Salvador González Vázquez
Introducción
En 1948, tras una travesía
azarosa de treinta y tres días, el viejo pesquero Emilio alcanzó al puerto de
Güiria, en Venezuela, con cincuenta y un canarios a bordo. Los emigrantes,
clandestina mente, habían partido desde Tenerife con la esperanza de sustituir
la miseria que se había enquistado en el Archipiélago por un porvenir mejor en
América.
La búsqueda de libertad, también,
les animó a afrontar la aventura arriesgada de cruzar el océano Atlántico de
lado a lado. No en vano, muchos de los viajeros militaron en organizaciones de
izquierdas durante la II
República y, posteriormente, padecieron la represión
ejecutada por el régimen del general Francisco Franco, en los años de la Guerra Civil y de la Postguerra.
De hecho, cuando arribaron a
Venezuela, los recién llegados manifestaron a los periodistas locales que “el
motivo de su salida de España” había sido escapar del “terror franquista”. Los
isleños mencionaron a unos impresionados reporteros los nombres de seis
compañeros de la isla de La
Palma que, hacía “largo tiempo”, habían sido “asesinados por
el gobierno del dictador Franco”: Ismael Hernández, José Miguel Pérez, M.
Zamora (en realidad, Agustín Zamora), Graciano Batista y Víctor Terraza (en
realidad, Víctor Ferraz)1.
Este trabajo pretende indagar qué
ocurrió a las personas recordadas por los emigrantes canarios y a otras más que
perecieron de forma violenta en la isla de La Palma durante la contienda española.
Los archivos militares, los
fondos penitenciarios, los testimonios orales y las memorias personales de
quienes vivieron estos acontecimientos conforman el armazón de fuentes que em-
plearemos para establecer la secuencia de los hechos e intentar explicar sus
causas.
La palabra “alzado” aparecerá a
menudo en las páginas del libro. Con este término, nos referiremos a los
defensores de la República
que se refugiaron en los montes tras desembarcar en La Palma tropas sublevadas
contra el Gobierno.
En el pasado, ya se había
empleado este vocablo para designar fenómenos de huida, desacato o resistencia
respecto a los poderes establecidos. Cinco siglos antes, se llamó “alzados” a
los aborígenes que se escondieron en el interior de la Isla , al consumarse la
conquista castellana. Más recientemente, en la Guerra de Independencia de
Cuba (1895-1898), se conoció de este modo a los isleños que marcharon a las
selvas y a los montes para sumarse a los guerrilleros independentistas que
combatían al Ejército español.
Durante la Guerra Civil , el
bando nacional impuso este nombre a los izquierdistas que se ocultaron en el
interior abrupto de La
Palma. La procedencia del término conlleva que encierre las
acepciones de prófugo y de rebelde. Ninguno de los dos sentidos se ajustan con
rigor a la naturaleza de lo ocurrido, pero la expresión caló entre los
coetáneos de ambos bandos y esta circunstancia obliga a los investigadores a
asumirla. No obstante, las comillas enmarcarán el uso del vocablo “alzado” en
este texto para indicar que incluye una proyección histórica que difiere del
significado asignado por las fuerzas perseguidoras.
1. Los antecedentes
1.1. La II República en La Palma (14 de abril de
1931-25 de julio de 1936)2
Al proclamarse la II República , en La Palma , coexistían tres
fuerzas políticas y sociales. En primer lugar, encontramos la Conjunción Democrático ,
Social, Conservadora, dirigida por el gran propietario José Miguel Sotomayor.
Sus seguidores provenían del Partido Conservador, hegemónico durante la etapa
de la Restauración
(1875-1923). En segundo lugar, actuaba el consorcio formado por liberales y
republicanos, aglutinado en torno a la figura del abogado Alonso Pérez Díaz.
Este colectivo, conocido como “alonsista”, se encuadraría, en pocas semanas, en
el Partido Republicano Palmero. En tercer lugar, hallamos el incipiente
movimiento obrero de tendencia marxista. Sus componentes acababan de fundar la Federación de
Trabajadores (1930) y la Agrupación Socialista (1931). Su principal
referente era el maestro José Miguel Pérez y Pérez.
La democracia inició su andadura
en la Isla
apoyada en un consenso que iba de la adhesión del conjunto progresista
(liberales, republicanos y socialistas) a la avenencia del colectivo
conservador. Esta conformidad se cimentaba en las ilusiones que el régimen
recién instaurado despertaba en una parte considerable de la población,
esperanzada en que la
República remediara los problemas del país y, por extensión,
despejara el futuro de los palmeros.
1.1.1. La evolución del conjunto
conservador de la sociedad palmera
El Partido Conservador representó
los intereses del caciquismo dominante en La Palma hasta 1923, año en que el general Miguel
Primo de Rivera dio un golpe de Estado para hacerse con las riendas de la Nación , que conllevó la
postergación de las orga- nizaciones políticas prexistentes. Los dirigentes
conservadores resolvieron esta contrariedad integrándose en la nueva fuente de
poder: la Unión
Patriótica , el partido único de la Dictadura. Siete
años más tarde, la marcha del dictador al exilio abrió un periodo de transición
que los círculos caciquiles de la
Isla afrontaron desmarcándose del régimen militar y fundando la Conjunción Democrático ,
Social, Conservadora.
El manifiesto que la popularmente
llamada “Conjunción” difundió, en septiembre de 1930, precisó su posición ante
el convulso momento que atravesaba España. Los “conjuncionistas” criticaban a
los gobiernos de la
Dictadura porque su mala administración había dejado al país
sumido en la inestabilidad.
Asimismo, pese a que sus
intereses prevalecieron durante la Restauración , reconocían que retornar al
desprestigiado sistema de oligarquía y caciquismo no corregiría los problemas
que atenazaban al País. A su entender, era hora de instaurar una democracia
moderada capaz de ganarse la voluntad de un porcentaje amplio de la población.
Su manifiesto proclamaba que acatarían los dictados de la soberanía nacional.
En realidad, consideraban “accidentales” las formas de gobierno. Lo esencial
era que se garantizasen principios básicos para la sociedad conservadora como
la propiedad o la religión.
Poco tiempo después, el triunfo
republicano en las elecciones municipales celebradas en abril de 1931 acabó con
la monarquía. En medio del desconcierto, los líderes conservadores decidieron
disolver la “Conjunción” y dejar paso a la marea popular que traía la
democracia3.
Sin embargo, con el transcurso de
los meses, un sector creciente del conjunto conservador vio frustradas sus
esperanzas de que la democracia trajese orden y estabilidad al país. La élite
social procedente de la
Restauración valoró negativamente que las reformas impulsadas
por los ministros republicanos y socia- listas se hicieran a costa de sus
patrimonios y en detrimento de sus principios ideológicos, sin que ello
sirviera para enderezar el rumbo nacional.
De entrada, los antiguos caciques
comprobaron cómo menguaba su influencia política al perder el control de la Delegación del
Gobierno, del Cabildo Insular y de los ayuntamientos, organismos que pasaron a
manos de sus competidores del Partido Republicano Palmero. Además, como mayores
propietarios multifundistas, se vieron amenazados por una reforma agraria que
pudo suponerles expropiaciones, pérdidas de aquellas par celas que llevaban
arrendadas más de doce años y aumento de las contribuciones devengadas por sus
posesiones. Igualmente, la
Iglesia , institución con un importante arraigo entre los
palmeros, se sintió acosada por las disposiciones del Gobierno en materia
religiosa, hasta el punto de transmitir a sus feligreses que consideraba su
pervivencia en peligro. Por añadidura, buena parte de la patronal isleña
tampoco asimiló que la legislación impulsada por los ejecutivos progresistas
diera a las organizaciones obreras el predominio en el mundo laboral.
El descontento generado por la
evolución de la República
alentó la movilización de la sociedad de derechas. Los caciques desplazados del
mando político y una jerarquía eclesiástica a la defensiva activaron sus
clientelas y sus feligresías para unirlas a los patronos disgustados y fundar
Acción Popular (1932). El nuevo partido se proponía erigirse en una potente
organización de masas, capaz de vencer en las urnas, para, una vez en el poder,
desmantelar las reformas republicanas que amenazaban los patrimonios y el modo
de vida de las clases conservadoras.
No obstante, un grupo minoritario
dentro de este entorno social estimó que crear agrupaciones de derechas válidas
para disputar elecciones en un marco democrático no era la respuesta idónea.
Bajo su diagnóstico, la democracia siempre dejaría las puertas abiertas a las
fuerzas que amenazaban a la
Religión , la
Patria y la
Propiedad , sus valores más preciados. En consecuencia, desde
1933, se decantaron por la alternativa fascista de Falange Española, partidaria
de derribar la República.
En las elecciones generales de
noviembre de 1933, la reactivación de la sociedad conservadora dio la victoria
a la Unión de
Derechas palmera, coalición que en La
Palma encabezaba Acción Popular.
Durante el Segundo Bienio
(1933-1935), la llegada al Gobierno de la alianza formada por el Partido
Republicano Radical y la Confederación Española de Derechas Autónomas
supuso una reconfiguración de la
República favorable a los postulados conservadores. Por un
lado, el nuevo ejecutivo emprendió una política represiva más intensa con el
propósito de cortar la expansión de las organizaciones obreras. Igual que
ocurrió en el resto del Archipiélago, sobre todo, tras la Revolución de Asturias
(1934), los sindicatos palmeros fueron clausurados, algunos miembros de sus
directivas encarcelados y su prensa censurada. Por otro lado, la patronal pudo
desviar los perjuicios de la crisis económica sobre los trabajadores al
disminuir los niveles salariales, al aumentar la jornada laboral y al disponer
de una mayor libertad de contratación y despido.
Sin embargo, el poder se volvió a
escapar de las manos a la
Derecha tras la victoria de Frente Popular en las elecciones
generales de febrero de 1936. Cinco años después del advenimiento de la II República , el conjunto
conservador de la sociedad isleña contemplaba como una perspectiva insoportable
la reedición del gobierno progresista que rigió el país entre 1931 y 1933.
Máxime, cuando comprobaron que las Izquierdas disponían de los recursos para
llevar a cabo su programa: el respaldo gubernativo, un parlamento favorable y
unas organizaciones sindicales y políticas mucho más expertas y consolidadas.
Las asociaciones adscritas al Frente Popular controlaban las instituciones
públicas, la calle y el mundo laboral. Definitivamente, los grupos dirigentes
de la sociedad y de la política durante la Restauración parecían
perder su preeminencia.
Semanas después de las
elecciones, en marzo de 1936, el general Francisco Franco asumió la Comandancia General
de Canarias. Su nombramiento situó al Archipiélago en la primera línea de la
conspiración que se estaba gestando contra el Gobierno de la República en todo el
territorio nacional. El Comandante General de Canarias sondeó entre antiguos
caciques y dirigentes de la derecha el respaldo social que una sublevación
militar podría congregar en las Islas. En Santa Cruz de La Palma , Los Llanos, San
Andrés y Sauces y Breña Alta se concertaron reuniones clandestinas a las que
asistieron miembros de los colectivos inquietos por el programa del Frente
Popular. A partir de aquel momento, los falangistas intensificaron su actividad
por toda la Isla. En
junio de 1936, miembros de la
Falange y de la
Unión de Derechas palmera se citaron en el despacho de uno de
sus principales directivos y acordaron confirmar su apoyo al golpe de estado
que se preparaba. En los días siguientes, llegaron al cuartel insular varias
cajas con cincuentas fusiles, destinadas a armar los civiles escogidos para
secundar la sublevación militar. El 11 de julio, Falange realizó su acción más
espectacular. La mañana de ese día, todos los ayuntamientos de la Isla amanecieron con la
bandera fascista ondeando en sus fachadas.
1.1.2. La evolución
del conjunto progresista entre 1931 y 1936
Por su parte, los republicanos y los
sindicalistas marxistas entra- ron en la II República de la
mano. Entre ellos existía un consenso basado en el deseo de apuntalar un
régimen democrático que traería libertades y derechos a los ciudadanos; que
mejoría las condiciones de vida de los trabajadores y, algo fundamental, que
impulsaría un gran plan de obras públicas (carreteras, túnel de La Cumbre , desarrollo del
puerto capitalino), capaz de modernizar la Isla , a la par que disminuir el desempleo. De
esta forma, las esperanzas depositadas en la democracia reformista soldaron al
colectivo progresista de la sociedad palmera en un acuerdo que sirvió para
asentar la República
en el medio insular.
Sin embargo, en pocos meses, la
sintonía se rompió. Los sindicalistas palmeros, de mayoritaria tendencia
comunista, entendieron que las reformas de la II República no
cumplían las expectativas de los trabajadores. En primer lugar, debido a que el
plan de obras públicas diseñado para La Palma se interrumpió antes de empezar y las
construcciones que se iniciaron no fueron suficientes para sostener la economía
insular, de modo que el desempleo creció hasta superar los 5.500 parados. En
segundo lugar, por el descontento que produjo entre las organizaciones obreras
la no aplicación de la
Reforma Agraria en Canarias. En tercer lugar, a causa de los
episodios represivos contra asociaciones de trabajadores que se sucedieron por
todo el País, y que, en las Islas, culminaron, en 1933, con los sucesos de
Hermigua.
Sobre todo, fue el escenario
socioeconómico, marcado por el aumento del paro y el cierre de la emigración a
América, la razón que llevó a los sindicalistas palmeros a desechar el programa
de reformas patrocinado por la
República y a decantarse por la opción revolucionaria que
encarnaba el comunismo. Para los comunistas isleños, la solución a la difícil
situación de los trabajadores en La
Palma no la iba a traer una Cuba en recesión, ni la abortada
campaña de obras públicas financiada por la República. Serían
la abolición de la propiedad privada y el reparto de riqueza, inherentes a una
revolución obrera, las medidas que procurarían el remedio a las privaciones del
proletariado. Así pues, el movimiento obrero se desmarcó de la II República y se
ofreció, a través de su gestión laboral y de su programa expropiador, para
proporcionar a las clases populares los medios de vida que antes otorgaba el
gran propietario o prometía la emigración. Por eso, a lo largo de estos años,
el núcleo más influyente de la élite sindical marxista reiteró su
incompatibilidad con una República que tachaba de burguesa.
No obstante, pese a este
distanciamiento persistían nexos de unión. De forma que, en vísperas de las
elecciones generales de febrero de 1936, el acuerdo entre republicanos de
izquierda y marxistas se recompuso en torno al programa reformista del Frente
Popular4. El triunfo de las candidaturas de izquierda en España, unido al
importante aumento de los sufragios en la Isla con victorias en la Capital , así como en los
municipios de Tazacorte, Breña Baja y Garafía otorgaron a las organizaciones
adscritas al Frente Popular el control de los organismos insulares de gobierno.
Al estallar la Guerra Civil de lops
españoles, la oposición al golpe de estado rea- firmó el consenso entre las
fuerzas obreras y las republicanas. Esta unidad contuvo la sublevación y
permitió mantener a La Palma
gubernamental hasta que, una semana después, desembarcaron los refuerzos
militares que inclinaron la balanza del lado de la insurrección.
ÍNDICE
Introducción
...................................................................................
7
1. Los antecedentes
.......................................................................... 9
1.1. La
II República en La Palma
(14 Abril de 1931 - 25 Julio de
1936) ............................................. 9
1.1.1. La evolución del conjunto conservador
de la sociedad palmera
.................................................................. 10
1.1.2. La evolución del conjunto progresista
entre 1931 y 1936
......................................................................... 14
1.2. La Semana Roja
..................................................................... 19
1.2.1. Sobre el nombre
.................................................................. 20
1.2.2. Los acontecimientos
........................................................... 21
2. Las razones de los alzados
........................................................ 27
2.1. Evitar la represión
.................................................................. 28
2.2. Recuperar La República
........................................................ 30
2.3. A la guerra no voy
.................................................................. 34
3. La Retirada
...............................................................................
37
3.1. Hacia el sur
............................................................................ 37
3.2. Hacia el norte
......................................................................... 43
4. Las redes de apoyo a los
huídos
(agosto 1936 - mayo 1937)
........................................................... 53
5. La persecución
.......................................................................... 59
5.1. Las fuerzas perseguidoras
...................................................... 59
5.1.1. Falange Española y Acción
Ciudadana .............................. 59
5.1.2. La Guardia Civil
................................................................. 65
5.2. El terreno socio-político de
la persecución ............................ 68
5.3. Las tácticas de la
persecución ................................................ 76
6. Agosto en los montes
................................................................ 83
7. La represión
..............................................................................
89
8. Septiembre de 1936: llega
Dolla ............................................... 95
9. Octubre: las vísperas de las
desapariciones ............................. 103
10. El Terror (noviembre 1936 -
febrero 1937) .......................... 113
10.1. La ruptura del pacto
........................................................... 113
10.2. La visita de Dolla
.............................................................. 118
10.3. Los alzados desaparecen
.................................................... 131
11. Febrero de 1937: llega Zagala
.............................................. 185
12. Los últimos
........................................................................... 205
13. La retaguardia controlada
..................................................... 213
14. Los “alzados” durante la
postguerra:
topos, evadidos, resistentes y
emigrantes ................................... 221
15. Conclusiones: la represión en
La Palma
............................... 229
15.1. El tren en la conspiración
.................................................. 229
15.2. A por la Semana Roja
........................................................ 231
15.3. A por los “alzados”
............................................................ 233
Anexo: “Alzados” y proveedores
ejecutados
durante la Guerra Civil en la Isla de La Palma
........................... 235
Fuentes y Bibliografía
................................................................ 281
Bibliografía .................................................................................
285
El 25 de julio de 1936, ocho días
después de empezada la
Guerra Civil , el cañonero Canalejas arribaba al puerto de
Santa Cruz de La Palma ,
transportando unidades militares y voluntarios falangistas procedentes de Gran
Canaria. El desembarco de los sublevados provocó que cientos de partidarios del
gobierno republicano se refugiaran en los montes a la espera de que las
autoridades redujeran la rebelión. Se les llamó “alza- dos” y algunos de ellos
se mantuvieron ocultos en el interior de la Isla has- ta 1946. Sobre ellos cayó la vertiente
más dura de la represión ejecutada por el bando franquista. Ésta es su
Historia.
Notas:
1 DÍAZ
SICILIA, Javier: Al suroeste la libertad. Emigración clandestina de
canarios a Venezuela, (1948-1951), ediciones Ynoldo Díaz, [s.l.], 2003, p. 33.
Según la investigación realizada por Néstor Rodríguez Martín sobre la
emigración clandestina a Venezuela, un tercio de los emigrantes que partieron
del Archipiélago en los llamados “barcos fantasmas” procedían de La Palma. Sobre todo en
una primera fase, la mayor parte de ellos tuvieron razones políticas para
emprender el viaje a América (RODRÍGUEZ MARTÍN,
Néstor: La emigración clandestina a de Santa Cruz de Tenerife a Venezuela en
los años cuarenta y cincuenta, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de
Tenerife,
1988, pp. 143-145).
2 Para estudiar la II República en la
isla de La Palma ,
véase: CABRERA ACOSTA, Miguel Ángel: La II República en las
Canarias Occidentales, Centro de la Cultura Popular Canaria, Tenerife, 1991 y Las
elecciones a Cortes durante la
II República en las Canarias Occidentales, Editorial
Benchomo, Tenerife, 1990; FERRAZ LORENZO,
Manuel: La Palma.
Sociedad , Educación y Cultura (1931-1939), Centro de la Cultura Popular
Canaria, Tenerife, 1997; MEDEROS,
Alfredo: La Conspiración
contra la II República
en La Palma. La
represión franquista en Las Breñas y Fuencaliente, Centro de la Cultura Popular
Canaria, Tenerife, 2007 y República y Represión franquista en La Palma , Centro de la Cultura Popular
Canaria, Tenerife, 2005; VELÁZQUEZ RAMOS,
Cirilo: Alonso Pérez Díaz: un liberal para la II República ,
Ayuntamiento de Mazo, Madrid, 1993; GONZÁLEZ
VÁZQUEZ, Salvador: José Miguel Pérez (1896- 1936), Servicio de publicaciones
del Parlamento de Canarias, Tenerife, 2005. También, “La Derecha palmera durante la II República : la
fundación de Acción Nacional en la
Isla de La
Palma ”, I Encuentro de Geografía, Historia y Arte de Santa
Cruz de La Palma ,
Patronato del V Centenario de la
Fundación de La
Palma , Santa Cruz de La Palma , 1993 y “El movimiento obrero en la isla de
La palma (1900-1975)”, Revista de Historia Canaria, Universidad de La Laguna , 2004.
3 Así, el 16 de abril, el Diario
de Avisos publicaba la siguiente nota de la coalición conservadora:
4 En La Palma , con frecuencia, la
prensa obrera designa el Frente Popular como Bloque de Izquierdas o Bloque
Popular de Izquierdas. Nosotros utilizaremos todas esas denominaciones.
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