Nace en Nancy, José Desirée Dugour. Notable escritor, nació en la
ciudad francesa de Annecy, pero desde que era pequeño su familia instaló su
residencia en Tenerife. Fue después de que en su viaje hacia América la
embarcación en la que iban naufragara frente a las costas africanas próximas a
Canarias. Dramaturgo, ensayista y poeta, entre otras tantas profesiones, fue
director de la publicación Museo de Canarias y colaborador de revistas de la
época como La Aurora
y El Ilustrador. Entre sus obras destaca Apuntes para la historia de Santa Cruz
de Tenerife.
El ilustre historiador D. Carlos Gaviño de Franchy, nos ofrece un extraordinario retrato de Jose Desirée Dogour y su familia:
“Nancy, según el Dictionnaire Universel D'Histoire ef Géographie de M. Bouillet, fue fundada en el siglo XII, convirtiéndose más tarde en la capital de la Lorena. Carlos el Temerario la tomó en 1475 y, al año siguiente, la perdió pereciendo bajo sus muros, en 1477.
La Nanceium medieval, en el Departamento de la Meurthe, sobre el canal del Marne al Rin, se encuentra a trescientos diecinueve kilómetros de París. Obispado dependiente de Besançon y corte imperial, posee una Academia Universitaria, Facultades de Letras y Ciencias, Escuela Secundaria de Medicina, Escuela de Montes, Instituto y Escuela Especial de Sordomudos.
La ciudad,
dividida en dos villas, la vieja y la nueva, alberga varios edificios de
interés arquitectónico y, además, una Sociedad de Ciencias, Letras y Artes, una
biblioteca y un museo de pinturas, un jardín botánico y un gabinete de historia
natural.
En cuanto a la
vida comercial, son famosos sus bordados y tejidos, tinturas, productos
químicos y naipes. Se negocia con vinos, quesos, aceite, cuero, lana y hierro.
A grandes rasgos esta era, algunos años antes de su muerte en Santa Cruz de
Tenerife, la ciudad que vio nacer a José Desiderio Dugour.
II
Joseph Dugour
y Marie-Thérese Mauzand, burgueses ciudadanos de Nancy, tuvieron de su
matrimonio a Michel, nacido en el mes de noviembre de 1792. Suponemos que,
vinculada su familia a alguna de las actividades comerciales descritas,
recibiría una educación aceptable, manifiesta en su espléndida caligrafía. En
1813 casó en su ciudad natal con Isabelle-Thérése Martín, nacida también en
Nancy, en julio de 1798 [2].
Durante su estancia en Nancy procrearon los esposos, además de Joseph, el
primogénito, otros dos varones: Paul y Jules.
En 1827, y
por motivos que nos son desconocidos, pero que podrían resultar absolutamente
comunes, emprendió viaje la familia rumbo a América.
Su condición
de botánico y la esperanza de vírgenes horizontes debieron influir en la
decisión tomada por Michel Dugour; una determinación que, sin embargo, le
apartaba de unas comodidades pedagógicas que hubieran sido idóneas para la
educación intelectual y práctica de sus hijos.
Es probable
que Michel Dugour —si no existieron otros motivos de fuerza mayor que le
hicieran abandonar su patria— tomara en consideración los privilegios escolares
de los que había privado a su prole, esforzándose en procurarles una educación
sustitutoria que reemplazara en la medida de lo posible las lejanas aulas de
institutos y facultades.
El barco en que viajaba la familia Dugour naufragó en las costas de África, aportando ésta, definitivamente, a la rada de Santa Cruz de Tenerife, el día 29 de noviembre de 1827. Joseph Desirée tenía trece años de edad, mientras que su madre, Isabelle, encinta de un mes, dió a luz en La Laguna, al primero de los Dugour canarios, Pedro Fernando, el 17 de julio de 1828.
El barco en que viajaba la familia Dugour naufragó en las costas de África, aportando ésta, definitivamente, a la rada de Santa Cruz de Tenerife, el día 29 de noviembre de 1827. Joseph Desirée tenía trece años de edad, mientras que su madre, Isabelle, encinta de un mes, dió a luz en La Laguna, al primero de los Dugour canarios, Pedro Fernando, el 17 de julio de 1828.
Años más tarde, con motivo del
estreno en el Teatro de Santa Cruz de su obra Tenerife en 1492, don José
Desiderio repartiría una hoja impresa en la que se leía:
A los habitantes de Santa Cruz de Tenerife; Pobre náufrago arribé a vuestras playas y me tendísteis una mano bienhechora... ¡Nunca, nunca lo olvidaré!
La riqueza y el brillo de vuestro idioma, su admirable estructura, su libre y variada sintaxis, hirieron desde luego mi impresionable corazón: más adelante, fueron mis delicias mis únicas delicias. Leí con avidez las admirables páginas de vuestra historia, devoré con ansia las obras maestras de vuestros inmortales poetas, y... quise también, a ejemplo de los antiguos mejicanos, colocar mi piedra en el sacro monumento que levantaban en medio de la patria: nadie le daba su nombre, pero todos habían contribuido a edificarlo [3].
A los habitantes de Santa Cruz de Tenerife; Pobre náufrago arribé a vuestras playas y me tendísteis una mano bienhechora... ¡Nunca, nunca lo olvidaré!
La riqueza y el brillo de vuestro idioma, su admirable estructura, su libre y variada sintaxis, hirieron desde luego mi impresionable corazón: más adelante, fueron mis delicias mis únicas delicias. Leí con avidez las admirables páginas de vuestra historia, devoré con ansia las obras maestras de vuestros inmortales poetas, y... quise también, a ejemplo de los antiguos mejicanos, colocar mi piedra en el sacro monumento que levantaban en medio de la patria: nadie le daba su nombre, pero todos habían contribuido a edificarlo [3].
De los hermanos de don José Desiderio, Paul Dugour, el segundo, contrajo matrimonio en Francia con una joven de nombre Geneviéve cuyo apellido ignoramos, y con la que tuvo varios hijos. Murió, a causa del cólera morbo, en Angers, en 1845.
Jules Dugour, tercero de los hijos, se trasladó a los Estados Unidos de América, perdiendo todo contacto con la familia. No ha dado nunca de sus noticias [...] si es que no ha muerto [4], escribe don José Desiderio.
El más
pequeño, lagunero ya, Pedro Fernando, casó en la Isla de la Madera con Aurora
Viejobueno de Olivera, estableciéndose posteriormente en Río de Janeiro donde
tuvo tres hijos, de dos de los cuales conocemos sus nombres: Ivo y Ada.
Los Dugour, luego de una corta
estadía en La Laguna,
se establecieron en el Puerto de La
Orotava. Sin embargo, José Desiderio vivió desde
pequeño en Santa Cruz, a la vista de sus declaraciones en la fe de
soltería, instrumento que le fue preciso obtener para contraer matrimonio con
doña Peregrina Ruz y Sossa, en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, el día 7 de
febrero de 1836, a los veintidós años de edad, ya que según declaración propia
había nacido el día 13 de febrero de 1814 [5].
El joven Dugour, con apenas trece
años de edad, quedó consignado a quien más tarde fuera su padrino de boda, el
próspero comerciante don Francisco Riverol, que debió contribuir a que
concluyera su formación, sin exceptuar los estudios mercantiles.
Los padres
de los contrayentes, don Miguel Dugour y don Rafael Ruz y Sossa, expresaron y
firmaron su consentimiento al matrimonio, dando cumplimiento a la Real Pragmática de
28 de abril de 1807, relativa a los realizados entre hijos de familia.
Les casó el presbítero don Domingo López y actuaron de padrinos el ya citado
don Francisco Riverol y doña María Bertini de Venzano [6].
Don Rafael Ruz y Sossa, padre de
doña Peregrina, era oficial de la
Contaduría de Canarias [7] y natural de Santa Cruz. Hijo de
don José de la
Encarnación Ruz [8], residente en esta villa desde 1798 y,
casado en su parroquia matriz, con doña Teresa de Sossa y Aguilar, joven
santacrucera nacida de los esposos don Francisco de Sossa y Martínez del
Castillo y doña Leonarda de Aguilar y Viera [9].
Don Rafael Ruz y Sossa celebró posterior matrimonio, el día 28 de agosto de 1831, con doña María de la Concepción Pérez y Baute, hija de don Cristóbal Pérez Bethencourt y doña María de la Concepción de Armas.
El 27 de julio de 1835, ocho años después de su llegada a la isla, don Miguel Dugour, a propuesta de don Manuel de Ossuna, que acababa de ser nombrado director del Jardín de Aclimatación de La Orotava, fue designado encargado o jardinero del mismo, con sueldo de 182,5 reales de vellón mensuales, además del importe de los productos que de él obtenía, principalmente del cultivo de hortalizas, al cual había destinado no sólo la huerta anexa al jardín, sino también una tira de terreno, todo a lo largo de la mitad oriental del mismo. A propósito de la actividad profesional de Miguel Dugour dice, textualmente, Masferrer y Arquimbau:
En los primeros años de este
jardinero prosperó algo el establecimiento; pero luego decayó bastante; lo cual
tampoco es de extrañar, pues fue tan desatendido por la superioridad, que al
jardinero dejaron de abonársele las pagas correspondientes a los años 36 y 37,
y luego la del año 43.
En un inventario formado por Dugour en 31 de diciembre de 1846 consta que había en el recinto a su cargo 176 especies de árboles y plantas, de los que 37 eran antiguos y 139, nuevos. El botánico francés permaneció en su puesto hasta el 15 de agosto de 1860, fecha en que fue sustituido por don Germán Wilpredt [9 bis].
Don Miguel Dugour falleció en el transcurso de la epidemia de fiebre amarilla que diezmó Santa Cruz de Tenerife, víctima de este mal, el 17 de noviembre de 1862, viudo de doña Isabel Teresa Martín desde 1841, año en el que murió ésta en el Puerto de La Orotava.
Don José Desiderio Dugour y doña Peregrina Ruz tuvieron de su matrimonio nueve hijos: Julia, Emilia, Marñia de la Concepción, Alfonso, Luis, María de las Mercedes, Isabel, Ramiro y Peregrina [10].
III
Sebastián Padrón Acosta hace referencia a la actividad pedagógica de don José Desiderio Dugour compartida, según este autor con su contemporáneo el maestro valenciano Don Juan de la Puerta Canseco [11], Lo cierto es que a la vista de nuevas investigaciones hubo otros muchos individuos que compartieron el honor de haber sido pioneros, sin más medios que su buena disposición, en el establecimiento de las escuelas primarias en Santa Cruz de Tenerife [12].
Don José
Desiderio abrió una academia en la que se impartían clases de Francés,
Aritmética, Geografía e Historia [l3].
Es más que probable que Dugour se
hubiera formado a sí mismo —considerando los escasos medios de que se disponía
en la población- bajo la tutela de su padre, don Miguel Dugour, y del
comerciante don Francisco Riverol.
Si nos atenemos a las asignaturas que se impartían en aquella academia y le suponemos cierto dominio en las materias que son motivo de enseñanza por parte de su propietario, es fácil conjeturar una educación autodidacta, práctica, relacionada con la vida comercial. Don José Desiderio dió clases de un idioma, el francés, que fue el suyo hasta los trece años de edad, que compartió con sus padres y que, desde luego, usó el resto de su vida en el desempeño de la secretaría del consulado de Francia, que ejerció. El hecho de que el íntimo cuaderno de notas del que hemos dispuesto esté escrito en español, nos mueve a pensar en una adopción electiva de este idioma —en el que, por otra parte, están escritas todas sus obras, a diferencia de lo que sucede con las de Sabin Berthelot— o en la prevision de que sus descendientes no hablaran el francés, entorpeciendo la funcionalidad del registro.
La Aritmética y la Geografía constituyen en la formación mercantil de la época dos potentes auxiliares. No puede concebirse el comercio desde la plataforma insular sin los conocimientos que aporta la segunda. La historia puliría el perfil del hombre de negocios proporcionando ejemplos, evitando la imitación involuntaria de rutinarios errores.
A los treinta años de edad fue
nombrado maestro, tras la dimisión de don Cayetano Fuentes [14] y, al regreso
de su estancia en la isla de Lanzarote. El profesor Cioranescu cree que se debe
a las gestiones de Dugour la apertura de una escuela gratuita en el antiguo
convento franciscano en el año 1846 [15].
En el estudio biográfico que nos dejara el sacerdote don Sebastián Padrón Acosta se compara a don José Desiderio Dugour con Alberto Lista.
Así, su pequeño establecimiento escolar sería la Casa de Educación de la calle de San Mateo en Madrid, Y los alumnos: Espronceda, Ventura de la Vega, el conde de Cheste, Diego de León, nuestros próceres coloniales y románticos. Se podría hablar de cierto juego de cristales ópticos en esta afirmación. La disposición del catalejo amplía o minimiza, pero sí parece cierto que se mire por el lado que se mire y por pequeña que pueda resultar nuestra visión insular, el cristal es el mismo. Los discípulos de don José Desidero Dugour pugnaron con sus composiciones en frágiles y circunstanciales academias del mirto y siguieron a su Anfriso, tanto en el deleite artístico como en su aspiración compartida a facilitar conocimientos útiles y positivos [16]. Algunos de ellos dejaron escritas sus opiniones sobre el excelente maestro [17].
IV
No es nuestro propósito entrar en
un estudio crítico de ella. Lamentablemente y en el estado actual de nuestras
investigaciones, ni siquiera podemos aportar una bibliografía que la inventaríe
de forma exhaustiva. Nos limitamos pues a dar unos pocos títulos, con la
certeza de que algunos son desconocidos incluso por quienes citan a Dugour,
dada la dificultad manifiesta para consultar su obra.
Creemos de urgencia un estudio profundo de la figura de este polígrafo que contempló la realidad isleña desde la supuesta imparcialidad de su forasteria pero que, a la postre, adelantó opiniones nacionales en las que, aún haciendo gala de cierta elegante indulgencia para con el orgulloso pueblo conquistador, se declaró convencido partidario de la actitud pacífica y civilizada de la raza vencida.
Dice Padrón Acosta:
Trató Dugour de las materias más diversas: desde asuntos de agricultura hasta cuestiones de poesía. Fue periodista, biógrafo, dramaturgo, historiador, poeta, crítico teatral, ensayista de costumbres y cultivador de la leyenda [18].
A todo esto habría que añadir que fue además actor, tenor de atemperada voz y activísimo animador en un sinnúmero de eventos culturales llevados a buen fin en su tiempo.
Una hermosa evocación de esta
época nos da María Rosa Alonso en su libro En Tenerife, una poetisa.
Victorina Bridoux y Mazzini 1835-I862 [19].
Entre los proyectos de nuestro
don José D. Dugour cabe destacar la dirección de El Museo Canario
[1867-1868] la más notable de las publicaciones de su género que entre
nosotros había existido. No venimos á regenerar, pero venimos á impulsar decía
en el prospecto su entusiasta redacción, y lo consiguieron. Su colección está
llena de muy buenos artículos históricos, literarios, biográficos, científicos
y bellísimas poesías; obra en su mayor parte de hijos de estas islas, maestros
unos y aficionados otros a escribir para el público. Contaba además con la
colaboración de escritores peninsulares ventajosamente conocidos en la
república de las letras. Fue su Director D. José D. Dugour, el laborioso
periodista, poeta y autor dramático á quien no podemos olvidar los que de él
algo aprendimos; y redactors D. José M. Pulido, D. Alfonso Dugour, D. Rafael
Calzadilla y D. Jacinto Aparicio [20].
Redactor y administrador del semanario La Aurora de Santa Cuz de 1847 a 1848; redactor de El Instructor y recreo de las damas, de 1852 a 1853; de El Teide; y director ocasional del Eco del Comercio en diferentes periodos entre 1852 y 1869, colaboró en El Ramillete de Canarias [1866-1867] junto a su hijo Alfonso.
Asimismo, participó en la creación, en 1854, de la Sociedad de Aficionados al Arte de la Declamación de la que fue presidente, al tiempo que la dirigía don José Suárez Guerra [21] —otro paladín de la intelectualidad romántica, boticario, político y extraordinario actor— y la integraban: Ángela Mazzini, Victorina Bridoux de Domínguez, Dolores Suárez Guerra, Emilia Dugour y Ruz, María Domínguez, Eloísa Pérez, José y Juan Lentini, Claudio y Severiano Sarmiento, Savoie, Eugenio Cambreleng, Lecuona, José Calzadilla y Quevedo, Vicente Bonnet, José Chamorro y Olmo y Miguel Miranda [22].
Presidió don
José Desiderio otra sociedad dramática —Talía— que había comenzado sus
actividades en 1870 y tenía su sede social en la calle de La Luz, hoy de Imeldo Serís [23].
V
La obra
literaria de Dugour fue publicada en periódicos en los que las más de las veces
ejerció como director o redactor. Así es el caso de La Aurora (1847-1848),
del que era propietario don Pedro Mariano Ramirez, dueño también de la Imprenta Isleña, a
cargo del regente D. Miguel Miranda, en la que se imprimía, y que realizó la
mejora de reunir en sus columnas las manifestaciones del genio canario, que
antes de él tenemos que buscar en periódicos de bien diversa índole [24].
Su consejo de redacción lo integraban Carlos Esteban Guigou, José Plácido
Sansón, Ignacio de Negrín, Manuel Marrero y Torres y el propio Dugour. Es
opinión tanto del profesor Cioranescu [25] como de don Francisco Martínez Viera
que don José Desiderio era el alma de este semanario de literatura y artes
[26].
En La Aurora se dieron a
la estampa algunos de los mejores trabajos literarios de Dugour, cuentos
basados en el sustrato de supuestas leyendas canarias: La cuesta de los
Habares; Guadarfé, ojo de cuervo; Un drama en Montaña Clara y
gran parte de sus estudios biográficos sobre «naturales» de estas islas que
destacaron en la lucha defendiendo sus intereses de la presencia brutal de los
conquistadores: Tinguaro, el bravo; Doramas, guanarteme de Telde;
Tanausú, señor de Eceró; Bencomo el grande, rey de Taoro,
inspirados en sus continuas lecturas del Poema de Viana y Tinerfe el
grande, publicado en El Ensayo, el 18 de marzo de 1877.
En el
territorio de la biografía, en el que parece desenvolverse tan a gusto don José
Desiderio, habría que destacar, aparte los apuntes ya citados, otro trabajo de
mayor empeño que interpreta la vida y labor de don Manuel Marrero y Torres,
joven poeta y amigo, desaparecido a causa del mal de la época, a los
treinta y dos años de edad. Con fecha 6 de febrero de 1855, se insertó en el
tomo de Poesías impreso el mismo año de la muerte del poeta, en la Imprenta Isleña a
cargo de Manuel Savoie. En este volumen, en el que colaboró con un texto
introductorio doña Ángela Mazzini, se incluyeron poemas fúnebres de Sarmiento,
Lentini, Bridoux y los propios Mazzini y Dugour, leídos el día del entierro del
poeta.
Don José D.
Dugour, que figuraba como administrador y que debió ser el redactor-clave de La Aurora,
probablemente el director, abordó en ella asuntos del mayor interés en todos
los órdenes y aspectos, dedicando asimismo a las bellas letras parte de su
entusiasta labor [27], nos dice don Francisco Martínez Viera, quien llama la
atención sobre el hecho de que tres de las personalidades más interesantes de
nuestro siglo diecinueve, de origen francés, y canarios de adopción, tomaron
parte en aquella aventura periodística: el historiador Sabin Berthelot, y el
músico, estrechamente ligado por lazos familiares a Dugour, Charles Etienne
Guigou.
Otros
aspectos de la preocupación constante de don José Desiderio por el progreso y
el bienestar del país quedan de manifiesto en trabajos dirigidos a excitar las
inteligencias locales, de suyo casi siempre aletargadas, en la vía de la
enmienda de errores tradicionales y el destierro del analfabetismo de los
isleños.
Dirigió
Dugour temporalmente, como ya dijimos, El Eco del Comercio (1852-1869),
cometido que continuaron Rafael Calzadilla, José B. Lentini, Ildefonso Llorente
y Miguel Villalba Hervás.
Formó parte,
finalmente, de la plantilla de El Teide (1862-1863) bien escrito
periódico de intereses materiales, en cuya colección se encuentran notables
artículos de ciencias, bellas artes y costumbres, compartiendo la redacción con
Gaspar Fernández, Ramón Gil-Roldán, Agustín Guimerá y Nicolás Alfaro [28].
IV
Tras la inauguración, la noche del domingo 26 de enero de 1851, del nuevo teatro, comienza una etapa de animación inusitada en el coliseo tinerfeño. En él se estrenaría el 31 de octubre la pieza nunca representada en ningún teatro, original del apreciado escritor, vecino de esta capital, don José Dugour, titulada El hombre propone y Dios dispone. Ésta fue la segunda obra de auror local (de autor tinerfeño diríamos mejor, porque lo era de corazón), estrenada en nuestro coliseo, y la tercera también correspondió al inolvidable historiador y poeta, tan vinculado a nuestro país, en el que tales huellas dejó que tenemos el deber de considerarlo como nuestro. Pero este segundo estreno de don José Desiré Dugour, revistió honores de acontecimiento y fue un homenaje del esclarecido escritor a la tierra que consideró como suya.
El 26 de noviembre, con carácter
extraordinario se celebró una función a beneficio del actor don Lutgardo
Fernández Gómez y se escenificó el drama en cuatro actos y un prólogo La Reina Faina,
completando el espectáculo un juguete en un acto: Agencia matrimonial, del
propio Dugour.
Tenerife en 1492, el drama de Don José Desiré Dugour está basado en la conquista de la isla y es obra bien versificada y su complicado argumento está planeado y desarrollado con gran maestría, evidenciando las excelentes condiciones y el conocimiento que de la técnica teatral poseía el venerado escritor [30].
Otras obras teatrales de Dugour permanecen aún en un olvido mayor; Un corazón de otros tiempos, drama dedicado a la Sociedad Dramática de Santa Cruz de Tenerife, escrita en 1858; Quien porfía mata callando, comedia de 1865; Rafael de Urbino, drama que lleva la fecha de 1870 y Una noche en Santa María de la Rábida, drama y Poder contra poder, drama presentado en la Sociedad Talía en julio de 1870, que constituyó un éxito del actor y de los actores aficionados los jóvenes: Fernando del Hoyo, Rafael Calzadilla, Alfonso Dugour Ruz, José Eugenio Calzadilla, Juan Rumeu, Nicolás Redecilla, José Tabares Bartlett, Isidoro Romero, Ramiro Dugour y Carlos Lachapelle. Mnez Viera...
El hombre
propone y Dios dispone, segunda pieza de autor local estrenada en el teatro
municipal el 31 de octubre de 1952.
Un
hambriento, obra estrenada en la Joven Democracia, sociedad presidida por don
Elías Zerolo, es teatro sin pretensiones […], pregonero de un noble
afán, hogareño, sencillo como su autor, pero con aciertos indiscutibles, con
destellos geniales, era el fuerte de los aficionados en aquellos años y en
muchos después según Martínez Viera.
VII
Ya desde su
estancia en el Puerto de Arrecife manifestó don José Dugour su interés por la
historia y la geografía de las islas. En 1848 y, en La Aurora, publicó una Descripción
Geográfica de la Isla
de Lanzarote, llena de sugestivas anécdotas. En la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife se encuentra un manuscrito inconcluso
e inédito de una Historia de las Islas Canarias, hallado por Padrón
Acosta y, probablemente depositado en esta institución, por el presbítero don
José Rodríguez Moure o sus herederos.
Obra
póstuma, impresa por iniciativa de sus discípulos y amigos, en 1875, son
sus Apuntes para la historia de Santa Cruz de Tenerife, que alcanzó una
segunda edición, estampada el mismo año en la Imprenta J. Benítez y
Compañía, calle de San Francisco, núm. 8.
Quizá sea
éste el primer paso para la recuperación de la obra completa de un autor que
aún resulta de lo más estimulante, manteniendo, siglo y medio después de ser
escrita, indudables signos de actualidad. Si el teatro y la poesía de Dugour
son hoy piezas valiosísimas de museo, sus textos de advertencia y recuperación
curiosa de ciertos aspectos de la canariedad, nos muestran el enorme interés
que, en lo esencial, siguen despertando.
El
inolvidable profesor de instrucción primaria, el laborioso diplomático, falleció
a las tres de la tarde del día diez de marzo de 1875, en la casa núm. 13 de la
calle de La Marina,
a causa de una congestión cerebral [32].
VIII
Un retrato al óleo de su autor, que quizá se deba a la mano del pintor, también de origen galo, don Cirilo Truilhé, nos muestra la figura de don José Desiderio, sentado ante una mesa en la que se apilan algunos libros, sin haber abandonado su físico aún el aspecto de una tamprana madurez.
En este óleo
se representa, en la lejanía y a través de una ventana, el pico de Tenerife,
dominando el Jardín de Aclimatación de La Orotava. Quizás
sea ésta la más antigua representacion del interior del este recinto. Don José
Desiderio optó por la imagen de la mítica montaña para que le acompañara en el
intento de pervivencia que todo retrato supone.
Otros precedentes de retratos canarios que introducen el paisaje teideano nos ofrece Clementina Calero Ruiz en su estudio “El Teide en la plástica del siglo XIX: Luis de la Cruz y Ríos” publicado por el Cabildo de Gran Canaria en el tomo VII de los Coloquios de Historia Canarias-América, cuando cita el de don Estanislao de Lugo-Viña y Molina, pintado alrededor de 1800 y el del comerciante irlandés don Patricio Murphy y Meade, que lleva fecha de 1807, realizados ambos por el que fuera pintor de Cámara del rey Fernando VIl.
Otros precedentes de retratos canarios que introducen el paisaje teideano nos ofrece Clementina Calero Ruiz en su estudio “El Teide en la plástica del siglo XIX: Luis de la Cruz y Ríos” publicado por el Cabildo de Gran Canaria en el tomo VII de los Coloquios de Historia Canarias-América, cuando cita el de don Estanislao de Lugo-Viña y Molina, pintado alrededor de 1800 y el del comerciante irlandés don Patricio Murphy y Meade, que lleva fecha de 1807, realizados ambos por el que fuera pintor de Cámara del rey Fernando VIl.
Trabajos de
Dugour publicados en La
Aurora; El Ramillete de Canarias; El Ensayo
[no nos ha sido posible consultar una colección completa]; El Museo Canario
y La Ilustración
de Canarias.
TEMAS DIVERSOS
1. “Educación. Introducción”. La Aurora, 26 de septiembre de 1847.
2. “Educación”. La Aurora, 12 de diciembre de 1847
3. “Educación. Instrucción primaria. Métodos de enseñanza”. La Aurora, 12 de diciembre de 1847.
“Instrucción material del pueblo”. La Aurora. 19 de marzo de 1848.
“Instrucción material del pueblo”. La Aurora. 26 de junio de 1848.
“Tipos canarios. El costero I”. La Aurora, 13 de febrero de 1848.
“Tipos canarios. El costero II”. La Aurora, 20 de febrero de 1848.
“Ensayos de costumbres. El tango”. La Aurora, 12 de septiembre de 1847.
“Ensayos de costumbres. Los compadres”. La Aurora, 29 de febrero de 1848.
“Agricultura. Industria. Historia de la cochinilla de nopal”. La Aurora, 5 de septiembre de 1847.
“Agricultura. Industria. Historia de la cochinilla de nopal. Conclusión. Cultivo del nopal en Méjico”. La Aurora, 12 de septiembre de 1847.
“Literatura. El estilo”. El Ramillete de Canarias, 5 de agosto de 1866.
“Estudios sociales. Un alma de cántaro”. El Museo Canario, 15 de diciembre de 1867.
“Estudios sociales. El hombre feo”. El Museo Canario, 27 de enero de 1868.
“Estudios sociales. Una amiga terrible”. El Museo Canario, 5 de marzo de 1868.
“De la literatura en Canarias”. El Museo Canario, 12 de enero de 1868.
“Estudios históricos. Los mormones”. El Museo Canario, 12 de enero de 1868.
“El burro”. El Museo Canario, 19 de enero de 1868.
“Ciencias. La vida y la alimentación”. El Museo Canario, 19 de enero de 1868.
“Una lágrima”. El Museo Canario, 12 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Topografía y población”. El Museo Canario, 19 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Su gobierno y organización”. El Museo Canario, 27 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Fuerzas militares”. El Museo Canario, 5 de marzo de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Estado de la Literatura”. El Museo Canario, 12 de marzo de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Agricultura”. El Museo Canario, 19 de marzo de 1868.
“Estudios geograficos. Marruecos. Comercio exterior e interior”. El Museo Canario, 27 de marzo de 1868.
“Literatura indiana”. El Museo Canario, 12 de abril de 1868.
“La pena del Talión”. El Museo Canario, 12 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Continuación”. El Museo Canario, 19 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Continuación”. El Museo Canario, 29 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Conclusión”. El Museo Canario, 5 de mayo de 1868.
“Curiosidades etnográficas. Los lapones”. El Museo Canario, 19 de abril de 1868.
“Las fábulas en acción. La cigarra y la hormiga”. El Museo Canario, 12 de mayo de 1868.
“La artillería moderna”. El Museo Canario, 12 de junio de 1868.
“Fórmulas de saludo”. El Museo Canario, 30 de septiembre de 1868.
“Preguntas y respuestas. ¿A qué siglo pertenece el año 1800?”. El Museo Canario, 15 de octubre de 1868.
“El Gulf stream”. El Museo Canario, 30 de octubre de 1868.
“Preguntas y respuestas. ¿Ha sido Cleopatra picada por un áspid?”. El Museo Canario, 30 de octubre de 1868.
VIAJES
“Viajes. La isla de Lanzarote”. La Aurora, 13 de julio de 1848.
“Viajes. La isla de Lanzarote. Continuación”. La Aurora, 20 de julio de 1848.
“Viajes. La isla de Lanzarote. Yaiza y su jurisdicción”. La Aurora, 27 de julio de 1848.
“Recuerdos de viajes. La semana de los tres jueves”. El Museo Canario, 7 de octubre de 1868.
BIOGRAFÍAS
“Estudios biográficos. Introducción”. La Aurora, 5 de septembre de 1847
“Estudios biográficos. Bencomo el grande, mencey de Tahoro”. La Aurora, 7 de noviembre de 1847.
“Estudios biográficos. Tanausú, Señor de Eceró. (Palma)”. La Aurora, 10 de octubre de 1847.
“Estudios biográficos. Doramas. Guanarteme de Telde”. La Aurora, 3 de octubre de 1847.
“Estudios biográficos. Tinguaro el bravo”. La Aurora, 12 de septiembre de 1947.
“Don Jose Clavijo y Fajardo”. La Iustración de Canarias, 15 de diciembre de 1882.
“El general Morales”. La Iustración de Canarias, 31 de diciembre de 1882.
“Tinerfe el grande”. La Ilustración de Canarias, 15 de septiembre de 1883.
“Tinerfe el grande”. El Museo Canario, 30 de septiembre de 1868.
“Ruiz de Padrón”. La Ilustración de Canarias. 15 de octubre de 1883.
“Theodoros. Negus de Abisinia”. El Museo Canario, 12 de febrero de 1868.
“Semblanzas contemporáneas. Giuseppe Verdi”. El Museo Canario, 19 de febrero de 1868.
“Estudios biográficos. Mr. Disraeli. Primer ministro de Inglaterra”. El Museo Canario, 5 de abril de 1868.
“Estudios históricos. El marabú Al-Hadjí Omar”. El Museo Canario, 19 de mayo de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola I”. El Museo Canario, 19 de agosto de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola II”. El Museo Canario, 27 de agosto de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola III”. El Museo Canario, 23 de septiembre de 1868.
“Apuntes biográficos. Diógenes”. El Museo Canario, 15 de septiembre de 1868.
“Canarios ilustres. Don Francisco Aguilar y Leal”. El Museo Canario, 23 de octubre de 1868.
“Don Manuel Marrero y Torres”. La Ilustración de Canarias, 15 de marzo de 1884.
CUENTOS
“Las flores. Cuento”. El
Museo Canario, 23 de octubre de 1868.
POESÍA
“A una joven poetisa.
Consejos”. La Aurora,
14 de noviembre de 1847.
“Tristezas”. La Aurora, 9 de abril de 1848.
“Balada”. La Aurora, 26 de junio de 1848.
“Mi ruego. Soneto”. El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“¿….”. El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“A José B. Lentini, arrebatado en la flor de sus años, el 30 de octubre de 1862. Dolora”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Fernada Siliuto, 1859-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Victorina Bridux, 1862-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A una joven poetisa que pedía versos al autor”. El Ramillete de Canarias, 5 de noviembre de 1866.
“Mi destino”. El Ramillete de Canarias, 15 de noviembre de 1866.
“El Canto del Esclavo”. El Ramillete de Canarias, 21 de noviembre de 1866.
“Tinieblas. Soledad”. El Ramillete de Canarias, 29 de noviembre de 1866.
“A una llave”. El Ramillete de Canarias, 21 de diciembre de 1866.
“A Creta”. El Ramillete de Canarias, 13 de marzo de 1867.
“A Venecia”. El Ramillete de Canarias, 15 de febrero de 1867.
“La dos rosas”. El Museo Canario, 5 de abril de 1868.
“Al Teide”. El Ramillete de Canarias, 21 de julio de 1866; El Ensayo, 24 de febrero de 1877 y La Iustración de Canarias, 15 de enero de 1883.
“A las Islas Canarias”. El Ramillete de Canarias, 29 de julio de 1866 y El Ensayo, 23 de septiembre de 1877
“Tristezas”. La Aurora, 9 de abril de 1848.
“Balada”. La Aurora, 26 de junio de 1848.
“Mi ruego. Soneto”. El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“¿….”. El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“A José B. Lentini, arrebatado en la flor de sus años, el 30 de octubre de 1862. Dolora”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Fernada Siliuto, 1859-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Victorina Bridux, 1862-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A una joven poetisa que pedía versos al autor”. El Ramillete de Canarias, 5 de noviembre de 1866.
“Mi destino”. El Ramillete de Canarias, 15 de noviembre de 1866.
“El Canto del Esclavo”. El Ramillete de Canarias, 21 de noviembre de 1866.
“Tinieblas. Soledad”. El Ramillete de Canarias, 29 de noviembre de 1866.
“A una llave”. El Ramillete de Canarias, 21 de diciembre de 1866.
“A Creta”. El Ramillete de Canarias, 13 de marzo de 1867.
“A Venecia”. El Ramillete de Canarias, 15 de febrero de 1867.
“La dos rosas”. El Museo Canario, 5 de abril de 1868.
“Al Teide”. El Ramillete de Canarias, 21 de julio de 1866; El Ensayo, 24 de febrero de 1877 y La Iustración de Canarias, 15 de enero de 1883.
“A las Islas Canarias”. El Ramillete de Canarias, 29 de julio de 1866 y El Ensayo, 23 de septiembre de 1877
LEYENDAS CANARIAS
“Guadarfé, ojo de cuervo”. La Aurora, 9 de abril; 16 de abril; 25 de abril; 30 de abril; 14 de mayo; 28 de mayo; 11 de junio y 18 de junio de 1868
“La cuesta de los Habares”. La Aurora, 30 de julio y 6 de agosto de 1848.
“Pedro el gomero. Leyenda canaria”. El Ramillete de Canarias, 29 de septiembre; 5 de octubre; 15 de octubre; 21 de octubre; 2 de noviembre; 5 de noviembre; 15 de noviembre; 21 de noviembre; 29 de noviembre; 5 de diciembre; 13 de diciembre; 21 de diciembre; 29 de diciembre de 1866; 5 de enero; 13 de enero; 21 de enero; 29 de enero; 5 de febrero; 15 de febrero; 21 de febero; 29 de febrero; 13 de marzo; 21 de marzo; 29 de marzo; 13 de abril y 29 de abril de 1867.
“Guajara la loca”. El Ramillete de Canarias, 5 de julio; 13 de julio y 21 de julio de 1866.
“Un drama en Montaña-Clara”. El Museo Canario, 5 de junio; 12 de junio; 19 de junio; 29 de junio; 5 de julio; 12 de julio; 19 de julio; 5 de agosto; 12 de agosto; 19 de agosto; 29 de agosto; 7 de septiembre; 15 de septiembre; 23 de septiembre; 30 de septiembre; 23 de octubre y 30 de octubre de 1868.
NOTAS
[1] Editado por Librairie de L. Hachette et C., París, 1867 (Vigésima ed.).
[2] Cfr. Cuaderno de curiosidades de José Desiderio Diigour, s.d. [Archivo José Maldonado Calzadilla, bisnieto del autor]. Los concisos datos familiares sobre los primeros Dugour de los que tenemos referencia, sus hijos, vecinos o naturales ya de la isla de Tenerife y sus descendientes, proceden en su mayor parte de un cuadernillo manuscrito por don ]osé Desiderio, en poder hoy de uno de sus bisnietos. Este tipo de registros, de los que conocemos varios ejemplos existentes en otras familias de la burguesía tinerfeña, se limitaban a dar razón, como si de un libro de contabilidad se tratara, del movimiento demográfico doméstico y, en la mayoría de los casos, omiten cualquier aspecto anecdótico, ciñéndose a aquellas circunstancias que pudieran ser susceptibles de facilitar la búsqueda y localizadón de documentos públicos. En el caso de los Dugour, tan vinculados a la villa y puerto de Sanca Cruz de Santiago, el hallazgo de partidas sacramentales y documentos notariales resulta especialmente cómodo, pero piénsese en la utilidad de estos cuadernos cuando las familias se alejan de una misma población, dispersándose en las islas o las colonias americanas.
De él, y a pesar de lo estricto de su redacción, entresacamos sin embargo el tejido enmarañado de enlaces entre miembros de una comunidad con iguales intereses sociales y culturales. Los hijos de Dugour casan con los de sus amigos y colaboradores en sus empresas comerciales o intelectuales, y, cuando esto parece poco, vuelven a casarse entre sí.
[3] Texto tomado de Francisco MARTÍNEZ VIERA: Anales del Teatro en Tenerife. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1991. Segunda edición, p. 56.
[4] Vid. nota 2.
[5] Ibídem.
[6] Cfr. Expediente de matrimonio. Parroquia de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife,
1838.
[7] Ejercía este cargo en 1831 (cfr. Expediente de matrimonio de don Rafael Ruz y Sossa y doña María de la Concepción Pérez y Baute. Parroquia de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife, 28 de agosto de 1831. Véase Partida de Matrimonio, f. 86v, libro 11.
[8] Don José de la Encarnación Ruz, natural de Maracaibo, residente en esta villa desde hace un año, hijo de don Rafael Ruz y doña Remedios Pérez, contrajo matrimonio con doña Teresa de Sossa y Aguilar, en la parroquia matriz de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, el día 14 de enero de 1799. Cfr. Partida de matrimonio, f. 7, libro 9.
[9] Don Francisco de Sossa, natural de Santa Cruz de Tenerife, hijo de don Francisco de Sossa y de doña Margarita Martínez del Castillo, casó con doña Leonarda de Aguilar, hija de don Bernardo Tomás de Aguilar y de doña María Josefa Viera, en la parroquia matriz de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, el 10 de abril de 1778 . Cfr. Partida de matrimonio, f. 234, libro 6.
[9 bis] MASFERRER Y ARQUIMBAU, Ramón: El Jardín de Aclimatación de La Orotava. Imprenta Orotava. Villa de Orotava, 1911.
[10] El 28 de noviebre de 1836, a las seis de la tarde vino al mundo en Santa Cruz la que sería la mayor de los hijos de don José Desiderio y doña Peregrina Ruz, Julia Francisca Saturnina. La llevaron a la pila los mismos don Francisco Riverol y doña María Bertini que habían actuado de padrinos en la boda de sus padres.
Julia Dugour y Ruz casó en la Concepción de Santa Cruz, a los veintitrés años de edad, con Carlos Guigou de Castillo, hijo de Charles Etienne Guigou Pujol, nacido en Orange, Francia, en 1802, y de doña Matilde de Castillo Hernández, natural de Santa Cruz, que lo era de don Matias de Castillo Iriarte y dona María Antonia Hernández y Riverol.
Carlos Esteban Guigou se avecindó en Santa Cruz de Tenerife en 1827, al tiempo que u amigo y futuro colaborador José Desiderio, a quien llevaba doce años de edad. Fundador de la Sociedad Filarmónica de Santa Cruz (1827) y su primer presidente. En 1838-40 fue director de orquesta de la ópera, en el Teatro Tacón de La Habana. Regresó a Santa Cruz y falleció el día 8 de noviembre de 1851. La vida y obra de Carlos Esteban Guigou, han sido estudiadas por Armando Alonso, autor de un interesante trabajo publicado recientemente. Julia y Carlos Guigou emigraron a Cuba y partieron hacia La Habana el 8 de mayo de 1859. De este matrimonio nacieron seis hijos, el primero de los cuales murió a los ocho
días, siguiéndole Amelia, nacida en 1861 y fallecida en 1876, Dolores Elena que vino al mundo el 27 de junio de 1863, José Justo, Carlos y Francisco. Emilia Dugour, segundo de los hijos de nuestro biografiado, nació también en Santa Cruz de Tenerife el día 3 de febrero de 1838 y se le bautizó en la parroquia de la Concepción.
Fue su madrina doña Inés de Sossa, tía de su madre.
Casó Emilia Josefa Dugour y Ruz, en la citada parroquia, el dia 22 de julio de 1876 con
José Eugenio Calzadilla y Calzadilla, hijo de don Rafael Calzadilla Martínez de Velasco y de doña María del Carmen Calzadilla y Quevedo y tuvieron tan sólo una hija: María del Carmen Calzadilla Dugour, que vino al mundo en Santa Cruz de Tenerife el 29 de abril de 1877 y casó con su primo hermano don José Maldonado y Dugour, coronel de Artillería y presidente de la Mancomunidad Provincial Interinsular. Emilia Dugour falleció la noche del día 12 de diciembre de 1910.
Fue tercera de los hijos María de la Concepción Isabel Antonia Matea que nació en Santa Cruz el día 20 de septiembre de 1840 y fue apadrinada en el bautismo por su abuelo materno don Rafael Ruz y Sossa. Murió el 17 de enero de 1877 a las tres menos cinco minutos de la tarde después de 17 años de enfermedad. Vid. nota 2.
Quien con el tiempo fuera reputado poeta, Alfonso Fulgencio Dugour y Ruz, vio la luz primera en el puerto del Arrecife de la Isla de Lanzarote, el dia 26 de junio de 1843, a las seis horas y veinte minutos de la mañana. Fue llevado a la pila de la parroquia de San Ginés por su tío político don Fulgencio Llinás, casado con doña Pilar de Sossa. Se habían establecido temporalmente sus padres en aquella isla donde don José Desiderio se encontraba al frente de negocios de cochinilla. Sea como fuere, es más que probable que don José tuviera recuerdos juveniles de aquel puerto, al que seguramente fue trasladada su familia, en 1827, con el resto de los supervivientes, tras el naufragio en las costas africanas.
El día 3 de junio de 1871 contrajo matrimonio en la Concepción de la capital tinerfeña con Kenelma Siliuto y Brigantyt, hija de don José María Siliuto y Ballester, natural de Villafranqueza, en Alicante, y de su segunda esposa doña Ana Briganty. Don José María Siliuto fue autor de un curioso Viaje al Pico de Tenerife y descripción geológica de este monte volcánico, publicado por el presbítero don Camilo Mojón, en la imprenta de don Vicente Bonnet, en 1846, veintidós años después, ya que la ascensión tuvo lugar la madrugada del día 21 de agosto de 1824. Estaba compuesto el grupo por amigos nacidos en varios puntos de Europa.
Kenelma Siliuto fue un personaje singular en la vida artística de la sociedad santacrucera de su época. Dotada de una voz excelente y cuidada, tomó parte en multitud de eventos dramáticos y musicales de nuestro incipiente teatro.
Alfonso Dugour y Ruz hizo compatibles su dedicación a la poesía y el periodismo con los lucrativos hábitos mercantiles de la clase burguesa a la que su familia pertenecía. Así aparece inscrito en las logias masónicas de la isla, con el nombre secreto de Anaga y la profesión de comerciante. Ingresó en la Logia en 1872 y, tras superar los oficios de orador, arquitecto y revisor, fue venerable en 1877-78. Cfr. Manuel A. de PAZ SÁNCHEZ: Historia de la Francmasonería en Canarias 1739-1930. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1984.)
Murió en Santa Cruz de Tenerife, a los cuarenta y ocho años de edad, el día 4 de julio de 1892, dejando tres hijos: Alfonso, Ana y Archibaldo.
Quinto de los hijos de don José Desiderio fue Luis Miguel Rafael Cipriano, nacido también en Santa Cruz el 15 de septiembre de 1846 reinando en el pueblo la fiebre amarilla, nació a la una de la noche y fue su padrino don Rafael Ruz, hermano de su madre. Luis Dugour empezó a seguir estudios en el Instituto de La Laguna en septiembre de 1859 y fue licenciado en Medicina en la Escuela de Cádiz el 24 de julio de 1872, a los veinticinco años y diez meses de su edad.
Casó en la parroquia matriz de Santa Cruz el día 9 de noviembre de 1873 con María de la Concepción Rodríguez Moure, hermana del historiador don José Rodríguez Moure. Tuvieron cuatro hijos: Marina María del Carmen, Luis Isidro, María y Pilar.
Al igual que su hermano Alfonso, Luis Dugour Fue inscrito en la Logia Teide núm. 43 bajo el apelativo simbólico de Claudus, alcanzando el Grado 33 en 1901.
Falleció el Dr. Don Luis Dugour y Ruz en su ciudad natal el día 16 de mayo de 1913. Vid. nota 2.
María de las Mercedes Leonarda Teresa Dugour nació en Santa Cruz a las cinco de la tarde del día 17 de julio de 1850. Fue bautizada en la Parroquia Matriz el 26 siguiente, llevándola a recibir el sacramento su tía doña Pilar Sossa de Llinás.
Contrajo matrimonio con Rafael Calzadilla Calzadilla, nacido en la Isla de La Palma, licenciado en Derecho, notario del Ilustre Colegio de Santa Cruz de Tenerife y culto periodista.
De este matrimonio nacieron:
Rafael Calzadilla y Dugour, alcalde accidental de esta ciudad, casado y, con
posteridad, de doña Blanca Izquierdo de la Rosa. Emilio
Calzadilla Dugour, licenciado en Derecho y notable jurisconsulto, que falleció
en 1916, dejando viuda a doña Blanca Costa e Izquierdo, hija del célebre doctor
en Medicina don Diego Costa de Grijalba y María de las Mercedes Calzadilla,
mujer de don Ángel de Villa y López Ceballos, teniente coronel de Artillería.
Murió Rafael Calzadilla en Santa Cruz de Tenerife, el 27 de mayo de 1920.
Nació Isabel Dugour y Ruz en la noche del día 9 de septiembre de 1852. Fue padrino de su bautismo el abuelo paterno, don Miguel Dugour. Isabel casó en la iglesia parroquial de la Concepción, el día 11 de febrero de 1876, con Severino Maldonado y Ramas. Tuvieron seis hijos: Manuel José, María Dolores, José Desiderio, Julio, María Dácila y Adela.
Ramiro Domingo Julio Octavio, octavo de los hijos del matrimonio, nació en Santa Cruz el día primero de octubre de 1853, casó con Aurora Iglesias Rosado y falleció en dicha ciudad, como también lo hizo su hermana menor Peregrina, nacida el 16 de abril de 1860 y muerta el 19 de octubre de 1907.
[11] Cfr. Retablo canario del siglo XIX. Edición, notas e índices por Marcos G. Martínez. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, p. 112.
[12] Vid. Alejandro CIORANESCU: Historia de Santa Cruz de Tenerife, 1803-1977, t. IV, Caja General de Ahorros. Santa Cruz de Tenerife, 1977, p. 192 y Manuel
RODRÍGUEZ MESA et alt: Homenaje a
Sabino Berthelot en el centenario de su fallecimiento 1880-1980. Instituto de
Esludios Canarios. La Laguna,
1980, pp. 110 y ss.
[13] Alejandro CIORANESCU, op. cit, p. 197.
[13] Alejandro CIORANESCU, op. cit, p. 197.
[14] Ibídem. p. 339.
[15] Ibídem. p. 192.
[16] Cfr. ESPRONCEDA, José de: Poesías liricas y fragmentos épicos. Edición, introducción y notas de Robert MARRAST. Castalia. Cuarta edición. Madrid, 1984, p. 9.
[17] Vid., nota 10.
[18] Ibídem.
[19] Publicado por la Librería Hespérides, Santa Cruz de Tenerife, 1940. Dice así:
El domingo, 16, estrena don José Desiré Dugour su drama Un corazón de otros tiempos. Si nos acercamos al Teatro la noche del 16 de mayo tenemos la evidencia de encontrar muchas damas y caballeros desconocidos, pero tabién la de saludar con una inclinación de cabeza si es galán, con una sonrisa afectuosa sí es una dama, a muchos amigos nuestros y conocidos. En las butacas, en las lunetas y en los palcos, animado tiroteo de miradas; juegos de abanicos, magnificas toaletas e impecables pecheras blancas bajo rostros morenos y barbudos.
Allá dentro entre bastidores, las nerviosas patillas de don José Desiré amenazarían perderse entre los dedos de su dueño preocupado en el último detalle. Eugenio Cambreleng, tan galán siempre, darle el toque final a su corbata y Claudio Sarmiento discutiría en presencia de la señorita Eloísa Pérez un punto del papel que va a presentar con el amigo Savoie, mientras Carlos Miranda se ríe de los dos.
Don Nicolás Power entrarla para avisar que la orquesta estaba a punto y se detendría a saludar a la señora doña Ángela Mazzini, que presurosa, iba hacia un grupo de jóvenes. La etiqueta impide toda prisa y durante el tiempo que doña Ángela saluda al señor Power que ha compuesto ex profeso una pieza musical para esta memorable noche, el grupo de jóvenes da fin a su trabajo; Gumersindo Robayna y Francisco Aguilar fijan la decoración rebelde y recién hecha al paro que Nicolás Alfaro da los últimos brochazos a un portalón de fondo.
La función va a empezar. Don José Desiré y Eugenio Cambreleng aseguran que Viciorina Bridoux está bellísima. Y Victorina Bridoux que ha llegado acompañada de su esposo, sonríe amablemente. Cuando Nicolás Alfaro se asomó discretamente para observar al público, divisó allá en la puerca de salida el perfil delgado y agudo de José Benito Lentiní que habría salido a inspeccionar el maravilloso aspecto de la sala.
[20] Cfr. Elías ZEROLO en Revista de Canarias, núm. 2, 23 de diciembre de 1878, p. 28.
[21] Vid. MORALES MORALES, Alfonso; José Suárez Guerra (1825-1913). Real Academia de Medicina del Distrito. Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 1984.
[22] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: op. cit. p. 63.
[23] Vid., nota núm. 21, p. 94.
[24] Vid., nota núm 19.
[25] Vid., nota núm. 11, p. 277.
[26] Vid., MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias. Instituto de Estudios Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1968, p. 58.
[27] Ibídem.
[28] Vid., nota núm 19.
[29] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: op. cit. p. 55.
[30] Ibídem, p. 56.
[31] Marcos G. MARTÍNEZ (edición, notas e índices) en Sebastián PADRÓN ACOSTA: Retablo Canario del siglo XIX, op. cit., p. 120.
[32] Vid., nota núm 19, p. 117.
(Carlos Gaviño de Franchy, 2010,
en:file:///C:/Documents%20and%20Settings/Edu/Escritorio/Gavi%C3%B1o%20de%20Franchy%20Editores%20%20Jos%C3%A9%20Desiderio%20Dugour.htm)
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