Algunos autores apuntan a que la población canaria precolonial se vio mermada a causa de las enfermedades que trajeron consigo los conquistadores. Lo cierto es que los canarios precoloniales tuvieron relaciones comerciales y culturales importantes con los europeos mucho antes de que comenzara la conquista de las islas en 1402. Es por ello que el fenómeno de conquista no pudo haber ocasionado dichas enfermedades, ya que el choque biológico entre europeos e imazighen insulares se produjo mucho antes. Es decir, que no ocurrió lo mismo que aconteció a los indios americanos, que no tuvieron choque biológico con los europeos hasta la llegada de los conquistadores en 1492.
Por si fuera poco, los imazighen se caracterizan por ser una población biológicamente muy heterogénea, lo que le brinda una gran inmunidad frente a enfermedades por choques biológicos. En cambio, los indios americanos, por descender todos ellos de un tronco común y encontrarse aislados durante varios milenios, su sistema inmunológico no fue capaz de combatir las enfermedades traídas por los europeos. Para colmo, los conquistadores arribados a las islas, procedían principalmente de Andalucía y Castilla, las cuales, en aquellas fechas, poseían una gran cantidad de población de origen amazigh entre sus clases humildes. La Historia nos habla de este fenómeno social de convivencia étnica que persiste hasta la Expulsión de los Moriscos de 1610, la cual no se aplicó en Canarias. Sobra mencionar, que los estamentos sociales más bajos y marginales fueron siempre utilizados como carne de cañón en las batallas de la Corona de Castilla. Por lo tanto, el pueblo conquistador y el conquistado, podrían no ser biológicamente tan distintos como se piensa.
Por otra parte, los cronistas tienen el valor de afirmar que fue por mediación divina el que esta supuesta epidemia no afectara a los bandos isleños pacificados o aliados de los europeos, sino solamente a los bandos de guerra. Hablan incluso de que en localidades como Güímar, Real de Las Palmas, Real de Santa Cruz o La Laguna, donde estaban asentados en insalubres campamentos conquistadores europeos
y colaboracionistas canarios, no se manifestó ninguna epidemia. He aquí algunos ejemplos.
Escudero. Finales del siglo XV.
“I traxeron (los europeos) estas nuebas de la mortandad que por la misericordia de Dios i la Reina de los Angeles no tocó en ningún spañol ni guanche amigo de los que tenían la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria”.
Marín y Cubas. Mediados del siglo XVII.
“Y aunque toda la isla padecía tanta enfermedad sólo se libraron, sin entrar en ellos la peste, los del territorio de Güímar, devoto de la Virgen, y el Real de los cristianos gozando del aire puro del Norte”.
De esta misma peste o modorra se habla en los textos referentes a la conquista de la isla de Gran Canaria.
Marín y Cubas. Mediados del siglo XVII.
“[...] En el interín de el principio de la guerra, les fue dando una morriña de que iban muchos acauándose [...]”.
Es curioso como jamás se habla de las enfermedades que podrían haber afectado a los españoles como consecuencia de la desnutrición y de las condiciones insalubres en las que vivían en sus reales o campamentos. El doctor, Licenciado en Medicina, Juan Bethencourt Alfonso, dedica algunas palabras bastante esclarecedoras acerca del bulo de la peste guanche, inventado por los cronistas para sentenciar el final de la conquista de las Islas.
Bethencourt Alfonso. Principios del siglo XX.
“En las condiciones de vida de los guanches las epidemias de modorra necesariamente tenían poco poder difusivo, siendo su radio de acción muy limitado. Hoy que se conoce el germen de la enfermedad y los medios más adecuados de su propagación, cuando se considera que los guanches de Tenerife no contaban con una sola población, ni el más modesto caserío, sino que las familias moraban
aisladas unas de otras separándolas 3 o 4 kilómetros, en chozas ventiladas, y que no conocían los estercoleros, ni los alcantarillados, ni pozos negros, ni letrinas, ni lavaderos públicos, ni otros elementos o factores que pudieran dar lugar a la intoxicación del subsuelo o contribuir a la creación y multiplicación de poderosos focos infecciosos, hay que convenir que tales epidemias tenían que ser muy poco expansivas.Ni siquiera se puede alegar como foco de origen los cadáveres de Acentejo, porque es bien sabido que fueron quemados por orden del rey Bencomo”.
De esta lectura se extrae que, precisamente, los más susceptibles de sufrir este tipo de enfermedades eran los españoles y canarios precoloniales residentes en los campamentos europeos. Pues dicha enfermedad se padeció en ciudades como La Laguna y en Santa Cruz en tiempos coetáneos a la conquista, tal y como recogen algunas escribanías de la época.
María
Gómez Díaz. Agosto de 2015.
(Foto Ángel Hernández)
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