domingo, 8 de junio de 2014

BACILIO DELGADO Y RODRIGUEZ




1904 marzo 15.

A las cinco de la mañana, fallecía en su domicilio de la calle de San Sebastián, en Icod de los vinos,Tenerife,  Bacilio Delgado y Rodríguez (1837-1904), Bachiller en artes, cura ecónomo de la villa de Santiago, párroco   propio, cura castrense y arcipreste de Icod de los vinos, vicepresidente de la subcomisión local de la Cruz Roja, colaborador periodístico y socio de número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife1

Dedicamos el presente trabajo a uno de los numerosos sacerdotes nacidos en San Miguel de Abona en el siglo XIX, don Basilio Delgado y Rodríguez, quien paralelamente a su carrera eclesiástica obtuvo el título de Bachiller en Artes en el Instituto de Canarias. Luego desarrolló una dilatada labor parroquial en Santiago del Teide e Icod de los Vinos; en esta localidad obtuvo la propiedad de la parroquia y ocupó, además, los cargos de arcipreste y cura castrense del Arciprestazgo. Destacó asimismo como orador, colaborador periodístico y polemista, defendiendo siempre sus dos ideales principales: la Religión Católica y la Patria, sobre los que llegó a sostener fuertes polémicas. También fue redactor de La Voz Icodense, vicepresidente de  la  Subcomisión local  de  la Cruz  Roja  y socio de  número de  la  Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife.

Nació en el pueblo de San Miguel de Abona el día 3 de marzo de 1837, siendo hijo de don Agustín Delgado García, natural de dicho lugar, y de doña María Antonia Rodríguez y Rodríguez, que lo era del de Arona. Tres días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco don Francisco Guzmán y Cáceres; se le puso por nombre “Basilio Antonio” y actuó como padrino su tío materno don Manuel Rodríguez.

Bachillerato en Artes y carrera eclesiástica2

Don Basilio aprendió las primeras letras en su pueblo natal y, tras descubrir que su verdadera vocación era la eclesiástica, decidió seguir sus estudios en el Seminario Conciliar de Las Palmas de Gran Canaria. En los exámenes celebrados en el Instituto Provincial de Canarias, con sede en La Laguna, entre los días 3 y 8 de junio de 1861, “D. Basilio Delgado y Rodriguez natural de San Miguel en esta Isla” concluyó los estudios de Filosofía, obteniendo la calificación de “notablemente aprovechado” en “la difícil cuanto interesante asignatura de Física y Química”, así como en “la asignatura de Psicología, Lógica y Ética” y en “la de Historia Natural”. El  16  de  ese  mismo  mes,  dichos  estudios se  le  convalidaron por  el Seminario Conciliar de Las Palmas de Gran Canaria. Luego, en los días 30 de junio y 1 de julio de ese mismo año, se presentó a los tres ejercicios que se requerían para obtener el grado de Bachiller en Artes, resultando aprobado.3

Una vez concluidos sus estudios de Filosofía, el 20 de diciembre del mismo año recibió la Prima Tonsura clerical y las Órdenes Menores en la capilla del palacio episcopal de

Las Palmas de Gran Canaria, de manos de Fray Joaquín Lluch y Garriga, obispo de la
Diócesis de Canarias y administrador apostólico de la Diócesis de Tenerife.
Como nuestro biografiado no poseía ninguna capellanía, el 24 de diciembre de 1861 su madre, doña María Antonia Rodríguez, por entonces viuda de don Agustín Delgado García y vecina de San Miguel, constituyó un patronato vitalicio a su favor, según escritura otorgada en la Villa de La Orotava ante el escribano público don Sixto González Regalado, “á fin de que los productos y reditos de la finca le sirvan de congrua y desente manutención”; y lo otorgó “sobre una finca cereal, árboles frutales y viñedo, situada en la jurisdicción de dicho pueblo de San Miguel donde llaman Ochoa”, libre de todo gravamen. El terreno escriturado tenía una superficie de “doce fanegadas de puño, que es la medida que se acostumbra en aquella parte de la Isla” y valía “veinte y siete mil reales, que á un cinco por ciento anual, su redito es noventa pesos corrientes, ó sean mil trescientas cincuenta reales vellon, según la pericia que manifiesta haber practicado los labradores Don José Rodriguez Mena y Don José Ventura Rodríguez Perez, que por carecer en la banda del sur de peritos matriculados, son los que prestan gratuitamente este servicio á sus convecinos”. Y el 27 de diciembre de 1861 don Basilio registró dicha escritura en la oficina del Registro de hipotecas del Partido de La Orotava, por una cantidad de 33,75 rs. vn.

El 17 de enero de 1862 su madre dio poder al procurador don Domingo Toledo, quien el 20 de enero inició la tramitación del expediente para que dicha finca se erigiese “en bienes quasi espirituales” y se declarasen, en su virtud, los rendimientos de la misma como congrua suficiente que sirviese de título de ordenación para don Basilio, que por entonces se hallaba de alumno interno en el Seminario Conciliar de la Diócesis de Canaria, constituyendo así un Patrimonio vitalicio a su favor, con lo que ya podría ascender a las sagradas órdenes a que aspiraba.

El 25 de ese mismo mes de enero don Pascual José Cozar y Felipe, Lcdo. en la Facultad de Jurisprudencia, abogado de los Tribunales del Reino, provisor, vicario general y gobernador eclesiástico de dicha Diócesis en Administración Apostólica, dispuso “que se libre el correspondiente Edicto, citando, llamando y emplazando en debida forma á todas las personas que puedan tener algun derecho á la espresada finca Patrimoniada”; y así lo hizo dos días después, dando comisión al cura párroco de San Miguel, para que ante notario publico  procediese  a  examinar  a  cinco  testigos,  tres  de  parte  y dos  de  oficio  “para  la averiguación de la existencia, certeza, seguridad, valor principal, redito libre anual y pensiones que sobre si tenga la finca de que ha fundado Patrimonio vitalicio”.

El 25 de febrero inmediato don Jerónimo Mora y Hernández aceptó y obedeció el mandato y dispuso que ese mismo día declarasen en su presencia, y la del notario público don Francisco Gómez y Gómez, los tres testigos de parte, que fueron: don Agustín Tacoronte, don José Hernández Sierra y don Tomás de Torres; y dos de oficio, don Agustín Pérez y don José Rodríguez Mena; todos ellos, que eran vecinos de dicha localidad, ratificaron de  forma unánime lo que se pedía, afirmando además que “tanto en este pueblo como en los demas de la isla mucha falta de eclesiásticos” y que don Basilio tenía “una excelente conducta y grande amor  al  estado  eclesiástico,  tan  asi  que  se  halla  estudiando la  moral  Teológica  en  el Seminario de la Gran Canaria, dando grandes esperanzas de ser útil á la Santa Iglesia y al desempeño del sagrado ministerio” y que “no se halla filiado en cuerpo alguno militar”. Tras oír a los testigos, en esa misma fecha el cura párroco dio por buenas sus declaraciones y remitió las diligencias al gobernador eclesiástico.

Transcurrido el plazo oficial sin que se presentase ningún opositor a dicho patrimonio, el 24 de marzo el gobernador eclesiástico trasladó el expediente al fiscal del Obispado, el Dr. Salazar, para que lo informase. Éste lo hizo dos días después en sentido favorable, por lo que el 29 de ese mismo mes el Lcdo. Cózar y Felipe emitió su auto definitivo ante el notario público  don  Francisco  Martínez  Diepa,  considerando  que  los  rendimientos  de  la  finca excedían  los  prevenidos  y  que  el  aspirante  reunía  “las  dotes  y  buenas  cualidades  que demanda el Estado Eccô á que desea consagrarse”, así como “que son sumas la necesidad y falta de ministros del Santuario que se experimentan en esta Diócesis”; por ello dijo: “Que debia aprobar y aprueba, en efecto, la fundación de patrimonio á que se contrae la precitada escritura” y declaró “ademas la indicada institución patrimonial, titulo bastante para que el espresado Dn. Basilio Delgado y Rodriguez pueda ser promovido á los sagrados ordenes”. Y finalmente, tras hacer pública dicha resolución sin que se interpusiese recurso alguno en el plazo legal, el 9 de abril de 1862 el gobernador eclesiástico Cózar declaró su auto definitivo “por consentido, no apelado y pasado en autoridad de cosa juzgada”. Y poco después recibió “la colación y canonica institución” de dichos bienes.

Tras obtener el título de su patrimonio vitalicio, nuestro biografiado continuó cursando en el Seminario de Las Palmas de Gran Canaria los estudios de Teología, materia en la que alcanzó enseguida unos importantes conocimientos, por lo que obtuvo en ella el título de Bachiller.

Así, una vez que se le consideró perfectamente preparado, fue recibiendo sucesivamente las órdenes mayores: el Subdiaconado el sábado 14 de junio de 1862, el Diaconado el 20 de diciembre del mismo año y, finalmente, el Presbiterado el sábado 21 de marzo de 1863, cuando acababa de cumplir los 26 años de edad. Todas esas sagradas órdenes le fueron conferidas por el mencionado obispo Lluch y Garriga en la capilla de su palacio episcopal de la capital grancanaria.

Cura ecónomo del Valle de Santiago

Una vez concluida su carrera el nuevo sacerdote regresó a Tenerife, celebrando la primera misa en la parroquia de San Miguel Arcángel de su pueblo natal, donde permanecería algunos meses desarrollando sus licencias de celebrar, confesar y predicar, en colaboración con el cura propio de ella don Jerónimo Mora y Hernández.

El 18 de julio de ese mismo año 1863 recibió su primer nombramiento, el de cura ecónomo de la iglesia parroquial de San Fernando en la Villa de Santiago del Teide, que se hallaba vacante por traslado de don Juan Alonso del Castillo. En dicha parroquia desarrolló el Bachiller Delgado una fructífera labor durante más de nueve años, en los que tuvo que atender una amplia y dispersa jurisdicción, dedicando una especial atención, además de al templo parroquial, a la ermita de Santa Ana en Tamaimo.


Como párroco del Valle de Santiago, el Sr. Delgado figuró como elector para las elecciones de diputados a Cortes, por el caso 2º del artículo 19; ya lo era en agosto de 1865 y continuaba en enero de 1868.

En ese tiempo tuvo algunos problemas, pues en 1866 se quiso oponer al nombramiento del sochantre, don Luis García Mendivil, que había sido acusado de desfalco, robo y de mantener relaciones amorosas fuera del matrimonio. Pero ante su queja, el obispo amenazó a nuestro párroco por desobediencia, no quedándole más remedio que aceptarlo, pero el poco aprecio que sentía por él hizo que se mantuviese siempre una situación tensa entre ambos, durante los escasos meses en que aquel desempeñó el cargo, hasta su renuncia el 12 de junio de ese mismo año.

En 1867 contribuyó en dos ocasiones y junto a algunos feligreses con un total de 71 reales de vellón, a la suscripción abierta en las dos Diócesis de Canarias “para atender á las necesidades de Su Santidad”4.

Don Basilio cesó al frente de la parroquia de San Fernando a mediados de octubre de
1872, pues el 15 de dicho mes había sido nombrado para servir el primer beneficio de la parroquia de San Marcos en Icod de los Vinos.

Tomó posesión inmediatamente de la importante parroquia norteña, en concepto decura ecónomo, y pocos meses después se le nombró arcipreste del distrito de Icod, cargo con el que ya figuraba el 10 de julio de 1873 y en el que permaneció durante más de 26 años. En ese tiempo estuvo incluido como elector de la jurisdicción de Icod, en concepto de capacidad como párroco, como ya figuraba en septiembre de 1877. En este último mes se celebró en su parroquia durante ocho días una Santa Misión, a cargo del Penitenciario de la Catedral y del arcipreste de La Orotava, que nuestro biografiado describió en el Boletín Oficial Eclesiástico de Tenerife el 12 de octubre inmediato, en crónica firmada en Icod el 28 de septiembre anterior.

Icod de los Vinos a finales del siglo XIX, con su iglesia parroquial de San Marcos, de la que don Basilio fue párroco propio, así como arcipreste y cura castrense del partido.

Cuando se convocaron oposiciones para cubrir en propiedad los curatos vacantes en la Diócesis, entre los que se encontraba el de Icod, don Basilio concurrió a las mismas, pronunciando con brillantez los discursos literarios de las diversas materias que le tocaron en suerte, dando pruebas de su gran saber e ilustración eclesiástica. Como consecuencia de ello se le consideró acreedor al desempeño del ministerio parroquial que desde tanto tiempo ejercía en la Diócesis, concediéndosele la colocación que pretendía. De este modo, el 17 de septiembre de 1878 tomó posesión en propiedad de la iglesia parroquial matriz de San Marcos Evangelista de Icod, que regentaba desde hacía seis años, y del Arciprestazgo de dicho Partido, cargos que desempeñaría casi hasta su muerte. El trabajo de don Basilio en esta villa norteña fue muy intenso, pues, además de su labor parroquial, como tal vicario tenía que desplazarse con frecuencia a todos los pueblos de la comarca para visitar sus iglesias y ermitas y para resolver las dudas o problemas que afectaban a los numerosos clérigos de la zona.

El 15 de octubre de ese mismo año 1878 se le concedió licencia para bendecir la capilla del cementerio de dicha Villa, construida gracias a su iniciativa. También en su época de párroco, el templo de San Marcos fue objeto de una importante reforma, pues se levantaron de nuevo desde sus cimientos los muros de la parte del naciente, que dan a la hoy plaza de Lorenzo-Cáceres.

En octubre de 1886, don Basilio fue uno de los párrocos que, en su nombre y en el de sus feligreses, pidieron la Coronación Canónica de la Virgen de Candelaria. El 23 de abril 1887 figuraba como Bachiller y “Párroco propio del Evangelista San Marcos de Icod y arcipreste del partido”. Y el 13 de octubre de 1889, como tal párroco-arcipreste asistió invitado a la Solemne Consagración y Coronación de la Virgen de Candelaria, de la que había sido uno de sus solicitantes.

En este mismo mes de octubre de 1889 fue nombrado cura castrense del Arciprestazgo de Icod, de lo que se hizo eco el día 15 el Diario de Tenerife: “El Iltmo. Sr. Teniente Vicario General Castrense de este Distrito, ha tenido á bien nombrar Cura Castrense del Arciprestazgo de la Villa de Icod, al que hoy dignamente lo regenta cura párroco propio D. Basilio Delgado. / Felicitamos al agraciado por esta señalada distinción al par que al Istmo. Sr. Vicario por su acierto en el tal nombramiento”.

El Sr. Delgado llegó a destacar como un gran orador. Así el 3 de octubre de 1890, el corresponsal en Icod de El Valle de Orotava informaba de la celebración de las fiestas de dicha villa y del papel en ella de nuestro personaje: “Tuvo luego lugar solemne función religiosa, en la cual predicó el ilustrado párroco Don Basilio Delgado que improvisó una notable oración, puesto que subió al pulpito cuando supo que el orador á quien se habla encargado el sermón, no se hallaba en la iglesia en el momento designado al efecto”. Al año siguiente volvió a intervenir en las fiestas, en un emotivo acto de reparto de premios a los niños de las escuelas, como informó un suscriptor del mismo periódico el 3 de octubre de 1891: “seguidamente pronunció el Venerable Párroco D. Basilio Delgado un discurso que gustó muchísimo al numeroso concurso”.

En agosto de 1891 se inscribió en la Hermandad de Sufragios, junto a otros sacerdotes de la Diócesis5. En octubre de ese mismo año contribuyó con 15 pesetas para la suscripción nacional abierta por el presidente de la Audiencia para remediar las desgracias ocasionadas por las recientes inundaciones en varios pueblos de la Península, siendo el tercer mayor contribuyente de Icod para dicho fin; y en el mes de noviembre inmediato aportó otra peseta para el mismo fin6. Como párroco arcipreste de Icod, en febrero de 1892 fue inscrito como miembro titular en el Congreso Católico Nacional de Sevilla7. En marzo de 1897 contribuyó con un donativo de 3 pesetas “para la renovación con mármol del pavimento de la Iglesia parroquial de San Francisco”8. Y en septiembre de 1898 lo hizo con 25 pesetas para “la suscripción abierta para la reedificación de la Santa Iglesia Catedral”9.

El 27 de octubre de 1897, La Opinión informaba de su labor en la mejora del santuario de Santa Bárbara, copiado de La Voz Icodense:
«En la semana última y con motivo de celebrarse la festividad de Santa Bárbara, fué bendecido solemnemente el santuario que en la jurisdicción de esta Villa existe bajo la advocación de dicha santa y el cual ha sido transformado por completo aumentándolo en una tercera parte más de su extensión con lo que queda ahora capaz y suficiente para él número de fieles que acuden á él.

Enviamos nuestra enhorabuena al digno y celoso párroco D. Basilio Delgado y
Rodríguez que tanto se desvive por el esplendor del culto.

Como curiosidad, en reconocimiento a la total entrega hacia sus feligreses y a los méritos sociales e intelectuales que lo adornaban, se propuso a don Basilio Delgado, “párroco de la villa de Icod”, como socio de número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, admitiéndose su ingreso en tan prestigiosa institución en la junta ordinaria celebrada el 15 de marzo de 1899.

Colaborador periodístico, redactor de La Voz Icodense, polemista, socio del casino “La Union” y vicepresidente de la Cruz Roja de Icod.

Desde 1877 hasta 1903, don Basilio colaboró con frecuencia en la prensa, siempre en defensa del Catolicismo y de su Patria tinerfeña, por lo que fue acusado de retrógrado por la prensa republicana, con la que llegó a sostener agrias polémicas; no obstante, a veces también relataba acontecimientos religiosos vividos en su parroquia, no exentos de datos históricos. Así, fue colaborador de varios periódicos: El Gólgota, Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Tenerife, La Opinión y, sobre todo, La Voz Icodense, del que fue redactor.

Aunque firme en sus ideas, por lo general tuvo una gran habilidad para soslayar los enfrentamientos, tal como recogía “Q.” en un artículo publicado en Diario de Tenerife el 21 de junio de 1917, titulado “Hábil política (Historia del tiempo viejo)”:
Ya he hablado alguna vez del Arcipreste de Icod don Basilio Delgado, cuyo nombre recordamos, con cariño todos los que pudimos leer en el libro de su alma y pudimos apreciar lo inmenso de su bondad y de su tolerancia y la extensión de su claro talento.
Por cuestiones políticas, se fundó en Icod un nuevo casino que se llamó «La Unión». Sus socios eran todos de ideas avanzadas y los primeros acuerdos fueron suscribirse al «Motín», «Las Dominicales del Libre Pensamiento», etc.

Con los Motines, que entonces publicaban unas ingeniosas láminas iluminadas, se adornaron la antesala, el gabinete de lectura y la galería.

A1 enterarse don Basilio, si hubiera sido un cura adocenado de los que tanto abundan, hubiera subido al púlpito y nos hubiera puesto como un zapato; pero el resultado sería infalible, que además de incomodarnos los socios, además de perderle el cariñoso respeto que todos le teníamos, se hubieran puesto Motines hasta en la fachada; pero don Basilio, era don Basilio y… solicitó hacerse socio.
Causó sorpresa la petición y hasta hubo alguno de la Junta que trató de disuadirle; pero ante su firme propósito, sus carcajadas, y su dicho de que él no se asustaba de nada se le admitió.
Durante varios días, concurrió al Casino habló con todos y de todo y parecía que la cosa no daría juego; pero a la semana y como incidentalmente soltó la especie «del disgusto que tenía, por tener que retirarse, a pesar de los buenos ratos que allí pasaba, porque, aunque a él no le molestaba, si llegaba a oídos del señor Obispo que él concurría a un Casino empapelado casi con Motines, podía sentarle mal.»

Los socios, que como he dicho le apreciábamos, tuvimos un disgusto con la noticia y uno propuso guardar los Motines en el armario para quitar ese motivo. Al comunicárselo a don Basilio, desistió de su retirada y agradeció la atención.

Vivían todos en santa armonía, pero notaban que los Motines y Las Dominicales o no llegaban o llegaban con gran irregularidad y al quejarse á las respectivas redacciones, manifestaron éstas que no mandaban ya el periódico porque lo habían devuelto.

Don Basilio, los días de correo iba por la mañana a «La Unión», se llevaba los periódicos  sin  abrirlos  y  hacía  escribir  a  un  simpático  amiguito  que  tenía  un  «Se devuelve» cuyo alcance no comprendía el amanuense improvisado, pero que tuvo la habilidad de desterrar de «La Unión» los citados periódicos.

Sin embargo, nuestro biografiado no pudo evitar una enorme polémica, que durante más de un año se vivió intensamente en la prensa tinerfeña, sobre la propiedad de la capilla u oratorio de San Felipe Neri que se veneraba en Icod, pues convencido que era propiedad de la parroquia y con el apoyo de varios vecinos, en 1896 inició un pleito al denunciar en el Juzgado al que ostentaba su propiedad, que por entonces era don Daniel Morales Clavijo, al cambiar éste la cerradura y hacer un inventario de los objetos de culto que existían en ella, una vez que se le había dado posesión de dicho oratorio por el Juzgado del Partido. A pesar de que la sentencia fue favorable al mencionado propietario, las polémicas periodísticas fueron muy intensas, sobre todo entre 1899 y 1900, atacándose con dureza a don Basilio por los partidarios de aquel, en especial desde Unión

Conservadora, que se negaba a publicar los artículos del sacerdote, como puso de manifiesto en su edición el 16 de junio de 1899:
El Sr. D. Basilio Delgado, cura párroco de la villa de Icod, se ha servido remitirnos una larga carta, hablándonos de la fundación de una ermita y de otras cosas que no nos importan, pidiendo á la vez la insertemos en nuestras columnas á lo que no accedemos por varias razones.

Primera, porque no tenemos la paciencia evangélica de D. Basilio para sufrir sus
latas.

Y,  segundo,  porque  entendemos  es  una  obra  de  caridad  el  impedir  qué  un
sacerdote aparezca entablando polémicas con sus feligreses.

Ya vé D. Basilio que somos corteses con su persona al acusarle recibo de su epístola. Esta agria polémica fue, probablemente, la que le llevó a dejar de pertenecer a la redacción de La Voz Icodense a comienzos de ese mismo mes de junio, de lo que se hizo eco Unión Conservadora el 7 de dicho mes, con cierto morbo y regocijo:

Y á propósito de La voz icodense.

Hemos visto que el cura párroco de la villa de Icod ha dejado de pertenecer á la redacción del aludido periódico.

Así lo dice D. Basilio Delgado en carta que dirige al director de La Vos y cuya determinación aplaudimos; pues era poco edificante que el pastor evangélico, encargado por la iglesia de Cristo de predicar la paz y concordia entre los fieles, se entretuviese, olvidando su caritativa misión, en atizar la tea de la discordia.

Mas, al despedirse el Sr. Delgado de sus lectores, lo hace en estos términos: «Al despedirme de Vd. y del pueblo, dóiles las gracias por la favorable acogida prestada á mis poco meritorios trabajos. Como obsequio al público ofrezco antiguos é interesantes documentos históricos de esta villa, que constan en el archivo de mi cargo. Creo que los enemigos de la La Voz y de los que en ella hemos escrito mirarán con malos
ojos lo que literalmente se copie de documentos de antaño».
¿Qué documentos serán esos?...
Por lo que se traduce en las frases transcriptas, Don Basilio ni se arrepiente ni se enmienda.

Y es natural, por aquello de genio y figura....

El problema aún seguía en la prensa en 1921, mucho tiempo después de la muerte del párroco, pues el 1 de marzo de este año don Daniel Morales (por entonces consejero del Cabildo) se quejaba de todo ello en El Progreso, en un artículo “Para el autor del suelto de ‘La Información’ de La Laguna”, en el que exoneraba en parte a don Basilio:
[…] Ahora bien, como además de ese supuesto, hace usted una relación inexacta, me voy a permitir manifestarle, que el pobre cura, párroco que fué de este pueblo don Basilio Delgado y que usted nombra, fué un buen cura y un buen hombre; pero amigos sin duda tan cristianos como el sueltista y tan patriota como demuestra su información, fueron tal vez los que le llevaron al fracaso sufrido, a la irrisión de sus fieles en su Santo Ministerio, y arrastrándolo más tarde a llevar sus últimos días en una vida de lástima y compasión que ni siquiera hubo para sus herederos; ya alentarle para que diera motivo a un asiento judicial, del que salió muy mal parado; como saldrá siempre todo el que trate, sea quien sea, y fuere quien fuere, a desposeer a sus legítimos dueños de una casa, mientras exista lo más grande y respetable que nos queda como son los dignos Tribunales de Justicia; asi pues sepa usted que no me incauté de la Ermita, por el apoyo de nadie, ni por la conducta en el litigio de don Tomas de la Vega, otra víctima de amigos, que puede que con usted estén relacionados; sino por sentencia de todas las instancias que gané con costas ante nuestras escrituras legítimas y auténticas e incriptas en el Registro de la Propiedad del partido; que no solo abarca ese oratorio sino que comprende además una de las fincas que poseo y en la que se levanta, dentro de su perímetro la referida esbelta y orgullosa ermita que con el peculio particular de los antepasados de mi familia construyeron hace siglos, y que generaciones anteriores respetan siempre a sus dueños, hasta que la mala fé, y rencor de las pasiones políticas, quisieron hallar blanco en los intereses de mis familiares […].

Debido a su avanzada edad, a partir de noviembre de 1899 don Basilio se vio obligado a delegar sus funciones de arcipreste, continuando en el ejercicio parroquial gracias a la ayuda de su coadjutor don Julio Delgado y Delgado, quien firmaría las partidas sacramentales desde el 14 de octubre de 1901 por orden superior y “ante la imposibilidad del párroco”, como consecuencia de  sus achaques. Y  el  3  de  febrero de  1904, ante  el  grave avance de  su enfermedad, el mencionado coadjutor quedó encargado de la parroquia como cura regente de la misma.

Pero a pesar de los mencionados achaques, en enero de 1902 el párroco Delgado fue elegido vicepresidente primero de la junta de gobierno de la Subcomisión de la Villa de Icod de la Cruz Roja, adscrita a la Comisión Central de Tenerife10. Y el 18 de febrero de 1903 publicó uno de sus últimos artículos en La Región Canaria, dedicado a “El periodismo”, en el que valoraba el papel de esta profesión, pero criticaba a aquellos que la utilizaban para atacar al Catolicismo, a cuya defensa había dedicado siempre grandes esfuerzos, por lo que concluía: “Yo he creido siempre y seguiré creyendo que los pueblos no se redimen y obtienen la prosperidad  arrastrándoles  al  desconsolador  ateísmo  y  á  la  atormentadora duda:  sino imbuyendo en sus corazones la saludable y santa doctrina, que nos legara el Divino Maestro. Ni  como sacerdote, ni como católico, me ofende la palabra de retrógrado con que me bautizarán ciertos espíritus fuertes. No tengo pretensiones de escritor y por ello me atrevo á molestar á la LA REGIÓN CANARIA, por si tiene á bien insertar estas líneas; no dudando que plumas más ilustradas que la mía, tomen á su cargo la noble tarea de defender los principios católicos, que tanto engrandecieron en más afortunados siglos á nuestra amada patria”.

Fallecimiento y solemnes funerales

Viendo llegada su última hora, el Bachiller don Basilio Antonio Delgado y Rodríguez otorgó testamento ante el notario público de Icod de los Vinos, don José Merino, poco antes de perder sus facultades mentales. Y el 15 de marzo de 1904 a las cinco de la mañana, fallecía en su domicilio de la calle de San Sebastián, cuando acababa de cumplir los 67 años de edad, siendo testigos de la defunción don Nicolás Guanche y Acosta y don Gregorio Luis Moleiro; no había recibido la Santa Extremaunción a consecuencia de su estado mental.

Al día siguiente recibió sepultura en el cementerio público de Icod, asistiendo al sepelio un inmenso gentío, además de numerosos sacerdotes, representaciones sociales y todas las autorices civiles y militares de la localidad, lo que puso de manifiesto el gran aprecio que se había granjeado en dicha villa en los más de 31 años de intensa labor de apostolado, donde todavía se le recuerda como uno de los mejores párrocos que por allí han pasado. También constituyó su muerte un duro golpe para sus familiares y amigos de San Miguel, pues no ocultó nunca el gran amor que sentía por su pueblo natal, que visitaba con frecuencia.

El 18 de ese mismo mes de marzo, el Cronista de Tenerife informó escuetamente de su fallecimiento: “Ha fallecido en Icod el cura párroco de aquella villa, D. Basilio Delgado. / D. E. P.”. Ese mismo día, La Opinión también se hizo eco de su muerte en su “Sección de noticias”, pero con más profundidad:
Mucho nos impresionó la noticia, hace días, de que nuestro respetable amigo el virtuoso y antiguo Cura Párroco de la Villa de Icod, D. Basilio Delgado, presentaba síntomas  de  enagenación  mental;  pero  ayer  nuestra  pena  fué  muy  profunda  cuando supimos que había fallecido.

Era D. Basilio virtuosísimo en su ministerio y se había captado las simpatías detodo el pueblo que lo admiraba y lo respetaba, pero además poseía en sumo grado otra cualidad que vá siendo rara en el día, era insigne patriota que se apenaba y afligía cuando la patria chica, la Isla de Tenerife, sufría algún atropello, algún despojo. Bastantes veces colaboró en LA OPINIÓN y en todos sus escritos se reflejaba el amor inmensamente grande que á Tenerife tenía.
¿Qué mayor epitafio que este?

Descanse en paz el querido amigo y enviamos á su familia nuestro má sentido pésame.

Al día siguiente, el mismo periódico publicó un extenso artículo titulado “Basilio Delgado. Su entierro y funerales”, en el que recogía extractos de numerosas cartas que habían recibido, algunas de ellas enviadas por el presidente de la Sociedad “El Porvenir” de Icod, de su corresponsal en dicha villa don Emeterio Gutiérrez López (con posterioridad Cronista Oficial de la misma) y del párroco de La Guancha don Lorenzo Rodríguez González. Por su interés, para entender la repercusión que tuvo su muerte en la importante localidad norteña, lo reproducimos a continuación:

El Presidente de la sociedad «El Porvenir», de la Villa de Icod, nos remitió el viernes, después de la tirada de este diario, el siguiente expresivo telegrama:
«El fallecimiento del venerable cura Párroco de esta Villa, D. Basilio Delgado, fué sentidísimo. Ayer y hoy han sido días de luto para Icod.

El entierro del querido y virtuoso Párroco, fué una imponente manifestación de duelo. Concurrieron á rendirle el último homenaje, representaciones de todas las clases sociales,  las  autoridades  civiles  y  militares  y  comisiones  do  las  sociedades  de  este pueblo.»
* * *
El   sábado   recibimos   también   numerosas   cartas   con   la   relación   de   los suntuosísimos funerales que en la Parroquia de la Villa de Icod se celebraron por el eterno descanso del alma de Don Basilio Delgado. En la imposibilidad material de reproducirlas
todas, insertamos á continuación los párrafos más salientes de algunas de ellas. La del cura Párroco de la Rambla, nuestro querido amigo D. Lorenzo Rodríguez y González, dice:
«Al presenciar los funerales que se celebraban por el que en vida fué Basilio Delgado, vinieron á mi mente estos dos pensamientos: la virtud se impone; el patriotismo triunfa, ¿Pues qué otra cosa significa la gran manifestación de duelo que la Villa de Icodtributó, en el  día  de ayer,  á  su  Párroco,  sino  un homenaje rendido  á la virtud  y al patriotismo?
.           .           .           .           .           .           .           .           .           .           .           .
Treinta y tres años, próximamente, llevó al frente de la Parroquia de dicha Villa de Icod, conquistándose el afecto y las simpatías de sus feligreses, por su afable trato, su llaneza en el lenguaje, su reconocida caridad y moralidad á toda prueba. Cumplió como un verdadero pastor su difícil ministerio, no perdonando medio alguno y venciendo cuantas dificultades  se  le  presentaban,  siempre  que  se  trataba  de  la  gloria  de  Dios  y de  1a salvación de las almas á él encomendadas.
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Las solemnes honras que en el día de ayer se cantaron en lo Parroquia, á las que asistió una numerosísima concurrencia de ambos sexos; la fúnebre procesión cuyo duelo presidían el venerable Párroco del Realejo-bajo, como pariente del difunto, el Sr. Conde da Sietefuentes, como albacea testamentario y amigo, el venerable Párroco del Puerto de
la Cruz, las autoridades civiles y militares y muchísimos amigos particulares del finado; el cierre general de tiendas y establecimientos, la multitud de gente de todas clases, edades y condiciones que  se agolpaban en  los  balcones, en  las  calles  y plazas,  al  paso  de  la comitiva, fueron las pruebas más elocuentes de la estimación en que se le tenía.

Las cintas del féretro las llevaban los Sres. D. Benigno B. Barroso y Torres, D. Eusebio Borges, D. José Mendoza y D. Ambrosio Alvarez.

Tomaron parte en los funerales, además del Sr. Coadjutor de la Parroquia, los Sres. Párrocos de Buenavista, Silos, Daute, Tanque, Guancha y un humilde servidor de V.»
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De otra carta de nuestro estimado corresponsal literario en Icod, D. Emeterio
Gutiérrez y López, cortamos lo siguiente:
«La muerte de nuestro querido Párroco, D. Basilio Delgado y Rodríguez, acaecida en el día de ayer, ha sido para esta Villa una pérdida irreparable y para todos estos vecinos motivo de duelo sentido y profundo.

Era el finado, por sus excepcionales dotes de inteligencia, honradez, patriotismo,
desprendimiento, virtud, amor al progreso, caridad inagotable, firmeza de carácter, bondad de corazón, y trato familiar y cariñoso, verdaderamente apreciado en esta Villa, donde tantos  recuerdos  deja  y  tantas  lágrimas  enjugó,  pues  siempre  se  hallaba  dispuesto  á amparar el infortunio, á dar un buen consejo y á defender los intereses materiales del pueblo cuya dirección espiritual desempeñó durante treinta y tres años sin desmayos ni fatigas, combatiendo sin tregua ni descanso el mal y el error y haciéndolo siempre sin enojo, ni intransigencia ni rencor.

Lo mismo desde la cátedra sagrada, en la que fué un esforzado defensor de la Religión y propagandista incansable de sus saludables máximas; en las columnas da la prensa periódica de esta isla, donde demostró sus excepcionales condiciones de polemista y escritor correcto y profundo, como en la tribuna de las sociedades literarias, á donde no desdeñó subir, menospreciando los escrúpulos y timideces de los que juzgan el cargo sacerdotal incompatible con otra oratoria que no sea la del púlpito, en todas partes donde lidiara la inteligencia, allí brilló siempre la suya y salió airosa en el porfiado combate de las ideas.

Por dos ideales combatió durante su vida: la Religión y la Patria. A la primera dedicó todas sus facultades, todos sus amores, todas sus energías. A la segunda, sus entusiasmos y su entereza de carácter.

Como es natural, quien tanto luchó por ideales tan puros como la Religión y la Patria, tuvo muchos adversarios que le combatieron con saña y encarnizamiento, pero hoy todos, á lo menos en este Pueblo, hacen justicia á sus méritos y lloran su muerte.»
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LA OPINIÓN, que contaba entre sus colaboradores al venerable Párroco de la Villa de Icod, D. Basilio Delgado, reitero hoy á la estimada familia del finado la expresión de su pésame más sentido.
El 21 de ese mismo mes, El Tiempo informaba de la muerte de este sacerdote en una breve nota incluida en sus “Noticias generales”: “En la villa de Icod ha dejado de existir el respetable párroco de aquella población, D. Basilio Delgado. / Reciba su familia nuestro pésame más sentido”.
El 17 de junio de 1908, el juez municipal de la Villa de Icod, don Bernardo Benigno Barroso y Díaz, dictó un edicto sobre las diligencias de información posesoria de una finca situada en dicha villa que había pertenecido a don Basilio, el cual fue publicado en esa misma fecha en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias:
Por el presente hago saber: Que en este Juzgado municipal se adelantan diligencias de información posesoria á instancia de don Francisco Domínguez Vidal para acreditar la posesión en que se encuentra de las cinco sextas partes pro-indiviso de una finca rústica situada en este término municipal en el paraje que denominan «Riquel», conocida con el nombre de «Charnecas», ocupando una extensión superficial de cinco hectáreas, cincuenta y seis áreas, noventa y siete centiáreas, confinando: por el Este, con tierras de herederos de doña Juana Bethencourt del Campo; de don Juan Antonio Diaz y otros; por el Oeste, de don Alonso Méndez Guardia, de don José Miranda y de don Saturnino Afonso García; por el Norte, con riscos ó riberas del mar, y por el Sur, con tierras de don Antonio Madero y de don José Miranda, y valen dichas cinco sextas partes de finca, nueve mil doscientas setenta y dos pesetas veinte céntimos.

He  acordado  por  providencia  de  esta  fecha, reclamar á los  que  se  crean con derecho á la herencia del finado Presbítero don Basilio Delgado Rodríguez á favor de
quien se halla inscripta esta finca en totalidad en el Registro de la Propiedad de este Partido de Orotava, para que, en el término de diez días, á contar desde la publicación del presente en el Boletin oficial de esta provincia, se personen en el expediente á prestar su consentimiento, para que pueda cancelarse en dicho Registro el asiento de inscripción que aparece á favor de aquél y se inscriba en posesión de dichas cinco, sextas partes de finca á nombre del citado don Francisco Domínguez Vidal, apercibidos que de no comparecer en el aludido término, se les tendrá por consentidos.

Se conserva un retrato de don Basilio Delgado, que en 1988 fue donado por sus herederos a la parroquia que regentó durante casi media vida y que reproducimos en este artículo. (Octavio Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]

Notas:

1 Sobre este personaje pueden verse también los artículos de este mismo autor: “Personajes del Sur (San Miguel de Abona): El sacerdote don Basilio Delgado y Rodríguez”. El Día (La Prensa del domingo), 25 de septiembre de 1988; y “Don Basilio Delgado Rodríguez (1837-1904), ecónomo de la Villa de Santiago, Párroco propio y Arcipreste de Icod de los Vinos”. La Tajea, nº 19 (enero-febrero de 2006): 14-15. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos datos.
2  La información sobre su congrua se encuentra en su expediente personal del Archivo Diocesano de Tenerife.
3  “Sección local”. El Guanche, 16 de junio de 1861, pág. 2; “Crónica del país”. Eco del Comercio, miércoles 17 de julio de 1861, págs. 1-2.
4 Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Canarias, 20 de marzo de 1868, pág. 45.
5 Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Tenerife, 3 de agosto de 1891, págs. 202-203.
6  Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, miércoles 11 de noviembre de 1891, pág. 1; 4 de diciembre de 1891, pág. 2.
7 Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Tenerife, 19 de febrero de 1892, págs. 28-29.
8 Diario de Tenerife, 17 de marzo de 1897, pág. 2.
9 Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Tenerife, 1 de octubre de 1898, pág. 1405.
10 “Subcomisiones”. La Cruz Roja. Boletín mensual de la Comisión Central de Tenerife, 1 de febrero de 1902, págs. 33-34.






















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