martes, 25 de febrero de 2014

CAPÍTULO XLVII-VII





EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1861-1870

CAPÍTULO XLVII-VII


Eduardo Pedro García Rodríguez

1867 Junio 29. Viene a este mundo en Mazo, Benahuare Pedro Pérez Díaz. Abogado. Hijo del matrimonio formado por Alonso Pérez Sánchez y Luisa Díaz Guerra (ver: año 1962 Norberto Pérez Díaz). A temprana edad abandona Benahuare (La Palma) para establecerse en la Metropoli, donde llevaría a cabo sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho y contraería matrimonio, en febrero de 1895, con la española Catalina Salmerón y García, hija del que fuera tercer presidente, en 1873, de la Primera República española. Fruto de esta unión fue su única descendiente: María Luisa Pérez Salmerón. Fue discípulo del malagueño Francisco Giner de los Ríos, cuya obra inspiraría muchos de los planteamientos reformistas, liberales y antimonárquicos que traerían consigo la Segunda República. Estamos ante el autor material del informe sobre la estructuración político-administrativa del Archipiélago Canario, en la coyuntura histórica del denominado "problema canario" de las primeras décadas el siglo XX, elevado luego a la categoría de ley el 11 de julio de 1912 (Ley de Cabildos), cuando ocupaba la presidencia del Consejo de Estado, la Academia de Jurisprudencia, su propio despacho y el Ateneo de Madrid, acogerán una callada pero importante labor. En la biblioteca de la última institución citada transcurrirían muchas horas de arduo trabajo, siendo uno de los socios ateneístas más activos llegando, en febrero de 1913 a formar parte de la junta directiva. Dentro de su producción bibliografía se encuentran los siguientes títulos: Suspensión de Ayuntamientos. Interpretación del artículo 189 de la Ley Municipal (1905), el socialismo. Fundamento del sistema marxista. Trabajo y valor y El problema canario (1910); El problema social y el socialismo. Una solución (1915) y El contrato de trabajo y la cuestión social (1917). Para el dirigente comunista palmero José Miguel Pérez, la obra de Pedro Pérez Díaz tenía como aspecto interesante el haber profundizado en el estudio del marxismo, de donde había salido la materia "para sus mejores obras". Su militancia política se materializa primero en la Unión Republicana, fuerza surgida tras la fusión de todas las fracciones del republicanismo español cuyos representantes en Madrid, reunidos en asamblea el 25 de marzo de 1903, eligen como jefe a su suegro, Nicolás Salmerón. Más tarde entraría a formar parte del partido reformista su amigo Melquíades Álvarez, surgido hacia 1912. Su figura y su obra destacan, sobre todo, en el Consejo de Estado, al que llega tras reñidas oposiciones. Su labor en este cuerpo obtuvo una amplia consideración, calificándolo el mismo Ortega y Gasset de "aristócrata de la burocracia" y gozando de la absoluta confianza, a pesar de su firme vocación republicana y reformista, de políticos conservadores como Antonio Maura.
Los éxitos, sin embargo, como profesional del Derecho, con un bien ganado prestigio y una reconocida trayectoria laboral y humana, no fueron paralelos a sus éxitos en el campo de la política local hawarita (palmera). Los resortes de la vida pública de entonces, herederos del caciquismo del siglo XIX, seguían complicando cualquier consulta electoral. Desde esta realidad, como candidato de los republicanos de Benahuare (La Palma), sería derrotado en las elecciones a Cortes de 1903 y 1914, de las que saldría vencedor el conservador Pedro Poggio. Finalmente conseguiría el acta de diputado en 1916, Pedro Pérez Díaz falleció en Madrid el 26 de marzo de 1930, y fue enterrado en el panteón que la familia Salmerón poseía en el cementerio de la capital española. El Ayuntamiento de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma), en sesión plenaria de 24 de abril de 1931, acuerda dar su nombre a la entonces calle de San Sebastián. Un año más tarde, el 3 de abril de 1932, era el Consistorio de su localidad natal el que hacía lo propio con la denominación de la plaza principal de la villa, que luego el franquismo se encargaría de borrar más tarde, por acuerdo plenario de 27 de junio de 1989, ser recuperada democrática y definitivamente. Su nombre rotula igualmente una vía de la capital tinerfeña.
  1867 julio 28.
El lugar de Ycod comenzó a disfrutar de los honores, preeminencias y prerrogativas anejas al villazgo desde el día 28 de julio del año 1867, en que se dio lectura en el Ayuntamiento al real despacho de S.M la Reina Doña Isabel II de Borbón y Borbón-Dos Sicílias dado en palacio el día veinticinco del mes precedente por el que se dignó a honrar a esta población con el título de villa que habíase otorgado su augusto padre el Fernando VII de Borbón y Parma el día 27 de mayo del año 1829.
 El año decimonoveno del siglo actual obtuvo el título de ciudad. La novedad fue comunicada al Muy Ilustre Ayuntamiento de la villa el mismo día que se publico en la Gaceta de Madrid el real decreto que S.M Don Alfonso XIII de Borbón y Habsburgo tuvo la dignación de expedir por el Ministerio de la Gobernación viniendo en concedérselo por el periodista y lagunero y diputado de Cortes por la circunscripción electoral de Tenerife Don Manuel Delgado Barreto, en un telegrama que envió al alcalde recibiendo alegría por haber ayudado y concurrido con el pueblo al logro del título, correspondiendo así al favor que le hicieron los votantes en las elecciones para diputados celebradas el primer dia de junio.
El día 18 de octubre se leyó en el Ayuntamiento la comunicación del Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación haciéndole saber el contenido de la disposición firmada por el Rey y refrendada por el sobre la concesión del título, otorgado en atención al creciente desarrollo de la agricultura, industria y comercio y a su constante adhesión a la Monarquía. El alcalde de la ciudad le envío un escrito mostrándole el sentimiento por el que la corporación municipal que presidia que consideraba obligada a estimar el beneficio que su SM. había hecho a Ycod y rogándole que hiciera llegar a las gradas del trono el testimonio de su ferviente amor a la persona del Rey.
La concesión del título tuvo eco en las publicaciones periódicas “La Prensa”, de Santa Cruz de Tenerife, en su número 3053, considero la distinción como una de las mas justificadas y oportunas que habían concedido los gobernantes y le manifestó efusivamente la satisfacción que había experimentado con motivo del fausto suceso. En la misma columna decía que hubiera preferido algo más que un título honorífico para recompensar los esfuerzos e iniciativas de uno de los pueblos mas activos y laboriosos de Canarias, al que siempre había tributado su administración por su afán de progreso y bienestar, pero que aquel debía servirle cuando menos de incitamiento para proseguir las diligencias conducentes a la obtención de bienes materiales que habían de seguir a los de orden moral que había recibido con la concesión del privilegio, como asi creía que sucediera por la esperanza firme que tenía en el anhelo de cultura y engrandecimiento que caracterizaba los nuevos ciudadanos.
Por su parte, “La Comarca”, publicó un artículo de Don Emeterio Gutiérrez López titulado “Lo que costaba un título”, en el cual exteriorizaba la grata impresión y la alegría que había causado la concesión de la gracia y otro de “Tinguaro”, en cuyo concepto el mayor mérito que tenía Ycod para que le diese la honrosa distinción era su ansia del progreso, resumiendo en este término su deseo vehemente de engrandecerse, de ser culto, de incorporarse por medio del trabajo y de su educación a los pueblos mas adelantados. Para el articulista que ocultaba con el vianesco nombre el suyo verdadero, Ycod no quería elevarse a grado superior por cualquier medio como otros pueblos que hacen gala de progresistas y grandes, sino de una manera digna, con libertad de conciencia y acción, con los ojos puestos en el desarrollo integral de las facultades fisio-psicológicas de sus naturales, que era la manera de subir sin peligro de caer, e iban por el mismo camino que se movían los imperios japonés y británico y los Estados Unidos de América del Norte a pesar de ser una pinta al lado de estas superpotencias, que habían colocado los fusiles en los armeros y se habían colocado los fusiles en los armeros y se habían dedicado a trabajar en cosas útiles y para ilustrar la realidad de su progreso puso de ejemplos la construcción y embellecimiento de sus plazas, el adoquinado de sus calles, la sustitución de la luz de petróleo por la eléctrica, la cultura de sus fiestas y el creciente número de estudiantes que concurrían a las aulas del instituto de La Laguna a cursar el bachillerato.
El día 6 de octubre del año 1921, el Ayuntamiento expuso al gobierno de S.M. la antigüedad de la fundación del pueblo, los hechos históricos por los cuales se hizo digno de privilegios y prerrogativas que otros no gozaban y el aumento que había tomado la población para fundar en estos meritos su pretensión de usar el escudo de armas blasonado según las reglas del arte, que habían aprobado en su sesión del primer día del dicho mes, en todos los actos oficiales y documentos que autorizase y unió con la instancia el dibujo del escudo hecho por el primer gaditano López Ruiz, residente en Tenerife desde el año 1895, del cual se conserva otro, de pequeño tamaño, que esta puesto en el expediente correspondiente al asunto guardado en el archivo municipal.
“La Comarca” publico, con bastante retraso la real orden de 9 de noviembre de 1921 consintiendo S.M. en lo que al Ayuntamiento pidió y la relación por escrito que contenía el acuerdo que por todos los votos se tomo en el Ayuntamiento el día primero de octubre de aprobar el escudo de armas propuesto por varios vecinos y solicitar la autorización del rey para usarlo como divisa honorifica y representación simbólica de la ciudad en todos los actos públicos y solemnes y en los documentos que expidiese. En la misma página inserto una fotografía de la superficie en que se pintaron los blasones de la ciudad y otra de Don Tomas Salazar y Cologan, diputado a Cortes por esta isla, a quien agradecía la actividad que había puesto en práctica para conseguir por medio del Ministerio de la Gobernación la autorización real para usarlo, gestión que el ayuntamiento había puesto a su cuidado y diligencia.
   El augusto abuelo de S.M. el rey Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón había de conceder todavía un honor mas a la ciudad de Ycod; el tratamiento de Excelencia a su Ayuntamiento. El acto de la firma del real decreto haciéndole merced y gracia de este tratamiento de respeto y cortesía fue comunicado telegráficamente por el Subsecretario de la Presidencia del Consejo de Ministros a las 22:15 horas del día 30 de diciembre del año 1930. El real decreto que S.M. se sirvió expedir por el Ministerio de la Gobernación dice lo siguiente: “Queriendo dar una prueba de mi real aprecio a la ciudad de Ycod, provincia de Santa Cruz de Tenerife, vengo en conceder a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelencia. Dado en palacio a 30 de diciembre de 1930 Alfonso. El ministro de la Gobernación Leopoldo Matos y Massieu. (Eduardo de Espinosa de Los Monteros y Moas)
1867 Diciembre 12. La Congregación de Ritos de la secta y  religión católica declara Patrona Principal del Archipiélago Canario a la Santísima Diosa Chaxiraxi sincretizda como el Misterio de la Purificación de su virgen María  (Candelaria) del ritual católico, señalando el 2 de febrero como día de su fiesta. Como el pueblo izo caso omiso a esta imposición católica y continuó celebrando la festividad de la Diosa Chaxiraxi el 15 de agosto, tal como lo venían haciendo nuestros ancestros, la secta católica optó por asumir la celebración, la cual se viene manteniendo hasta la actualidad, dejando el 2 de febrero como celebración litúrgica católica.
1868. Antes de la introducción de telégrafo, a mediados del siglo XIX, como sistema de información de las llegadas de barcos al puerto de Añazu (Santa Cruz) se utilizaban el mirador particular y las vigías. De éstas había una en Anaga, pagada por la capitanía general española. A partir de 1868 estuvo a cargo del ayuntamiento. Conocer de antemano la llegada de los barcos interesaba a los comerciantes más a menudo que a los militares.
En el castillo de San Cristóbal había otra vigía militar pagada por los  comerciantes de Añazu (Santa Cruz). Se mantuvo hasta después de la instalación del cable y le correspondía entrar en contacto con los barcos que se aproximaban por medio de señales.
1868. La revolución de este año en la metrópoli significa un nuevo intento progresista del liberalismo pero que tampoco logra implantar unas instituciones estables. El bloque de poder se amplía y mantiene su dominio a pesar de los cambios rápidos que se producen en el Estado: a una monarquía parlamentaria le sucederá la primera república y una dictadura militar. Estos cambios provocan en la colonia cambios de personas en los puestos políticos pero no se produce ninguna modificación sustancial en los grupos sociales que detentan el poder a pesar del establecimiento del sufragio universal masculino. La participación política se amplía pero no se produce una democratización real del sistema político porque:

-Se amplía el sufragio y se falsean los resultados electorales.

-Se proclama la soberanía nacional como poder constitutivo y se juega con la opinión pública. Se decreta la disolución de las juntas populares y se plantean de forma confusa las diferencias de intereses personales bajo el aspecto formal de diferencias ideológicas.

-Se enumeran los derechos individuales en la Constitución y se mantienen como forma de actuación las estructuras caciquiles.

-Algunos políticos que defienden algunos principios básicos de la Constitución de 1869 mantienen comportamientos y actitudes antagónicas y forjan algunos de los presupuestos básicos del pensamiento reaccionario español al oponerse al proyecto constitucional de 1873.

Como señala López Cordón, «fueron los contemporáneos los primeros defraudados por los resultados de la revolución: los unos porque no tenían intención alguna de subvertir el orden social y temieron por un momento ver comprometidos sus intereses, los otros porque pretendían medidas reformistas que promovieran la "regeneración" del país y no lo consiguieron; los más porque se sintieron apoyados, frenados y, finalmente, abandonados en sus reivindicaciones, sin conseguir ningún cambio sustancial».

La Restauración en el trono español de Alfonso XII con perspectivas de una nueva etapa moderada fue celebrada en la colonia porque ponía fin aun periodo contradictorio hasta extremos insostenibles por los sectores dominantes. Como afirma un político grancanario «estará aliado de todo gobierno que resista las exigencias de abajo ya los deseos de arriba, imponiendo en todas partes en nombre de la legalidad que es su prestigio, en nombre del orden que es su mejor derecho y su mayor deber. Estaré aliado de todo gobierno que restablezca el concierto roto de esta sociedad desquiciada». José Miguel Pérez García et al. 1991)

1868. En La Aldea de San Nicolás (Tamaránt), la  aclimatación de la cochinilla había mejorado en parte las condiciones económicas y de nuevo reavivó el conflicto terratenencia-colonato. Los últimos marqueses de Villanueva del Prado, en plena quiebra económica, plantearon un proceso de reconversión agraria en su hacienda, ya desvinculanda del mayorazgo por las leyes liberales, para amortizar las fuertes hipotecas que pesaban sobre la misma. E intentaron desahuciar al colonato insumiso para implantar el nuevo cultivo de la cochinilla y recuperar la propiedad absoluta y total sobre una tierra, nuevamente discutida por los aldeanos gracias al período democrático nacido con la Revolución de 1868.

1868. En la colonia Canaria la actuación de las Juntas revolucionarias estará también determinada por el pleito insular avivado desde la metrópoli. Así, la Junta grancanaria acuerda la secesión con respecto a la de Añazu (Santa Cruz) y ésta tratará de mantener a toda costa la unidad administrativa. A lo largo del mes que tarda en disiparse la incertidumbre general vuelve a cuestionarse en la práctica la unidad de la colonia y se solicita del Gobierno Provisional metropolitano una solución definitiva. Esta última terminará por devolver las atribuciones a la capital colonial (Añazu) tras decretar la disolución de las Juntas.

Las medidas adoptadas por aquéllas ponen de manifiesto su escaso interés por aplicar reformas apreciables. La alarma que causa la expropiación efectuada por la Junta de Realejo Bajo y que afectó a algunos almudes de terreno para destinarlos al cementerio local, provocó una desproporcionada reacción y el envío de órdenes gubernamentales tajantes que dejaban clara la decisión de impedir cualquier veleidad en tal sentido y ma-
nifestaban «que el principio sobre el que descansa la gloriosa situación por la que atravesamos es el orden que emana del respeto a las familias y la propiedad porque debe velar incesantemente la autoridad constituida». Ni la supresión de los impuestos de consumo ni los acuerdos por impulsar las libertades de expresión y reunión, la en-señanza o la participación política tendrán efectos reales en la colonia. (José Miguel Pérez García; 1991)

1868 Enero 3. En Añazu Chinech, el temporal acaecido, arruinó la torre de la casa de Francisco García: después de examinada por el arquitecto municipal, éste dictaminó que, <<resulta probado científicamente la necesidad de derribarla>>.

1868 Mayo 2. Se publica en Chinech (Tenerife) el primer número del periódico «El Porvenir de Canarias», de marcado carácter liberal. Era su director el criollo marqués de la Florida.

1868 Septiembre. El estallido revolucionario en la metrópoli, que envió al exilio a Isabel II, tendría su particular reflejo en la vida política de la localidad de Mazo. Al crearse juntas revolucionarias en todo el país, en Mazo se establece también una Junta Soberana que, a diferencia de las establecidas en el resto de los pueblos palmeros, no reconocerá la autoridad de la de Santa Cruz de La Palma. Por ello en Mazo los acontecimientos discurrirán de distinta manera. La Junta Soberana local suspenderá el Ayuntamiento existente que, en el momento de producirse los hechos, presidía accidentalmente Francisco Alonso Martín, no reconociendo tampoco la autoridad del entonces del alcalde titular Bernardo Bravo Hernández. En su lugar se repone a la corporación de 1856, responsabilizándose de la Alcaldía José Hernández González por haber fallecido José Leal Méndez, que era quien la ostentaba en aquel año. Entre el 1 y el 4 de noviembre de 1869, se celebran las primeras elecciones municipales por sufragio universal aunque teniendo derecho al voto sólo los varones mayores de 25 años. Es elegido alcalde el conservador Alonso Pérez Sánchez, cabeza de una de las más importantes familias de la localidad y que se mantendría en el cargo hasta 1872, ocupándolo de nuevo entre 1883 y 1886 y de 1897 a 1898. Durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), el caciquismo, con sus usos y abusos, protagonizaría toda la vida del municipio. La política local fue durante esos años un auténtico rosario de conflictos con un continuo cambio de personas en los cargos públicos. La lucha por el control del Ayuntamiento fue tenaz, a pesar de la política del turno pacífico que desarrollaban en la metrópoli, conservadores y liberales. Por esta razón la titularidad de la Alcaldía en 1896 se convertiría en asunto harto complicado, alternándose en la misma, por disposición gubernativa, Pedro Ríos Pérez, Antonio Leal Sánchez, Antonio Juan González Díaz y Blas Vergara Cordobés.

1868 Septiembre 18.
En la metrópoli el régimen es suprimido, finalmente, como consecuencia de un alzamiento militar iniciado en Cádiz. Independientemente de cuales fueran las causas últimas de su caída, causas que, si bien no de una manera determinante, estaban relacionadas con la situación de crisis financiera y económica, iniciada a partir de 1866; independientemente de esas causas, decimos, lo que nos interesa, ahora, es decir escuetamente que el nuevo régimen establecido un régimen democrático, primero monárquico, republicano, después-, -tuvo una duración de seis años, -septiembre 1868, diciembre 1874-, siendo definitivamente liquidado como consecuencia de un nuevo pronunciamiento militar, protagonizado, ahora, por el general Martínez Campos.

Pues bien, el periodo de la historia canaria que estudiaremos en este breve ensayo vendrá acotado temporal y espacialmente: Tenerife, septiembre I868-enero 1874.

Debemos decir, rápidamente, que lo que nos interesa no es una valoración basada en una periodización política exclusivamente formal, periodización que supondría una clasificación a partir de los resultados de las distintas elecciones a diputados o al municipio.

Lo que nos interesa, por el contrario, es, de una parte, la situación social y económica, de otra, el comportamiento político y moral así como los planteamientos ideológicos de los distintos partidos y de las distintas clases sociales tinerfeñas.

Si el estudio de la realidad social y económica presupone un conocimiento de la profunda relación de dependencia de las islas respecto a Europa, el estudio de la realidad política debe incluir como causas determinantes de la misma no sólo lo que hace referencia a la fuerza, planteamientos y relaciones entre las diversas clases sociales sino también cuanto hace referencia a la coyuntura política en la metrópoli y a la propia coyuntura económica europea.

Siendo Canarias una colonia del Estado español, todo acontecimiento decisivo que sucedía allí repercutía sobre las islas, si bien no inmediatamente debido a la lejanía y deficiencia de las comunicaciones. Pero, con toda evidencia, lo que sucedía en Canarias no era un puro reflejo de acontecimientos previamente sucedidos en la metrópoli. Habrá que tener en cuenta, además, y como ya hemos dicho, la coyuntura económica europea y la propia formación social canaria.

Los datos que tenemos sobre la formación social canaria aunque pertenecientes al año 1860 son esencialmente válidos para todo el período estudiado. De tales datos se deduce, de una parte, la inexistencia casi total de "jornaleros de fábrica" y de profesionales liberales; de otra, el predominio casi absoluto de los sectores sociales campesinos sobre los sectores sociales urbanos. 250 "jornaleros de fábríca", 386 profesionales, parecen probar la primera afirmación. 22.000 propietarios, 8.500 arrendataríos, 40.000 jornaleros del campo frente a 2.490 industriales, 5.800 artesanos y 1.500 individuos dedicados al comercio sirven para verificar la afirmación segunda. (A. Millares, t. 5, 1997).

1868 Octubre 13.
La Junta Revolucionaria acuerda la demolición de la Batería de Santo Domingo, situada en la plaza de Santa Cruz de Tenerife.

Situada al 85 varas de la de Santa Rosa y adyacente al Castillo de San Cristóbal por su lado izquierdo, en una especie de rediente que se apoya en la cara del baluarte saliente del citado Castillo y tiene el frente de gola paralelo al de tierra. Está formada por un sólido muro de sillería de diez pies de alto con foso cortado en el muelle; su interior se hallaba al nivel del pie de la escarpa del Castillo y tenía por objeto batir con sus fuegos bajos la ensenada del muelle y el primer trozo de éste en el sentido de la longitud.

Por la disposición de esta Batería, resultaba un espacio cerrado y reducido en que la caída de algún proyectil sería bastante para inutilizarla. En 1850 no tenía construidas sus explanadas, y contaba con un pequeño tinglado para el servicio de su Artillería.

Podía contener hasta cuatro piezas para defender la parte de playa hasta la Batería de la Rosa y el muelle.

Como se ha dicho al tratar del Cuerpo de Guardia del Principal, fue ordenada su demolición por la Junta revolucionaria de Santa Cruz de Tenerife el 13 de Octubre de 1868.
1869. Es suprimido definitivamente el convento de los Santos Reyes en Hipalám (San Sebastián), La Gomera en virtud de la real Orden de la metrópoli de 25 de Julio de 1868.
1869 Febrero 6. Nace en Benahuare, el escritor mácence Blas Pérez de la Cruz, autor de la obra en verso Representación en honor a Santa Rosalía cuyo estreno tuvo lugar el 3 de septiembre de 1896. Su afición por escribir, queda reflejada en la prensa de su época, y a su pluma se debe el comunicado que firma en Mazo el 15 de enero de 1899 y que publica el periódico "La Justicia" de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) el día 26 siguiente. Se trata de una crítica al cura párroco de San Blas, Agustín Espelt, en la que, con fina ironía, mezcla prosa y verso, quedando de manifiesto sus inquietudes literarias.

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