EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI
DECADA 1551-1560
CAPITULO XXXVIII
Guayre
Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
1554. Ordenanza que obliga
a los vecinos colonos al derribo de las casas de paja por el peligro que
entraña el fuego.
1554.
El descontento de las islas por
el resultado de la campaña militar de 1553 iba a tener muy pronto reflejo en
las determinaciones de la
Corona con respecto al gobierno político-militar del
Archipiélago.
Ya a fines de aquel año don
Rodrigo Manrique escribía a Cerón y a varios regidores, sus amigos, que el
Príncipe tenía el propósito de encomendarle otra vez .el gobierno de la isla y
que esperaba 'estar en ella afines del mes de febrero de 1554 (17) .
Ahora, con la embajada o comisión
de Zambrano y las noticias de que eran portadores los mensajeros de Tenerife y La Palma, Felipe II, ante la
gravedad del peligro, pensó en alterar el régimen politico-militar de las
islas, aceptando en parte las soluciones que ellas mismas le brindaban.
A don Rodrigo Manrique le
encomendó del gobierno superior militar del Archipiélago, con título de
visitador de las islas en lo tocante a la guerra, y del mando particular en
Gran Canaria como gobernador y justicia mayor; para el gobierno de Tenerife y La Palma escogió (quizá por
propia recomendación de Manrique) al licenciado don Juan López de Cepeda, que,
aunque hombre de letras, había dado pruebas de su pericia militar mandando la
flota canaria en 1552; y para el gobierno castrense de algunas de las islas
mayores pensó el Príncipe en designar sus respectivos capitanes generales,
escogiéndolos entre los naturales del país o aquellos colonos que llevasen
largo tiempo avecindados en el mismo.
Los rumores de estos cambios que
en las alturas se fraguaban, debieron llegar muy pronto al Archipiélago, por
cuanto el mismo gobernador, don Luís Serrano de Vigil, escribía el 19 de
febrero de 1554 una larga carta al Príncipe haciéndose eco de ellos y queriendo
justificar su actuación militar ("He
hecho-decia- lo que soy obligado en las cosas de justicia y gobernación; mas en
las cosas de guerra he hecho lo que un leal caballero práctico pudiera hacer en
servicio de V. A., y si dijese que lo he hecho mejor que los que hasta aquí han
venido a esta isla no me alargaria; que en un alío que tengo la vara he
renovado toda la forteleza que estaba muy perdida y he hecho en ella dos cubos
grandes muy fuertes y necesarios y otros reparos.") Ignorante, además,
de que don Pedro Cerón había solicitado su relevo, se deshacía en elogios del
mismo, y hasta procuró por medio de una pública información abierta en Las
Palmas días antes (el 5 de febrero, a petición de los regidores don Alonso
Pacheco y don Francisco de Quesada) que resaltasen los méritos de aquel Jefe militar para
decidir al Príncipe a nombrarlo capitán general de Gran Canaria.
Pero fueron, a la postre,
inútiles cuantos esfuerzos hizo Serrano de Vigil por prorrogar su mando, porque
ya en enero de 1554 estaba nombrado don Rodrigo Manrique gobernador y justicia
mayor de Gran Canaria, como se deduce de la Real cédula de 11 de enero de 1554, dirigida a su
nombre.
Dicha Real cédula, firmada por el
Príncipe y suscrita por el secretario don Francisco de Ledesma, venía a ser
como el programa de gobierno a que debía atender preferentemente el gobernador.
Felipe II le hacía entrega de 300 arcabuces y 1.000 picas, de las fábricas de
Málaga, para que con ellos procediese a su reparto entre las distintas "compañías y escuadras", que
debían ser reformadas y mejoradas, señalando a sus componentes el punto de
reunión y defensa, para que cada cual acudiese a la misma
sin pérdida de tiempo. Le
encargaba a continuación que estudiase los lugares donde se debían construir
las nuevas fortalezas y torres y la artillería necesaria para ellas. Por
último, con objeto de resolver el problema de los moriscos (gravisimo en
Fuerteventura y Lanzarote por las incursiones de sus señores a las costas de
África, que había tenido como alarmante signo la emigración voluntaria y oculta
de 35 personas), le indicaba la conveniencia de obligar a los moriscos y
cristianos nuevos a emigrar a España.
Dispuesto, así, don Rodrigo
Manrique de todos los elementos necesarios, emprendió el viaje a Gran Canaria,
adonde debió llegar en el mes de marzo de 1554. "y su nombre fué de nuevo
talismán para las islas, porque desde su arribo hasta que finalizó aquella
sangrienta guerra (1556) se inauguró un período de paz, apenas interrumpido, de
dos años de duración. Paz más digna de tenerse en cuenta estando sus aguas
cuajadas de corsarios franceses que no ignoraban el poder de su brazo y sus
terribles justicias.
Como complemento de la Real cédula de 11 de enero de
1554, expidió la Corona
dos meses más tarde las correspondientes cédulas de nombramiento de capitanes
generales, que recayeron en las islas de Gran Canaria y La Palma en los "muy
magníficos señores" don Pedro Cerón y Ponce de León y don Juan de
Monteverde y Pruss, respectivamente.
La Real cédula a favor de don
Pedro Cerón no nos ha sido dable localizarla, aunque debió ser expedida en
igual fecha que la de su compañero -20 de marzo de 1554-, por cuanto el 19 de
mayo de dicho año el nuevo capitán general daba las gracias al príncipe don
Felipe por tan elevada merced, que a su vez elogiaba don Rodrigo Manrique de
Acuña al incluir con la suya propia la carta antecedente. Por su parte, la
princesa gobernadora doña Juana, reconocida por los relevantes servicios de
Cerón en Gran Canaria tuvo a bien proponerle al año siguiente al Emperador para
que le agraciase con un hábito de la
Orden de Santiago.
En cambio, la Real cédula a favor de don
Juan de Monteverde y Pruss se conserva en el Archivo de Simancas. Tiene fecha
de 20 de marzo de 1554 y está firmada por el Príncipe y refrendada por el
secretario Francisco de Ledesma. Por ella, atendiendo a los ofrecimientos
hechos por Juan de Monteverde, a raíz del ataque de los franceses, de dirigir a
la gente de guerra, el Rey le nombraba su capitán general en la isla de La Palma "por el tiempo que fuere la voluntad de Su Magestad" y
con la especial comisión de "que hordene, aperciba y prebenga la gente
della para que esten armados y en orden y acudan donde y como les hordenare
cuando conviniere para la defensa de dicha isla".
Además, el Príncipe, teniendo en
cuenta las noticias comunicadas por el mensajero de La Palma de que Monteverde "a su costa hazia una
fortaleza y que daba yndustria e ayudaba a [que] aquella isla hiciese otra",
tuvo a bien beneficiarlo con el cargo anejo de alcaide, de las fortalezas de la
isla, con la comisión también de dirigir las obras de las mismas.
Sin embargo, el excesivo
encumbramiento de Monteverde, conseguido con inhábiles y torpes maniobras,
había de ser recibido con desagrado en La Palma, provocando ruidosos y enconados litigios,
en contraste con la aceptación casi general con que fué recibido en Gran
Canaria Pedro Cerón.
En cuanto a la isla de Tenerife,
el príncipe don Felipe no introdujo variaciones en su gobierno, por no haberse
solicitado la reforma y acaso por la confianza que tenía en las dotes y la
pericia militar de Cepeda. Lo único cierto es que a partir de 1554 éste,
siguiendo la corriente del momento, tomó el título efectivo de capitán general
de Tenerife, siendo, por tanto, la única isla en que las funciones gubernativas
y castrenses quedaron vinculadas en una misma persona. (En: A. Rumeu de Armas,
1991)
1554 Enero 1.
La metrópoli designa gobernador
colonial en las islas de Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma) a Juan Lopez de
Cepeda por espacio de un año, aunque antes de expirar éste Felipe II expidió
nuevo titulo a su favór el 28 de diciembre del mismo año. (Ambos títulos
originales se conservan en el A. C. T.: Letra T, leg. 1, núm. 4, doc. 10 y 11.)
En 1555 le habia propuesto don
Rodrigo Manrique de Acuña, admirado de sus ser-vicios, para ocupar una de las
plazas de oidores de la
Audiencia de Canarias (A. S.: Mar y Tierra, leg. 59, doc.
45). El Rey no accedió entonces a la petición; pero, en cambio, en los primeros
meses de 1557 ya corrieron por las islas rumores de ascenso y traslado. El
Cabildo acordó entonces, en sesión de 19 de febrero de dicho año, solicitar la
prorrogación de Cepeda, teniendo en cuenta que él había sido el alma de las
reformas militares y el iniciador de las nuevas fortificaciones, que debían ser
concluidas bajo su experta dirección. El mensajero Juan Bautista de Arguijo
quedó encargado de cumplir los deseos del Cabildo. (Libros de Acuerdos, sesión
citada.)
No obstante, por Real Orden dada
en Valladolid el 19 de mayo de 1558, Cepeda fue designado para pasar desde
Tenerife a la isla de Santo Domingo, tomar la residencia al licenciado Alonso
Maldonado, presidente de aquella Real Audiencia, y presidirla a su vez como
oidor decano durante el tiempo de su comisión. (Libro de Reales Cédulas del
Cabildo de Tenerife. Oficio V, fol. 281.)
Don Juan López de Cepeda
desempeñó, más adelante, en las Indias los siguientes cargos: oidor de la Audiencia, de Santa Fe,
alcalde de crimen de la
Audiencia de Lima y presidente de las de Panamá, Tierra Firme
(1584) y Charcas (1588).
Juan López de Cepeda había casado
en La Laguna
con doña Isabel de Rivera y Lugo, hija natural del tercer Adelantado de
Canarias don Alonso Luís Fernández de
Lugo. Sin embargo, su
descendencia volvería a enlazar con la familia de los Adelanta-
dos por la línea legitima, pues
su única hija, doña Ana de Cepeda y Rivera, casó en Lima con don Diego Vázquez
de Arce y Lugo (hijo de doña Jacoba de Cabrera y Lugo.
Por último, una nieta de López de
Cepeda, doña Luisa de Arce, volvería a las Canarias en compañía de su esposo,
don Luís Fernández de Córdoba, señor de la villa de El Carpio, caballero de 1a
Orden de Santiago y capitán general de las Islas Canarias (1638-1643). (En: A.
Rumeu de Armas, 1991, nota a pié de página)
1554 Febrero 19.
Carta de Serrano del gobernador
colonial de Gran Canaria Serrano Vigil al Príncipe: "Y yo siempre fui
amigo-declarado dar noticia a V. A., y ansi le he dicho en las pasadas que un
caballero que se dize D. Pedro Ceron, el cual esta is1a le eligio por general
de la gente de guerra y yo lo he tenido por bien: el cual en lo de arriba a
servido muy bien a V. A. con su persona y hacienda y aunque don Rodrigo venga a
esta isla conviene al servicio de V. A. que este caballero tenga la mano en las
cosas de la guerra como hasta ahorra ha tenido; que es muy rico y tiene muchos
campos, y esta bienquisto, que toda la gente de la is1a le seguira y afrontara
a do el arrastrare..." A. S.: Diversos de Castilla. Tomo 13-51. (En: A.
Rumeu de Armas, 1991, nota a pie de página).
No hay comentarios:
Publicar un comentario