EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1841-1850
CAPÍTULO XLV-XII
Viene de la pagihna anterior
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Si en vez de seguir el enemigo
esta marcha para llegar á la plaza, tomase el camino que desde el Valle de San
Andrés viene costeando hasta Paso-Alto, en este caso sería mucho más fácil
impedirle el paso, pues siendo este camino sumamente escabroso y estrecho, y
además estando dominado perfectamente por una porción de escarpados y alturas casi
inaccesibles, con colocar algunos
hombres en todos estos puntos que le hostilizasen aunque no fuese más que á
pedradas, era lo bastante para conseguirlo.
Tanto por esta parte como por la
anterior me parece imposible pueda verificar su marcha teniendo nuestras tropas
la suficiente serenidad para dirigir bien sus fuegos y ejecutar todos los
movimientos que se le ordenen sin confusión, más si á pesar de todo esto por su
mucha fuerza y tenacidad, lograse hasta apoderarse de la altura de Paso-Alto,
entonces se retiraría enseguida la guarnición de su Castillo, después de haber
clavado toda su artillería, uniéndose á las tropas que vendrán en retirada con
el mayor orden posible, protegidas por las Compañías de Tiradores formadas en
guerrilla, hasta llegar al Campo que hay detrás de la batería de Escuela
Práctica, en donde se incorporarán con el Batallón de la Orotava que debe haber
venido allí desde el principio de la acción, cuya fuerza reunida la presentará
en este sitio la batalla que difícilmente admitirá después de todas las fatigas
del desembarco y ataque á viva fuerza que ha tenido que practicar para llegar
al Barranco Tahodio, en donde para continuar su marcha tiene que sufrir aun á
pecho descubierto los fuegos de la batería intacta de Santa Teresa y aun los de
la de Escuela Práctica, cuya batería aunque no hecha para la defensa de la
plaza, puede en este caso influir mucho sobre la de este flanco, habiéndola
artillado antes convenientemente; tanto esta como la anterior no deberán
emplear en este caso más que los tiros de metralla.
Mas si llevando ya las cosas á su
mayor extremo, suponemos que no solamente admita la batalla, sino también que
venza á nuestras tropas, entonces no queda más arbitrio á estas que retirarse
en buen orden protegidas por los Tiradores hasta las Baterías numeros I y 2 en
cuya posición se hallaran enteramente como en el caso anterior.
Ataque por la derecha
De las tres partes en que hemos
dividido el ataque á esta plaza, esta es indudablemente la que presenta más
facilidad al enemigo para conseguir su objeto por lo desprovista que se halla
de fortificaciones toda su costa y más que todo, por lo poco accidentado del
terreno, en comparación de la del caso anterior; lo cual hace creer desde luego
que sería por donde cualquier enemigo que se propusiese posesionarse de ella,
efectuará su desembarco, sin embargo de que en el último ataque que sufrió por la Escuadra del Almirante
Nelson se vió que éste lo efectuó por el frente de la Línea, despreciando al
parecer todas estas ventajas y precisamente por donde la plaza podía disponer
de más fuegos; más sin meternos ahora en averiguar los motivos que tendría
aquel para obrar de este modo, si diremos que á pesar de no hallarse por esta
parte de la plaza esos grandes accidentes del terreno que se ven en la de su
izquierda y de la carencia total de obras del arte para oponerse, tanto al
desembarco de un enemigo, como á la marcha de éste luego que lo haya ejecutado,
podemos manifestarle una resistencia bastante formal antes de que logre saltar
en tierra, pues si bien observa, echaremos de ver que si se esceptúa la pequeña
caleta que hay en el puerto de Caballos, desde Barranco Hondo hasta el pueblo
de Candelaria, no se encuentra punto alguno por donde se pueda efectuar un
desembarco con facilidad por no permitirlo lo escarpado y aspereza de su costa;
y éste es de un espacio tan reducido y fácil de defender por estar rodeado de
un terreno dominante y de subida tan penosa que sólo en el caso de una sorpresa
ó abandono grande por nuestra parte, debemos temer pueda el enemigo efectuar un
desembarco por aquel parage; por consiguiente, para sacar el mejor partido para
la defensa de los pequeños accidentes que nos presenta el terreno por esta
parte, debemos desde el momento en que manifieste el enemigo su intención de
apoderarse de la plaza desembarcando antes por aquí, reforzar las dos compañías
del Batallón de Abona que fueron allí destinadas desde el principio con la
columna que se halla situada en la plazuela de San Telmo, y hacer que las otras
dos pasen á ocupar el costado izquierdo del Barrnco Hondo principiando desde su
batería. El Batallón de la
Orotava durante este tiempo deberá también salir de La Laguna y venir á situarse á
continuación de la fuerza anterior; teniendo cuidado de cubrir los principales
pasos que se encuentran hasta llegar al camino que pasando por el portazgo lo
atraviesa y vá á los pueblos del Sur de la Isla.
Colocadas en esta disposición
todas las tropas de que podemos disponer, inmediatamente se vean dirigirse las
embarcaciones enemigas hacia el puerto de Caballos, que probablemente será el
punto marcado para efectuar el desembarco, si se ha construido la batería que
indicamos en su playa, deberá en cuanto estén á su alcance romper el fuego no
habiendo en este caso más gente allí que la necesaria para el servicio de ella;
más luego que pase el enemigo á botar sus lanchas de desembarco, lo que es
probable ejecute después de apagados los fuegos de ésta, bajará la compañía
destinada á defender la trinchera á
ocupar su sitio; si no se ha construido aquella, esta hasta llegar al Campo que
hay detrás de la batería de Escuela Práctica, en donde se incorporarán con el
Batallón de la Orotava
que debe haber venido allí desde el principio de la acción, cuya fuerza reunida
la presentará en este sitio la batalla que difícilmente admitirá después de
todas las fatigas del desembarco y ataque á viva fuerza que ha tenido que
practicar para llegar al Barranco Tahodio, en donde para continuar su marcha
tiene que sufrir aun á pecho descubierto los fuegos de la batería intacta de
Santa Teresa y aun los de la de Escuela Práctica, cuya batería aunque no hecha
para la defensa de la plaza, puede en este caso influir mucho sobre la de este
flanco, habiéndola artillado antes convenientemente; tanto esta como la anterior
no deberán emplear en este caso más que los tiros de metralla.
Mas si llevando ya las cosas á su
mayor extremo, suponemos que no solamente admita la batalla, sino también que
venza á nuestras tropas, entonces no queda más arbitrio á estas que retirarse
en buen orden protegidas por los Tiradores hasta las Baterías números I y 2 en
cuya posición se hallaran enteramente como en el caso anterior.
Ataque por su derecha
De las tres partes en que hemos
dividido el ataque á esta plaza, esta es indudablemente la que presenta más
facilidad al enemigo para conseguir su objeto por lo desprovista que se halla
de fortificaciones toda su costa y más que todo, por lo poco accidentado del
terrno, en comparación de la del caso anterior; lo cual hace creer desde luego
que sería por donde cualquier enemigo que se propusiese posesionarse de ella,
efectuará su desembarco, sin embargo de que en el último ataque que sufrió por la Escuadra del Almirante
Nelson se vió que éste lo efectuó por el frente de la Línea, despreciando al
parecer todas estas ventajas y precisamente por donde la plaza podía disponer
de más fuegos; más sin meternos ahora en averiguar los motivos que tendría
aquel para obrar de este modo, si diremos que á pesar de no hallarse por esta
parte de la plaza esos grandes accidentes del te"eno que se ven en la de
su izquierda y de la carencia total de obras del arte para oponerse, tanto al
desembarco de un enemigo, como á la marcha de éste luego que lo haya ejecutado,
podemos manifestarle una resistencia bastante formal antes de que logre saltar
en tierra, pues si bien observa, echaremos de ver que si se esceptúa la pequeña
caleta que hay en el puerto de Caballos, desde Barranco Hondo hasta el pueblo
de Candelaria, no se encuentra punto alguno por donde se pueda efectuar un
desembarco con facilidad por no permitirlo lo escarpado y aspereza de su costa;
y éste es de un espacio tan reducido y fácil de defender por estar rodeado de
un terreno dominante y de subida tan penosa que sólo en el caso de una sorpresa
ó abandono grande por nuestra parte, debemos temer pueda el enemigo efectuar un
desembarco por aquel parage; por consiguiente, para sacar el mejor partido para
la defensa de los pequeños accidentes que nos presenta el terreno por esta
parte, debemos desde el momento en que manifieste el enemigo su intención de
apoderarse de la plaza desembarcando antes por aquí, reforzar las dos compañías
del Batallón de Abona que fueron allí destinadas desde el principio con la
columna que se halla situada en la plazuela de San Telmo, y hacer que las otras
dos pasen á ocupar el costado izquierdo del Barranco Hondo principiando desde
su batería. El Batallón de la
Orotava durante este tiempo deberá también salir de La Laguna y venir á situarse á
continuación de la fuerza anterior; teniendo cuidado de cubrir los principales
pasos que se encuentran hasta llegar al camino que pasando por el portazgo lo
atraviesa y vá á los pueblos del Sur de la Isla.
Colocadas en esta disposición
todas las tropas de que podemos disponer, inmediatamente se vean dirigirse las
embarcaciones enemigas hacia el puerto de Caballos, que probablemente será el
punto marcado para efectuar el desembarco, si se ha construido la batería que
indicamos en su playa, deberá en cuanto estén á su alcance romper el fuego no
habiendo en este caso más gente allí que la necesaria para el servicio de ella;
más luego que pase el enemigo á botar sus lanchas de desembarco, lo que es
probable ejecute después de apagados los fuegos de ésta, bajará la compañía
destinada .
á defender la trinchera á ocupar
su sitio; si no se ha construido aquella, esta compañía pasará á ocuparla desde
el momento en que el enemigo cese en sus fuegos de artillería que será aquel de
echar sus lanchas al agua con la gente destinada al desembarco.
Si á pesar de los fuegos de la
trinchera y de los Tiradores que á cubierto lo mejor posible de los del
enemigo, debe haber en todo el terreno que rodea este punto, éste lograse
saltar en tierra, en este caso se retiraría lo más pronto posible la compañía
que defendía su trinchera protegida por las fuerzas de arriba, que deberán
desde el momento de su incorporación, arrojar sobre él una gran cantidad de
granadas de mano, de las que irá provista la columna de la plazuela de San
Telmo para este objeto, cuyos proyectiles deben causar al enemigo en aquel
reducido espacio sin salida, la mayor confusión y desorden, al mismo tiempo que
pérdidas de consideración antes de que pueda posecionarse del terreno superior;
el cual con la debida serenidad y obediencia á sus Gefes por parte de nuestras
tropas, puede mirarse de un acceso bastante difícil á causa de los muchos
fuegos cruzados á que está espuesto durante esta operación, y de la gran
cantidad de granadas de mano que pueden arrojarse en este tiempo; sin embargo
de esto supondremos que el enemigo haya logrado rechazar nuestras tropas,
desalojándolas de las posiciones que ocupaban y se pongan en marcha para esta
plaza; en este caso, éstas que se habrán ido retirando en el mejor orden
posible hacia la batería de Barranco Hondo, pasarán a estar protegidas por las
columnas de las plazuelas de San Telmo y de la batería de Escuela Práctica que
se situaron allí desde el principio de la acción, á las que se unirán y
reforzadas por el Batallón de la
Orotava, estarán prontas para acudir al parage o parages del
Barranco por donde intente el enemigo verificar su paso, á fin de oponerse á
éste con todas sus fuerzas aprovechándose entonces de las ventajas que les
proporciona el terreno, bien entendido que desde el momento en que lo ejecute,
está pérdida la plaza por poder correrse enseguida hacia ella sin que se lo
impida fortificación alguna, ni nuestras tropas tampoco que harto harán si
después de rechazadas se retiran en buen orden hacia las Baterías 1 y 2 que
podrán con sus fuegos detener algun tanto la marcha de aquel dando lugar en
este tiempo á que se ordene otra vez y reanimadas aventurarse en una batalla o
continuen en retirada hasta las posiciones de la Cuesta de La Laguna, desde cuya época en
adelante hasta que se apodere del resto de la isla ó se le haga reembarcar;
pertenece ya la defensa al todo de ésta y por lo tanto dejaremos las cosas en
este estado por no tener más objeto esta memoria que la de la Plaza de Santa Cruz.
Estas ligeras indicaciones que
acabamos de manifestar sobre la defensa de esta plaza, con arreglo á la clase
de sus fortificaciones, fuerzas con que en el día se puede contar, etc. y
calidad del terreno que le rodea, para los tres diferentes casos que hemos
supuesto dividiendo el ataque, podrán variarse alguna cosa siempre que se crea
conveniente, según las diferentes circunstancias que pueden ocurrir en cada uno
de estos casos y que ahora no es posible prever por ser únicamente del momento,
por consiguiente del buen
golpe de vista y tino de parte de
los Gefes que manden las tropas depende el que estas nuevas disposiciones sean
más o menos acertadas y por lo tanto contribuyan o no á la mejor defensa.
Santa Cruz de Tenerife 10 de
Octubre de 1849
Saturnino Rueda.- Rubricado. (En: José María Pinto de la Rosa, 1996)
1849 Octubre 31. En lo que respecta a Canarias y demás colonias de
Ultramar, como lo era el caso de Cuba, los maestros de obras, arquitectos e
ingenieros procedían de las Escuelas Superiores de la metrópoli, aunque para la
primera profesión, en Canarias, se intentó sin lograrlo, a través del Real
Decreto de 31 de octubre de 1849, la reorganización de la Academia Provincial
de Bellas Artes de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) en virtud de la
cual la capacitaría para generar titulados en maestros de obras y agrimensores,
lo que impediría la Real
Orden de 16 de julio de 1852. Canarias incluida dentro de la
organización provincial de la metrópoli aparece más relacionada con los planes
administrativos y educativos legislados por Madrid que Cuba, situada dentro de
la estructura administrativa de las colonias de ultramar con un Gobernador
general que decreta ordenes directas sobre aquel territorio, en constante
efervescencia política y guerras coloniales, lo que afecta a los planes de
estudios como veremos luego en el caso de la carrera técnica de maestros de
obras y agrimensores.
Los profesionales de la construcción que operaban en
Canarias entre mediados del siglo XIX y principios del XX, carecían en su mayor
parte de titulación; eran profesionales con una base empírica y formados casi
siempre en la tradición familiar; no obstante, a lo largo de este dilatado
espacio de tiempo podemos encontrar a profesionales titulados en escuelas
oficiales técnicas o superiores de España como lo son los arquitectos, maestros
de obras y agrimensores, además de otros con títulos expedidos en las escuelas
municipales o sin titulación pero con una formación académica adquirida en la Academia de Bellas Artes
de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), en la que, al menos, habían
adquirido conocimientos artísticos. Igualmente hay que contar con la presencia
de técnicos ingleses que trabajaban para su colonia en Canarias, los que
llegaron a trazar y dirigir obras aunque sus proyectos precisaban de la firma
de arquitectos titulados españoles. A partir de la creación de la Escuela Municipal
de Artes y Oficios de Añazu (Santa
Cruz), en 1913, salieron maestros de obras, con una formación académica en
arquitectura, arte y construcción los que en su mayor parte actuaron en las
islas occidentales.
En Tamaránt (Gran Canaria) se produjo una febril actividad
de la construcción, sobre todo en la capital, Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas
de Gran Canaria) y, en segundo orden, en las ciudades y pueblos más
importantes, donde maestros de obras, titulados o no, llevaban el mayor control
de las obras.
Algunos de estos maestros de obras llegaron a ocupar,
interinamente, el cargo de arquitecto municipal de la misma capital grancanaria
como lo fue Francisco de la
Torre y Sarmiento. Estamos ante profesionales de gran
prestigio, verdaderos artistas, a la vez que técnicos.
Algunos probaron la
suerte de la emigración a Cuba regresando o no a su tierra. Al menos tenemos
los casos de los hermanos Padrón de Gáldar quienes, tras volver de Cuba, habiendo trabajado,
según noticias de la tradición oral, en importantes obras de La Habana, realizaron
importantes obras arquitectónicas e hidráulicas en el Norte, sobre todo en la
ciudad de Gáldar, donde proyectaron calles, teatro e importantes edificios.
Maestro Felipe Padrón fue un miembro de esta familia y entonces el profesional
de mayor prestigio en la construcción de embalses. Como igualmente lo fue en
todos los órdenes de la construcción el aldeano Simeón Rodríguez, emigrante
también. A ellos se une una lista, hoy indeterminada, de profesionales de la
construcción canarios que emigraron a Cuba llevando sus conocimientos empíricos
sobre todo en el trabajo con el material de la piedra, los mamposteros, tema
este que necesita del preciso estudio en el campo de las migraciones.
La fuerte presencia primero de arquitectos titulares y,
más tarde, de aparejadores, impuestos por la metrópoli relegó en Canarias,
según avanzaba el siglo, a los maestros de obras, titulados o no, a papeles
subordinados en la proyección de los edificios aunque no en la ejecución de los
mismos, pues muchos maestros se convirtieron en contratistas. Por otro lado, la
construcción de viviendas de las clases populares y medias, las casas terreras,
fueron proyectadas y construidas en su mayor parte por los mismos, con un
estilo propio que las define y que aún subsisten en capitales y pueblos del
interior, sobre todo de las islas capitalinas. (Francisco Suárez Moreno; 1997).
1849 Noviembre 21.
Fue cedido para el ejército
español el Convento de San Francisco, pasando a ser el Cuartel de San Francisco
en Winiwuada n Tamarán (Las Palmas de Gran Canaria).
Con una superficie de 4.305,00 m2 edificado
en una planta 1874,50 y en dos 1.651,50 m2 situado en el interior de la
población, lindando por el Norte con el callejón de Maninidra, al Este con la
calle de San Francisco, al Sur con la Iglesia del mismo nom- bre y al Oeste con finca
de los herederos de D. Esteban Avellaneda, inscripto en el Registro de la Propiedad el 5 de Mayo
de 1901 al tomo 920, folio 133, finca número 6204. Era Convento de franciscanos
y fue entregado a la Hacienda
en virtud de R.D. de 19 de Febrero de 1836 en que se declararon en venta los
inmuebles de las Comunidades y Corporaciones religiosas, siendo cedido al Ramo
de Guerra por el Intendente general de ventas de las islas el 21 de Noviembre
de 1849, en que comenzó a utilizarse como Cuartel, primero para Artillería,
luego para Ingenieros y por último para Infantería que es su actual destino. El
Regimiento de Infantería está alojado en La Isleta con su P.M. y Oficinas de Mando, quedando
en este Cuartel de San Francisco sólo un Batallón del mismo.
Al construirse el nuevo Cuartel
de Infantería sito en Las Rehoyas, se desalojará éste de San Francisco que
puede enajenarse, bien en su totalidad para instalar el Instituto de 2 a Enseñanza como ha pensado
el Cabildo Insular, o bien para convertirlo en solares para
edificar; el 8 de Junio de 1951
se ha dado desde la
Comandancia de Ingenieros de Canarias el siguiente valor a
este Cuartel:
Por 2.054,49 m2 de
superficie de solar comprendido entre las calles General Bravo, Doctor J.
Padilla a razón de 1.600
pts m2 3.287.184,00 pts
Por 1.283,09 m2 de
superficie de solar correspondiente a la calle Doctor J. Padilla a razón de 1.100 pts m2 1.411.399,00 pts
Por 1.147,00 m2 de
superficie correspondiente a calles abonables a razón de 150,00 pts m 2 según
cartilla evaluatoria municipal 172.050,00 pts
Por 3.586,00 m2 de
superficie cubierta total del Cuartel de la cual se valora a razón de 350 pts m2 el material
aprovechable 1.255.100,00
pts
TOTAL 6.125.733,00 pts
En informes existentes en el
archivo de la Comandancia
de Ingenieros, se propone al cesar como alojamiento de las tropas de
Infantería, no enajenarlo sino reformarlo para alojar en él una serie de
Dependencias que en Las Palmas están situadas deficientemente, como Caja de
Reclutas, Zona de Reclutamiento, Comisario de guerra, Transportes Militares,
Juzgados Militares, Asesoría Jurídica, Sección de destinos del Gobierno Militar
y pabellones viviendas de jefes y oficiales. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1850. La papa inglesa se introduce en Canarias con el acuerdo de
que los isleños debían comprar siempre la semilla a Inglaterra y a cambio esta
garantizaba la importación de toda la producción. Este acuerdo se mantuvo
tácitamente a lo largo de los años y que propició un nuevo abasto interior y
supuso una nueva mercancía para la exportación.
También hizo famosas a dos variedades de papas, la
chinegua y la autodate denominadas de esa forma al exhibir rotulados los
correspondientes sacos de semilla los nombres de “King Edward” y “Up to Date”
como posteriormente y de igual forma pasaron a formar parte del léxico popular
otros nombres relacionados con la venta en el muelle a pie de barco de productos
para los viajeros de la época y para el sobordo de buque, que al grito de
cambullón “Cam buy on” Compre aquí denominó un lucrativo y sacrificado negocio
y a unos profesionales los cambulloneros que eficazmente lo explotaron hasta
bien entrado el siglo XX.
1850.
Por estas fechas aún estaba en buen estado de servicio la
batería de Pilar, situada en Santa Cruz de Tenerife.
Siguiendo el parapeto por la cuesta del barranco de Almeyda,
a unos 190 mts de éste y dominando la meseta llamada de los Melones, se halla
la batería del Polar que consiste en tres cañoneras abiertas en el parapeto con
explanada de piedra. Sólo tiene fuegos de frente y no flanqueaba ninguna obra
de la bahía.
En 1785 estaba artillada con 3 cañones de a 16 y guarnecida
con 1 cabo y 4 hombres, previsto su aumento para guerra a 1 Oficial, 1
sargento, 2 cabos y 30 hombres.
En 1850 se hallaba en buen estado de servicio «con su
explanada, tendal, Cuerpo de Guardia y Garita de Candelaria en condiciones».
Treinta años más tarde se hallaba ruinosa. (José María Pinto de la Rosa, 1996)
1850.
Los parapetos, que unían las diversas obras de
defensa de la plaza de Santa Cruz de Tenerife, tenían necesidad de repello y
enlucido en su mayor parte, y de recalzo en otras. Entre la Batería de San Francisco y
el Castillo de San Juan se permitió por el Excmo. Sr. General Gobernador
Militar de la Plaza,
a los comerciantes D. Agustín Guimerá y D. Francisco García, romper dos trozos
de muralla para poder descargar y utilizar el cargamento y maderas de la fragata
francesa que había naufragado en el puerto, y para que sirviese de astillero
paracons-truir una goleta, según se ve en un informe de 1850, pero «debiendo, una vez terminados estos
trabajos, sufragar los gastos de la reedificación de los dos trozos del parapeto
á satisfacción de la
Comandancia de Ingenieros».
La plaza de Santa Cruz se halla
situada sobre la costa en que viene a terminar el valle llamado de Añaza, y sus
obras de fortificación, puramente marítimas, ocupan en ella una extensión de
media legua. La costa cuya dirección es sensiblemente Norte-Sur, se extiende en
línea recta sin más salientes que algunos bajos que en ciertos puntos avanzan
un poco, y los extremos de las playas por donde desembocan los barrancos que
costean y atraviesan la población y terrenos inmediatos. En el centro de la
línea de fortificaciones, forma el único saliente el muelle de abrigo. A cosa
de un cuarto de legua al Norte de ese muelle, la costa cambia de dirección y
toma la del E.N.E. hasta la punta llamada de Anaga. La bahía está pues sólo
resguardada por el E. y N. quedando abierta a todos los demás tiempos, con la
circunstancia de que los S. y S.E. son siempre peligrosos.
Los reinantes son los del N. y
N.E. y no entorpecen las faenas de la bahía, el fondo de toda la costa es
limpio, y de bastante profundidad a poca distancia de ella, por agitado que
esté la mar no ofrece otro punto de desembarco que el muelle y sólo hallándose
completamente tranquilo se puede desembarcar en las playas donde desembocan los
barrancos y por alguna caleta.
El recinto que tuvo la plaza
hasta mediados del siglo XIX, está comprendido entre los Fuertes de Paso-Alto y
de San Juan que forman sus extremos, y tiene en el centro al Castillo de San
Cristóbal. Entre los fuertes de San Cristóbal y Paso-Alto existían dos de menor
importancia, el de San Pedro y el de San Miguel, situados relativamente a poca
distancia de los primeros.
Estos cuatro puntos estaban
ligados por un parapeto continuo que seguía las sinuosidades de la costa,
aunque interrumpido en los grandes trozos que ocupan la desembocadura de los
barrancos de Almeyda y Santos. La línea se hallaba reforzada con algunas
baterías que por punto general no eran otra cosa, , que trozos del parapeto en
que se habían abierto cañoneras procurándose darle algunos flancos para que
pudiesen defender las obras inmediatas. De esta forma había dos entre San
Cristóbal y San Pedro que constituían la defensa del muelle, desde San Pedro a
Paso-Alto existían a la mitad del siglo XIX las de Santa Isabel, San Antonio,
avanzada sobre la línea y casi a flor de agua, la del Pilar y la de Santa
Teresa, situada sobre una pequeña altura a espaldas de la línea. Del otro lado
de San Cristóbal estaban la batería de la Concepción, situada más allá de la caleta que se
formaba a la derecha del Castillo y en la que un espolón de poca altura servía
de muelle o punto de desembarco para los efectos que entraban en la Aduana inmediata que ha
sido demolida en el primer cuarto del siglo XX. Dicha bate-ría tenía por misión
cruzar fuegos con el Castillo y defender esta importante parte de la línea.
Desde allí hasta el Castillo de
San Juan, se hallaba la
Batería de Isabel II, compuesta de dos partes, una a la
izquierda y otra a la derecha del Barranco de Santos, para defender la playa que
se forma en la desembocadura del mismo, en la que no existía el parapeto que
constituía el recinto. Seguía la de San Telmo, cuyas cañoneras estaban abiertas
en el mencionado parapeto, y más lejos la de San Francisco con un flanco
dispuesto para defender la playa adyacente, llamada de los Negros, que se
extiende hasta el Castillo
de San Juan. Aún más allá de este
fuerte, continúa la línea de fortificaciones, pues a unas cien varas se
encontraba la Batería
del Lazareto o Degredo; de allí en adelante, la costa es agria y escabrosa, por
lo que no ofrece medio fácilmente de desembarco y por
esa razón sólo estaba coronada
por un parapeto de piedra en seco que ligaba la citada batería con la extrema
llamada de Barranco Hondo, cuyo objeto era defender esta playa y se hallaba
situada sobre una pequeña altura enfrente de aquella desembocadura y a unas
cincuenta varas de la costa.
El recinto o muralla que ligaba
los fuertes y baterías se había trazado cuidando solamente seguir la cresta del
terreno, resultando de ello algunos entrantes y salientes que proporcionaban un
ligero flanqueo. La muralla, cuya constitución y espesor ya hemos dado, tenía
una altura exterior sobre los riscos en que estaba fundada de seis a ocho pies
y como en la mayor parte de la línea no impedían éstos el que se pudiese llegar
cómodamente desde la playa a sus pies, resultaba que toda esta muralla ofrecía
sólo un debilísimo obstáculo contra un golpe de mano. Otro gran defecto era que
la cresta interior del parapeto se elevaba sólo cuatro pies sobre el camino de
ronda, así es que ni aún cubría de las vistas a las tropas que por este
circulaban.
El terreno en que se asentaba la
población estaba rodeado por los barrancos de Almeyda y Santos, si bien hoy
ésta se ha extendido a las márgenes opuestas de ambas, desde la playa asciende
con pendiente que en algunos sitios es bastante marcada, del otro lado del
barranco de Santos al Sur está el barrio del Cabo, y por el Norte el barranco
de Almeyda forma un recodo hacia el mediodía y estrecha allí el terreno
resultando un saliente que ofrece la ventaja de estar bastante elevado sobre el
nivel del mar y sobre el fondo del citado barranco y desde el que se domina y
puede batir con sus fuegos todo el terreno que se extiende a su frente, terreno
que después a gran altura y con pendientes de 45° o más, a uno y otro lado del
brazo izquierdo del barranco de Almeyda y entre éste y el de Tahodio, forman
las eminencias de Paso-Alto, Ventoso y las llamadas Las Mesas, que a su vez
dominan la plaza. La población está cortada por otros dos pequeños
barrancos llamados de San
Francisco y de Santo Domingo que corren dentro de ella en unas alcantarillas y
desaguan en la mar.
Entre los barrancos de Almeyda y
de San Francisco se halla el barrio del Toscal.
Como se ve, tanto la muralla como
las fortificaciones de la plaza sólo se hicieron pensando en un ataque
marítimo, y una vez desembarcado el
enemigo, no podía hacerse una defensa en debida
forma, ya que la población estaba completamente abierta por el
frente de tierra. (José María
Pinto de la Rosa,
1996)
1850. La
primera compañía carbonera establecida en el Puerto de Añazu (Santa Cruz)
parece haber sido la compañía Bruce, Hamilton, Davidson, Lebrun y Compañía,
autorizada en 1850 a
poner tinglados en la playa próxima a la batería de San Pedro, bajo las
restricciones determinadas por la real orden de la Metrópoli de 13 de
febrero de 1845. Estas restricciones eran importantes: por aprovechar la playa,
la empresa corría el riesgo de verse obligada a abandonarla a requerimiento del
gobernador militar de la plaza, sin ninguna indemnización. Y fue exactamente lo
que pasó en 1876, cuando los Hamilton tuvieron que transferir su tinglado a
Valleseco. A pesar de este peligro, los depósitos de carbón para el suministro
de escala se multiplicaron rápidamente: Virgilio Ghirlanda (1851), Juan Cumella
(1857), Hermanos Cory (1862), Davidson (1868), Juan Croft (1891), Inocencio
Fernández del Castillo (1891), y varios más, cuya fecha de instalación se
ignora. En 1881 existían cuatro carboneras, tres de ellas con su muelle y con
una capacidad de suministros de 30 toneladas por hora.
1850. En la nueva crisis que comienza en ese año y que con
altibajos se mantiene hasta 1860, se conoce, en los primeros años de esta
década, la desastrosa existencia para majoreros, -y lanzaroteros-. Se recurrió
a la condonación de contribuciones, como la solicitada por el Ayuntamiento de
Tetir, con fecha 19 de febrero de 1851, como consecuencia de la falta de
lluvias que imposibilitan las cosechas, la germinación de pastos para el
ganado, y hasta se perdió la cochinilla por la endebles (sic) de las pencas de
tuneras y por la acción de cierto parásito de la grana. " Estos pobres
desgraciados naturales, no han emigrado ya hacia las islas vecinas, como ya en
norma habitual, ni aún a Las Américas, por hallarse imposibilitados de poder
hacerlo por los pocos recursos para llevar el alimento y pagar los fletes de
embarque".
Sin embargo, la huida del hambre se produjo desde el citado municipio de Tetir, después de la condonación, y hacia la capital de Canarias con buques cargados de majoreros que van huyendo de la calamidad.
A partir de estos momentos y hasta los últimos años de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) esta década parece observarse, dentro de un periodo claramente crítico, una cierta regularidad en las cosechas de cereales y de cochinilla, así como en lo tocante a la cabaña ganadera, a pesar de las faltas de lluvias y frecuentes temporales de vientos africanos, calurosos y destructores de vida. Por este motivo el Ayuntamiento de Pájara, solicita dispensa en el pago de contribución territorial para el año 1858 "por la sequía y malos temporales", que habían originado una caída casi absoluta de las cosechas de trigo y otras semillas, la de la grana o cochinilla y la de la barrilla, como productos básicos de la economía majorera, juntamente con los ganados " de los que han muerto un número crecido de cabezas, habiendo sido necesario sacar de la isla los demás y llevarlos a la de Chinet (Tenerife) para malbaratarlos ".Los elementos humanos influenciados por las ideas masónicas del filantropismo e imbuidos en las obras de Marx y Engel, siempre estuvieron preocupados por la ayuda a los deprimidos en situaciones dramáticas como estas que aparecen más tarde reunidos en logias, y sobre cuya actuación Don Manuel de Paz Sánchez, nos aporta excelente investigación y contenido sobre los problemas de esta Isla y la de Lanzarote, en torno al " decenio calamitoso", otro más, en el último tercio del siglo, que ya se sale del periodo cronológico, que nos hemos propuesto
1850. En la isla de La Gomera comienza una crisis
agrícola con una disminución muy clara en la producción principalmente de
papas, vino, comenzando una emigración masiva hacia América.
1850 Febrero 21.
Es entregado al ejercito español
el ex-convento de San Francisco en Icod de los Vinos Tenerife.
Inscrito en el Registro de la Propiedad de la Villa de la Orotava el 1 de Junio de
1900 al folio 40 del tomo 37 de Icod, finca n. 4026 inscripción la, con una
superficie de 1.213,40
m2, lindando al N. con la capilla de los Herederos del
Marqués de Santa Lucía y de Da Rudesinda de León Huerta; al S. con la capilla
de los herederos de D. Eugenio Linch y huerta de D. Francisco Rodríguez; al E.
con la iglesia de San Francisco y al O. con huerta de D. Francisco Rodríguez.
El solar es de forma rectangular existiendo sobre él el Convento, que era de
dos plantas, quedando al Sur y Oeste solares propios de dicho Convento.
Fue concedido por R.O. del 21 de
Febrero de 1850 con destino a Cuartel y Sala de Armas de la 5a Compañía del
Provisional 2° de Canarias, que había sido entregado por la Administración de
Fincas del Estado el 1 de Julio del mismo año, excluyendo la capi-lla y otras
oficinas que eran propiedad del Sr. Marqués de Santa Lucía, de la Señora Da Rudesinda de
León Huerta y de D. José Sánchez. La
Iglesia servía de Capilla mortuoria, y el Refectorio de
Teatro de Aficionados. (José María Pinto de la Rosa, 1996).
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