1983 octubre 31.
Fallece Erudina Cubas Hernández en La Laguna-Tenerife
Sor Erudita Hernández “Madre Nazaret” (1915-1983),
Bachiller, Maestra, Religiosa de la Santa
Casa de Nazaret y directora de diversos colegios en España y
Amerifca1
Dedicamos este artículo a una
entrañable escobonalera, Sor Erudina Cubas Hernández, quien tras obtener el
título de Bachiller Universitario en el Instituto de Canarias, tomó el hábito y
profesó en el Colegio “Santo Domingo”, que regentaba en Güímar la Congregación de Misioneras
Hijas de la Santa Casa
de Nazaret. Luego obtuvo el título de Maestra de Primera Enseñanza, que
revalidaría en América. Después de hacer su profesión perpetua fue destinada a
distintos colegios de su Orden en Barcelona, Madrid, Venezuela y Colombia, en
los que ejerció como profesora y en varios de ellos como directora. Finalmente,
regresó a Canarias, permaneciendo varios años en el Colegio de Nazaret de Los
Llanos de Aridane, como profesora y secretaria de Bachillerato, para luego
establecerse en el Colegio de su Güímar natal, en el que había profesado y en
el que permaneció hasta su muerte.
Su destacada familia
Nació en el pago de El Escobonal
el 2 de noviembre de 1915, a las nueve de la mañana, siendo hija de don Pedro
Indalecio Cubas Castro y doña Leocadia Hernández Díaz. El 23 de diciembre
inmediato fue bautizada en la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar por el
cura párroco don Vicente Ferrer de la
Cruz; se le puso por nombre “Erudina María del Carmen” y
actuó como madrina
doña Magdalena Rodríguez
Díaz, soltera. El 25 de noviembre de 1919 fue confirmada en la
misma parroquia.
Doña Erudina creció en el seno de
una familia de cierto prestigio comarcal, pues su abuelo paterno, don Abelardo
Cubas Padilla (1850-1914), natural de
San Sebastián de La Gomera,
había sido una de las personas más destacadas de Agache a finales del siglo
anterior, ya que desempeñó los cargos escribiente, agrimensor, sochantre,
alcalde pedáneo y fielatero; su padre, don Pedro Indalecio Cubas Castro
(1885-1948), además de apreciar tierras y hacer particiones, ejerció como
tercer teniente alcalde del Ayuntamiento de Güímar durante la II República; su tío,
don Evaristo Cubas Castro (1888-?), también fue agrimensor y escribiente, así
como presidente de la
Sociedad Cultural “El Porvenir” de El Escobonal y de la Quinta Canaria de La Habana; y su primo, don
Fortunato Gómez Cubas (1926-2002), destacó como músico, folclorista y
compositor.
Con respecto a sus hermanos, tuvo
ocho: don Cirilo (1911-1991), que casó en 1934 con doña Ángela Otilia Pérez
Mujica, hija de don Raimundo Pérez Díaz y de doña Mercedes Mujica Díaz Pérez
Mujica, naturales y vecinos de El Escobonal, con descendencia; don Ulpiano
(1912-2001), reputado dibujante, vicepresidente del Club Juventud de El Escobonal
y jefe de Falange, casado con la funcionaria del Ayuntamiento de Güímar doña
Avelina Viera Delgado, natural y vecina de dicha ciudad e hija de don Juan
Antonio Viera Delgadoy doña María
Delgado Pérez, sin
sucesión; doña Custodia
(1914-?); don Urbano
(1917-1947), sargento de Artillería, que casó en Los Llanos de Aridane (La Palma) en 1944 con doña
Juana Hernández Rodríguez, y falleció sin descendencia en Santa Cruz de
Tenerife, a consecuencia de una caída, cuando contaba tan solo 29 años de edad;
doña Ana María, casada con don Abel Curbelo Hernández, natural y vecino de
Arafo, hijo de don José Curbelo Fariña y doña Julia Hernández Batista, con
descendencia2; don Crispín (1922-1923), que murió con tan solo un año de edad;
doña Orfelina, esposa de don Roberto Mesa García; y don José Demetrio Cubas
Hernández, casado con doña Ana Ferrer Delgado, ausentes de la isla.
Titulo de Bachiller y
profesio0n en la
Congregación de religiosas hijas de la
Santa Casa de Nazaret
Volviendo a doña Erudina, cursó
su Primera Enseñanza en la escuela unitaria de niñas de su pueblo natal, con
varias maestras: doña Donatila González Cabrera, doña María Dolores Martín
Fleitas, doña María Afonso González, doña Lucía Baño Martínez, doña Josefina
Perdomo Pérez y doña María de los Ángeles Martín Fuentes. Por entonces, al
haber crecido en el seno de una familia con claras inquietudes
socio-culturales, no es de extrañar que en ella surgieran desde niña diversas
expectativas. Así, en 1931 ya participaba en veladas celebradas en la Sociedad Cultural
“El Porvenir” de El Escobonal, junto a otros niños de las escuelas del pueblo.
Durante su juventud continuó
viviendo en el pueblo natal, hasta que pasó al Instituto de Canarias de La Laguna, en el que cursó el
Bachillerato Universitario, que concluyó a comienzos de 1937, tal como informó La Prensa el 4 de febrero de
dicho año: “En el Instituto de La
Laguna ha terminado los estudios del Bachillerato
Universitario, la joven falangista de la Villa de Güímar, Erudina Cubas Hernández”3. No
obstante, debido a la
Guerra Civil, el correspondiente título de Bachiller no se le
vino a expedir hasta el 20 de septiembre de 1944.
Por entonces ya eran apreciadas
entre sus amistades su cultura, bondad y virtudes cristianas. Por ello, a nadie
sorprendió que el 8 de diciembre de ese mismo año 1937 hiciese su Probación e
ingreso en el Colegio “Santo Domingo” que regentaba en Güímar la Congregación de
las Misioneras Hijas
de la
Santa Casa de
Nazaret, donde inició
el Postulantado. Fue la segunda güimarera que ingresó en la Orden en dicho centro, tras
doña María Delgado (la “Hermana Casilda”), que lo había hecho el mes anterior.
El 14 de mayo de 1938 ya llevaba cinco meses de postulado.
El antiguo caserón de la Pensión “Stritter” acogió
la sede definitiva del Colegio “Santo Domingo” de Güímar, regentado por las
Religiosas Misioneras de la
Sagrada Familia de Nazaret, en el que profesó, ejerció y
vivió los últimos años de su vida la “Madre Nazaret”.
Su entrada en la citada Orden
religiosa contó con el beneplácito de sus padres, que asistieron orgullosos a
su toma de hábito (o Vestición), celebrada en la iglesia parroquial de San
Pedro de Güímar el 4 de agosto de dicho año 1938, conjuntamente con la de la
citada Hermana María Casilda Delgado Fariña, siendo las primeras que lo hacían
en dicho Colegio. En ese acto, probablemente el más feliz de su vida, fue
apadrinada por don José Llarena y doña Josefa Velasco de Llarena, y presidió la
ceremonia el obispo Fray Albino González Menéndez-Reigada, quien celebró la
misa, predicó y le impuso el nombre de “Sor María de Nazareth”, ante
la presencia del entonces
deán don Domingo Pérez
Cáceres, párroco y arcipreste de Güímar. Gaceta de Tenerife
publicó el 10 de dicho mes un amplio reportaje sobre el emotivo acontecimiento
religioso:
El templo parroquial de San Pedro
Apóstol, espléndido y gallardo, se vistió con los atavíos de las grandes
solemnidades el día en que la Iglesia Católica celebra la fiesta del ínclito
apóstol de la palabra y español Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores.
Bajo su techo santificado,
envuelto en un ambiente de misticismo arrobador, con su suelo ricamente
alfombrado, las naves ocupadas por numerosa concurrencia de fieles, las autoridades
civiles, militares, docentes
y jerárquicas de
Falange Española
Tradicionalista y de las JONS y a
los acordes vibrantes del órgano y el canto armonioso de angelicales voces,
dejan las vanidades del mundo las señoritas, hijas de esta villa, Erudina Cubas
Hernández y Maruja Delgado Fariña, con sus trajes nupciales, sus velos y sus
flores de nítida blancura, conducidas por los padrinos don José Llarena, don
Pedro Campos, doña Luz Fumero de Campos y doña Josefa Velásquez de Llerena, con
el fin deunirse para siempre al Amor de los amores y tomar el hábito de la Congregación de Hijas
de la Santa Casa
de Nazareth.
Nuestro amado Prelado diocesano, Fray Albino
González Menéndez Reigada, recibe en el Altar Mayor a las que dejan las
vanidades y pompas del mundo para consagrarse por entero a Dios y hacer bien a la Humanidad y da comienzo
la interesante ceremonia, impregnada de intensa emoción.
Con las rúbricas de ritual hacen
la declaración de fe, toman las velas, luces de la fe y del alma y luego los
hábitos tan deseados, transformándose seguidamente los vestidos mundanales por
el humilde hábito, azul como cielo y sus tocas blancas como la pureza de sus
almas; siendo luego coronadas sus cabezas con las simbólicas coronas de flores.
El esclarecido Prelado, pastor celoso
de las almas de su diócesis dirige vibrante y atrayente plática a las jóvenes
religiosas, que han hecho sus esponsales, hablándoles de que han vuelto a
nacer, con el desprecio de todo lo mundano exterior e interiormente, para
vestirse con los hábitos de religiosa, glosando en todo ello frases encendidas
de espíritu santo, haciendo resaltar la figura descollante de su Padre, Santo
Domingo de Guzmán, como broche final de su elocuente peroración.
Seguidamente tuvo lugar solemne
Misa, oficiando el Rvdo. P. Iglesia, acompañado por el R. P. Ramón Fernández y
el párroco del Realejo Alto, entonándose a su terminación el Tedeum en acción
de gracia, por tan grato acontecimiento religioso, primero que se celebra en
esta Villa.
Abrazos de las nuevas hermanas a
sus compañeras profesas; desfile en medio del mayor entusiasmo y respeto y la
población satisfecha por haber dado dos hijas a la Congregación de Hijas
de la Santa Casa
de Nazareth, fundadoras del Colegio de señoritas de Santo Domingo de Guzmán y
mi felicitación al Iltmo. señor Deán de Tenerife, señor Pérez Cáceres
y Madre Superiora
por la esplendidez
que dieron al
acto, que todosrecordaremos con gran emoción.4
Sor Erudina Cubas Hernández “Madre Nazaret”.
La “Madre Nazaret”, como sería
conocida en adelante, se entregó de lleno a Dios y a los humanos,
transmitiéndoles su fe y ayudando a los necesitados. El 1 de septiembre de 1939
ya llevaba un año de noviciado y el 31 de mayo de 1940 hizo su Primera
Profesión, en el mismo Colegio de Güímar.
Titulo de Maestra,
profesio0n perpetua y destinos como profesora y directora .
Ya con el título de Bachiller,
después de llevar cinco años y cuatro meses de votos temporales sin
interrupción, el 19 de septiembre de 1945, a los 29 años de edad, la Madre María
Nazaret Cubas hizo la Profesión Perpetua. Pero
como su principal ilusión era la Enseñanza, para la que
aún no estaba totalmente preparada, y sabiendo que aún podía dar más de sí a la
sociedad, comenzó a cursar los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de La Laguna, donde obtuvo el
título de Maestra de Primera Enseñanza, con fecha del 4 de marzo de 1949. Desde
ese momento hasta su muerte dedicó su vida a la Enseñanza.
Durante varios años estuvo
destinada en la Península,
primero en la sede general de la Congregación, en Barcelona, y luego en Madrid. En
ambas ciudades impartió clases y desempeñó cargos de alta responsabilidad
dentro de su Orden, entre ellos la dirección de algunos colegios.
Como misionera que era, no pasó
mucho tiempo sin que abandonase su país natal para cruzar el Atlántico con
rumbo a América. En dicho continente se encontró con serias dificultades para
poder llevar a cabo su misión educadora, pues no le convalidaron su título
español. Pero ante este inconveniente no se amilanó, sino que volvió a estudiar
y el 30 de marzo de 1965 obtuvo en Venezuela el título de Maestra de Educación
Primaria. A partir de entonces regentó algunos colegios en dicho país y en
Colombia, en lugares a veces difíciles por las circunstancias sociales y
culturales del entorno.
Tras casi dos décadas fuera de
las islas, Sor Erudina regresó a ellas, pasando unos años en el Colegio de la Sagrada Familia de
Nazaret de Los Llanos de Aridane, en La Palma, del que fue profesora y secretaria del
Bachillerato5. De esta localidad pasó a su Güímar natal y se integró en el
Colegio de Santo Domingo de Nazaret, en el que ya permaneció hasta su muerte,
en los últimos años con una salud bastante precaria.
Fallecimiento.
La Madre Nazaret Cubas
Hernández falleció en La Laguna
el 31 de octubre de 1983, a
las doce del día, tras recibir
los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica; “subió a la Casa del Padre” cuando estaba
a punto de cumplir 68 años de edad. A la una de la tarde del día siguiente, 1
de noviembre, se efectuó el sepelio desde la cripta de San Pedro de Güímar a la
citada iglesia parroquial, donde se ofició la misa de corpore insepulto por el
cura párroco y arcipreste don Antonio Pérez García, y a continuación recibió
sepultura en el cementerio de dicha ciudad. El 8 de ese mismo mes se ofició una
misa funeral por su alma en la misma parroquia.
El corresponsal oficial de
Güímar, don Domingo Chico González, se hizo eco de su muerte en un emotivo
artículo titulado “Ha muerto una monja”, publicado en el periódico El Día:
Su vida fue siempre un constante
ejemplo en el que todo sacrificio acrisoló su paso por el mundo. La Madre Nazaret,
últimamente sirviendo en el colegio que la Orden tiene en Güímar, recorrió medio mundo con la Cruz en su mano y la sonrisa
en los labios. Monja viajera, cumpliendo aún más allá de sus propias fuerzas,
no desperdició el tiempo en aras de la vocación que Dios le infundiera,
habiendo dejado tras de sí una vasta obra que son ya logrados frutos, aunque
todavía de haber vivido la anchurosa curva de su horizonte podría haberse
expandido más y más.
Se dedicó a la enseñanza desde el principio hasta el fin:
hasta en eso fue hermosa su vida, uniendo siempre consecuencias de las que se
llaman salvadoras. Una pena esta
muerte tan temprana partiendo en algo más de la mitad una
existencia que sólo sembró en el campo de las grandes verdades.
Sus cargos, de alta
responsabilidad, se conjugaron dentro de una norma inigualada, a la altura de
esa personalidad suya manifiestamente firme y a la vez delicada que siempre le
guió: fue todo un ejemplo. Ejerció la dirección durante muchos años y en sitios
diversos no siempre fáciles. Entre Madrid, Venezuela y Colombia consumió muchos
lustros, lo que en parte pudo ser origen del mal que minó su salud harto
precaria en los últimos tiempos. Por Dios y la sociedad se entregaría a fondo.
Supo tener viva el alma y comunicar fe a los demás. Constituyó el suyo un pasar
sembrando en parodia medida por la parábola del Evangelio,con la esperanza de
un sueño que algún día había de ser verdad.
Ahora, rendida hasta lo finito,
se volverá cosechadora a su vez en esas tierras de ultratumba donde sólo un
grano limpio y dorado tiene ya razón de ser.
Con hondo sentimiento la
despedimos. Con gran desconsuelo rogamos al Altísimo que le abra su seno.
La frontera del mundo ha sido traspasada.6
En el momento de su muerte
continuaba residiendo en el Colegio Nazaret de Güímar y llevaba casi 46 años de
servicio a la comunidad religiosa, 34 de ellos de labor educadora, dejando una
amplia obra de sacrificio y entrega a los demás.
Como reconocimiento de su
dilatada labor en pro de la educación, el Ayuntamiento de Güímar le concedió un
pergamino, a título póstumo, junto a otros maestros jubilados del municipio,
que fue recogido por su hermano Ulpiano. El solemne acto tuvo lugar el 26 de noviembre
de 1983, siendo presidido por el presidente del Gobierno autónomo canario don Jerónimo
Saavedra Acevedo7.
Sirvan estas líneas como recuerdo de una de las personas
que, con mayor orgullo, pasearon el nombre de El Escobonal por el mundo durante
su ejemplar existencia, y a la que este pueblo jamás podrá olvidar.
(Octavio Rodríguez Delgado. Cronista Oficial de Güímar)
[blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Sobre este
personaje puede verse también otro trabajo de este mismo autor: “El Escobonal y
sus personajes: Erudina Cubas, Madre Nazaret”. El Día, 27 de diciembre de 1983.
Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos
datos.
2 Fueron sus hijos: don José Domingo Curbelo Cubas (1949-2002),
maestro; y don Santiago Curbelo
Cubas (1952), sargento de complemento de Infantería, maestro
y orientador escolar.
3 “Notas de sociedad”. La Prensa, jueves 4 de febrero de 1937, pág. 3.
4 “Información de los pueblos. Güímar. Toma de hábitos”.
Gaceta de Tenerife, miércoles 10 de agosto de 1938, pág. 3.
5 Oswaldo IZQUIERDO DORTA. “Bodas de Oro en Los Llanos de
Aridane”. El Día, sábado 12 de junio de 2010, suplemento “La Prensa”, pág. 4.
6 Domingo CHICO. “Ha muerto una monja”. El Día, jueves 10 de
noviembre de 1983, pág. 42.
7 Jorge ALONSO VILA. “Güímar, escenario de un gran homenaje
a los maestros jubilados”. Diario de
Avisos, domingo 27 de noviembre de 1983, pág. 10.
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