ALZAMIENTOS
Y MOTINES CONTRA LA REPRESIÓN COLONIAL EN
CANARIAS
Capitulo
I
Eduardo
Pedro García Rodríguez
Después de finalizada la invasión y conquista de
las diferentes islas, el sometimiento de los vencidos no fue total tal como los
conquistadores hubiesen deseado, produciéndose en diferentes épocas y por
distintas causas alzamientos contra el férreo gobierno que mantenían los
estamentos dominantes en las islas y que, con diferentes métodos continúan
manteniendo.
Durante los alzamientos y
motines protagonizados por el sufrido pueblo Canario, los poderes dominantes no
han dudado un ápice en emplear los métodos represivos más inhumanos,
sanguinarios y desproporcionados. Desde pasar a cuchillo a poblaciones enteras,
colgar masivamente en murallas y plazas, extrañar y condenar a galeras,
hasta las prácticas relativamente recientes de arrojar a los detenidos al mar
introducidos en sacos, atados de píes y manos y con un peso añadido (Pandullo)
para asegurar el hundimiento del condenado, o arrojarlos a profundas cimas como
la de Jinamar en Tamaránt (Gran Canaria) la injusta represión llevada a cavo en
esta colonia por el caciquismo y sus esbirros alcanzó tal magnitud que incluso
escandalizó a la “sufrida” y “perseguida” iglesia católica una ves que ésta
estuvo bien asentada con el poder, veamos una carta súplica dirigida al General
Franco por el Obispo de Canaria, Antonio Pildain y Zapiain, rogando la
conmutación de la pena de muerte al patriota Juan García Suárez “El Corredera”,
la cual dice textualmente:
“Excelentísimo Señor don
Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado Español.
Excelentísimo Señor: Yo,
Antonio Pildain y Zapiain, obispo de la diócesis apostólica de Las Palmas, me
veo en la obligación, como pastor de almas y padre espiritual de los canarios,
de pedirle la conmutación de la pena capital de Juan García Suárez,
condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en esta plaza. Esta muerte
sería muy mal vista en Canarias, donde no pasó nada, puesto que todas las barbaridades
que aquí se cometieron fue por parte de los nacionales y no de los
republicanos. No quisiera ahondar mucho en el tema y recordarle a V.E. todo lo
que ocurrió en esta isla, y especialmente en la sima del Jinamar, donde
murieron miles de personas.”
También son mudos testigos de
estos horrendos crímenes los profundos pozos naturales como en Las
Cañadas del Teide, donde eran arrojados de manera masiva, o enterrarlos
en los montes, estas han sido algunas de las fórmulas represivas sufridas por
los canarios. Sin que entremos a reseñar los diferentes métodos de tortura
empleados en sus cuarteles por las denominadas fuerzas de seguridad del Estado
Español en Canarias, entre las que era frecuente introducir las cabezas de los
interrogados en unas bañeras donde se depositaban los orines y excrementos de
los cuarteles.
Vamos a dar un breve repaso a
algunos de los alzamientos y motines que han tenidos lugar en el transcurso de
nuestra historia colonial, los cuales narraremos en la forma más breve posible
para no aburrir al posible lector y, para no extendernos en exceso en unos
hechos que, aunque son conocidos ya que han venido jalonando nuestra historia
reciente, han sido poco divulgados, y que, en todo caso, son prácticamente
desconocidos por las generaciones actuales.
Año 1475 agosto 20. Después de dos días de movimiento popular
contra la tiranía de los colonos asesinos Diego García de Herrera e Inés
Peraza, liderado por el joven Juan Mayor, el lunes 20 de agosto, se reúnen gran
número de vecinos ante escribano, y dan extenso poderes a Juan Mayor y Juan de
Armas (canarios) para que, pasando a la Corte, expusieran las quejas de los vecinos
contra el señorío de Diego de Herrera, un tirano sin fe ni ley, despótico,
vengativo, concusionario y, expoliador ávido de rapiña y posible hijo putativo.
Con el poder redactaron un amplio dossier en el que exponían los agravios y
ofensas sin cuento que los vecinos de Lanzarote venían recibiendo por parte del
despótico Digo de Herrera, al tiempo que se declaraban fieles y respetuosos
súbditos de la monarquía. Los mensajeros, fueron despachados, y con
facultad para negociar hasta la suma de 15.000 maravedises, para los gastos de
litigio garantizados por los principales sublevados.
Los emisarios llegaron a
España, pero enterado previamente de su llegada, Pedro García de Herrera,
primogénito de Diego de Herrera, los izo seguir por cuatro forajidos de su
confianza los cuales una jornada antes de llegar a Córdoba, los asaltaron,
robándoles los documentos y secuestrándolos los mantuvieron encerrados hasta
que la reina enterada del asunto ordenó ponerles en libertad.
1476. En Titoreygatra (Lanzarote)
Diego de Herrera y su mujer continuaban atrincherados en su casa fuerte
auxiliados por unos cuantos vasallos que les permanecían fieles. Casualmente en
diciembre de 1476, aportó una carabela portuguesa y los vecinos que continuaban
formados en consejo, decidieron embargarla fundándose en la guerra que mantenía
la corona de Portugal con la de Castilla. Herrera creyó oportuno aprovechar la
ocasión para vengarse de sus enemigos y tratar de recuperar parte de su poder y
envió secretamente a su hijo Fernán Peraza a negociar con el capitán de
carabela la ayuda de éste y la de los marineros, a cambio de una buena
recompensa si conseguían con la tripulación y los pocos soldados que le habían
permanecido fieles, detener a los principales vecinos sublevados.
Después de conseguir liberar a
la tripulación portuguesa, estas en unión de las tropas de Herrera consiguen
tomar por asalto La Villa
de Teguise, eligiendo a doce vecinos de los más significados, y sin
ningún tipo de juicio inmediatamente hace ahorcar a seis de ellos, confiscando
los bienes de todos los detenidos con los cuales pagó a los lusitanos.
Los restantes seis vecinos que esperaban su turno en los calabozos para correr
la misma suerte, pudieron escapar de la prisión embarcándose en una nao
española que afortunadamente se encontraba en la rada, éstos vecino eran Pedro
y Juan de Aday, Juan Ramos, Francisco
García y Bartolomé Heneto. La reina enterada de
los excesos del sanguinario Herrera, expidió una carta de seguro a favor de los
perseguidos isleños. Herrera y su mujer fueron llamados a la Corte, y mientras se
dilucidaba el derecho de Inés Peraza al señorío de las islas ya conquistadas,
le concedió Real facultad para crear mayorazgo en las personas de sus
hijos sobre los bienes y vasallos que poseía en las islas Canarias. Pero como
entre truhanes anda el juego, la reina aprovecha la ocasión para hacerse con
los “derechos” de conquista sobre las islas de Chinech (Tenerife), Benahuare (La Palma) y Tamaránt (Gran
Canaria), a cambio de pasar por alto los desmanes de Herrera y su mujer, cinco
cuentos de maravedises y el título de Conde de La Gomera, capitulaciones que
fueron firmadas en Sevilla, ante el escribano Bartolomé Sánchez de Porras, el
15 de octubre de 1477. Una ve más, los intereses de los poderosos predominan
sobre la justicia y libertad de los pueblos.
En cuanto a los sobrevivientes
a las iras de Herrera, debieron tener algún tipo de protección por parte de la Corona castellana, pues
vemos a algunos de ellos tomando parte activa en la conquista de las islas de
Tamaránt (Gran Canaria), Benahuare (La
Palma) y Chinech (Tenerife), e incluso los Aday recibieron
datas en El Valle de Güímar, y en Heneto.
1478. Primer alzamiento de los gomeros contra los colonos
europeos.
La isla Ghumara o Gomera es la
única del Archipiélago Canario que nunca fue conquistada, la penetración
europea se produjo mediante pactos comerciales (casas de contratación) que
paulatinamente y mediante la habitual política de engaños y traiciones de los
castellanos con el inestimable apoyo de la iglesia católica, les permitió ir
haciéndose fuertes en los territorios ocupados hasta hacerse con el dominio
efectivo de gran parte de la isla.
Ante el creciente poder militar
de los invasores asentados en el bando de Ipalam los gomeros resistentes se
vieron obligados a ir replegándose hacía los cantones de Agana y Mulagua, para evitar ser esclavizados o muertos
por los mercenarios del cruel engendro Hernán Peraza.
En el año 1477 estaba ya la isla de La Gomera (Ghumara) sometida
al poder feudal castellano-europeo, con dominio pleno en Orone
(Alajero/Arure/Valle G.Rey) e Ipalan (San Sebastián), con influencia y sin pleno
dominio sobre Mulagua (Hermigua/Agulo) y Agana (Vallehermoso). Ese mismo año,
enviado por su padre, llega a La
Gomera el depravado Hernán Peraza “El Joven”. Dando inicio
así a un periodo trágico durante el cual el colonialismo europeo mostró su
autentico rostro esclavizador y masacrador de pueblos. Desde Mulagua y Agana
igualmente los extranjeros europeos se iban apoderando poco a poco, por la
fuerza de las armas, de la tierra, los ganados y de las personas.
Esta actitud de expolio y rapiña continuada por parte del
desprovisto de conciencia, soberbio y brutal Hernán Peraza y su banda de
forajidos, que culminó con el apresamiento mediante engaño de 100 incautos y
confiados gomeros que, fueron enviados en dos carabela para ser vendidos como
esclavos en Valencia y Sevilla.
Esta y similares actuaciones del asesino Hernán Peraza forzó a los
gomeros resistentes a romper el pacto de colactación, llevándose a cabo entre
1478 y 1479 actos de alzamientos y resistencias básicamente en Mulagua y Agana.
En 1482, llegó a la corte española Hernán de Peraza, gobernador de
la Gomera,
para explicar la muerte de Juan Rejón (capitán mercenario invasor de Tamarant,
quien fue sustituido por Pedro de Vera)
comandante de una flota que había sido enviada desde Castilla para
invadir y conquistar la Palma
y Tenerife. Rejón había sido asesinado por uno de los vasallos de Peraza por
instigación de éste tras desembarcar en la Gomera. Isabel
ordenó a Hernan Peraza “el joven” que se presentara ante ella.
Muchos, incluyendo el poderoso duque de Medina Sidonia,
intercedieron por Hernán.
La reina fue magnánima y le perdonó con una doble condición: 1)
que ayudara en la conquista de Tamarant (Gran Canaria), aportando tropas de la Gomera ; y 2) que se casara
con la hermosa Beatriz de Bobadilla. El matrimonio con la Bobadilla sólo puede
entenderse como “castigo” si tenemos en cuenta que sus relaciones con el rey
Fernando y otros eran conocidas en la corte. Inmediatamente después de
celebrarse la boda, Hernán y Beatriz partieron para la Gomera. Ochenta
gomeros de los bandos de Orone y Agana son reclutados por Hernán Peraza para ir
a la conquista de Tamaránt (Gran Canaria,) con lo que había sido condenado el
sevillano como queda dicho por el asesinato de Juan Rejón.
En 1485: El invasor mercenario y masacrador de pueblos Pedro de Vera
después de mucha insistencia por parte de quienes intervinieron en la invasión
y conquista de Tamarant (Gran Canaria), procede al reparto del botín de guerra
consistente en las tierras y aguas de la isla sometida.
“Pedro de Vera lleva a la práctica el reparto de tierras y aguas
entre los que habían participado en la conquista. Para ello divide la isla en
tres distritos: el de Gáldar (desde el barranco de Aumastel hasta la Aldea de San Nicolás), el de
Las Palmas (desde Aumastel hasta el límite con Telde) y el de Telde (Resto de
la isla hasta La Aldea
de San Nicolás). Todo ello exceptuando Agüimes que era Villa de Señorío de los
obispos de Canarias y en la cual la
Iglesia se encargaría de dicho reparto. En Telde realiza el
reparto a once conquistadores y posteriormente, en 1501 a otros diez
conquistadores en el Valle de los Nueve. Las tierras se daban atendiendo a
determinadas condiciones que les facultaban para adquirir los bienes
entregados, entre las que estaban la obligación de residir en la isla al menos
cinco años y la rentabilizacion a través del cultivo, de la tierra entregada.
Estas condiciones aseguraban la permanencia de la población en el
territorio conquistado. No obstante, muchas de estas personas incumplieron el
pacto de permanencia, deslumbrados por otro mercado mas “dorado” marchando al
recién conquistado nuevo mundo. Vendieron sus tierras a aquellos que ya habían
recibido datas en su día y que incrementaban, con ello, sus posesiones y por
tanto su poder. Los mismos que terminaban haciendo enlaces de conveniencia con
damas de familias acomodadas.
Tras la llegada de los conquistadores, se avecindan en Telde y
Agüimes, los colonos pobladores procedentes de Andalucía, Extremadura, País
Vasco y Castilla. Además, llegan los portugueses para trabajar la caña de
azúcar y los ingenios habiendo en muchos casos, un traslado de población, desde
Telde a Agüimes (incluimos los actuales Ingenio y Santa Lucía de Tirajana que
pertenecían al señorío de Agüimes). Se añaden los procedentes de otras islas
como Lanzarote, Fuerteventura que se instalan tanto en Telde como en Agüimes,
cansados de los continuos saqueos que producía la piratería, en las islas más
orientales. Finalmente llegan otros extranjeros como los genoveses, franceses y
flamencos. En los lugares donde predomina la población indígena como Temisas,
Guayadeque, Tara o Jinámar, se incrementa la población con gentes llegadas de
fuera mezclándose con los anteriores.” (Cristina López Díaz).
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