Doctor (en pedagogía) Antonio Javier Gómez Jiménez
29 de septiembre 2015
A modo de introducción: ¿Qué estará y está sucediendo u ocurriendo
realmente en el Estado España? Ese país que trocó una dictadura casi en una
feria pasando de un régimen sin libertades políticas y sin partidos políticos
oficiales (con un Partido Comunista y un Felipe González en la clandestinidad),
en 1975, a muerte del militar golpista Franco F., hacia una monarquía
parlamentaria, con democracia representativa?
El PSOE (ahora con Perico Sánchez), el Pp (con Mariano R.), y los
partidos nacionalautonómicos diversos (en Euskadi, Canarias, Catalunya...) han
gobernado o simulado gobernas los recursos disponibles. Esos gobiernos y
gobernantes o gobernadoras han sido representantes tras elecciones sucesivas en
urnas. Los parlamentos central y autonómicos en casi 40 años desde 1978 (año de
la consti de Juan Carlo I el mataelefantes con perdón) se han repartido los
escaños en esa Democracia Representativa.
En 2014 surge un partido como Podemos fruto del menchevique desencanto
con la democracia representativa. Impulsándose una corriente breve y alterna de
democracia participativa asamblearia en círculos de la ciudadanía.
A este respecto, volviendo a Catalunya, siento tener que corregir a uno que pudo haber sido presidente de España, Alfredo P. Rubalkaba. Cuando Alfredo, del partido exsocialista español, llama irresponsable a Mas, yo le pregunto: ¿Tú qué harías si más de un y millón y medio de personas salen a la calle pidiendo independencia? ¿les hubieras vuelto la espalda?
CATALUNYA HA PUESTO EL DEDO EN LA LLAGA: EL SISTEMA ELECTORAL ESPAÑOL ESTÁ TRUKADO, PORQUE LOS ESCAÑOS DE LOS PARLAMENTOS NO SE CORRESPONDEN CON LA SUMA REAL DE VOTO. POR MUY REAL QUE SEA LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA. LUEGO SE KEJAN DE VENEZUELA O DE CUBA, PERO ALLÍ POR LO MENOS NO ESTAFAN AL ELECTORADO.
El conflicto entre democracia representativa
y democracia participativa más allá del simple voto cada cuatro años, se ha
visto demostrado en Catalunya recientemente el 27 de septiembre.
Cuando el nacionalismo español ve que los
resultados y las cuentas no le son del todo favorables (el independentismo, por
ejemplo, ha sumado 72 escaños, frente a los 63 escaños de representantes
nacionalistas españoles) argumentan que eso no es democracia participativa
(pues no vale la mayoría absoluta en número de escaños cuando no existe una
mayoría absoluta en votos reales). Y se apoyan en esa simple y artificial
democracia representativa (votos en urna cada cuatro años) para decir que no es
un parlamento democrático pleno en el caso de que los partidos elegidos no
satisfacen sus intereses. El caso es que este tipo de argumentos por parte de
determinados políticos y partidos, no hacen más que generar estupefacción en
toda la población, pues según sean unos u otros los resultados, tales
burócratas de la política salen con el argumento que más les interesa. Y lo que
no queda claro al votante de a pie de la ciudadanía sea de la clase social que
sea, de la región que sea, de la edad que sea, y del sexo que tenga, a qué
sistema se está jugando: democracia representativa o democracia participativa.
Más peor se pone la cosa cuando quienes no quieren ir más allá de la democracia
representativa (PP, PSOE, Ciudadanos, incluso ahora Podemos e IU) defienden
oficialmente la democracia representativa y de la noche a la mañana quieren
hacernos creer que estábamos jugando a la democracia participativa, cuando
estas últimas elecciones -aunque fueran anticipadas- eran de entrada una
elección autonómica más de las tantas que ha existido. De hecho, si la mayoría
en votos se hubiera dado para las fuerzas independentistas, hubieran
argumentado que no era un referéndum. Pero como por escasos miles de votos no
han sumado la mayoría en votos, pero sí en escaños, ahora afirman que han
perdido el plebiscito independentista, aunque hayan ganado en escaños. Es
decir, está claro que en las fuerzas conservadoras, que son las españolistas y
anti-independentistas, hay una doble moral. Y hacer política con doble moral no
sólo es una estafa intelectual, sino de una pobreza dialéctica insultante para
la inteligencia de la población y de todas las instituciones, medios de
comunicación incluidos. Al final, lo cierto es que las elecciones del 27S
seguían el esquema de la democracia representativa, no participativa (con
listas abiertas), y las fuerzas representativas, aunque no hayan conseguido por
pocos miles de votos el 50% más uno en papeletas a favor, el 47 y casi 48% de
los votos a favor, le otorgan 72 escaños catalanistas, frente a 63 escaños de
representantes españolistas. Por lo tanto, es de tramposo para querer siempre
ganar -típico de burgueses- cambiar las normas del juego sobre la marcha, para
aunque sea evidente que has perdido, aparentar que el otro no te ha ganado, y
de sobras.
Y digo más, si seguimos las normas de juego
incluso burguesas, partido a partido político, confrontando los unos con los
otros, hay un partido que ha arrasado y multiplicado por tres, por cuatro y
hasta por cinco y por seis, los votos que suman los partidos que hayan apoyado
sectores de la masa votante. Lo miren por donde lo miren, el independentismo ha
ganado. Y además ha ganado porque de haberlo querido, incluso, hubiera tenido
más del 50% de votos directos. ¿Qué hubieran dicho entonces? Ellos sabrán... en
las próximas generales, si el PP saca más votos que PSOE o Podemos por
separado, dirán que son los reyes del mambo... Pero si PSOE y Podemos se
juntan, y les quitan el chollo, dirán que eso no es democrático. Lo mejor de
todo eso, es que quienes tienen clara la interpretación de la realidad, no
tenemos el potaje mental de la burguesía, que esquizofrénicamente adopta un
discurso para ponerse la máscara que le interesa según lo que hagan los
otros... Un problema evidente de trastorno de personalidad. La burguesía debería
tomarse en serio la terapia psicológica, y no saltarse las tomas por cuestiones
de vicios etílicos, bodas, bautizos o comuniones. Es muy poco serio.
Esta burguesía siempre tan fanáticamente
capitalista, cuando se les dice que en Cuba, por ejemplo, hay una democracia
popular y participativa (donde los delegados que ocupan escaños se eligen cada
cuatro años en barrios, etc.), dicen que eso no es democracia. Que democracia
es democracia capitalista representativa. Pero cuando en su propio país, como
España, la democracia representativa no sale como le tenía previsto en las
urnas, invocan la democracia participativa más plena de sumar votos, no
escaños, aunque sea por un día. Doble moral e hipocresía, dos virtudes de la
burguesía, con síndrome capitalista, alergia al trabajo y al sudor y al
esfuerzo. Virtudes que no tienen pero no se cansan de cantar que son los únicos
portadores...
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