1848 septiembre 19, nace en
Santa Cruz de Tenerife el criollo Luís
Dogour y Ruz.
La Familia Dugour en Canarias
“Hacia mediados de la segunda
década del siglo XIX parte de Francia con destino a América, el matrimonio
formado por D. Miguel Dugour Dª. Isabel Martín. A su paso por las costas
africanas, el barco en el que viajaban naufraga. Después de permanecer en aquel
continente durante algún tiempo, deciden embarcar en otro buque, en el que
arri- ban al puerto de Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias.
La joven pareja viene acompañada
de su pequeño hijo, José Desiré, nacido en la ciudad de Nancy en 1813. La
amable acogida que les dispensa el pueblo canario, determina la decisión
familiar de permanecer definitivamente en las Islas, las que poco después
considerarán su segunda patria.
El 7 de febrero de 1838, con 25
años de edad, José Desiré Dugour Martín contrae matrimonio con la joven Peregrina Ruz y Sosa, de 17 años. La pareja
se establece poco tiempo después en la isla de Lanzarote, a donde se trasladó
José Desiré para hacerse cargo de la administración de un negocio relativo a la
cochinilla o grana.
Fruto de este matrimonio sería el
nacimiento de 9 hijos, a saber: Julia, Alfonso -que llegaría a ser un
prestigioso poeta y periodista-, Luís -el protagonista de este artículo, médico
y espiritista canario-, Peregrina, Mercedes, Emilia, Concepción, Isabel y
Ramiro.
José Desiré Dugour ocupó un lugar
importantísimo en la vida cultural del siglo XIX en Tenerife, destacando como
enseñante, periodista, dramaturgo, poeta, historiador y músico. Fue el primer
historiador de Santa Cruz de Tenerife, dejó sin terminar una obra titulada
"Apuntes para la historia de Santa Cruz de Tenerife", que se publica-
ría póstumamente, el mismo año de su defunción. En los archivos de la Sociedad Económica
de Amigos del País de Tenerife, se conserva otro manuscrito de su autoría,
también sin concluir, titulado "Historia de las Islas Canarias",
encabezado por una dedicatoria a su hijo Alfonso. Fue autor, asimismo, de
numerosas biografías.
Murió en Santa Cruz de Tenerife
el 10 de marzo de 1875. Sus restos se encuentran hoy en el Panteón de
Tinerfeños Ilustres, en unión de los de otras once eminentes personalidades de
la isla, entre ellas los de Luís Benítez de Lugo, VIII Marqués de La Florida,
renombrado pionero canario del Espiritismo español.
Doña Peregrina Ruz Sosa, su
viuda, fallecería 20 años después, el 11 de abril de 1895.
Rasgos de la Vida de Luís Dugour y Ruz
Escasa información poseemos sobre
la vida de este médico y espiritista canario de la primera época. Sólo sabemos
que nació en Santa Cruz de Tenerife el 19 de septiembre de 1848; fue el segundo
entre sus hermanos (le precedió Alfonso, nacido en 1844). Se licenció en Medicina
y se casó con María de la Concepción Rodríguez, hermana del presbítero e
historiador lagunero José Rodríguez Moure. De este matrimonio nacería Pilar
Dugour Rodríguez Moure, bautizada el 9 de mayo de 1883.
Tuvo su residencia en una casa de
la Calle del Sol (hoy Dr. Allart) de la capital tinerfeña, en cuya inmediata
vecindad tendría su sede por algún tiempo, hasta su desaparición, el periódico
santacrucero "Diario de Tenerife".
Luís Dugour, al igual que su
hermano Alfonso, fue masón; su nombre figuró entre los fundadores de la logia
Hijos del Teide, nacida como derivación de otra conocida logia más antigua,
Teide nº 53, registrada con el nº 94 del Gran Oriente Lusitano Unido.
Como otros notables médicos
contemporáneos suyos, ejerció la docencia, siendo profesor en el antiguo
Establecimiento Municipal de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife,
ubicado en las cercanías de la Plaza Ireneo González -cuyo inmueble está hoy dedicado a Escuela
de Arte y Oficios-, donde impartió la materia de agricultura.
Luís Dugour y Ruz falleció en la
capital tinerfeña el 16 de mayo de 1913.
Militancia espiritista
Si pocos datos biográficos
poseemos sobre Luís Dugour y Ruz, tampoco son abundantes, aunque sí muy
interesantes, los referidos a su actuación como espiritista.
Las primeras informaciones sobre
el quehacer espírita del Dr. Dugour que hemos podido recuperar, proceden de una
carta remitida por el Círculo Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, fechada el
8 de marzo de 1879, al Grupo Marietta, de Madrid. En ella los espiritistas
tinerfeños, presididos por el Dr. Dugour, tercian en una polémica que desde el
año anterior venía zarandeando a buena parte del movimiento espiritista
español, como consecuencia de las críticas vertidas por algunas conocidos
espiritistas residentes en la capital española, contra los fenómenos de
materialización ocurridos en el Grupo Marietta –para más amplia información
léase la obra "La Médium de las Flores"- , especialmente contra el
presidente de dicho Grupo, Antonio Torres Solanot y Casas, vizconde de Torres
Solanot (1).
Algunos antiguos miembros de la
Sociedad Espiritista Española, que ya había sido disuelta por esas fechas,
entre ellos César Bassols -militar, escritor y médium, hijo del general Joaquín
Bassols y Marañosa- y Francisco Migue- les, publicaron un manifiesto muy
crítico y en un tono alejado de las formas fraternales que deben presidir estos
asuntos entre los espiritistas, contra el Vizconde y el Grupo Marietta, que
levantó una gran polvareda.
La citada carta apareció publicada
en la revista "El Espiritista", órgano del Grupo Marietta (marzo de
1879), pu- blicación continuadora de la conocida revista "El Criterio
Espiritista", que lo había sido de la antigua Sociedad Espiritista
Española, del Centro General del Espiritismo en España (fundado por Torres
Solanot en 1873) y de la Sociedad Propagandista del Espiritismo. En la misma
los espiritistas canarios se solidarizan sin reservas con el Vizconde de Torres
Solanot, a quien reconocen su autoridad y enormes méritos por sus trabajos en
favor de la difusión del Espiritismo en España. En la parte final de la misiva,
fragmento que transcribimos a continuación, se aportan interesantes datos
relativos a las actividades y logros del Círculo Espiritista de Tenerife:
"(...) Dispensadnos el que
no terminemos esta comunicación sin manifestaros algunos de los adelantos que
está obteniendo este Círculo en sus estudios espiritistas. Creemos que de ello
os regocijaréis, y por eso no prescindimos de ponerlo en vuestro conocimiento.
Hace cuatro meses que está entre
nosotros un médium vidente y auditivo de grandes facultades, con el cual hemos
celebrado sesiones que nos han causado admiración. Además tenemos dos médiums
parlantes, quienes casi instantáneamente quedan sumidos en el sueño sonambúlico
sin el auxilio del magnetizador, dándonos comu- nicaciones tan importantes y
preciosas que llaman la atención de las personas ilustradas. Hay veces que la
pala- bra les dura hora y media, deseando todos que se alargue doble tiempo. Es
de advertir que los tres médiums de que hemos hecho referencia no tienen más
instrucción que las de las primeras letras y no obstante tratan y des-
envuelven con mucho acierto, cuestiones sobre materias que les son
completamente desconocidas.
En la materialización del espíritu
notamos algún adelanto, si bien no hemos podido obtener la tangibilidad y la
creemos muy difícil: no obstante, nuestra esperanza no desmaya y la fundamos en
la fe y en la protección de los buenos espíritus.
En la última sesión se nos
prometió un aporte, sin señalarnos tiempo, pero recomendándonos la unidad de
pen- samiento. De los médiums psicógrafos nada otra cosa diremos, sino que
poseemos tres completamente desarro- llados.
Terminamos enviándoos un
fraternal abrazo de todos los hermanos de este Círculo; y contad en ellos con
el justo aprecio que merecen vuestras virtudes.
Que Dios nos proteja e ilumine
para poder dirigirnos hacia él, por la Caridad y la Ciencia.
El Presidente El Secretario
Luís Dugour Miguel Miranda"
Una Casa encantada en Santa Cruz de Tenerife
El segundo documento con
importante información sobre la actividad espiritista de Luís Dugour y Ruz al
que hemos tenido acceso, se refiere a una curiosa historia relativa a un
notable fenómeno de manifestación espiritual que nuestro protagonista conoció,
investigó y resolvió, junto con sus compañeros del Círculo Espiritista de Santa
Cruz de Tenerife. He aquí los pormenores
de dicha historia, los cuales hemos recogido en su mayor parte de las páginas
de una antigua revista espiritista cubana (2).
A raíz de la Revolución de
Septiembre de 1868 (3) en España, se creó una sociedad política y de recreo en
la calle de San Francisco, en Santa Cruz de Tenerife, por aquel tiempo todavía
capital de Canarias, con el nombre de "La Joven Democracia" (4).
Con frecuencia se celebraban
veladas en ella, que concluían muy tarde en la noche, por lo cual había socios
que en vez de retirarse a su casa, improvisaban en el escenario del teatro una
cama y allí pasaban las pocas horas que restaban para ser de día.
En diferentes noches hubo un
individuo a quien le fue de todo punto imposible conciliar el sueño. Contaba
aquel que sentía a su lado gritos de desesperación y en medio de las sombras
veía destacarse un cuerpo humano, con algo de feroz y bestial, que parecía
tratar de acometerle.
Dicho individuo manifestaba al
otro día lo que le había sucedido y todos tomaban a chacota su cuento,
atribuyendo el caso a efectos de la imaginación sobreexcitada.
Pocos años después que el golpe
de Pavía terminara con la Primera República española (5), "La Joven
Democracia" se disolvió y fue a vivir a la casa una familia que, por
reveses de la fortuna, había venido a menos en su posición social.
Cierta noche, pasando de una
habitación a otra, una joven vio destacarse ante ella una sombra negra, que no
tardó en convertirse en la figura de un hombre, coincidente en sus
características con la descripción que del mismo personaje habían hecho varios
socios de la expresada Sociedad que lo habían visto con anterioridad.
Grande fue la sorpresa que le
produjo a la joven tan extraña aparición, pero por prudencia decidió ocultar el
hecho a su familia.
Otra noche se le presentó el
mismo individuo, señalándole la aparición, que mantenía agarrado un puñal en su
mano, hacia un punto determinado de la pared del cuarto.
Al otro día, se encerró en la
habitación y comenzó a hacer un hoyo en la pared, creyendo la valerosa joven
que allí se ocultaba algún tesoro. Después de un trabajo de dos horas largas,
descubrió con gran sorpresa gran número de huesos, que le parecieron pertenecer
a un cuerpo humano.
Suspendió la tarea y enseguida
mandó llamar a un amigo de la casa, el médico Luís Dugour y Ruz, que era a la
sazón presidente de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife.
El Sr. Dugour reconoció los
huesos, se enteró en todos sus detalles del caso y a la noche siguiente lo
comunicó a la Sociedad Espiritista.
Puesto el asunto en conocimiento
del espíritu protector o guía de ésta, se evocó al espíritu estacionado en la
casa de los hechos y tras presentarse manifestó, con extraordinaria sorpresa de
todos, lo siguiente:
Que hacía unos 20 años atrás
había llegado de América del Sur a Santa Cruz de Tenerife, acompañando, en
calidad de mayordomo, a un caballero que a fuerza de trabajo había acumulado
una gran riqueza.
Que tan pronto desembarcaron, en
vez de irse a hospedar a alguna fonda, buscaron una casa y encontraron vacía la
de la calle San Francisco, donde se instalaron, admitiendo a su servicio a dos
criados.
Pasaron algunas semanas sin que
ocurriese la menor novedad, hasta que un día al mayordomo le asaltó la idea de
matar a su jefe, para robarle.
Luchando con esa idea, un aciago
día en que estimó se conjugaban todas las circunstancias favorables a su oculta
y perversa intención, decidido a llevar a cabo su horrendo plan, despidió a los
criados, diciéndoles que a la jornada siguiente tenía que embarcarse con su amo
para la Península. Se marcharon los criados y aquella misma noche el mayordomo
dio horrible muerte a su indefenso compañero.
Encerrado en una habitación con
el cadáver de su víctima, que arrojaba a borbotones la sangre por distintos
puntos del cuerpo, se sentó tranquilamente, lo descuartizó y en un gran agujero
que formó en la pared con una hachuela de cocina, fue depositando los trozos
del cuerpo, uno por uno. Terminado este espeluznante trabajo, cubrió con barro
y cal la pared, lavó la sangre del suelo, empaquetó la ropa y al otro día,
dueño de todo, se embarcó para un pueblo de la Península, donde estuvo
disfrutando de las riquezas de su víctima hasta que le sorprendió la muerte
Llegado este momento, su espíritu
se encontró de repente impulsado por una fuerza irresistible, que le dirigió
hacia la misma casa donde había, algunos años antes, cometido tan alevoso
crimen. Envuelto en su periespíritu y sin poder darse cuenta de su estado, se
creía ver con el puñal en la mano destrozando a su víctima, le salpicaba la
sangre el rostro, y esto le llenaba de coraje y comenzaba a dar gritos de desesperación.
Sentía pasos, empuñaba el arma homicida, recorría la casa y salía a la calle,
amenazando con matar al que tratara de denunciarle a los tribunales de
justicia.
Y en esta penosísima situación
estuvo esta entidad hasta que ocurrió la exhumación de los huesos. En sesión
efectuada con el objetivo de realizar lo que hoy llamaríamos una reunión de
desobsesión, los miembros de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife
lograron que el espíritu del criminal reconociese su verdadera situación y la gravedad
del acto que había cometido; seguidamente, mediante el concurso de la
persuasión y la poderosa fuerza del pensamiento positivo en forma de sentidas
oraciones, se le hizo abandonar la casa del crimen, para a partir de aquel
momento entrar en el camino del arrepentimiento y la regeneración.
Deber de Conciencia
Con el presente artículo hemos
querido rescatar del olvido más profundo, la que fue una figura señera del
Espiritismo en las Islas Canarias, colocándola en el luminoso sitial de los
seres humanos que en esta tierra contribuye- ron con su trabajo y su compromiso
ejemplar, a la elevación espiritual de sus contemporáneos. Así pues, hermano
Luís Dugour y Ruz, cumplimos con un deber de conciencia dando a la luz los pocos detalles que con esfuerzo hemos
podido desenterrar de tu quehacer norteado por el ideal espírita y solicitamos
tu inspiración para continuar en el camino que contribuiste a abrir en esta
tierra volcánica y fragmentada, pero también abierta y generosa.
NOTAS
1) El Vizconde de Torres Solanot
realizó sus experimentos con la médium "M..." entre el 30 de
noviembre de 1877 y el 30 de marzo de
1878, período durante el cual se
celebraron un total de 124 sesiones, aumentando progresivamente su duración
desde los 10 hasta los 75 minutos. En la revista "El Criterio
Espiritista", de Madrid (número de mayo de 1878), Torres Solanot comenzó a
narrar estas experiencias.
2) "Revista Espiritista de
La Habana" (Año II (1890), págs. 117-118), órgano del Centro Espiritista
"La Reencarnación".
3) Llamada "La
Gloriosa". Con ella, sobre todo a partir de la Ley de Libertad de
Asociación -aprobada el 21 de noviembre de ese mismo año-, se inauguró en
nuestro país un período de mayores libertades públicas.
4) "La Joven
Democracia" se fundó en el otoño de 1869. Fue la organización que
aglutinaba a las juventudes del partido republicano tinerfe- ño. Estuvo
presidida por el que sería en los años siguientes una de las personalidades más
relevantes de la cultura canaria, Elías Zerolo Herrera. Tras su desaparición fue
sustituida por otra sociedad similar, que se llamó "Juventud
Republicana"
5) En la madrugada del 3 de enero
de 1874, el general Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, irrumpe al mando
de sus tropas en las Cortes, terminando con la Primera República
española. Por los datos de que disponemos, podemos inferir que los aconteci
mientos descritos en el relato debieron haber sucedido entre 1877 y 1880.”
(Oscar García Rodríguez, en: Boletín informativo del Grupo Espírita de
La Palma, año 1
nº 1 enero-febrero-marzo de 2003)
Imagen: Grabado. La calle San Francisco tal y como era en la
época de los hechos aquí relatados
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