombrero, su aplomo, su bigote. Don Arturo piensa, a no dudarlo, en la raza
anglo-sajona. Los hermanos Millares son un contraste. Don Julián Cirilo Moreno
parece un antiguo poseedor de salpreso. Don Jesús Cobián nos desafía con su
elegancia. Franchy enseña compostura y serenidad, historia literaria,
ecuanimidad y derecho.
Allí está Sebastián Suárez León, elegante,
con su testa al aire, su cabello cuidadosamente adornado, una mano extendida
rozando casi una mesilla, su verruga prominente amenazando caer y su pañuelo
rojo cual artera lanzada... Allí Batllori con su trajecito flamante y Don
Federico León hecho todo un pollo, retador, amenazando con sus espolones y con
su pericia.
Fray Lesco
practica su mueca predilecta. Peñuelas, imponente, se abre paso....
D. Francisco
González Díaz, con su mirar enrevesado, de abajo hacia arriba, parece haber
escogido tema para alguna crónica, si juzgamos por esas pronunciadas arrugas
que surcan su frente. D. Juan Ramírez, en lo alto, sentado en sillón lila, con
franja roja, semeja un huevo descoronado de gallina mestiza.
Y así seguimos mirando y asemejando; por
último tendemos la vista a D. Leopoldo Navarro Soler. Nos hace el efecto de un
señor usurero de los que dicen: «Noventa por ciento, módico interés» y luego
hunden una mano en cualquier bolsillo y nos remiran con sus ojuelos tras unos lentes
ahumados, por si pudieren adivinar alguna mala intención.
Después admiramos un busto en escayola y vimos cuatro óleos sin nada notable.
Amigo Reyes, es verdad que muchas de las
caricaturas están arretratadas, aunque no menos cierto es que varias están bien
concluidas. La caricatura ha de ser reflejo de un carácter; muchos caracteres
has reflejado y, además, has sabido punzar con cierta ironía algunos defectos y
vanidades ínfimas. Sólo con la ausencia de muchos has realizado una provechosa
campaña higiénico-intelectual.
Dice el caricaturista sevillano Juan Lofita,
según leo en artículo de José Francés: «La caricatura debe fustigar o
ridiculizar según los casos»; «poniendo los asuntos deliciosamente en
ridículo»o procurando la aspiración de lo perfecto y lo moral». Toda obra de
arte debe tender a lo último para ser completa: la caricatura es una de las
ramas del arte en que la perfección es más difícil de adquirir porque ha de ser
maestra, política, cortés, si desea llegar a influir, que es la suprema aspiración
de un artista y el mayor alcance de una obra de arte.
Para llegar a ello hace
falta aptitudes, entusiasmo, estudios, trabajo. Poseyendo las dos primeras
condiciones, lucha, que el Tiempo y no otro es el encargado de donar las dos
postreras. Jamás olvidaré, para revisar imperitamente tu labor futura, aquellas
palabras que me dijiste en enero, el mes de los buenos propósitos.
Abre el referido
número de la revista un artículo que lleva como título “Exposición
Florilegio”,en el que figura una relación de las obras que la integraban y que
hemos ordenado alfabéticamente:
Caricaturas de:
José Batllori y Lorenzo
Juan Boissier Fernández
Jesús Cobián
Domingo Doreste [Fray Lesco]
José Franchy y Roca
Francisco González Díaz
Melitón Gutiérrez Castro [El Curioso Impertinente]
Antonio Abad Hernández
Cayetano Inglott
Fernando Inglott
Federico León y García
Manuel Luengo, delegado del Gobierno
Néstor Martín Fernández de la Torre
Felipe Massieu, alcalde de Las Palmas
Nicolás Massieu
Ramón Medina
Diego Mesa de León
Hermanos Millares
Tomás Morales Castellano
Prudencio Morales y Martínez de Escobar
Julián Cirilo Moreno
Carlos Navarro Ruiz
Leopoldo Navarro Soler
Carlos Peñuelas
Juan Ramírez Doreste
Rafael Ramírez Doreste
Manuel Reyes Brito
Domingo Rivero
Rafael Romero
Arturo Sarmiento
José Suárez Falcón [Jordé]
Sebastián Suárez León
Figuraban además, en
la muestra, un busto en escayola del ya citado Sebastián Suárez León y varios
paisajes al óleo. En el editorial se añadía:
Comprometidos por el gran interés mostrado,
no podemos menos de rendir desde estas columnas nuestro agradecimiento al
Excmo. Sr. D. Manuel Luego y Prieto, delegado del Gobierno, el cual se esforzó
porque esta exposición tuviera el realce y la importancia debidos; lo propio al
digno presidente del “Gabinete Literario” don Carlos Navarro, por su cesión de
local a propósito; idéntica formula de agradecimiento a todas las personas que,
en mayor o menor grado, ha contribuido a que se celebrara.
Aprovechamos esta ocasión para, de pasada,
advertir a los que dudaron de que nuestro proyecto cristalizara en realidad su
error; si antes no cooperaron a su aceleramiento ¿porqué no convencerse de su
error ahora que es innegable hecho?
El cariño que a nuestro
compañero profesamos puede hacernos en el juicio demasiado apasionados. Para
cortar ese apasionamiento y para aportar todos los elementos de juicio
necesarios, reproducimos con el mayor placer un artículo que el día 8 del
presente vio la luz en El Tribuno, debido a la pluma de Melitón
Gutiérrez Castro [El curioso Impertinente] cuya amplia visión y nutrida
cultura hácenle uno de nuestros espíritus críticos más autorizados por su
justeza e imparcialidad:
Exposición de caricaturas
Hemos visitado
Entre las caricaturas expuestas, que ascienden a treinta y cuatro, hay
algunas realmente notables, como la de nuestro estimado compañero don Rafael
Ramírez, director de La Mañana ,
que es acaso la mejor de todas.
Muy acabadas son
también las de don Manuel Luengo, don Nicolás Massieu, don Prudencio Morales,
la de Fray
Lesco, de don Arturo Sarmiento, don Carlos
Navarro, don Domingo Rivero, don S. Suárez León, don Jesús Cobián y don
Federico León, don Juan Ramírez y la del propio autor de ellas,
señor Reyes.
En estas ha
acertado el artista a sorprender el gesto, la actitud, la expresión, el motivo
caricaturizable, recogiendo en ángulos y escorzos trazados con segura mano, el
rasgo personal semisecreto, en cuyo descubrimiento reside el empeño de la
caricatura, tanto más difícil cuanto menos se destaca del marco el tipo cuyo
trazo saliente ha de buscar el lápiz.
No todas las
caricaturas expuestas son concluyentes. Algunas hay que se acercan mucho al
retrato, y otras también, aunque pocas, en donde le ha faltado al laborioso
amateur seguridad y acierto. No es ello de extrañar. Para vencer las
dificultades de la caricatura, se necesitan condiciones artísticas
excepcionalísimas y larga experiencia. De lo primero no carece el señor Reyes;
pero, no puede pedírsele, en los comienzos de su afición, cuando apenas se
halla en los balbuceos del arte, que realice obras consumadas. Lo plausible en
él, más que otra cosa, es su buen deseo, su laboriosidad, y, sobre todo, su
fino espíritu analítico, del cual pueden aguardarse en no lejano plazo
sazonados frutos
Ha expuesto
también el señor Reyes un busto en escayola de nuestro querido amigo don S.
Suárez León, que es acaso la obra más perfecta y acabada de las que forman la Exposición que
someramente reseñamos, y unos pequeños paisajes al óleo, bastante aceptables,
sobrios de colorido y muy completos de dibujo.
Considerada en
general, la Exposición
“Florilegio” merece visitarse y aplausos la iniciativa de la
simpática Revista sostenida por el entusiasmo —aquí donde tan escasos andamos
de este importante factor!— de cuatro jóvenes que no cuentan con otro apoyo ni
galardón que su buen deseo.
En cuanto al señor Reyes, la crítica no puede tener para él otra cosa que loas. Es joven, laborioso, está empezando, posee condiciones y tiene por delante una larga juventud. A trabajar, y adelante.
En junio había salido de máquinas el folleto Líneas, al que ya nos hemos referido,
con texto introductorio de Arturo Sarmiento quien, en unos pocos párrafos,
analizaba en profundidad el carácter dual –hoy diríamos bipolar– de Reyes y le
auguraba un venturoso futuro en el mundo del arte:
En estas cortas líneas hago la presentación de
un joven artista de gran valía y de marcada personalidad. Dibujante satírico;
ligero y melancólicamente profundo. Manuel Reyes ha ido al arte de la
caricatura con muy sólida preparación. Tiene flexibilidad de estilo, gracia en
las líneas y una penetración de espíritu que sorprende por lo honda y por lo
intensa.
En su alma retoza
el humorismo como elemento primordial de su arte; pero no creáis que sea, ese
humorismo, el nervio único de su vida. Reyes no es sólo el observador de los
rasgos típicos, inconfundibles e individuales, para acentuarlos y regocijar. No
es un simple observador, divertido y desengañado de la existencia. Ama,
también, lo serio y lo grande de la vida; el arte puro y elevado, creador de
cosas bellas.
En sus caricaturas
descubre el carácter individual humano del personaje que “retrata”. En una
silueta se ve el hombre, y se le ve todo entero; su cuerpo y su alma.
Desentraña admirablemente el carácter de la forma. Por eso hay en sus dibujos
mucho de soñado y mucho de real; algo de ligero y alegre, y algo de profundo y
de filósofo.
Manuel Reyes ha
triunfado; ha llegado a las expresiones artísticas de la caricatura,
prontamente, seguramente. Su obra debemos colocarla muy alta, en las jerarquías
de los valores artísticos e intelectuales de nuestra tierra canaria.
Desafortunadamente no hemos podido consultar
ningún ejemplar completo de esta publicación. En las bibliotecas públicas y
privadas donde lo hemos buscado no se halla. En fechas recientes ha aparecido
uno de estos folletos, en perfecto estado de conservación, que se encuentra a
la venta en un anticuario de Las Palmas. Sabemos, no obstante, que contenía,
bien estampadas, dieciocho de las treinta y dos caricaturas expuestas, algunas
de las cuales hemos podido rescatar digitalmente, con más que mediana calidad
[9].
El 12 de diciembre del mismo año, en la
prestigiosa revista ilustrada La Esfera , José
Francés, que firmaba sus colaboraciones con el seudónimo Silvio Lago, publicó una elogiosa crítica en la que hacía
referencia a esta muestra:
Manuel Reyes es un caricaturista canario,
casi totalmente desconocido en el resto de España. No abundan,
desgraciadamente, las ocasiones ni las publicaciones que permitan a los
caricaturistas españoles revelarse oportunamente.
Y es lástima, porque nunca como ahora ha
habido tantos, tan bien orientados caricaturistas en España.
a
caricatura que consideramos la verdadera aristocracia del arte pictórico,
representa actualmente un vigoroso renacimiento del género en nuestra patria.
Entre aquellos ingenuos semanarios, donde el
ingenio y la agudeza de observación del caricaturista se reducía a dibujar
monigotes con la cabeza enorme y el cuerpo chiquitín, y el sentido decorativo y
psicológico de los artistas humorísticos contemporáneos, existe una diferencia
tan palpable y sobre todo tan favorable a los caricaturistas de hoy, que no
puede menos de enorgullecemos.
No hay en ninguno de los caricaturistas
españoles de ahora las huellas de Pons, o de Navarrete, o de Rojas.
A este número de artistas modernísimos
pertenece el señor Reyes, de cuyas obras se ha organizado una exposición en
Canarias.
En esa Exposición figuraban muy notables y
simplificativas caricaturas personales; pero ninguna tan graciosa y tan bien
observada como la del pintor Néstor Fernández de la Torre , que consideramos un
acierto rotundo y definitivo.
La prensa insular
dio cuenta de este logro. Antes como ahora, el reconocimiento externo se
consideraba sanción imprescindible para cimentar los logros de los artistas
insulares. La Región , de Santa Cruz
de Tenerife, recogía la noticia el 24 siguiente:
La revista ilustrada madrileña «La Esfera » publica en su
edición de 12 del actual la caricatura del notable pintor Néstor Martín, hecha
por el joven caricaturista, Manuel Reyes.
Publica también «La Esfera » el retrato de éste,
y un juicio crítico de Silvio Lago acerca de Reyes, sumamente halagüeño para
dicho joven.
Sus primeras colaboraciones como dibujante
humorístico vieron la luz en El Debate,
firmadas con el seudónimo Sopla,
insertas en este periódico a partir del 30 de agosto de 1911, fecha de la
aparición de su número inicial. Se trata, siguiendo al doctor Frank González,
de treinta y seis viñetas de intenso
contenido político y escasa calidad formal [11].
Poco después, la revista Florilegio, que Reyes Brito había contribuido a fundar, y cuyo
primer número se puso a le venta el 13 de julio de 1913, publicó diversos
dibujos suyos, casi todos ellos caricaturas personalizadas, además de varias
cubiertas de la misma. Hasta cuatro dibujos realizó Reyes con este fin. El
primero de ellos se anunció en el número 3 [27 de julio de 1913] ejemplar que
continuaba utilizando como cubierta una composición tipográfica adornada con
cenefas de la misma naturaleza, como venía sucediendo con los dos anteriores:
En uno de los
próximos números aparecerá esta Revista con una artística portada original del
joven dibujante D. Manuel Reyes. El dibujo está hecho con elegante sencillez, y
creemos será del agrado de nuestros favorecedores.
Además empezaremos a publicar en todos los números venideros una caricatura de nuestros colaboradores, con un trabajo inédito del caricaturizado.
Florilegio irá haciendo innovaciones en su presentación, si el entusiasmo de su cuerpo de Redacción va unido al favor del publico.
Pero este dibujo, de ejecución extremadamente
torpe, no debió ser del agrado de sus compañeros de redacción y, a partir del
número 7 [16 de agosto de 1913], fue sustituido por otro de contenido
caligráfico y floral, algo más acabado. En el número 9 [14 de septiembre de
1913] la estampa cambió de nuevo, se redujo en tamaño, y se mantuvo en cubierta
hasta la entrega 14 [19 de octubre de 1913]. A partir de ésta, alternaron
indistintamente ambas ilustraciones, salvo el caso excepcional del número 95
[29 de agosto de 1915] que constituyó un intento de proporcionar a la revista
alguna condición estética y gráfica, de la que carecía en absoluto desde sus
inicios, mejorando la calidad del papel y haciendo uso de tintas de color monocromo
para las imágenes. Pero todo quedó en propósito y, en el número siguiente, se
volvió a recurrir a la modestia formal y escasa índole del soporte que
caracterizaron a esta publicación considerada, quizás con cierta exageración, la primera revista cultural isleña de tintes
claramente modernistas y la primera
revista del archipiélago que va a contar con un humorista en plantilla que
además emplea su propio nombre para firmar sus dibujos: Manolo Reyes [12].
Con ilustraciones y cabeceras de clara influencia modernista cuenta Gente Nueva a partir de su número 56 [12
de enero de 1901] y, a pesar de que su autor firmara sus trabajos con el
seudónimo Crosita, a nadie se le
ocultaba que don Diego Crosa y Costa formaba parte de la plantilla de
redactores, dirigió durante un tiempo la revista y publicó en ella su
autocaricatura, en la cubierta del número 59, del 26 de enero de 1901.
Dibujos de Manuel Reyes en Florilegio
Aparte las citadas cubiertas, ya en el primer
número de la revista [13 de julio de 1913] se encuentra inserta la caricatura
de Francisco González Díaz, considerado por todos el gran literatocanario del momento, haciendo uso de un término muy en boga
en la época. En el número 7 de 16 de agosto inmediato figura la de Arturo
Sarmiento y en el correspondiente al 24 de dicho mes, que lleva por error el
mismo número [7], lapsus que no fue corregido, apareció la de Sebastián Suárez
León, de busto. Los hermanos Millares abren el número 8 –que debe considerarse
el 9- en el ejemplar del 31 de agosto. La caricatura de Alonso Quesada ilustra el número 9 [14 de septiembre] y la del 14
cuenta con la de Pedro Perdomo Acedo. La portada del número 14 la ocupa, por
primera vez a toda página, la caricatura de Carmen de Burgos [Colombine]. Habrá que esperar al número
38 [17 de mayo de 1914] para volver a encontrar caricaturas personalizadas
firmadas por Reyes y son dos, la suya propia, considerada hasta ahora la
primera autocaricatura publicada en Canarias [13], y la de Manuel Luengo,
delegado del Gobierno, que había ejercido una singular tutela protectora de la
exposición organizada por Florilegio,
como ya vimos.
En los números 9 y 14 encontramos dos viñetas
humorísticas firmadas por Reyes con el título genérico de “Escenas callejeras”,
proyecto en el que, como luego veremos, trabajó durante gran parte del resto de
su vida. Otros dibujos, que ilustran la sección de moda, podrían atribuírsele,
a pesar de no llevar firma. Pero dónde encontramos en plenitud al ilustrador
modernista que fue Manuel Reyes, es en la realización gráfica del número 95,
que se abre con una hermosa cubierta a dos tintas que representa el busto de
una joven de perfil; una lámina suelta impresa en papel y encolada a una
cartulina con un dibujo, elegante y desenvuelto, que figura una pareja danzando,
y las viñetas que adornan tres poemas contenidos en la entrega, sonetos de José
Tabares Bartlett, Saulo Torón y el propio Reyes. Este ejemplar de Florilegio constituye sin duda un avance
de lo que iba a ser la estética gráfica que impregnaría Castalia, el semanario en el que Reyes colaboró de forma decidida y
entusiasta junto con su diseñador, Pedro de Guezala, durante la permanencia en
Santa Cruz de Tenerife del primero de ellos.
Exposición en el Ateneo de Tenerife
A comienzos del mes
de mayo de 1916 le visitó en su casa de Las Palmas, en vísperas de su traslado
a Tenerife, el escritor José Rial Vázquez [1888-1973]. En el texto, por demás
hermosísimo, encontramos las primera referencias a la temible dolencia que
condicionaría permanentemente su devenir existencial: la tuberculosis pulmonar.
Rial, que le conocía desde hacía tiempo, lo encontró recuperado, exultante,
animoso:
El caricaturista Reyes
Reyes nos recibe
en su casa, entre el ajetreo de una mudanza a Tenerife, en mangas de camisa,
casero, cordial. Ha perdido, a lo que veo, mucho de su antigua timidez. Sigue
siendo el mismo buen muchacho, tal vez un poco huraño, que conocimos hace
tiempo, pero en sus ojos hay energía, fe. Quizás en ese cambio haya influido un
poco el curso de su enfermedad, ya casi vencida. El hecho es que hallamos en
sus ademanes más decisión, en su lenguaje más soltura, y en sus ojos,
sobre todo, en donde se resumen toda la constancia, toda la fortaleza y todas
las ilusiones del artista, un brillo nuevo, una luz nueva.
Pasando de uno en
otro asunto, levantándose y sentándose con una movilidad que nos asombra en el
que conocíamos apocado, apático y casi indolente, nos enseña cuadernos,
recortes, caricaturas, pasteles, dibujos…
Y entre
estos dibujos, que prepara para una exposición que trata de celebrar en
Tenerife, hay dos, especialmente, muy bellos, y uno, sobre todo, que es un
acierto rotundo, definitivo.
Percepción y una
cabeza de mujer, son los primeros, Pesadilla el último.
En Pesadilla
todo está combinado para desarrollar el asunto: cielo, paisaje y personajes.
Hay en el dibujo no sólo seguridad en el manejo del lápiz y del color; hay
también ideas.
Es la tarde; una
tarde que tiene rojeces de sangre y morados de pena en el cielo. En un jardín,
entre los árboles sombríos, de un verde oscuro, que se pierden en ese
cielo cárdeno y rojizo, un amor llora no se qué pena irremediable, y en primer
término –un primer término que ocupa casi todo el dibujo- una mujer consumida
por el dolor, -por el amor tal vez-, una mujer que tiene en la mano una manzana
simbólica –fruta de pecado, -expira entre los brazos de la muerte, que recoge,
mordiendo, entre sus dientes descarnados, los labios exangües, sus últimos
besos…
Yo no puedo pintar
la expresión del semblante de la bella –porque es bella aún así al recibir el
beso fatal-; yo no puedo tampoco explicar con qué brillo siniestro se destacan
las costillas de la muerta sobre las negras alas, y la lívida calavera alargada
sobre el verde de la frondosidad
Reyes me ha
ofrecido ese dibujo si no se vende en la exposición… Con pena lo he visto por
ultima vez…
Hemos vuelto al faro y escribimos estas
cuartillas con entusiasmo, con fe, como si hiciéramos algo trascendental, algo
que hubiera de cimentar nuestra fama para siempre…
Y es que en estos
días de sol fuerte, de sol embriagador, hasta los pajarillos más humildes
tratan de escalar, poco a poco, las alturas, para que –aunque de lejos– poder
bañarse en luz
[10].
Una recaída grave en su padecimiento le
impidió inaugurar la exposición que tenía prevista en el Ateneo de Tenerife y El Progreso, del 7 de julio de dicho
año, se hace eco de la noticia: Encuéntrase
enfermo de cuidado el notable caricaturista D. Manuel Reyes cuyo total
restablecimiento deseamos.
El mismo rotativo, el 21
inmediato anunciaba:
Ecos
El 30 del corriente quedará abierta al
público una exposición de dibujos y caricaturas. En el salón del Ateneo. El
artista que expone es Manuel Reyes Brito.
Aquí se conocen muy pocas de sus obras, Pero
en los centros artísticos no es desconocido el Sr. Reyes. Al contrario. Le
conocen mucho y le elogian mucho.
El catálogo de las obras, que figurarán en
esta exposición nos dicen que es muy artístico. Irá ilustrado con la
reproducción de algunos de los trabajos del Sr. Reyes.
Opinión que
corroboraba el Diario de Tenerife, en
idéntica fecha:
Personas que han podido ver algunas de las
obras que el notable artista D. Manuel Reyes Brito, expondrá dentro de pocos
días en los salones del Ateneo Tinerfeño, nos
aseguran que la exposición será verdaderamente notable
Nosotros aún no conocemos los trabajos del
joven Reyes Brito; pero tales elogios nos han hecho de este novel artista, que
ya esperamos con impaciencia la apertura de la Exposición , confiados
en que serán confirmados los distintos juicios críticos favorables al artista
que hemos oído.
El varias veces citado noticiero El Progreso, en su edición del 29 de
julio, ampliaba la información con detalle:
De Arte
Exposición Reyes
Manuel Reyes Brito es artista que cumple sus
promesas. Una reciente enfermedad le obligó a diferir la exposición de sus
obras. Notablemente mejorado de esa dolencia, anunció para el 30 del corriente
la realización de su propósito y desde mañana, a las 12, hasta el domingo 10
del próximo mes de Agosto, quedarán expuestas al público, en el salón del
"Ateneo Tinerfeño", la colección de dibujos y caricaturas que para
tal fin ha terminado el excelente dibujante.
Tenemos el catálogo a la vista. Artístico.
Magnífico anunciador de lo que esta exposición ha de ser. Nueve dibujos y
veinte caricaturas nos presenta ahora Reyes Brito.
Los dibujos llevan estos lemas: Mi mesa, El Benjamín de la cas, Bebé, Percepción, Idealidad, Mañana de sol, Pesadilla, La maja gitana y Capricho.
Algunos de ellos son sencillamente
admirables. El público se convencerá mañana de que no exageramos.
Las caricaturas representan a varios, señores
de la localidad, qua tal vez no tomen muy a bien la buena intención del
artista, porque aquí hay poca costumbre de esas cosas.
Como hemos visto los nombres en el catálogo,
allá van los de los señores caricaturados. Y el que esté feo que se aguante Con
haber nacido más bonito se libraría de que el lápiz de este mágico corriese
grotescamente sobre el papel.
D. Jacinto Casariego, «Crosita», D. Benito Pérez Galdós, D. Ildefonso Maffiotte, D. Néstor Fernández
de la Torre , D.
Ramón Gil Roldán, D. Manuel Filpes, D. Francisco Cabrerizo, D. Juan Martí, D.
Francisco Bonnín, D. Rubén Marichal, «Jacinto Terry», D. Patricio Estévanez, «Carlos Cruz», D. Francisco Izquierdo, Monsieur François, D. Guillermo Cabrera Felipe, D. Luis Zamorano Benítez, don Juan
Claveríe y D. Pedro Guezala.
El señor Reyes nos pide hagamos saber
al público, que por omisión de la imprenta donde confeccionó los catálogos, se
dejó de poner entre las personas caricaturadas a D. Manuel Verdugo.
De este folleto nada podemos decir, porque no
hemos alcanzado a verlo. ¿Tendría la misma estructura que Líneas? El hecho de que fuera calificado por el cronista de artístico nos hace sospechar que tuviera
una apariencia similar al realizado para su exposición en El Gabinete, aspecto
de cuidada edición que compartía con el Álbum
de caricaturas de su amigo Juan Claveríe.
El día 31 siguiente daba cuenta el mismo
periódico que:
Ayer quedó inaugurada en los salones del
Ateneo la Exposición
Reyes. La concurrencia fue verdaderamente extraordinaria. El
éxito obtenido por Manuel Reyes indiscutible.
Figuran entre la colección de dibujos algunos
trabajos de gran mérito. El público no se cansaba de elogiar al joven artista.
Las caricaturas, lo más saliente de la Exposición porque a
ellas ha dedicado de esta vez especial preferencia, constituyen un plausible
acierto. Algunas, entre las que recordamos las de Galdós, Gil Roldán, Casariego
y Filpes, son bastantes para acreditar una firma.
Repetimos nuestra más entusiasta enhorabuena
a Manuel Reyes, que a estas horas debe encontrarse satisfecho porque el público
de Tenerife ha sabido corresponder a sus desvelos.
Su amigo Sebastián Suárez León envió desde
Las Palmas al diario La Prensa el hermoso
texto que reproducimos a continuación y que fue publicado en la edición del día
primero de agosto:
De Arte
Exposición-Reyes
En estos días
desfila el público tinerfeño por la exposición de caricaturas y dibujos del
joven artista Manuel Reyes, y ante esta ostentación de modestos trabajos tengo
por seguro que el buen juicio y la acertada apreciación de los inteligentes,
darán su fallo favorable.
Reyes tiene
entusiasmos, trabaja con ahínco, sabe elegir entre los más hábiles maestros del
lápiz, el camino que su criterio le señala para conquistar la afirmación
definitiva del triunfo, y además, es modesto.
Alentarle en su
obra, estimularle en su trabajo, deber es de agradecidos y discretos. Porque si
Reyes no tuviera el gran valor de sus indiscutibles aptitudes, el sólo hecho de
exponerse al ruin veneno de la crítica de los pretenciosos y de los pedantes,
rompiendo la ecuanimidad de una vida vulgar sin sacudidas espirituales ni manifestaciones
culturales, -esto sólo, repito- le vale un aplauso.
Reyes desde que en
Las Palmas empezó este entusiasta cultivador de la línea caricaturesca, a
anunciarnos modestamente, sin alardes ni engreimientos ridículos, lo que harían
su intención y buen gusto encauzados por una hábil percepción artística.
Hay en las
caricaturas de este dibujante en formación, buena orientación, fácil manejo del
trazo sobrio y elegante sin recurrir a exóticas cabriolas de procedimientos
arbitrarios, que muchos ignorantes ha dado en llamar modernismo…
Y si por
modernismo en el dibujo, como en literatura, se entiende el desfigurar de una
manera insoportable la realidad y el estilo para sentar plaza de exótico y
original, yo detesto y condeno el modernismo. No puede contar con mi
asentimiento y mi admiración en materia de arte, todo lo que lejos de ser
reflejo de lo real, copia y fastuoso comento colorista de lo objetivo o
exteriorización de hondas pasiones y complejidades de ánimo, se basa y cimienta
en una escuela falsa, artificiosa, llena de extravagantes osadías.
En el dibujo, todo
lo que sea raro retorcimiento y dislocación inverosímil de la línea; contorsión
deforme de una figura, rota por la violenta quebradura del contorno con torpes
alardes de técnica avanzada, ya se considera como un asomo de originalidad y
valía; cuando muchas veces no es otra cosa que un recurso burdo, gastado, casi
pueril, para ocultar ante la mayoría del público, -horro de serena penetración
analítica-, la falta de condiciones y la escasez de aptitudes.
Manolo Reyes, sin
llegar aun a esos deplorables extremos del snobismo
pictórico, pede decirse que es un feliz humorista del trazo, un ironista de la
línea. Sabe copiar la nota propia que distingue a un carácter; sabe sorprender
el momento propicio, retratar la actitud, cazar el gesto pasajero, retener el
tic nervioso de una fisonomía vivaz para que su lápiz opere el milagro de hacer
de unos cuantos trazos fáciles la identificación con la realidad.
En muchas de sus
caricaturas hay como un gesto inofensivo de grácil burla que retrata y
exterioriza a todo un temperamento. Bailotea en ellas la inquietud de una
ironía desconcertadora, y de ahí que a veces no sepamos si la seriedad es mofa
y desdén, o la alegría paradójica de sus dibujos es gravedad histriónica de
desengañado. Y esto, que es una revelación y un acierto, acusa a mi modo de ver
el más valioso rasgo de sus obras caricaturescas.
En los trabajos
que Reyes presenta al público de Tenerife, se observará conocimiento del género
que cultiva. Y si en algunas de sus caricaturas hay todavía algo así como una
vacilación y un balbuceo, bien disculpables si se tienen en cuenta las
dificultades de esta labor y la falta de ambiente que robustezca su
personalidad artística, hay en cambio en todas ellas verdadero espíritu de
artista bien orientado, y en muchas as afirmación rotunda de quien ya ha llegado.
Tienen,
pues, los dibujos de Manuel Reyes , corrección en la línea, delicadeza de
expresión, atildamiento y buen gusto en el asunto, grato colorido tratado con
regular acierto; detalles todos que, bien acoplados a saludables preceptivas
del arte; desentrañando de todos estos precisos elementos de técnica y de
concepción lo que constituye el secreto de un estilo y el privilegio de una
escuela para adaptarla a las propias facultades ansiosas de orientación y de
norte, cabe afirmar que el que hoy se presenta al público despertando
esperanzas, puede muy bien ofrecernos no en muy lejano plazo el fruto de una
labor llena de originalidad y observación.
La exposición Reyes dirá a todos lo que este muchacho laborioso y
modesto es, lo que vale y promete. Y yo tengo por seguro que los inteligentes,
loa analizadores desapasionados, los que saben de arte y pueden apreciar
dificultades, confirmarán mi juicio.
Joaquín Fernández Pajares, que
firmaba sus trabajos periodísticos con el seudónimo Jacinto Terry, en su columna habitual, que llevaba por título
“Dietario”, dio a la estampa en El
Progreso del 2 de agosto, este artículo:
En el Ateneo. Las nueve de la noche. Varias
jóvenes miran las caricaturas. El ingenio y la habilidad de Manolo Reyes han
logrado fijar la atención pública. A eso aspiran los artistas. Las jóvenes ríen
al ver los trazos grotescos de nuestros hombres más conocidos. ¡Pero qué feos,
hija! ¡Pues no te digo nada de éste, Pura; la nariz parece un cartabón! Hija,
si las mujeres mirásemos a nuestros novios respectivos por el lado de la
caricatura, ¡cualquiera se casaba! ¡La verdad que si ellos nos mirasen también
a nosotras por el mismo lado!... Cierto; los novios y las novias son como los
fotógrafos de nombradía: no atienden más que al retoque.
Y a pesar de las líneas ridículas,
todos los que están allí caricaturados parecen bonísimas personas. ¡Y los hay
con cada genio! ¿Quién diría que algunos de aquellos compungidos son los
revoltosos de ayer, los ariscos de hoy y acaso los ordenancistas de mañana? Al
ver a los hombres con aquellas caras, largas, como salidas de un duelo, y
aquellos gestos, arrugados, como si se engendrasen en un padecimiento del
estómago, nadie se atrevería a recoger el pensamiento de que los gestos y las
caras son inevitable consecuencia de la manera de tenerse en público.
Reyes ha buscado sólo el aspecto
grotesco en las víctimas de su lápiz. Pero ha esquivado la crueldad. Unos ojos
desmesurados. Una boca perdida. Una frente en graciosa confusión con la nariz.
Un bigote en el aire. Unos brazos doblados sobre el pecho Eso es todo. Ni una
sola vez surge en las caricaturas de Reyes el intento de molestar. ¡Y cuidado
si hay materia para un dibujante humorista en aquella colección de figuras
representativas!
Las
muchachas son las que hablan en la Exposición. Bien dicen los que dicen que la
franqueza solo reside en la juventud. Oye, Tulita, a éste lo hubiera yo pintado
bebiendo. Y yo a éste cantando. ¿Y dónde me dejas a éste? No, lo que es a este
lo dibujaba yo con un vaso en la mano y cien dentro del cuerpo. Y a este
arreglando las calles y cuidando los jardines. Y a este lo hubiera yo vestido
de cura, para que lo libre Dios de los malos pensamientos. Y a este…
Tal vez sea la caricatura lo mejor del
arte pictórico. Como el humorismo es lo mejor de la literatura. Goya veía muy
bien el lado ridículo de las cosas y sus trabajos cómicos pueden figurar
dignamente junto a sus majos y manolas. Lo mejor de los sainetes de don Ramón
de la Cruz son
sus ironías, que hoy nos parecen inocentes y en su tiempo debieron ser temibles
advertencias. Pintar la realidad quizás no sea un mérito muy grande. Desquiciar
la realidad para encajarnos luego en la realidad, acaso sea empresa digna del
mayor encomio.
Ayer lo decía en el Ateneo un distinguido
caricaturado. Jamás me he tenido por un hombre guapo; pero después de ver
desdoblada mi fealdad, voy limando mentalmente las asperezas del lápiz de este
joven dibujante y me parece que no soy tan feo. Los demás sonreímos ante la
consoladora reflexión. Naturalmente sin prestarle nuestro asentimiento.
Cuando anoche visitamos, por cuarta o quinta
vez, la Exposición
tuvimos una grata sorpresa. Uno de los dibujos, el que ostenta el lema
«Idealidad», tiene en la parte superior una tarjeta con la inscripción
siguiente: Vendido. Por algo augurábamos todos al joven artista un éxito
completo No es tan fácil vender en Santa Cruz trabajos de esta índole. Desearíamos
saber el nombre del comprador. Realmente se presta a la curiosidad pública y
bien merece un elogio quien de tan regia manera gasta su dinero.
Afortunadamente para los caricaturados, sobre
ninguno de los grotescos dibujos de Reyes figura la palabra «Vendido». Seria
ocasión para muchas bromas de dudoso gusto. Se ve que a los allí representados
ni aún en caricatura los quieren.
En suma, un triunfo para Reyes. Este joven se
ha impuesto en muy pocos días. Un triunfo para el Ateneo. Y un triunfo para las
muchachas, que han tenido ocasión de reír con las exageraciones del lápiz de
Reyes.
¿De Reyes? Terminemos este ligero apunte. No
sea cosa que por dar la enhorabuena al notable dibujante, nos salga un chiste
malo de los puntos de la pluma.
El Progreso, una vez más, se ocupa de la trayectoria
artística de Reyes y, el 19 de agosto informa:
Florilegio.
La notable revista literaria «Florilegio»,
que se publica en Las Palmas, ha dedicado su último número al caricaturista
Manolo Reyes, con motivo de la
Exposición de sus meritísimos trabajos celebrada en esta
ciudad recientemente.
La misma revista reproduce «La caricatura»,
trabajo periodístico que corresponde al «Dietario» de nuestro compañero
«Jacinto Terry».
Viñetas satíricas y dibujos publicitarios
Pitos y Flautas y El Diablo Cojuelo constituyen, para el doctor González, la élite de las revistas de humor isleño.
Editadas en 1914-1915 y 1917, respectivamente, considera este autor que son, tal vez, las más interesantes revistas
modernistas de humor gráfico en las islas […] en las que el grafismo de Reyes adquiere su sello característico, con
un modo de entender la viñeta realmente moderno [14].
De Pitos
y Flautas tan sólo se conocen tres entregas. Los dibujos, con formato de
viñeta y temática de sátira cruel político-económica, fueron firmados por Reyes
con un nuevo seudónimo: Luzbel.
Quizás el dibujante quería hacer pública, veladamente, su independencia, de
acuerdo con el ¡Non serviam! que
Lucifer pronunció ante Dios justo antes de perder su favor y precipitarse en la
caída. En cualquier caso, el tono subido de las críticas aconsejarían a nuestro
autor refugiarse tras un sobrenombre, para evitar posibles represalias,
caldeado como estaba el ambiente local por las beligerantes banderías de
anglófilos y germanófilos que se formaron en el archipiélago como consecuencia
de la Primera Gran
Guerra.
En El
Diablo Cojuelo, revista de humor
gráfico modernista excepcional, al decir del doctor Frank González, ya no sólo serán suyas las viñetas y
caricaturas, sino todo el proyecto editorial y el diseño de la revista
[15]. En esta publicación, de la que actualmente se conocen otros tres números,
editados en Santa Cruz de Tenerife en el mes de noviembre de 1917, figuran
varios anuncios publicitarios realizados por Reyes.
Castalia
Fue 1917 un año de intenso trabajo para
el dibujante Reyes, a pesar de sufrir frecuentes recaídas en el transcurso
inexorable del mal que padecía. En enero, un día después de la festividad de
Reyes, salió a la calle en Santa Cruz de Tenerife, el primer número de Castalia, la publicación periódica
modernista por excelencia de Canarias. No es nuestra intención detenernos en lo
que significó este hito de la bibliografía –el diccionario no registra el
término hemerografía, que nos parece más adecuado- insular y en su importancia
crucial en el devenir estético de las artes gráficas en el archipiélago. Queda
para otra ocasión. Nos limitaremos a relacionar las obras de Reyes estampadas
en la publicación, a partir de enero de 1917 y hasta el 20 de agosto del mismo
año en que vio la luz el número 22, último de cuantos la componen.
Núm. 1. 7 de enero, p. 6. “El suicidio de Juan Manuel”, de Carlos Cruz.
Núm. 2. 14 de enero, cubierta.
Núm. 2. 14 de enero, p. 7. “Apocalipsis”, de Luis Rodríguez Figueroa.
Núm. 3. 23 de enero, p. 7. “La
Charca ”, de Carlos Cruz.
Núm. 4. 29 de enero, pp. 6-7. “Don Benito Pérez Galdós”, de Ildefonso
Maffiotte.
Núm. 5. 7 de febrero, cubierta. Retrato de Rubén Darío.
Núm. 5. 7 de febrero, pp. 10-11. “Margarita”, de Rubén Darío.
Núm. 5. 7 de febrero, contracubierta. Anuncio de Bazar X.
Núm. 6. 14 de febrero, p. 6. “Campos de infancia”, de J. Medina Miranda.
Núm. 11. 26 de marzo, cubierta. Retrato de Bernardo Benítez Braun.
Núm. 12. 31 de marzo, cubierta. Retrato de María del Pino Rufino y Hernández.
Núm. 12. 31 de marzo, p. 3. “Néstor”, de Ildefonso Maffiotte.
Núm. 12. 31 de marzo, p. 7. “La virtud, el amor y el vicio”, de Cristóbal
Bonilla.
Núm. 13. 10 de abril, pp. 6-7. “La fea”, de Ildefonso Maffiotte.
Núm. 14. 18 de abril, p. 6. Caricatura de Juan Martí Dehesa.
Núm. 15. 23 de abril, p. 3. Caricatura de Diego Crosa y Costa.
Núm. 15. 23 de abril, p. 6. Nota cómica. Lo que ven los parroquianos del
“British”.
Núm. 19. 15 de junio, p. 3. “Fiesta de Luna”, de Sebastián Suárez León.
Núm. 21. 15 de julio, p. 3. Caricatura de Sebastián Suárez León.
Núm. 22. 20 de agosto, cubierta.
Núm. 22. 20 de agosto, p. 10. En la plaza de la Constitución.
No podemos dejar de señalar la deuda que
contrajo Castalia con Manuel Reyes
Brito, el artista con más representación gráfica en la misma, junto a otros de
la talla de Claveríe, Davó, Crosa, Borges, Verdugo o Guezala.
Como ya dijimos, el número 95 de Florilegio fue la antesala formal de Castalia. Pero su contribución fue más
allá, implicándose en lo personal y económico con el proyecto editorial, a
pesar de su carencia de medios, de forma que la redacción del propio semanario,
en su número del 31 de marzo hacía manifiesto que:
La ampliación que
corresponda al primer premio de nuestro Concurso de Bellezas Canarias, será un
magnifico retrato al óleo pintado por el joven y notable artista Manuel Reyes.
Hemos
tenido ocasión de admirar la última producción del notable artista Manuel
Reyes, y no podemos menos de reconocer que como todas las suyas, esta nueva
obra de arte, merece las mayores alabanzas.
Ha sido un gran acierto, el retrato que ha
hecho de la bellísima y distinguida señorita Mercedes Acha, hija de nuestro
respetable amigo, el comandante señor Acha, primer premio de belleza del
concurso organizado por la revista «Castalia».
Las numerosas personas que han desfilado por
el estudio del señor Reyes, han quedado gratamente sorprendidos del verdadero
parecido, y de la elegancia y colorido del dibujo.
Próximamente se expondrá, en un escaparate de
esta Capital.
A las muchas felicitaciones que ha recibido
el joven amigo, unimos las nuestras muy sinceras.
Y El Progreso ampliaba la noticia, el 30
del mismo mes, en estos términos:
Hoy será expuesto
al público en el escaparate del establecimiento de D. Alberto Camacho el
retrato al óleo de la señorita Mercedes Acha, primer premio del concurso de
bellezas organizado por la revista Castalia, y que ha sido pintado por don Manuel Reyes Brito.
Este mismo año, un periódico de la ciudad en
la que vivía, daba cuenta de una nueva exposición del artista:
El notable
caricaturista palmero D. Manuel Reyes, residente en esta capital, ha organizado
en los salones del Real Nuevo Club, de Santa Cruz de La Palma , una exposición de sus
obras pictóricas
[16].
De vuelta a Las Palmas: enfermedad y
muerte
Tras cuatro años de fructífera permanencia en
Santa Cruz, Manuel Reyes Brito retornó con su familia a Las Palmas en 1920.
Su estrella, a la par que su existencia,
parece que se va eclipsando. Su padre y su hermano José mueren en 1922 y 1927.
Transcurren años oscuros para el artista. Las islas sufren las adversas
consecuencias económicas de la postguerra europea. Su actividad artística se ve
reducida notablemente. El día primero de julio de 1921 dedicó a su amigo
Francisco de Armas, hermano del escritor y, también humorista gráfico, José de
Armas Medina una caricatura de Victoria Macho [17].
El 12 de julio de 1923, La
Provincia publicó otra, excelente, de Mariano Utrera y
Cabezas.
Años más tarde, ya a comienzos de 1928,
diseña la cabecera y forma parte de la redacción del diario El País.
Se encuentra
enfermo en Las Palmas nuestro compañero en la Prensa don Manuel Reyes Brito, redactor de El País, de aquella ciudad.
Fue El
País, quien publicó, en primera página, su necrología, el domingo 29 de
enero de 1928:
Manolo Reyes
Aún no se ha
cumplido el primer mes de nuestra existencia y ya tenemos que lamentar tan
irreparable pérdida: Manolo Reyes Brito, nuestro dibujante más preciado,
nuestro amigo más entrañable, murió ayer a las doce en uno de esos días fríos,
ventosos, desapacibles, que tan profunda huella dejaban en su espíritu. En
realidad las consecuencias de la penosa enfermedad que le ha llevado al
sepulcro en plena juventud hacía tres días se habían agudizado de tal manera
que toda esperanza de salvación fue abandonada por imposible.
Hacer el elogio de
Manolo Reyes, calientes aún sus restos mortales, es una de esas duras
necesidades que nos impone nuestra profesión. Hubiéramos anhelado dar tierra a
sus restos mortales y, aquietado el dolor, mirar su vida desde una perspectiva
luminosa.
Desde la
publicación de “Florilegio” –que fundara con ayuda de Bartolomé S. Padilla y de
nuestro director– el nombre de Reyes gozó del aura popular. Fue de los
prematuramente elegidos, de los que pasan su existencia quemándose enteros al
arrullo de un sueño imposible. Pero no supo arbitrar a sus enormes facultades
artísticas ese punto de reposo, esa profunda continuidad que necesita semejante
labor. Y así su obra, desperdigada, suelta, que fue del dibujo ligero al óleo
lentamente madurado, carece de ese amplio frente único que hace recordar, de un
modo perenne, el nombre de sus creadores.
Mas con todo y ser
Reyes un pródigo derrochador de su existencia y de sus facultades, él solo se
ha bastado para constituir en nuestra prensa local una época de renovación. Y
nadie como él ha sabido interesar a sus conciudadanos con los oportunos frutos
de su lápiz.
Hace tiempo veía
minada su existencia. Al frente de la dirección artística de nuestro diario,
apenas si su quebrantada salud le diera ocasión para hacer otra cosas que los
admirables dibujos publicados en nuestras columnas y dibujados para una serie
en que se proponía perpetuar el recuerdo de las mujeres que alegran la calle de
Triana.
Reciban su madre y
hermanos nuestro más sentido pésame por tan sensible pérdida.
Los que mueren
Ha fallecido el dibujante Manolo Reyes
En Las Palmas,
donde residía desde hace algún tiempo, ha fallecido el que fue notable dibujante
y excelente amigo Manolo Reyes.
En Santa Cruz
vivió durante tres o cuatro años y su talento y su afabilidad le crearon
numerosas amistades.
Era dibujante de
gran valía; pero su carácter tímido y al mismo tiempo rebelde a toda clase de
imposiciones no le consintieron el triunfo definitivo, que seguramente lograría
con muy poco esfuerzo que hubiera puesto de su parte
En el salón del Ateneo de esta ciudad, cuando
estuvo instalado en la plaza del Príncipe, hizo Manolo Reyes una exposición de
varias de sus obras, la que mereció grandes elogios de cuantas personas la
visitaron.
Después continuó
trabajando en su arte; pero sólo muy de tarde en tarde daba muestras de su
talento.
Ha muerto joven, lleno todavía de ilusiones.
Enfermedad lejana que no fue posible dominar, y que acaso contribuía a aumentar
su timidez y desgana, le ha llevado al sepulcro.
Sentimos esta
pérdida y hacemos presente nuestras condolencias a sus familiares.
Acabó la corta vida de Manuel Reyes Brito en
su casa de la calle de Villavicencio número 17, a las once horas de la mañana
del día 28 de enero de 1928, cuando contaba treinta y cuatro años de edad [18].
NOTAS
[1] Fueron sus padres, como queda dicho, don Tomás Manuel Reyes Díaz, impresor, de veintitrés años, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y doña María del Pilar Brito dela Cruz , que contaba veintidós,
nacida en Santa Cruz de La
Palma. Abuelos paternos, sólo doña Juana Díaz Martín, oriunda
de Tijarafe, difunta, y los maternos, don Manuel Brito Cabrera, carpintero de
oficio, y doña Manuela de la
Cruz González , naturales ambos de la referida Santa Cruz.
Registro Civil de Santa Cruz de La Palma. Sección primera. Tomo 33, p. 30. Debo la
localización de esta partida a mi buen amigo el cronista oficial de Santa Cruz
de La Palma ,
don Manuel Poggio Capote.
[2] Izquierdo, E.: Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX. Tomo III. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. San Cristóbal deLa Laguna , 2005.[3] Diario de Tenerife. Santa Cruz de
Tenerife, 15 de mayo; 2 y 4 de junio de 1891; El Grito del Pueblo. Santa Cruz de La Palma , 30 de mayo de 1897.
[1] Fueron sus padres, como queda dicho, don Tomás Manuel Reyes Díaz, impresor, de veintitrés años, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y doña María del Pilar Brito de
[2] Izquierdo, E.: Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX. Tomo III. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. San Cristóbal de
[4] Pérez García, J.: Fastos
biográficos de La Palma. Caja General de Ahorros de Canarias. San Cristóbal de La Laguna , 1985.
[5] Anuario Comercial. Quiero expresar mi agradecimiento a don Federido
Carbajo, diligente investigador y amigo, que me ha proporcionado diversos datos
relativos a la permanencia de la familia Reyes en Las Palmas de Gran Canaria.
[6] Partida de defunción de don
Manuel Reyes Díaz. Registro Civil de Vegueta. Las Palmas. Número 370. Tomo
LXXVI.
José Reyes Brito, el hermano
mayor de Manuel, de profesión mecánico dentista, murió a consecuencia de una
tuberculosis pulmonar, a los treinta y cinco años de edad, el 25 de mayo de
1927, en la calle de Perojo. Registro Civil de Las Palmas. Distrito de Triana.
Número 584. Tomo XXVII-II.
[7] “Soliloquios isleños”.Florilegio.
Las Palmas de Gran Canaria, 17 de mayo de 1914.
[8] Véase
Allen, J.: “Manuel Reyes Brito” en
Imágenes para un siglo. Una cronología
visual del arte en Canarias, 1898-2000. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas
de Gran Canaria, 2001; y González,
F.: “Manolo Reyes. El trazo perdido de un dibujante”.Moralia 1. Moya, marzo de 2002. En ambos textos los duendes de
imprenta, sin duda, deformaron la ortografía original del apellido de la
pintora, Tavío, convirtiéndolo en un desconcertante Taviani, que no se
corresponde con el de ninguna pintora, exótica o no, que haya habitado en Las
Palmas en la primera década del siglo XX.
Véase también
Ripper Soto, L: Vida y obra de Lía
Tavío. Una artista entre dos siglos. Anroart Ediciones. Las Palmas de Gran
Canaria, 2005.
[9] En el Fondo Talavera depositado en El Museo
Canario, ES 35001 AMC/AT-1955, se conserva un juego de fotocopias que
reproducen la introducción de Arturo Sarmiento y trece de las dieciocho
caricaturas que figuraban en el folleto Líneas.
Notas
[10] La
Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 25 de mayo de 1916.
[11] González,
F.: “Manolo Reyes. El trazo perdido de un dibujante”. Moralia 1. Moya, marzo de 2002.
[12] González,
F.: art. cit.
[13] González,
F.: “Modernismo y humorismo gráfico en Canarias 1899-1926” en Modos modernistas [La cultura del modernismo
en Canarias 1900-1925]. Cabildo de Gran Canaria. Ayuntamiento de Las Palmas
de Gran Canaria. Casa Museo Tomás Morales. CajaCanarias. Madrid, 2000.
[14] González,
F.: “Manolo Reyes. El trazo perdido de un dibujante”. Moralia 1. Moya, marzo de 2002.
[15] González,
F.: “Manolo Reyes. El trazo perdido de un dibujante”. Moralia 1. Moya, marzo de 2002.
[16] El
Imparcial. Santa Cruz de Tenerife, 27 de febrero de 1918.
[17] Esta caricatura, que se encuentra en la Casa Museo Tomás
Morales de Moya, ha sido convenientemente identificada por el doctor Javier
Campos Oramas, véase: Campos Oramas,
J.: El imaginero José de Armas Medina.
Fundación Mapfre Guanarteme. Las Palmas de Gran Canaria, 2008.
[18] Registro Civil de Las Palmas. Distrito
de Vegueta. 29 de enero de 1928. Núm. 81.
Etiquetas: Benito Pérez Galdós, caricatura, Carlos Gaviño de Franchy, Castalia, Florilegio, Gaviño de Franchy editores, Manuel Reyes Brito (II)
Buenas noches, estaba yo buscando por internet la vida de Manuel Reyes Brito, por mera curiosidad al tener en mi poder un ejemplar de LINEAS, con dedicatoria de puño y letra a D. Manuel Luengo Delegado del Gobierno, cuando he tropezado con este maravilloso y extenso escrito dedicado a la vida de Manuel Reyes Brito. Este cuadernillo que les comento contiene 18 caricaturas del autor, que no se de que forma llegaron a manos de mi padre que falleció en 1955, y ahora que estoy escribiendo un libro sobre mi familia he dado con él. Si puede ser de su interés que les envíe una foto de la dedicatoria, no tienen más que comentármelo, aunque es cierto que el ejemplar esta muy deteriorado por descuido y el paso de los años.mi nombre e Lola Orús de Rivas y mi maiL:
ResponderEliminarlolaorus@orfisazy.es. Reciban un muy cordial saludo