sábado, 1 de febrero de 2014

LUIS DUGOUR Y RUZ











 1848 septiembre 19, nace en Santa  Cruz de Tenerife el criollo Luís Dogour y Ruz.

La Familia Dugour en Canarias

“Hacia mediados de la segunda década del siglo XIX parte de Francia con destino a América, el matrimonio formado por D. Miguel Dugour Dª. Isabel Martín. A su paso por las costas africanas, el barco en el que viajaban naufraga. Después de permanecer en aquel continente durante algún tiempo, deciden embarcar en otro buque, en el que arri- ban al puerto de Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias.

La joven pareja viene acompañada de su pequeño hijo, José Desiré, nacido en la ciudad de Nancy en 1813. La amable acogida que les dispensa el pueblo canario, determina la decisión familiar de permanecer definitivamente en las Islas, las que poco después considerarán su segunda patria.

El 7 de febrero de 1838, con 25 años de edad, José Desiré Dugour Martín contrae matrimonio con la joven  Peregrina Ruz y Sosa, de 17 años. La pareja se establece poco tiempo después en la isla de Lanzarote, a donde se trasladó José Desiré para hacerse cargo de la administración de un negocio relativo a la cochinilla o grana.

Fruto de este matrimonio sería el nacimiento de 9 hijos, a saber: Julia, Alfonso -que llegaría a ser un prestigioso poeta y periodista-, Luís -el protagonista de este artículo, médico y espiritista canario-, Peregrina, Mercedes, Emilia, Concepción, Isabel y Ramiro.

José Desiré Dugour ocupó un lugar importantísimo en la vida cultural del siglo XIX en Tenerife, destacando como enseñante, periodista, dramaturgo, poeta, historiador y músico. Fue el primer historiador de Santa Cruz de Tenerife, dejó sin terminar una obra titulada "Apuntes para la historia de Santa Cruz de Tenerife", que se publica- ría póstumamente, el mismo año de su defunción. En los archivos de la Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, se conserva otro manuscrito de su autoría, también sin concluir, titulado "Historia de las Islas Canarias", encabezado por una dedicatoria a su hijo Alfonso. Fue autor, asimismo, de numerosas biografías.

Murió en Santa Cruz de Tenerife el 10 de marzo de 1875. Sus restos se encuentran hoy en el Panteón de Tinerfeños Ilustres, en unión de los de otras once eminentes personalidades de la isla, entre ellas los de Luís Benítez de Lugo, VIII Marqués de La Florida, renombrado pionero canario del Espiritismo español.

Doña Peregrina Ruz Sosa, su viuda, fallecería 20 años después, el 11 de abril de 1895.

Rasgos de la Vida de Luís Dugour y Ruz

Escasa información poseemos sobre la vida de este médico y espiritista canario de la primera época. Sólo sabemos que nació en Santa Cruz de Tenerife el 19 de septiembre de 1848; fue el segundo entre sus hermanos (le precedió Alfonso, nacido en 1844). Se licenció en Medicina y se casó con María de la Concepción Rodríguez, hermana del presbítero e historiador lagunero José Rodríguez Moure. De este matrimonio nacería Pilar Dugour Rodríguez Moure, bautizada el 9 de mayo de 1883.

Tuvo su residencia en una casa de la Calle del Sol (hoy Dr. Allart) de la capital tinerfeña, en cuya inmediata vecindad tendría su sede por algún tiempo, hasta su desaparición, el periódico santacrucero "Diario de Tenerife".

Luís Dugour, al igual que su hermano Alfonso, fue masón; su nombre figuró entre los fundadores de la logia Hijos del Teide, nacida como derivación de otra conocida logia más antigua, Teide nº 53, registrada con el nº 94 del Gran Oriente Lusitano Unido.

Como otros notables médicos contemporáneos suyos, ejerció la docencia, siendo profesor en el antiguo Establecimiento Municipal de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, ubicado en las cercanías de la Plaza Ireneo González   -cuyo inmueble está hoy dedicado a Escuela de Arte y Oficios-, donde impartió la materia de agricultura.

Luís Dugour y Ruz falleció en la capital tinerfeña el 16 de mayo de 1913.

Militancia espiritista

Si pocos datos biográficos poseemos sobre Luís Dugour y Ruz, tampoco son abundantes, aunque sí muy interesantes, los referidos a su actuación como espiritista.

Las primeras informaciones sobre el quehacer espírita del Dr. Dugour que hemos podido recuperar, proceden de una carta remitida por el Círculo Espiritista de Santa Cruz de Tenerife, fechada el 8 de marzo de 1879, al Grupo Marietta, de Madrid. En ella los espiritistas tinerfeños, presididos por el Dr. Dugour, tercian en una polémica que desde el año anterior venía zarandeando a buena parte del movimiento espiritista español, como consecuencia de las críticas vertidas por algunas conocidos espiritistas residentes en la capital española, contra los fenómenos de materialización ocurridos en el Grupo Marietta –para más amplia información léase la obra "La Médium de las Flores"- , especialmente contra el presidente de dicho Grupo, Antonio Torres Solanot y Casas, vizconde de Torres Solanot (1).

Algunos antiguos miembros de la Sociedad Espiritista Española, que ya había sido disuelta por esas fechas, entre ellos César Bassols -militar, escritor y médium, hijo del general Joaquín Bassols y Marañosa- y Francisco Migue- les, publicaron un manifiesto muy crítico y en un tono alejado de las formas fraternales que deben presidir estos asuntos entre los espiritistas, contra el Vizconde y el Grupo Marietta, que levantó una gran polvareda.

La citada carta apareció publicada en la revista "El Espiritista", órgano del Grupo Marietta (marzo de 1879), pu- blicación continuadora de la conocida revista "El Criterio Espiritista", que lo había sido de la antigua Sociedad Espiritista Española, del Centro General del Espiritismo en España (fundado por Torres Solanot en 1873) y de la Sociedad Propagandista del Espiritismo. En la misma los espiritistas canarios se solidarizan sin reservas con el Vizconde de Torres Solanot, a quien reconocen su autoridad y enormes méritos por sus trabajos en favor de la difusión del Espiritismo en España. En la parte final de la misiva, fragmento que transcribimos a continuación, se aportan interesantes datos relativos a las actividades y logros del Círculo Espiritista de Tenerife:

"(...) Dispensadnos el que no terminemos esta comunicación sin manifestaros algunos de los adelantos que está obteniendo este Círculo en sus estudios espiritistas. Creemos que de ello os regocijaréis, y por eso no prescindimos de ponerlo en vuestro conocimiento.

Hace cuatro meses que está entre nosotros un médium vidente y auditivo de grandes facultades, con el cual hemos celebrado sesiones que nos han causado admiración. Además tenemos dos médiums parlantes, quienes casi instantáneamente quedan sumidos en el sueño sonambúlico sin el auxilio del magnetizador, dándonos comu- nicaciones tan importantes y preciosas que llaman la atención de las personas ilustradas. Hay veces que la pala- bra les dura hora y media, deseando todos que se alargue doble tiempo. Es de advertir que los tres médiums de que hemos hecho referencia no tienen más instrucción que las de las primeras letras y no obstante tratan y des- envuelven con mucho acierto, cuestiones sobre materias que les son completamente desconocidas.

En la materialización del espíritu notamos algún adelanto, si bien no hemos podido obtener la tangibilidad y la creemos muy difícil: no obstante, nuestra esperanza no desmaya y la fundamos en la fe y en la protección de los buenos espíritus.

En la última sesión se nos prometió un aporte, sin señalarnos tiempo, pero recomendándonos la unidad de pen- samiento. De los médiums psicógrafos nada otra cosa diremos, sino que poseemos tres completamente desarro- llados.

Terminamos enviándoos un fraternal abrazo de todos los hermanos de este Círculo; y contad en ellos con el justo aprecio que merecen vuestras virtudes.

Que Dios nos proteja e ilumine para poder dirigirnos hacia él, por la Caridad y la Ciencia.

El Presidente                El Secretario

Luís Dugour                 Miguel Miranda"



Una Casa encantada en Santa Cruz de Tenerife

El segundo documento con importante información sobre la actividad espiritista de Luís Dugour y Ruz al que hemos tenido acceso, se refiere a una curiosa historia relativa a un notable fenómeno de manifestación espiritual que nuestro protagonista conoció, investigó y resolvió, junto con sus compañeros del Círculo Espiritista de Santa Cruz de Tenerife.  He aquí los pormenores de dicha historia, los cuales hemos recogido en su mayor parte de las páginas de una antigua revista espiritista cubana (2).

A raíz de la Revolución de Septiembre de 1868 (3) en España, se creó una sociedad política y de recreo en la calle de San Francisco, en Santa Cruz de Tenerife, por aquel tiempo todavía capital de Canarias, con el nombre de "La Joven Democracia" (4).

Con frecuencia se celebraban veladas en ella, que concluían muy tarde en la noche, por lo cual había socios que en vez de retirarse a su casa, improvisaban en el escenario del teatro una cama y allí pasaban las pocas horas que restaban para ser de día.

En diferentes noches hubo un individuo a quien le fue de todo punto imposible conciliar el sueño. Contaba aquel que sentía a su lado gritos de desesperación y en medio de las sombras veía destacarse un cuerpo humano, con algo de feroz y bestial, que parecía tratar de acometerle.

Dicho individuo manifestaba al otro día lo que le había sucedido y todos tomaban a chacota su cuento, atribuyendo el caso a efectos de la imaginación sobreexcitada.

Pocos años después que el golpe de Pavía terminara con la Primera República española (5), "La Joven Democracia" se disolvió y fue a vivir a la casa una familia que, por reveses de la fortuna, había venido a menos en su posición social.

Cierta noche, pasando de una habitación a otra, una joven vio destacarse ante ella una sombra negra, que no tardó en convertirse en la figura de un hombre, coincidente en sus características con la descripción que del mismo personaje habían hecho varios socios de la expresada Sociedad que lo habían visto con anterioridad.

Grande fue la sorpresa que le produjo a la joven tan extraña aparición, pero por prudencia decidió ocultar el hecho a su familia.

Otra noche se le presentó el mismo individuo, señalándole la aparición, que mantenía agarrado un puñal en su mano, hacia un punto determinado de la pared del cuarto.

Al otro día, se encerró en la habitación y comenzó a hacer un hoyo en la pared, creyendo la valerosa joven que allí se ocultaba algún tesoro. Después de un trabajo de dos horas largas, descubrió con gran sorpresa gran número de huesos, que le parecieron pertenecer a un cuerpo humano.

Suspendió la tarea y enseguida mandó llamar a un amigo de la casa, el médico Luís Dugour y Ruz, que era a la sazón presidente de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife.

El Sr. Dugour reconoció los huesos, se enteró en todos sus detalles del caso y a la noche siguiente lo comunicó a la Sociedad Espiritista.

Puesto el asunto en conocimiento del espíritu protector o guía de ésta, se evocó al espíritu estacionado en la casa de los hechos y tras presentarse manifestó, con extraordinaria sorpresa de todos, lo siguiente:

Que hacía unos 20 años atrás había llegado de América del Sur a Santa Cruz de Tenerife, acompañando, en calidad de mayordomo, a un caballero que a fuerza de trabajo había acumulado una gran riqueza.

Que tan pronto desembarcaron, en vez de irse a hospedar a alguna fonda, buscaron una casa y encontraron vacía la de la calle San Francisco, donde se instalaron, admitiendo a su servicio a dos criados.

Pasaron algunas semanas sin que ocurriese la menor novedad, hasta que un día al mayordomo le asaltó la idea de matar a su jefe, para robarle.

Luchando con esa idea, un aciago día en que estimó se conjugaban todas las circunstancias favorables a su oculta y perversa intención, decidido a llevar a cabo su horrendo plan, despidió a los criados, diciéndoles que a la jornada siguiente tenía que embarcarse con su amo para la Península. Se marcharon los criados y aquella misma noche el mayordomo dio horrible muerte a su indefenso compañero.

Encerrado en una habitación con el cadáver de su víctima, que arrojaba a borbotones la sangre por distintos puntos del cuerpo, se sentó tranquilamente, lo descuartizó y en un gran agujero que formó en la pared con una hachuela de cocina, fue depositando los trozos del cuerpo, uno por uno. Terminado este espeluznante trabajo, cubrió con barro y cal la pared, lavó la sangre del suelo, empaquetó la ropa y al otro día, dueño de todo, se embarcó para un pueblo de la Península, donde estuvo disfrutando de las riquezas de su víctima hasta que le sorprendió la muerte

Llegado este momento, su espíritu se encontró de repente impulsado por una fuerza irresistible, que le dirigió hacia la misma casa donde había, algunos años antes, cometido tan alevoso crimen. Envuelto en su periespíritu y sin poder darse cuenta de su estado, se creía ver con el puñal en la mano destrozando a su víctima, le salpicaba la sangre el rostro, y esto le llenaba de coraje y comenzaba a dar gritos de desesperación. Sentía pasos, empuñaba el arma homicida, recorría la casa y salía a la calle, amenazando con matar al que tratara de denunciarle a los tribunales de justicia.

Y en esta penosísima situación estuvo esta entidad hasta que ocurrió la exhumación de los huesos. En sesión efectuada con el objetivo de realizar lo que hoy llamaríamos una reunión de desobsesión, los miembros de la Sociedad Espiritista de Santa Cruz de Tenerife lograron que el espíritu del criminal reconociese su verdadera situación y la gravedad del acto que había cometido; seguidamente, mediante el concurso de la persuasión y la poderosa fuerza del pensamiento positivo en forma de sentidas oraciones, se le hizo abandonar la casa del crimen, para a partir de aquel momento entrar en el camino del arrepentimiento y la regeneración.

Deber de Conciencia

Con el presente artículo hemos querido rescatar del olvido más profundo, la que fue una figura señera del Espiritismo en las Islas Canarias, colocándola en el luminoso sitial de los seres humanos que en esta tierra contribuye- ron con su trabajo y su compromiso ejemplar, a la elevación espiritual de sus contemporáneos. Así pues, hermano Luís Dugour y Ruz, cumplimos con un deber de conciencia dando a la luz  los pocos detalles que con esfuerzo hemos podido desenterrar de tu quehacer norteado por el ideal espírita y solicitamos tu inspiración para continuar en el camino que contribuiste a abrir en esta tierra volcánica y fragmentada, pero también abierta y generosa.

NOTAS

1) El Vizconde de Torres Solanot realizó sus experimentos con la médium "M..." entre el 30 de noviembre de 1877 y el 30 de marzo de
1878, período durante el cual se celebraron un total de 124 sesiones, aumentando progresivamente su duración desde los 10 hasta los 75 minutos. En la revista "El Criterio Espiritista", de Madrid (número de mayo de 1878), Torres Solanot comenzó a narrar estas experiencias.

2) "Revista Espiritista de La Habana" (Año II (1890), págs. 117-118), órgano del Centro Espiritista "La Reencarnación".

3) Llamada "La Gloriosa". Con ella, sobre todo a partir de la Ley de Libertad de Asociación -aprobada el 21 de noviembre de ese mismo año-, se inauguró en nuestro país un período de mayores libertades públicas.

4) "La Joven Democracia" se fundó en el otoño de 1869. Fue la organización que aglutinaba a las juventudes del partido republicano tinerfe- ño. Estuvo presidida por el que sería en los años siguientes una de las personalidades más relevantes de la cultura canaria, Elías Zerolo Herrera. Tras su desaparición fue sustituida por otra sociedad similar, que se llamó "Juventud Republicana"

5) En la madrugada del 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, irrumpe al mando de sus tropas en las Cortes, terminando con la Primera República española. Por los datos de que disponemos, podemos inferir que los aconteci mientos descritos en el relato debieron haber sucedido entre 1877 y 1880.”

(Oscar García Rodríguez,  en: Boletín informativo del Grupo Espírita de La Palma, año 1 nº 1 enero-febrero-marzo de 2003)

Imagen: Grabado. La calle San Francisco tal y como era en la época de los hechos aquí relatados

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