UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560
CAPITULO IX-XXX
Eduardo Pedro García Rodríguez
1562.
La familia de colonos flamencos
Van Dalle compran al también colono Melchor
Groennenberghe, castellanizado su apellido como Monteverde, unos
ingenios azucareros en la isla Benahuare (La Palma).
El primer Van Dalle que vino a
Canarias fue Pedro van Dalle y Cocquiel (hijo de Pablo van Dalle, señor de
Lilloot y Zuitland, caballero afamado que combatió junto con el césar Carlos V
en diversas empresas imperiales, y de su legítima mujer Ana de Cocquiel. Había
nacido en Amberes y se estableció en la isla de La Palma, donde pasaba largas
temporadas en sus posesiones e ingenios de Argual y Tazacorte, que su padre
había adquirido en 1562 por 48.000 florines a Melchor de Monteverde.
Pablo van Dalle (nacido en
Amberes en 1519) ya había iniciado el tráfico con las Islas Canarias por medio
de sus navíos, que acudían al Archipiélago para cargar abundante provisión de
azúcar.
Dos hermanos de Pedro van Dalle
siguieron sus pasos, estableciéndose en Canarias, Jerónimo, que también estuvo
al frente del negocio azucarero (de quien descienden por su hija única Jerónima
van Dalle y Senfts, casada con don Pedro Sotomayor Topete, la familia Sotomayor
de La Palma) ,
y Maria, casada en Lovaina con Melchor de Monteverde y Pruss.
Pedro van Dalle contrajo
matrimonio con Margarita van de Werbe en Amberes, muriendo ambos en Tazacorte a
principios del siglo XVII. Su descendencia masculina se extinguió en la persona
de su hijo soltero Pablo, que falleció en Tazacorte en 1623; pero se ha
perpetuado en la descendencia de sus hijas Ana y Maria. La primera con- trajo
matrimonio con el francés Nicolás Massieu y Donest, y la segunda con el conde
de La Gomera Diego
de Herrera Ayala y Rojas. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, nota a pié de página)
1562 Marzo 27.
En Cabildo colonial celebrado en
la isla Benahuare (La Palma),
se acordó tomar en cuenta a Pedro Hernández Señorino, de la pólvora que había
dado para salvas el día que bajaron a esta Ciudad las Reliquias de la Banda.
1562 julio 31.
VENTA
DE UNAS CASAS BAJAS Y SITIO EN EL INGENIO DE AGÜIMES LINDANTES CON EL CAMINO QUE SALE
DE DICHO LUGAR PARA TELDE.
Agüimes.
“Manuel Hernández y María Luis,
su mujer, vs. de la villa de Agüimes, venden
a Pedro Álvarez, camellero, est. en esta villa, unas casas bajas y sitio
que tienen en este Ingenio de Agüimes, que lindan por la parte de abajo con dicho
solar, por la parte de arriba con casa de Juan González, difunto, por un lado con cercado de Bárbola Grimón, y
por la otra parte el camino que sale de
dicho lugar para Telde, libre de censo y
tributo, por precio de 18 doblas en dinero de contado.
TS.: Hernando Alonso
y Diego Alonso, vs. de esta
villa, y Bastián
González, est. en ella.-A ruego y
por testigo, Hernando Alonso.”
(Rafael Sánchez Valerón y Felipe
Enrique Martín Santiago. Génesis y
desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI)
1562 agosto 12.
BARTOLOMÉ DE TOVILLEJA COMPRA UNA CASA BAJA CON SU CORRAL EN EL
INGENIO LINDANTE CON LA ACEQUIA
ALTA. Agüimes.
“Hernando Afonso, labrador, y María Ortiz, su mujer, vs. de esta villa,
venden a Bartolomé de Tovilleja, v.º de la misma villa, una casa baja con su
corral [roto] que tienen en este villa
en el Ingenio, que lindan de una parte
con la acequia alta que [roto]nafanos, por la banda de abajo con casa de Inés
Pérez [roto], por un lado con cueva del dicho Bartolomé de Tovilleja, y por la
otra parte con
solar de Martín de Mireles,
por precio de 12
doblas en dineros de contado.
TS.: Francisco Yanes,
Rodrigo Álvarez, Juan Martín
Castellano, vs. de esta villa.-
Juan Martín.” (Rafael Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín Santiago. Génesis y desarrollo de
Ingenio durante el siglo XVI)
// Juan baptista ympirial quenta sus esclavos aparte de fallas
su esclavo julian enpeso a svir a 4 de dizienbre devo miercoles a IIII dias
IX- dexo el svio a 21 del dho hizo nueve fallas que se anduvo en Galdar
V a 17 de heno dexo el svio torno a 23 del dho hizo sinco fallas ----
IIII a 22 de março dexo el svio hizo quatro fallas ----
II a 8 de abril hizo dos fallas ----
VI a 10 de junio hizo seys fallas ---
V a 17 del dho hizo sinco fallas ----
III a 14 de agosto hizo tres fallas ---
VIII a 13 de sete dexo el svio y se fue torno a 21 de março hizo seys mezes y ocho dias de fallas
VI a 15 de abril hizo seys fallas qstuvo malo ---
III a 6 de mayo hizo tres fallas ---
a 2 de junio fue a moya con gaspar a sacar trio a la era de su sor y no bolvio mas
7-XXI-anno de 62
Juo mulato enpeso a svir a 4 de heno de 61 sabado ---
I a 18 de março hizo vna falla ----
XII a 14 de agosto hizo doze fallas q cayo malo de puntadas ----
VII a 24 de nobienbre hizo siete fallas ---
XV a 22 de dizienbre hizo quinze fallas ---
III a 10 de heno hizo tres fallas deste anno de 62 ----
II a 14 de hebrero hizo dos fallas ---
III a 20 de hebrero hizo tres fallas ---
5-XVI a 2 de março hizo sinco mezes y diez y seys fallas q cayo malo este dia y torno al svi*o a 20 de julio deste anno ---
6-XXIX
Andres el gago enpeso a svir a 4 de heno de 61 sabado juntamente con el mulato
II a 12 de hebrero hizo dos fallas lunes y martes ---
XV a 15 de março dexo el svio torno a 31 del dho hizo quinze fallas ---
II a 8 de abril hizo dos fallas ---
5-IX a
24 de mayo dexo el svio torno a 3 de nobienbre hizo sinco mezes y
nueve fallas a 27 de mayo de 62 dexo el svio y no torno mas a el ---
5-XXVIIIDio ovejero enpeso a svir a 19 de hebro de 61
II a 22 de marso hizo dos fallas ---
II a 8 de abril hizo dos fallas ---
X a 26 de abril cayo malo q se le hincho la cara torno a 6 de mayo hizo diez fallas
IIII a 10 de junio hizo quatro fallas qstuvo malo de la barriga ---
VIII a 23 de junio hizo ocho fallas qstuvo malo de vn pie ---
XIIII a 24 de julio dexo el svio q cayo malo torno a 8 de agosto hizo catorze fallas
II a 4 de sete hizo dos fallas ---
IX a 24 de otubre dexo el svio torno a 3 de nobienbre hizo nueve fallas
VIII a 26 de nobienbre dexo el svio torno a pro de dizienbre hizo ocho fallas
a 17 de heno dexo el svio q cayo malo de camaras de las quales murio
1-XXIX
XI parese q Julian svio vn anno y seys mezes y 28 dias y hizo siete mezes y veynte y ocho fallas qdan onze mezes justos a
XI-18 pareçe q Juo mulato svio vn anno y seys mezes y diez y seys dias hizo seys mezes y veynte y nueve fallas quedan onze mezes y diez y ocho dias justos
X-25 parese q andrezillo gago svio vn anno y quatro mezes y 23 dias hizo sinco mezes y veynte y ocho dias de fallas quedan diez mezes y veynte y sinco dias
VIII 28 parese que svio dio ovejero svio diez mezes y veynte y siete dias hizo vn mes y veynte y nueve dias de fallas quedan ocho mezes y veynte y ocho dias
XL71 son todos quarenta mezes y setenta y vn dias de svio q a rrazon de veynte doblas por anno vnos con otros XXVUCCCVIII mrs
// Juan baptista Ympirial deve IOU mros q se le dieron por mandamiento de la justia ma XU
a 17 de sete por siete baras de brabante q llevo otaviano ympirial
IU080 mro s maIULXXX
por dos capotes y una jaqta q se dieron a Julian y Juo mulato
y al gago ma IUCC
por vn capote q se dio a dio ovejero y quatro pares de calsones y sinco camisas dos a Juo mulato y tres a los otros tres ma IIUDCCCXCII
por vn par de sapatos al mulato qstava malo ma UC
por onze rres q se pagaron a domingos hnes alcayde de la carsel por las costas del gago a 31 de março de 61 ma UDXXVIII
a 25 de sete por diez y siete rres q se pagaron por sacar al gago de la carsel qstava preso por huydo y los pago domingos gil ma UDCCCXV
a 12 de otubre por vnos sapatos a Juo mulato ma UCXX
por diez rres q le enbie con melchior moreno ma UCCCCLXXX
por vna fa de tro q llevo otaviano ympirial y dos q le dio por mi la sa donna clara a 15 rres ma IIUCLX
por tres camisotas y tres pares de calsones a Julian y al mulato y al gago y vn capote a Julian y una jaqta a Juo mulato este anno de 62 ma IIUCCCLXXXV
a 22 de junio 192 mros por ma libra de salsaparrilla
para Juo mulato ma UCXCII
por doze rres q pague a vno de terore q tomo al gago y quatro rres q di al alcayde de la carsel de lo q comio estando preso ma UDCCLXVIII
por doze rres q le di quando avia de yr a otorgar el poder de mi hra
y no quizo yr ma UDLXXV
por çiento y treynta y sinco abas y quinze lbs de asucar blanco q pague por el a geronimo calderin en tpo que valia a 35 rres cada aba el anno pasado de 61 como es puco y notorio no se le quta mas de a tres doblas cada aba ma CCIIUCCCC
CCXXVIUDCCXLIIII
ha de aver en la soldada de sus esclavos como en la quta parese
en la plana antes destaa ma XXXVUCCCVIII
en treynta abas de malasucar escumas y rrescumas mascabado muy rruyn q Jeronimo calderin lo tomo por rruego vno con otro a mill mros ma XXXU
en su rresto e ygualamiento desta quta que me queda deviendo como en ella parese 161U436 mros ma CLXIUCCCCXXXVI
CCXXVIUDCCXLIIII
En
canaria dies y seis de setienbre de mill e quios e sesenta e dos aos
ante mj el sco pco e tgo paressieron los sros franco
palomar e juo batista ynperial e psentaron estas quentas de suso q
dixeron a avido entrellos e han fho de acuerdo entre anbos e en la dha quenta
el dho Juo batista ynperial es alcansado y qda por debdor al dho sor
franco palomar de çiento e sesenta e un mjll e quatroçientos e
treynta e seis mrs y estos 32confiesa aver rredo del dho
sor franco palomar para en qta e pte
de pago de lo q le pertenesiere por el e su muger como herederos de la hazienda
del agaete e para lo cunplir ansi anbas partes dieron poder a las justias e
rrenon las leyes de su favor e firmaronlo de sus nonbres tgo el sor
alo herrera e jo hes e fro rruyz va tdo
se obliga Jn baptista imperial, Franco
palomar
paso
ante mi, Rro de messa scrino pco
(Natalia Batista Pérez,
Rosa González Monllor, Dan Munteanu Colán y José A. Samper Padilla.)
1562 Noviembre 9.
El Cabildo colonial de Tenerife
en sesión celebrada en estas fechas nombró gobernador interino al colono pirata
y tratante en esclavos Pedro de Ponte según recoge el historiador Antonio Rumeu
de Arma: “La primera estancia de John Hawkins en Tenerife, con ocasión de su
expedición a las “Indias Occidentales”
pasó por completo desapercibida para las autoridades locales, hasta el punto de
que ni el gobernador licenciado Plaza, ni la Inquisición, ni
ninguno de los regidores tuvieron la menor información sobre ella. A tal
extremo llegó en esta ocasión el sigilo de Ponte que pocos días después de la
partida de Hawkins, y con motivo de la muerte del gobernador Plaza, recibió el
alcaide de Adeje la máxima consagración oficial a que podía aspirar un criollo
isleño alejado de la metrópoli: el gobierno colonial interino de Tenerife. El 9
de noviembre de 1562-cuando apenas se cumplían escasas jornadas de la felonía
de Ponte- el Concejo lo elevaba, por voto unánime de los regidores, al cargo de
gobernador interino de la isla, haciendo constar en acta, para su satisfacción,
que lo hacían "por ser caballero tan
principal, tan bueno, tan sabio, rico y de pura conciencia que no hará agravio
ni aun a sus enemigos si los tuviese".
El contraste no puede ser más
evidente entre la conducta antipatriótica de Ponte y la confianza que
equivocadamente depositaban en él sus paisanos, ajenos a sus pérfidas y
vergonzosas maniobras comerciales.
Mientras tanto, John Hawkins,
habiendo zarpado de Adeje, se dirigía con viento favorable hacia las costas de
Guinea, y tras la obligada escala en Cabo Verde arribaba a Sierra Leona, con
objeto de cargar sus navíos de esclavos. Hakluyt asegura que el pirata
permaneció por algún tiempo en las costas de Guinea, donde logró capturar, por
la persuasión con los jefes indígenas o por la fuerza, más de 300 negros; sin
embargo, el mayor contingente de esclavos lo obtuvo con el uso de sus malas
artes de corsario: saqueando a los navíos portugueses en ruta. El primero en
caer en sus garras fue el capitán Veiga, al que despojó, a la altura del río
Caces, de más de 200 negros y de mercancías por valor de 15.000 ducados,
dejándolo abandonado en la boca del río Mitombi. Sucesivamente fueron
sucumbiendo, por sorpresa, a la superioridad de sus cañones otros navíos
portugueses, destacando, por su porte, uno de ellos que iba cargado con más de
500 negros, al que decidió incorporar a la expedición como único remedio
posible de conducir a través del Océano tan valiosa como pesada carga.
Además el saqueo de las
embarcaciones lusitanas le produjo un riquísimo botín en marfil, cera y
especias africanas valorado en miles de ducados.
Mientras Hawkins cruzaba el
Atlántico, en las Antillas y en el continente americano vivían alarmados, no
sólo por la constante acción de los piratas franceses, sino por las noticias de
la metrópoli sobre el posible contagio del mal a otros pueblos respetuosos con
las Indias hasta entonces. Nos referimos, como puede deducirse, a los ingleses.
Las noticias comunicadas por el embajador
español en Londres, don Álvaro de la
Quadra, a Felipe 11 sobre la salida de Portsmouth, en
septiembre de 1561, de la expedición a Guine:a mandada por John Lok,
despertaron la suspicacia real hasta tal extremo que decidió el soberano
español expedir en Madrid, el l0 de enero de 1562, una Real cédula advirtiendo
del peligro a sus dominios de América, pues aunque se decía ser el fin de los
expedicionarios ingleses el Brasil y Guinea, "se sospecha -les prevenía-que
van a otras partes".
La Real cédula fue pregonada en
todos los puertos de América, y desde entonces sus moradores vivieron en alarma
constante en espera de inevitables sorpresas.
En estas circunstancias, John
Hawkins, tras feliz travesía, compareció en las Antillas con sus navíos. Las
andanzas del pirata las podemos seguir puntualmente a través de la
documentación española que se conserva. John Hawkins visitó en esta ocasión las
costas de la isla de Santo Domingo, deteniéndose en Puerto Plata, costas de la Isabela y Monte Christi
para descargar sus mercaderías y esclavos, mientras sus talegos se re-pletaban
de barras y monedas de oro. En todos los puertos y surgideros encontró el
pirata compradores bien dispuestos., destacando en estas actividades algunos
comerciantes españoles, acaso corresponsales de Pedro de Ponte en la isla.
Varios documentos del Archivo de
Indias nos revelan interesantísimos pormenores de su estancia en América y nos
permiten reconstruir a través de ellos el itinerario exacto que siguió el
pirata en su visita a los puertos de la isla de Santo Domingo. Es seguro que John
Hawkins arribó en primer lugar a Puerto Plata, donde realizó sus primeras
transacciones con los naturales, imponiéndoles más o menos por la fuerza la
adquisición
de sus mercancías. Una carta
posterior a los sucesos, escrita en Santo Domingo por el presidente de la Audiencia Alonso
de Berrera, nos informa de algunos pormenores de su permanencia en el puerto
antillano: asegura en ella este magistrado que hacía corto espacio de tiempo
había visitado el surgidero un inglés luterano conduciendo un barco grande, una
nao, una carabela y un pataje; los primeros bien artillados y todos ellos car-
gados de esclavos y mercancías.
John Bawkins demandó que le indicasen en qué lugar podía carenar alguno de sus
buques, y respondiéndole los españoles que el sitio más indicado era el puerto
de Isabela, decidió dirigir su flotilla en busca de este refugio. El presidente
Berrera aseguraba en su carta al rey que tal indicación le había sido hecha al
pirata con el propósito de confiarle para que algún capitán de la isla le sorprendiese
y arrestase con las fuerzas a sus órdenes, impidiéndole comerciar allí.
John Bawkins no tardó en
presentarse en el puerto de la
Isabela, que era un buen surgidero natural, situado en un
paraje semidesértico, a corta distancia de los otros dos puertos de la costa
norte de la isla, ambos bien poblados: Puerto Plata, donde ya había comerciado,
y Monte Christi, donde se proponía comerciar. El capitán inglés fondeó sus
navíos, inició la reparación de los mismos y prosiguió sus tratos clandestinos
con los naturales. Es probable que durante su permanencia en Isabela Bawkins, o
por lo menos alguno de los navíos de la fiota, se separase del grueso de la
misma para comerciar en Monte Christi. Sabemos que un oficial real llamado
Cristoban de Santisteban autorizó al corsario para comerciar en uno de los
puertos de la isla de Santo Domingo, y por naturales conjeturas Santisteban
debía residir en Monte Christi.
Mientras tanto, llegaban a la
capital de la isla los avisos del alcalde de Puerto Plata dando cuenta a las
autoridades metropolitanas de la presencia de navíos de "ingleses luteranos". Ello fue hondo motivo de
preocupación para la
Real Audiencia, la que después de detenidas deliberaciones, y
con el voto en contra del oidor licenciado Echagoyen, decidió nombrar capitán
comisionado para prender al corsario al abogado Cristóbal Bernáldez, hombre
rico y prepotente tachado de converso, y con buenas influencias cerca del alto
Tribunal, como pariente del antiguo oidor licenciado Angulo. Precisamente la
oposición de Echagoyen se basaba en la condición acomodaticia del "capitán" y en la tacha de raza
señalada, aunque a decir verdad el oidor era enemigo público y declarado de
Bernáldez.
En posesión
Bernáldez de su patente de "Capitán"
se dirigió sin pérdida de momento a combatir a su enemigo, deseoso de
prepararle una emboscada. Para ello fue reclutando en villas, lugares y aldeas
a gran número de caballeros, aunque sin revelarles el fin de su comisión, para
mantener más en secreto ésta, pues a todos se limitó a comunicarles que se
dirigía a combatir a una partida de negros cimarrones.
El capitán Lorenzo Bernáldez, con
sus 70 caballeros, atravesó la isla de sur a norte por los lugares más
desconocidos e impenetrables, abriéndose paso muchas veces a machete por entre
la exuberante manigua, hasta que al fin, a miediados de abril de 1563, pudo
divisar en lontananza las siluetas de los navíos ingleses. Todas Sus
precauciones habían sido vanas, sin embargo, pues John Hawkins había sido
advertido- ¿ por quién ?-de sus andanzas y hallábase vigilante en tierra con
centinelas colocados en todos los parajes y puntos estratégicos. Mientras
tanto, el hambre y la fatiga rendían por momentos a los isleños y fue preciso
actuar sin pérdida de momento. En una hábil escaramuza dos centinelas fueron
capturados, mientras un tercero ganaba la salvación con la huída internándose
en las montañas. Al ruido de este encuentro las partidas británicas situadas en
tierra se prepararon a reembarcar, momento que quiso aprovechar Bernáldez para
batirlas en retirada. Sin embargo, al vadear Un río de impetuoso caudal varios
caballos se ahogaron y hubo que suspender la operación por imposible.
El capitán Bernáldez se mostró
entonces a los ingleses con toda su fuerza dispuesto a impedirles el operar en
tierra, mas con ello no hizo sino mostrar su propia debilidad. John Hawkins
decidió trabar inmediatas relaciones con él y para ello se valió como
intérprete del piloto Juan Martínez. Le hizo ver cómo había arribado "a esta isla por caso fortuito y
tiempos forzosos, yendo las islas Canaria donde tenia compromisos con un Pedro
de Ponte", y luego propuso a Bernáldez el rescate de los dos ingleses
por trueque "de 104 piezas de esclavos". Como vemos, el nombre
prestigioso de Pedro de Ponte vuelve a amparar los turbios negocios en que él y
Hawkins se hallaban convenidos.
En el acto ingleses y españoles
quedaron concertados, más aquélla no era sino una hábil estratagema de Hawkins
para obtener la licencia que deseaba y precisamente de un capitán del Rey,
comisionado por la Real
Audiencia para detenerlo. Cuando se iba a efectuar el cambio,
Hawkins exigió además de Bernáldez permiso para vender otros 35 esclavos más
que le restaban en los navíos, y después de largas discusiones accedió a la
demanda con el requisito previo
de una inspección en los navíos para cerciorarse de que no conducían mayor
carga humana.
Ocurría esto el 18 de abril de
1563, y siendo favorable la visita se reunieron los españoles en consejo y
decidieron que el capitán expidiese la licencia, aunque según el testimonio de
éste, con el premeditado propósito de hacer burla del corsario, pues
previamente había prohibido a los naturales, bajo severísimas penas, todo trato
y relación con el pirata.
El 19 de dicho mes el licenciado
Lorenzo Bernáldez, capitán por el Rey en el puerto de Isabela, concedió a Juan
Aquines autorización para que en el plazo de veinte días pudiese vender los
treinta y cinco negros "que vos
quedari e caben de la cierta parte de los ciento cuarenta que tenedes en
vuestros navios", con la amenaza de ser ofendido si en dicho plazo no
abandonaba la isla. El 7 de mayo se pregonó este permiso en Monte Christi,
colonia española situada en la costa septentrional de Santo Domingo, algunas
leguas al este del cabo Francés.
El citado permiso, por su fecha y
por su texto, nos revela a Hawkins dando cima y remate a su empresa, después de
haberse deshecho de la mayor parte de los esclavos, hasta el punto de saturar
el mercado antillano.
Debió contribuir al éxito
indudable de la operación la rebaja en el precio de venta de los esclavos,
fijado por una Real cédula de 1556 en 100 ducados como precio máximo. J ohn
Hawkins, sin duda, debió beneficiarlos muy por debajo de la tasa, o por lo
menos compensar a los compradores con obsequios y regalos en mercancías
inglesas.
La extraña conducta del capitán
Bernáldez fue rematada con otra decisión extemporánea. En vez de vigilar el
cumplimiento exacto de lo estipulado, decidió abandonar la Isabela a renglón seguido
para dar cuenta a la
Audiencia del resultado de su comisión, circunstancia que
aprovecharon los ingleses para vender buena parte de los negros ocultos y que
no desaprovecharon-pese a las amenazas-los vecinos de Santiago, Monte Christi y
Puerto Plata para adquirirlos. De tal manera saturó Hawkins el mercado
antillano, que todavía le quedaron en los navíos un centenar de esclavos sin
posible colocación.
Por su parte, el pirata
británico, deshecho de su lastre humano, cargó sus dos navíos., el Salomon y el Swallow de cueros y azúcar, sin contar las valiosas cantidades de
perlas, oro y plata que cual verdadero tesoro conservaba como fruto; principal
de sus cambios.
Sin embargo, la cantidad de
cueros y azúcar que contrató Hawkins debió ser tan considerable que, no
bastándole para conducirla sus propios navíos, fletó o aprestó por su cuenta
otras dos embarcaciones: una urca y una carabela. La primera pertenecía a un
individuo de La española apellidado Martínez-acaso pariente del piloto de la
expedición-, y la segunda, por nombre Sancto
Amaro pudiera ser muy bien la nao apresada en Sierra Leona en la primera
etapa de la expedición.
John Hawkins, con la tranquilidad
que le daba el brillante resultado de su audacia, tuvo el impudor de
consignarlas ambas a Sevilla, según la versión corriente, aunque nos inclinamos
a creer que sería por la vía de Canarias, con el propósito de que Ponte
legalizase la situación de ambas antes de su arribo a la capital andaluzá, pues
otra cosa sería pecar de excesivamente cándido.
Entregado el mando de las
embarcaciones a Thomas Hampton y a Pedro de Strado, respectivamente, John
Hawkins pudo verlas zarpar satisfecho, mientras él permaneció todavía breves
días en la isla ultimando preparativos.
A las autoridades españolas les
entregó en depósito, y para responder de los derechos del fisco sobre sus
transacciones, una carabela y los cien esclavos negros de los que no había
podido deshacerse; y después de obtener de ellas certificados acreditativos de
su buena conducta en las Antillas, alzó velas satisfecho, internándose en el
Océano con rumbo a las Canarias... (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
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