1895 diciembre 21.
Encontrándose enfermo, el maestro don Diego Perdomo Amaral
fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, donde falleció el sábado 21 de
diciembre de 1895, a consecuencia de fiebre tifoidea.
Diego Perdomo Amaral (1855-1895), maestro propietario de El
Rió de Arico, secretario acompañado del juzgado municipal e interventor
electoral1
Nuestro biografiado solo regentó
una escuela pública, la incompleta de niños de El Río de Arico, haciéndolo en
propiedad durante 14 años, hasta su prematura muerte. Pero en ese tiempo, fue
uno de los ejemplos más representativos en el Sur de la isla de aquella vieja
expresión: “Pasas más hambre que un maestro de escuela”, pues llegó a acumular
una deuda de 63 meses de sueldo por parte del Ayuntamiento de Arico, lo que le
hizo dirigir una conmovedora instancia al gobernador civil de la provincia, en
la que le exponía que ya no podía mantener a su esposa y a sus hijos que,
literalmente, se morían de hambre (lamentablemente, tres de ellos tendrían una
vida corta, por distintos motivos). Además, ejerció como testigo y secretario
acompañado del Juzgado Municipal
de Arico
y como interventor electoral en las elecciones para diputados a Cortes.
Maestro de instrucción primaria, matrimonio y nombramiento como maestro
propietario de la escuela incompleta de niños de El Río de Arico.
Nació en El Lomo de Arico el 19
de mayo de 1855, siendo hijo de don Juan Perdomo Sosa y doña María Amaral
Pérez. Seis días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista por
el presbítero don Domingo González Morales, con licencia del párroco don
Antonio Martín Bautista; se le puso por nombre “Diego José del Sacramento” y
actuó como madrina doña Petronila Vega, natural del pueblo de Artenara en Gran
Canaria.
Alumno del recordado maestro don
Irencio Hernández Morales, don Diego se sintió atraído también por la enseñanza
y, preparado por aquel, logró obtener el título de Maestro de Instrucción
Primaria, con el que ya figuraba en el momento de su boda.
En 1881 fue nombrado maestro
interino de la escuela incompleta de niños del pago de El Río, siendo el primer
titular de ella, tras su creación por el Ayuntamiento de Arico. En esa época,
era la administración local la que debía abonarle el sueldo, así como el
material escolar y el alquiler, tanto de la escuela como de la vivienda del
maestro, lo que le acarrearía graves problemas.
El 13 de junio de 1881, a los 26
años de edad, contrajo matrimonio en la iglesia de San Juan Bautista de Arico
con doña María del Rosario Martínez Rodríguez, hija legítima de don Felipe
Martínez Gómez y doña María Luisa Rodríguez, por entonces difunta; todos
naturales y vecinos de El Lomo y de profesión “del campo”; los casó y veló el
párroco propio de la localidad don Antonio Martín Bautista, “tras la última
amonestación y ser dispensados de las dos primeras por el Sr. Obispo el 27 de
mayo último y demás requisitos legales conforme consta en
el expediente matrimonial”, y actuaron
como testigos don
Irencio Hernández Morales, casado
y propietario, y don Pedro Perdomo Martín, soltero y artesano.
El Sr. Perdomo continuó al frente
de la escuela de El Río como maestro interino durante cinco años. Luego, tras
superar el concurso-oposición convocado para cubrir las escuelas vacantes, en
la sesión celebrada en Santa Cruz de Tenerife por la Junta provincial de
Instrucción Pública el 3 de diciembre de 1886, se admitió “Por entrada
libre, á D. Diego Perdomo Amaral para
la del Río de Arico, con 500
pesetas de sueldo anual”, tal como
informaba tres días después el periódico El Auxiliar. El 15 de ese mismo mes el
rector de la Universidad
de Sevilla expidió el oportuno nombramiento: “en virtud de concurso libre para
maestro propietario de la escuela incompleta del Río a D. Diego Perdomo
Amaral”, de lo que también se hacía eco
el citado periódico en su número del
8 de enero de
1887 y que reproducía Diario de Tenerife el 11 de dicho mes. Tomó posesión
en propiedad de dicha escuela incompleta de niños el 20 de ese mismo mes de
enero y permaneció a su frente durante otros nueve años, hasta su prematura
muerte.
Las penalidades económicas de un maestro de escuela en el siglo xix
Durante todo el tiempo en que
regentó la escuela de El Río, don Diego Perdomo sufrió
en carne propia la falta de
puntualidad en el pago de su salario, motivada por la falta de liquidez del
Ayuntamiento de Arico,
llegando a pasar
por momentos de
claro apuro económico. Así le
ocurrió desde sus inicios, pues según el estado de las cantidades que debían
los ayuntamientos a los maestros, publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias el
1 de septiembre de 1882, a don Diego se le debían: 389,05 pesetas de sueldo,
62,50 de material y 56,35 de alquileres, correspondientes al año económico
1881-82; en total, 507,90 pesetas.
Ese mal era generalizado en los
pueblos del Sur de Tenerife, dados sus escasos recursos económicos. Por este
motivo, trece maestros de esta zona de la isla suscribieron una exposición, que
el 22 de octubre de 1888 elevaron desde Granadilla de Abona al presidente del
Congreso de los Diputados, la cual fue publicada en El Auxiliar el 16 de
noviembre inmediato. En ella analizaban la mala situación de la enseñanza en
esta isla: “Bien comprenden, señor, los recurrentes que el estado del Magisterio público en España es en general
lamentable y desconsolador;
pero tened la certeza
de que jamás el Profesorado
primario de provincia alguna ha sufrido las miserias y privaciones que el de
Canarias viene experimentando desde
hace ya un lapso de tiempo interminable”. Exponían que ello
era debido a la indiferencia con la que la administración trataba a las
escuelas y a los trabajadores.
Don Diego ejerció como maestro en
el pago de El Río de Arico durante 14 años,
hasta su muerte prematura.
En su corta vida siempre mantuvo
un claro compromiso social. Como ejemplo de ello, el 12 de abril de 1890
suscribió, junto a los vecinos más destacados de Arico, un escrito de apoyo al
cura servidor de la parroquia de San Juan Bautista, don Ángel Bello García, por
la brillante labor pastoral que venía realizando en este municipio, el cual fue
remitido al director del Diario de Tenerife, donde salió publicado el 30 de ese
mismo mes.
En julio de 1891, la situación
económica de don Diego ya era insoportable y, ante las dificultades para
mantener a su familia, dirigió una emotiva instancia al gobernador civil de la
provincia, de la que se hizo eco El Auxiliar, periódico del Magisterio, el 31
de dicho mes:
D. Diego Perdomo Amaral, tan
laborioso como desgraciado Maestro de la escuela incompleta del Rio, en la
jurisdicción de Arico, ha dirigido al Sr. Gobernador de la Provincia conmovedora
instancia, en la que, después de describir con vivos colores la dolorosísima
situación en que se encuentra por falta de recursos con que alimentar á su esposa
y tres hijos, que se mueren de hambre, suplica, como gracia especial, que se le
abone la cuarta parte siquiera del sueldo de quinientas pesetas que devenga
anualmente.
El Ayuntamiento de Arico debe á
la primera enseñanza las consignaciones correspondientes á sesenta y tres
mensualidades del período comprendido desde el 1.° de Julio de 1882 hasta el 30
de Junio último y, por lo tanto, adeuda al infeliz funcionario de que se trata
la friolera de 2625 pesetas, sin contar el material y los alquileres.
Esperamos que el Sr. Gobernador
adoptará enérgicas medidas para que tanto este Maestro como otros muchos que en
nuestra provincia se hallan en igual caso, perciban el producto de su penoso
trabajo, pues no es justo ni debe tolerarse en manera alguna, que las
cantidades destinadas al sostenimiento de la enseñanza se distraigan de su
objeto, como viene sucediendo en no pocas localidades.
El 6 de agosto inmediato, El
Liberal de Tenerife reproducía el anterior artículo “De nuestro colega El
Auxiliar”. Y al día siguiente, 7 de agosto, el Diario de Tenerife también lo
copiaba literalmente. Pero no sabemos si la instancia llegó a tener algún
efecto, aunque solo fuese parcial.
Secretario del
juzgado municipal, interventor electoral y fallecimiento
Al margen
de la docencia,
don Diego actuó
frecuentemente como testigo
en el
Juzgado Municipal de Arico, por
lo menos desde el 23 de agosto de 1880 hasta el 2 de agosto de 1881, y volvería
a hacerlo en 1890. En los años 1889 y 1890, también ejerció en varias
ocasiones, aunque de forma esporádica o en períodos muy cortos, como secretario
“acompañado” de dicho Juzgado, con licencia del secretario don Antonio García
Morales y por ausencia de éste; así lo hizo el 28 de noviembre de 1889 junto a
don Secundino Delgado, el 2 de febrero de 1890 en compañía de don Evaristo
Gómez y don Toribio Guillén, el 1 de marzo inmediato junto a don Juan Rosa, del
20 al 25 de ese mismo mes junto a don Abelino González y en otros períodos de
ese mismo año conjuntamente con don Miguel González, don Andrés Delgado, etc.
Asimismo, actuó como interventor
en distintos procesos electorales, por designación de la Junta provincial del Censo
electoral de Canarias, para la mesa electoral de la Sección Sur de Arico,
tal como ocurrió, por ejemplo, el 26 de enero de 1891 en las elecciones para
Diputados a Cortes, en las que fue designado interventor suplente.
Encontrándose enfermo, el maestro
don Diego Perdomo Amaral fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, donde
falleció el sábado 21 de diciembre de 1895, a consecuencia de fiebre tifoidea,
cuando sólo contaba 40 años de edad; por entonces figuraba domiciliado en la
calle Iriarte nº 14 de dicha ciudad2. Al día siguiente recibió sepultura en el
cementerio de la capital tinerfeña.
Don Diego Perdomo Amaral había
regentado la escuela de El Río durante 14 años, pero, evidentemente, murió sin
haber cobrado gran parte de las cantidades que le debía el Ayuntamiento de
Arico.
Le sobrevivió su esposa, doña
María del Rosario Martínez Rodríguez, con la que tuvo una descendencia que,
como veremos a continuación, fue poco afortunada. Habían procreado cuatro
hijos, los tres mayores nacidos en Arico y el más pequeño en Santa Cruz de
Tenerife: doña Juana (1882-1903), que falleció soltera en Santa Cruz con tan
solo 20 años de edad, a consecuencia de tuberculosis pulmonar; doña Fidelina
(1886-1895), que murió en la misma capital a los 9 años de edad, de fiebre
tifoidea; don Pío (1891-?), ambulante de la Cruz Roja, empleado de la Compañía Eléctrica,
tesorero y vicesecretario de la
Sociedad de Obreros Electricistas de Santa Cruz de Tenerife,
y vocal suplente del comité paritario de Electricidad, Gas y Agua de la
capital, que casó en dicha ciudad en 1915 con doña María Rosario Delgado, natural
también de Arico; y don Diego Perdomo Martínez (1894-1917), nacido en Santa
Cruz, obrero de la
construcción y militar,
condecorado con una Cruz
del Mérito Militar
con distintivo rojo y el ascenso a cabo de Infantería por los méritos
contraídos en la Guerra
de Marruecos, en la que resultó herido varias veces, quien se suicidó en
Barranco Grande a los 23 años de edad, junto a su novia doña Andrea Ruiz
Martín, de 19 años.
…de la enseñanza, pues no se
abonaban las cantidades consignadas para material escolar y para los sueldos,
pues “¡algunos de los firmantes han visto transcurrir cinco y seis años sin haber cobrado ni una
sola mensualidad!”, lo que hacía la situación desesperada. Tras analizar la
importancia que el Magisterio de primera enseñanza debería tener en la
sociedad, concluían suplicando al Congreso y a su presidente en representación
del mismo: “que, considerando justos los fundamentos que dejan apuntados,
acuerde el aumento y pago por conducto de la Hacienda nacional de los
haberes que devenga el Magisterio, dictando medidas para que pueda hacer efectivos sus adeudos, por
reclamarlo así la equidad de la más recta justicia”. Entre los firmantes
figuraban los maestros de Arico, don Irencio Hernández y Morales y don Diego
Perdomo Amaral.
Pero de poco sirvió dicho
escrito. Las dificultades de nuestro biografiado para realizar su trabajo
continuaron siendo muchas, sobre todo por falta de medios, pues en la sesión
celebrada el 3 de febrero de 1890 la
Junta provincial de Instrucción pública acordó: “Ordenar al
Alcalde de Arico que facilite al maestro del pago del Río nuevo local-escuela y
habitación delmismo funcionario”, tal como publicó El Auxiliar el 12 de ese
mismo mes.
(Octavio Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Arico): “Los antiguos maestros don Evaristo
González, don Victoriano Morales y don Diego Perdomo”. El Día (La Prensa del domingo), 26 de
febrero de 1995. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto
enriquecida con nuevos datos.
2
“Registro Civil”. Diario de Tenerife, lunes 23 de diciembre de 1895,
pág. 1; El Liberal de Tenerife, lunes 23 de diciembre de 1895, pág. 1; La Opinión, lunes 23 de
diciembre de 1895, pág. 3.
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