DOCUMENTOS RELATIVOS A LA HISTORIA COLONIAL DE CANARIAS
Recopilados por Eduardo
Pedro García Rodríguez
1502 diciembre 29.
Fomento rápido de la nueva
sociedad. Algunos acuerdos del Cabildo. Preparativos para una expedición a
Berbería. Guerra de los esclavos o resistenetes
(alzados).
Reconstitución del reino de Adeje
y proclamación del rey Ichasagua. Sexta campaña de Lugo. Muerte de Ichasagua.
No es posible darse cuenta de la
previsión y actividad desplegada por el gobernador Lugo y de los honorables
repúblicos que le secundaban para lograr la transformación de la isla en muy
pocos años, como lo consiguieron, sino con un detenido estudio de las muchas
ordenanzas y estatutos que hicieron, que no encuadra en estos ligeros apuntes.
Tal empresa constituiría una meritoria obra de saneamiento para los detractores
de una época que suelen juzgar sin conocerla y la mejor ejecutoria del
patriótico espíritu que animó a los conquistadores. Mas por ahora basta a
nuestros propósitos indicar tal cual acuerdo para que sirva, ya que no de
pruebas concluyentes en los progresos realizados, de testimonios que hemos de
utilizar a su tiempo; así como llamar la atención sobre ciertas medidas
restrictivas de los primeros días, violentas cuando rigen en la vida normal de los
pueblos, pero salvadoras en sus períodos constituyentes.
Destácanse entre éstas el no
conceder repartimientos de tierras a ningún conquistador ni poblador que no se
avecindara y viviera en la isla cierto número de años, perdiendo las datas de
no cumplir ambas condiciones; así como los terrenos a riego, tratárase de
guanches como de conquistadores o pobladores, si dentro de los plazos señalados
no las roturaban y ponían en cultivo. Estas medidas dieron lugar a ruidosas
protestas. Pero aún ofrecen un aspecto de mayor dureza el acuerdo tomado el 2
de Febrero del mismo año de 1498, ordenando que todos los vecinos de Santa Cruz
construyeran sus casas en la villa de San Cristóbal o La Laguna ; imponiendo como
castigo a los apercibidos por tercera vez el ser expulsados de la isla,
perdiendo «toda bien fechuría que hubieren llegado».
Con estos procedimientos ya en
1500 ofrecía la capital de la isla el aspecto de una población europea,
prohibiéndose en este mismo año levantar casas pajizas y terrizas al estilo
guanche; contando, además del templo de la Concepción y otros
edificios públicos, entre otros el convento franciscano en construcción, con
centros de beneficencia como el Hospital del Santo Espíritu. Aunque no en tal
escala, las demás urbanizaciones de la isla crecían paralelamente.
Igual febril desenvolvimiento se
echaba de ver en la agricultura. Descuajaban montes, rozaban terrenos y los
laboraban en extensiones de consideración, hasta el punto de ordenar el 8 de
Enero del propio año de 1500 fueran exterminadas las burras salvajes; o lo que
es lo mismo, prohibieron a los dueños de estos animales les dieran suelta como
acostumbraban, so pena de matárselos.
Siendo tan importante la riqueza
pecuaria de la isla, que contaba sobre doscientas mil cabezas de ganado cabrío,
ovejuno y de cerda, acordaron en 1501 declarar dehesa desde Anaga a Tejina y
desde Punta del Hidalgo al lomo de Tahodio: «todo lo cual queda para vecinos de
la isla', excepto para gomeros y guanches... por cuanto a los gomeros se les
dará en otro lugar, so pena que si entraren con ganado que lo pierda...». «A
los reincidentes, por primera vez cien azotes y la segunda cortalles las orejas
e echalle de la tierra».
Además... «Que todos los ganados
de los gomeros anden en Güy-mar e no en otra parte alguna e que asimesmo los
vecinos de la isla anden asimismo en Güymar como ellos si quisieren».
Este acuerdo del 7 de Setiembre
lo completan con lo siguiente: «Que los vecinos de Taganana y de la isla no
pasen sus ganados de la raya marcada para pastar sus ganados en la dehesa
señalada; y que si son guanches el que guarda el ganado de los guanches», le
den tantos azotes por la primera vez y tantos la segunda y «el dueño del ganado
pague por la primera vez 600 mrs. y por la tercera pierda el ganado y el guanche
que lo guardase salga de la isla; y el que lo alcanzase haya la tercera parte
del dinero».
A las vivas gestiones del
Adelantado ya habían arribado a Tenerife varios pobladores (l), especialmente
de Canaria, para establecerse con las condiciones estipuladas, aunque nunca
vinieron en tan crecido número como suponen algunos; pero los nuevos que iban
llegando, la marcha floreciente de la república y las múltiples atenciones que
este progreso exigía al Cabildo en su labor administrativa, aconsejó al gobernador
regularizar sus sesiones por lo que ordenó en 23 de Setiembre de 1501 que las
celebrara todos los viernes.
Para que se comprenda la
prosperidad que alcanzó la isla en estos pocos años, así como el sentido
económico de D. Alonso de Lugo y los medios que se vio en la necesidad de
emplear para desenvolver su riqueza, basta decir que en 25 de Mayo de 1502
impuso el cultivo intensivo, ordenando que en el plazo de un año plantaran caña
de azúcar en los terrenos de riego repartidos en Taoro y demás lugares, «50
pena que el que no la quisiere la haya perdido e se pueda dar a quien quiera
que viniere, pagándole el costo». Y no se limitaba a fomentar velis nolis la
fortuna privada, sino que asiduo vigilante del bien público, aconsejaba el 14
de Junio del siguiente año las medidas más adecuadas para combatir el gusano,
que se había presentado en los cañaverales de Güímar.
Sin embargo del descubrimiento y
las conquistas de América, era por aquellos tiempos una preocupación constante
de la corona de España la dominación del Norte de África. Hállase entre ambas
regiones tan entretejidos sus intereses morales y materiales, tan mezcladas sus
sangres y tan próxima su vecindad, que desde el punto de vista nacional la una
es complementaria de la otra, haciéndose difícil la convivencia independiente
de las dos como lo demuestra la historia. Así se explica que los Reyes
Católicos, ante un problema de tan vital interés, a la par que agraciaba a D.
Alonso de Lugo con los preeminentes cargos de Gobernador, Justicia Mayor y Repartidor,
le exigieran el cumplimiento de los deberes que llevaban aparejadas los
honrosos gravámenes impuestos por la realeza de Adelantado de las islas de
Canaria y de Capitán General de Berbería desde cabo Guer hasta el de Boja-dor,
es decir de todo el territorio bañado por lo conocido en las islas por Mar
Pequeña o Mar Menor de Berbería. (2)
Porque las dos últimas dignidades
no eran nominales sino una contribución efectiva a beneficio de la madre
patria, una indemnización nacional dentro de las teorías de la época a cambio
de las mercedes concedidas a D. Alonso de Lugo y a la isla dejándola exenta de
toda gabela por tiempo de 25 años, y como tributación del Estado había de
pagarse sin dolo ni excusas. Por esto asombran las diatribas y lamentaciones de
algunos autores por las empresas militares tinerfeñas en la costa fronteriza de
África, como si hubieran obedecido al capricho personal de Lugo, y por el hecho
de entrar los guanches a formar parte de las fuerzas expedicionarias.
Comprenderíanse las quejas de no ser la corona la mandataria y si sólo a costa
de sangre guerreaban en Berbería, pero contribuyendo por igual los peninsulares
conquistadores y pobladores, nobles y plebeyos, así como Lugo con sus parientes
y deudos hasta el punto de morir varios de sus familiares y hasta un hijo en
opinión de historiadores, semejantes querellas más que injustas nos parecen
ridiculas.
Tampoco faltan escritores que
invocando el convenio de Los Realejos, suponen que una de las cláusulas fue no
sacar a los guanches de la isla y el Adelantado no la cumplió. Esto no es
exacto. Las bases de la paz fueron las de libertad e igualdad de derechos de
guanches y españoles y a estos principios esenciales del tratado, ni directa ni
indirectamente, jamás faltó el honorable Lugo (3). El concepto de libertad era
en el sentido de no ser esclavos, ni como tales esclavos ser extrañados de la
isla, que es lo que hacían los españoles en sus razzias antes de la conquista.
Ni tuvo ni es natural tuviera otra significación después de fundidas ambas razas
en un solo pueblo; y tanto es así, que los guanches y los peninsulares, al
igual que los demás isleños pobladores, hicieron a la vez varias
representaciones a la Corona
para que los eximieran de tan onerosa obligación, porque todos indistintamente
se creían con los mismos deberes y derechos.
Aunque la isla en 1502 no estaba
pacificada en todo el territorio y su naciente prosperidad aconsejaba no
perturbarla con designios de guerras exteriores, tales serían los apremios del
trono que el Capitán General de Berbería se vio impulsado a organizar una
expedición. No están de acuerdo los autores respecto a la fecha en que tuvo
lugar la primera de estas entradas, pues mientras Zurita asegura que en 1500
señalan distintas épocas. Quizás tengan todos razón porque fueron varias y cada
cual se refiera a diversas empresas; pero es probable, dadas las circunstancias
atravesadas por Tenerife, de que la primera expedición organizada por los
tinerfeños para asaltar la
Berbería fuera la de 1502; en la que murió, entre otros, el
conquistador Juan Grimón.
Por lo menos lo que no parece
dudoso es que en esta fecha emprendieron una correría, por coincidir con el
rumor de que el fracaso de la restauración del reino guanche de Adeje , de lo
que nos ocuparemos en los siguientes párrafos, debióse en parte a la
impaciencia de los más exaltados que no quisieron esperar a que el Adelantado
marchara a Berbería. Además hállase robustecida esta creencia porque a partir
del último mes del referido año, existe un período de tiempo encerrado como en
un paréntesis por dos fechas muy significativas, que son: la una, el asiento
del 29 de Diciembre de 1502 en el libro «Acuerdos del Cabildo», en el cual se
declara que el regimiento requería a la
Sra. de Bobadilla... «como a persona que está en lugar del
Sor. Gobernador»... que... «no está al presente en la isla»; y la otra, la
donación que figura en el libro 5°. de Datas, al folio 396; su fecha 20 de
Noviembre de 1503, de «dos fanegas de tierra en Taoro, en el término de la Orotava , a Constanza Fernández,
hija de Pedro Maninidra, canario, muerto en África por los moros». Éste fue
conquistador y poblador de Tenerife.
En el curso de los preparativos
para esta empresa en Berbería, circuló de pronto la noticia de que los esclavos
alzados habían restaurado el reino de Adeje, proclamando al rey Ichasagua, como
referimos a continuación.
* * *
La prosperidad alcanzada por
Tenerife durante el primer lustro después de la conquista, antes que disminuir
el espíritu de rebelión de los alzados o esclavos, pues de ambos modos están
designados, sirvió como de espuela para excitarlos poniendo más relieve la
lucha entre el progreso y la barbarie. En su hostilidad a la civilización,
representada por el cordón de poblaciones que ceñía la isla, procuraban romperlo
por un lado o por otro embistiendo a los más débiles, interrumpiendo el
tráfico, cayendo como bandadas de aves de presa sobre los rebaños, asaltando
los campos de cultivo, asesinando y robando cuanto podían. Cuando se convocaban
en crecido número para caer sobre una región determinada, organizábanse para
batirlos columnas de vecinos, es decir, de españoles y guanches concentrados,
viéndose a veces en la necesidad de abrir pequeñas campañas.
En rigor el general Lugo no
contaba con elementos para dominar militarmente a los alzados en su territorio,
no pudiendo invadirlo sin desamparar las poblaciones abandonándolas a las
fieras acometidas de los rebeldes. Mientras éstos se hallaban libres para
correrse con asombrosa rapidez de un punto a otro, para reunirse y
fraccionarse, las fuerzas hispano-guanche encontrábanse poderosamente
diseminadas en las poblaciones con sus familias, como vecinos propietarios y
como soldados para protegerlas llevando una vida sedentaria hasta cierto punto.
Ante estas dificultades, el
Cabildo arbitró el recurso de estimular el interés privado con éxito relativo,
como pronto veremos.
A la verdad, acontecía un
fenómeno bastante extraño. Según las tradiciones y por lo que se rastrea en los
libros de Acuerdos lo mismo a raíz de la paz que en los años sucesivos los
conquistadores hicieron frecuentes llamamientos generosos a los alzados para
que depusieran las armas reconociendo la soberanía de España, ofreciéndoles la
libertad con todas las ventajas del tratado convenido, a la vez que los conminaba
con la guerra y diferentes castigos de no acogerse a la legalidad; y no se
explica, de no concederles un imponderable sentimiento de independencia, de que
fueran los siervos o esclavos los que se sublevaran y mantuvieran en la
rebelión, rechazando todo acomodamiento a los que le trajeron la libertad.
De aquí la lucha con sus
naturales consecuencias. A los que hacían prisioneros imponían distintas penas
según sus fechorías y antecedentes, como azotes, cárcel2, cortarle las orejas,
extrañamiento de la isla y tal vez en ocasiones la pena capital, aunque no
tenemos noticias de un solo caso. Pero téngase en cuenta que por aquellos
tiempos, éstos y otros castigos más cruentos eran los que se imponían en las
naciones civilizadas hasta por meras faltas. Al parecer las penas de cárcel y
extrañamiento fueron las más se aplicaron; pero séase porque el castigo que más
temían los alzados era el de la esclavitud o porque estimaron debían
imponérselo por ingratos, o por lo ya dicho, de que no disponiendo de grandes
contingentes armados fue el hecho de que apelaron al interés privado para
dominar o localizar la rebelión acordando el Cabildo abonar por cada prisionero
alzado mil maravedíes de los aprehendidos en determinadas regiones, dejando al
prisionero en su antigua cualidad de esclavo en favor del aprehensor.
Sin embargo de este acuerdo
ordenaron en 19 de Enero de 1500, «que visto el mucho daño en la Isla de los esclavos, que
cualquiera esclavo que se huyere desde hoy en adelante, que muera por ello, y
si fuere muger que le den cien azotes y la echen de la tierra»; y en 15 de Mayo
mandaron, «.que por cuanto la isla ha estado revuelta con los alzados e estades
e hacen muchos daños a todos los vecinos de la isla, han sido tomados muchos e
son y de fuera de la tierra3 de lo cual no se podía averiguar el mal que hacen
e cual sus fechos, si de podía pagar, por ende ordenaron e mandaron que de esta
fecha no se le pida ni demande nada por lo susodicho, porque dende aquí
adelante si hiciesen algunos daños que lo paguen e por vía de justicia serán
echados de la tierra».
Pero sin duda muy pronto tocaron
los malos resultados de esta ordenanza, porque en 27 de Julio del mismo año
volvieron sobre el acuerdo «fijando pregones en la puerta de la iglesia y decía
el pregón: Manda el Sor. Teniente Gerónimo Valdés que cualquier o cualesquier
persona que fuere a busca de alzados... de cualquiera manera que los tomasen
serán suyos y él los da por bien tomados... salvo los deAdeje y Abona y Güímar
y Anaga, que por cada uno se le dará mil mrs.».
Es indudable que la esclavitud
impuesta a los alzados que aprisionaban haciendo armas contra España, fue un
castigo de carácter transitorio, no ya por lo que revela lo acontecido una
docena de años más tarde, cuanto porque todos los indicios dan la certidumbre
de que ni era materia negociable ni transmisible, ni dejó de ejercer el Cabildo
sobre ellos una especie de patronato. Sin contar con pruebas decisivas, tenemos
la impresión de que eran sometidos como a una tutela del aprehensor, que si bien
los utilizaban, pasado cierto tiempo observando buena conducta los declaraban
horros o emancipados4. Probablemente por reservarse este derecho el Cabildo
indemnizaba con mil mrs. a los que corrían los riesgos de salir a campaña.
Mas sea lo que fuere, en el
transcurso de estos acontecimientos y en medio de los preparativos de una
expedición a Berbería, como por el mes de Julio o Agosto de 1502 circuló la
grave noticia de que los alzados de los distintos reinos habían restablecido el
antiguo menceyato de Adeje o sea el trono universal de la isla proclamando rey
al famoso guerrero Ichasagua, uno de los nobles adejeros que no quiso acogerse
al tratado de los Realejos.
Cuéntase que era Ichasagua
enérgico, de poderosas fuerzas y de muy pocas palabras. Fue vencedor más de una
vez en los Juegos Beñesmares y pasaba por hombre valeroso, sereno y de gran
sagacidad. Estableció su corte en la Fortaleza de Ahiyo, entre Adeje y Arona,
señalándose aún por la falda sur de esta montaña, en Mengua la cueva Menceya
que formaba parte del auchon real5.
Tuvo tal resonancia en la isla la
proclamación del rey Ichasagua, conmovió de tal suerte a la sociedad naciente,
que comprendiendo el Adelantado todo el alcance político de un suceso de esta
naturaleza en un país no pacificado, se apresuró a tomar medidas tan rápidas
como enérgicas; empezando por ordenar la invasión del territorio de los alzados
a los contingentes destinados a Berbería y por decretar la prisión del infante
Izora o séase D. Pedro de Adeje6, que fue conducido y encerrado en la cárcel de
la Laguna. Era
este D. Pedro, hermano del rey Pelinor, y séase que se hiciera sospechoso por
su estrecha amistad con Ichasagua o por alguna otra circunstancia que se
ignora, el hecho es que recelaron de haber contribuido al movimiento de los
alzados.
Según Serra de Moratín el reino
de Adeje fue invadido por las
hispanosguanches por dos puntos distintos operando en combinación,
saltando por el puerto de Los Cristianos Jorge Grimón con 50 espingarderos y
ballesteros, mientras atravesando la cumbre desembocaba por Chasna un ejército
comandado por Guillen Castellano, Jerónimo Valdés, Sancho de Vargas, Andrés
Suárez Gallinato y Francisco Espinosa.
Cuenta la tradición que estas
fuerzas se pusieron en contacto y recorrieron el territorio sin librar una
verdadera batalla, porque obedeciendo órdenes de Ichasagua los alzados se
disolvían por todas partes; pero que no bien se fraccionaba en columnas
pequeñas el ejército invasor, se concentraban los rebeldes y caían sobre ellas
trabando encuentros sangrientos, porque ya eran muchos los alzados que tenían
armas europeas. Al par de meses de estas correrías sin resultados decisivos,
comprendió el Adelantado que con la nueva táctica del enemigo necesitaba de más
elementos de combate y de mucho tiempo; lo que no entrando en sus cálculos le
decidió a replegar las fuerzas y poner en juego la política, que tan óptimos
frutos le había rendido. También se dice de que antes de retirarse el ejército
algunos, probablemente de los guanches convenidos, habían conseguido sembrar la
discordia entre los alzados. (4)
De una de las tantas fases de
esta intriga tenemos testimonios irrecusables, en la que intervinieron el rey
de Tacoronte, sus hijos y otros personajes guanches, como veremos a
continuación, siendo más que probable tomaran también parte otros indígenas de
cuenta.
Según consta en el Libro 1a de
Acuerdos del Cabildo, el 17 de Noviembre del propio año de 1502, acordaron
«remediar de cómo se tomasen los alzados guanches que andaban por toda la
isla».
«E luego parecieron de presente
Ximón e Fernando Tacoronte e Gaspar e Francisco Tacoronte guanches, por lengua
de Guillen Castellano».
«E hicieron un requerimiento al
Sor. Alcalde Mayor Pedro Mejí-as, que estaba presente, que por cuanto por el
Sor. Gobernador Alonso de Lugo e por la Sra. Bobadilla e
Regidores les ha sido mandado que tomen los guanches alzados e ladrones, que
ellos están pronto de lo hacer e cumplir e trabajar en ello con todo su poder
con tal que les sean dados los mantenimientos y expensas necesarias y las
viandas, e que por cuanto al presente el Sor. Alcalde tiene preso un guanche
que se dice Dn. Pedro de Adeje, el cual sabe la tierra del reino de Adeje do
andan los alzados e por tanto se lo mandase dar e que ellos se obliga han e
obligaron con sus personas e bienes muebles e raíces por se lo dar cada que se
lo pediese e demandare».
«E luego el dicho Sor. Alcalde
dijo que lo requerido por los dichos guanches le parece bien, pues que le dan
fiador de la paz... que pedía a los señores Regidores le digan su parecer».
«E luego todos los dichos
regidores digeron que su voto e parecer es que al dicho que así está preso se
lo dé el dicho Alcalde a los dichos guanches para sacar los dichos alzados pues
que es... en pro de la isla».
«E luego el dicho Alcalde
respondió al voto e parecer... que dicho guanche él le tenía preso por ciertas
querellas que del dieron... y no hallando por do pueda proceder contra él por
ningún rigor de justicia... y que no lo ha soltado hasta más informar... que le
place dar fiado a todos los cuatro guanches que hicieron las dichas
obligaciones para que cada e cuando se lo pediere...».
Como de la información abierta no
resultó ningún cargo contra D. Pedro, y el Adelantado estaba interesado en
ahogar cuanto antes el foco de insurrección organizado en Adeje, como hemos
visto preparó mañosamente con el rey de Tacoronte y otros proceres guanches un
pretexto, no sólo para poner en libertad al inocente D. Pedro, sino para
utilizar su influencia sobre gran parte de los alzados.
Y como lo pensó le salió. Dícese
que precedidos por algunos mensajeros secretos, D. Pedro, el rey de Tacoronte y
otros magnates se entrevistaron al fin con muchos alzados en el lugar llamado
el Parlamento, del Valle de San Lorenzo, en Arona. Llevaban los comisionados
poderes de D. Alonso de Lugo para negociar la paz bajo las mismas condiciones
del tratado de Los Realejos, con olvido de todo lo pasado; proposición que
concluyeron por aceptar los principales rebeldes siempre que el rey Ichasagua
entrara en el concierto.
Encamináronse juntos como a media
legua de distancia, hacia el pie del caserío de Arona donde llaman El Llano del
Rey y hasta fines del siglo XVIII, en los documentos públicos, El Llano del Rey
Ichasagua como hemos visto en el archivo de la Casa-Fuerte de Adeje.
Hallábase de pie en el referido sitio el soberano Ichasagua rodeado de algunos
parciales, mirando al numeroso grupo que se le aproximaba capitaneado por el
infante Izora, cuando éste llegó a su presencia y después de dirigirle un
saludo le dio a conocer su objetivo y las proposiciones de paz. Y cuenta la
tradición que el rey Ichasagua, sin corresponder al saludo del infante Izora,
sin pronunciar ni una sola palabra, así que recorrió con la mirada las
fisonomías de todos los circuís tantes como tratando de adivinarles el
pensamiento, tiró de pronto de un puñal que llevaba al cinto y se lo hundió en
el pecho.
Así murió, de tan extraño modo,
el último mencey guanche.
Con la muerte de Ichasagua el
éxito sobrepujó las esperanzas de los mediadores; pero muchos de los alzados,
los irreductibles, se lanzaron a los bosques y fragosidades de las sierras para
seguir luchando contra los traidores y extranjeros.
NOTAS
1
Debemos observar que ya desde esta fecha empezaban a calificar a los
indígenas del siguiente modo: a los moradores en centros urbanizados los
comprendían entre los vecinos, es decir a los concentrados; guanches, a los que
siendo cristianos y reconociendo la soberanía de España, continuaban viviendo
en sus auchones más o menos cercanos de los caseríos, y gomeros a los guanches
civilizados en otras islas. La inmensa mayoría de los vecinos de Taganana eran
guanches y unos cuantos conquistadores o pobladores. Por esa tendencia a
generalizar lo excepcional hay quien dice que los actuales tagananeros proceden
de holandeses o extranjeros porque había un par de vecinos y los ven rubios,
cuando son legítimos descendientes de guanches.
2
En la información de nobleza del conquistador Jorge Grimón, con motivo
de un litigio que sostuvo con el Cabildo y de que más tarde hablaremos, a la 9a
pregunta del interrogatorio contestó el testigo Juan Leman:
«Que había ido a visitar a Jorge
Grimón que estaba preso y vio a la madre de Martín Cuete que estaba dando voces
al Adelantado que Jorge Grimón le había muerto a su hijo, que porqué no le
tenía preso con fierros y en la cárcel de los alzados, y el Sor. Adelantado le
respondió que lo tenía preso en la cárcel». (Dio a Grimón por cárcel la propia
casa habitación).
3
Creemos debemos hacer algunas aclaraciones. Por el primer edicto, del 19
de Enero, imponían pena de muerte al esclavo que hecho prisionero se huía, pero
no al esclavo o alzado que cogían por primera vez.
En el segundo edicto, del 15 de
Mayo, donde dice: «...han sido tomados muchos e son y de fuera de la tierra...;
entiéndase la frase «de fuera de la tierra», de que no pocos de los alzados se
corrían a reinos distintos del suyo; como también según la tradición, de que
volvían ocultamente muchos de los extrañados de la isla.
Por el edicto del 21 de Julio se
echa de ver que se propuso el Cabildo limpiar de resistentes los reinos de
Daute, Icod, Taoro y Tacoronte, que fueron los no excluidos para ganar la
bonificación prometida.
4
La siguiente donación indica uno de los procedimientos que empleaban
para separarlos de la rebelión y declararlos horros:
«Yo el Adelantado fago merced a
vos Fernando mi esclavo de una fanega de tierra de riego junto a la cueva e
barranco abajo para que aprobechéis della en lo que quieres con tal que no la
vendas en ningún tiempo si no fuera con mi casa, fecha a 5 del mes de Noviembre
de 1503 años» (Datas. Libro 1", folio 153).
5
En una de las datas de D. Fernando Guanarteme, rey que fue de Canaria y
conquistador de Tenerife, le hace gracia D. Alonso de cierta extensión de terrenos
y de unas «cuevas que se llaman Mengua, que lindan con un barranco de las
moradas del Rey de Abona...» (Datas. Libro 3°. Año 1522). Todas estas
denominaciones se conservan en el sitio referido y concuerdan en todos sus
particulares con la data aludida; que por cierto ofrece un error ortográfico,
pues en la original que indudablemente decía Arana, en la copia escribieron A
vana y después Abona,
6
No debe confundirse a D. Pedro de Adeje con D. Pedro Guanche que vivía
en Tamaimo, Valle de Santiago, como lo confirma la data de Juan Méndez y de su
hijo Pero Méndez: «...en el término de Daute en la cabezada del Palmar, camino
del Valle de Santiago, en la cumbre que dicho camino de Santiago a mano derecha
hasta una montaña que se llama Aróte afuer de los guanches y está el auchon de
D. Pedro Guanche con unos chupaderos para beber aguas vertientes hacia el
Palmar... vos doy como conquistadores y pobladores...» (Datas. Libro 5° y
3" por testimonio).
La situación que indica la data
está equivocada, pues el lugar a que se refiere está en Tamaimo en el Valle de
Santiago, que no correspondía a Daute sino a Adeje.
ANOTACIONES
(1) Teniendo en cuenta la escasez de fuentes
documentales referidas al número de habitantes de las islas, en general; o de
Tenerife, en particular, diversos autores han tratado de valorar el monto total
de población existente a lo largo del siglo XVI en Canarias. Así debemos citar
a: Fernández Martín, Luis: «Aspectos económicos, administrativos y humanos de
la diócesis de Canarias en la segunda mitad del xvi». Anuario de Estudios
Atlánticos. Madrid-Las Palmas: C.S.I.C./Casa de Colón, 1975 (n.° 21); pp.
95-130.
Sánchez Herrero, José: «Aspectos
de la organización eclesiástica y administración económica de la diócesis de
Canarias a finales del siglo xvi (1575-1585)». Revista de Historia. La Laguna : Universidad de La Laguna , 1973-1976 (n.°
170); pp. 71-90.
Rosa Olivera, Leopoldo de La y
Serra Ráfols, Elias: «Vecindario de la ciudad de La Laguna en el siglo xvi». La Laguna , 1949.
Moreno Fuentes, Francisca:
«Tazmía de la isla de Tenerife en 1552». Anuario de Estudios Atlánticos.
Madrid-Las Palmas: C.S.I.C./Casa de Colón, 1979 (n.° 25); pp. 411-485; y,
«Repartimientos de vecinos de La
Laguna en 1514». Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las
Palmas: C.S.I.C./Casa de Colón, 1979 (n.° 24); pp. 383 y ss.
Lobo Cabrera, Manuel: «La
población de Tenerife en el siglo XVI». Anuario de Estudios Atlánticos.
Madrid-Las Palmas: C.S.I.C./Casa de Colón, 1979 (n.° 33); pp. 379-416.
(2) La obra de obligada consulta para este tema,
es: [Antonio Rumeu de Armas. España en el África Atlántica. Madrid: Instituto
de Estudios Africanos, 1956-1957 (2 tomos). Ver también del mismo autor, «Las
pesquerías españolas en la costa de África (siglos xv-xvi)», en Anuario de Estudios
Atlánticos. Madrid-Las Palmas: C.S.I.C./Casa de Colón, 1977 (n." 23); pág.
349 y ss.].
Uno de los primeros autores que
recalcó la importancia de la huella isleña en África fue D. Buenaventura
Bonnet, en su artículo «Alonso Fernández de Lugo y sus conquistas en África»,
en Revista de Historia. La
Laguna : Universidad de La Laguna , 1933.
También un coetáneo de
Bethencourt Alfonso, D. Leandro Serra y Fernández de Moratín publicó un pequeño
libro titulado: Conquistas y aventuras de los canarios en Berbería, Santa Cruz
de Tenerife: Librería Hespérides, s. f.
(3) Esta rotunda afirmación por parte de
Bethencourt Alfonso no se corresponde exactamente con los hechos históricos
ocurridos durante y después de la conquista de Tenerife. A propósito de ello
nos matiza la profesora Marrero Rodríguez:
«En el capítulo anterior se ha
expuesto la práctica legal que condiciona la actuación de Lugo. Mas la realidad
es muy diferente; los documentos muestran que hay naturales que han sido
reducidos a esclavitud sin tener en cuenta el bando o reino a que pertenecen.
Aunque generalmente no se especifica en los documentos el reino de donde
procede el esclavo, salvo un origen guanche o natural de la isla, no obstante
algunas veces comentan también este detalle. A pesar de no ser ello muy
frecuente, los documentos nos presentan esclavos de cada uno de los nueve
bandos en que estaba al momento de la conquista dividida la isla de Tenerife.
También aparece en las cartas de venta de los esclavos la parte que
justificaría la procedencia injusta, legítima de la mercancía: «esclavo de
buena guerra y no de paces».
[Manuela Marrero Rodríguez. La
esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna : Instituto de
Estudios Canarios, 1966; pág. 35].
(4) En cuanto a las denominadas cuadrillas de
«guancheros» existe un interesante documento del antiguo Cabildo de Tenerife
que refleja el objeto de las mismas, así como su organización por parte del
Concejo de la isla:
«Parecieron Diego de Ibaute,
Fernando Tacáronte, Francisco de Villera, Francisco de Espinosa, Gaspar
Fernández, Juan Navarro, Pedro de Trujillo, Juan Alonso, Juan Valenciano,
guanches, porque les han enviado un mandamiento y así todos juntos se platicó
que había muchos guanches alzados en la isla, dañando y robando la tierra y ganados
de los vecinos, que por tanto convenía ponerse remedio en ello ordenando
cuadrillas «de su misma nación», según que siempre en esta isla se ha hecho,
mandaron que todas aquellas personas que fueren señaladas por las copias, por
sus cuadrillas de diez en diez formadas del dicho Sr. Adelantado o que sean
obligadas las tales cuadrillas dentro de dos meses a traer todos los alzados
guanches y que contra los dichos dos meses del día que se les dieren las copias
(y que así traigan los palmeros alzados, testado), so pena que los que no
fueren en los tomar dentro de dicho término que en pena de ello sean
desterrados de la isla perpetuamente, pues que se presume que.maliciosamente
ellos los sostienen y les dan de comer, porque hay esclavos que seis o siete
años andan alzados y no se han tomado y por cada uno de los que así y
entregaren en la cárcel presos que le paguen dos mil mrs., dentro de tercero
día que los entregaron y que el que se saliere de suyo a su señor, después de
salidas las cuadrillas que les paguen mil mrs. y si fuere libre malhechor y se
viniere a la cárcel que no les pague los dichos mil mrs. y para que tengan
efecto lo susodicho y sean castigados los malhechores...».
[Cabildo; La Laguna , 21 de enero de
1515: Acuerdos del Cabildo de Tenerife (Ed. de Elias Serra Ráfols y Leopoldo de
la Rosa Olivera ).
La Laguna :
Instituto de Estudios Canarios, 1965; pág. 68]. (En: Juan Bethencourt Alfonso,
Historia del Pueblo Guanche, tomo III)
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