2005 diciembre 29.
Presentación de Trópico gris de
Antonio Cubillo
Los que hemos tenido la suerte de
conocer a don Antonio Cubillo Ferreira, canario de nación y de asunción,
sabemos que a él le gusta más hablar que escribir. A este claro canario de
nación, como se puede ver en la precisa y apropiada genealogía familiar de la
página 191, hoy lo tenemos presente y nadie mejor que él para hablarnos de este
libro como parte de unas memorias que todavía tienen mucho que contarnos.
Yo voy sólo a poner tres teniques
en el círculo de nuestra atención ver si se aviva en medio de ellos el fuego de
la memoria canaria. Más importante que el orden de los teniques es que se active
en medio de ellos el fuego de nuestra memoria madre. Ese niego está en cada uno
de nosotros, pero tenemos que verlo y que aportarlo.
Tenique número uno. La literatura
canaria es la imaginación y la memoria escrita o cantada o hablada o callada de
la nación canaria. Y sin memoria no somos nadie. Y, como decía Cristóbal del
Hoyo Sotomayor, un ilustrado tinerfeño, hace más de 150 años, los canarios casi
nunca hemos sido favorables a nuestra nación. Si no somos favorables a nuestra
nación, por muy favorables que seamos a todas las naciones del mundo, nadie se
va a preocupar por nuestra casa. Y esta casa es una piedra clave en la
construcción de la nación humana. ¿Por qué? Porque si no nos preocupamos por
nosotros mismos, nuestra preocupación por los otros será una fuga y una
falacia.
El colonialismo es ante todo el
mapa de una mentira y ese mapa foráneo y falso sólo podemos cambiarlo con un
punto de vista propio.
Tenique número dos. La España que mató a Antonio
Cubillo para que la colonia de Canarias no entrara, por derecho propio y
apoyada por nuestra África libre, en el comité de Descolonización de las
Naciones Unidas, esa misma España, ha mantenido a los canarios montados en esta
mágica alfombra voladora: somos la única colonia del planeta Tierra que ha
dejado de serlo sin que se sepa ni cómo ni cuándo.
Los canarios siempre hemos sido
muy cultos, desde el Quinientos, desde el primer centenario que siguió a la
conquista europea. Sin embargo, seguimos en el mapa de la mentira colonialista,
del que han logrado salir muchísimos pueblos de apariencia menos culta que
nosotros. Mientras vivamos en este mapa de la mentira trabajaremos para otros.
Y ahora podemos ver con cierta claridad cómo, en ese mapa mantenido, la lucha
de liberación nacional ha sido aprovechada casi en exclusiva por los contrarios
a esa liberación, por los mantenedores del mapa de la mentira.
Tenique número tres. El mapa de
la mentira impuesta se desmonta rápidamente con el mapa-verdad de una memoria
propia. Esta memoria de Antonio Cubillo es personal y es también una memoria
nacional de los canarios. Si la desconsideramos o la apocamos o la olvidamos,
desconsideramos y apocamos y echamos en olvido nuestro propio patrimonio,
nuestra propia memoria, y estaremos matando la alternativa de un mapa nuevo, y
estaremos colaborando con el matonismo que comenzó aquí con la conquista.
El mentirismo en que estamos es
más mortal, depredador y marrullero que aquel continuo matonismo original.
El colonialismo es también una
falta de respeto total que, inseminada informativamente, en la palabra y en el
pensamiento corrientes, nos mantiene en esta cultura de la mentira, a la que
todos y cada uno le damos nuestro poder con la falta de respeto, personal y
plural, hacia nosotros mismos.
Cuando España, con el matonismo o
con el mentirismo, mató a Secundino Delgado y a Tinguaro y a Doramas y a
Anatausú y a todos los otros, encendió una montaña de fuego cuya memoria sólo
podemos apagarla nosotros, porque ese fuego y esa memoria son nuestros.
A pesar de España, Antonio
Cubillo está vivo hoy aquí con toda su memoria viva, si sabemos respetarla. Si
no nos respetamos a nosotros mismos, no podemos respetar a nadie, porque
nuestro respeto no tiene poder libre y trabaja para el poder depredante de
otros. Respetar viene de respectare o remirar o hacer una segunda mirada o
mirar bien y con la verdad de un punto de vista independiente. Esa nueva mirada
puede borrar de un golpe el mapa-mentira y cambiarlo por el mapa libre de una
memoria propia. Esto, si queremos hacerlo realmente, lo podemos hacer ahora
mismo.
Esta memoria libre y nueva es
también un rememorie o un recuerdo vivo o un recorazonamiento de esta nación
descorazonada. Del descorazonamiento al recorazonamiento, como de la
dependencia a la independencia, personal y nacional, el paso hoy no es difícil,
porque todos los pueblos de la tierra lo han dado antes que nosotros. El paso
no es difícil, pero hay que darlo, de modo personal y plural.
Y lo podemos dar ahora mismo.
Levantando, con nuestra atención descolonizada, ahora mismo, repito, el fuego
vivo de la memoria canaria, en medio de estos tres teniques o tínquenes o
chíniques, que son, como el Teide de nuestra memoria madre, una copa piramidal
de reconocimiento y respeto a esta memoria preciosa y continuable de don
Antonio Cubillo, que hoy está aquí para todos nosotros, en presencia y en
libro. Y, como nadie lo ha dicho, que yo sepa, me toca a mí decirlo: en esa
presencia suya, de energía entonada y jovial, está siempre latente la presencia
de su dama, de su mujer, tan real como anónima.
En este horizonte, podemos dejar,
con confianza, que sobre el libro hable su autor, con mucha más autoridad que
todos los vampiros de la mentira juntos. Y también podemos hablar de él todos
los lectores: después de leer este libro
de título hermoso (Trópico gris en que se ha engrisado nuestra espléndida luz
madre u original) y de muchas memorias familiares, como vamos a oír enseguida.
Una nación es una casa o familia, que no se puede gobernar desde fuera por
mucha bondad que nos quiera vender el vecino.
Además de escucharlo, ahora
podemos aprovechar la oportunidad de hacerle preguntas, porque a don Antonio
Cubillo le encantan tanto las preguntas que quizá sea conveniente un moderador
para que dé tiempo de atenderlas a todas.
Pablo Amasik
Agüere, Tinet, Tamaska aknarú,
29.12.2005 de la era papal.
Adición para los amigos de la
memoria madre o rememoria o recorazonamiento o reenmadramiento (para ti,
querido Guaire, y por la luz de la misma Pupila una).
Con respectare o respetar se
relaciona también la religión. Esta palabra no viene de religare o religar, ya
que todo y todos estamos enmadrados en la Energía Madre una:
si algo o alguien pudiera desamarrarse, desaparecería instantáneamente; pero
esta desaparición es imposible porque todo se transforma y nada se destruye.
Religión viene de relegere o releer o reinterpretar o rever o ver por segunda
vez esta aparente y múltiple realidad mendaz que coloniza el mundo y depreda
nuestra vida.
(Archivo personal de Eduardo
Pedro García Rodríguez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario