Rocío Celis
Laboriosa.
Valiente. Irreemplazable. Indispensable para el desarrollo de la sociedad en la
que le tocó vivir. Y sin embargo, en la sombra, como invisible. Escondida entre
los párrafos de los textos de historia que han descrito la vida del pueblo
canario aborigen. Sin otorgarle más notoriedad ni reconocimiento que pasar de
puntillas por una existencia entregada a las cosas rutinarias, de la vida
diaria. Esas cosas consideradas "naturales" y "sin importancia"
por la ceguera de quien no admite que sin ellas, la vida, sencillamente, no
sería.
Me ha gustado la
exposición sobre la mujer guanche que he visto en el Museo de la Naturaleza y el Hombre
de Tenerife. O quizás sería más adecuado decir, lo que me ha revelado, y un poco
también lo que me ha conmovido. Es una muestra temporal que estará abierta
hasta el 5 de octubre y la entrada es gratuita. En la crónica que Raúl Gorroño
escribió para EL DÍA, explica algunos detalles de la exposición que puedes
buscar en la web del periódico.
A mí me llamó la
atención la distribución del espacio en la muestra, que te ubica rápidamente en
el contexto de aquella sociedad patriarcal en la que el ámbito visible, el
espacio público, el que digamos tiene el papel protagonista es el que ocupa el
hombre. Ese es el Tagoror, donde se toman las decisiones. Y luego está el
espacio privado, el ámbito doméstico, el de la mujer. El primero de indudable
trascendencia social. El segundo es el que, socialmente, pasa más
desapercibido. Y es justamente esto lo que "La mujer guanche. La fuerza de
lo invisible", que es el título de la exposición, quiere desafiar.
El papel de la
mujer guanche ha estado en la sombra. Tanto es así que los organizadores de la
exposición han insistido en la dificultad de realizarla porque las fuentes
escasean. Ellas no fueron objeto de estudios ni textos, y por eso a los
técnicos en la materia les cuesta tanto deducir lo que hacían.
Según se
explica, "el papel de la mujer en la sociedad ha sido, a lo largo de la
historia, cuidadosamente moldeado por el hombre. Pero, sin embargo, y a pesar
de que ello ha supuesto su propia invisibilidad, podemos reconocer su presencia
en los principios fundamentales que han garantizado la pervivencia misma de la
sociedad". En el recorrido se nos propone "un acercamiento a la mujer
guanche alejado de prejuicios. Solo desde esta perspectiva es posible valorar
la magnitud de su importancia".
La mujer guanche
es vital, decisiva para la evolución de sus contemporáneos, no solo por lo que
hacía, sino también por lo que sabía, por sus conocimientos. Restos
arqueológicos demuestran, entre otras cosas, el enorme desgaste físico de
mujeres que vivieron para cuidar a la familia; sembrar, recoger alimentos y
cocinarlos; mantener el fuego; acarrear leña y agua; sanar enfermos, heridos de
guerra; fabricar utensilios o crear ropa y otros objetos.
Si no fuera por
el abismo temporal, diría que hoy la sigo reconociendo. Que sigo viendo a esta
mujer guanche por la calle, en mercados o en despachos, batiendo el cobre.
Ahora reclamando lo que es suyo o luchando por conciliar. Comprometiendo su
pensión con la prole en el paro o dispuesta a innovar. Defendiendo equidad de
salarios o ideando maneras de volver a empezar. La mujer que inventa, que
organiza, que descubre, que relata, que cura o que abraza. Y que avanza para
ser visible, lejos de sombras que traten de apagarla.
Me parece a mí
que será un gran día aquel que no necesitemos ni conmemoraciones, ni
exposiciones, ni jornadas, para poner de relieve la existencia de una
desigualdad que haya sido definitivamente superada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario