UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560
CAPITULO IX-XXXVII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1564 Mayo 6.
A. C. T.: Libro 11 de Reales
Cédulas, núm. 45, fol. 49 v. Carta ejecutoria emanada del Consejo del Rey sobre
el nombramiento de los tenientes de 1a isla de La Palma por el gobernador de
Tenerife, dada en Madrid el 6 de mayo de 1564
Se impuso como condición, para
evitar los abusos mencionados, que 1os tenientes de gobernador en La Palma tuviesen que ser
letrados y forasteros, y que para evitar 1a ruina de 1os propios de la isla los
gobernadores no la pudiesen visitar sino una sola vez durante su mando, con
objeto de acabar con la costumbre de la visita anual, que arruinaba las arcas
municipales. Pero realmente fue una excusa para
aumentar la dependencia de la metrópoli de esta parte de colonia. (En:
A. Rumeu de Armas, 1991)
1564 Junio 25.
141.- Sepan quantos esta carta
vieren como yo Juan Gonzales, vo de esta isla de T., e Malgarida Alvarez, su
muger, yo M. A. con su licencia, placer etc. vendemos a vos Antonio Gonzalez,
mercader, vo de esta isla, conviene a saber unas casas que habemos e tenemos en
esta ciudad de piedra y teja que son a las espaldas del monasterio de Santa
Clara de esta ciudad, que lindan por la una parte el arroyo e por la otra parte
casas de Gonzalo Hernandes e por la otra parte el camino real que va hacia la
huerta del Obispo y por la otra parte un corral de Hernán Pérez y asimismo
dobla y media de tributo que en cada un año nos son obligados a dar e pagar a.
H., yerno de Diego Pérez, pagado por el día de Santiago del mes de julio de
cada un año impuesto sobre unas casas de su morada del dicho Gonzalo Fernández
que son en esta ciudad a las espaldas del monasterio de Santa Clara, linde con
las casas que así vos vendemos e con las casas de H. P. e con el camino real
que va a la huerta del Obispo al redemir cuando le dieren 211/2 doblas de oro
de valor cada una de 500 mrs. juntas en una paga como se contiene en la
escritura de tributo que pasó ese obligó por presencia del escribano público
yuso escrito, véndida buena, sana e verdadera por las dicha casas de 65 doblas
y el tributo por precio de 211/2 doblas quitado él 10 monta 86112 doblas de la
dicha moneda de que somos contentos y entregados a nuestra voluntad por quanto
a nos los distéis e pagastéis en dineros de contado por presencia del escribano
y testigos de yuso escritos, de que yo Juan del Castillo, esc. púb. de yuso
scripto doy fe por quanto por mi presencia y de los testigos de yuso escriptos
A. a. dio y entregó a J. a. e M. A., su muger, 861/2 doblas y ellos las
recibieron de él en dineros de contado, e nos J. a. e M. A., su muger,
confesamos ser el justo valor y precio de las casas y solar que así vos
vendemos e de los dichos maravedís tributo las 86112 doblas y caso que valga
más de la tal demasía y más valor vos hacemos gracia e donación etc.
Hecha en la noble ciudad de San
Cristóval en 25-VI-1564. Testigos: Juan Gómez de Cañizales, Gonçalo González e
Bartolomé González, vo de esta isla, y porque dixeron que no sabían escribir a
su ruego firmó Juan Gómez de Cañizales. Por testigo, Juan Gómez de Cañizales.
Pasó ante mí Juan del Castillo, esc. públ. E yo Pedro del Castillo, escribano
público del número de esta isla de T. por su Magestad, lo fiz escribir e sacar
de uno de los registros que me fueron entregados por Juan del Castillo, mi
padre, escribano que fue de esta isla, en cuyo oficio yo sucedí, y en
testimonio de verdad fiz aquí este signo.
En la noble ciudad de San
Cristóbal que es en la isla de T. en 25-VI-1564 en presencia de mí Juan del
Castillo, escr. públ. del número de esta isla por su Magestad real, pareció
Antonio Gonçález, mercader, vo della, y dixo a J. G., vo de esta ciudad, que
presente es-
taba que ya sabía como hoy dicho
día por presencia de mí, el dicho escribano, le había hecho venta de unas casas
en que al presente estaban, que son a las espaldas de la casa de Santa Clara y
monjas de ella, linde con el arroyo del agua y calle real y corral de Hernando
Pérez y otros linderos que pues presentes estaban en la dicha casa, aunque él
de su propia autoridad pudiera tomar la posesión le pedía y pidió se la dé y J.
G. dixo que es así verdad y que le daba y entregaba la casa y la posesión de
ella y lo tomó por la mano a A. G. el qual lo metió dentro de la casa y corral
de ella y dixo que la entregaba y
entregó la tenencia y posesión de
ella y A. G. se paseó por ella y cerró y abrió puertas de la casa y echó fuera
a personas que en ella estaban, todo lo qual dixo que hacía y hizo en señal de
posesión y se llamó señor y verdadero poseedor de las casas y se dio por
contento de ellas y pidió a mí, el escribano, se lo dé por testimonio como pasó
y así me lo pidió y requirió. Testigos: Juan Gómez de Cañizales, Gonzalo
Gonzales y Bartolomé Gonzales, vos de esta isla. Pasó ante mí, Juan del
Castillo, esc. públ.
E yo Pedro del Castillo, esc.
públ. del número de esta isla de T . por su Magestad, la fize escribir e sacar
de uno de los registros que me fueron entregados por Juan del Castillo, mi
padre, esc. públ. Que fue de esta isla, en cuyo oficio yo sucedí, y en
testimonio de verdad fiz aquí este signo. (Datas de Tenerife, libro V de datas originales)
1564 Julio 24.
Por renuncia de don fray Melchor
Cano, fue nombrado obispo de Canaria don Diego de Deza, natural de Sevilla,
hijo de don Nicolás Tello, caballero del orden de Santiago, consejero del rey,
y de doña Isabel de Deza. [...]
Pero el nuevo obispo sevillano se
hallaba tan gustoso en su patria y temía tanto las incomodidades del mar que,
con pretexto de sus achaques, no encontraba ocasión de ir a las Islas, ni tenía
valor para apartarse de .la Giralda. Desconsoladas ya las Canarias con la
ausencia de sus pastores, se consideraron en la necesidad de encargar a sus
mensajeros cerca del rey este importante punto, por artículo de instrucción.
Había dado principalmente motivo
a la solicitud un largo entredicho, sucedido en La Palma por los años de 1564.
Fue el caso que, habiendo intentado el deán y cabildo de Canaria extraer de
aquella isla los granos de los diezmos, se opuso resueltamente la ciudad, a
causa de la escasez que allí se padecía. Formóse competencia, criáronse autos,
y el ardimiento de los ánimos dio lugar a que el licenciado don Diego Padilla,
que al mismo tiempo era gobernador del obispado, deán y canónigo, pusiese toda La Palma en entredicho. Esta
imprudencia se llevó con católica y aun con heroica resignación. La justicia y
regimiento no hizo más que despachar un mensajero a la corte, el cual obtuvo
del nuncio de su Santidad, el reverendísimo Alejandro Crivello, letras
cometidas a nuestro obispo don Diego de Deza (que siempre residía en Sevilla),
por las que le mandaba levantase aquel entredicho; su fecha en Madrid a 24 de
julio de 1564. [...][...]” (Viera y Clavijo, 1991)
1564 Noviembre 8.
En estas fechas arriba al puerto
de Adeje en Tenerife una flota al mando del mercader, tratante en esclavos,
corsario y pirata John Hawkins, donde siempre era bien recibido por su socio en
los negocios piráticos y esclavista, el colono Pedro de Ponte, dueño de los
ingenios azucareros de la zona, pero en aquella jornada el corsario padecería
alguna inesperada sorpresa. Los naturales y criollos, en guardia de seguro
contra anteriores asaltos piráticos, le recibieron armados hasta los dientes,
ya que cuando intentó desembarcar en la playa vióse amenazado de cerca por
ochenta milicianos que con arca-
buces, picos y espadas le
obligaron a retroceder, pese a sus insistentes avisos de paz.
Por fin pudo Hawkins entenderse
con el capitán o jefe de aquella desordenadas huestes y le hizo conocer su
nombre, condición, su vieja amistad con Pedro de Ponte y sus pacíficos
propósitos. Avisado Niculoso de Ponte por los naturales, Hawkins fué
inmediatamente recibido con la cordialidad de siempre, trasladándose a caballo
a la casa-fuerte para alojarse en la misma. Dábase la coincidencia de que Pedro
de Ponte moraba por aquellos días en Santa Cruz de Tenerife, y así es que fué
preciso enviarle un emisario reclamando su inmediata presencia en Adeje para
calmar las inquietudes del pirata e iniciar los pasos necesarios para la
reparación de los navíos dañados por el temporal-en particular el Jesus of Lubeck, cuyos mástiles estaban
rotos y para el aprovisionamiento de los mismos.
De las entrevistas entre John
Hawkins y Pedro de Ponte en la casafuerte tenemos buena información inglesa por
la relación del viaje, escrita por John Sparke, de la tripulación del Jesús of Lubeck, publicada por Hakluyt.
Sabemos por ella que la recepción
que le dispensó el alcaide de Adeje fue cordial en extremo y tan efusiva que
más parecía acogida de hermano que recibimiento al socio comercial o al amigo.
Los navíos de Hawkins fueron, como siempre, abastecidos de víveres y agua desde
la casa-fuerte, y los consocios no pudieron reprimir en sus conversaciones la
expresión del temor que a ambos embargaba sobre 1os riesgos que tales aventuras
les podían proporcionar para el futuro. No falta, sin embargo, quien su-ponga
que en aquella ocasión fue Pedro de Ponte el que levantó los ánimos del pirata,
dándole a conocer las últimas noticias llegadas de las Indias y hasta
prometiéndole anticipar por su cuenta los avisos oportunos para allanarle y
preparar el camino.
Pero la estancia de John Hawkins
en Tenerife en 1564 no la conocemos tan sólo a través de la documentación
inglesa, sino que también la española nos informa, aunque someramente, sobre el
particular. El extracto de un proceso incoado por el teniente de gobernador
licenciado Juan de Rada, el 14 de noviembre de 1564, contra "Juan Aclés capitán yngles [que] ha
hecho muchos delitos en deservicio de S. M. y los que con el vienen [que] son
luteranos...", nos informa de ciertas particularidades de su estancia
en Tenerife. Sabemos, por ejemplo, que Alonso Morán, alguacil, había denunciado
a los que "con el trataron y
contrataron en la dicha isla [ya] que demas de ser corsarios y piratas y
enemigos de su magestad el dicho Juan Acles y su gente eran luteranos. .."
No se alude para nada todavía en el proceso a la persona de Pedro de Ponte, y
de ello es preciso deducir que los que con él "trataron y contrataron" tuvieron que hacerlo forzosamente en
Santa Cruz de Tenerife. Sin duda el pirata, después de su estancia en Adeje,
visitó la actual capital de la isla pata terminar de abastecer los navíos y
llevar a cabo algunas transacciones.
Dos de los testigos de la causa,
Meilchor de Torres y Francisco Núñez de la Peña, declaran sin ambages que John Hawkins y sus
compañeros eran todos herejes y luteranos.
Conocemos, además, de la segunda
estancia de John Hawkins en Tenerife
percances que debieron ocurrirle con la Justicia real y acaso con
el Santo Oficio de la
Inquisición.
Por una carta de embajador español en Londres don Diego Guzmán
de Silva, referente a la correspondencia activa que sostenían Hawkins y los
Ponte, que él había logrado co-nocer, sabemos que en una de las cartas Pedro de
Ponte "le aconsejaba [al pirata] que le enviase información por la cual
constase que unas esclavas y ornamentos y otras cosas que al Aquines la justicia
le había secuestrado y depositado en poder del Pedro de Ponte no eran suyos
sino de otro para que se los volviesen. ..
Si recordamos ahora las
facultades que con arreglo a la
Real cédula de 9 de octubre de 1558 tenían la Justicia real y el Santo
Oficio de España en Canarias para visitar todos los navíos extranjeros que
arribaban a sus puertos, se comprenderá que al ser hallados, en noviembre de 1564, a bordo del Jesus of Lubeck varios esclavos
africanos (seguramente intérpretes para la caza de negros), cuya trata estaba
prohibida a los extranjeros, y ornamentos usados de iglesia fuesen
inmediatamente secuestrados por la
Justicia real y depositados a petición de Hawkins en poder de
Pedro de Ponte. Por un hecho verdaderamente casual las denuncias de Silva
aparecen perfectamente comprobadas en el proceso de 1564, demostrando además
cómo Hawkins negociaba en América con los ornamentos sagrados del culto
católico, de los que habían sido despojadas las iglesias de la Gran Bretaña. "Juan Acles-declara el sumario-traxo a
la ysla de Tenerife un cofre de vestimentas de iglesia y las vendio al dicho P
[ edr ] o de Aponte, y estas vestimentas se traxeron aqui a Canaria, como nueve
capas, las quaes parecian aberse usado y servido antes y lo que de ello se
colige es que como en Inglaterra no se dize misa ni selebra el culto divino, el
dicho Juan Acles como luterano las debio tomar o robar de algun monasterio o
yglesia".
Finalizada la estancia en
Tenerife, la flota combinada de Hawkins y de Carlet zarpó el 15 de noviembre de
1568 y se dirigió a cabo Blanco, en la costa africana, donde, según la versión
inglesa, comerció Hawkins con los pescadores portugueses, obteniendo de ellos
abundante provisión alimenticia; sin embargo, la documentación española
desmiente el trato pacífico, transformándolo en empresa vandálica. Consta por
las declaraciones prestadas por algunos pescadores ante la Inquisición de
Canarias que John Hawkins, llevando como práctico a su factor en Berbería
Enrique Núñez (a quien debió recoger en Tenerife), penetró violentamente en el
puerto de Angla de Santa Ana "con quatro navios muy artillados a punto de
guerra y abordaron a quarenta navios que alli estaban de pesqueria, los quales
eran cristianos: castellanos y portugueses e los hicieron
fuerza a que les diesen cierta
cantidad de mantenimientos. ..".
De Berbería la flota siguió
derivando hacia el sur, aunque el maridaje de Hawkins con Carlet perjudicó al
primero, pues este último se opuso resueltamente a saltear en Cabo Verde con
objeto de no contrariar a los "jefes" amigos, de los que obtenía
abundante provisión de oro.
Separadas a partir de ahora ambas
flotas, John Hawkins pudo llenar ampliamente su cometido en las costas de
Guinea cargando los navíos de abundante provisión humana, hasta que el 29 de
enero de 1565 zarpó de Sierra Leona para las Indias llevando a bordo más de 400
esclavos africanos. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1564 noviembre 27.
CONTRATO DE SERVICIO DE CUATRO CABALLOS CON SU
ALMOCREBE PARA ACARREAR CAÑA Y LEÑA EN
LOS INGENIOS DE TELDE Y AGUIMES
“Francisco Hernández, carpintero, v.º de
la isla, se obliga a servir a
Cristóbal Díaz y Diego Hernández, vs. de la isla, en los ingenios de Telde y
Agüimes, en toda la zafra de 1565 con
cuatro caballos (uno rucio, otro mor- cillo, otro castaño y otro calzado) con
su almocrebe, en acarrear caña y leña y todas las otras cosas que le mandasen,
a precio [roto] cada bestia de 77 mrs. cada día. Si algún tiempo estuviere “p_zado” el ingenio y echaren [roto], ha de dar media fanegada de cebada y
su paja para el mantenimiento de las bes- tias, o remiel y afrecho. El precio
se pagará en esta manera: luego 15 dbs. en un libramiento aceptado de Bernardino
de Veintemilla; el resto, según vaya sirviendo. Díaz y Hernández
pondrán las herraduras y han de descontar de precio 40 mrs. por herradura.” (Rafael
Sánchez Valerón y Felipe Enrique Martín
Santiago. Génesis y desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI)
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