1890 noviembre 1.
Don Alejandro Peraza y Torres
falleció en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, en la casa nº 17 de la
calle Santa Rosalía, a las seis de la madrugada, a consecuencia de
“pielo-nefritis calculosa”, según
certificación del facultativo.
Alejandro Peraza y Torres
(1826-1890), estudiante universitario, comandante graduado de milicias,
rematador de carreteras, masón, concejal de La Laguna y Santa Cruz de
Tenerife, exportador agrícola, comerciante y consignatario de buques1
Este destacado ariquero continuó
una larga tradición militar hasta alcanzar el empleo de teniente de Milicias;
como tal fue ayudante del Batallón provincial de Abona, donde desempeñó también
los cometidos de fiscal y oficial cajero y de almacén. Obtuvo luego el grado de
capitán y, al borde de su retiro, el de comandante. Fue un masón importante,
pues bajo el pseudónimo “Tamaide” llegó a alcanzar el grado 18 y a ocupar los
cargos de venerable y primer vigilante. También se dedicó, con éxito, a la
agricultura de exportación, al comercio y a la política, siendo directivo del
Comité de Unión Republicana de Arico y concejal de los ayuntamientos de La Laguna y Santa Cruz de
Tenerife. Tuvo como hijo a don Marcos Peraza Vega, Bachiller en Artes y alcalde
de la capital de la provincia, y como bisnieto a don Marcos Guimerá Peraza,
ilustre notario e historiador.
Miembro de una ilustre familia,
soldado de la milicia nacional de La
Laguhna y estudiante universitario, Nuestro biografiado nació
en Arico el Nuevo el 26 de mayo de 1826, siendo hijo de don Marcos Peraza y
Ayala, natural de Granadilla de Abona, y de doña Juana de Torres Trinidad, que
lo era de la primera localidad. El 1 de junio inmediato fue bautizado en la
iglesia parroquial de San Juan Bautista del Lomo, por el párroco propio don
Zoylo Pablo Herrera y Cruz; se le puso por nombre “Alejandro José del Sacramento” y actuó como padrino el teniente don Diego
Antonio Estanislao de Torres, su tío abuelo.
Don Alejandro fue el tercero de
cuatro hermanos y creció en el seno de una familia acomodada y de gran
prestigio en la sociedad local, pues su padre, don Marcos Peraza y Ayala, ocupó varios cargos políticos de
relieve: diputado provincial, alcalde de mar, alcalde de Arico y miembro de la Junta Gubernativa
de La Laguna,
aunque no aceptó este último cargo.
Pero, sobre todo,
las dos ramas
familiares tenían una
larga tradición miliar, representada últimamente por sus
abuelos: don Francisco Antonio Peraza y Ayala del Castillo (1732-1800), capitán
de Milicias, alcalde real de Granadilla, patrono de la ermita de San Isidro y
mayordomo de las Mercedes de Abona; y don Juan Antonio de Torres (1747-1815),
capitán de Milicias graduado de Infantería, alcalde y síndico personero de
Arico. También lo fueron tres de sus bisabuelos: don Francisco Peraza de Ayala
y del Castillo (1710-?), clérigo tonsurado, capitán de Milicias y emigrante a
América; don Diego Antonio de Torres (1711- 1779), capitán de Milicias y
alcalde de Arico; y don José Delgado Trinidad y Díaz (1717-1789), capitán de
Milicias, alcalde de Güímar y fundador de las ermitas de San José y Ntra. Sra.
de Belén. Y tres de sus tatarabuelos: don Francisco Peraza de Ayala y del
Castillo (1674- 1756), ayudante y capitán de Milicias; don Diego de Torres Vera
(1654-1712), alférez de Milicias; y don Juan Delgado Trinidad (1668-1739),
igualmente alférez de Milicias. Dicha tradición fue continuada por varios de
sus tíos, tanto paternos como maternos, aunque algunos también siguieron la
carrera eclesiástica: don Antonio Esteban Peraza y Ayala (1772-1830), primer párroco de San
Miguel de Abona, cura servidor de La
Laguna, beneficiado propio de Vilaflor, cura encargado de
Arona, examinador sinodal del Obispado, orador sagrado y diputado provincial;
don Francisco Antonio Basilio Peraza y Ayala (1774-1834), capitán graduado de
Milicias, sargento mayor interino del Regimiento de Abona, alcalde real de
Granadilla y mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de Abona; don Diego de Torres
y Delgado-Trinidad (1790-1878),
capitán de Milicias,
alcalde, juez de
paz, masón, mayordomo
de varias cofradías, propietario
agrícola y máximo contribuyente de Arico; y don Pedro de Torres y Trinidad
(1793-1865), teniente de Milicias y alcalde de Arico.
En 1835, don Alejandro estaba
empadronado con su familia en Arico el Nuevo. Ésta la conformaban: don Marcos
Peraza, de 45 años; doña Juana de Torres, de 35; cuatro hijos: Juana, de 16
años, Diego, de 14, Alexandro, de 9, y Graciliano, de 6; y tres criados:
Catalina Mederos, de 69 años, María Feliciana, de 18, y Josef Antonio García,
de 24 años.2
Tras aprender las primeras letras
en su pueblo natal e iniciarse en las labores agrícolas en las importantes
propiedades familiares, don Alejandro Peraza pasó a La Laguna, donde vivió algunos
años en la calle San Agustín. El 10 de julio de 1842 fue reclutado como soldado
de la 2ª Compañía del Batallón de Milicia Nacional de dicha ciudad3. Y en el
curso 1842- 1843 siguió estudios en la Universidad Literaria
de Canarias, pues en los exámenes ordinarios celebrados a final de dicho curso
obtuvo la censura de “notablemente aprovechado”, según la comisión de exámen de
la “Clase de Humanidades, Retórica y Poética”, cuyo tribunal estaba formado por
el rector, Dr. don Isidoro Rivero Peraza y Ayala, el Dr. don Juan Nepomuceno
López de Vergar, los Bachilleres don Tomás de Zárate y don Dámaso Baudet, y el
Dr. don Juan Bautista Benthencourt4.
Soldado, subteniente.
Teniente, ayudante y capitán graduado de milicias
De nuevo en Arico, el 10 de mayo
de 1846 ingresó por su suerte como soldado en el Batallón de Milicias
Provinciales de Abona, nº 3 de las Islas Canarias, continuando así la larga
tradición familiar. El 23 de noviembre de ese mismo año ascendió, por gracia
particular, a subteniente de la
Compañía de Carabineros de dicho Batallón Provincial de
Abona, por reunir los requisitos exigidos.
El 20 de diciembre de 1849, a los
23 años de edad, el subteniente don Alejandro Peraza Torres contrajo matrimonio
en la parroquia de la
Purísima Concepción de La Laguna con doña María Dolores Vega y Díaz,
natural de Santa Cruz de Tenerife y vecina de la antedicha ciudad, hija de don
Carlos Vega y doña Ángela Francisca Díaz; los casó don Telesforo Saavedra, Br.
en Sagrada Teología y beneficiado curado servidor, y actuaron como padrinos don
Diego Peraza, vecino de Arico, y la madre de la novia, siendo testigos don
Francisco Peraza, don Graciliano Peraza y don Máximo Hernández. Con licencia
del párroco semanero, don Rafael Pérez González, el mismo beneficiado Saavedra
les dio las bendiciones nupciales en la ermita de San Benito de la misma
parroquia.
El 18 de septiembre de 1850
ascendió por antigüedad a teniente de Milicias de la 4ª Compañía de Cazadores
del Batallón Provincial de Abona, de la que era capitán don Antonio Alfonso
Feo. Continuó en situación de provincia hasta el 10 de enero de 1851, en que
fue promovido al empleo de segundo ayudante de dicho cuerpo, que se hallaba
vacante por haber obtenido colocación en compañía don Andrés García Tacoronte
que lo servía; dicho nombramiento fue ratificado mediante resolución de la Reina doña Isabel II,
fechada a 2 de septiembre de ese mismo año y posterior Real Despacho, dado en
palacio a 29 de octubre siguiente. La plaza de teniente de la 4ª Compañía que
dejaba vacante fue cubierta en ese mismo año por don Andrés Hernández González.
Simultáneamente a su cometido
como ayudante, en el período comprendido entre 1851 y 1855, don Alejandro
Peraza desempeñó la comisión de fiscal de algunas causas seguidas contra
individuos del cuerpo, así como los cargos de oficial cajero y de almacén del mismo.
Además, mediante Real Despacho fechado a 20 de julio de 1854 se le concedió,
por gracia general, el grado de capitán de Milicias con antigüedad. Como
curiosidad, siendo ayudante del Batallón de Abona, en junio de 1853 figuraba
como vecino de Granadilla y residente en La Laguna, donde nació por entonces su hijo Marcos.
Permaneció como segundo ayudante
del Batallón de Abona hasta fin de marzo de 1856, en que éste fue disuelto, por
lo que pasó inmediatamente a la 6ª Compañía del Batallón de La Orotava, donde volvió a
quedar en situación de provincia, como ayudante supernumerario, con un sueldo
mensual de 182 reales. Por entonces, en varias ocasiones actuó como comandante
accidental de dicha Compañía, como ocurrió el 10 de noviembre de ese mismo año
1856.
El 1 de mayo de 1858 pasó a la
nueva Sección Ligera Provincial de Abona, en clase de ayudante, en la que
permaneció hasta fin de agosto de ese mismo año, en que quedó definitivamente
en situación provincia como teniente de la 1ª Compañía, cuyo mando desempeñó
accidentalmente el 21 de octubre de 1861, el 22 de agosto de 1862 y el 8 de
marzo de 1863.
Elector en
Granadilla, Obtención del retiro y concesión del grado de comandante de
milicias
El 19 de marzo de 1860 fue
incorporado a la lista de electores de diputados a Cortes en
el 2º distrito electoral de esta
isla, correspondiente al pueblo de la Granadilla, para el bienio que comenzaría el 15
de mayo de ese año, “Por pagar la cuota de cuatrocientos reales que previene el
artículo 14 de la ley de 18 de Marzo de 1846”5. En octubre de 1865 continuaba
figurando entre los electores de dicha localidad, según el artículo 14, por
pagar una cuota de contribución superior a los 20 escudos, concretamente 29,335
escudos.
En 1863, don Alejandro Peraza estaba empadronado en el
mencionado pueblo de
Granadilla6; figuraba con 36 años; le acompañaba doña María
Dolores Vega, de 34 años, y tres hijos: Julia, de 13 años, Marcos, de 11, e
Isabel, de 5. El 1 de enero de 1864 y el 1 de enero de 1865 figuraba como
“Capitán graduado Teniente” de la 1ª Compañía, con residencia y destino en
Granadilla, pueblo en el que se reunía con dicha compañía para la instrucción.7
Según su hoja de servicios,
fechada a 14 de mayo de 1869, conocemos las notas de concepto que sobre nuestro
biografiado tenían los jefes del cuerpo: “buena aplicación, capacidad, conducta y puntualidad en el servicio; buena
instrucción en táctica, ordenanza, procedimientos militares, Detall y
Contabilidad y arte militar”; como curiosidad medía seis pies y tres pulgadas
de estatura (1,74 m), tenía buena salud, mucha conveniencia y residía casado en
La Laguna.
El 30 de junio de 1869, el ministro de la Guerra informó al capitán general de Canarias que el Regente
del Reino había tenido a bien concederle al capitán graduado don Alejandro
Peraza Torres el retiro provisional para Granadilla, con uso de uniforme y
fuero entero de guerra, interín el Consejo Supremo de la Guerra informase acerca del
definitivo que le correspondía; en virtud de ello, fue baja en su cuerpo a fin
de julio de 1869. El 20 de septiembre de ese mismo año se le concedió el retiro
definitivo, mediante el correspondiente despacho firmado en Madrid por don
Francisco Serrano y Domínguez, Regente del Reino por la voluntad de las Cortes
Soberanas: “Por cuanto he tenido á bien conceder retiro con uso de uniforme por
resolución de esta fecha á Don Alejandro Peraza
y Torres, Tente. de la Secon. Provincial de Abona de Milicias de
Canarias, unico qe le corresponde”. Y el 20 de octubre
inmediato, el ministro
de la
Guerra
comunicó al capitán
general de estas
islas: “Conformándose el Regente del Reino con lo expuesto por el
Consejo Supremo de la Guerra,
se ha servido conceder por resolución
de esta fecha á Don
Alejandro Peraza y Torres Teniente de la Sección Provincial
de Abona de Milicias de esas Islas, el retiro con uso deuniforme que solicita
para separarse del servicio, sin el fuero entero de
guerra que se le consignó en
treinta de Junio
último, por estar
suprimida esta ventaja
á la clase
de retirados”8. Había servido en las Milicias Canarias durante más de 23
años.
El 10 de octubre de 1868 se había
aprobado un Real Decreto de gracias a nivel nacional, con motivo del reciente
Movimiento Nacional liberal, que se hizo extensivo a los cuerpos de Milicias
por la Orden
del 4 de enero de 1869. Con arreglo a éste, al teniente con grado de capitán
don Alejandro Peraza Torres le correspondía el empleo efectivo de capitán, pero
el 25 de febrero inmediato nuestro biografiado optó por el sobregrado de
comandante de Milicias, que se le concedió por Orden del 8 de mayo de ese mismo
año 1869, con la antigüedad del 28 de septiembre anterior, remitiéndosele el correspondiente
Real Despacho el 3 de agosto de 1871, cuando ya se había retirado.9
Contratista y
rematador de la carretera de Santa Cruz a Guimar, concejal de La Laguna, masón destacado y
cazador
En 1871, nuestro biografiado
vivía con su familia en la Plaza
de la Concepción
de La
Laguna; don Alejandro figuraba
como natural de Arico, de 44 años, propietario y dedicado “a la labranza”; doña
Dolores Vega y Díaz, tenía 42 años y era natural de La Laguna; en esta ciudad
también habían nacido sus cuatro hijos: Julia, de 20 años, Marcos, de 18,
Isabel, de 11, y Alejandro, de 7; y convivían con ellos tres sirvientes10.
Curiosamente, en ese mismo año don Alejandro Peraza también estaba empadronado
como transeúnte en la calle del Pilar nº 27 de Santa Cruz de Tenerife; figuraba
con 45 años, natural de Arico, propietario, vecino de Laguna y transeúnte en la
capital; doña Dolores Vega tenía 43 años y era natural de Santa Cruz; les
acompañaban sus cuatro hijos: Julia Peraza, de 20 años y natural de La Laguna, Marcos, de 18 años,
nacido también en La Laguna
y Bachiller en Artes, Isabel, de 12 años y natural de Santa Cruz, Alejandro, de
6 años y nacido en La Laguna;
y convivían con ellos tres sirvientes: Manuel Pérez, de 19 años y natural de
Los Silos, Carmen González, de la misma edad y natural de La Laguna, y Gertrudis
Delgado, de 45 años y natural de Arico11.
No obstante, alternaban su
residencia con Granadilla de Abona, donde pasaron la mayor parte
del tiempo a
causa de las
obligaciones militares de
don Alejandro, como ayudante de las Milicias de Abona, hasta
su retiro. Así, en junio de 1853 don Alejandro figuraba como vecino de
Granadilla, pero residente en La
Laguna; y en 1863 estaba empadronado con su familia en el
pueblo sureño.
Doña Dolores Vega
murió en la La Laguna el
lunes 19 de
junio de 1871.
Le sobrevivió don Alejandro Peraza y Torres, quien continuó viviendo en
dicha ciudad. Por entonces era contratista y rematador de la carretera de Santa
Cruz a Güímar, que había
obtenido mediante concurso público.
En 1872 fue elegido concejal del
Ayuntamiento de La Laguna,
pero el 1 de abril de dicho año la Corporación municipal saliente solicitó que fuese
declarada su incapacidad, “por ser
rematador y contratista de
obras públicas dentro
del término municipal”.
Pero la Comisión Provincial
desestimó el recurso y lo confirmó como concejal, tomando posesión el 1 de mayo
inmediato, de lo que se lamentaba don Esteban Amaral y Ramírez en La Propaganda, el 9 de ese mismo mes, al estar totalmente en
contra de la corporación electa: “También es público y notorio que otro de los
elegidos, el Sr. Don Alejandro Peraza,
es contratista y rematador de la carretera de Güimar, que atraviesa este distrito municipal. Fundándose en ésto,
y en los términos del párrafo 4.° del artículo 39 de la ley municipal que
declara que en ningún caso pueden ser concejales «los que directa ó
indirectamente tengan parte en servicios, contratas ó suministros «dentro del término municipal
por cuenta de su ayuntamiento, de la provincia ó del estado»; pidieron al
Ayuntamiento los reclamantes que declarara
la incapacidad del Sr. Peraza. Hízolo el Ayuntamiento, á quien constaba
la certeza del particular, con
lo cual proporcionó
á la ínclita
Comisión Provincial de
nuestra Diputación el placer de pisotear una vez más la ley y la
justicia revocando aquel acuerdo y declarando concejal á Don Alejandro Peraza”.
Años más tarde trasladaría su
residencia a Santa Cruz de Tenerife, donde ya estaba domiciliado en 1875, en la
calle Botón de Rosa nº 5, con tres hijos: don Alejandro Peraza y Torres
figuraba con 49 años; don Marcos Peraza y Vega, de 22; doña Isabel, de 17 años;
y don Alejandro, de 11 años12. Luego se establecieron en la calle Rosalía nº
17, donde nuestro biografiado viviría hasta su muerte.
Tras su retiro de las Milicias,
don Alejandro tendría también una importante actividad en la masonería
tinerfeña, tal como lo recoge el profesor e investigador don Manuel de Paz
Sánchez. En 1873 se afilió a la
Logia francmasónica “Teide nº 53”, donde utilizó el
pseudónimo “Tamaide” y alcanzó los siguientes grados o cargos: grado 1 (1873),
grado 2 (1874) y 2º vigilante (1874-1875). En 1875 pasó, con el mismo
pseudónimo, a la Logia
“Hijos del Teide nº 94”, donde obtuvo responsabilidades superiores: grados 3 a
14 (1875), primer vigilante (1875-1876), grado 18 (1876) y venerable (1876-1877
y 1878); permaneció en ella hasta 1878. Finalmente, en 1884 se afilió a la Logia “Teide nº 17”.13.
También fue un gran aficionado a
la cacería, como recordaba el septuagenario don Marcos Pérez en 1934, al
recordar su fallido debut como cazador en la costa Sur de Santa Cruz, junto a
su padre y nuestro biografiado: “En
compañía nuestra iba un
señor muy respetable y gran amigo de mi
padre: don Alejandro Peraza, gran aficionado también a las cacerías. / Anduvimos mucho todo el día, sin haber
encontrado ningún bando de perdices. Hasta ese día sólo conocía yo los bandos
del alcalde”.14
Concejal de Santa
Cruz de Tenerife y miembro de la junta municipal del censo
En 1881, el Sr. Peraza fue
elegido concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, pero dimitió de
dicho cargo a comienzos del mes de julio de ese mismo año, como destacaba el
periódico La Democracia
el 12 de dicho mes: “Nuestro afectísimo amigo el Sr. D. Alejandro Peraza ha
reiterado su dimisión del cargo de concejal del Excmo, Ayuntamiento de esta
ciudad, contra cuya elección se opuso desde luego”.
Pero el 28 de julio de 1882 y los
días siguientes, tuvo lugar en la capital tinerfeña la elección parcial de
nueve concejales que faltaban para el completo del número de dicho
Ayuntamiento, saliendo electos cinco por el partido dominante y cuatro por el
Partido Republicano, siendo éstos: don Alejandro Peraza, don Juan M. Ballester,
don José M. Pulido y don Inocencio Fernández del Castillo. De la entrada de
estos últimos en la
Corporación se alegraba el editorialista del periódico La Asociación, el 7 de
agosto inmediato: “Plácenos que nuestros correligionarios los demócratas tomen participacion en la Asamblea municipal, á fin de que puedan
prestar sus servicios al país velando
por los derechos populares, ya que otra
cosa no en atención á su exigua minoría; y plácenos más aún que para ello hubiese habido unidad entre todos los
correligionarios de aquella capital”.
No obstante, el 12 de diciembre de ese mismo año, el Pleno del
Ayuntamiento acordó “Admitir la renuncia hecha por D. Alejandro Peraza y
Torres, del cargo do Concejal de este Ayuntamiento, por hallarse comprendido en
el art. 43 de la ley municipal de 2 de Octubre de 1877”15.
En 1884 volvía a formar parte del
Ayuntamiento de Santa Cruz, pues asistió a la sesión del Ayuntamiento celebrada
el 28 de diciembre de dicho año en la que se tomó el siguiente acuerdo: “Pasar
á informe de una comisión especial para la que fueron elegidos los Sres. D.
Pedro Fernández del
Castillo, D. Alejandro
Peraza y D. Carlos
Guigou una instancia presentada
por el licenciado en medicina D. Francisco Hernández Rodriguez en la que pide
se acepten sus servicios como medico y se acuerde la creación de una plaza de
médico cirujano Municipal, que desde luego solicita el exponente”16.
En la renovación bienal del
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, celebrada en los días 12, 13 y 14 de
mayo de ese mismo año 1885, don Alejandro volvió a ser elegido concejal por el
primer colegio electoral “Gallera”, continuando en la minoría republicana. Pero
el 20 de agosto de ese mismo año, la Corporación municipal en Pleno presentó su
dimisión a los habitantes de dicha ciudad, incluida la del Sr. Peraza,
alegando: “Las circunstancias nos han traído á una situación anormal, de la
que, como representantes del pueblo, no podemos ni debemos hacernos solidarios;
porque no podemos ni debemos aceptar participación alguna en las tristes responsabilidades de posibles desgracias, que declinamos por entero en los
causantes, conscientes ó inconscientes,
de esa misma situación, que desde el fondo del alma lamentamos. / Por eso hemos
presentado las dimisiones de nuestros cargos”. Y concluían su escrito con
sendos “Viva España”, “Viva la
Provincia de Canarias” y “Viva su capital, Santa Cruz de
Tenerife”17. Pero suponemos que no fue aceptada, pues todos continuaron en sus
cargos.
Desempeñó dicho cargo de concejal
bajo la presidencia de don Lorenzo García del Castillo y de don Francisco
Aguilar y Aguilar. El 9 de marzo de 1886 fue nombrado vocal de la Comisión de Abastos del
Ayuntamiento, por renuncia del Sr. Izquierdo Azcárate18. En enero de 1887
propuso con su grupo la creación de un observatorio meteorológico en el
Establecimiento de Segunda Enseñanza de dicha capital, en convenio con éste. En
ese mismo mes presentó una
moción, con sus
compañeros republicanos, para
que se solicitara
la inclusión de diversas obras en el plan anual de las que debía
subastar y costear el Estado: el trozo de carretera de tercer orden de la
capital a Taganana, por los valles del Bufadero y San Andrés: el trozo de
carretera de segundo orden de la capital a Buenavista, por Güímar y Adeje; el
semáforo en el risco de La
Atalaya, próximo a la capital; la carretera de la capital al
pueblo del Rosario; y el empalme por las calles de Santo Domingo y La Carrera de La Laguna de la carretera de
la capital a La Orotava.
Se le confirmó como concejal en
la renovación parcial de 1887. Como tal, el 23 de mayo de este año fue
designado para visitar las escuelas públicas de la capital, junto a don Eduardo
Rodríguez19. En la sesión celebrada el 7 de julio de ese mismo año se integró
en la “Comisión de visita de cárcel” y
en la “Comisión de evaluación”20. En ese mismo mes de julio firmó dos escritos
con otros concejales, proponiendo
en uno que el Ayuntamiento publicase una memoria del estado
financiero, así como una reseña de las reformas urbanas proyectadas por la
Corporación;
mientras que en
el otro sugería,
sabiendo que el Ayuntamiento tenía un crédito para el
arreglo y adoquinado de las calles, un orden concreto según las necesidades,
antes de que el arquitecto Oraá iniciase la elaboración del presupuesto. Como
curiosidad, el 1 de marzo de 1889 figuraba tanto en la lista de concejales como
en la de mayores contribuyentes del distrito municipal de Santa Cruz de
Tenerife, con derecho a elegir compromisarios para senadores21. Cesó como
concejal el 30 de junio de 1889, pero su vacante no se cubrió hasta la
renovación parcial del 1 de diciembre de ese mismo año.
Tras su cese, el único cargo que
desempeñó fue el de miembro de la Junta Municipal del Censo, que estaba compuesta
de los individuos que componían la corporación, de los ex- alcaldes y de los
concejales que habían cesado en la última renovación, entre los que figuraba
nuestro biografiado; dicha junta se reunió el 20 de agosto de 1890 en las salas
consistoriales.22
Exportador agrícola, comerciante
y consignatario de buques
Desde el punto de vista
económico, al abandonar su vida militar don Alejandro se
dedicó por entero a la Agricultura,
poniéndose al frente de las numerosas propiedades que poseía en Arico y
Granadilla.
Gran parte de su actividad agrícola
estuvo centrada en el cultivo de cochinilla, como otros muchos propietarios del
Sur. Por ello, en 1866 figuraba entre los vecinos de La Laguna que formaron parte
de la comisión encargada de promover una suscripción provincial a favor del
propagador de la cochinilla en estas islas, don Santiago de la Cruz, socio de mérito de la Sociedad Económica
de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, pues dicho cultivo permitió a
Canarias salir del estado de desolación y decadencia en el que se encontraba.23
Durante su residencia en
Granadilla creó con su hijo Marcos la sociedad “Alejandro Peraza e hijo”, dedicada a la exportación agrícola,
fundamentalmente de vinos. Sobre esta actividad recordaba don Antonio Fariña en
1930, al hablar de las “Bodegas famosas”: “Ya por entonces se establecieron las
bodegas de los señores Lebrum, Hamilton, Hardisson, Dewison, etc., que sin
dedicarle atención preferente a esta industria, sino unas veces acoplándola a
sus otros negocios o como complemento de los mismos, surtían los vapores a
ellos consignados y hacían alguna que otra venta al extranjero. También don
Alejandro Peraza y algunos otros hijos del país hicieron ensayos de exportación
de más o menos importancia, pero lo cierto es que en estos últimos tiempos el
mercado interior es el que ha regulado
principalmente el precio de los mismos y que estos han seguido al unisono las
situaciones de prosperidad y
malestar por que ha cruzado el
país […]”24.
En Santa Cruz de Tenerife, la
misma sociedad poseía una tienda de ultramarinos en la Plaza de la Constitución nº 3 de
Santa Cruz, por lo menos en 1886 y 1887, como figuraba en la guía de
comerciantes de dicha capital publicada en la prensa tinerfeña. Además, según
los periódicos de la época, esa misma sociedad actuó como consignataria de
buques en 1887 y 1888, importando carga general al puerto capitalino, como
ocurrió en 1887 con la fragata española “Amelia A”, procedente de New York; con
la barca española “Gran Canaria”, procedente de New York y Cádiz; y con el
bergantín goleta alemán “Aretas”
en 1888. También llegaron a
exportar, como hicieron
en 1887 con
la mencionada barca
“Gran Canaria”, que enviada por ellos salió para Las Palmas con carga
general.
Vida social,
fallecimiento y descendencia
En 1885, don Alejandro estaba
empadronado en la calle Santa Rosalía de Santa Cruz
de Tenerife, donde figuraba
avecindado desde hacía 14 años, con 59 años de edad, viudo y propietario; le
acompañaban su hija, doña Isabel Peraza y Vega, de 24 años y natural de dicha
ciudad; doña Concepción Moriarty, de 83 años y viuda, natural también de Santa
Cruz; y Catalina Dávila, sirviente de 48 años, natural de Tacoronte.25
En 1889, seguían empadronados en
la calle Santa Rosalía nº 17 de la capital tinerfeña. Don Alejandro Peraza y
Torres figuraba con 63 años, natural de Arico, viudo, propietario, con 16 años
de residencia en la capital y unos ingresos de 263,56 pesetas; doña. Isabel
Peraza y Vega tenía 29 años, natural de Santa Cruz, dedicada a su casa y con 14
años de residencia en la capital. Les acompañaban cuatro sirvientes: Lorenzo
Dávila, de 50 años y natural de Tacoronte, viudo, con 5 años de residencia;
Catalina Dávila, de la misma edad y naturaleza, con 8 años de residencia; y
Juliana Barreda, de 20 años, natural de Valverde y con 4 años de residencia.26
En los últimos años de su vida
mantuvo una fuerte amistad con los redactores del Diario de Tenerife, pues este
periódico se hizo eco de muchos momentos de su vida. Sirva como ejemplo la nota
de pésame publicada el 10 de mayo de 1887, con motivo de la muerte de su
hermana Juana: “Ha fallecido en Arico la respetable Sra. D.ª Juana Peraza
Torres viuda del Sr. D. Bartolomé Peraza y hermana, de nuestro
respetable y querido amigo el Sr. D. Alejandro Peraza, concejal del Excmo.
Ayuntamiento de esta Capital, á quienes envíennos nuestro sentido pésame”. Lo
mismo sucedió el 13 de diciembre de ese mismo año, al morir su tío, don Antonio
Peraza Mejías: “Enviamos en estas líneas á nuestro respetable amigo el Sr. D.
Alejandro Peraza y Torres, la expresión de nuestro sentimiento por la desgracia
de familia que acaba de sufrir en la persona de su señor tío D. Antonio Peraza
(q. e. p. d.)”.
Otra muestra de ese afecto se
aprecia en la reseña publicada en la “Crónica” de dicho periódico del 16 de
mayo de 1889: “Se halla ya de regreso en esta Capital nuestro respetable amigo
el Sr. D. Alejandro Peraza y Torres”.
Ese mismo diario publicó el 27 de junio inmediato que don Alejandro
figuraba en la “Lista de donativos para el bazar”, al donar para el mismo “Una
docena botellas de vino y un quinqué de sobre mesa”. El 21 de abril de 1890, el
mismo periódico informó de la caída de su caballo en el Sur de la isla: “Hace
días se halla en cama, á consecuencia de una caída que sufrió cabalgando desde
Granadilla á Güimar, en cuyo último pueblo se
le practicó la
primera cura, nuestro
respetable amigo el Sr. D. Alejandro Peraza y Torres, á quien de
todas veras deseamos pronto restablecimiento”. Y el 16 de mayo inmediato, lo
incluía en los donantes de la “Relación de los objetos donados á beneficio de
los acogidos en los Establecimientos de Beneficencia de esta Capital y de las
obras da la alameda de la Libertad”, por haber cedido “Un álbum para retratos,
piel de Viena con adornos bronceados.— Doce botellas vino Caperuso”.
Don Alejandro Peraza y Torres
falleció en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, en la casa nº 17 de la
calle Santa Rosalía, el 1 de noviembre de 1890 a las seis de la madrugada, a
consecuencia de “pielo-nefritis calculosa”,
según certificación del facultativo; contaba 64 años de edad y no había
testado ni podido recibir los Santos Sacramentos. Al día siguiente se oficiaron
las honras fúnebres en la iglesia de San Francisco de Asís por el cura ecónomo
rector don Antonio Verde y León y a continuación recibió sepultura en el
cementerio de San Rafael y San Roque de dicha ciudad, siendo testigos don José
Martínez y don Lorenzo Noda, presbítero, ambos de dicha vecindad. Su sepelio
constituyó una impresionante manifestación de
duelo popular, a
la que asistieron
todas las clases
sociales de la
ciudad, así como numerosos paisanos que acudieron al
efecto desde Arico y Granadilla.
El 3 de dicho mes de noviembre, La Opinión se hizo eco de su
muerte: “Víctima de los dolorosos padecimientos que desde hace algún tiempo le aquejaban ha fallecido en esta Capital el
Sr. D. Alejandro
Peraza y Torres.
/ Enviamos á
su apreciable familia
y especialmente á nuestro
particular amigo el
Sr. D. Marcos
Peraza, hijo del
finado, el testimonio de nuestro
más sentido pésame”.
En el momento de su muerte, el
Sr. Peraza continuaba viudo de doña María de los Dolores Vega con quien había
procreado cuatro hijos: doña Julia
(1850-?); don Marcos (1853-1915), que fue Bachiller en
Artes y alcalde de
Santa Cruz de Tenerife
y estuvo estrechamente unido a su
padre; doña Isabel (1859-?), que casó con el propietario don Santiago Batista Pérez,
natural de Arafo; y don Alejandro Peraza y Vega (1863-?), que murió antes que
su padre.
Su hijo don Marcos Peraza y Vega (1853-19159U bachiller en artes, directivo de sociedades,
presidente de la sociedad musical “Santa Cecilia” y alcalde de Santa Cruz de
Tenerife.
Nació en La Laguna el 21 de mayo de
1853, siendo bautizado el 9 de junio inmediato en la Santa Iglesia
Catedral por don Telesforo Saavedra, cura párroco servidor del Sagrario Catedral,
con licencia del beneficiado don Juan Antonio Rojas, cura castrense interino;
se le puso por nombre “Marcos Trino Ramón del Santísimo Sacramento” y actuó
como madrina su abuela materna doña Ángela Díaz.
Pasó los primeros 16 años de su
vida entre Granadilla de Abona y La
Laguna, en cuyo Instituto de Canarias obtuvo el título de
Bachiller en Artes. Luego se estableció con sus padres en Santa Cruz de
Tenerife.
El 27 de junio de 1881, a los 28
años de edad, contrajo matrimonio en la parroquia matriz de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa
Cruz de Tenerife con doña María del Pino Martín, de 26 años, natural y vecina
de dicha ciudad, hija de don César Martín y doña María del Pilar Ortiz; los
casó y veló el beneficiado propio don Epifanio Díaz Saavedra y fueron testigos
don Alejandro Peraza, doña María del Pilar Ortiz de Martín, y don Pablo Martín
y Ortiz, de dicha vecindad. Vivieron en la Plaza de la Constitución de la
misma capital.
Fue un destacado político liberal
que ocupó diversos cargos de relieve en Santa Cruz de Tenerife: contador del
Casino de la capital (1884-1886 y 18891890) y vice-director del mismo (1894,
1901 y 1904), vice-censor de la Sociedad Económica de Amigos del País de dicha
ciudad (1898), vocal de la
Institución de Enseñanza (1899), presidente de la Sociedad Musical
“Santa Cecilia” y, finalmente, alcalde de Santa Cruz de Tenerife (1912-1913).
Como curiosidad, siendo vecino de Santa Cruz, en 1898-99 se
abrió un expediente, relativo a la autorización que solicitaba para derribar y
construir de nuevo un muro del cuartel de San Francisco de Granadilla, que daba
a la sala de armas y que lo separaba de una finca suya.27
En 1899 se le concedió la Cruz de 2ª clase del Mérito
Militar con distintivo blanco, por
los importantes servicios
prestados, cooperando
eficazmente a las
obras de defensa realizadas en la capital tinerfeña,
sobre todo en las llevadas a cabo en el Fuerte de Almeida, así como facilitar al
ramo de Guerra, sin retribución de ninguna clase, alguno de sus grandes
almacenes para alojamiento de tropas28. También recibió otras condecoraciones,
como la Orden
de la Corona
de Italia (1912) y la Orden
de Francisco José de Austria (1913).
Don Marcos Peraza y Vega falleció
en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife, en la calle Numancia nº 33, el 19 de
octubre de 1915 a las cuatro de la madrugada; contaba 62 años de edad y no pudo
recibir los Santos Sacramentos. Al día siguiente se ofició el funeral de 2ª
clase en la iglesia de San Francisco de Asís por el párroco don Juan Batista
Fuentes y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha ciudad, de
lo que fueron testigos los ministros de dicha parroquia.
Le sobrevivió su esposa, doña Pino Martín, con quien procreó
tres hijos: doña María; don Marcos,
casado con doña Victoria Molowny Pérez;
y don César Peraza y Martín, secretario de la junta directiva
del Patronato Benéfico Social del Barrio del Toscal. Entre sus nietos destacó
don Marcos Guimerá Peraza (1919-2012), ilustre notario e historiador. (Octavio Rodríguez
Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Arico): Don Alejandro Peraza y Torres, militar,
agricultor, masón y político”. El Día (La Prensa del domingo), 3 de septiembre de 1989. Con
posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos datos.
También puede consultarse su expediente personal en el Archivo General Militar
de Segovia.
2 Archivo Parroquial de San Juan
Bautista de Arico. Padrones parroquiales, 1835. Hoy depositado en el Archivo
Diocesano de Tenerife.
3 Archivo Municipal de La Laguna. Milicia
Nacional.
4 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
24 de julio de 1843, pág. 4.
5 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
21 de marzo de 1860, pág. 2.
6 Archivo Diocesano de Tenerife.
Padrones parroquiales. Granadilla, 1863.
7 Archivo Regional Militar de
Canarias. Milicias.
8 Ibidem Caja 6354.
9 Ibidem.
10 Archivo Municipal de La Laguna. Padrones,
1871.
11 Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Padrones,
1871.
12 Ibidem, 1875.
13 Manuel de PAZ SÁNCHEZ (1984). Historia de la
francmasonería en las Islas Canarias (1739-1936). Pág. 840.
14 Marcos PÉREZ. “Recuerdos de
mis setenta años”. La Prensa,
miércoles 16 de mayo de 1934, pág. 5.
15 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, 6
de enero de 1882, pág. 3.
16 Ibidem, 23 de febrero de 1885,
pág. 3.
17 La Opinión, 20 de agosto dd
1885, pág. 2.
18 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
24 de marzo de 1886, pág. 4.
19 El Auxiliar, 23 de mayo de 1887, pág. 5.
20 Diario de Tenerife, 8 de julio de 1887, pág. 1.
21 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
18 de marzo de 1889, pág. 3.
22 Diario de Tenerife, 19 de
agosto de 1890, pág. 2.
23 El Amigo del País, 1 de enero
de 1866, pág. 4.
24 Antonio FARIÑA. “Página del
agricultor. Importancia del cultivo de la vid en Tenerife. Una riqueza
abandonada”. La Prensa,
miércoles 13 de agosto de 1930, pág. 4.
25 Archivo Municipal de Santa
Cruz de Tenerife. Padrón municipal, 1885.
26 Ibidem, 1889.
27 Archivo Regional Militar de Canarias. Caja 6354.
28 Ibidem.
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