domingo, 1 de febrero de 2015

EL MENCEYATO DE TEGUESTE





APUNTES PARA SU HISTORIA


Capitulo XI-IV




Informe sobre las fuentes de Tegueste en 1844

1º Fuente del Nieto: nace en el monte del Pueblo y de ella se surte el vecindario, aunque es escasa para tal fin porque no transcurre por canales ni atarjeas sino por un barranco colindante, perdiéndose los sobrantes por filtraciones y, además, porque los hacendados riegan con ella plantíos de ñames y otros cultivos. Corriente natural. Terreno público.

2º Fuente de La Mocanera: nace en el monte del Pueblo y también sirve al abasto público pues sus aguas se unen con las del Nieto en el Barranco. Corriente natural. Terreno público.

3º Fuente del Padre General Díaz: nace en una hacienda particular, con la que riegan hortalizas y, como agua de estimación, surte en alguna parte a los vecinos con algún barril en época de escasez.

4º Agua que nace en la cabecera del Barranco de Pedro Álvarez y desde allí baja al pago del mismo nombre. En verano no llega al Pueblo debido a las mismas circunstancias que concurrían en la Fuente del Nieto. Corriente natural. Terreno público.

5º Fuente en la cumbre llamada Mesa de Mota (Montaña Guarca). Permanente y escasa. Sirve de abrevadero para los ganados de la zona.

6º. Fuente de Piloto: situada en terreno de particular. De ella se surten sólo algunos vecinos. Permanente y escasa.

7º Fuente de Pacheco: situada junto a una serventía que va al monte de Pedro Álvarez. De ella se surten algunos vecinos. Permanente y escasa.

8º Fuente del Cuervo: situada en terreno particular. Permanente y escasa.

9º Fuente en Cocón: en la cumbre. Terreno particular. Surte a algún vecino y ganado. Permanente.

10º Fuente del Mulato: en la cumbre. Terreno particular. En todo su círculo tienen arroyos que, reunidos, pudieran ser aprovechados para riego. Ahora sólo se utiliza
para beber los ganados de la zona. Abundante

11º Fuente del Camino: terreno del mismo particular que el de la fuente del Mulato. Se surte algún vecino de la zona. Permanente y escasa.

12º Fuente en el Barranco del Burguñón (Borgoñón). Corriente natural. Permanente y escasa. 13º Fuente de los Álamos. Situada en terreno particular. Sirve a algún vecino y como abrevadero de ganado. Corriente natural. Permanente y de alguna abundancia

14º Fuente en Tornero, parte de la cumbre: En terreno realengo. Sólo para abrevadero del ganado. Corriente natural. Permanente y bastante abundante

15º Fuente de la Vieja: situada en la misma cumbre que la anterior. Sirve de abrevadero del ganado y, en época de escasez, surte a vecinos distantes. Permanente y abundante

16º Fuente junto al Camino de Las Peñuelas: utilizada hasta hace tres o cuatro años porque el propietario del terreno la tupió para que los que transitaban por el camino no le pisasen su manchón al entrar a beber, pues es terreno sólo de pasto de ganado.

Archivo Municipal de Tegueste. Informes de Aguas 1844. Sign. 88-1.

(María Jesús Luís Yanes y Juan Elesmí de León Santana, 2011)

Francisco Viera Galván, vecino del Borgoñón

“De entre los miembros de la Corporación, Francisco Viera Galván, ocupó un puesto de primera línea en el conflicto entablado con el dueño de la hacienda de Carriazo. Figura predominante entre los vecinos –ocupó cargos de regidor y de perito repartidor de las contribuciones, fue candidato a juez de paz, costeó los gastos de la vidriera de la puerta de la sala del recién construido ayuntamiento,  siempre aparece ligado a la zona del Borgoñón, donde reside. Sus propiedades, de cierta consideración si atendemos a su condición de vecino y a la distribución de la propiedad de la tierra, la gran mayoría en manos de hacendados absentistas, se situaban todas en las inmediaciones del Borgoñón: en el Valle del Cuervo, en Santo Domingo y en El Infierno.

Antes del pleito por las aguas del Borgoñón, Francisco Viera ya se constituía en garante de las aguas públicas de la zona: En 1845, se le nombra comisionado de Tegueste el Nuevo para que se formen cercos de barro en los caminos donde hayan tornas y se tranquen las paredes de las propiedades colindantes a los caminos para que no discurran las aguas por ellos Un año después es nombrado guarda celador de la Fuente del Borgoñón15, y en 1857, como síndico del Ayuntamiento, fue comisionado junto al teniente de alcalde Juan Nicolás González, para que ante la necesidad de los vecinos del Borgoñón de agua para el abasto de ganado, se hagan los charcos necesarios en el Barranco del mismo nombre16. Su participación y encono en el juicio es notoria, llegando la parte contraria a acusarle de estar interesado en perjudicar a Tomás Martel desde su cargo como teniente de alcalde.

Aparte de su preocupación que como vecino del Borgoñón tendría por garantizar el abastecimiento de los charcos del barranco, los intereses de Francisco Viera iban más allá. Junto al doctor Domingo Darmanín, solicita el aprovechamiento del pequeño manantial que existe en el barranco de Tornero, para regar sus tierras del sobrante que se pierde y que sólo se usa para el lavado de ropa en los charcos y para abrevar el ganado de los vecinos próximos. A cambio se comprometen a construir un abrevadero y
lavadero cómodos.

En 1866 reiteran la solicitud y al año siguiente solicitan construir una atarjea que conduzca el sobrante hasta sus propiedades por camino público. Debido a algunas quejas de ganaderos de La laguna que acudían a la fuente, el Gobierno Civil ordena desbaratar las obras, aunque para resarcir a Viera y Darmanin del gasto, se les permite tomar los sobrantes por debajo de las charcas.

Más allá de las particularidades del caso, el conflicto por el agua del barranco del Borgoñón, de la que los vecinos venían abasteciéndose desde antiguo por considerarla de uso público, constituye un episodio más en la lucha por este esencial recurso.

Los vecinos de la zona continuaron haciendo uso de las aguas de escorrentía del Barranco del Borgoñón hasta bien entrado el siglo XX.

Todavía hay vecinos que recuerdan el lavado de ropas en las charcas del barranco.” (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana, 2011)

Calles, caminos y veredas

La Placeta, antigua y recoleta plaza situada en el Casco del municipio, dentro del conjunto histórico-artístico, constituye uno de los lugares más representativos de Tegueste.

Lugar apacible y poco transitado en la actualidad, en el pasado, por el contrario, fue punto vertebrador y centro de encuentro de vecinos. A la Placeta confluían, entre otros, el camino que conducía, a través de la Calle Ginoria, a la Plaza de San Francisco de Paula o de la Arañita, antiguo núcleo fundacional de Tegueste; la Calle del Pino (actual Calle General Franco), por la que se llega a la Plaza de San Marcos y, sobre todo, hasta en ella desemboca el Camino de los Laureles, principal vía de enlace con La Laguna hasta bien entrado el siglo XIX.

Además, en la Placeta se encuentra la fuente de agua de la que se abastecían los vecinos y abrevaban los ganados. Con tal ubicación y uso no es de extrañar que fuera de los lugares de más dinamismo de todo el pueblo, y que se erigiera en lugar de celebraciones.


Los nombres de la Placeta

Desde un principio al lugar se le conoce por los nombres genéricos de Plazuela, Plazoleta o Placeta1, diminutivos nacidos quizás en contraposición a la plaza por antonomasia del pueblo, la de San Marcos.

También se la ha designado como Plaza de Pedro Melián y Placeta de Eduardo
Tacoronte.

1 En una de las primeras referencias se le nombra como la Plazuela. A.M.T. Actas de 4 de marzo y 14 de mayo de 1824. Sign. 99-5(2), fs. 9v-10r. y 12r-14-v. Ya a mediados del siglo XIX se le denomina casi siempre como la Placeta.

Placeta de Pedro Melián

A principios del siglo XX, el emigrante retornado de la Habana, Pedro Melián, dona una tubería de hierro galvanizado para conducir el agua de la Mocanera y La Enladrillada hasta la fuente situada en el Calvario de La Placeta, a cambio de que del sobrante se le concediese una pequeña cantidad para el abastecimiento de su casa. La Corporación accede y, como muestra de agradecimiento, hace colocar una loza de mármol en el Calvario con el nombre de Pedro Melián y la fecha de la donación. Ya en 1911 se nombra al lugar como Plazoleta o Plazuela de Pedro Melián.

Placeta de Eduardo Tacoronte

En 1963, Eduardo Tacoronte Aguilar, coronel de Artillería del Estado Mayor, residente en el Camino de Los Laureles, en la casona conocida como Casa de los Tacoronte, antigua residencia del cónsul francés Chasserieu, dona al Ayuntamiento parte de sus terrenos para el ensanche del Camino de Los Laureles:

(…) como propietario de los terrenos denominados Las Placeta, no tengo inconveniente en ceder la extensión necesaria para el mencionado ensanche, sin compensación económica alguna por mi parte, en las condiciones siguientes:

-El terreno a ceder es el correspondiente a la orilla Oeste o Poniente del camino de los Laureles entre la Glorieta que se encuentra inmediatamente delante de la portada de la casa y la curva del camino situado al Sur de la citada Glorieta en el límite de las propiedad de José Zamorano.

-La anchura del ensanche (… ) será de dos metros aproximadamente.

-La Corporación (…) se compromete a reconstruir (…) el muro de cerca actualmente existente (…)

En la década de los 80 del pasado siglo, se amplia la Placeta por la parte trasera del Calvario y la fuente. En señal de agradecimiento a Eduardo Tacoronte, en 1979 el Ayuntamiento acuerda colocar una placa con su nombre en el lugar.

Calvario de la Placeta

Aparte del chorro, el otro elemento significativo de la Placeta es el Calvario. Su existencia está documentada desde antes de 1850.

Probablemente fue construido en el antiguo solar que ocupaba una antigua capilla mortuoria demolida en 1895. En las zonas rurales y pobres el espacio reducido de las casas hacia necesario contar con una sala mortuoria donde velar a los difuntos:

Vías de comunicación en el Municipio de Tegueste

Encrucijada de caminos
Auténtica encrucijada de caminos, la Placeta era lugar de descanso para los transeúntes y ganados, paso obligado en el camino hacia La Laguna.

El Camino de los Laureles o el Callejón de Don Marcos

De todas las vías que confluían en la Placeta, el camino de los Laureles era el principal por cuanto conducía, enlazando más arriba con el de las Peñuelas, a la vecina ciudad de La Laguna. La desembocadura del camino de los Laureles en la Placeta le confería a esta explanada la condición de punto de entrada al Casco, al menos hasta la construcción de la Carretera General (1859-1861) y la apertura de la Calle el Ramal (hoy Calle General Mola), en la segunda mitad del siglo XIX.

El Camino de los Laureles, célebre por conservar vegetación propia de la laurisilva, se denominaba, al menos en el sector más cercano a la Placeta, como  Callejón de Don Marcos Albornoz o simplemente de Don Marcos, durante gran parte del siglo XIX, aunque con el tiempo pasó a denominarse de San Marcos.

En 1854 en las obras de arreglo del camino, ante el error cometido por el ingeniero civil de la provincia al tildar la vía como serventía, se replica que no es serventía sino camino: el nombrado camino de los Laureles y de Don Marcos, determinado por árboles seculares desde la fundación de este pueblo y que desde la Plaza de la Iglesia conduce a la ciudad de La Laguna, al pueblo de Tejina y a los pagos de toda esta jurisdicción. Ya desde entonces se intentaba salvaguardar el arbolado del camino de los posibles perjuicios provocados por las obras.

La Calle del Pino

Otra de las vías de confluencia a la Placeta es la Calle del Pino, que conduce desde aquella a la Plaza de San Marcos. Su importancia queda manifiesta por ser objeto de arreglo por los vecinos en reiteradas ocasiones, sobre todo en la que conduce Plazuela de este Pueblo al principio del Callejón de don Marcos de Albornoz, intransitable por piedras. Acondicionamiento de los caminos por los vecinos: Falta de limpieza de casi todas las testadas de los caminos, sobre todo en puestos peligrosos donde se han desriscado animales y golpeado varias personas en la noche y también durante el día, especialmente en el Callejón de Don Marcos.

Callejón de la Chocolatería

El callejón de la Chocolatería, pequeña y recóndita vía que desemboca también en la Placeta, debe su nombre a la existencia de una chocolatería a principios del siglo XX.

En realidad, dicha industria se encontraba en la confluencia entre la Calle La Audiencia con el camino de la Placeta. Era propiedad de Francisco Bernadas Vallés, quien procedía de Villanueva (Barcelona; el topónimo podría referirse a Villanova i la Geltrú) y residía en la Plaza de San Marcos. La fábrica fue traspasada en 1935 a Roberto Wildpret pero no consta documento alguno sobre continuación de la actividad.


El Natero o Calle El Tejar

El Natero, o Calle el Tejar, parte del lado Oeste de la Placeta y llega al Ramal, actual Calle General Mola.

El término “natero” se utiliza en Canarias para denominar un sistema de cultivo consistente en cerrar pequeños barrancos con muros de piedra seca con el fin de que se vayan depositando los sedimentos conducidos por las aguas y crear así un terreno adecuado para el cultivo. Precisamente por esta zona bajaba un pequeño barranco, hoy canalizado, cuyo trayecto fue modificado durante la construcción del actual ayuntamiento.

El nombre de Tejar le viene por la existencia de un horno de tejas de cuya existencia hay constancia en 1820. Posteriormente, en 1905, Antonio Melián solicita licencia para apertura de una fábrica de teja, una era y máquina harinera, probablemente en los mismos terrenos donde se ubicara el primitivo horno.

Terreno de utilidad pública, sitio de desahogo

La Placeta se conformaba como una explanada que servía de lugar de encuentro y reunión de vecinos y transeúntes, dada su condición de punto de confluencia de vías y lugar donde se ubicaba la fuente para el abasto público del Casco y el dornajo para el ganado.

La importancia del lugar para el Tegueste de antaño queda manifiesta por las obras de mejora del entorno como fue el empedrado de la parte delante del Calvario, obras en suma, que se consideraban de gran conveniencia para ese vecindario.

Las décadas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XIX fueron especialmente importantes para Tegueste: mantenimiento de la independencia municipal frente a los intentos de agregación a La Laguna, construcción de la primera casa de ayuntamiento, mejora de la Plaza de San Marcos y construcción del cementerio municipal, a lo que se le une la presencia del Prebendado como cura de la parroquia. Dentro de todos estos cambios y nuevas construcciones, la Placeta a punto estuvo de desaparecer como lugar de esparcimiento.

Ya a principios del siglo XIX, se barajó la posibilidad de destinar el terreno para cementerio municipal; sin embargo, los facultativos nombrados por el Comandante General y la Junta de Sanidad para inspeccionar la Plazuela, desaconsejan dicha ubicación por ser un lugar hondo, sin ventilación, inmediato al Pueblo, rodeado por algunas casas y diversos caminos14. Aunque es a mediados de dicho siglo cuando corre el peligro de desaparecer como terreno público: En la búsqueda de los fondos necesarios para costear los gastos de edificación del cementerio, el Ayuntamiento se plantea la posibilidad de enajenar el terreno que ocupa la Placeta. Sólo la acción decidida de los vecinos evitó su desaparición como lugar donde se reunían las gentes. Esta enconada defensa de la Placeta como lugar público, llegó incluso a instancias superiores que debían resolver estas ruidosas cuestiones. Efectivamente, el rechazo popular se pone de manifiesto en una exposición presentada por los vecinos al Gobernador de la
Provincia, documento de especial interés por cuanto se describe a la Placeta como lugar de expansión vecinal, donde se reúne el pueblo los días de fiesta, lo que viene a coincidir con la memoria de los más viejos que recuerdan la celebración de ferias y fiestas en el lugar: constituye una pequeña plaza o como allí se dice placeta, en la cual
desembocan cuatro caminos públicos, en la cual existe un calvario desde tiempos muy antiguos, y en la cual en fin, se reúne el vecindario siempre que se le ofrece y encuentra un sitio de desahogo con especialidad en los días en que se celebra la fiesta de la Patrona a la cual concurren varias gentes de diversos puntos.

El chorro de la Placeta

Los lugares de abastecimiento de agua se constituían en zonas de encuentro de vecinos y descanso de transeúntes. La ubicación de una fuente pública en la Placeta, conocida popularmente como el chorro de la Placeta, le confirió, pues, más vida al lugar.

Al menos desde 1841 se plantea conducir a la Placeta las aguas de la fuente de la Mocanera, cuyas aguas se unían a las de la Fuente de Nieto en el barranco16, con
el fin de que el vecindario se abasteciera sin tener que recorrer una larga distancia.

En 1850, en la exposición para que no se venda la el terreno de la Placeta, los vecinos alegan que el precitado terreno lo tiene destinado el vecindario para colocar en él
una fuente o estanque a la cual conducir las aguas que llaman de Nieto y del Mocán y que hoy se van a tomar para el abasto público a una larga distancia de la población17.

 El Gobernador civil envía a Tegueste a su secretario José Joaquín Monteverde V. en este núm. Apéndice documental núm 4. Exposición de los vecinos para que no se privatice terreno sito en La Placeta (1850) y Acta de 30 de octubre de 1850, en Catálogo de Actas de Ayuntamiento Pleno, 1840-1850. En 1851, se le niega la compra de un terreno en La Placeta a Joaquín García de Mesa, vecino de Santa Cruz, por ser terreno destinado a utilidad pública.

Una década más tarde, se aprueba por fin la conducción de las aguas desde la Mocanera y la Enladrillada18 y, como ya es una tónica que se repite a lo largo de la Historia del pueblo, no sin problemas con los propietarios colindantes al discurso de las aguas. En el informe realizado por el Ayuntamiento sobre las aguas del pueblo, se denuncia la escasez de agua en verano, no sólo porque discurren sin canalizar sino por las tomas que hacen los hacendados, llenando los barrancos de fuertes o paredes y regando plantaciones de ñames. En 1864 el Gobierno civil aprueba el expediente de conducción, con la precisión de que no se hiciera con caños de Sevilla sino con atarjea de mampostería, por el ahorro que esto suponía.

A principios del siglo XX, como se ha apuntado, Pedro Melián dona la tubería de hierro galvanizado para conducir las aguas hasta Tegueste el Viejo, en la Placeta, donde se embalsaba para el abasto de los vecinos, y en estanque para abrevadero de ganado. El sobrante continuaba hasta las Toscas en el cuartel de San Luis, para pasar después hasta el Calvario del Socorro. El resto surtía la casa de Pedro Melián y, el agua sobrante, era vendida por el Ayuntamiento por horas o dulas21. En 1909 comienzan las obras de construcción del depósito la Placeta del Calvario, continuándose la conducción hasta Las Toscas que ya contaba con chorro en 1923.

El chorro de la Placeta sirvió de abasto para el vecindario hasta la década de los años sesenta del pasado siglo, cuando se establece la red de distribución de abastecimiento de agua potable.

El camino del Borgoñón, tan antiguo como la invasión y conquista

El camino del Borgoñón que unía el pago de San Gonzalo con la Laguna y otros lugares, era tan antiguo como la invasión y conquista, y transcurría en gran parte por el centro del barranco. Fue en uno de esos tramos donde se construyó el muro de argamasa de Tomás Martel Colombo. Debido a la fuerza con que caía el agua, se había formado un hoyo por la parte inferior, inutilizando el camino. En el pleito se produce la confusión entre el tomadero y la pared o fuerte construida por Martel, por lo que la Dirección de Caminos Vecinales informa que sea el Ayuntamiento quien repare el camino y el dique de tierra, que dirija el agua a la atarjea y que ésta vuelva a salir al barranco para el abasto de los charcos por una sangradura existente y otra que se ejecute.” (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana, 2011).
Las Milicias de Tegueste
En el inmenso abismo que supone el desconocimiento generalizado de nuestra Historia también parecen haber caído las Milicias Canarias. Estas unidades militares formadas por isleños especialmente campesinos defendieron a las islas de piratas, corsarios y tropas de potencias europeas, mayormente inglesas, desde 1551, reinando Carlos V, hasta 1886, durante la Regencia de María Cristina. El alto costo (económico, humano,…) que hubiera supuesto para la metrópoli  española mantener unas tropas regulares que habrían de ser desplazadas desde España, hizo que el modelo militar miliciano se prolongara cuando en la metrópoli ya habían desaparecido éstas. Así, y a pesar de los intentos centralizadores de Felipe II, las Milicias Canarias funcionaban como “el ejército” de cada isla, al mando normalmente de un Capitán General, designado por el Cabildo colonial, que era algo bien distinto a lo que hoy conocemos por el mismo nombre.
Frente a los intentos historiográficos de hacer pasar los diferentes episodios bélicos en los que participaron las Milicias como gestas heroicas de sus respectivos mandos –frecuentemente individuos criollos pertenecientes a las oligarquías- queremos resaltar aquí el carácter ciudadano y popular de dichas Milicias. Formadas por hombres de entre 16 y 60 años, normalmente mal pertrechados, con deficitaria instrucción, defendieron las islas con desigual fortuna ante individuos tan poco recomendables como el pirata Leclerc en La Palma (1553), los corsarios Drake (1585) y Van Der Does (1599) en Gran Canaria, el también corsario Windham (1743) en La Gomera y Fuerteventura, el pirata Blake (1656) en Tenerife y, cómo no, ante el Almirante Horacio Nelson en la defensa de Añazu (Santa Cruz de Tenerife, en 1797)  Además, las Milicias Canarias fueron movilizadas para participar en defensa de la metrópoli en Flandes, el Rosellón, Italia, Portugal, América y la misma España, en su denominada Guerra de la Independencia contra Francia. (Josemi Martín).
Tegueste al constituirse en municipio tuvo que formar sus milicias las que estaban compuesta por vecinos hasta finales del siglo XIX, en fueron sustituidas por tropas regulares de la metrópoli.
La milicia de Tegueste conjuntamente con las de La Laguna de quien dependía fueron de las más activas en la Gesta del 25 de julio, en la que participaron todas las milicias de Tenerife.
A partir de ahí las Milicias de Tegueste han venido siendo un recuerdo colectivo y relegado a las representaciones teatrales con motivo de determinadas celebraciones donde lucen unos vistosos uniformes que jamás tuvieron y un armamento e incluso un simple tambor del que carecieron, el armamento de aquellas Milicias teguesteras no paso de algunas rozaderas, palos y cuchillos de faena.
La Librea consiste en una especie de milicia mandada por un capitán. Esta típica escuadra de tierra adentro marchaba por riguroso orden según la promesa ofrecida, del siguiente modo: el Barco de Pedro Álvarez en primer lugar, seguido del de Teguezote, y en último lugar, el de San Luís. El Socorro también rendía pleitesía de reconocimiento por la aludida merced, navegando todos sobre la carretera que el hombre del campo, con su yunta de vacas, ha arrastrado orgulloso hasta nuestros días.
Los barcos, la Danza de las Flores y La Librea componen la representación que cada tres años ofrecen los vecinos de Tegueste. Una manifestación popular que se remonta al siglo XVI.
En principio, cuando en Tegueste existieron las milicias, como queda dicho sin sus brillantes uniformes actuales y su capitán al frente, la cuadrilla descargaba sus armas de fuego (estas le eran prestadas por el regimiento)  en señal de honor a la salida y entrada de los santos patronos. Al desaparecer del pueblo estas fuerzas, continuó la tradición formando compañías de voluntarios, que al no disponer de armas de fuego, idearon las “escopetas de caña”, con las que desfilaban en las procesiones.


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