sábado, 8 de febrero de 2014

CAPÍTULO XLV-XIII





EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1841-1850

CAPÍTULO XLV-XIII



Eduardo Pedro García Rodríguez

1850 Febrero 21.
En esta Villa de Los Silos existe un Monasterio de Bernardas dedicado a San  Sebastián, del cual se halla un legajo de documentos en el Archivo  Histórico Nacional español. Fueron cedidos al Ejercito dos Libratorjos de1 citado Convento de Monjas Bernardas situado en la plaza principal, con destino a Sala de Armas de la 6 Compañía del Batallón Provincial de Canarias, por R.O. de 21 de Febrero de 1850; uno de 6 por 4 varas y otro de 5 1/2. por 3 varas; la Administración de Fincas del Estado los entregó al Ejército el 22 de Octubre del mismo año. Se inscribieron en el Registro de la Propiedad de la Villa de la Orotava, ocupando una superficie de 83,70 m2. el 1 de Junio de 1900 al folio 2.40 del tomo 13 de los Silos finca n° 62.0 inscripción 1º, lindando al N. y E. con la Plaza de la Luz; al S. con la Plaza de la  Iglesia y al O. con el resto del Convento.

En el archivo de la Comandancia de Ingenieros de Canarias existe un inventario de estos dos locales que tiene fecha 22. de Octubre de 1850; entrega el representante de la Hacienda, Alcalde Antonio Alonso; los recibe el Sargento Mayor del Batallón 20 de Canarias D. Antonio Regidor de Palma, e interviene en la entrega en representación del Real Cuerpo de Ingenieros el Comandante de las Armas D. Manuel Giménez. En la portada de dicho inventario existe una nota a lápiz que dice así: "Entregado á la Hacienda en 27 de Agosto de 1915". (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1850 Febrero 21.
Por R.O. Se cedió para Cuartel del Batallón Provincial de Canarias n° 3, el ex-Convento de San Francisco situado en la plaza de este nombre y calle de Calvario en Granadilla (Tenerife), que se encontraba en muy mal estado, particularmente los corre- dores cuyos arquitraves tenían un pandeo tan marcado que amenazaban ruina, lo mismo que el ángulo de la pared del común que daba a la huerta del Convento. La pared de la fachada a la calle del Calvario tenía varias grietas y para alojar unos 100 hombres con las oficinas correspondientes y dependencias como Calabozo, Cuerpo de Guardia, etc., se redactó un presupuesto que importó 82.805 reales.

Después de sucesivas entregas, por Orden telegráfica del Excmo. Sr. Capitán General de Canarias de 25 de Noviembre de 1916, al día siguiente se hace la entrega total del edificio al Ministerio de la Gobernación representado por los Sres. Alcalde y Primer Teniente Alcalde, realizando la citada entrega al Comandante Militar D. Juan Bethencourt con las intervenciones reglamentarias.

Tiene una superficie de 683,20 m2 y se inscribió en el Registro de la Villa de la Orotava el 1 de Septiembre de 1900 al folio 200 del tomo 39 de Granadilla finca n° 1870 inscripción la, lindando al N. con la plaza de San Francisco, al S. con la huerta de D. Marcos Peraza, al E. con la Iglesia de San Francisco y al O. con la calle del Calvario. El solar es de planta rectangular. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1850 Mayo 6. En la Junta de Comercio de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) quedó instalada la Academia de Bellas Artes, creada por real decreto del gobierno de la Metropoli de 31 de octubre de 1849. La financiación de la entidad -gastos de material y sueldos de profesorado- fueron de cuenta de la Diputación Provincial y la primera exposición se organizó un año después. En el curso 1860-1861 se contó con más de doscientos alumnos. La libertad de enseñanza de 1869 le hizo perder su carácter oficial.

1850 Mayo 11.
Inventario general de todas las partes que constituyen el citado Castillo con expresión de las habitaciones, puertas, ventanas, herrajes, armeros, etc. que hay en él, cuya descripción y estado en que por el Cuerpo de Ingenieros se entrega á la Plaza en el día de la fecha, es como sigue:

Entrada Principal.- Esta se verifica por una puerta de madera de tea con su postigo, dos cerrojos, cerraduras y dos llaves; gira sobre quicialera de cantería y se halla en buen estado de servicio: precede á esta puerta un tambor de figura triangular el que está coronado por 78 estacas de madera de tea, al que se entra por una puerta también de tea en buen estado de servicio, con cerrojo y cerradura por la parte interior.

Contigua á la puerta principal se halla otra con su postigo en perfecto estado de servicio: gira sobre quicialeras y tiene cerradura y llave en su postigo, asegurándose la puerta por medio de un madero movible.

Patio.- Próxima á este se halla otra que comunica al patio, compuesta de dos hojas de madera de tea, que gira sobre quicialera, con cerrojo, cerradura y llave, todo 1o mismo que lo anterior en perfecto estado de servicio.

Almacén.- A la derecha de la puerta de entrada al patio, se halla la del Almacén de Artillería, compuesta de dos hojas de madera de tea con dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se halla en poder del Comandante de Artilleria y otra en la del Oficial del ministerio de la misma arma: todo se halla en perfecto estado de servicio: tanto el piso de este almacén como el del patio, son empedrados hallándose además una parte de aquel cubierto de losado.

Llave del Algibe.- Próxima á la escalera que conduce al piso principal, se halla una puerta pequeña compuesta de dos hojas de madera de tea con cerradura y llave que conduce al paraje donde se encuentra el desagüe del algibe, en la que se halla una llave de bronce. Tanto ésta como la expresada puerta se encuentran en buen estado de servicio.

Cuerpo de Guardia y Cocina.- Desde el patio de la explanada conduce una escalera de madera de tea en regular estado de servicio, compuesta de tres tramos con pasamanos de lo mismo; el primero de 11 escalones, el segundo de 13 y el tercero de 14; al extremo del primer tramo se encuentra la puerta del Cuerpo de Guardia de Infantería, compuesta de dos hojas de madera y comunica la cuadra donde se aloja la tropa de Infantería, cuyo
piso es tablado y techo envigado: la puerta en cuestión gira sobre quicialera de madera y tiene llave y cerradura; hay un tablado dormitorio compuesto de 10 tablas de madera de pinsapo, y dos cabeceros de lo mismo, y lo sostiene dos barrotes de tea introducidos en la pared: también se encuentra un cepo de madera de tea sin llave ni cerradura y un armero de la misma madera: á la derecha de entrada á esta Cuadra se halla una puerta de dos hojas de madera de tea sin cerradura ni llave, gira sobre quicialera de madera y comunica á la cocina la cual tiene una ventana que mira al patio, compuesta de dos hojas de madera de tea sin tranca alguna que gira sobre quicialeras de cantería: Hay dos hornillas. Su piso empedrado y techo envigado y tablado.

Algibe y Repuesto de Pólvora.- A la izquierda y al centro de la Cuadra se encuentra otra puerta de dos hojas de madera de tea con cerradura y llave, gira sobre quicialera y dá entrada á la bóveda donde se halla situado el algibe á la que se sube por cinco escalones de cantería: á la derecha y en esta bóveda se halla una puerta de una hoja de madera de tea con cerrojo, dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se halla en poder del Comandante de Artillería y otra en la del Oficial del ministerio de dha. arma, que dá entrada al repuesto de pólvora: á la izquierda á la entrada desta habitación, hay una ventana de una ho;a de madera de tea con pasador de hierro, gira sobre quicialeras: también se halla el Algibe con brocal de cantería y tapadera de tea, todo en buen estado de servicio.

Habitación del plantón de Artillería.- Al final del segundo tramo y á la izquierda de este se halla una puerta de madera de tea compuesta de dos hojas con cerrojo, cerradura y llave: gira sobre quicialeras de cantería y dá entrada á la habitación del plantón de Artillería, la cual se compone de 43/4 varas de largo y 5 1/4 varas de ancho: hay una ventana á la derecha de la entrada que mira á la de la puerta principal, de dos hojas de madera de tea con pasador de hierro, gira sobre quicialeras de cantería, su piso es de tablado y techo envigado. La llave de esta habitación se halla en poder del plantón del mismo fuerte: todo en buen estado de servicio.

Sala de Armas.- A la derecha de entrada á esta habitación, se encuentra una puerta de madera de tea, compuesta de dos hojas con dos cerraduras y dos llaves, las cuales una se halla en poder del Comandante de Artillería y la otra en la del Oficial del ministerio de la misma Arma; gira sobre quicialeras de madera y dá entrada á la Sala de Armas: á la izquierda de entrada hay una ventana compuesta de dos hojas de madera de tea y tranca con pasador de hierro: gira sobre quicialera de cantería: su piso es tablado y techo envigado. Todo en buen estado de servicio.

Explanada.- Concluido el segundo tramo que dá á un pequeño corredor; principia el tercero que como hemos dicho conduce á la explanada en la que se halla un pequeño cuarto-habitación del Sargento, compuesta de una hoja de madera de tea con cerradura y llave. Tiene tragaluz con un marco de vidrio.

Escusado.- En la misma explanada hay un puesto escusado de mampostería y un asiento de madera de tea, todo en buen estado.

Tapaderas.- Sobre la explanada se hallan seis tapaderas de tea y una reja de lo mismo.

Además existe una tapadera en el centro de la explanada y otra en el desagüe del algibe que se halla en el patio. Otra en la cuadra de la tropa, hallándose todas en buen estado de servicio.

Piezas y Asta de Bandera.- En la misma explanada se encuentran cinco piezas de artillería de calibre 24 y un palo de asta de bandera.

Exceptuando las llaves que se hallan en poder del Comandante de Artillería, Oficial del ministerio y plantón de la fortaleza, las restantes existen en el Sargento Comandante de aquel puesto.
Las Palmas de Canaria 11 de Mayo de I850
ENTREGUÉ                                                                          RECIBI
                                                                                  El Comandante de Ingenieros
El Sargento Mayor Interino
Nicolás Clavijo                                                                  León Padrón León.

(En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

1850 Junio 1.
La administración de fincas del Estado español entrega el exconvento de San Agustín en La Orotava para cuartel de las Milicias Canarias.

Antiguo convento de San Agustín en la Villa de la Orotava,  cedido al Ejército español por R.O. de 21 de Febrero de 1850 para Cuartel de las Milicias Provinciales de la Orotava n° 2 de Canarias y entregado por la Administración de fincas del Estado en 1 de Junio del mismo año, con una superficie de 3.583,00 m2, inscripto en el Registro de aquella Villa el 1 de Junio de 1900 al Nº 35 del tomo 79 finca n° 3507 inscripción la, lindando por el N. con la Iglesia de S. Agustín y callejón que vá a la Torrita; S. con la huerta de los herederos de D. Antonio Monteverde y D. Domingo García; E. con callejón de la Torrita y O. con la casa de Da Matilde González y huerta de Doña Magdalena Fernández.

El solar es de forma irregular existiendo, en parte de él, el Cuartel que es de dos plantas con un patio en el centro y dos huertas. Posee dicho edificio un dado de agua. La Corporación Municipal cedió gratuitamente un solar inmediato para la ampliación del Cuartel, y parte del correspondiente a la Iglesia, y lo mismo han hecho algunos particulares. En la actualidad es alojamiento de un Batallón destacado del Regimiento de Infantería de Tenerife. (José María Pinto de la Rosa, 1996).

1850 julio 27.

la Real Academia de la Historia

La propuesta de Francisco Fernández de Béthencourt para académico correspondiente de la Real de Historia, por Canarias, la firmaron los numerarios don Pedro Sabau, don Juan Facundo Riaño y don Vicente de la Fuente el 28 de febrero de 1879, y fue admitido, como ya se dijo, el 12 de abril del mismo año. Se le propuso por primera vez para numerario por los señores Rodríguez Villa, Asensio, Maldonado y Catalina García, el 15 de noviembre de 1898, para cubrir la vacante de don Vicente Barrantes, que fue retirada. Por segunda vez fue propuesto, el 25 de mayo de 1900, para ocupar la Medalla número 14 vacante por fallecimiento de don Celestino Pujol en 1891, pues aunque fue elegido en dicha vacante el marqués de Hoyos, éste no llegó a tomar posesión de la misma. Esta segunda propuesta figura avalada por los numerarios señores Sánchez Moguel, marqués de Laurencín, Rodríguez Villa y Catalina García, siendo elegido en junta de primero de junio de 1900. Tomó posesión de su plaza en otra pública, del 29 de  junio del mismo año, disertando sobre La Genealogía y la Heráldica en la Historia contestándole, en nombre de la corporación, el marqués de Laurencín.

La prensa insular reaccionó de inmediato publicitando los méritos del ilustre paisano:

El 30 del próximo pasado se celebró en este docto cuerpo la recepción de nuestro paisano D. Francisco Fernández de Bethencourt.
El discurso leído por este señor, ha versado sobre el tema «La genealogía y la heráldica en la Historia», y en él se hace extensa relación de cuantos trabajos realizó en estos importantes ramos del saber el erudito y sabio historiador D. Luis de Salazar y Castro.
Recuerda el Sr. Bethencourt la serie de inexactitudes que sobre la descendencia de las familias nobles de España habían forjado los heraldos oficiales, atentos únicamente a halagar la variedad de los personajes que les favorecían, inexactitudes que fueron rectificadas por Salazar, y de qué manera, cuando él apareció, se acabó el absurdo reinado de la obscuridad y confusión, para que brillara clara y esplendente la luz de la verdad.
El trabajo leído es una obra maestra de erudición, que da palpable y precisas pruebas de los grandes y profundos conocimientos que en esta ciencia posee el nuevo académico.
D. Francisco R. de Uhagón ha contestado al Sr. Bethencourt, saludándole en nombre de la Corporación.
El acto, que resultó solemne y brillante, fue presenciado por gran número de distinguidas damas y conocidas personalidades [22].

Nuevo académico. Don Francisco F. Béthencourt

El 29 de Junio celebró junta pública y solemne la Real Academia de la Historia para dar posesión de plaza de número al académico electo Excmo. Sr. D. Francisco Fernández de Béthencourt.
Bethencourt es un literato conocidísimo en la sociedad aristocrática de Madrid. La especialidad de sus estudios y prodigiosa memoria le hacen estar enterado de los orígenes enlaces, historia y vicisitudes de todas las Casas de la grandeza española de los títulos del reino y de la nobleza no titulada y bajo su apariencia de hombre de mundo correctísimo, distinguido, simpático, se oculta un archivo que puede competir con el de Simancas.
—Diga usted, Bethencourt-— le suelen decir con frecuencia. —Ese Fulano que se casa con Fulana, ¿de que familia es?
Y en seguida, sin preparación ninguna, Bethencourt contesta, no sólo citando los nombres de los abuelos, sino haciendo su historia y precisando la fecha de sus matrimonios y de los nacimientos de sus nietos.
Su labor literaria, dentro siempre de su especialidad, es la de un benedictino que, en vez de estar encerrado en una celda, vive en medio del mundo.
Su primera obra, publicada hace más de veintidós años, fue El nobiliario y blasón de Canarias, diccionario histórico de la provincia, que se compone de siete tomos.
Por esta o b r a fue nombrado miembro correspondiente de la Corporación que el viernes le recibe en su seno.
De 1880 a 1890 publicó los once tomos de los Anales de la nobleza de España, obra utilísima de consulta, citada en litigios ante los Tribunales, hojeada en las redacciones de periódicos siempre que muere algún individuo de la nobleza, y en casos de bodas y de bautizos, algo, en fin, como el Almanaque Gotha de la nobleza de España.
El insigne y nunca bastante llorado Cánovas del Castillo, que apreciaba mucho los trabajos de Bethencourt, le afilió á la política conservadora, a la que le llevaban sus inclinaciones, y el ilustre genealogista fue diputado a Cortes por Canarias.
Pero a pesar de que es un orador muy correcto, ni la política ni el Parlamento le sedujeron, y volvió pronto a su labor favorita, consagrándose a su obra magna; la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, Casa Real y Grandeza de España.
Ya ha publicado dos tomos en folio, de 700 páginas; tiene en prensa el tercero, que se publicará el próximo otoño, y la obra completa se compondrá de diez a doce volúmenes.
Además de estos trabajos, Bethencourt ha escrito multitud de artículos en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Es presidente de honor y delegado general del Consejo Heráldico de Francia; miembro honorario de la Académica Heráldica italiana, de la Academia Imperial y Real Adler, de Viena, y de otras muchas Corporaciones.
Del Heraldo de Madrid [23].

Elogios a un escritor español
El Sr. Béthencourt juzgado en el extranjero

Con el título de “Un erudito español de raza francesa” ha publicado Le Courrier des Ardennes un artículo de Mr. Paul Pellot, una de las primeras autoridades de Francia en asuntos de heráldica, consagrado al distinguido escritor y académico de la Historia, cuyas obras le han conquistado ya una verdadera reputación.
“D. Francisco Fernández de Béthencourt –dice Mr. Pellot- ex diputado, gentilhombre de S. M. C., descendiente de una antigua familia que, ilustre ya en nuestro país, se ha cubierto de gloria por los descubirmientos marítimos con que ha enriquecido a España.
El Sr. Béthencourt ha llegado a ser una especialidad de la genealogía y de la heráldica, sujetándose a los datos de la más rigurosa crítica histórica.
Su magistral obra Historia genealogica y heráldica de la Monarquía Española está hecha con arreglo a ese procedimiento.
Por esto es por lo que el gran maestro de la heráldica francesa, el vizconde de Poli, presidente del Consejo Heráldico de Francia, le ha prodigado elogios merecidísimos.
“No se puede con más propiedad –dice este último- comparar la espléndida publicación del príncipe de los heráldicos españoles más que con la obra del Padre Anselmo Historia genealógica de la Casa de Francia y de los grandes dignatarios de la Corona. Pero la obra del Sr. Béthencourt está más estudiada, es más erudita todavia”.
Mr. Pellot expone luego el plan seguido en su obra por el Sr. Béthencourt, y consigna, al dar cuenta del ingreso de dicho señor en la Real Academia de la Historia, que el discrso que leyó en tan solemne acto lo acaba de traducir Mr. Garran d’Allard, un hispanófilo muy distnguido.
“Dije al principio –termina el articulo de Mr. Pellot- que el Sr. Béthencourt es de antigua raza francesa. Por esto se vanagloria de ser un fiel amigo de Francia, constituyendo la mejor prueba el titulo de presidente de honor que le ha concedido el Consejo Heráldico de Francia. Con una gran generosidad que no será bastante elogiada, ha regalado dos tomos de su Historia a la Sociedad Científica y Literaria de Alas (establecimiento de utilidad pública). Por último, se ha dignado aceptar recientemente la dedicatoria de mi humilde trabajo sobre el abate N. Neveux, el eminente médico naturalista, cuyas maravillosas obras son la admiración del mundo entero” [24].

            El flamante académico fue constantemente requerido para representar a las Canarias en cuantos actos relacionados con la historia de las mismas tuvieron lugar en la capital, a partir de esas fechas. Así, en 1903, quedó constituida la comisión para la erección de una estatua al general O’Donnell en Madrid que tendría la siguiente composición:
Presidentes honorarios, Excmos. Señores Ministro de la Guerra y Duque de Tetuán; Presidente efectivo, Excmo. Sr. D. Emilio March; Vocales, Excmos. Sres. D. José March, D. Enrique Bargés, Marqués del Muni, Duque de Híjar, Marqués de Casa-Laiglesia, Marqués de Villasegura, Conde de Velascoaín, D. Juan Montilla, D. Francisco Fernández de Béthencourt, D. Antonio Domínguez Alfonso, D. Lorenzo García Beltrán, D. Tomás García Guerra, D. Pedro Poggio, D. Juan Alonso y D. Ramón Antequera; Secretarios, D. Eduardo Tarquis y D. Manuel Delgado Barreto [25].


1913. La última visita a las Islas

La noche del 4 de septiembre intervino en la “Gran velada sacro-literario-musical Constantiniana”, con la que celebró la ciudad de La Laguna la inauguración de la nueva catedral. La prensa informó proporcionando datos sobre el recibimiento que se había hecho a Fernández de Béthencourt y ensalzando su trayectoria intelectual:

El Sr. Fernández de Béthencourt

En las primeras horas de la mañana de ayer llegó a esta capital a bordo del vapor «Ardeola» nuestro ilustre paisano, el académico de la Historia, Excmo. Sr. D. Francisco Fernández de Bethencour.
Numerosos amigos acudieron al muelle con objeto da recibirle.
Entre ellos podemos recordar a los Sres. Ascanio (D. Ramón) Beyro (D. Santiago), Arroyo (D. Andrés), Estevanes (D. Patricio), Ponte (D. Antonio) y otras distinguidas personalidades de La Laguna.
El Sr. Bethencourt marchó para la vecina ciudad, en el segundo tranvía.
Reciba el ilustre tinerfeño nuestro más respetuoso saludo.
Hombre de ideas conservadoras es el Sr. Fernández de Bethencourt uno de los historiógrafos más notables con que actualmente cuenta España.
Su labor investigatoria recia, maciza y concienzuda lo ha llevado al sillón de la Real Academia quizás con más títulos y méritos que ningún otro.
Su vida se puede afirmar que ha transcurrido entre los estantes de las bibliotecas, leyendo libros y repasando viejos archivos y, documentos de todas clases, al igual que aquel gran maestro de saber llamado D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
Hombre de ideas conservadoras y de ferviente fe católica, ha retraído siempre entrar de lleno en la política, no obstante ser modesto por naturaleza prefiere la labor ardua y silenciosa de aportar datos para la Historia.
Es, además, D. Francisco Fernández de Bethencourt, escritor castizo y de altos vuelos.
Todas sus producciones literarias han obtenido de la crítica los más elevados encomios. Colabora en la «Época» y en diversas ocasiones sus artículos han tenido inmensa resonancia por la autoridad que acompaña a su pluma.
Su trabajo titulado «Ausente in parte incerta» fue un valiente comentario, un apóstrofe digno y enérgico puesto a una tremenda injusticia de la República Portuguesa.
Su último discurso, descontando el de anoche, lo pronunció en el salón de la Academia de la Historia, ante los reyes que presidían, el 25 de Mayo de este año. Versó sobre «La embajada del Conde Gondomar a Inglaterra en I6I3»y lo hizo como contestación al académico entrante, Excmo Sr. Marqués de Villa-Urrutia, Embajador de España en París.
Todos los asistentes felicitaron al Sr. Bethencourt, especialmente los augustos monarcas, por su documentadísima oración llena de sabiduría y de verdad histórica.
El libro «Príncipes y Caballeros» debido también al preclaro paisano contiene capítulos de un extraordinario interés.
Estos son los rasgos más salientes de la ciclópea labor del Sr. Fernández de Bethencourt este anciano robusto, erguido aun, de plateados cabellos, que nos visita y que abandona el gabinete de estudio para ver a Tenerife, que tiene la inmensa suerte de ser su patria chica.
 [26].

Una vez tuvo lugar el solemne acto, en el que fue escuchado con admiracion el académico, la prensa unánime calificó de magistral la intervención de Fernández de Béthencourt, particularmente el diario conservador La Región, que en su edición del sábado 16 de septiembre se deshacia en elogios hacia el transterrado, considerando su intervención como discurso imponderable:

Conocíamos al ilustre Académico, Sr. Fernández de Bethencourt, por referencias que teníamos de tan distinguida personalidad; le conocíamos por sus obras literarias, por lo mucho y bueno que de él hemos leído, y aquellas impresiones que hasta nosotros habían llegado, con referencia al hijo ilustre de la tierra canaria, quedaron plenamente confirmadas con su discurso en la velada Sacro literario-musical que tuvo efecto, con todo el éxito que nuestros lectores conocen, en la noche del jueves último.
La prosa reposada, galana, llana y rebosante de naturalidad con que el Sr. Fernández de Bethencourt, deleitó al numeroso auditorio que el jueves llenaba por completo las naves de la Catedral, atestiguan como documento fehaciente el preclaro talento, la vasta cultura del Académico que hoy nos honra con su presencia en Tenerife.
Pigmeos de las letras, ignorantes en materia histórica y sin cultura suficiente para criticar la figura excelsa del Sr. Fernández de Béthencourt, tan sólo nos está permitido expresar en palabra tosca y en juicio deficiente, el deleite, la satisfacción que en nuestro espíritu produjo el discurso del gran erudito, del sabio historiógrafo. Aquel lenguaje no era el lenguaje académico que versa sobre disquisiciones profundas; aquellos párrafos del magistral discurso, no eran la prosa árida de la ciencia que habla al entendimiento, pero que no conmueve el espíritu; eran estrofas de la más inspirada poesía: la conversación familiar que sacude el alma, emocionándola gratamente con recuerdos del terruño y con rasgos y anécdotas de tiempos que el señor Fernández de Bethencourt no puede olvidar, porque son los tiempos de la juventud, los tiempos en que las huellas marcadas sobre el espíritu joven, perduran a través de los años y se conservan tan frescas como en el mismo momento en que la naturaleza y el azar las imprimieron.
El Sr. Fernández de Bethencourt, encantó al auditorio, porque despojó su trabajo de los ribetes científicos, para hablar al alma del pueblo canario, para mover su fibra más sensible, para hablar del amor a la patria, de las mujeres de su tiempo, de la hermosura de las islas Afortunadas y de la madre España.
Muchas cuartillas representan el discurso del ilustre Académico y gloria del terruño canario; pero por muchas que hubieran sido, por interminables que fueran, no llegarían a cansar nunca, porque en ellas van unidos la galanura de un estilo
brillante, el mismo fondo del asunto que despierta el mayor interés y la pronunciación dulce, el aspecto simpático que predomina en el físico del culto historiador y que viene a ser como un rasgo de una elocuencia exterior que encanta, que subyuga.
No tenemos palabras con que expresar la emoción grata que en nuestro ánimo produjo el Sr. Fernández de Bethencourt, pero crea el distinguido huésped que hoy reside entre nosotros, que ese mutismo en que nos encerramos, que esa actitud inexpresiva con que procedemos, es también un rasgo elocuente del agrado inefable con que hemos escuchado al canario que no es de Tenerife, que no es de Gran Canaria, que no es de Lanzarote, que no es de ninguna isla ni de ninguno de sus pueblos, sino canario a secas.
Salud, docto Académico de la historia, y vida, mucha vida, para seguir enriqueciendo los archivos de las bibliotecas nacionales con el conocimiento de hechos y de hombres pertenecientes a la gloriosa España [27].

A pesar de no haber sido anunciada su presencia en el programa de actos, don Manuel de Ossuna, presidente del Ateneo de La Laguna, logró que Fernández de Béthencourt paticipara en la Fiesta de Arte que celebró dicha entidad en el Teatro Viana, la noche del 11 de septiembre, donde de nuevo fue aplaudidísimo.
El 19 por la noche embarcó en Santa Cruz rumbo a la Península. En la mañana de ese día, se produjo el fallecimiento en la misma ciudad de don Rosendo García Ramos y Bretillard, quien había dedicado gran parte de su vida al estudio de la historia local.


En la Real de la Lengua

Como ya dejamos dicho al principio de estos apuntes, tan sólo dos canarios han logrado pertenecer a un tiempo a las reales academias de la Lengua y de la Historia: Antonio Porlier, primer marqués de Bajamar y Francisco Fernández de Béthencourt. Se da la curiosa circunstancia de que ambos ocuparon en la Real de la Lengua el mismo sillón designado con la letra K: de 1790 a 1813, el primero, y entre 1914 y 1916, nuestro personaje.
Se produjo su ingreso el 27 de noviembre de 1913 y tomó posesión efectiva de su plaza el 10 de mayo de 1914. Una vez más, la prensa local elogió al paisano cuya carrera en las letras culminaba al ser acogido por la más alta institución a la que puede aspirar un literato:

Academia Española
Recepción del Señor Fernández de Béthencourt

Por los periódicos llegados de la península en el último correo nos enteramos de varios detalles interesantísimos de la solemne recepción del nuevo académico de la Española de la Lengua, nuestro ilustre paisano el Sr. Fernández de Béthencourt, que confirman lo que nos había telegrafiado nuestra activa agencia.
Honró el acto con su presencia la infanta doña Paz, y presidió el señor Maura, a cuyos lados se sentaron el nuncio de Su Santidad, los obispos de Madrid-Alcalá y Sión, el director de la Academia de la Historia, padre Fita, y los Sres. Cotarelo y Commelerán.
En el estrado se hallaban muchos académicos, entre ellos la condesa de Pardo Bazán.
Entre el público, lo mas granado de la aristocracia y una brillantísima representación del mundo político. El Sr. Fernández de Bethencourt comenzó así su discurso.
«Sí; lo deseaba con toda mi alma, señorea académicos. Era ya mi sola aspiración la que vuestros generosos votos han colmado, libre enteramente como Dios y las circunstancia me hicieron, de todo otro linaje de ambiciones. Sin que la menor codicia de los honores ni de las distinciones me tiente, ajeno a toda sugestión de personal encumbramiento, desligado de todo lo que la vida pública confiere,
siempre entre libros, pergaminos y papeles, sólo soñaba con que me abrierais algún día las puertas de esta casa, dándome la única recompensa que pudiera halagarme y satisfacerme. No es un afectado menosprecio de lo que otorga pródigamente a los que se le consagran la Política, merecedora de mis mayores respetos cuando la ejercen gravemente íntegros y austeros varones, no más que al servicio del Rey y de la Patria desinteresada y noblemente consagrados; ni es desdén ridículo e injustificado de los mismos honores, recuerdo, cuando se atribuyen en justicia, de grandes sacrificios, de grandes trabajos y de especiales merecimientos, y que en tamaño grado enaltecen al que los lleva cuando tiene la conciencia de que los conquistara en buena lid; es, simplemente, que, entregado yo toda la vida ya no corta, al culto apasionado de las Letras, las he puesto sobre todo y antes que todo, consagrándome, va para largos años, sola y exclusivamente a su servicio reconociéndolas y acatándolas como a mis altísimas soberanas, únicas de las que con algún derecho podría atreverme a solicitar mercedes y favores.»

Continúa en la entrega siguiente.

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