2002 enero 15.
Carta de los hijos de Hupalupa
A finales de 1998, una tranquila
mañana nos sorprendió la noticia: presentación del catálogo de la colección
Hermógenes Afonso de la Cruz. El acto en cuestión se había realizado el día
anterior ante los medios de comunicación de toda la Isla; nosotros —su familia—
quedamos al margen de todos los preparativos y posterior celebración. En el
catálogo destacaron a la figura de Hupalupa como un donante y también reconocía
el mismo Cabildo Insular de Tenerife que la colección se había incautado de
forma incorrecta. Nosotros, en ese momento, tuvimos una sensación agridulce, ya
que a pesar de que la publicación implica un cierto reconocimiento al trabajo
de nuestro padre, nos sentimos, por otro lado, distantes y agraviados por no
haber sido, como mínimo, invitados a la presentación del libro. Nuestra
reacción fue ir inmediatamente a la persona responsable y contarle nuestra
sensación; la respuesta, aparentemente, fue de apoyo y se nos prometió que el
Cabildo iba a contar para cualquier acto relacionado con la labor de
Hermógenes, con su familia.
Desde que nuestro padre comenzó a
recuperar a través de su trabajo de campo aquellos gánigos o vasijas guanches
que hoy se encuentran en el museo, todo el mundo conocía sus hallazgos.
Incluida la propia María Antonia Perera Betancort, jefa de Patrimonio Histórico
del Cabildo Insular de Lanzarote, que trabajó durante años para calificar dicho
material arqueológico. No se trataba de ningún secreto, ¡todo el mundo lo
sabía! Antes de que ocurriera todo esto, concretamente en el año 1995, cuando
mi padre aún vivía, trató de ponerse en contacto con responsables destacados
del Museo Arqueológico dependiente del Cabildo Insular de Tenerife. La
intención era llegar a un acuerdo con el mismo y donar la colección, siempre y
cuando se le reconociera su trabajo y no cayera en el olvido. En ese momento,
él mismo donó una pieza considerada muy importante; se trataba de un encendedor
encontrado en Las Cañadas del Teie. Poco tiempo después de las conversaciones,
una tarde en la que se encontraba trabajando en la que era una finca del Sur de
la Isla, apareció la Guardia Civil junto a un grupo de técnicos enviados por la
Dirección General de Patrimonio. El trato que hubo hacia su persona no se
correspondió a la actitud que el Cabildo tuvo con otros donantes. Ese pudo ser
el principio del fin de Hupalupa.
Enero del 2002, hoy, ayer..., nos
encontramos en la misma situación. Pero esta vez están agotando nuestra
paciencia. La marginalidad que sufrió Hermógenes en vida es hereditaria. De
hecho, en el acto donde se inauguran las nuevas instalaciones del museo entre
las que se encuentra la sala de donantes, organizado de nuevo por nuestro querido
Cabildo Insular, sus hijos Chaxiraxi, Ruymán y Yaiza, y su mujer, Amparo, no se
consideran personas gratas, según palabras textuales del mismo jefe de
protocolo del Cabildo. Somos la única familia que no está invitada al acto. A
nosotros nos duele mucho no formar parte de un acontecimiento que sentimos como
nuestro.
Hemos pasado por alto que no nos
pidan la opinión sobre cualquier acto conmemorativo referente a la memoria de
Hupalupa (plaza, homenaje, colección, etc.), pero no pensamos seguir asi. Conocernos
perfectamente el juego político de los "nacionalistas".
Hoy en día, en cualquier
institución hay muchas personas "alimentándose" de ese nacionalismo
por el cual luchaba Hupalupa en tiempos en los que ser nacionalista no era
rentable. Ahora es fácil encontrar un mártir que no proteste porque está bajo
tierra. Pensamos que nos tienen miedo, al igual que se lo tenían a nuestro
padre. Pero queremos reafirmar nuestra postura: tanto mi madre como nosotros, y
a pesar de las adversidades, somos personas libres e independientes con
nuestras ideas y principios, nuestra dignidad es tan grande que ni la censura
que promueve el Cabildo, ni los culichihis que vociferan por los pasillos del
mismo nos van a callar.
Aprendimos una lección muy grande
de Hermógenes, escribir; el arma de la palabra es el patrimonio que nos dejó en
herencia. La usaba él en aquellos momentos de rabia y también de pasión, por
eso estamos aquí reivindicando su palabra, nuestra palabra. ¡Viva Canarias
Libre!»
Ruymán, Yaiza y Chaxiraxi_Afonso Higuera.
(Archivo personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
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