1869 abril 1.
El venerable párroco propio don
Miguel Rodríguez Guillama dejó de existir en su domicilio de Arona (calle Nueva
nº 11), a las cuatro de la mañana, a consecuencia de pulmonía.
Miguel Rodríguez Guillada (1796-18699,
párroco de San Antonio Abad de Arona durante 44 años, donde ostenta el record
de pemanencia1
El sacerdote don Miguel Rodríguez
Guillama, aunque nacido en el Norte de Tenerife, desarrolló casi toda su labor
pastoral en un pueblo del Sur de la isla, Arona, donde ostenta el récord de
permanencia al frente de la parroquia de San Antonio Abad, que regentó durante
44 años, los últimos de ellos en propiedad. En ese largo período efectuó
múltiples mejoras tanto en la iglesia como en la casa parroquial. Además,
colaboró en el desarrollo agrícola y social de su pueblo adoptivo.
Colector de la parroquia de Ntra. Sra. De La Concepción del Realejo
Bajo.
Nuestro biografiado nació en el
Realejo Bajo el 1 de octubre de 1796, siendo hijo de don Benito Rodríguez
Guillama, natural de dicho lugar y oriundo por su padre de Agulo en la isla de La Gomera, y de doña María
González Afonso, que lo era de la
Villa de Adeje. El 11
de dicho mes fue bautizado en la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción por el
beneficiado don Benito Agustín de la
Guardia y Llanos; se le puso por nombre “Miguel Francisco de la Concepción” y actuó
como madrina doña Francisca Miranda de Chaves, vecina de dicho lugar.
Decidido a seguir la carrera
eclesiástica, en la tarde del sábado 31 de julio de 1813 fue ordenado de
Tonsura y Ostiariado en el palacio episcopal de Las Palmas de Gran Canaria,
“con dispensa de intersticios”, por el obispo de Canarias don Manuel Verdugo y
Albiturria. Años más tarde, en los días 25 y 26 de febrero de 1820, se le
confirieron las tres Órdenes Menores que le faltaban y el Subdiaconado; el 18
de marzo inmediato el Diaconado; y el 23 de diciembre del mismo año el
Presbiterado, en la capilla del Convento de Santa Catalina de La Laguna, cuando contaba 24
años de edad. Recibió todas las órdenes sagradas de manos de don Vicente Román
y Linares, obispo de Danzara y auxiliar de Tenerife.
Pero de sus primeros destinos
sólo sabemos que fue colector de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción del Realejo
Bajo, en la que había sido bautizado, desde el 13 de enero de 1824 hasta el 21
de mayo de 1825, período en el que colaboró estrechamente con el párroco
titular.
Párroco de Arona
durante 44 años.
Solo cuatro años y medio después
de su ordenación, el 10 de junio de 1825, tomó pose-
sión como cura ecónomo de San
Antonio Abad de Arona, permaneciendo al frente de esta parroquia sureña durante
nada menos que 44 años, hasta su muerte. También fue mayordomo de la fábrica
parroquial desde 1826 hasta 1840.
En relación con la Real Orden de fecha 24
de abril de 1826, para que se procediese a documentar el estado de
la congrua de todos los
Beneficios eclesiásticos, consistentes en capellanías, memorias de
misas, etc., el párroco Rodríguez Guillama facilitó una amplia información
sobre la parroquia de Arona. En ella afirmaba que su renta eventual y única
dotación, que comprendía primicias, bautismos, casamientos, entierros,
cuadrantes y funciones, ascendía a 3.780 reales de vellón. También hizo una
valoración de las necesidades que consideraba más apremiantes para el
mantenimiento de su parroquia, que se elevaban a 8.500 reales, casi el doble de
lo que venía percibiendo: 1.500 reales para las atenciones de fábrica, en
cuanto a oblata, reparo de ornamentos y reformas; 1.000 para dotación de
sochantre, organista, monaguillos (que hasta entonces venían sirviendo
gratuitamente); 5.000 para manutención y vestuario del párroco, con un criado,
una criada y caballería; y 1.000 reales para auxilio de pobres y, particularmente,
en enfermedades.2
A lo largo de su dilatado
ministerio parroquial, don Miguel dio un notable impulso a la festividad de
Ntra. Sra. del Rosario, compatrona de la parroquia, que antiguamente se hacía
con el mayor lujo y devoción pero que en esa época había decaído notablemente.
Para ello, el día 19 de octubre de 1829 se reunió en la casa habitación del
párroco, y a iniciativa de éste, el Ayuntamiento y gran parte del vecindario,
acordando que para potenciar dicha festividad el pueblo debía dividirse en dos mitades,
“para que la una descanse de los gastos en el año en que la otra haga dicha
función”; así, en 1830 le correspondió organizarla a la mitad de abajo y al
siguiente a la de arriba.3
Además, durante su ejercicio se
realizaron diversas obras en el templo y en la plaza, y se enriqueció aquél en
retablos e imágenes. En 1825 se labraron esquinas para el paseo de la plaza y
se encaló la parte superior de la iglesia; en 1826 se confeccionó el
tabernáculo; entre septiembre de 1841 y finales de 1842 se reedificó la capilla
de la iglesia y se construyó el retablo del Señor de la Salud. Finalmente,
en el año 1857 dos retablos y varias imágenes de “bulto” pasaron del clausurado
convento franciscano de Adeje a la parroquia de Santa Úrsula de la misma Villa,
por lo que, siguiendo órdenes del obispo, otros dos retablos de aquella fueron
entregados a la iglesia de Arona, entre ellos el que actualmente ocupa el altar
mayor.4
Asimismo, utilizando
los fondos de la fábrica
parroquial, este sacerdote
efectuó algunas mejoras en la casa rectoral de la localidad, en la que
solló la sala y levantó un muro frente a la plaza, con el fin de hacerla más
confortable. No obstante, en 1831 don José Bentancur Medina y su yerno don Juan
de Bentancur exigieron el valor del solar que ocupaba dicha casa, al manifestar
que los derechos de dominio se los había
trasladado el Marqués de la
Candía, como heredero del coronel don Antonio de Franqui,
quien según los vecinos había cedido dicho terreno a la fábrica. Ante la nueva
situación, el cura párroco se negó a seguir realizando mejoras en la
construcción, por lo
que el Ayuntamiento y
un grupo de vecinos decidieron regularizar la
propiedad y, en consecuencia, cedieron a la fábrica parroquial, ante notario,
la casa construida (valorada en ese momento en 400 pesos corrientes) y los
derechos que declaraban tener sobre el solar: “ceden renuncian y traspasan
en la mencionada Fabrica
Parroquial el sitio y casa
referida para que sirva de comoda avitasion asi al actual como a los demas
Parrocos”. Pero la cesión se realizó con
algunas condiciones, pues se
imponía a los párrocos la obligación de abonar un alquiler mensual de 12 pesos
corrientes, sin podérseles eximir del pago, aunque de este gravamen quedaba
exceptuado el párroco Guillama durante el tiempo en que la habitara, fórmula
con la que se trataba de corresponder a
sus atenciones. Asimismo, tanto él
como los demás párrocos
quedaban obligados a realizar las reparaciones o retoques necesarios
para conservar los encalados y albeos. Con
dichas cargas se
pretendía no perjudicar en el
futuro al fondo de la fábrica parroquial, a cuyo beneficio iría destinado el alquiler,
con el fin de dotarla de recursos con los que poder fomentar obras de mayor
lucimiento.5
No obstante, la
propiedad del suelo
seguía siendo discutible,
pues don José Bentancur Medina y su hija doña María Dolores Bentancur
Medina, esposa de don Juan Bentancur,
como única heredera
de su difunta madre doña María Candelaria Domínguez, mantenían que
el 20 de
octubre de 1828 don Juan Máximo de Franqui, Marqués de La Candía, les había vendido
en La Orotava,
ante el
escribano don Francisco Vivas y Paz, en pago de unas deudas contraídas
durante el primer matrimonio de don José Bentancur, entre otros solares, el que
ocupaba el sitio en el que el pueblo de Arona había fabricado la casa
parroquial. La cuestión se zanjó al suscribirse un acuerdo con el párroco de
Arona, consistente en enajenar el solar a favor de la fábrica parroquial por el
mismo precio en que lo habían adquirido; en definitiva, lo vendieron por 20
pesos corrientes, más otros 7 por el rédito del tiempo en que lo habían
disfrutado sin título legítimo, cantidad que recibieron de dicha fábrica, por
medio de don Miguel Rodríguez Guillama.6
Colaborador en las
mejoras locales, elector,capellan, párroco en propiedad de Arona.
En 1835, el Ayuntamiento de
Arona, presidido por don Antonio Sarabia, inició lasgestiones para construir un
cementerio. Para el seguimiento de dicha obra se comisionó a varios vecinos
destacados: el cura párroco Rodríguez
Guillama, el teniente coronel don Gonzalo
Espínola, don José Bentancurt Medina y el síndico personero don José Hernández
Moreno, eligiéndose como peritos a don Juan de Mata Hernández y don Francisco
de Paula Fuentes. El citado párroco informó sobre las defunciones habidas en el
último quinquenio (un total de 125, 76 adultios y 49 niños), en virtud de lo
cual y teniendo en cuenta otras consideraciones, sobre todo posibles epidemias,
se estimó que el número de sepulcros debía ser de 120 para mayores y 80 para
menores. Dadas las dificultades económicas que padecía la municipalidad, se
acordó hacer un repartimiento y el 22 de enero de dicho año se realizó una
suscripción, en la que participaron voluntariamente las principales autoridades
locales, de las que el párroco aportó la madera para la puerta; por su parte,
entre los demás propietarios se realizó un reparto económico proporcional en
función de su riqueza, mientras que los jornaleros debían participar con su
trabajo.7
En virtud de su cargo de párroco,
nuestro biografiado figuró también en el selecto grupo de los electores de
Arona. Así, en 1840 tomó parte en la elección de diputados a Cortes y propuesta
de senador, por el distrito electoral de San Miguel8. En enero de 1855
participó en la votación para diputados a Cortes, por el distrito electoral de
Vilaflor. El 17 de mayo de 1862 tomó parte en la votación para un diputado a
Cortes, en la mesa electoral de la 2ª Sección del 2º Distrito electoral de
Canarias, que tenía su sede en Granadilla de Abona. En la lista publicada el 20 de
noviembre de 1865
en el Boletín Oficial de la
Provincia
de Canarias, figuraba erróneamente entre los electores de
Arona “por pagar 20,
ó mas escudos”, cuando sólo contribuía anualmente con 8,942 escudos,
pues debía figurar como elector con arreglo al caso
2º del artículo 19, que incluía a
los sacerdotes residentes en cada localidad; así continuaba en 1866. Y en 1867
era uno de los electores de Arona que tomaron parte en la elección celebrada el
13 de marzo de dicho año en la
Villa de La
Orotava, capital de la Sección 5ª, para la “elección general de
Diputados á Cortes”.
Con respecto a su vida
eclesiástica, en 1834, siendo cura de Arona, don Miguel también asumía el cargo
de capellán de la
Capellanía que habían fundado en Adeje don Cristóbal de
Montesdoca y doña Emerenciana Ortiz, vecinos de dicha villa9.
Como curiosidad, el 15 noviembre
1854, el Ayuntamiento de Arona acordó que el recaudador municipal librase la
cantidad de 275 reales de vellón a favor de los peritos don José Hernández
Moreno y don Antonio José Tejera, así como del comisionado don Miguel Salazar,
del notario público don Domingo Barroso y del cura párroco que nos ocupa, por
sus derechos en la medida, pericia y demás operaciones que efectuaron en la
finca denominada Mesa de Jama.10
Además, el párroco Rodríguez
Guillama también asumió un serio compromiso con el desarrollo agrícola de
Arona, pues en 1861, junto a don José Ponte y otros vecinos, se comprometió a
reunir las aguas de los nacientes y trasladarlas hasta dicha localidad por
medio de un acueducto de mampostería, con llenaderos en Los Llanos de Trebejos
y La Escalona
(Vilaflor), así como en Altavista y la
Cruz de San Antonio (Arona); esta obra incluiría unos
lavaderos de uso en la zona conocida como El Caré.
Volviendo a su actividad
religiosa, en ese mismo año 1861 este sacerdote recibió en su parroquia a Fray
Joaquín Lluch y Garriga, obispo de Canarias y administrador apostólico de
Tenerife, que realizaba una Santa Visita Pastoral a toda la Diócesis Nivariense.
Y en 1862 confeccionó un completo inventario de su parroquia.
En octubre de 1863, la Reina doña Isabel II se
dignó prestar su aprobación a la propuesta elevada por el obispo de la Diócesis, nombrando para
que ocupase en propiedad el Curato de San Antonio Abad de Arona a don Miguel
Rodríguez Guillama, quien ocupaba el primer lugar de la terna propuesta. Y el 9
de diciembre de ese mismo año se le expidió el título de colación y mandamiento
de posesión en propiedad de dicho Curato, que hasta entonces había servido en
economato.
Fallecimiento.
El venerable párroco propio don
Miguel Rodríguez Guillama dejó de existir en su
domicilio de Arona (calle Nueva
nº 11) el 1 de abril de 1869, a las cuatro de la mañana, a consecuencia de
pulmonía; había recibido los Santos Sacramentos y testado ante testigos. Al día
siguiente se oficiaron las solemnes honras fúnebres en la iglesia de San
Antonio Abad, celebrando la ceremonia don José Lorenzo Grillo, párroco propio
rector de San Pedro Apóstol de Vilaflor y cura interino de Arona; y a
continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad. Contaba 73
años de edad, 44 de ellos como párroco del pueblo sureño, donde aún ostenta el
récord de permanencia.
Con motivo de la defunción de nuestro biografiado, el 3 de
abril de 1869 se nombró cura ecónomo de la Parroquia o Curato de entrada de San Antonio Abad
de Arona a don Clemente Hernández Alfonso, sacerdote natural del vecino
municipio de San Miguel de Abona. (Octavio Rodríguez Delgado.) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Sobre este
personaje pueden verse también otros artículos de este mismo autor: “Personajes
del Sur (Arona): Párrocos de San Antonio Abad” (I y II), El Día (La Prensa del domingo), 11 y
18 de octubre de 1992. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto
enriquecida con nuevos datos.
2 Carmen Rosa PÉREZ
BARRIOS (1987). Noticias Históricas acerca
de la vida religiosa en Arona (S. XVI-XIX). Págs. 52-54.
3 Ibidem. Págs. 101-103.
4 Carmen Rosa PÉREZ BARRIOS (1996). La historia de Arona.
Págs. 29, 168.
5 Carmen Rosa
PÉREZ BARRIOS (2010).
“De Casa Rectoral
a Casa Consistorial.
Un proyecto arquitectónico en la
vida sociopolítica de Arona”. II Jornadas de Historia del Sur de Tenerife.
Págs. 403-404.
6 Ibidem.
7 PÉREZ BARRIOS (1996). Págs. 58-59.
8 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, miércoles 10 de junio de
1840, pág. 1.
9 Archivo Diocesano de Tenerife. Documentación organizada
por fechas, legajo 115.
10 Archivo Diocesano de Tenerife. Relación de parroquias.
Libro 41.
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