Por: Oscar M. García Rodríguez
Su vida
José Plácido Sansón y Grandy
nació en Santa Cruz de Tenerife el 4 de Octubre de 1815. Su padre, José Sansón,
era de ascendencia francesa y su madre, Juana Grandy, de estirpe italiana. Su
padre fue don José Bernardo Sansón Díaz y Freire, regidor decano del
ayuntamiento de Santa Cruz, quién ostentó la alcaldía primero accidentalmente
en 1814, y más tarde al se electo para desempeñar dicho cargo en 1818 y 1827.
Su madre se llamó Juana Grandy del Castillo.
Tras aprender a leer y escribir,
continuó ilustrándose en su hogar con su padre, a causa del cierre de la
escuela a que asistía. A los diez años comienza a estudiar latín, aprendiendo
el francés sin maestro. A los doce se matricula en la universidad de La Laguna.
Sansón, desde pequeño, tuvo una
enorme pasión por la lectura, leyendo todo lo que caía en sus manos, en
especial historias y novelas de la literatura francesa e inglesa.
A los catorce años escribe su
primera tragedia en verso, que tituló Anacaona, en cinco actos, obra que
a lo largo de su vida reescribiría cuatro veces, según iban cambiando y
madurando sus gustos y orientaciones estéticas. Por esta época comienzan sus
amores con su prima segunda, María de la Concepción Sansón ,
con quien se casaría en 1834, al tiempo que inicia su labor de poeta lírico.
A causa de la clausura de la Universidad de La Laguna , al igual que todas
las universidades estatales, en Diciembre de 1829, tiene que interrumpir sus
estudios de jurisprudencia, que reanuda en 1834, mas no sólo como alumno, sino
que incluso llegó a dar clases de Lógica y de Moral el año de su licenciatura,
por enfermedad del catedrático Dr. don Valentín Torres.
Durante 1837 y 1838 colabora en
el El Atlante, primer periódico no oficial que se publica en Santa Cruz
de Tenerife, fundado por don Pedro Mariano Ramírez y Atenza (2). En este último
año escribe Elvira, drama romántico en tres actos y en verso, que es
estrenado en el teatro de Santa Cruz de Tenerife en Enero de 1839. Asimismo,
edita la obra Ensayo Crítico de las Obras de doña María de las Mercedes
Letona del Corral, poetisa uruguaya nacida en Montevideo en 1803, y
fallecida en Santa Cruz de Tenerife en 1831.
Se casó en 1834, sin el
consentimiento paterno, con su prima María de la Concepción Sansón
y Plassón, con la que tuvo cuatro hijos. Dos de los varones se llamaron Plácido
y el otro Andrés. Plácido Sansón y Sansón, el primero de este nombre, falleció
a los diecinueve meses de su nacimiento en diciembre de 1835. Andrés murió de
tuberculosis a los veinticuatro años de edad cuando estudiaba ingeniería. De la
hija, a la que llamaban familiarmente Concha, no hemos podido encontrar datos.
En 1841, Sansón colabora en el
periódico santacrucero El Daguerrotipo, de tendencia moderada, y publica
sus Ensayos Literarios, en dos volúmenes, comprendiendo el primero
“Poesías” y el segundo tomo “Tragedias”: Anacaona; Aben-Hamet
y Atreo y Tieste. A estos volúmenes seguirían otros dos: el tercero con Poesías
de 1839 a 1841 y el cuarto con Dramas.
En 1842 se licencia en Derecho en
la Universidad
de La Laguna ,
habiendo obtenido siempre la nota de “sobresaliente” y comienza a trabajar como
abogado. En esta época se ve seriamente alterada su salud, al sentirse afectado
por un fuerte ataque de reumatismo, complicado más tarde con otra afección,
enfermedad de la que se recuperaría, pero no sin serio menoscabo de su
proyección profesional y peculio. Escribe el drama en verso y en tres actos Hernán
Peraza, por encargo de la Sociedad Dramática de Santa Cruz, que no pudo ser
representado porque ciertas enemistades de Sansón lograron que fuera calificado
por las autoridades de “subversivo”. En este año redacta también, junto a
Rafael Calzadilla (3), la
Revista Isleña.
En 1843 es nombrado coasesor de
Rentas, y recibe encomiásticas consideraciones del conocido poeta Alberto Lista
sobre sus Ensayos Literarios. Entre otras cosas le expresaba: “Estos
versos me han electrizado; y, a pesar de mis 68 años, han renovado en mi, si no
el genio, porque los muertos no resucitan, el placer de sentir y admirar. Usted
será un gran poeta, amigo mío. Este pronóstico le dejo en herencia, ya próximo
al sepulcro. No imite usted a Byron ni a Víctor Hugo, poetas de cabeza,
corazones prosaicos. Escriba usted por sí mismo; imite el lenguaje de Rioja y
Calderón; usted tendrá un lugar distinguido y merecido en nuestro Parnaso”.
En 1844 es nombrado Fiscal, y en
1845, Consejero de Provincias. Este mismo año aprende por su cuenta, sin
profesor, las lenguas inglesa e italiana, traduciendo luego a Shakespeare,
Milton, Lord Byron, Bulwer y Petrarca.
En 1847 y 1848 forma parte de la
redacción de La Aurora ,
semanario de literatura y artes publicado en Santa Cruz de Tenerife –
publicación más importante del romanticismo canario – junto a José Desiré
Dugour, Ignacio de Negrín, Carlos Guigou, etc., en cuyas páginas aparecerán
numerosos trabajos suyos: poesías, críticas literarias, leyendas, estudios
biográficos y traducciones.
El 15 de Junio de 1850 se embarcó
para la Península ,
instalándose en Madrid, en la
Calle del Olivo, y después en las de San Antón y Vergara, no
regresando ya más a Canarias, algo de lo que se arrepintió muchas veces a lo
largo de su vida.
En la Villa y Corte, de la mano de
su amigo, el periodista y autor dramático, natural de Gran Canaria, Andrés
Avelino de Orihuela, entra en contacto con los más famosos escritores y
personalidades políticas de la época: Ventura de la Vega , Núñez de Arce, Antonio
García Gutiérrez, Agustín Príncipe, Suárez Bravo, Guerra y Orbe, Eugenio
Hartzenbusch, Eulogio Florentino Sanz, Cañete, Cea, Orgaz, Rodríguez Rubí, Ruiz
Aguilera, García de Quevedo, Cánovas del Castillo, el Marqués de Tabuérniga,
etc.
Traba amistad con el poeta José
Selgas Carrasco y juntos, en unión de otros escritores como Florentino Sanz y
Antonio Trueba, se reúnen en animada tertulia todas las noches en los cafés “El
Príncipe”, “La Iberia ”
o “El Suizo”.
En enero de 1853 entra a formar
parte como Secretario de la recién constituida Sociedad de Agricultura,
Industria y Comercio, cuyo objeto era contribuir a fomentar la riqueza pública
y particular de España, por medio de la cría de la cochinilla y del gusano de
seda, asociación cuyo primer presidente fue don Agustín de Perales, secretario
de la real cámara y estampilla de S. M. la Reina.
En 1854 publica un libro de
poesías que intituló La
Familia , dedicado a la memoria de Alberto Lista. Envía
ejemplares de esta obra a Antonio Trueba y a la famosa poetisa Gertrudis Gómez
de Avellaneda, recibiendo elogiosísimas cartas de ambos.
En 1860, José Plácido Sansón
ingresa como redactor en el periódico madrileño Las Novedades, de
tendencia progresista, del que llegaría a ser director en 1868. En 1862,
colabora en la Revista
de Telégrafos, dirigida por su paisano Juan Ravina. Y en 1864, publica la
segunda edición de La
Familia , prologada por su amigo José Selgas. Escribió
también para la Revista
de Telégrafos.
En 1865, Sansón y Felipe
Picatoste, que ya habían sido compañeros en Las Novedades, fundan y
redactan la Revista
del Movimiento Intelectual de Europa. A esta publicación invitó Sansón a
colaborar a Galdós.
Al año siguiente, colabora en el
periódico de La Habana ,
Cuba, El Mencey, mientras lo dirigió el tinerfeño Ignacio Negrín
López, con artículos para la sección denominada “Revista de Madrid”.
En 1869 toma parte en la redacción
del Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española ,
editado por Gaspar y Roig, en cuya portada apareció el nombre de nuestro
biografiado. Interviene en la traducción de la Historia Universal ,
de César Cantú, publicada por el mismo editor, encargándose de la traducción
integral de los tomos sobre Literatura y Arqueología, siendo también de su
autoría el Índice General de la obra. Por esta misma época, fue redactor del
periódico madrileño La
Atlántida.
También en este año es nombrado
Oficial de segunda clase del Ministerio de Fomento y Secretario del Gobierno
Civil de Madrid. En 1871 recibe el nombramiento de Inspector de Hacienda, y en
1872, es designado Gobernador Civil de Ciudad Real.
José Plácido Sansón murió en
Madrid, el 26 de febrero de 1875.
Su obra
José Plácido Sansón y Grandy es
un autor de transición entre el neoclasicismo del siglo XVIII y el romanticismo
del XIX. Su formación literaria inicial fue neoclásica, como reconoce en su
autobiografía inédita. Más tarde, la lectura de las obras de Francisco Martínez
de la Rosa La
Conjuración de Venecia y Aben-Humeya, y, sobre todo, Lucrecia
Borgia, le deslumbra, rindiéndose incondicionalmente a las nuevas ideas
literarias del romanticismo.
José Plácido Sansón es el
iniciador, junto a Ricardo Murphy y Meade (1814-1840), del romanticismo en la
literatura canaria, estando considerado el máximo exponente de esta corriente
literaria, y uno de los escritores más interesantes de todo el siglo XIX en las
Islas Canarias.
Sansón escribió las siguientes obras:
Anacaona, tragedia en tres actos y en prosa; Aben-Hamet, tragedia
en tres actos; Atreo y Tieste, tragedia en cinco actos; los dramas La Noche de San
Bartolomé, Zahuca (1835), Rodrigo (1836), María
(1837), Elvira (1838), obra que se considera la iniciadora del
romanticismo en Canarias; Una Mujer, Hernán Peraza, Tarde y a
Tiempo y Víctima y Juez; la comedia Pobre Ciego; la zarzuela Tres
para Una; la ópera seria Elvira; Jimena y Amor Conyugal,
cuadros lírico-dramáticos; los libros de versos Poesías (tomo I y III de
sus Ensayos Literarios, 1841), La Familia (1853), Ecos del Teide
(1871), Flores del Alma y Ecos de Ultratumba. También escribió la
novela Herida en el Corazón (1872); Al Borde del Precipicio,
comedia en prosa, y el estudio Ensayo Crítico de la Obras de doña María de la Mercedes Letona
del Corral (1839). Además de refundiciones de algunas obras de otros
autores, junto a las traducciones ya consignadas en esta biografía, tradujo del
inglés Mary Eva, Maga de la Montaña e Hipatia y Calixta; y del francés
Drama del 93 de Dumas, y parte de Los Miserables, de Víctor Hugo.
José Plácido Sansón y Grandy fue
un apasionado del teatro y es considerado figura imprescindible a la hora de
cualquier estudio del teatro canario del siglo XIX.
Su afiliación al Espiritismo
José Plácido Sansón y Grandy
redactó en vida una autobiografía que permanece aún inédita – ya mencionada –
en la cual deben encontrarse, sin duda, interesantes datos relativos a sus
experiencias mediúmnicas e introducción en el Espiritismo, tal como se deja
entrever en las palabras de uno de los máximos estudiosos de la poesía del
siglo XIX en nuestras Islas, Sebastián Padrón Acosta, el cual tuvo la
oportunidad de consultarla. Precisamente a datos extraídos de esa autobiografía
se refiere este autor, cuando en su estudio titulado “Poetas Canarios del siglo
XIX” (4), comenta lo siguiente:
“José Plácido se contagia de
las doctrinas espiritistas y se dedica a experimentos de ésta, impulsado por la
insistencia de Benigno Carballo, sujeto natural de Santa Cruz de La Palma , profesor de Economía
Política y amigo de Sansón. José Plácido en Madrid, en 1851, en una sesión de
espiritismo evoca el espíritu de Ricardo Murphy. Son interesantes las páginas
en que se narra esta época de la vida de Sansón en la Capital de España”.
Resulta notable que Sebastián
Padrón Acosta se refiera a esta afiliación espiritista de José Plácido Sansón y
Grandy, siendo él sacerdote y sabiendo la opinión sostenida por la iglesia y
sus jerarquías, salvo honrosas excepciones, sobre el Espiritismo, al que
oficialmente habían catalogado de “doctrina satánica” y otras lindezas por el
estilo. Este hecho viene a ser una palpable demostración de que tales
convicciones constituían un elemento clave e imprescindible, para ubicar
fielmente la vida y obra de este insigne poeta, dramaturgo y, en general, una
de las figuras más destacadas de la vida intelectual canaria del siglo XIX,
circunstancia que no se podía ignorar sin más.
Pero de todas formas, esa
tendencia presente en numerosos estudiosos de la vida y obra de una serie de
destacadas figuras de la historia, de soslayar intencionadamente la cercanía,
sintonía o afiliación de esos personajes, a las ideas espiritistas, no está
tampoco ausente en este autor, pues al consignar las obras escritas por Sansón
se olvida, “curiosamente”, de incluir en su lista la obra poética espiritista Ecos
de Ultratumba, recogida por Antonio Vizcaya Cárpenter en su excelente
estudio Tipografía Canaria (5). ¿Será por falta de memoria o un acto más
de “caridad cristiana” mal entendida? Por otra parte, el lenguaje empleado le
delata: “(…) Se contagia de las doctrinas espiritistas…”. A pesar de que
muchos lo quieran ver así, las ideas del Espiritismo no constituyen ninguna
“enfermedad contagiosa”, peligrosa para la salud física y mental del ser
humano, y sí, por el contrario, uno de los más grandes y trascendentales
ideales de progreso, solidaridad y tolerancia gestados en el seno de la
humanidad, portador de una enorme capacidad transformadora para el ser humano.
No disponemos de información para
poder determinar de manera fehaciente la fecha de la redacción de Ecos de
Ultratumba.
Según las informaciones de las
que hasta el momento disponíamos, la corriente de interés en torno a los
fenómenos psíquicos y mediúmnicos – que comenzó en los Estados Unidos de
Norteamérica a raíz de la manifestaciones que tuvieron por escenario la casa de
la familia Fox, en Hydesville, Nueva York, las que, subsiguientemente, se
propagaron como un reguero de pólvora por todo el ámbito territorial de ese
gran país, llegando a Europa de la mano de diferentes médiums norteamericanos
que realizaron diversas “giras” por el “Viejo Continente” – había tenido su más
temprano eco en España con la creación de un núcleo de estudios en la ciudad de
Cádiz.
Esto lo documenta Jaume Casanova
Abellán en su excelente trabajo “Desarrollo Histórico del Espiritismo en
España. Figuras Relevantes en España: José Mª Fernández Colavida”, publicado en
la revista Flama Espírita, editada por el “Centro Barcelonés de Cultura
Espírita”. Así, en su número 7, correspondiente a los meses de Mayo y Junio de
1982, se dice: “La primera noticia que hemos encontrado en relación a una
antigua Sociedad con este objeto – el estudio de la fenomenología
mediúmnica, conocida entonces con el término general de “Nuevo Espiritualismo” -,
es en Cádiz, en 1855, disuelta luego por la Autoridad Civil a
petición de la eclesiástica, siendo la primera que publicó un libro de
espiritismo antes de que se conociera este vocablo: “Luz y verdad del Espiritualismo,
Opúsculo sobre la exposición verdadera del fenómeno, causas que la producen,
presencia de los espíritus y su misión”. Su fecha data de febrero de 1857, dos
meses antes de que se publicara “El Libro de los Espíritus” de Allan Kardec. Lo
condenó el Prelado y ante su palacio se hizo el primer auto de fe con los
ejemplares secuestrados. (El Criterio Espiritista -1869-, revista de la Sociedad Espiritista
Española, dirigida por el Vizconde de Torres Solanot, lo reprodujo en sus
columnas)”.
Pero es que incluso antes,
en 1854, ya se publicaron en Cádiz dos pequeñas obras sobre el
asunto, la primera llevó por título “Las Mesas Danzantes y Modo de Usarlas.
Respuesta de los Espíritus a Preguntas que se le sometieron mediante la Tiptología ”. En el
prefacio del folleto se cuenta como se descubrió el fenómeno de las mesas
parlantes y el modo de usarlas, y luego se transcriben una serie de
comunicaciones de los espíritus obtenidas entre finales de 1853 y
comienzos de 1854 en Cádiz por este medio.
Este folleto y los hechos que en
ella se explican fueron comentados por Kardec en el número de abril de 1868 de
la Revue Spírite.
El segundo folleto, también
impreso en Cádiz en 1854, que se publicó adjunto como apéndice a la obra
“Mancomunidad, vista sintética sobre la doctrina de Carlos Fourier”, de
Hipólito Regnaud (Imprenta de la Revista Médica ), llevaba por título “Explicación
psicológica sobre las mesas parlantes. Confirmación de la teoría cosmogónica de
Carlos Fourier y de su sistema de asociación sacada por medio de dichas mesas”,
con el subtítulo: “Moral y Amor divino”.
Pero, tal como hemos recogido en
párrafos anteriores, vemos que ya en 1851 existía en Madrid un núcleo donde se
experimentaba la comunicación mediúmnica con los espíritus, núcleo al que
asistía José Plácido Sansón, y donde en cierta ocasión se invocó el espíritu de
su querido amigo y poeta Ricardo Murphy y Meade. Por lo tanto, ésta viene a ser
la fecha más temprana documentada hasta el momento, de la introducción de los
estudios mediúmnicos del Nuevo Espiritualismo, preludio inmediato de lo que
luego serían los contenidos espiritistas, en España, dato desconocido hasta
ahora.
El poeta Ricardo Murphy y Meade
(1814-1840), muerto a muy temprana edad a causa de la tuberculosis, al igual
que su hermano y también poeta Patricio, fue compañero de estudios y amigo
inseparable de Sansón, unidos por sus ideales literarios y la amistad más
cordial, que nunca se extinguió. A él dedicó Sansón el primer tomo de sus Ensayos
Literarios, publicado en Santa Cruz de Tenerife en 1841, con las siguientes
palabras: “Tú, joven poeta, a quien una enfermedad horrorosa ha arrebatado
del mundo, tu viste nacer casi todas las composiciones de este primer volumen,
tú las corregiste aplicando a su análisis el gusto delicado con que te dotó el
cielo, si algún mérito encierran, a ti te lo deben; recibe, pues, donde quiera
que te halles, el homenaje puro que te rinde, dedicándotelas, la amistad del
que te llorará eternamente. José Plácido Sansón”.
Como referimos anteriormente,
Sebastián Padrón Acosta expresa, siguiendo las informaciones recogidas en la
citada “Autobiografía” inédita de Sansón, que fue la “insistencia de Benigno
Carballo, sujeto natural de Santa Cruz de La Palma , profesor de Economía Política y amigo de
Sansón”, lo que llevó a éste a iniciarse en las prácticas y estudios
mediúmnicos. Padrón dice incorrectamente “espiritistas”, pues por entonces tal
palabra no había sido creada ni dotada de contenido, labor que le
correspondería a Hypollite León Denizard Rivail, más conocido, tras la
publicación en 1857 del Libro de los Espíritus, con el pseudónimo de
Allan Kardec. Fue este investigador quien codificó la Doctrina Espiritista
y creó el vocablo que la identifica, dándole un definido carácter que es a
menudo ignorado por multitud de comentaristas, aplicándolo no sólo
inapropiadamente sino, lo que es más grave e injusto, en un sentido totalmente
opuesto del que le dotó su creador.
Dejando a un lado algunas
consideraciones que nos sugiere el lenguaje y el tono empleado por Sebastián
Padrón Acosta en el anterior párrafo, a fuer de ser exactos hemos de decir que
Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864), había nacido en Los Llanos de Aridane,
Isla de La Palma ,
y era licenciado en Jurisprudencia por la Universidad de Sevilla.
En 1852 se doctora en Madrid, convirtiéndose en Catedrático de Economía
Política de la Escuela
de Comercio y del Real Instituto Industrial de Madrid, a la vez que se adhiere
a la escuela económica en auge por aquel entonces: la librecambista.
Benigno Carballo era amigo de
Sansón y si en ese momento estuvo interesado en las investigaciones psíquicas y
la comunicación con los espíritus, derivadas del auge del Nuevo Espiritualismo,
no creemos que conservara dicho interés posteriormente, o por lo menos no
disponemos de ningún dato o indicio que nos lo haga suponer. De todas formas,
resulta verdaderamente curioso que Carballo estuviese en París en Agosto de
1857 -a donde había viajado para estudiar la organización de la enseñanza en el
país galo, especialmente las de naturaleza técnica, una de sus grandes
preocupaciones-, coincidiendo con la marejada de interés suscitada tras la
publicación de la primera edición de El Libro de los Espíritus, de Allan
Kardec en abril de ese mismo año, obra que se había convertido entonces en lo
que hoy llamaríamos un “best-seller”. ¿Llegaría Benigno Carballo a conocer El
Libro de los Espíritus durante su estancia en la capital francesa en el
verano de 1857?.
Más tarde, esta amistad entre
Sansón y Carballo se vería, en cierta forma, comprometida a causa de
rivalidades políticas que mantenían al importante grupo de estudiantes canarios
y más tarde notables intelectuales y políticos, residentes por aquel entonces
en Madrid, en facciones divergentes, estando Sansón y Luis F. Benítez de Lugo,
Marqués de la Florida ,
progresistas, en el sector opuesto al que se adhería Carballo, el liberal. Este
conflicto tuvo su expresión más clara en la polémica desencadenada tras la
retirada del Marqués de la
Florida de la redacción de Las Canarias, revista
dirigida por Carballo, aparecida en Abril de 1863.
Las convicciones espiritistas de
José Plácido Sansón, se documentan también en la asidua correspondencia que
mantuvo con el Marqués de La
Florida. En sus cartas, se dirigía a él en estos términos: “Frère
en spiritisme, adieu!”. Marcos Guimerá Peraza comenta que por esta
misma correspondencia “se conoce que Manuel Alonso Martínez, al que
cita con frecuencia, era también espiritista” (6).
En un artículo del Vizconde
Torres Solanot incluido en el Almanaque del Espiritismo para 1873, que publicó
la revista madrileña El Criterio Espiritista, titulado “Movimiento
Espiritista en España”, se alude a José Plácido Sansón y a su obra poética de
inspiración espiritista, cuando comenta las últimas producciones espiritistas
que estaban saliendo a la luz en España: “…Y lejos de agotarse
con esto el movimiento literario, prepáranse obras nuevas para ser muy pronto
publicadas; y ya la poesía dramática, ya la lírica, en producciones de Hurtado
y de Sansón; ya el estilo sencillo y ameno de los “Cuentos”, de Corchado, ya el
correcto y grandilocuente de las obras que escriben los médiums Bassols y
Suárez, ya, por fin, otros libros próximos a su terminación, aportan su
contingente al Espiritismo, haciendo presagiar que en España, lo mismo que en
el extranjero, seguirá en progresión creciente el movimiento Espiritista”.
El argentino Florentino Barrera,
escritor e historiador del movimiento espiritista recoge en su folleto “Auto de
Fe de Barcelona” (edición del autor. Buenos Aires, Argentina, 1980), lo que
sigue en relación al protagonista de este artículo:
“Salvando de un injusto
olvido, que por causas que ignoramos se encontraba sumido, rescatamos para los
primeros puestos al poeta y escritor José Plácido Sansón, autor de “Poesías
Espiritistas”, Madrid, 1865, al que Kardec hiciera referencia en la revista;
también es el autor de “Andrés ” y “Apéndice a La Familia ”, prologado por
Joaquín Huelbes Temprado”.
Tenemos fundadas sospechas de que
“Poesías Espiritistas”, obra a la que alude Florentino
Barrera, y “Ecos de Ultratumba”, que mencionamos atrás, serían en realidad no
dos distintas, sino una única obra; es decir, el primero de los títulos vendría
a ser realmente el subtítulo de la segunda. Por tanto, si nos atenemos a este
dato, esta obra vio la luz en 1865.
Lo cierto es que ya en la segunda
edición del poemario “La
Familia ” (Madrid, 1864) se incluyen un conjunto de poemas de
nítida vinculación al ideario espiritista. Ocurre así en poesías como Esposa y
Madre, El Espíritu de Luisa, ¡Ruega Dios!, ¡No me ames tanto!, ¡Intercede por
mí!, El Ángel Custodio, Simpatías de Ultratumba, Misterio, Lo Invisible, Por
qué no Muero, Éxtasis, Fortitudo o El Amigo Invisible.
José Plácido Sansón y Grandy,
notable poeta romántico, apasionado dramaturgo, figura destacadísima de la
intelectualidad canaria del siglo XIX y pionero del Espiritismo en España y en
las Islas Canarias: personalidades de tal valía intelectual y moral engrandecen
el ideal que representan y son expresión del tipo humano que contribuye a crear
el ideario, la ética y la práctica de la Doctrina Espírita.
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