1884 octubre 6.
A las ocho de la mañana, el vapor
trasatlántico Ville de Para,
de la naviera Chageurs Reunis, chocó con la Baja de Gando, situada a media milla de distancia
de la punta del mismo nombre. Su capitán, Laperdrix, viendo que era imposible
salvar el buque del naufragio, ordenó poner a salvo al pasaje y la tripulación,
lo que fue posible gracias a la rápida actuación y valor de los pescadores de
la bahía de Gando y de la Playa
de Ojos de Garza.
A la hora aproximadamente de haber encallado el
vapor resbaló sobre el banco, hundió la proa rompiendo el palo mayor, y
levantándose de popa hasta casi quedar en posición vertical, desapareció
instantáneamente en el fondo de las aguas, las cuales al abrirse paso formaron
un inmenso remolino que arrastró al capitán, al médico y al panadero de abordo
que no habían abandonado el buque. El primero volvió a la superficie y fue
salvado de una muerte segura merced al temerario arrojo del pescador José
Santana Negrín, que logró asirle cuando de nuevo era arrastrado hacia el fondo.
Los pescadores de Gando, cuya conducta
humanitaria nunca será bastante elogiada, han quedado en dicho punto cumpliendo
cuarentena, bajo la vigilancia de la guardia provincial.
El Ville de Pará hacía su
tercer viaje del Havre a Pernambuco (otras fuentes señalan la ruta El
Havre-Montevideo).
La
atención a los náufragos
“El alcalde de Telde, D.
Rafael Zumbado, que había bajado a la Playa de Gando al conocer la
noticia, en unión de uno de los facultativos de aquella ciudad, D. Antonio
Calderín, como era preceptivo detuvo el
desembarco de los náufragos hasta recibir las órdenes del Delegado del
Gobierno, toda vez que el Ville de Pará venía de un puerto de
Francia cuyas procedencias estaban sujetas a tratamiento sanitario, para evitar
así posibles contagios. También llegó a
conocimiento de la autoridad gubernativa, ordenando salir para el sitio de la catástrofe al
Secretario de la
Delegación D. Arturo López y el Director de Sanidad Sr. Grau,
los cuales fueron acompañados por un oficial y cinco guardias provinciales,
llegando a Gando alas 5 de la tarde. En el acto se ordenó el desembarco de los
náufragos con las oportunas precauciones, aislándolos completamente, lo mismo a
los marineros de tierra que habían ido a salvarlos, formándose un cordón
sanitario por los guardias provinciales y por agentes del Ayuntamiento de
Telde. La distancia a que se encuentra la Playa de Gando y la carencia de medios dado lo
avanzado de la hora, a punto de caer de la noche, impidió que se le prestasen
los auxilios de camas y aparatos para levantar algunas tiendas de campaña
apelando en tales circunstancias a las lanchas y velas de buques para
resguardarse de la intemperie de aquella noche. El Director de Sanidad y Médico
de Telde facilitaron a las señoras las ropas que llevaban. También había
llegado al lugar D. Juan B. Carló,
representante de de la aseguradora Lloyd`s, acompañado de otras personas. Se
repartió entre los náufragos: pan, leche, queso, vino, tabaco y otros. Los náufragos no pudieron salvar nada de
sus equipajes, ni tan siquiera los
documentos más indispensables de a bordo, y sólo cuando reventaron las calderas
salieron algunos equipajes y otros efectos del cargamento que llevaba el vapor.
De la correspondencia pudo salvarse
cinco sacos pequeños, tres de ellos fueron hallados por los pescadores, uno de
ellos de nombre de José Toribio, y los
dos restantes los encontró en el agua el Director de Sanidad, Sr. Grau, en uno
de los reconocimientos que practicó en busca de los náufragos que habían
desaparecido. Una vez en tierra los cinco sacos se abrieron, fumigándose y
ventilándose la correspondencia durante un día y encerrándose luego en tres
sacos impermeables.
El Secretario de la Delegación que había
llegado a Gando sobre las 11 de la noche, al tener conocimiento que el buque era francés indicó a la familia del Vice-Cónsul que se
hallaba en la Villa
de Arucas, le avisasen inmediatamente para que bajara a Las Palmas y tomara las
disposiciones oportunas; éste, fletó
la goleta Inés surta en la bahía con las
provisiones necesarias para la conducción de los náufragos al Lazareto del
Puerto de la Luz donde habían
de completar los siete días de cuarentena impuestos por la ley, después de
descartarse su alojamiento en la casa de D. José Naranjo, previo su permiso en
las costas de Melenara. El comandante del buque de guerra francés Talismán
que se hallaba fondeado en Puerto de la Luz, al enterarse del
suceso salió para Gando a las 11 de la
mañana casi a la misma hora en que lo hizo el Inés, no sin antes haber escrito a la autoridad gubernativa
pidiéndole autorización para ir al expresado punto a comunicar con los
náufragos. El Talismán llegó a Gando
a las 3 del domingo y en la misma tarde recogió a los náufragos en completa incomunicación, en
presencia del Vice-Cónsul, del Alcalde de Telde y del Director de Sanidad, que
aún permanecían en las Playas de Gando, regresando por la noche al Puerto de la Luz. El Inés condujo algunos tripulantes y los
botes del vapor Ville de Pará. Dispuesto
con anterioridad el lazareto de observación, por el dueño del Hotel Europa para el alojamiento de los
náufragos. En presencia de los
funcionarios de sanidad, se verificó a las 11 de la mañana del día 13 en el Puerto de la Luz el desembarque y traslado
al Lazareto; despejado previamente el muelle de la Luz y escoltados por la falúa
de Sanidad se dirigieron en cuatro botes al último desembarcadero, donde se
encontraba el Director de Sanidad y el médico D. Antonio Jiménez en funciones
de auxiliar de la citada Dirección. El ingreso en el Lazareto del Puerto de la Luz se realizó con el mayor orden. De los 64
náufragos internados, el tercer oficial
se hallaba con una grave contusión en un
costado.
Fue tal la novelería
despertada que el paso de los náufragos por Triana tuvo carácter de apoteosis.
Sorprendió en la opinión
pública la actitud de la goleta de guerra española Ceres,
que encontrándose fondeada en el Puerto de la Luz no salió
a prestar los auxilios necesarios, a pesar de que su capitán ofreció su
ayuda a las autoridades civiles y de marina.
Los sufridos marineros de Gando
Los marineros de Gando en
número de unos 23 que socorrieron a los náufragos y los condujeron a la playa,
quedaron en Gando incomunicados en un lazareto provisional, cumpliendo
cuarentena, vigilados por la fuerza de la guardia provincial, y a cargo del
Facultativo de Telde, Sr. Calderín. El
Delegado del Gobierno encargó al Alcalde de Telde que les enviase cuanto
fuera preciso para su sostenimiento. Lamentables fueron las penalidades que
sufrieron todo el día 11 en los botes
sin poder desembarcar en virtud de precauciones sanitarias, extremándose
la noche del 11 al 12, No encontrando
donde albergarse por el aislamiento de la playa de Gando y careciendo
absolutamente de recursos. Las mujeres la pasaron en una tienda que se formó
con la vela de un bote y los hombres
alrededor de una gran hoguera. Por si esto no fuera bastante y apenas
entrada la noche comenzó a llover hasta las 4 de la mañana, cesando a esta hora
para reproducirse con algunos intervalos durante el día siguiente.
No termina aquí el
calvario de los infelices marineros, pues a los dos meses y medio del naufragio
se encontraban presos varios y algunas mujeres por haber tomado efectos del
vapor arrojados a las playas, habiéndose
instruido causa por la Comandancia de Marina.
La
noticia en el Ingenio
A los dos días de ocurrir
el naufragio se celebra sesión plenaria en el Ayuntamiento vecino del Ingenio
bajo la presidencia de su Alcalde D. José Pérez
Pérez, y la Junta de Sanidad, con motivo
de haberse pedido socorros alimenticios para los náufragos del vapor que se
embarrancó en la baja de cuchilla que existe entre el Roque y la montaña llamada de
Gando, donde se habló sobre que
algunos bultos de su cargamento
flotaban por el mar, y estaban
pronto que salir a las playas. Ante la sospecha
que el vapor procediera de algún punto infestado por el cólera morbo y para impedir que ninguna
persona tuviera contacto con objetos procedentes del barco naufragado al salir
por las playas de la jurisdicción, acordaron poner vigilantes en la costa,
mandando para ello ocho hombres del pueblo y cuatro del Carrizal, los cuales
serían relevados cada 24 hora, con la misión la vigilar y evitar el contacto
con los efectos procedentes del vapor. El día 19 se suspendió el retén.
Los
objetos depositados en la costa
El 27 de Diciembre fueron
entregados por Sebastián Herrera Vega en la Fiscalía de Marina objetos hallados en la Playa de Mogán y que se
supone procedían de naufragio del Ville
de Pará: una leontina de oro con guardapelo con una C. y una S. enlazadas;
un reloj de oro remontoire con las
mismas iniciales; una sortija con dos perlas y seis diamantes montados en
plata; cuatro botones de oro para camisa; un par de gemelos de carei para
camisas con dos coronas de oro incrustadas; tres coronas de plata sobredorada
para Santos; dos diademas de la misma clase y metal que las anteriores; un
reloj de plata remontoire; un par de
gemelos de cobre para camisa; cinco botones de condecoraciones, inútiles; 192
francos en distintas monedas; un libro en octavo, escrito en portugués de
Víctor Hugo titulado Homen que re; un
diccionario portugués en mal estado; tres cepillos para dientes, dos nuevos y
uno usado; un cepillo para el pelo.” (Rafael Sánchez Valerón)
En la isla de Gran Canaria, los
dos grandes vapores transatlánticos del siglo XIX, ambos están rodeados de un
halo de misterio, uno es el Alfonso XII, el otro es el Ville de Para, un paquebote mixto a vapor de la
compañía francesa Chargeurs Reunis, que se hundió el 11 de Oct. de
1884, al chocar con la traicionera Baja de Gando, junto al actual aeropuerto de
Gran Canaria. Yace a 42 m. de profundidad, en una zona de fuertes corrientes y
su casco está totalmente desmoronado, sólo se levanta de la arena la proa y
parte de la amura de babor. Quedan restos de dos calderas, la hélice y las
anclas. A pesar de ello tiene un encanto especial y nunca decepciona al
submarinista. Este artículo, realizado combinando material propio con imágenes
y textos obtenidos de la Red
hace un repaso a la historia del Ville de Para desde su construcción
hasta su dramático hundimiento y proporciona indicaciones a los buceadores que
se animen a visitarlo.
La única ilustración conocida del
Ville de
Para es un dibujo coloreado realizado por Pierre Paul Jean
Bastide (1900-1983), que forma parte de los fondos del Musee National de la Marine, Francia.
Construido por Schlesinger Davis & Co., de
Wallsend para la Soc.
Postale Française de l’Atlantique, de Le Havre,
fue botado el 1 de Junio de 1882, bajo el amadrinamiento de Miss Lily Marshal,
de Tynemouth.
El Ville de Para
era un motovelero a vapor con casco de hierro, dos palos y una hélice. Tenía
86,9 m. de eslora (283 ft.), 26,5 m. de manga (87 ft.) y 8,1 m. de puntal (26,6
ft.). Fue clasificado como 100 A1 por la Lloyd’s y, como paquebote mixto, destinado,
principalmente, al tráfico de pasajeros, emigrantes y correo entre Francia,
Canadá y Brasil.
General Nacionalidad: francés
Propósito: transporte de correo, pasajeros y emigrantes.
Tipo: paquebote mixto
Propulsión: motovelero a vapor
Año construcción: 1882
Botadura: 01/06/1882
Detalles
Peso (tonel.): 2365 trb (grt). 1699 toneladas de desplazamiento.
Arqueo (Volumen de carga): 1387 nrt. (3925 m 3 ).
Dimensiones: 86,9 x 26,5 x 8,1 m
Material: hierro
Aparejo: bergantín-goleta (goleta de velacho). 2 Palos
Máquina: 1 x 2 cilindros, (37 & 70 x 45 ins). Motor de expansión
múltiple (compound). Peso (tonel.): 2365 trb (grt). 1699 toneladas de desplazamiento.
Arqueo (Volumen de carga): 1387 nrt. (3925 m 3 ).
Dimensiones: 86,9 x 26,5 x 8,1 m
Material: hierro
Aparejo: bergantín-goleta (goleta de velacho). 2 Palos
Máquina: 1 x 2 cilindros, (37 & 70 x 45 ins). Motor de expansión
Ejes: eje único, 1 hélice.
Potencia: 288 n.h.p.
Velocidad:
Nº. astillero: 124
Historia:
1882 Soc. Postale Française de l’Atlantique, Le Havre
1883 Cie. Française de Nav. à Vapeur Chargeurs Réunis, Le Havre
Naufragio:
Causa pérdida: encalló
Fecha de pérdida: 11/10/1884
Víctimas: 2 (el panadero y el médico del buque)
Empresas:
Constructor: Schlesinger Davis & Co., Wallsend
Máquina por: Hawthorn Leslie & Co. Ltd. - R & W Hawthorn,
On-Tyne (Newcastle)Constructor: Schlesinger Davis & Co., Wallsend
Máquina por: Hawthorn Leslie & Co. Ltd. - R & W Hawthorn,
Propietario: Chargeurs Réunis (Cie. Française De Navigation Des Chargeurs Réunis), Paris
Capitán: Laperdrix.
Construidas por R & W
Hawthorn, de Hebburn-On-Tyne (Newcastle), ofrecían una potencia de 265
caballos nominales (288 nhp.) Tanto las calderas, como muchas partes de la
máquina, estaban hechas de acero, para ganar resistencia sin aumento de peso.
El motor era de tipo compound (expansión múltiple), con dos cilindros,
de 45” de carrera y 37” de diámetro, para el de alta presión, y 70”, para el de
baja. Un eje movía la única hélice de cuatro palas.
La fuerza del vapor se utilizaba asimismo para mover el timón, con un mecanismo de patente Harrison, y para mover el molinete del cabrestante, fabricado por Harfield & Co., de Londres. También disponía de tres cabrestantes dobles (winches) a fricción, movidos a vapor.
Primera Clase
Tenía un salón lujosamente decorado y camarotes
en la popa para 40 pasajeros de primera clase. Los camarotes principales
estaban en la parte de popa del entrepuente. El salón, que era amplio y
despejado, se extendía por toda la manga del barco y estaba panelado y acabado
en mármol, un trabajo realizado por Walker & Emely, de Newcastle.
Tres grandes mesas se alineaban de proa a popa,
con sillas giratorias forradas con pelo de caballo carmesí decorado con
figuras. Un piano, aparadores, estantes para libros, lámparas cromadas (un
procedimiento novedoso en la época) y todos los aditamentos necesarios para
crear un ambiente confortable y lujoso.
La cabina de señoras, adjunta al gran salón,
estaba decorada con paneles pintados a mano y amueblada con un tocador y todos
sus complementos. Los camarotes eran espaciosos y tenían colchones de muelles
de acero, sillones de caña y lavabos de mármol.
Como el buque estaba diseñado para operar
principalmente en climas cálidos, se puso especial interés en la ventilación,
con paredes de teca calada en los camarotes. Había una sala de fumadores a la
entrada del salón, con sillas y sofás. Sobre la sala de fumadores y
extendiéndose hasta más allá de la cúpula del salón había una cubierta de
madera que llegaba hasta ambas bordas del buque y que servía como paseo para
los pasajeros. El salón y los camarotes estaban cuidadosamente tapizados en
pelo de caballo.
El capitán y los oficiales tenían
sus camarotes en el combés, debajo del puente de mando.
El entrepuente (steerage), la cubierta
inmediatamente por debajo de la cubierta principal de un velero, originalmente
una cubierta de carga, era el espacio destinado a los pasajeros de tercera
clase, que solamente realizaban el viaje de ida, de Europa hacia América.
En los primeros tiempos de la emigración, los
barcos usados para transportar a los emigrantes habían sido construidos
originalmente para transportar carga. En el Ville de Para, en los viajes hacia América, los
pasajeros eran colocados en la bodega de carga, en el entrepuente de proa,
donde, mediante mamparos de hierro, se habilitaba, temporalmente, espacio para
280 emigrantes.
Para llegar hasta el entrepuente
los pasajeros tenían que usar las escaleras, y el paso hacia abajo se hacía por
escotillas estrechas y empinadas. La forma en que los barcos estaban equipados
podría variar, ya que no había normas establecidas para ello. Era necesario que
los muebles pudiesen ser retirados fácilmente, y que no costasen más de lo
mínimo imprescindible, pues tan pronto como los barcos habían descargado a los
pasajeros en tierra, los muebles se desechaban y el barco era preparado para su
regreso, en carga, a Europa.
Steerage en los buques
del S. XIX.
La altura del techo de la entrecubierta era,
generalmente, de 6 a 8 pies. Habitualmente, las literas, hechas de tablas
ásperas, se disponían a lo largo de ambos lados de la nave, por lo que los
pasajeros yacían en la dirección de la nave, de proa a popa, pero en algunos
barcos las literas se colocaron transversalmente, lo que causaba grandes
molestias a los pasajeros en los mares agitados. Los barcos más grandes podían
tener una fila adicional de literas en el centro. En estas naves sólo había un
pequeño pasillo entre las literas. Estas últimas se llamaban literas
familiares. En el buque de emigrantes Drafna, que navegó con emigrantes en 1852, las literas eran lo
suficientemente grande como para albergar a cinco personas. Sin embargo, el
barco no viajaba completamente lleno, así que nunca había más de tres o cuatro
personas en cada litera. Los pasajeros de ese viaje disfrutaron de un amplio
espacio. Las literas eran generalmente camas de dos pisos. Los anuncios
promocionaban que a bordo del Bolívar, que zarpó en 1852,
había suficiente espacio para la cabeza entre las literas y un adulto podría
sentarse en la cama. El mejor lugar para tener una litera era hacia el centro
del buque, ya que el balanceo del barco se sentía menos allí. Las literas
tenían colchones rellenos de paja. Los emigrantes tenían que traer sus propias
almohadas, mantas, pieles de animales y otras ropas.
Del suceso, se dice que en el acto de la
sumersión debió estallar la máquina de vapor, pues fueron lanzados a gran
altura, con una masa enorme de agua, varios bultos de cargamento.
Entre las curiosidades que viajaban a bordo del Ville de Pará,
se encontraban siete cuadros del pintor y artista brasileño Benedicto Calixto,
que nunca fueron recuperados del naufragio. Los cuadros pintados por este
artista posiblemente formaron parte de la decoración del vapor que enlazaba el
continente europeo con Brasil, para ambientar los salones del vapor que servía
como puerta de acceso para introducir a los pasajeros en el nuevo mundo.
Fuente: Hemeroteca Museo Canario;
Grau-Bassas primer conservador del Museo
(Tomado de: Eduardo Grandío.
Diciembre 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario