miércoles, 12 de agosto de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA


UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1551-1560

CAPITULO IX-I



Eduardo Pedro García Rodríguez

1551.  El Cabildo de los colonos europeos en Chinech (Tenerife) se hacía eco de la tempestad que en octubre de ese año había arruinado al primitivo muelle de la Plaza de Santa Cruz. Se ejecutaron arreglos en años posteriores pero cada cierto tiempo, por su mala ubicación y sus pésimos materiales,  el mar volvía a destrozarlo. Posteriormente se solicita una nueva ayuda a la Corte castellana.
1551.
El Adelantado había encomendado la tenencia de la primitiva fortaleza a Juan de Benavente durante su vida, pero sus herederos se alzaron con la posesión de la misma, y en concepto de tales los hijos de Anton Joven y Juan de Ayala se creyeron con derecho para ceder en censo enfitéutico -perpetuo o por largo tiempo- a Salvador Álvarez, la Torre y su sitio por la cantidad anual de 13 doblas -la dobla eran unas 2,60 pts aproxi- madamente- todo lo cual obligó al Cabildo a litigar en 155I contra Juan de Ayala sobre la propiedad de la Torre por ser no solo Real sino Municipal, y en el año siguiente nombró un guarda de artillería del castillo cuyas condiciones defensivas se habían mejorado. (José María Pinto de la Rosa, 1996).

1551 febrero 23.
Cuevas Blancas es un topónimo de los más antiguos de la Isla, una vez comenzada la invasión y conquista, y ya en los primeros repartimientos de tierras que se hacen entre los conquistadores se cita. El 23 de febrero de 1551 Pedro Ximénez Casasola y Juan de Ribera piden a la Audiencia que se les asigne 100 fanegadas de tierras en Tamarazaite, que lindaban con el caminillo de atajo a Tenoya que iba hacia las Cuevas Blancas que son hacia la parte del mar y por la otra parte lindaban con el Barranquillo de Jacomar, dicen los expresados personajes que la querían[1] para “sembrar e aprovechar en pan y desmontar los cardones y leñas”, evidentemente no se trataba de un barranco seco y pelado sino que estaba muy cubierto de vegetación, en donde abundaba la madera, que por aquellos momentos se utilizaba en los ingenios azucareros. Para ver como van cambiando de manos esas tierras podemos irnos al 21 de abril de 1671, y en aquella fecha los Herederos del Capitán D. Bartolomé de Muxica Lezcano y Dª Ambrosia Serrate de Figueroa vecinos que habían sido de esta Isla, dan su consentimiento para que se puedan vender sus posesiones y entre otras se encontraban: una suerte grande de tierras de labradío en Tamarasaite, en la Cruz del Ovejero[2], otra suerte denominada Los Guirres, en el Cardonal de Tamarasaite que llaman Cuevas Blancas, lindaban con los Cercados de Guillén de Ayala, a la pared a dar al Llano del Mar. Con respecto a Los Guirres [3], en Tamarasayte, hay un documento que ya lo menciona en el año 1601, aludiendo a que había sido de sus padres, con lo que este topónimo es del siglo XVI.
(http://www.municipiodesanlorenzo.com/index.php?option=com_content&task=view&id=15&Itemid=31)

1551 febrero 23.

Repartimientos en Firgas.-árboles frutales, caña de azúcar y trapiches.- Orgullo y perdición de Vera.- Más repartimientos en Firgas y Tenoya.- Conquista de Tenerife.- Repartimientos en las Vegas de Arucas.- Los Palenzuela y los Aríñez.- Ermitas de San Juan de Ortega y San Juan Bautista.- Nacimiento de Arucas.
Como los españoles en sus correrías por el Norte de Gran Canaria durante la conquista, se veían precisados de atravesar caudalosos arroyos que pudieran, a su tiempo, ser utilizados en la agricultura, una vez distribuidas las mejores tierras de Tenoya con sus derechos correspondientes al regadío, siguiéronse los repartos en dirección al Poniente, donde discurría un caudaloso arroyo que desaguaba en la costa de Layraga.
En la parte superior de dicho barranco, cerca de donde los canarios llamaban Afurgad, y los españoles Firguis, Filgas o Firgas; por esta misma razón, o sea, por variación en la pronunciación de tales topónimos aborígenes, a Arehucas le llamaron Arucas, a Atenoya, Tenoya; a Aterura, Terore o Terori; dieron en dicho año una magnífica extensión al conquistador Tomás de Palenzuela.
Este joven caballero era hijo de doña Isabel de Mayorga, y del capitán Tomás Rodríguez de Palenzuela, naturales de Burgos; que con cuatro hijos vino a las órdenes de Pedro de Vera, en calidad de conquistadores, sirviendo a la patria con peones, préstamos y caballos: todo de su pecunio particular. De éstos, los hijos y los padres murieron en diversas acciones, por lo que a Tomás de Palenzuela y a su hermano (que alcanzó amplios terrenos en Sardina del Sur), se les recompensó por sus servicios y por los que prestaron sus difuntos familiares (1)
Pedro de Vera no descansaba. Ideando mil proyectos en bien de la Isla, mientras continuaban los repartos, traía de España y de la isla de Madera, ganados, aves de corral, cereales, hortalizas, viñas y árboles frutales que luego distribuía entre los nuevos pobladores, sobre todo caña de azúcar, cultivo entonces de valor extraordinario muy extendido en Valencia y Sur de Andalucía, construyéndose en Las Palmas los primeros ingenios, muy rudimentarios, para la industria azucarera y miel artificial.
Con estos éxitos el General Vera fue tornándose orgulloso, violento y cruel, tanto que para castigar el asesinato de Hernán Peraza, señor de La Gomera, verificó entre los indígenas una matanza espantosa, llegando su furor al extremo de exigir a algunas personas que vivían ya en lo que fue después jurisdicción de Arucas, le entregasen algunos gomeros que tenían en su compañía, para ajusticiarlos, y porque el Obispo Fray Miguel López de la Cerda (sucesor de Juan de Frías) le recriminase por tal proceder, le insultó villanamente y le amenazó con ponerle sobre la cabeza un casco de hierro hecho ascuas. El Sr. de la Cerda se quejó a los Reyes Católicos; éstos depusieron de su cargo a Pedro de Vera, le ordenaron volver a 



Eduardo Pedro García Rodríguez
1551.  El Cabildo de los colonos europeos en Chinech (Tenerife) se hacía eco de la tempestad que en octubre de ese año había arruinado al primitivo muelle. Se ejecutaron arreglos en años posteriores pero cada cierto tiempo, por su mala ubicación y sus pésimos materiales,  el mar volvía a destrozarlo. Posteriormente se solicita una nueva ayuda a la Corte castellana.
1551.
El Adelantado había encomendado la tenencia de la primitiva fortaleza a Juan de Benavente durante su vida, pero sus herederos se alzaron con la posesión de la misma, y en concepto de tales los hijos de Anton Joven y Juan de Ayala se creyeron con derecho para ceder en censo enfitéutico -perpetuo o por largo tiempo- a Salvador Álvarez, la Torre y su sitio por la cantidad anual de 13 doblas -la dobla eran unas 2,60 pts aproxi- madamente- todo lo cual obligó al Cabildo a litigar en 155I contra Juan de Ayala sobre la propiedad de la Torre por ser no solo Real sino Municipal, y en el año siguiente nombró un guarda de artillería del castillo cuyas condiciones defensivas se habían mejorado. (José María Pinto de la Rosa, 1996).

1551 febrero 23.
Cuevas Blancas es un topónimo de los más antiguos de la Isla, una vez comenzada la invasión y conquista, y ya en los primeros repartimientos de tierras que se hacen entre los conquistadores se cita. El 23 de febrero de 1551 Pedro Ximénez Casasola y Juan de Ribera piden a la Audiencia que se les asigne 100 fanegadas de tierras en Tamarazaite, que lindaban con el caminillo de atajo a Tenoya que iba hacia las Cuevas Blancas que son hacia la parte del mar y por la otra parte lindaban con el Barranquillo de Jacomar, dicen los expresados personajes que la querían[1] para “sembrar e aprovechar en pan y desmontar los cardones y leñas”, evidentemente no se trataba de un barranco seco y pelado sino que estaba muy cubierto de vegetación, en donde abundaba la madera, que por aquellos momentos se utilizaba en los ingenios azucareros. Para ver como van cambiando de manos esas tierras podemos irnos al 21 de abril de 1671, y en aquella fecha los Herederos del Capitán D. Bartolomé de Muxica Lezcano y Dª Ambrosia Serrate de Figueroa vecinos que habían sido de esta Isla, dan su consentimiento para que se puedan vender sus posesiones y entre otras se encontraban: una suerte grande de tierras de labradío en Tamarasaite, en la Cruz del Ovejero[2], otra suerte denominada Los Guirres, en el Cardonal de Tamarasaite que llaman Cuevas Blancas, lindaban con los Cercados de Guillén de Ayala, a la pared a dar al Llano del Mar. Con respecto a Los Guirres [3], en Tamarasayte, hay un documento que ya lo menciona en el año 1601, aludiendo a que había sido de sus padres, con lo que este topónimo es del siglo XVI.
(http://www.municipiodesanlorenzo.com/index.php?option=com_content&task=view&id=15&Itemid=31)

1551 febrero 23.

Repartimientos en Firgas.-árboles frutales, caña de azúcar y trapiches.- Orgullo y perdición de Vera.- Más repartimientos en Firgas y Tenoya.- Conquista de Tenerife.- Repartimientos en las Vegas de Arucas.- Los Palenzuela y los Aríñez.- Ermitas de San Juan de Ortega y San Juan Bautista.- Nacimiento de Arucas.
Como los españoles en sus correrías por el Norte de Gran Canaria durante la conquista, se veían precisados de atravesar caudalosos arroyos que pudieran, a su tiempo, ser utilizados en la agricultura, una vez distribuidas las mejores tierras de Tenoya con sus derechos correspondientes al regadío, siguiéronse los repartos en dirección al Poniente, donde discurría un caudaloso arroyo que desaguaba en la costa de Layraga.
En la parte superior de dicho barranco, cerca de donde los canarios llamaban Afurgad, y los españoles Firguis, Filgas o Firgas; por esta misma razón, o sea, por variación en la pronunciación de tales topónimos aborígenes, a Arehucas le llamaron Arucas, a Atenoya, Tenoya; a Aterura, Terore o Terori; dieron en dicho año una magnífica extensión al conquistador Tomás de Palenzuela.
Este joven caballero era hijo de doña Isabel de Mayorga, y del capitán Tomás Rodríguez de Palenzuela, naturales de Burgos; que con cuatro hijos vino a las órdenes de Pedro de Vera, en calidad de conquistadores, sirviendo a la patria con peones, préstamos y caballos: todo de su pecunio particular. De éstos, los hijos y los padres murieron en diversas acciones, por lo que a Tomás de Palenzuela y a su hermano (que alcanzó amplios terrenos en Sardina del Sur), se les recompensó por sus servicios y por los que prestaron sus difuntos familiares (1)
Pedro de Vera no descansaba. Ideando mil proyectos en bien de la Isla, mientras continuaban los repartos, traía de España y de la isla de Madera, ganados, aves de corral, cereales, hortalizas, viñas y árboles frutales que luego distribuía entre los nuevos pobladores, sobre todo caña de azúcar, cultivo entonces de valor extraordinario muy extendido en Valencia y Sur de Andalucía, construyéndose en Las Palmas los primeros ingenios, muy rudimentarios, para la industria azucarera y miel artificial.

Con estos éxitos el General Vera fue tornándose orgulloso, violento y cruel, tanto que para castigar el asesinato de Hernán Peraza, señor de La Gomera, verificó entre los indígenas una matanza espantosa, llegando su furor al extremo de exigir a algunas personas que vivían ya en lo que fue después jurisdicción de Arucas, le entregasen algunos gomeros que tenían en su compañía, para ajusticiarlos, y porque el Obispo Fray Miguel López de la Cerda (sucesor de Juan de Frías) le recriminase por tal proceder, le insultó villanamente y le amenazó con ponerle sobre la cabeza un casco de hierro hecho ascuas. El Sr. de la Cerda se quejó a los Reyes Católicos; éstos depusieron de su cargo a Pedro de Vera, le ordenaron volver a 

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