UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560
CAPITULO IX-LXVII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1568.
La organización social del trabajo en los ingenios
azucareros canarios (siglos XV-XVI)
ABSTRACT
This
study shows the characteristics of the population that worked in the
plantations and sugar mills in the Canaries during the first century after
colonization. The workforce comprised qualified personnel: technicians and
officers, generally from Portugal
or more specifically from Madeira, the general
body of paid workers, basically colonists, and the slaves, mainly of African
origin. We analyze the qualitative and quantitative importance of each of these
groups, from the end of the fifteenth century until the middle of the
sixteenth, in each of the four “sugar islands”. Although the slaves were a
major part of the workforce, they were not much more numerous than free workers
in the plantations and mills, in contrast to the situation in other Atlantic territories
involved in the production of sugar.
Key
words: Canary Islands. Sugar mills. Social Groups. 15th-16th centuries.
RESUMEN
En este trabajo se muestran las especificidades propias
del elemento humano que intervenía en las plantaciones e ingenios canarios en
el primer siglo de la colonización. Las fuerzas productivas estaban compuestas
por el personal cualificado, técnicos y oficiales, generalmente de procedencia
portuguesa y más concretamente madeirense, el conjunto de los asalariados,
fundamentalmente colonos, y el personal esclavo sobre todo de origen africano.
Analizamos la importancia cuantitativa y cualitativa de cada uno de los grupos
desde finales del siglo XV hasta mediados del XVI en las cuatro “islas del
azúcar” y, en el caso de los esclavos, si bien constituyeron un sector
importante, su número no fue muy superior al del personal libre vinculado a las
plantaciones e ingenios, a diferencia de lo que acaeció en otros territorios
atlánticos vinculados a la cultura del azúcar.
Palabras clave: Islas Canarias. Ingenios
azucareros. Grupos sociales. Siglos XV-XVI.
The Social Organization of Work in Sugar Mills of the
Canary Islands (15th-16th centuries) Ana Viña Brito La organización social del
trabajo en los ingenios azucareros canarios (siglos XV-XVI) 360 En la España Medieval
2006, 29 359-381
La caña de azúcar tuvo una importancia decisiva en el
devenir histórico de las Islas Canarias. Los cambios estructurales acaecidos
tras la incorporación de este Archipiélago a la corona castellana llevaron aparejados
la implantación de nuevos modelos socio-económicos cuyos antecedentes
encontramos, como es obvio, en el territorio peninsular, aunque también el
referente inmediato será la isla de Madeira.
Sin embargo, las comparaciones que se han establecido con
esta isla portuguesa al igual que entre el modelo canario y el americano se han
basado fundamentalmente en comparaciones empíricas o en la intuición y ello ha
llevado a afirmar que Canarias ha sido un continente en miniatura de lo que
sucedió posteriormente en el continente americano, teoría que, desde nuestro
punto de vista, debe matizarse. Si bien es verdad que encontramos una serie de
elementos comunes en los tres ámbitos geográficos, cada territorio presenta sus
propias especificidades que vienen determinadas por las características físicas
y humanas de cada uno de ellos. Así, en este último aspecto, cabe simplemente
recordar que Madeira era un isla deshabitada que se puebla con gente del
continente europeo y, con posterioridad, con importantes aportes de esclavos
canarios y africanos. En el archipiélago canario la población aborígen que
permaneció en el territorio se fusionó rápidamente con los colonos y, la mano
de obra esclava, con ser importante, no constituyó el grueso principal de la
población; por su parte en el mundo americano la simbiosis de culturas es una
de las características de ese territorio.
Para que el cultivo de la caña de azúcar sea viable y
genere rentabilidad es necesario tener en cuenta una serie de condicionamientos
tanto físicos como humanos: superficie, producción, ingenios y personal, junto
a una reserva forestal, disponibilidad de agua y condiciones de suelo y clima.
Los propios condicionantes físicos en el caso de Canarias es uno de los
primeros aspectos a tener en cuenta, pues establecen diferencias sustanciales
con el territorio madeirense y americano, pero sobre todo es en el elemento
humano donde podemos verificar significativas divergencias tanto cuantitativas
como cualitativas. En Canarias el sistema imperante era la explotación directa
y contratos a partido, mientras en el mundo americano predominaba una economía
colonial de plantación.
En esta exposición vamos a centrarnos en las fuerzas
productivas de las haciendas e ingenios azucareros de Canarias en la primera
mitad del siglo XVI, pues la importancia de las “islas del azúcar” en el
contexto internacional dependió en buena medida del personal que intervenía en
sus distintas fases, sin olvidar la acción intervencionista de las autoridades
para controlar todo el proceso productivo desde la plantación hasta la
comercialización del producto1. Legislación y capital mercantil serán asimismo
elementos básicos en este complejo proceso, pues en términos generales la
economía azucarera canaria fue una empresa elitista, no en vano desde el inicio
del repartimiento en cada una de las islas las mejores tierras y en mayor
volumen se dedicaron al cultivo de la caña de azúcar. Además, la plantación y
el complejo que lleva aparejado, supuso una enorme inversión de capital que
sólo podían afrontar capitales dotados de liquidez, en que los mercaderes
unidos a grandes propietarios desempeñaron un papel prioritario. Una rápida
visión de estos grandes propietarios, muchos de los cuales estaban inmersos en
la comercialización del producto, nos permite observar como son ellos los que
conforman la mayor parte de la elite dirigente en las Islas2.
Tierra, trabajo y poder son tres de los elementos que
definirán la estructura económico-social de las Islas Canarias inmersas en el
cultivo azucarero y específicamente las de Gran Canaria, La Gomera, La Palma y Tenerife, aquellas
que por sus condiciones naturales eran aptas para el cultivo de caña de azúcar.
En principio contaban estas cuatro islas, tres de realengo y una de las de
señorío, con las características bioclimáticas adecuadas, sin olvidar que la
fabricación de azúcar se veía limitada por la situación y ciclo vegetativo de
la planta y, también, que la aceleración en el proceso de fabricación iba
estrechamente unido a las innovaciones tecnológicas, con un importante proceso
de adaptación a las fuentes de energía disponibles y a las técnicas.
Obviaremos las referencias a la llegada de caña a las
Islas y al proceso de cultivo, pues disponemos de una amplia bibliografía al
respecto3 y nos centraremos en el desarrollo de las fuerzas productivas que
laboraban en las plantaciones. No incidiremos tampoco en los propietarios ni en
los mercaderes, responsables en última instancia del proceso de
comercialización, sino que fijaremos nuestra atención en el personal que
interviene directamente tanto en el cultivo como en la producción de azúcar.
Un primer punto a tener en cuenta, es la atracción de
población que supuso este complejo agroindustrial desarrollado en las Islas y
responsable directo de la configuración de los futuros núcleos urbanos, como
fue el caso de Telde en Gran Canaria.
Era éste un poblado importante en época aborigen donde se
asentaron diversas familias de pobladores en la llamada Vega de Telde, dotada
de una gran fertilidad siendo la actividad básica de sus moradores en los
primeros momentos el cultivo de la caña de azúcar; el caso de Moya o de Arucas,
en esta misma isla, que justificaron la erección de sus parroquias por el auge
del poblamiento gracias al cultivo de la caña, o el de Los Sauces en La Palma, por sólo citar
algunos ejemplos. En esta localidad el primer núcleo de población se estableció
en la zona de San Andrés en la costa y los ingenios en la zona más alta, en Los
Sauces, donde moraban los trabajadores, pero poco tiempo después el aumento de
población originó la creación de un nuevo núcleo urbano donde se ubicaban los
ingenios. Esta dinámica es común a todas las islas como se observa, por
ejemplo, en el sur de Tenerife, en Adeje, en la segunda mitad del XVI, pues la
instalación de un ingenio en esta zona junto a la casa fuerte del señorío,
originó el surgimiento de un nuevo núcleo poblacional.
Al igual que se ha afirmado para el territorio americano,
en Canarias donde había un ingenio había un pueblo, apoyado por la administración
que tenía interés en mantener una población estable, pues no cabe olvidar que
el ingenio, al menos en los primeros momentos, era sinónimo de prosperidad y
estabilidad. Sin duda, el azúcar fue determinante para la nueva sociedad que se
instaló en las Islas, siendo responsable directo de la organización social del
espacio.
Por lo que repecta a las fuerzas productivas que
intervienen en la caña de azúcar en todas sus fases, es necesario significar
que, en el caso de Canarias, a diferencia de lo que había sucedido en el área
mediterránea, la mano de obra no estaba formada por un conjunto de trabajadores
asalariados que en épocas determinadas acudían a la plantación o al ingenio, ni
tampoco era totalmente esclava como sucedía en el mundo americano4. Si encontramos
un cierto paralelismo con el modelo madeirense5, aunque en este territorio se
produce un aumento incesante del número de esclavos que traerá consigo que ya
en los primeros años del siglo XVI la mano de obra sea fundamentalmente
esclava, mientras que en Canarias predominará un sistema mixto, explotación
directa con asalariados, contratos a partido y trabajo esclavo. El binomio
azúcar-esclavitud está presente en Canarias, al igual que en otros lugares
donde este cultivo fue prioritario, pero ni cuantitativa ni cualitativamente
supuso el contingente principal de los trabajadores relacionados con la caña de
azúcar.
En Canarias desde fines del siglo XV cuando se implantó el
cultivo en Gran Canaria hasta finales del XVIII cuyo cultivo pervive en La Palma, podemos diferenciar
en el elemento humano de las plantaciones e ingenios varios grupos sociales: el
personal cualificado, los trabajadores asalariados y los esclavos, pues todos
ellos intervenían directamente en las distintas fases del proceso productivo, labores
de plantación, zafra, molienda, hasta la obtención del producto final, azúcares
y derivados.
No sabemos con exactitud el total de personas que
trabajaban en las plantaciones y en el ingenio, salvo datos aproximados que
podemos extraer de diversas fuentes, testamentos, repartos de bienes, pleitos,
etc., e incluso de algunas descripciones de viajeros de pasadas centurias, como
por ejemplo la obra de Frutuoso quien manifiesta que el ingenio de Pedro Serón
en Telde mantiene más de seis meses al año, período que duraba la zafra, a más
de 150 hombres, sin especificar si eran libres o esclavos.
Respecto al origen de las fuerzas productivas en las
plantaciones e ingenios azucareros de Canarias, cabe señalar que los
portugueses eran, sin duda, los más deseados para poner en marcha la nueva
economía implantada en las islas, pues de Madeira vinieron los primeros brotes
de caña y los técnicos para su puesta en cultivo y procesamiento, pero junto a
ellos hay otros grupos importantes como los italianos, algunos de ellos
financieros de la conquista y beneficiarios de datas, que controlarán en los
primeros momentos todo el ciclo productivo y serán portadores de técnicas e
instrumentos comerciales y crediticios6. Junto a los italianos destaca el grupo
de los flamencos que tienen en las islas agentes y factores de importantes
casas comerciales, además de ser grandes propietarios7. En menor número están
los franceses relacionados con el azúcar y los ingleses generalmente asociados
a mercaderes de otras nacionalidades para el transporte de azúcar. A partir del
XVII comienza a destacar el grupo de los holandeses que sustituye, en parte, a
los flamencos de la primera época y, por último, entre los extranjeros que
encontramos en las islas desde el inicio del cultivo de la caña de azúcar
habría que señalar a los procedentes de la costa africana, aunque éstos forman
parte de la población esclava8.
En lo que atañe a la población aborígen conocemos muy
pocos datos sobre su participación en este sector económico, en principio se englobarían
en el grupo de los esclavos, aunque también encontramos algunos asalariados.
La organización social en el ingenio abarcaba desde los
propietarios de cañas e ingenios que constituían la elite y era un grupo
reducido, el personal cualificado y no cualificados, los asalariados y los
esclavos, pero también encontramos una serie de oficios directamente
relacionados con este producto, como eran los almocrebes, herreros,
carpinteros, etc.
Por lo que respecta a la división técnica de la mano de
obra, al igual que había ocurrido con las primeras plantas que arribaron a las
islas, el personal cualificado del ingenio procedía en gran parte de Madeira.
Son abundantes las referencias a los maestros de azúcar de esta procedencia, lo
que era lógico pues el cultivo en esta Isla había formado especialistas que con
posterioridad se trasladaron a Canarias. Se detecta la presencia, desde épocas
tempranas, de portugueses y madeirenses que fueron beneficiarios de datas y por
tanto propietarios de tierras dedicadas a caña de azúcar9.
En otras ocasiones los encontramos como trabajadores
asalariados y por supuesto es significativo el grupo de trabajadores
especializados ya fuera en la construcción de ingenios, así como también, más
propiamente, en las labores de transformación de la caña en azúcar, como fue el
caso de Leonel Rodrigues a quien encontramos en la isla de La Gomera como maestro de
azúcar por un periodo de doce años10. Es de reseñar la importancia de la
población portuguesa como mano de obra para los ingenios, sobre todo en
Tenerife y su llegada masiva tiene lugar a partir del año 1506, pero también
eran en su mayoría de esta procedencia los encargados de la construcción de
ingenios, como fue el de Taganana, encomendado a Diego Sardinha y este mismo
origen tenía el carpintero que intervino en su construcción llamado Luys
Afonso11.
Si la recepción de personal especializado para el ingenio
en Canarias procedía fundamentalmente de Madeira, las Canarias pasarían a ser
posteriormente “exportadoras” de personal cualificado sobre todo hacia el
continente americano12, es decir, encontramos el mismo proceso en el cultivo y
exportación de caña así como en el personal cualificado, siendo Canarias para
el Nuevo Mundo un punto de referencia obligatorio pero no existió un mimetismo
absoluto, pues por ejemplo en el caso de
La
Española o de Puerto Rico, si bien los técnicos azucareros
eran sobre todo canarios, pronto comenzaron a formarse en la misma isla,
eliminando en gran medida la importación, lo que contribuiría a abaratar los
costos de inversión en los ingenios13.
Entre estas concomitancias señalamos no sólo el personal
técnico sino también en aspectos relativos a la legislación como se observa,
por ejemplo, en la forma de diezmar los azúcares en Santo Domingo o en México;
en este último lugar el obispo de Taxcala apeló al caso de Canarias para
diezmar los azúcares en Veracruz en 1538, 14, por sólo citar dos casos, o
también en las cantidades del producto percibidas por los dueños de ingenios
respecto a los dueños de cañas. En los contratos realizados sobre este aspecto
en las Antillas se hace referencia a que los dueños de ingenios obtengan la
mitad al igual que se hacía en Canarias.
En el Archipiélago Canario generalmente se alude
indistintamente a plantaciones e ingenio y más concretamente a este último
englobando en este término la tierra de cultivo, lo que no significa que no
encontremos propietarios de tierras de caña que carecían de ingenio, pero no el
caso contrario. Con la finalidad de seguir una evolución diacrónica
diferenciaremos el personal de las plantaciones del que intervenía en el
proceso de obtención del azúcar, cuyas labores estaban estrictamente reguladas
en el ordenamiento local15, mientras que para los esclavos, que era el
contingente principal del complejo agroindustrial y cuyo aumento está en
consonancia con el aumento de la producción, de la demanda y, por supuesto, el
abaratamiento de los costes en aras a aumentar los beneficios de los
propietarios, no podemos conocer exactamente cuántos se dedicaban a cada una de
las tareas y en que fases del proceso su intervención era decisiva, salvo datos
puntuales de algunos ingenios.
Junto a los trabajadores directamente implicados en la
obtención de azúcar, personal cualificado y esclavos, se hace presente otro
personal relacionado indirectamente con el producto en alguno de sus estadios,
como eran los acarreadores de leña y aquellos dedicados a otros oficios cuya
presencia era significativa en el ingenio.
Llamamos la atención sobre aquellos que desempeñaban su
actividad en oficios del metal, carpinteros, etc., pues como hemos señalado las
plantaciones de cañaverales y los ingenios azucareros constituían una
microsociedad en la que estaban presentes todos los grupos y sectores sociales.
Iniciaremos el análisis del elemento humano que intervenía
en las haciendas azucareras o en los ingenios16, en primer lugar con el
personal cualificado y, posteriormente, el resto de los trabajadores, ya fuese
personal asalariado o esclavos.
La primera mención es para el mayordomo de la hacienda,
encargado de la vigilancia de todos los trabajos tanto en la plantación como en
el ingenio, y en aquellas plantaciones en las que no existía ingenio la figura
representativa era el mayordomo de los cañaverales. Uno y otro, además de la
vigilancia del personal, estaban encargados de la coordinación de todos los
procesos y llevar las cuentas de las entradas y salidas. En el ingenio de
Agaete, en el año 1503, figuran Juan Moreno y Pedro de Olarte como mayordomos
del “engenio e fazienda” quienes debían dar cuenta de los “gastos e espensas
que se an fecho en el dicho engenio e fazienda e de los açucares que della an
procedido…”17. Esta figura del mayordomo, a finales del siglo XVI, va a ser
sustituida por la del apuntador, cuyo salario, por ejemplo, en los ingenios de
Argual y Tazacorte quedó fijado a fines del siglo XVI en 150 ducados al año.
Un personaje clave que si bien no formaba parte
propiamente del personal del ingenio, su actuación será determinante a las
órdenes del gran propietario, era el administrador
que en algunos casos figura como mayordomo de la hacienda,
pero en otras es independiente, y cuya actuación abarcaba todas las propiedades
de la hacienda:
aguas, tierras, casas, pertrechos, etc., y eran ellos y no
los propietarios del ingenio quienes efectuaban los conciertos necesarios para
el desarrollo de todas las actividades en la hacienda, desde la plantación
hasta la transformación y exportación, teniendo a su cargo los libros de la
hacienda en los que se anotaban los gastos y beneficios de la misma18, como fue
Pantaleón Casanova en el ingenio de Los Sauces a principios del XVI o en el
ingenio del Adelantado del Realejo de Taoro, cuya administración detentará
Alonso Rodríguez, en sustitución del anterior mayordomo Juan Duarte que fue
enviado a La Palma
a otro de sus ingenios, y que tendría “cargo de su ingenio y de todos sus
aparejos, cobres, pertrechos, administre a los esclavos y esclavas a su
servicio…” 19. El administrador del ingenio alcanzó tal protagonismo que en
ocasiones se confunde con el propietario del mismo y su presencia en el ingenio
es constatable, desde los primeros momentos, cuando el propietario no reside en
el lugar como fue, entre otros, el caso de Gabriel de Socarrás, desde el año
1502, en las propiedades de Pedro de Benavente en el ingenio de Los Sauces20.
Otro personaje decisivo en el proceso previo a la plantación y a la instalación
del ingenio era el maestro de sacar agua, pues ya señalamos que la caña de
azúcar se inserta dentro de una red de irrigación. Generalmente los salarios de
estos maestros de sacar agua se abonaban mediante la concesión de tierras21,
aunque también tenemos referencias a contratos en los que se estipula la
cantidad en metálico a percibir, como se deduce del poder especial que Gonzalo
Yanes, hacedor de Juan de Monteverde, da a Lesmes de Miranda y a Cristóbal de
Espinosa, yerno de éste, para cobrar de Juan de Monteverde la cantidad de
39.810 maravedís que estaba obligado a pagarle el primero de abril del año
1556, “de la segunda paga de la acequia que Yanes y los susodichos
realizaron”22. Estos maestros de sacar agua se encargaban de la construcción de
acequias “por gravedad que vayan al peso, de ahí que las mismas tendieran a
ajustarse a la topografía del terreno conforme a la ley de gravedad”, para
llevar el agua desde los arroyos cercanos a las plantaciones y, asimismo, eran
los encargados de ejecutar las acequias menores que recorrían las plantaciones.
También competía a estos especialistas llevar a cabo o dirigir la fabricación de
los estanques y cubos para saltos de agua para el molino, distribución de las
cantoneras, etc., así en el ingenio de Argual la rueda del ingenio y los
molinos de moler pan eran movidos por la fuerza del agua conducida por la
acequia levantada sobre pilares y arquería de piedra y ladrillo, cuyos restos
aún permanecen. La construcción de embalses y canalizaciones generalmente se
efectuaba con tea fina aunque también era frecuente el uso de barbusano,
aceviño y mocán y se ha estimado que un canal de 14 pies, en el año 1549, costó
66 y ½ maravedís. En el caso de los estanques, podemos señalar que por la
ejecución, en un año, de un estanque de 30x20 pies y 8 palmos de alto se
abonaron 20 doblas, por sólo citar algunos ejemplos.
La escasez de agua en las islas, trajo consigo que estos
“maestros de sacar agua” fuesen determinantes incluso antes del inicio de las
plantaciones y a lo largo del ciclo productivo pues la caña exigía un regadío
cíclico y constante. Tampoco podemos olvidar que la ubicación de algunos cultivos
en el cauce de los barrancos provocaba, en ocasiones, su desbordamiento siendo
necesario efectuar nuevas plantaciones y canalizaciones de las aguas23.
La construcción de una red de irrigación constituía una de
las principales y más cuantiosas inversiones que debían asumir quienes optaban
por este cultivo, pues en Canarias
primaran los ingenios movidos por agua y aunque encontramos algunos de tracción
animal, su número es muy inferior.
Entrando ya de lleno en el personal que intervenía
directamente en la plantación y en el ingenio tenemos que mencionar que, antes
de procederse a la plantación de las cañas, encontramos a los obreros
encargados de las labores preparatorias de la tierra, fundamentalmente el
desmonte de las mismas o como aparece en la documentación competía a estos
trabajadores “despedregar las tierras”, es el caso, por ejemplo, de Juan de
Soria que dio, en el año 1510, a Antón García y a otro trabajador 7000
maravedís, por limpiar y desmontar una suerte de tierra24, o el caso de Alonso de
Mora que en el año 1511 había gastado 3000 maravedís en desmontar y despedregar
4 fanegas de tierra; a veces el contrato para la preparación del terreno
estipulaba el pago en numerario y en especies, como se deduce del efectuado
entre Diego Rodríguez, cantero, y Alonso Rodríguez, quienes se obligaron con el
mercader Antón Ruiz, para “limpiarle y despedregarle un pedazo de tierra” que
tenía en Taganana por precio de cinco doblas de oro, dos fanegas de trigo y un
cuarterón de higos25. A continuación intervenían los encargados de abrir los
surcos y efectuar la plantación y el regadío. Sirva como ejemplo el contrato
para el heredamiento de Agüímes entre Juan de Ávila y Francisco López para
plantar la vega de Aguatona de dos suertes de caña por un tiempo de iba desde
la plantación hasta la cosecha de tres esquilmos o cosechas”26.
Ana Viña Brito
En la España Medieval
2006, 29 359-381
ISSN: 0214-3038
Universidad de La Laguna. Tenerife
Continúa en la entrega siguiente
No hay comentarios:
Publicar un comentario