UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560
CAPITULO IX-II
Eduardo Pedro García Rodríguez
1552. La tazmía de Chinech (Tenerife) arrojaba la cifra de 13.428
habitantes distribuidos entre 23 pueblos. Se había, pues, producido un
incremento neto de más de 4.000 nuevos pobladores a consecuencia de los saldos
vegetativos altos y a la inmigración. Eguerew (La Laguna ) concentraba un buen
porcentaje de los totales insulares. La siguen en importancia las poblaciones
de La Orotava ,
«Realejo de Taoro» y Garachico.
1552. Pues habemos puesto el sitio de las
Indias, conveniente cosa es poner el camino por donde van a ellas, para
cumplimiento de la obra y para contentamiento de los leyentes, especial extranjeros,
que tienen poca noticia de él. Parten los que navegan a Indias de San Lúcar de
Barrameda, donde entra Guadalquivir en la mar, que está de la línea Equinoccial
treinta y siete grados, y en ocho días o doce van a una de las islas de
Canaria, que caen a veinte y siete grados, y a doscientas y cincuenta leguas de
España, contando hasta el Hierro, que es la más occidental, De allí hasta Santo
Domingo, que hay al pie de mil leguas, suelen por la mayor parte ir en treinta
días. Tocan o ven primero a la
Deseada , o alguna otra isla de muchas que hay en aquel
paraje. De Santo Domingo, escala general para la ida, navegan seiscientas
leguas los que van a la
Nueva España y trescientas y cincuenta los que van a Yucatán
y a Honduras; doscientas y cuarenta los que van al Nombre de Dios, y ciento y
cincuenta los que a Santa María, por do entran al nuevo reino de Granada. Los
que van a Cubagua, donde sacan perlas, toman su camino desde la Deseada a mano izquierda;
para ir al río Marañón y al de la
Plata y al estrecho de Magallanes, que es cuatro mil leguas
de España, se va por Canaria a las islas de Cabo Verde, que están en catorce y
quince grados, y cerca de quinientas leguas del estrecho de Gibraltar, y
reconocen tierra firme de Indias en el Cabo Primero o en el cabo de San
Agustín, o no muy lejos, que, según cuenta de mareantes, estará casi otras
quinientas leguas de Cabo Verde. Quien va al Perú ha de ir al Nombre de Dios, y
de allí a Panamá por tierra, diecisiete leguas que hay. En Panamá toman otros
navíos, y esperan tiempo, ca no se navega siempre en aquel mar del Sur.
A la vuelta vienen todos, si no quieren perderse,
a la Habana de
Cuba, que cae debajo el trópico de Cáncer, y desde allí, echando al norte por
tener viento, suelen tomar la
Bermuda , isla despoblada, aunque no de sátiros, según
mienten, y puesta en treinta y tres grados. Tocan luego en alguna isla de los
Azores, y en fin, aportan a España, de donde salieron. Desvíanse a la venida,
de la derrota que llevaron, trescientas leguas, y aun por ventura cuatrocientas.
Hacen tan diferente camino a la vuelta por seguridad y presteza. Segura
navegación es toda, por ser la mar larga, aunque pocos navegan que no cuenten
de tormentas; lo peor de pasar a la ida es el golfo de las Yeguas, entre
Canaria y España, y a la venida, la canal de Bahama, que es junto a la Florida. Ningún
hombre que no sea español puede pasar a las Indias sin licencia del rey, y
todos los españoles que pasan se tienen de registrar en la casa de la Contratación de
Sevilla, con toda la ropa y mercaderías que llevan, so pena de perderlas, y
también se han de manifestar a la vuelta en la misma casa, bajo dicha pena,
aunque con tiempo forzoso desembarquen en otro cualquier puerto de España, que
así lo manda la ley. (Francisco López de Gómara (1511-1565). Historia
general de las Indias y conquista de México (1552) [Cap.CCXXI]
1552.Conquista de las islas Canarias. López de Gómara
Por ser las islas de Canaria camino para las
Indias, y nuevamente conquistadas, escribo aquí su conquista. Muy sabidas y
loadas fueron siempre las islas de Canaria, según autores griegos, latinos,
africanos y otros gentiles escriben. Mas no sé que hayan sido de cristianos
hasta que fueron de españoles. Cuenta el rey Don Pedro el Cuarto de Aragón, en
su historia, cómo el año de 1344 le vino a pedir ayuda para conquistar las
islas perdidas de Canaria don Luis, nieto de don Juan de la Cerda , que se llamaba
príncipe de la Fortunia ,
por merced, creo, del papa Clemente VI, francés. Puede ser que fuesen entonces
a Canaria los malorquines a quien los canarios se loan haber vencido, matando
muchos de ellos, y que hubiesen allí una imagen antigua que tienen. Los
primeros españoles que comenzaron a conquistarlas fueron allá el año de 1393, y
fue así que muchos sevillanos, vizcaínos y guipuzcoanos fueron a las Canarias
con armada, en que llevaron caballos para la guerra, el año sobredicho, que fue
el tercero del rey don Enrique III, según su historia cuenta. No sabría decir a
cúya costa fueron, aunque parece que a la suya propia, ni si por mandado del
rey o por su motivo. Empero sé que hubieron batalla con los de Lanzarote, y
gran despojo y presa en la victoria, y que trajeron presos a España al rey y
reina de aquella isla, con otras ciento y setenta personas, y muchos cueros y
cabras, cera y otras cosas de riqueza y estima para en aquellos tiempos.
Después el rey
don Enrique dio a ciertos caballeros las Canarias para que las conquistasen,
reservando para sí el feudo y vasallaje; entre los cuales fue Juan de
Betancurt, caballero francés, el cual, a intercesión de Rubín de Bracamonte,
almirante de Francia, su pariente, hubo también el año de 1471 la conquista de
aquellas islas, con título de rey. Vendió una villa que tenía en Francia, armó
ciertos navíos, pasó a las Canarias con españoles y llevó a fray Mendo por
obispo de lo que conquistase, para doctrinar y convertir aquellos gentiles; que
así lo mandó el papa Martin V. Ganó a Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y
Hierro, que son las menores, y aun la
Palma , a lo que algunos dicen. De Canaria lo echaron diez mil isleños que había
de pelea; y así, hizo un castillo de piedra y lodo en Lanzarote, donde asentó y
pobló. Señoreaba y regía desde allí las otras islas que sujetara, y enviaba a
España y Francia esclavos, cera, cueros, sebo, orchilla, sangre de drago, higos
y otras cosas, de que hubo mucho dinero. A la fama de la riqueza, o por ganar
honra conquistando a Tenerife que llaman isla del Infierno, y a la gran
Canaria, que se defendía valientemente, pidió el infante de Portigal don
Enrique al rey don Juan el Segundo de Castilla aquella conquista, mas no se la
dio; y el rey don Juan, su padre, la procuró de haber del Papa, y envió el año
de 1425 con armada a don Femando de Castro. Pero los canarios se defendieron
gentilmente. Todavía insistieron en aquella demanda, como les había sucedido
bien la guerra de la isla de la
Maderas y de otras, los reyes don Juan y don Duarte, y el
infante don Enrique, que era guerrero, y llegó el negocio a disputa de derecho
delante el papa Eugenio IV, veneciano, estando sobre ello en Roma el doctor
Luis Alvarez de Paz, y el papa dio la conquista y conversión de aquellas islas
al rey de Castilla don Juan el Segundo, año de 1431; y así cesó la contienda
sobe las Canarias entre los reyes de Castilla y Portugal.
Tornando, pues, a Juan de Betancurt, digo que
cuando murió dejó el señorío de aquellas cuatro islas que conquistara a un
pariente llamado Menaute, el cual, continuando la gobernación y trato con el
mismo Juan de Betancurt, tuvo diferencias y enojo con el obispo fray Mendo, que
convertía aquellos gentiles. El obispo entonces escribió al rey cómo los
isleños estaban muy mal con Menaute por muchos malos tratamientos que les
hacía, y tenían grandísimo deseo y aparejo de ser de su alteza. El rey, por
aquellas cartas del obispo, envió allá con tres naos, y con poderes para tomar
y tener las islas y personas, a Pero Barba de Campos, hombre rico, el cual como
llegó tuvo que dar y que tomar con el Menaute de palabras y aun de manos. Mas a
la fin se concertaron, dejando y vendiendo el Menaute las islas al Pero Barba,
y Pero Barba las vendió después a Fernán Peraza, caballero sevillano. Otros
dicen cómo el mismo Juan de Betancurt las vendió al conde de Niebla don Juan
Alonso, y cómo después las trocó el conde a Fernán Peraza, criado suyo, por
ciertos lugares que tenía. De la una manera o de la otra que pasó, es cierto
que las hubo Fernán Peraza, y que dio guerra a las otras islas por conquistar,
y en la Palma
le mataron a su único hijo Guillén Peraza. Llamábase rey de Canaria, y casó a
su hija mayor, doña Inés, con Diego de Herrera, hermano del mariscal de
Empudia. Muerto Fernán Peraza, heredaron Diego de Herrera y doña Inés Peraza,
llamándose reyes, que no debieran. Trabajaron mucho por ganar a Canaria,
Tenerife y la Palma ;
pero nunca pudieron. Tuvieron éstos hijos a Pero García de Herrera, Fernán
Peraza, Sancho de Herrera, doña María de Ayala, que casó en Portugal con don
Diego de Silva, conde de Portalegre, y otra que casó con Pero Fernández de
Saavedra, hijo del mariscal de Zaharia. Entendieron el rey don Femando y la
reina doña Isabel, recién herederos, cómo Diego de Herrera no podía conquistar
a Canaria; y como fueron a Sevilla el año 1478, enviaron a Juan de Rejón y a
Pedro del Algaba con gente y armada a conquistarla. Riñeron estos capitanes
andando en la conquista, y mató Rejón a Pedro del Algaba, cuya venganza no se
dilató mucho, ca luego mató Fernán Peraza, hijo de Diego de Herrera, al Juan de
Rejón, cuya muerte dañó después sus propios negocios, ca prosiguiendo los reyes
aquella guerra, estuvieron mal con Diego de Herrera, que se nombraba rey sin
serlo. El Diego de Herrera puso pleito a la conquista, porque, o la dejasen o
lo dejasen, diciendo pertenecerle a él y a su mujer, por la merced del señor
rey don Juan que hizo a Juan de Betancurt, cuyos sucesores ellos eran; y
alegando estar en posesión y acto de la conquista, en la cual habían gastado
muchos dineros y derramado mucha sangre de hermanos, parientes y amigos. Hubo
sobre esto demandas y respuestas con parecer de letra y tras ellas concierto, y
los reyes dieron al Diego de Herrera cinco cuentos de maravedís en contado por
los gastos, y el título de conde de la Gomera con el Hierro, y él y su mujer doña Inés
Peraza renunciaron todo el derecho y acción que tenían a las otras islas. Tras
este concierto despacharon allá con armada a Pedro de Vera, natural de Jerez,
año de 1480, según pienso. Pedro de Vera gastó tres años en ganar a Canaria,
que se defendían reciamente los isleños; y tardara más, y aun quizá no la
ganara, si no fuera con ayuda de Guanarteme, rey natural de Galdar, que le
favoreció por deshacer a Doramas, hombre bajo que por su valentía e industria
se había hecho rey de Telde, por donde entrambos se perdieron. Señaláronse
muchos canarios en aquella guerra, como fue Juan Delgado, que así se llamó
desde cristiano, y un Maninigra, que fue valentísimo sobre todos, el cual dijo
a otro que le motejaba de medroso una vez: "Tiemblan las carnes temiendo
el peligro donde las ha de poner el corazón". Alonso de Lugo, que fue
gentil soldado y capitán en la guerra de Canaria, conquistó el año de 1494 la Palma y Tenerife, de la cual
hubo título de adelantado. Desde entonces son todas aquellas islas de Canaria
del rey de Castilla muy pacíficamente, y el papa Inocencio VIII le dio el
patronazgo de ellas el año de 1486. [CCXXII] (Tomado de: Mgar.net)
1552.
El ingeniero de origen cremonés Leonardo Torriani
plantea, sin éxito, la creación de dos pequeños muelles para proteger mejor el
puerto natural de Garachico en Tenerife.
1552.
Hallándose las islas bloqueadas
por los navíos de Francia, y la de Tenerife bajo el gobierno del licenciado
Juan de Miranda, fue constante la preocupación de su Concejo y Regimiento por
la fortificación del puerto de Santa Cruz de Tenerife.
Ya hemos dicho también cómo a
raíz del ataque de "Pie de Palo"
a Santa Cruz de La Palma ,
el Concejo, Justicia y Regimiento de Tenerife, siempre preocupados por la
defensa de la tierra, habían nombrado como su mensajero a Juan Benítez de las
Cuevas, con el especial encargo de pedir al Rey el emplazamiento de tres nuevas
fortalezas: una en Santa Cruz, otra en Garachico y la tercera en el puerto de La Orotava , dotándolas con 20
piezas de artillería; aunque, a decir verdad, sin obtener el menor resultado
práctico.
Aquel mismo año de 1553 el
regidor don Pedro de Ponte solicitó también autorización de la Corona para construir un
castillo o torreón en Adeje, donde poseía magníficas heredades e ingenios,
alegando como motivo particular las constantes incursiones de los franceses,
que iban a hacer aguada en su término, con los consiguientes saqueos y daños.
Sin embargo, ni este ni otros
castillos se levantaron por entonces, a excepción del de Santa Cruz, construido
por iniciativa y bajo la dirección de Cepeda ya costa de los propios del
Cabildo de la isla. Estaba emplazado sobre el antiguo baluarte-ahora
derruído-del puerto de Santa Cruz, o sea en el saliente de costa formado entre
la caleta de Blas Díaz y la playa de la Carnicería , y era una recia construcción militar
de sillería en su base y de mampostería en el resto de la edificación con dos
cubelos emplazados, respectivamente, en el ángulo sudoeste el primero y
separado del cuerpo central el segundo, para más protección de la caleta
indicada. Su primer alcaide o guarda mayor fué el regidor don Juan Ortiz de
Goméztegui, propuesto por el Cabildo y confirmado por el Rey en julio de 1557.
El gobernador López de Cepeda
organizó, además, en Tenerife-no olvidando sus aficiones náuticas-una flota
para operar contra los moros de Berbería, aprovechándose de la merced hecha por
el Emperador en 1526 de los quintos de la Corona para los armadores que fuesen contra
turcos y moros.
A López de Cepeda hay también que
atribuirle la reorganización de las milicias de la isla de La Palma , para cuyo objeto se
trasladó por dos veces a Santa Cruz en la primavera y el verano de 1554,
residiendo en ella por espacio de algún tiempo.
Durante su estancia dió posesión
de la capitanía general de La
Palma a Juan de Monteverde, que así se lo exigió en virtud de
la Cédula real
de que era portador, y aunque gran parte de los vecinos la contradijeron,
alegando ser el beneficiario, hijo de padres extranjeros y haberla obtenido con
engaños, López de Cepeda optó por dar a Monteverde posesión de su cargo, sin perjuicio de informar al Rey,
como lo hizo, sobre el particular.
De igual manera y con la misma
oposición dió López de Cepeda posesión a Monteverde de la alcaidia de las
fortalezas de La Palma ,
aunque exigiéndole el cumplimiento de la promesa hecha al Rey de contribuir a
sus expensas a fortificar Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, don
Juan López de Cepeda no juzgó oportuno el cumplimiento textual del compromiso,
sino que eximiéndole de levantar en La Caldereta una nueva fortaleza (por juzgar aquella
parte defendida con los tiros de la torre de San Miguel), le exigió, en cambio,
dar fin y remate a su costa al castillo de Santa Catalina. Dicha solución
tampoco satisfizo a los regidores palmeros, pues aseguraron que no era justo
que habiendo gastado la ciudad, en más de cuarenta años que llevaba la
edificación, cerca de
3.000 ducados, se beneficiase con
la alcaidía de la misma Juan de Monteverde.
Poco antes se había recibido en La Palma la Real cédula de 8 de
abril de 1554, por la que el Emperador autorizaba a la isla para repartir 3.000
ducados entre los vecinos, con objeto, de reparar las fortificaciones después
de la invasión de los franceses. Con tal fin se reunió el Cabildo el 4 de mayo
de 1554 para acordar la distribución de dicha cantidad en proporción a la
cuantía de las fortunas; y aunque la nobleza se opuso a participar en el
repartimiento general de los 3.000 ducados, alegando sus privilegios, fué
obligada a la postre a contribuir gracias a la enérgica actitud del regidor don
Pedro de Alarcón.
De esta manera se pudo iniciar
con ahínco y empuje la fortificación de la ciudad, aunque con las mutaciones
impuestas por las circunstancias, pues ni Juan de Monteverde edificó el nuevo
fuerte autorizado de La
Caldereta , ni el Cabildo de la isla gastó los 3.000 ducados
en dar remate al castillo de Santa Catalina-conforme indicaba la Real cédula de 8 de abril de
1554-, sino que se empleó aquel caudal en el reparo de la torre de San Miguel y
en otros gastos de fortificación.
Con objeto de artillar estas
nuevas construcciones, el Cabildo hizo infonnación pública el 13 de agosto de
1554, ante el gobernador López de Cespeda y a pedimento del jurado Francisco de
Belmonte. De ella resulta que estaban faltas las dos fortalezas de doce
"piezas gruesas" de artillería, necesarisimas por ser Santa Cruz de La Palma "el puerto más frecuentado de Canarias por navíos que en él se
detienen para sus cargazones y refrescos...". La isla decidió enviar
un mensajero al Rey acompañando la mencionada información, y para ello fue
escogido el regidor Domingo García.
Este arduo problema de artillar
las nuevas fortificaciones construidas o en construcción, que afectaba
principalmente a Gran Canaria por el número de ellas, trató diferentes veces de
resolverlo por sus propios medios don Rodrigo Manrique de Acuña, conocedor
mejor que nadie de los atrasos y urgentes apremios de la Corona para atender a tan
distintos y diversos escenarios de guerra. En 1552, siendo por primera vez
gobernador Manrique, se habían encargado varias piezas de artillería: a Málaga
y Flandes; pero con tal desgracia, que cuando venían de camino se hundieron
unas en el estrecho de Gibraltar (las malagueñas) , siendo capturadas las otras
por los piratas franceses. Ahora, en
1554, se volvió a repetir, con feliz resultado, lá demanda por medio de un
mercader flamenco, saliendo fiador del pago, con su fortuna, don Pedro Cerón;
así pudo recibir la isla ocho cañones nuevos e infinidad de arcabuces,
mosquetes y otras armas. Las demás islas procuraron imitarla en el camino
emprendido.
Don Rodrigo Manrique de Acuña
podía estar contento de su labor, que en pocos meses había colmado todas las
esperanzas en él puestas y logrado que por segunda vez los franceses pasasen de
largo sin molestar las costas canarias. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1552. La colona
Margarita de Acevedo, hija de Gómez de Acevedo y de Onés Borges, pasó con su
padre de Lisboa a Tenerife. Casada con el capitán Pedro Méndez. Su marido la
mató cuando la sorprendió culpable de adulterio.
1552.
Una Flotilla francesa de 5 navíos al
mando de Pierre Rubin y Guillaume Maron, se sitúa entre las islas de Chinech
(Tenerife) y Tamaránt (Gran Canaria) al acecho para interceptar las
embarcaciones que navegan entre las dos islas. Para el 3 de Abril ya habían
capturado 8 buques.
Unos
días después, juzgando la situación insostenible, el Gobernador español en
Tamaránt (Gran Canaria), Rodrigo de Manrique, arma varios buques mercantes
canarios en Winiwuada (Las Palmas) con las piezas de las Fortalezas y se
enfrenta a los piratas a la vista de la misma ciudad de Winiwuada (Las Palmas).
El 19 de ese mismo mes, Manrique los obliga a rendirse, capturando cuatro de
los navíos corsarios y entrando en triunfo en la ciudad con los prisioneros
franceses.
1552. En
Garafía, isla de Benahuare (La
Palma ) El templo de una nave de la secta católica que, por
mandato del obispo, se levantó cerca de la costa, lo fue para trasladar a ella
la parroquia de San Antonio. En efecto el santo y los ornamentos sagrados
fueron traídos a la nueva iglesia, que se bendijo, aún inconclusa, a principios
de 1552, y en la que se dio culto católico al santo de Padua.
Pero
los vecinos del monte no se conformaron; y cuando el visitador del
obispado Luis de Padilla estuvo en
Benahuare (La Palma )
(Luis fue visitador, con intervalos, desde 1532 hasta 1557), a petición de los
moradores de arriba envió un clérigo católico a Garafía con el mandamiento de
que volviera la imagen de San Antonio y los ornamentos sagrados a la iglesia
del monte. En esta situación, Diego Yanes (apellido tipicamente portugués, pues
el castellano correspondiente es Yáñez) pidió al visitador que esta iglesia,
ahora sin titular por el traslado de San Antonio a su ubicación primitiva, se
dedicara al culto de la Virgen ,
en su advocación de Nuestra Señora de la
Luz , petición a la que accedió el visitador. Naturalmente
esto sucedió mucho antes de 1557. Así nació la parroquia de Nuestra Señora de la Luz. A instancia de los
vecinos, para evitar, competencias, en el verano de 1558 se crearon los curatos
de que el mismo párroco sirviera las dos iglesias. Los libros sacramentales se
llevaron sólo por el curato de la
Luz , y se iniciaron en 1560.
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