Una
expedición se propone navegar como los guanches para unir Lanzarote con La
Palma
Con una balsa construida con sus propias manos, seis
hombres quieren combatir la idea generalizada de que la población prehispánica
no se conocía entre sí ni se hacía a la mar
Saben que se harán a la mar en Lanzarote
el próximo domingo 24, pero no cuándo llegarán a La Palma. Ni siquiera si
tocarán tierra en la «isla bonita», aunque lo desean fervientemente para
probar, o mejor, para «hacer pensar» sobre la posibilidad de que los
guanches tuvieran nociones de navegación desde mucho antes de que llegase
el tiempo de la Conquista.
«Creer que no lo hacían es una
barbaridad. No existe ninguna isla en el mundo donde se afirme que los
habitantes originarios no fueran navegantes», dice tajante y con autoridad Sergio
Navío, un apellido con evocaciones marítimas suficientes como para ser la
cara visible del proyecto «Osa Menor», que con la balsa homónima —construida
por sus propias manos— surcará el mar sin otro interés que «llamar un poco
la atención» sobre lo que creen es un error de la investigación sobre los
aborígenes isleños.
La embarcación que llevará a estos tres
madrileños, dos gallegos y un valenciano entre las islas afortunadas fue
diseñada según los patrones comunes que Navío, un estudioso de la historia de
la navegación, encontró en embarcaciones antiguas de todo el mundo. «Hay
un timón, un tipo de vela y de orza que se repite con gran similitud en
distintas latitudes», explica.
La han bautizado «Osa Menor» en honor a
un trabajo publicado en 2007 por dos historiadores tinerfeños, Rafael González
Antón y María del Carmen del Arco Aguilar, «Los enamorados de la Osa Menor.
Navegación y pesca en la Protohistoria de Canarias», texto donde se defiende la
tesis de Navío: que en esa época ya existían en las islas los conocimientos
náuticos suficientes para la navegación atlántica basándose en la astronomía.
¿Y cómo se explica que exista a día de
hoy ese consenso acerca de que los habitantes prehispánicos no navegaban ni se
conocían entre sí? Para Sergio Navío, a mediados del segundo milenio «el que
dominaba el mar dominaba tierras y riquezas» y negar este conocimiento a los
guanches «era parte de la Conquista», parte de la propaganda, en tiempos
en que «lo que se transmitía desde aquí era hipercontrolado por el poder».
Pese a todo, Navío recuerda que muchas
veces se soslayan las crónicas que daban cuenta de estas habilidades por parte
de los guanches, entre ellas las de Torriani, que habla de tres rutas
de navegación. Esta ocultación «también se repite en la Conquista de
América», donde también se negó que los indígenas surcasen los mares antes de
que llegaran los españoles.
La distancia entre Lanzarote, en el
extremo oriental de Canarias, y La Palma, en el occidental, es de unas 250
millas en línea recta, pero la expedición da por hecho que su derrotero
será en cierta medida zigzagueante: «Dependeremos de los vientos y el tiempo
que nos toque», por lo que no se atreven todavía a vaticinar con exactitud
cuánto tiempo les llevará la aventura.
La rudimentaria vela, de algodón, lleva
en su centro una ilustración, obra del artista lanzaroteño Manuel Perdomo, que
representa una conocida pintadera canaria, una espiral de las que
abundan en el arte primitivo de las Islas. Con la ilusión de que el viento
sople por fin sobre el pequeño paño, estos seis hombres vivirán la experiencia
marinera como si fueran auténticos guanches, pero en pleno siglo veintiuno.
Sin troncos de drago, vale la samba
La tesis de Navío
es que los aborígenes utilizaban para sus balsas madera de drago, pero al
encontrarse hoy protegido han recurrido a la samba, de similar flotabilidad.
Estos troncos, de más de 80 centímetros de diámetro, llegan a los 12 metros en
el caso de los que conforman de punta a punta la eslora de la balsa y alcanzan
10 en los que se ubican en los laterales. Sobre la cubierta se yergue una
pequeña caseta hecha con hoja de palma por un artesano de Lanzarote donde
pondrán a cubierto los víveres con que se alimentarán y los equipos de radio
con que se ajustarán a la normas actuales. Todo ha sido hecho sin clavos,
atando los troncos con cabos de pita y de forma absolutamente artesanal.
bernardo sagastume@bersagastume
/ las palmas de gran canaria
(Archivo personal de Eduardo
Pedro García Rodríguez)
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