En las islas canarias, y pasada la conquista los antiguos pobladores, no podían acceder a cargos eclesiásticos o militares, o simplemente acceder a algún tipo de privilegio, tenían que presentar Como es bien sabido, para ocupar cargos, militares y eclesiásticos, o para obtener otro tipo de privilegios se les exigía el expediente de limpieza de sangre, y en otros casos demostrar su hidalguía. Sin embargo eran muchos los que no podían probar haber tenido en su corto pasado europeos hidalgos o tal ves cristianos viejos, en cuyo caso les quedaba el recurso de demostrar que sus ancestros pertenecían a la nobleza. Un ejemplo lo encontramos, en los documentos de Ibone de Armas, que pudo demostrar su ascendencia partiendo de su antepasado gomero Guajune que era hijo de Miguan y nieto de Aguamuge, de los primeros y más principales naturales de aquella isla.
Sin embargo es en Gran Canaria donde la tierra
estaba en manos de una oligarquía matri-lineal, es decir las propiedades
familiares y las herencias provienen de la familia de la madre, tías y abuela y
para ellas trabajaban el resto de la población en una relación de dependencia.
Los primeros conquistadores cuando llegan a las islas se casaron con mujeres de
ese, y algunos lo hicieron con mujeres de la familia guanartémica, consolidando
de forma natural el dominio de la tierra y la supeditación de los indígenas.
Serán descendientes los que constituyan la sociedad canaria de los siglos XVI
al XVIII, que mas bien alardeaban de ser descendientes de castellanos reales o
supuestos, pero también de los canarios. Es por esto que gran parte de las
familias más destacadas de Gran Canaria siendo descendientes directos de
Fernando Guanarteme, el ya conocido como último rey de Galdar, incluso algunos
se pusieron directamente el apellido de Guanarteme. Este fenómeno solo se dio
en esta isla.
Publicado
por María Gómez Díaz. Agosto de 2015.
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