1813 enero 27.
Desde la hermana República Oriental del Uruguay, un
grupo de descendientes de canarios miembros de la Asociación Islas Canarias de
Maldonado nos ha hecho el honor de enviarnos la obra "Canarios en la
región de Maldonado ", del profesor Daniel Delgado Clavijo. Una auténtica
joya histórico- documental que nos ilustra sobre el establecimiento en aquellas
tierras americanas, en el año 1813, de 761 hijas e hijos de Lanzarote, aunque
se aprecian inexactitudes en las cifras dadas de tripulantes y pasaje arribados
en los bergantines "Silveira" y "Santa Bárbara".
De la lectura de este
meritorio trabajo de investigación histórica se revela que estas expediciones
fueron protagonistas de un atropello lamentable y vergonzoso, en la bahía de
Montevideo, causado por las autoridades españolas del Cabildo de esta ciudad.
Episodio hasta ahora desconocido en Canarias, según creemos en Identidad
Canaria, pues no tenemos constancia de su anterior publicación.
Según escribe Delgado
Clavijo, el 27 de enero de1813 llegaba al puerto, entonces español, de
Montevideo el bergantín "Silveira" con 377 emigrantes procedentes de
Lanzarote, de donde partiera más de cuatro meses antes, el 22 de septiembre de
1812, habiendo hecho escala tras los primeros 86 días de navegación en Bahía de
Brasil.
La misma tarde de su
llegada, el Cabildo español de Montevideo se reunía en sesión urgente y no
precisamente -como veremos- para dar la bienvenida a los que supuestamente eran
sus compatriotas. Según consta en el Libro de Actas, el Pleno decidió solicitar
al capitán general que no se permitiera su desembarco, así como tampoco a otro
grupo de canarios de arribada inminente en otro navío de igual procedencia y
fueran "compelidos" a encaminarse a la Patagonia, "donde serían
más útiles al Estado".
Efectivamente, el 30 de
enero arribaba, "también en muy malas condiciones", el bergantín
"Santa Bárbara", procedente de Lanzarote tras escalas en Cabo Verde y
Bahía, con "alrededor de 450 personas, entre hombres, mujeres y niños,
habiendo muerto de viruela 4 de ellas durante la travesía". El Libro de
Capitanía del Puerto añadía: "Viene tan escaso de víveres que hace 4 días
que no comen y no trae más cable ni ancla que la que tiene en el agua".
Pese a las penosas condiciones en que llegaron, ni siquiera se les autorizó a
entrar en la bahía, "dándosele fondo fuera de la Punta de San José".
La decisión del capitán
general español fue terminante: "Que ambos buques se pongan a la
vela", tal como hicieron el 7 de febrero. Así agradecían las autoridades
españolas que esa misma plaza de Montevideo fuera fundada en 1726 por 20
familias canarias, cuando nadie quería emigrar a aquellas tierras y la Corona
española corría el riesgo de que les fueran arrebatadas por los portugueses,
que ya se habían adentrado hasta la Colonia de Sacramento, en el Río de La
Plata.
Particularmente
sangrante resultaba la citada resolución del Cabildo español, que mientras
negaba su acogida a nuestros emigrantes, recomendaba desembarcar a los jóvenes
para ser militarizados, a modo de carne de cañón, para combatir contra los
independentistas uruguayos: "Quedando aquí solamente los hombres mozos que
sin dependencia alguna de sus padres o parientes cercanos puedan tomar partido
en algún regimiento de esta guarnición", según la citada acta.
Pero a los emigrantes
conejeros no se les permitiría terminar su viaje en territorio español, ni
siquiera en la cercana Buenos Aires, ni en la Patagonia, siendo este un hecho
histórico que merece ser reseñado por su importante significación, dado el
perverso tratamiento otorgado finalmente por las autoridades españolas a
nuestros compatriotas.
Según escribe el profesor
Delgado, "hubo un cambio en las autoridades españolas de Montevideo
respecto del destino de los buques canarios: se negoció finalmente con el
comandante del Ejército sitiador uruguayo su traslado a Maldonado, en poder de
las fuerzas patriotas independentistas". Sobre las causas del cambio de
planes nos deja una interesante información recogida en el Diario del Segundo
Sitio de Montevideo, llevado por el Pbro. Bartolomé Muñoz, que en el parte del
7 de febrero de 1813 dice textualmente: "El 7 salieron los buques a
Maldonado conduciendo a las familias de Canarias para que nosotros las
mantengamos porque las consideran americanas". Razón por la cual tendrían
ser recibidas por las fuerzas revolucionarias, según añade Delgado.
Para las autoridades
españolas todos sus territorios al sur de Cádiz eran, y creemos que siguen
siéndolo, posesiones de ultramar.
Aterrador resulta sólo
imaginar cómo debieron sentirse nuestros 761 paisanos que, tras una penosa
travesía de más de 4 meses, hambrientos y muchos enfermos, eran rechazados por
sus propias autoridades y obligados a desembarcar en territorio controlado por
fuerzas militares en guerra con su país.
Aunque sin dejar de
resaltar la perversidad del mando español en Montevideo, en aquellos trágicos
momentos, nuestros paisanos seguramente no eran conscientes del inmenso honor
que se les hacía al no ser tratados como españoles y ser considerados
americanos, siendo entregados a los independentistas uruguayos. Sin saberlo, la
Providencia había dispuesto que dejaran de sufrir el maltrato de la madrastra
arbitraria para llegar a su verdadera Tierra Prometida.
Un incipiente país
generoso que les recibió con los brazos abiertos y les brindó un futuro lleno
de prosperidad, que aquí, en su propia tierra, se les negaba. Un "paisito"
donde vivir con dignidad y poder dejar su impronta como seres humanos, hasta el
punto de que su gentilicio de "canarios" es aún en la actualidad el
sinónimo de abnegación, laboriosidad y nobleza con que se designa a la gente de
las zonas rurales.
Uno de los argumentos
defendidos por la línea editorial de EL DÍA, que para muchos canarios puede
resultar increíble, es recomendar el acceso de Canarias a su independencia ante
lo que considera un riesgo evidente de que España nos convierta en una provincia
de Marruecos. Tras conocer este episodio histórico que hoy Identidad Canaria
contribuye a rescatar, muchos de estos canarios incrédulos tendrán al menos que
comenzar a plantearse si no llevará razón este periódico. Más aun si
constatamos que estos hechos realmente inauguran una larga lista negra de
traiciones españolas a súbditos bajo su jurisdicción, hasta conformar una
constante histórica como modus operandi en sus posesiones ultramarinas.
En 1819 España vendió la
población seminola y criolla de La Florida a Estados Unidos por 5 millones de
dólares, no sin abortar dos años antes la declaración de independencia del
territorio auspiciada por Simón Bolívar. También vendió Puerto Rico, Filipinas
y Guam por 20 millones de dólares en 1898, sofocando previamente el
levantamiento independentista de Ciares en Puerto Rico. El año siguiente
vendería Marianas, Carolinas y Palaos a Alemania por 25 millones de pesetas. A
los canarios nos volvieron a hacer probar el veneno de la traición en el
Tratado de París de 1898, firmado con EE.UU., al establecerse que sólo se
respetarían las propiedades de los españoles de "la Península" en
Cuba y Puerto Rico.
Para quien piense que
eso ocurrió hace mucho tiempo, le recordamos la entrega de nuestros vecinos
saharauis a Marruecos, hace 37 años, a cambio de seguir explotando los fosfatos
y la pesca, pese a que el entonces Príncipe se desplazó a El Aaiun a
prometerles que España les defendería "hasta derramar la última gota de
sangre". "El Rey mentiroso" le llaman desde entonces los saharauis.
¿Y cómo interpretar
actualmente el intento de saqueo de los hidrocarburos que albergan nuestros
fondos marinos?, ¿qué acuerdos inconfesables se han establecido a cambio con
Rabat? La negra "hoja de servicios" de España con sus súbditos
ultramarinos es digna de los peores augurios. Hoy como ayer, nuestros paisanos
de Lanzarote, junto a los majoreros y resto de canarios, podemos volver a ser
víctimas del ninguneo y el abuso de las autoridades españolas.
Nuestra sociación
intentará promover con el Cabildo de Lanzarote iniciativas encaminadas a rendir
digno homenaje a los 761 conejeros expulsados de Montevideo hace 200 años,
familiares directos, entre otros, de los actuales Fontes, Curbelo, Guadalupe,
Camejo, Peraza, De León, Batista, Bethencourt, Delgado, Berriel, Bonilla,
Perdomo, Barreto, Espino, Robaina, Luzardo, Quintana, Lemes, Morera, Borges, De
Armas, Silva, Ferrera, Machín, Déniz, Abreu, Cabrera, Falero, Torres, Socas o
Medina, según listado recogido por Delgado Clavijo en su libro que aquí citamos.
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