EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1841-1850
CAPÍTULO
XLV-XIII
Eduardo Pedro García
Rodríguez
1850 Febrero 21.
En esta Villa de Los Silos existe
un Monasterio de Bernardas dedicado a San
Sebastián, del cual se halla un legajo de documentos en el Archivo Histórico Nacional español. Fueron cedidos al
Ejercito dos Libratorjos de1 citado Convento de Monjas Bernardas situado en la
plaza principal, con destino a Sala de Armas de la 6 Compañía del Batallón
Provincial de Canarias, por R.O. de 21 de Febrero de 1850; uno de 6 por 4 varas
y otro de 5 1/2. por 3 varas; la Administración de Fincas del Estado los entregó
al Ejército el 22 de Octubre del mismo año. Se inscribieron en el Registro de la Propiedad de la Villa de la Orotava, ocupando una
superficie de 83,70 m2.
el 1 de Junio de 1900 al folio 2.40 del tomo 13 de los Silos finca n° 62.0
inscripción 1º, lindando al N. y E. con la Plaza de la Luz; al S. con la Plaza de la
Iglesia y al O. con el resto del Convento.
En el archivo de la Comandancia de
Ingenieros de Canarias existe un inventario de estos dos locales que tiene
fecha 22. de Octubre de 1850; entrega el representante de la Hacienda, Alcalde Antonio
Alonso; los recibe el Sargento Mayor del Batallón 20 de Canarias D. Antonio
Regidor de Palma, e interviene en la entrega en representación del Real Cuerpo
de Ingenieros el Comandante de las Armas D. Manuel Giménez. En la portada de
dicho inventario existe una nota a lápiz que dice así: "Entregado á la Hacienda en 27 de Agosto
de 1915". (José María Pinto de la
Rosa, 1996)
1850 Febrero 21.
Por R.O. Se cedió para Cuartel
del Batallón Provincial de Canarias n° 3, el ex-Convento de San Francisco
situado en la plaza de este nombre y calle de Calvario en Granadilla (Tenerife),
que se encontraba en muy mal estado, particularmente los corre- dores cuyos
arquitraves tenían un pandeo tan marcado que amenazaban ruina, lo mismo que el
ángulo de la pared del común que daba a la huerta del Convento. La pared de la
fachada a la calle del Calvario tenía varias grietas y para alojar unos 100
hombres con las oficinas correspondientes y dependencias como Calabozo, Cuerpo
de Guardia, etc., se redactó un presupuesto que importó 82.805 reales.
Después de sucesivas entregas,
por Orden telegráfica del Excmo. Sr. Capitán General de Canarias de 25 de
Noviembre de 1916, al día siguiente se hace la entrega total del edificio al
Ministerio de la
Gobernación representado por los Sres. Alcalde y Primer
Teniente Alcalde, realizando la citada entrega al Comandante Militar D. Juan
Bethencourt con las intervenciones reglamentarias.
Tiene una superficie de 683,20 m2 y se inscribió
en el Registro de la Villa
de la Orotava
el 1 de Septiembre de 1900 al folio 200 del tomo 39 de Granadilla finca n° 1870
inscripción la, lindando al N. con la plaza de San Francisco, al S. con la
huerta de D. Marcos Peraza, al E. con la Iglesia de San Francisco y al O. con la calle del
Calvario. El solar es de planta rectangular. (José María Pinto de la Rosa, 1996)
1850 Mayo 6.
En la Junta de
Comercio de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) quedó instalada la Academia de Bellas Artes,
creada por real decreto del gobierno de la Metropoli de 31 de octubre de 1849. La
financiación de la entidad -gastos de material y sueldos de profesorado- fueron
de cuenta de la
Diputación Provincial y la primera exposición se organizó un
año después. En el curso 1860-1861 se contó con más de doscientos alumnos. La
libertad de enseñanza de 1869 le hizo perder su carácter oficial.
1850 Mayo 11.
Inventario general de todas las
partes que constituyen el citado Castillo con expresión de las habitaciones,
puertas, ventanas, herrajes, armeros, etc. que hay en él, cuya descripción y
estado en que por el Cuerpo de Ingenieros se entrega á la Plaza en el día de la fecha,
es como sigue:
Entrada Principal.- Esta se
verifica por una puerta de madera de tea con su postigo, dos cerrojos,
cerraduras y dos llaves; gira sobre quicialera de cantería y se halla en buen
estado de servicio: precede á esta puerta un tambor de figura triangular el que
está coronado por 78 estacas de madera de tea, al que se entra por una puerta
también de tea en buen estado de servicio, con cerrojo y cerradura por la parte
interior.
Contigua á la puerta principal se
halla otra con su postigo en perfecto estado de servicio: gira sobre
quicialeras y tiene cerradura y llave en su postigo, asegurándose la puerta por
medio de un madero movible.
Patio.- Próxima á este se halla
otra que comunica al patio, compuesta de dos hojas de madera de tea, que gira
sobre quicialera, con cerrojo, cerradura y llave, todo 1o mismo que lo anterior
en perfecto estado de servicio.
Almacén.- A la derecha de la
puerta de entrada al patio, se halla la del Almacén de Artillería, compuesta de
dos hojas de madera de tea con dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se
halla en poder del Comandante de Artilleria y otra en la del Oficial del
ministerio de la misma arma: todo se halla en perfecto estado de servicio:
tanto el piso de este almacén como el del patio, son empedrados hallándose
además una parte de aquel cubierto de losado.
Llave del Algibe.- Próxima á la
escalera que conduce al piso principal, se halla una puerta pequeña compuesta
de dos hojas de madera de tea con cerradura y llave que conduce al paraje donde
se encuentra el desagüe del algibe, en la que se halla una llave de bronce.
Tanto ésta como la expresada puerta se encuentran en buen estado de servicio.
Cuerpo de Guardia y Cocina.-
Desde el patio de la explanada conduce una escalera de madera de tea en regular
estado de servicio, compuesta de tres tramos con pasamanos de lo mismo; el
primero de 11 escalones, el segundo de 13 y el tercero de 14; al extremo del
primer tramo se encuentra la puerta del Cuerpo de Guardia de Infantería,
compuesta de dos hojas de madera y comunica la cuadra donde se aloja la tropa
de Infantería, cuyo
piso es tablado y techo envigado:
la puerta en cuestión gira sobre quicialera de madera y tiene llave y
cerradura; hay un tablado dormitorio compuesto de 10 tablas de madera de
pinsapo, y dos cabeceros de lo mismo, y lo sostiene dos barrotes de tea
introducidos en la pared: también se encuentra un cepo de madera de tea sin
llave ni cerradura y un armero de la misma madera: á la derecha de entrada á
esta Cuadra se halla una puerta de dos hojas de madera de tea sin cerradura ni
llave, gira sobre quicialera de madera y comunica á la cocina la cual tiene una
ventana que mira al patio, compuesta de dos hojas de madera de tea sin tranca
alguna que gira sobre quicialeras de cantería: Hay dos hornillas. Su piso
empedrado y techo envigado y tablado.
Algibe y Repuesto de Pólvora.- A
la izquierda y al centro de la
Cuadra se encuentra otra puerta de dos hojas de madera de tea
con cerradura y llave, gira sobre quicialera y dá entrada á la bóveda donde se
halla situado el algibe á la que se sube por cinco escalones de cantería: á la
derecha y en esta bóveda se halla una puerta de una hoja de madera de tea con
cerrojo, dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se halla en poder del Comandante
de Artillería y otra en la del Oficial del ministerio de dha. arma, que dá
entrada al repuesto de pólvora: á la izquierda á la entrada desta habitación,
hay una ventana de una ho;a de madera de tea con pasador de hierro, gira sobre
quicialeras: también se halla el Algibe con brocal de cantería y tapadera de
tea, todo en buen estado de servicio.
Habitación del plantón de
Artillería.- Al final del segundo tramo y á la izquierda de este se halla una
puerta de madera de tea compuesta de dos hojas con cerrojo, cerradura y llave:
gira sobre quicialeras de cantería y dá entrada á la habitación del plantón de
Artillería, la cual se compone de 43/4 varas de largo y 5 1/4 varas de ancho:
hay una ventana á la derecha de la entrada que mira á la de la puerta principal,
de dos hojas de madera de tea con pasador de hierro, gira sobre quicialeras de
cantería, su piso es de tablado y techo envigado. La llave de esta habitación
se halla en poder del plantón del mismo fuerte: todo en buen estado de
servicio.
Sala de Armas.- A la derecha de
entrada á esta habitación, se encuentra una puerta de madera de tea, compuesta
de dos hojas con dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se halla en poder
del Comandante de Artillería y la otra en la del Oficial del ministerio de la
misma Arma; gira sobre quicialeras de madera y dá entrada á la Sala de Armas: á la izquierda
de entrada hay una ventana compuesta de dos hojas de madera de tea y tranca con
pasador de hierro: gira sobre quicialera de cantería: su piso es tablado y techo
envigado. Todo en buen estado de servicio.
Explanada.- Concluido el segundo
tramo que dá á un pequeño corredor; principia el tercero que como hemos dicho
conduce á la explanada en la que se halla un pequeño cuarto-habitación del
Sargento, compuesta de una hoja de madera de tea con cerradura y llave. Tiene
tragaluz con un marco de vidrio.
Escusado.- En la misma explanada
hay un puesto escusado de mampostería y un asiento de madera de tea, todo en
buen estado.
Tapaderas.- Sobre la explanada se
hallan seis tapaderas de tea y una reja de lo mismo.
Además existe una tapadera en el
centro de la explanada y otra en el desagüe del algibe que se halla en el
patio. Otra en la cuadra de la tropa, hallándose todas en buen estado de
servicio.
Piezas y Asta de Bandera.- En la
misma explanada se encuentran cinco piezas de artillería de calibre 24 y un
palo de asta de bandera.
Exceptuando las llaves que se
hallan en poder del Comandante de Artillería, Oficial del ministerio y plantón
de la fortaleza, las restantes existen en el Sargento Comandante de aquel
puesto.
Las Palmas de Canaria 11 de Mayo
de I850
ENTREGUÉ RECIBI
El
Comandante de Ingenieros
El Sargento Mayor Interino
Nicolás Clavijo
León Padrón León.
(En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1850 Junio 1.
La administración de fincas del
Estado español entrega el exconvento de San Agustín en La Orotava para cuartel de
las Milicias Canarias.
Antiguo convento de San Agustín
en la Villa de la Orotava, cedido al Ejército español por R.O. de 21 de
Febrero de 1850 para Cuartel de las Milicias Provinciales de la Orotava n° 2 de Canarias y
entregado por la
Administración de fincas del Estado en 1 de Junio del mismo
año, con una superficie de 3.583,00
m2, inscripto en el Registro de aquella Villa el 1 de
Junio de 1900 al Nº 35 del tomo 79 finca n° 3507 inscripción la, lindando por
el N. con la Iglesia
de S. Agustín y callejón que vá a la
Torrita; S. con la huerta de los herederos de D. Antonio
Monteverde y D. Domingo García; E. con callejón de la Torrita y O. con la casa
de Da Matilde González y huerta de Doña Magdalena Fernández.
El solar es de forma irregular
existiendo, en parte de él, el Cuartel que es de dos plantas con un patio en el
centro y dos huertas. Posee dicho edificio un dado de agua. La Corporación Municipal
cedió gratuitamente un solar inmediato para la ampliación del Cuartel, y parte
del correspondiente a la
Iglesia, y lo mismo han hecho algunos particulares. En la
actualidad es alojamiento de un Batallón destacado del Regimiento de Infantería
de Tenerife. (José María Pinto de la
Rosa, 1996).
1850 julio 27.
la
Real Academia de
la Historia
La propuesta
de Francisco Fernández de Béthencourt para académico correspondiente de la Real de Historia, por
Canarias, la firmaron los numerarios don Pedro Sabau, don Juan Facundo Riaño y
don Vicente de la Fuente
el 28 de febrero de 1879, y fue admitido, como ya se dijo, el 12 de abril del
mismo año. Se le propuso por primera vez para numerario por los señores
Rodríguez Villa, Asensio, Maldonado y Catalina García, el 15 de noviembre de
1898, para cubrir la vacante de don Vicente Barrantes, que fue retirada. Por
segunda vez fue propuesto, el 25 de mayo de 1900, para ocupar la Medalla número 14 vacante
por fallecimiento de don Celestino Pujol en 1891, pues aunque fue elegido en
dicha vacante el marqués de Hoyos, éste no llegó a tomar posesión de la misma.
Esta segunda propuesta figura avalada por los numerarios señores Sánchez
Moguel, marqués de Laurencín, Rodríguez Villa y Catalina García, siendo elegido
en junta de primero de junio de 1900. Tomó posesión de su plaza en otra
pública, del 29 de junio del mismo año, disertando sobre La Genealogía y la Heráldica en la Historia contestándole,
en nombre de la corporación, el marqués de Laurencín.
La prensa
insular reaccionó de inmediato publicitando los méritos del ilustre paisano:
El 30 del
próximo pasado se celebró en este docto cuerpo la recepción de nuestro paisano
D. Francisco Fernández de Bethencourt.
El discurso
leído por este señor, ha versado sobre el tema «La genealogía y la heráldica en
la Historia»,
y en él se hace extensa relación de cuantos trabajos realizó en estos
importantes ramos del saber el erudito y sabio historiador D. Luis de Salazar y
Castro.
Recuerda el
Sr. Bethencourt la serie de inexactitudes que sobre la descendencia de las
familias nobles de España habían forjado los heraldos oficiales, atentos
únicamente a halagar la variedad de los personajes que les favorecían,
inexactitudes que fueron rectificadas por Salazar, y de qué manera, cuando él
apareció, se acabó el absurdo reinado de la obscuridad y confusión, para que
brillara clara y esplendente la luz de la verdad.
El trabajo
leído es una obra maestra de erudición, que da palpable y precisas pruebas de
los grandes y profundos conocimientos que en esta ciencia posee el nuevo
académico.
D.
Francisco R. de Uhagón ha contestado al Sr. Bethencourt, saludándole en nombre
de la Corporación.
El acto,
que resultó solemne y brillante, fue presenciado por gran número de
distinguidas damas y conocidas personalidades [22].
Nuevo académico. Don Francisco F. Béthencourt
El 29 de
Junio celebró junta pública y solemne la Real Academia de la Historia para dar
posesión de plaza de número al académico electo Excmo. Sr. D. Francisco
Fernández de Béthencourt.
Bethencourt
es un literato conocidísimo en la sociedad aristocrática de Madrid. La
especialidad de sus estudios y prodigiosa memoria le hacen estar enterado de
los orígenes enlaces, historia y vicisitudes de todas las Casas de la grandeza
española de los títulos del reino y de la nobleza no titulada y bajo su
apariencia de hombre de mundo correctísimo, distinguido, simpático, se oculta
un archivo que puede competir con el de Simancas.
—Diga usted,
Bethencourt-— le suelen decir con frecuencia. —Ese Fulano que se casa con
Fulana, ¿de que familia es?
Y en
seguida, sin preparación ninguna, Bethencourt contesta, no sólo citando los
nombres de los abuelos, sino haciendo su historia y precisando la fecha de sus
matrimonios y de los nacimientos de sus nietos.
Su labor
literaria, dentro siempre de su especialidad, es la de un benedictino que, en
vez de estar encerrado en una celda, vive en medio del mundo.
Su primera
obra, publicada hace más de veintidós años, fue El nobiliario y blasón
de Canarias, diccionario histórico de la provincia, que se compone de siete
tomos.
Por esta o
b r a fue nombrado miembro correspondiente de la Corporación que el
viernes le recibe en su seno.
De 1880 a
1890 publicó los once tomos de los Anales de la nobleza de España, obra
utilísima de consulta, citada en litigios ante los Tribunales, hojeada en las
redacciones de periódicos siempre que muere algún individuo de la nobleza, y en
casos de bodas y de bautizos, algo, en fin, como el Almanaque Gotha de
la nobleza de España.
El insigne
y nunca bastante llorado Cánovas del Castillo, que apreciaba mucho los trabajos
de Bethencourt, le afilió á la política conservadora, a la que le llevaban sus
inclinaciones, y el ilustre genealogista fue diputado a Cortes por Canarias.
Pero a
pesar de que es un orador muy correcto, ni la política ni el Parlamento le
sedujeron, y volvió pronto a su labor favorita, consagrándose a su obra magna;
la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española,
Casa Real y Grandeza de España.
Ya ha
publicado dos tomos en folio, de 700 páginas; tiene en prensa el tercero, que
se publicará el próximo otoño, y la obra completa se compondrá de diez a doce
volúmenes.
Además de
estos trabajos, Bethencourt ha escrito multitud de artículos en revistas y
periódicos nacionales y extranjeros. Es presidente de honor y delegado general
del Consejo Heráldico de Francia; miembro honorario de la Académica Heráldica
italiana, de la
Academia Imperial y Real Adler, de Viena, y
de otras muchas Corporaciones.
Del Heraldo
de Madrid [23].
Elogios a un escritor español
El Sr. Béthencourt juzgado en el extranjero
Con el
título de “Un erudito español de raza francesa” ha publicado Le
Courrier des Ardennes un artículo de Mr. Paul Pellot, una de las
primeras autoridades de Francia en asuntos de heráldica, consagrado al
distinguido escritor y académico de la Historia, cuyas obras le han conquistado ya una
verdadera reputación.
“D.
Francisco Fernández de Béthencourt –dice Mr. Pellot- ex diputado, gentilhombre
de S. M. C., descendiente de una antigua familia que, ilustre ya en nuestro
país, se ha cubierto de gloria por los descubirmientos marítimos con que ha
enriquecido a España.
El Sr.
Béthencourt ha llegado a ser una especialidad de la genealogía y de la
heráldica, sujetándose a los datos de la más rigurosa crítica histórica.
Su
magistral obra Historia genealogica y heráldica de la Monarquía Española está
hecha con arreglo a ese procedimiento.
Por esto es
por lo que el gran maestro de la heráldica francesa, el vizconde de Poli,
presidente del Consejo Heráldico de Francia, le ha prodigado elogios
merecidísimos.
“No se
puede con más propiedad –dice este último- comparar la espléndida publicación
del príncipe de los heráldicos españoles más que con la obra del Padre
Anselmo Historia genealógica de la Casa de Francia y de los grandes dignatarios de la Corona. Pero
la obra del Sr. Béthencourt está más estudiada, es más erudita todavia”.
Mr. Pellot
expone luego el plan seguido en su obra por el Sr. Béthencourt, y consigna, al
dar cuenta del ingreso de dicho señor en la Real Academia de la Historia, que el discrso
que leyó en tan solemne acto lo acaba de traducir Mr. Garran d’Allard, un
hispanófilo muy distnguido.
“Dije al
principio –termina el articulo de Mr. Pellot- que el Sr. Béthencourt es de
antigua raza francesa. Por esto se vanagloria de ser un fiel amigo de Francia,
constituyendo la mejor prueba el titulo de presidente de honor que le ha
concedido el Consejo Heráldico de Francia. Con una gran generosidad que no será
bastante elogiada, ha regalado dos tomos de su Historia a la Sociedad Científica
y Literaria de Alas (establecimiento de utilidad pública). Por último, se ha
dignado aceptar recientemente la dedicatoria de mi humilde trabajo sobre el
abate N. Neveux, el eminente médico naturalista, cuyas maravillosas obras son
la admiración del mundo entero” [24].
El flamante académico fue constantemente requerido para representar a las
Canarias en cuantos actos relacionados con la historia de las mismas tuvieron
lugar en la capital, a partir de esas fechas. Así, en 1903, quedó constituida
la comisión para la erección de una estatua al general O’Donnell en Madrid que
tendría la siguiente composición:
Presidentes honorarios, Excmos.
Señores Ministro de la Guerra
y Duque de Tetuán; Presidente efectivo, Excmo. Sr. D. Emilio
March; Vocales, Excmos. Sres. D. José March, D. Enrique
Bargés, Marqués del Muni, Duque de Híjar, Marqués de Casa-Laiglesia, Marqués de
Villasegura, Conde de Velascoaín, D. Juan Montilla, D. Francisco Fernández de
Béthencourt, D. Antonio Domínguez Alfonso, D. Lorenzo García Beltrán, D. Tomás
García Guerra, D. Pedro Poggio, D. Juan Alonso y D. Ramón Antequera;
Secretarios, D. Eduardo Tarquis y D. Manuel Delgado Barreto [25].
1913.
La última visita a las Islas
La noche del 4
de septiembre intervino en la “Gran velada sacro-literario-musical
Constantiniana”, con la que celebró la ciudad de La Laguna la inauguración de
la nueva catedral. La prensa informó proporcionando datos sobre el recibimiento
que se había hecho a Fernández de Béthencourt y ensalzando su trayectoria
intelectual:
El Sr. Fernández de Béthencourt
En las
primeras horas de la mañana de ayer llegó a esta capital a bordo del vapor
«Ardeola» nuestro ilustre paisano, el académico de la Historia, Excmo. Sr. D.
Francisco Fernández de Bethencour.
Numerosos
amigos acudieron al muelle con objeto da recibirle.
Entre ellos
podemos recordar a los Sres. Ascanio (D. Ramón) Beyro (D. Santiago), Arroyo (D.
Andrés), Estevanes (D. Patricio), Ponte (D. Antonio) y otras distinguidas
personalidades de La Laguna.
El Sr.
Bethencourt marchó para la vecina ciudad, en el segundo tranvía.
Reciba el
ilustre tinerfeño nuestro más respetuoso saludo.
Hombre de
ideas conservadoras es el Sr. Fernández de Bethencourt uno de los
historiógrafos más notables con que actualmente cuenta España.
Su labor
investigatoria recia, maciza y concienzuda lo ha llevado al sillón de la Real Academia quizás
con más títulos y méritos que ningún otro.
Su vida se
puede afirmar que ha transcurrido entre los estantes de las bibliotecas,
leyendo libros y repasando viejos archivos y, documentos de todas clases, al
igual que aquel gran maestro de saber llamado D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
Hombre de
ideas conservadoras y de ferviente fe católica, ha retraído siempre entrar de
lleno en la política, no obstante ser modesto por naturaleza prefiere la labor
ardua y silenciosa de aportar datos para la Historia.
Es, además,
D. Francisco Fernández de Bethencourt, escritor castizo y de altos vuelos.
Todas sus
producciones literarias han obtenido de la crítica los más elevados encomios.
Colabora en la «Época» y en diversas ocasiones sus artículos han tenido inmensa
resonancia por la autoridad que acompaña a su pluma.
Su trabajo
titulado «Ausente in parte incerta» fue un valiente comentario, un apóstrofe
digno y enérgico puesto a una tremenda injusticia de la República Portuguesa.
Su último
discurso, descontando el de anoche, lo pronunció en el salón de la Academia de la Historia, ante los reyes
que presidían, el 25 de Mayo de este año. Versó sobre «La embajada del Conde
Gondomar a Inglaterra en I6I3»y lo hizo como contestación al académico
entrante, Excmo Sr. Marqués de Villa-Urrutia, Embajador de España en París.
Todos los
asistentes felicitaron al Sr. Bethencourt, especialmente los augustos monarcas,
por su documentadísima oración llena de sabiduría y de verdad histórica.
El libro
«Príncipes y Caballeros» debido también al preclaro paisano contiene capítulos
de un extraordinario interés.
Estos son
los rasgos más salientes de la ciclópea labor del Sr. Fernández de Bethencourt
este anciano robusto, erguido aun, de plateados cabellos, que nos visita y que
abandona el gabinete de estudio para ver a Tenerife, que tiene la inmensa suerte
de ser su patria chica.
[26].
Una vez tuvo
lugar el solemne acto, en el que fue escuchado con admiracion el académico, la
prensa unánime calificó de magistral la intervención de
Fernández de Béthencourt, particularmente el diario conservador La Región, que en su
edición del sábado 16 de septiembre se deshacia en elogios hacia el
transterrado, considerando su intervención como discurso imponderable:
Conocíamos
al ilustre Académico, Sr. Fernández de Bethencourt, por
referencias que teníamos de tan distinguida personalidad; le conocíamos por
sus obras literarias, por lo mucho y bueno que de él hemos leído, y
aquellas impresiones que hasta nosotros habían llegado, con referencia al hijo
ilustre de la tierra canaria, quedaron plenamente confirmadas con su discurso
en la velada Sacro literario-musical que tuvo efecto, con todo el éxito que
nuestros lectores conocen, en la noche del jueves último.
La prosa
reposada, galana, llana y rebosante de naturalidad con que el Sr. Fernández de
Bethencourt, deleitó al numeroso auditorio que el jueves llenaba por completo
las naves de la Catedral,
atestiguan como documento fehaciente el preclaro talento, la vasta cultura del
Académico que hoy nos honra con su presencia en Tenerife.
Pigmeos de
las letras, ignorantes en materia histórica y sin cultura suficiente para
criticar la figura excelsa del Sr. Fernández de Béthencourt, tan sólo nos está
permitido expresar en palabra tosca y en juicio deficiente, el deleite, la
satisfacción que en nuestro espíritu produjo el discurso del gran erudito, del
sabio historiógrafo. Aquel lenguaje no era el lenguaje académico que versa
sobre disquisiciones profundas; aquellos párrafos del magistral discurso, no
eran la prosa árida de la ciencia que habla al entendimiento, pero que no conmueve
el espíritu; eran estrofas de la más inspirada poesía: la conversación familiar
que sacude el alma, emocionándola gratamente con recuerdos del terruño y con
rasgos y anécdotas de tiempos que el señor Fernández de Bethencourt no puede
olvidar, porque son los tiempos de la juventud, los tiempos en que las
huellas marcadas sobre el espíritu joven, perduran a través de
los años y se conservan tan frescas como en el mismo momento en
que la naturaleza y el azar las imprimieron.
El Sr.
Fernández de Bethencourt, encantó al auditorio, porque despojó su trabajo de
los ribetes científicos, para hablar al alma del pueblo canario, para mover su
fibra más sensible, para hablar del amor a la patria, de las mujeres de su
tiempo, de la hermosura de las islas Afortunadas y de la madre España.
Muchas
cuartillas representan el discurso del ilustre Académico y gloria del terruño
canario; pero por muchas que hubieran sido, por interminables que fueran, no
llegarían a cansar nunca, porque en ellas van unidos la galanura de un estilo
brillante, el mismo fondo del
asunto que despierta el mayor interés y la pronunciación dulce, el aspecto
simpático que predomina en el físico del culto historiador y que viene a ser
como un rasgo de una elocuencia exterior que encanta, que subyuga.
No tenemos
palabras con que expresar la emoción grata que en nuestro ánimo produjo el Sr.
Fernández de Bethencourt, pero crea el distinguido huésped que hoy reside entre
nosotros, que ese mutismo en que nos encerramos, que esa actitud inexpresiva
con que procedemos, es también un rasgo elocuente del agrado inefable con que
hemos escuchado al canario que no es de Tenerife, que no es de Gran
Canaria, que no es de Lanzarote, que no es de ninguna isla ni de ninguno de sus
pueblos, sino canario a secas.
Salud, docto
Académico de la historia, y vida, mucha vida, para seguir enriqueciendo los
archivos de las bibliotecas nacionales con el conocimiento de hechos y de
hombres pertenecientes a la gloriosa España [27].
A pesar de no
haber sido anunciada su presencia en el programa de actos, don Manuel de
Ossuna, presidente del Ateneo de La
Laguna, logró que Fernández de Béthencourt paticipara en la Fiesta de Arte que celebró
dicha entidad en el Teatro Viana, la noche del 11 de septiembre, donde de nuevo
fue aplaudidísimo.
El 19 por la
noche embarcó en Santa Cruz rumbo a la Península. En la mañana de ese día, se produjo el
fallecimiento en la misma ciudad de don Rosendo García Ramos y Bretillard,
quien había dedicado gran parte de su vida al estudio de la historia local.
En
la Real de la Lengua
Como ya
dejamos dicho al principio de estos apuntes, tan sólo dos canarios han logrado
pertenecer a un tiempo a las reales academias de la Lengua y de la Historia: Antonio
Porlier, primer marqués de Bajamar y Francisco Fernández de Béthencourt. Se da
la curiosa circunstancia de que ambos ocuparon en la Real de la Lengua el mismo sillón
designado con la letra K: de 1790 a 1813, el primero, y entre 1914 y 1916,
nuestro personaje.
Se produjo su
ingreso el 27 de noviembre de 1913 y tomó posesión efectiva de su plaza el 10
de mayo de 1914. Una vez más, la prensa local elogió al paisano cuya carrera en
las letras culminaba al ser acogido por la más alta institución a la que puede
aspirar un literato:
Academia Española
Recepción del Señor Fernández de Béthencourt
Por los
periódicos llegados de la península en el último correo nos enteramos de varios
detalles interesantísimos de la solemne recepción del nuevo académico de la Española de la Lengua, nuestro ilustre
paisano el Sr. Fernández de Béthencourt, que confirman lo que nos había
telegrafiado nuestra activa agencia.
Honró el
acto con su presencia la infanta doña Paz, y presidió el señor Maura, a cuyos
lados se sentaron el nuncio de Su Santidad, los obispos de Madrid-Alcalá y
Sión, el director de la
Academia de la
Historia, padre Fita, y los Sres. Cotarelo y Commelerán.
En el
estrado se hallaban muchos académicos, entre ellos la condesa de Pardo Bazán.
Entre el
público, lo mas granado de la aristocracia y una brillantísima representación
del mundo político. El Sr. Fernández de Bethencourt comenzó así su discurso.
«Sí; lo
deseaba con toda mi alma, señorea académicos. Era ya mi sola aspiración la que
vuestros generosos votos han colmado, libre enteramente como Dios y las
circunstancia me hicieron, de todo otro linaje de ambiciones. Sin que la menor
codicia de los honores ni de las distinciones me tiente, ajeno a toda sugestión
de personal encumbramiento, desligado de todo lo que la vida pública confiere,
siempre entre libros,
pergaminos y papeles, sólo soñaba con que me abrierais algún día las puertas de
esta casa, dándome la única recompensa que pudiera halagarme y satisfacerme. No
es un afectado menosprecio de lo que otorga pródigamente a los que se le
consagran la Política,
merecedora de mis mayores respetos cuando la ejercen gravemente íntegros y
austeros varones, no más que al servicio del Rey y de la Patria desinteresada y
noblemente consagrados; ni es desdén ridículo e injustificado de los mismos
honores, recuerdo, cuando se atribuyen en justicia, de grandes sacrificios, de
grandes trabajos y de especiales merecimientos, y que en tamaño grado enaltecen
al que los lleva cuando tiene la conciencia de que los conquistara en buena
lid; es, simplemente, que, entregado yo toda la vida ya no corta, al culto
apasionado de las Letras, las he puesto sobre todo y antes que todo,
consagrándome, va para largos años, sola y exclusivamente a su servicio
reconociéndolas y acatándolas como a mis altísimas soberanas, únicas de las que
con algún derecho podría atreverme a solicitar mercedes y favores.»
Continúa en la entrega siguiente.
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