viernes, 7 de febrero de 2014

CAPÍTULO XLV-XII





EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1841-1850

CAPÍTULO XLV-XII


Viene de la pagihna anterior

Eduardo Pedro García Rodríguez

Si en vez de seguir el enemigo esta marcha para llegar á la plaza, tomase el camino que desde el Valle de San Andrés viene costeando hasta Paso-Alto, en este caso sería mucho más fácil impedirle el paso, pues siendo este camino sumamente escabroso y estrecho, y además estando dominado perfectamente por una porción de escarpados y alturas casi inaccesibles, con  colocar algunos hombres en todos estos puntos que le hostilizasen aunque no fuese más que á pedradas, era lo bastante para conseguirlo.

Tanto por esta parte como por la anterior me parece imposible pueda verificar su marcha teniendo nuestras tropas la suficiente serenidad para dirigir bien sus fuegos y ejecutar todos los movimientos que se le ordenen sin confusión, más si á pesar de todo esto por su mucha fuerza y tenacidad, lograse hasta apoderarse de la altura de Paso-Alto, entonces se retiraría enseguida la guarnición de su Castillo, después de haber clavado toda su artillería, uniéndose á las tropas que vendrán en retirada con el mayor orden posible, protegidas por las Compañías de Tiradores formadas en guerrilla, hasta llegar al Campo que hay detrás de la batería de Escuela Práctica, en donde se incorporarán con el Batallón de la Orotava que debe haber venido allí desde el principio de la acción, cuya fuerza reunida la presentará en este sitio la batalla que difícilmente admitirá después de todas las fatigas del desembarco y ataque á viva fuerza que ha tenido que practicar para llegar al Barranco Tahodio, en donde para continuar su marcha tiene que sufrir aun á pecho descubierto los fuegos de la batería intacta de Santa Teresa y aun los de la de Escuela Práctica, cuya batería aunque no hecha para la defensa de la plaza, puede en este caso influir mucho sobre la de este flanco, habiéndola artillado antes convenientemente; tanto esta como la anterior no deberán emplear en este caso más que los tiros de metralla.

Mas si llevando ya las cosas á su mayor extremo, suponemos que no solamente admita la batalla, sino también que venza á nuestras tropas, entonces no queda más arbitrio á estas que retirarse en buen orden protegidas por los Tiradores hasta las Baterías numeros I y 2 en cuya posición se hallaran enteramente como en el caso anterior.

Ataque por la derecha

De las tres partes en que hemos dividido el ataque á esta plaza, esta es indudablemente la que presenta más facilidad al enemigo para conseguir su objeto por lo desprovista que se halla de fortificaciones toda su costa y más que todo, por lo poco accidentado del terreno, en comparación de la del caso anterior; lo cual hace creer desde luego que sería por donde cualquier enemigo que se propusiese posesionarse de ella, efectuará su desembarco, sin embargo de que en el último ataque que sufrió por la Escuadra del Almirante Nelson se vió que éste lo efectuó por el frente de la Línea, despreciando al parecer todas estas ventajas y precisamente por donde la plaza podía disponer de más fuegos; más sin meternos ahora en averiguar los motivos que tendría aquel para obrar de este modo, si diremos que á pesar de no hallarse por esta parte de la plaza esos grandes accidentes del terreno que se ven en la de su izquierda y de la carencia total de obras del arte para oponerse, tanto al desembarco de un enemigo, como á la marcha de éste luego que lo haya ejecutado, podemos manifestarle una resistencia bastante formal antes de que logre saltar en tierra, pues si bien observa, echaremos de ver que si se esceptúa la pequeña caleta que hay en el puerto de Caballos, desde Barranco Hondo hasta el pueblo de Candelaria, no se encuentra punto alguno por donde se pueda efectuar un desembarco con facilidad por no permitirlo lo escarpado y aspereza de su costa; y éste es de un espacio tan reducido y fácil de defender por estar rodeado de un terreno dominante y de subida tan penosa que sólo en el caso de una sorpresa ó abandono grande por nuestra parte, debemos temer pueda el enemigo efectuar un desembarco por aquel parage; por consiguiente, para sacar el mejor partido para la defensa de los pequeños accidentes que nos presenta el terreno por esta parte, debemos desde el momento en que manifieste el enemigo su intención de apoderarse de la plaza desembarcando antes por aquí, reforzar las dos compañías del Batallón de Abona que fueron allí destinadas desde el principio con la columna que se halla situada en la plazuela de San Telmo, y hacer que las otras dos pasen á ocupar el costado izquierdo del Barrnco Hondo principiando desde su batería. El Batallón de la Orotava durante este tiempo deberá también salir de La Laguna y venir á situarse á continuación de la fuerza anterior; teniendo cuidado de cubrir los principales pasos que se encuentran hasta llegar al camino que pasando por el portazgo lo atraviesa y vá á los pueblos del Sur de la Isla.
Colocadas en esta disposición todas las tropas de que podemos disponer, inmediatamente se vean dirigirse las embarcaciones enemigas hacia el puerto de Caballos, que probablemente será el punto marcado para efectuar el desembarco, si se ha construido la batería que indicamos en su playa, deberá en cuanto estén á su alcance romper el fuego no habiendo en este caso más gente allí que la necesaria para el servicio de ella; más luego que pase el enemigo á botar sus lanchas de desembarco, lo que es probable ejecute después de apagados los fuegos de ésta, bajará la compañía destinada  á defender la trinchera á ocupar su sitio; si no se ha construido aquella, esta hasta llegar al Campo que hay detrás de la batería de Escuela Práctica, en donde se incorporarán con el Batallón de la Orotava que debe haber venido allí desde el principio de la acción, cuya fuerza reunida la presentará en este sitio la batalla que difícilmente admitirá después de todas las fatigas del desembarco y ataque á viva fuerza que ha tenido que practicar para llegar al Barranco Tahodio, en donde para continuar su marcha tiene que sufrir aun á pecho descubierto los fuegos de la batería intacta de Santa Teresa y aun los de la de Escuela Práctica, cuya batería aunque no hecha para la defensa de la plaza, puede en este caso influir mucho sobre la de este flanco, habiéndola artillado antes convenientemente; tanto esta como la anterior no deberán emplear en este caso más que los tiros de metralla.

Mas si llevando ya las cosas á su mayor extremo, suponemos que no solamente admita la batalla, sino también que venza á nuestras tropas, entonces no queda más arbitrio á estas que retirarse en buen orden protegidas por los Tiradores hasta las Baterías números I y 2 en cuya posición se hallaran enteramente como en el caso anterior.

Ataque por su derecha

De las tres partes en que hemos dividido el ataque á esta plaza, esta es indudablemente la que presenta más facilidad al enemigo para conseguir su objeto por lo desprovista que se halla de fortificaciones toda su costa y más que todo, por lo poco accidentado del terrno, en comparación de la del caso anterior; lo cual hace creer desde luego que sería por donde cualquier enemigo que se propusiese posesionarse de ella, efectuará su desembarco, sin embargo de que en el último ataque que sufrió por la Escuadra del Almirante Nelson se vió que éste lo efectuó por el frente de la Línea, despreciando al parecer todas estas ventajas y precisamente por donde la plaza podía disponer de más fuegos; más sin meternos ahora en averiguar los motivos que tendría aquel para obrar de este modo, si diremos que á pesar de no hallarse por esta parte de la plaza esos grandes accidentes del te"eno que se ven en la de su izquierda y de la carencia total de obras del arte para oponerse, tanto al desembarco de un enemigo, como á la marcha de éste luego que lo haya ejecutado, podemos manifestarle una resistencia bastante formal antes de que logre saltar en tierra, pues si bien observa, echaremos de ver que si se esceptúa la pequeña caleta que hay en el puerto de Caballos, desde Barranco Hondo hasta el pueblo de Candelaria, no se encuentra punto alguno por donde se pueda efectuar un desembarco con facilidad por no permitirlo lo escarpado y aspereza de su costa; y éste es de un espacio tan reducido y fácil de defender por estar rodeado de un terreno dominante y de subida tan penosa que sólo en el caso de una sorpresa ó abandono grande por nuestra parte, debemos temer pueda el enemigo efectuar un desembarco por aquel parage; por consiguiente, para sacar el mejor partido para la defensa de los pequeños accidentes que nos presenta el terreno por esta parte, debemos desde el momento en que manifieste el enemigo su intención de apoderarse de la plaza desembarcando antes por aquí, reforzar las dos compañías del Batallón de Abona que fueron allí destinadas desde el principio con la columna que se halla situada en la plazuela de San Telmo, y hacer que las otras dos pasen á ocupar el costado izquierdo del Barranco Hondo principiando desde su batería. El Batallón de la Orotava durante este tiempo deberá también salir de La Laguna y venir á situarse á continuación de la fuerza anterior; teniendo cuidado de cubrir los principales pasos que se encuentran hasta llegar al camino que pasando por el portazgo lo atraviesa y vá á los pueblos del Sur de la Isla.
Colocadas en esta disposición todas las tropas de que podemos disponer, inmediatamente se vean dirigirse las embarcaciones enemigas hacia el puerto de Caballos, que probablemente será el punto marcado para efectuar el desembarco, si se ha construido la batería que indicamos en su playa, deberá en cuanto estén á su alcance romper el fuego no habiendo en este caso más gente allí que la necesaria para el servicio de ella; más luego que pase el enemigo á botar sus lanchas de desembarco, lo que es probable ejecute después de apagados los fuegos de ésta, bajará la compañía destinada .
á defender la trinchera á ocupar su sitio; si no se ha construido aquella, esta compañía pasará á ocuparla desde el momento en que el enemigo cese en sus fuegos de artillería que será aquel de echar sus lanchas al agua con la gente destinada al desembarco.

Si á pesar de los fuegos de la trinchera y de los Tiradores que á cubierto lo mejor posible de los del enemigo, debe haber en todo el terreno que rodea este punto, éste lograse saltar en tierra, en este caso se retiraría lo más pronto posible la compañía que defendía su trinchera protegida por las fuerzas de arriba, que deberán desde el momento de su incorporación, arrojar sobre él una gran cantidad de granadas de mano, de las que irá provista la columna de la plazuela de San Telmo para este objeto, cuyos proyectiles deben causar al enemigo en aquel reducido espacio sin salida, la mayor confusión y desorden, al mismo tiempo que pérdidas de consideración antes de que pueda posecionarse del terreno superior; el cual con la debida serenidad y obediencia á sus Gefes por parte de nuestras tropas, puede mirarse de un acceso bastante difícil á causa de los muchos fuegos cruzados á que está espuesto durante esta operación, y de la gran cantidad de granadas de mano que pueden arrojarse en este tiempo; sin embargo de esto supondremos que el enemigo haya logrado rechazar nuestras tropas, desalojándolas de las posiciones que ocupaban y se pongan en marcha para esta plaza; en este caso, éstas que se habrán ido retirando en el mejor orden posible hacia la batería de Barranco Hondo, pasarán a estar protegidas por las columnas de las plazuelas de San Telmo y de la batería de Escuela Práctica que se situaron allí desde el principio de la acción, á las que se unirán y reforzadas por el Batallón de la Orotava, estarán prontas para acudir al parage o parages del Barranco por donde intente el enemigo verificar su paso, á fin de oponerse á éste con todas sus fuerzas aprovechándose entonces de las ventajas que les proporciona el terreno, bien entendido que desde el momento en que lo ejecute, está pérdida la plaza por poder correrse enseguida hacia ella sin que se lo impida fortificación alguna, ni nuestras tropas tampoco que harto harán si después de rechazadas se retiran en buen orden hacia las Baterías 1 y 2 que podrán con sus fuegos detener algun tanto la marcha de aquel dando lugar en este tiempo á que se ordene otra vez y reanimadas aventurarse en una batalla o continuen en retirada hasta las posiciones de la Cuesta de La Laguna, desde cuya época en adelante hasta que se apodere del resto de la isla ó se le haga reembarcar; pertenece ya la defensa al todo de ésta y por lo tanto dejaremos las cosas en este estado por no tener más objeto esta memoria que la de la Plaza de Santa Cruz.

Estas ligeras indicaciones que acabamos de manifestar sobre la defensa de esta plaza, con arreglo á la clase de sus fortificaciones, fuerzas con que en el día se puede contar, etc. y calidad del terreno que le rodea, para los tres diferentes casos que hemos supuesto dividiendo el ataque, podrán variarse alguna cosa siempre que se crea conveniente, según las diferentes circunstancias que pueden ocurrir en cada uno de estos casos y que ahora no es posible prever por ser únicamente del momento, por consiguiente del buen
golpe de vista y tino de parte de los Gefes que manden las tropas depende el que estas nuevas disposiciones sean más o menos acertadas y por lo tanto contribuyan o no á la mejor defensa.
Santa Cruz de Tenerife 10 de Octubre de 1849
Saturnino Rueda.- Rubricado.  (En: José María Pinto de la Rosa, 1996)

1849 Octubre 31. En lo que respecta a Canarias y demás colonias de Ultramar, como lo era el caso de Cuba, los maestros de obras, arquitectos e ingenieros procedían de las Escuelas Superiores de la metrópoli, aunque para la primera profesión, en Canarias, se intentó sin lograrlo, a través del Real Decreto de 31 de octubre de 1849, la reorganización de la Academia Provincial de Bellas Artes de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) en virtud de la cual la capacitaría para generar titulados en maestros de obras y agrimensores, lo que impediría la Real Orden de 16 de julio de 1852. Canarias incluida dentro de la organización provincial de la metrópoli aparece más relacionada con los planes administrativos y educativos legislados por Madrid que Cuba, situada dentro de la estructura administrativa de las colonias de ultramar con un Gobernador general que decreta ordenes directas sobre aquel territorio, en constante efervescencia política y guerras coloniales, lo que afecta a los planes de estudios como veremos luego en el caso de la carrera técnica de maestros de obras y agrimensores.

Los profesionales de la construcción que operaban en Canarias entre mediados del siglo XIX y principios del XX, carecían en su mayor parte de titulación; eran profesionales con una base empírica y formados casi siempre en la tradición familiar; no obstante, a lo largo de este dilatado espacio de tiempo podemos encontrar a profesionales titulados en escuelas oficiales técnicas o superiores de España como lo son los arquitectos, maestros de obras y agrimensores, además de otros con títulos expedidos en las escuelas municipales o sin titulación pero con una formación académica adquirida en la Academia de Bellas Artes de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), en la que, al menos, habían adquirido conocimientos artísticos. Igualmente hay que contar con la presencia de técnicos ingleses que trabajaban para su colonia en Canarias, los que llegaron a trazar y dirigir obras aunque sus proyectos precisaban de la firma de arquitectos titulados españoles. A partir de la creación de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Añazu  (Santa Cruz), en 1913, salieron maestros de obras, con una formación académica en arquitectura, arte y construcción los que en su mayor parte actuaron en las islas occidentales.

En Tamaránt (Gran Canaria) se produjo una febril actividad de la construcción, sobre todo en la capital, Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) y, en segundo orden, en las ciudades y pueblos más importantes, donde maestros de obras, titulados o no, llevaban el mayor control de las obras.

Algunos de estos maestros de obras llegaron a ocupar, interinamente, el cargo de arquitecto municipal de la misma capital grancanaria como lo fue Francisco de la Torre y Sarmiento. Estamos ante profesionales de gran prestigio, verdaderos artistas, a la vez que técnicos.

Algunos probaron  la suerte de la emigración a Cuba regresando o no a su tierra. Al menos tenemos los casos de los hermanos Padrón de Gáldar quienes,  tras volver de Cuba, habiendo trabajado, según noticias de la tradición oral, en importantes obras de La Habana, realizaron importantes obras arquitectónicas e hidráulicas en el Norte, sobre todo en la ciudad de Gáldar, donde proyectaron calles, teatro e importantes edificios. Maestro Felipe Padrón fue un miembro de esta familia y entonces el profesional de mayor prestigio en la construcción de embalses. Como igualmente lo fue en todos los órdenes de la construcción el aldeano Simeón Rodríguez, emigrante también. A ellos se une una lista, hoy indeterminada, de profesionales de la construcción canarios que emigraron a Cuba llevando sus conocimientos empíricos sobre todo en el trabajo con el material de la piedra, los mamposteros, tema este que necesita del preciso estudio en el campo de las migraciones.

La fuerte presencia primero de arquitectos titulares y, más tarde, de aparejadores, impuestos por la metrópoli relegó en Canarias, según avanzaba el siglo, a los maestros de obras, titulados o no, a papeles subordinados en la proyección de los edificios aunque no en la ejecución de los mismos, pues muchos maestros se convirtieron en contratistas. Por otro lado, la construcción de viviendas de las clases populares y medias, las casas terreras, fueron proyectadas y construidas en su mayor parte por los mismos, con un estilo propio que las define y que aún subsisten en capitales y pueblos del interior, sobre todo de las islas capitalinas. (Francisco Suárez Moreno; 1997).

1849 Noviembre 21.
Fue cedido para el ejército español el Convento de San Francisco, pasando a ser el Cuartel de San Francisco en Winiwuada n Tamarán (Las Palmas de Gran Canaria).

Con una superficie de 4.305,00 m2 edificado en una planta 1874,50 y en dos 1.651,50 m2 situado en el interior de la población, lindando por el Norte con el callejón de Maninidra, al Este con la calle de San Francisco, al Sur con la Iglesia del mismo nom- bre y al Oeste con finca de los herederos de D. Esteban Avellaneda, inscripto en el Registro de la Propiedad el 5 de Mayo de 1901 al tomo 920, folio 133, finca número 6204. Era Convento de franciscanos y fue entregado a la Hacienda en virtud de R.D. de 19 de Febrero de 1836 en que se declararon en venta los inmuebles de las Comunidades y Corporaciones religiosas, siendo cedido al Ramo de Guerra por el Intendente general de ventas de las islas el 21 de Noviembre de 1849, en que comenzó a utilizarse como Cuartel, primero para Artillería, luego para Ingenieros y por último para Infantería que es su actual destino. El Regimiento de Infantería está alojado en La Isleta con su P.M. y Oficinas de Mando, quedando en este Cuartel de San Francisco sólo un Batallón del mismo.

Al construirse el nuevo Cuartel de Infantería sito en Las Rehoyas, se desalojará éste de San Francisco que puede enajenarse, bien en su totalidad para instalar el Instituto de 2 a Enseñanza como ha pensado el Cabildo Insular, o bien para convertirlo en solares para
edificar; el 8 de Junio de 1951 se ha dado desde la Comandancia de Ingenieros de Canarias el siguiente valor a este Cuartel:

Por 2.054,49 m2 de superficie de solar comprendido entre las calles General Bravo, Doctor J. Padilla a razón de 1.600 pts m2 3.287.184,00 pts
Por 1.283,09 m2 de superficie de solar correspondiente a la calle Doctor J. Padilla a razón de 1.100 pts m2 1.411.399,00 pts

Por 1.147,00 m2 de superficie correspondiente a calles abonables a razón de 150,00 pts m 2 según cartilla evaluatoria municipal 172.050,00 pts

Por 3.586,00 m2 de superficie cubierta total del Cuartel de la cual se valora a razón de 350 pts m2 el material aprovechable 1.255.100,00 pts
TOTAL 6.125.733,00 pts

En informes existentes en el archivo de la Comandancia de Ingenieros, se propone al cesar como alojamiento de las tropas de Infantería, no enajenarlo sino reformarlo para alojar en él una serie de Dependencias que en Las Palmas están situadas deficientemente, como Caja de Reclutas, Zona de Reclutamiento, Comisario de guerra, Transportes Militares, Juzgados Militares, Asesoría Jurídica, Sección de destinos del Gobierno Militar y pabellones viviendas de jefes y oficiales. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)

1850. La papa inglesa se introduce en Canarias con el acuerdo de que los isleños debían comprar siempre la semilla a Inglaterra y a cambio esta garantizaba la importación de toda la producción. Este acuerdo se mantuvo tácitamente a lo largo de los años y que propició un nuevo abasto interior y supuso una nueva mercancía para la exportación.

También hizo famosas a dos variedades de papas, la chinegua y la autodate denominadas de esa forma al exhibir rotulados los correspondientes sacos de semilla los nombres de “King Edward” y “Up to Date” como posteriormente y de igual forma pasaron a formar parte del léxico popular otros nombres relacionados con la venta en el muelle a pie de barco de productos para los viajeros de la época y para el sobordo de buque, que al grito de cambullón “Cam buy on” Compre aquí denominó un lucrativo y sacrificado negocio y a unos profesionales los cambulloneros que eficazmente lo explotaron hasta bien entrado el siglo XX.

1850.
Por estas fechas aún estaba en buen estado de servicio la batería de Pilar, situada en Santa Cruz de Tenerife.

Siguiendo el parapeto por la cuesta del barranco de Almeyda, a unos 190 mts de éste y dominando la meseta llamada de los Melones, se halla la batería del Polar que consiste en tres cañoneras abiertas en el parapeto con explanada de piedra. Sólo tiene fuegos de frente y no flanqueaba ninguna obra de la bahía.

En 1785 estaba artillada con 3 cañones de a 16 y guarnecida con 1 cabo y 4 hombres, previsto su aumento para guerra a 1 Oficial, 1 sargento, 2 cabos y 30 hombres.

En 1850 se hallaba en buen estado de servicio «con su explanada, tendal, Cuerpo de Guardia y Garita de Candelaria en condiciones». Treinta años más tarde se hallaba ruinosa. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1850.
Los  parapetos, que unían las diversas obras de defensa de la plaza de Santa Cruz de Tenerife, tenían necesidad de repello y enlucido en su mayor parte, y de recalzo en otras. Entre la Batería de San Francisco y el Castillo de San Juan se permitió por el Excmo. Sr. General Gobernador Militar de la Plaza, a los comerciantes D. Agustín Guimerá y D. Francisco García, romper dos trozos de muralla para poder descargar y utilizar el cargamento y maderas de la fragata francesa que había naufragado en el puerto, y para que sirviese de astillero paracons-truir una goleta, según se ve en un informe de 1850, pero «debiendo, una vez terminados estos trabajos, sufragar los gastos de la reedificación de los dos trozos del parapeto á satisfacción de la Comandancia de Ingenieros».

La plaza de Santa Cruz se halla situada sobre la costa en que viene a terminar el valle llamado de Añaza, y sus obras de fortificación, puramente marítimas, ocupan en ella una extensión de media legua. La costa cuya dirección es sensiblemente Norte-Sur, se extiende en línea recta sin más salientes que algunos bajos que en ciertos puntos avanzan un poco, y los extremos de las playas por donde desembocan los barrancos que costean y atraviesan la población y terrenos inmediatos. En el centro de la línea de fortificaciones, forma el único saliente el muelle de abrigo. A cosa de un cuarto de legua al Norte de ese muelle, la costa cambia de dirección y toma la del E.N.E. hasta la punta llamada de Anaga. La bahía está pues sólo resguardada por el E. y N. quedando abierta a todos los demás tiempos, con la circunstancia de que los S. y S.E. son siempre peligrosos.

Los reinantes son los del N. y N.E. y no entorpecen las faenas de la bahía, el fondo de toda la costa es limpio, y de bastante profundidad a poca distancia de ella, por agitado que esté la mar no ofrece otro punto de desembarco que el muelle y sólo hallándose completamente tranquilo se puede desembarcar en las playas donde desembocan los barrancos y por alguna caleta.

El recinto que tuvo la plaza hasta mediados del siglo XIX, está comprendido entre los Fuertes de Paso-Alto y de San Juan que forman sus extremos, y tiene en el centro al Castillo de San Cristóbal. Entre los fuertes de San Cristóbal y Paso-Alto existían dos de menor importancia, el de San Pedro y el de San Miguel, situados relativamente a poca distancia de los primeros.

Estos cuatro puntos estaban ligados por un parapeto continuo que seguía las sinuosidades de la costa, aunque interrumpido en los grandes trozos que ocupan la desembocadura de los barrancos de Almeyda y Santos. La línea se hallaba reforzada con algunas baterías que por punto general no eran otra cosa, , que trozos del parapeto en que se habían abierto cañoneras procurándose darle algunos flancos para que pudiesen defender las obras inmediatas. De esta forma había dos entre San Cristóbal y San Pedro que constituían la defensa del muelle, desde San Pedro a Paso-Alto existían a la mitad del siglo XIX las de Santa Isabel, San Antonio, avanzada sobre la línea y casi a flor de agua, la del Pilar y la de Santa Teresa, situada sobre una pequeña altura a espaldas de la línea. Del otro lado de San Cristóbal estaban la batería de la Concepción, situada más allá de la caleta que se formaba a la derecha del Castillo y en la que un espolón de poca altura servía de muelle o punto de desembarco para los efectos que entraban en la Aduana inmediata que ha sido demolida en el primer cuarto del siglo XX. Dicha bate-ría tenía por misión cruzar fuegos con el Castillo y defender esta importante parte de la línea.

Desde allí hasta el Castillo de San Juan, se hallaba la Batería de Isabel II, compuesta de dos partes, una a la izquierda y otra a la derecha del Barranco de Santos, para defender la playa que se forma en la desembocadura del mismo, en la que no existía el parapeto que constituía el recinto. Seguía la de San Telmo, cuyas cañoneras estaban abiertas en el mencionado parapeto, y más lejos la de San Francisco con un flanco dispuesto para defender la playa adyacente, llamada de los Negros, que se extiende hasta el Castillo
de San Juan. Aún más allá de este fuerte, continúa la línea de fortificaciones, pues a unas cien varas se encontraba la Batería del Lazareto o Degredo; de allí en adelante, la costa es agria y escabrosa, por lo que no ofrece medio fácilmente de desembarco y por
esa razón sólo estaba coronada por un parapeto de piedra en seco que ligaba la citada batería con la extrema llamada de Barranco Hondo, cuyo objeto era defender esta playa y se hallaba situada sobre una pequeña altura enfrente de aquella desembocadura y a unas cincuenta varas de la costa.

El recinto o muralla que ligaba los fuertes y baterías se había trazado cuidando solamente seguir la cresta del terreno, resultando de ello algunos entrantes y salientes que proporcionaban un ligero flanqueo. La muralla, cuya constitución y espesor ya hemos dado, tenía una altura exterior sobre los riscos en que estaba fundada de seis a ocho pies y como en la mayor parte de la línea no impedían éstos el que se pudiese llegar cómodamente desde la playa a sus pies, resultaba que toda esta muralla ofrecía sólo un debilísimo obstáculo contra un golpe de mano. Otro gran defecto era que la cresta interior del parapeto se elevaba sólo cuatro pies sobre el camino de ronda, así es que ni aún cubría de las vistas a las tropas que por este circulaban.

El terreno en que se asentaba la población estaba rodeado por los barrancos de Almeyda y Santos, si bien hoy ésta se ha extendido a las márgenes opuestas de ambas, desde la playa asciende con pendiente que en algunos sitios es bastante marcada, del otro lado del barranco de Santos al Sur está el barrio del Cabo, y por el Norte el barranco de Almeyda forma un recodo hacia el mediodía y estrecha allí el terreno resultando un saliente que ofrece la ventaja de estar bastante elevado sobre el nivel del mar y sobre el fondo del citado barranco y desde el que se domina y puede batir con sus fuegos todo el terreno que se extiende a su frente, terreno que después a gran altura y con pendientes de 45° o más, a uno y otro lado del brazo izquierdo del barranco de Almeyda y entre éste y el de Tahodio, forman las eminencias de Paso-Alto, Ventoso y las llamadas Las Mesas, que a su vez dominan la plaza. La población está cortada por otros dos pequeños
barrancos llamados de San Francisco y de Santo Domingo que corren dentro de ella en unas alcantarillas y desaguan en la mar.

Entre los barrancos de Almeyda y de San Francisco se halla el barrio del Toscal.

Como se ve, tanto la muralla como las fortificaciones de la plaza sólo se hicieron pensando en un ataque marítimo, y una vez  desembarcado el enemigo, no podía hacerse una defensa en debida  forma, ya que la población estaba completamente abierta por el
frente de tierra. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1850. La primera compañía carbonera establecida en el Puerto de Añazu (Santa Cruz) parece haber sido la compañía Bruce, Hamilton, Davidson, Lebrun y Compañía, autorizada en 1850 a poner tinglados en la playa próxima a la batería de San Pedro, bajo las restricciones determinadas por la real orden de la Metrópoli de 13 de febrero de 1845. Estas restricciones eran importantes: por aprovechar la playa, la empresa corría el riesgo de verse obligada a abandonarla a requerimiento del gobernador militar de la plaza, sin ninguna indemnización. Y fue exactamente lo que pasó en 1876, cuando los Hamilton tuvieron que transferir su tinglado a Valleseco. A pesar de este peligro, los depósitos de carbón para el suministro de escala se multiplicaron rápidamente: Virgilio Ghirlanda (1851), Juan Cumella (1857), Hermanos Cory (1862), Davidson (1868), Juan Croft (1891), Inocencio Fernández del Castillo (1891), y varios más, cuya fecha de instalación se ignora. En 1881 existían cuatro carboneras, tres de ellas con su muelle y con una capacidad de suministros de 30 toneladas por hora.

1850. En la nueva crisis que comienza en ese año y que con altibajos se mantiene hasta 1860, se conoce, en los primeros años de esta década, la desastrosa existencia para majoreros, -y lanzaroteros-. Se recurrió a la condonación de contribuciones, como la solicitada por el Ayuntamiento de Tetir, con fecha 19 de febrero de 1851, como consecuencia de la falta de lluvias que imposibilitan las cosechas, la germinación de pastos para el ganado, y hasta se perdió la cochinilla por la endebles (sic) de las pencas de tuneras y por la acción de cierto parásito de la grana. " Estos pobres desgraciados naturales, no han emigrado ya hacia las islas vecinas, como ya en norma habitual, ni aún a Las Américas, por hallarse imposibilitados de poder hacerlo por los pocos recursos para llevar el alimento y pagar los fletes de embarque".

Sin embargo, la huida del hambre se produjo desde el citado municipio de Tetir, después de la condonación, y hacia la capital de Canarias con buques cargados de majoreros que van huyendo de la calamidad.

A partir de estos momentos y hasta los últimos años de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) esta década parece observarse, dentro de un periodo claramente crítico, una cierta regularidad en las cosechas de cereales y de cochinilla, así como en lo tocante a la cabaña ganadera, a pesar de las faltas de lluvias y frecuentes temporales de vientos africanos, calurosos y destructores de vida. Por este motivo el Ayuntamiento de Pájara, solicita dispensa en el pago de contribución territorial para el año 1858 "por la sequía y malos temporales", que habían originado una caída casi absoluta de las cosechas de trigo y otras semillas, la de la grana o cochinilla y la de la barrilla, como productos básicos de la economía majorera, juntamente con los ganados " de los que han muerto un número crecido de cabezas, habiendo sido necesario sacar de la isla los demás y llevarlos a la  de Chinet (Tenerife) para malbaratarlos ".Los elementos humanos influenciados por las ideas masónicas del filantropismo e imbuidos en las obras de Marx y Engel, siempre estuvieron preocupados por la ayuda a los deprimidos en situaciones dramáticas como estas que aparecen más tarde reunidos en logias, y sobre cuya actuación Don Manuel de Paz Sánchez, nos aporta excelente investigación y contenido sobre los problemas de esta Isla y la de Lanzarote, en torno al " decenio calamitoso", otro más, en el último tercio del siglo, que ya se sale del periodo cronológico, que nos hemos propuesto

1850. En la isla de La Gomera comienza una crisis agrícola con una disminución muy clara en la producción principalmente de papas, vino, comenzando una emigración masiva hacia América.

1850 Febrero 21.
Es entregado al ejercito español el ex-convento de San Francisco en Icod de los Vinos Tenerife.
Inscrito en el Registro de la Propiedad de la Villa de la Orotava el 1 de Junio de 1900 al folio 40 del tomo 37 de Icod, finca n. 4026 inscripción la, con una superficie de 1.213,40 m2, lindando al N. con la capilla de los Herederos del Marqués de Santa Lucía y de Da Rudesinda de León Huerta; al S. con la capilla de los herederos de D. Eugenio Linch y huerta de D. Francisco Rodríguez; al E. con la iglesia de San Francisco y al O. con huerta de D. Francisco Rodríguez. El solar es de forma rectangular existiendo sobre él el Convento, que era de dos plantas, quedando al Sur y Oeste solares propios de dicho Convento.

Fue concedido por R.O. del 21 de Febrero de 1850 con destino a Cuartel y Sala de Armas de la 5a Compañía del Provisional 2° de Canarias, que había sido entregado por la Administración de Fincas del Estado el 1 de Julio del mismo año, excluyendo la capi-lla y otras oficinas que eran propiedad del Sr. Marqués de Santa Lucía, de la Señora Da Rudesinda de León Huerta y de D. José Sánchez. La Iglesia servía de Capilla mortuoria, y el Refectorio de Teatro de Aficionados. (José María Pinto de la Rosa, 1996).

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