sábado, 27 de abril de 2013

CAPITULO II



EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1561-1570


CAPITULO II



Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen


1562.
La familia de colonos flamencos Van Dalle compran al también colono Melchor  Groennenberghe, castellanizado su apellido como Monteverde, unos ingenios azucareros en la isla Benahuare (La Palma).

El primer Van Dalle que vino a Canarias fue Pedro van Dalle y Cocquiel (hijo de Pablo van Dalle, señor de Lilloot y Zuitland, caballero afamado que combatió junto con el césar Carlos V en diversas empresas imperiales, y de su legitima mujer Ana de Cocquiel. Había nacido en Amberes y se estableció en la isla de La Palma, donde pasaba largas temporadas en sus posesiones e ingenios de Argual y Tazacorte, que su padre había adquirido en 1562 por 48.000 florines a Melchor de Monteverde.

Pablo van Dalle (nacido en Amberes en 1519) ya había iniciado el tráfico con las Islas Canarias por medio de sus navíos, que acudían al Archipiélago para cargar abundante provisión de azúcar.

Dos hermanos de Pedro van Dalle siguieron sus pasos, estableciéndose en Canarias, Jerónimo, que también estuvo al frente del negocio azucarero (de quien descienden por su hija única Jerónima van Dalle y Senfts, casada con don Pedro Sotomayor Topete, la familia Sotomayor de La Palma) , y Maria, casada en Lovaina con Melchor de Monteverde y Pruss.

Pedro van Dalle contrajo matrimonio con Margarita van de Werbe en Amberes, muriendo ambos en Tazacorte a principios del siglo XVII. Su descendencia masculina se extinguió en la persona de su hijo soltero Pablo, que falleció en Tazacorte en 1623; pero se ha perpetuado en la descendencia de sus hijas Ana y Maria. La primera con- trajo matrimonio con el francés Nicolás Massieu y Donest, y la segunda con el conde de La Gomera Diego de Herrera Ayala y Rojas. (En: A. Rumeu de Armas, 1991, nota a pié de página)

1562 Marzo 27.
En Cabildo colonial celebrado en la isla Benahuare (La Palma), se acordó tomar en cuenta a Pedro Hernández Señorino, de la pólvora que había dado para salvas el día que bajaron a esta Ciudad las Reliquias de la Banda.
1562 Septiembre 16Ajuste de cuentas de del servicio de los esclavos. (Las Palmas de Gran Canaria,)
// Juan baptista ympirial quenta sus esclavos aparte de fallas
  su esclavo julian enpeso a svir a 4 de dizienbre devo miercoles a IIII dias
  IX- dexo el svio a 21 del dho hizo nueve fallas que se anduvo en Galdar
  V a 17 de heno dexo el svio torno a 23 del dho hizo sinco fallas ----
  IIII a 22 de março dexo el svio hizo quatro fallas ----
  II a 8 de abril hizo dos fallas ----
  VI a 10 de junio hizo seys fallas ---
  V a 17 del dho hizo sinco fallas ----
  III a 14 de agosto hizo tres fallas ---
  VIII a 13 de sete dexo el svio y se fue torno a 21 de março hizo seys mezes y ocho dias de fallas
  VI a 15 de abril hizo seys fallas qstuvo malo ---
  III a 6 de mayo hizo tres fallas ---
        a 2 de junio fue a moya con gaspar a sacar trio a la era de su sor y no bolvio mas
  7-XXI-anno de 62
  Juo mulato enpeso a svir a 4 de heno de 61 sabado ---
  I a 18 de março hizo vna falla ----
  XII a 14 de agosto hizo doze fallas q cayo malo de puntadas ----
  VII a 24 de nobienbre hizo siete fallas ---
  XV a 22 de dizienbre hizo quinze fallas ---
  III a 10 de heno hizo tres fallas deste anno de 62 ----
  II a 14 de hebrero hizo dos fallas ---
  III a 20 de hebrero hizo tres fallas ---
  5-XVI a 2 de março hizo sinco mezes y diez y seys fallas q cayo malo este dia y torno al svi*o a 20 de julio deste anno ---
  6-XXIX
  Andres el gago enpeso a svir a 4 de heno de 61 sabado juntamente con el mulato
  II a 12 de hebrero hizo dos fallas lunes y martes ---
  XV a 15 de março dexo el svio torno a 31 del dho hizo quinze fallas ---
  II a 8 de abril hizo dos fallas ---
5-IX a 24 de mayo dexo el svio torno a 3 de nobienbre hizo sinco mezes y nueve fallas a 27 de mayo de 62 dexo el svio y no torno mas a el ---
  5-XXVIII
  Dio ovejero enpeso a svir a 19 de hebro de 61
  II a 22 de marso hizo dos fallas ---
  II a 8 de abril hizo dos fallas ---
  X a 26 de abril cayo malo q se le hincho la cara torno a 6 de mayo hizo diez fallas
  IIII a 10 de junio hizo quatro fallas qstuvo malo de la barriga ---
  VIII a 23 de junio hizo ocho fallas qstuvo malo de vn pie ---
  XIIII a 24 de julio dexo el svio q cayo malo torno a 8 de agosto hizo catorze fallas
  II a 4 de sete hizo dos fallas ---
  IX a 24 de otubre dexo el svio torno a 3 de nobienbre hizo nueve fallas
  VIII a 26 de nobienbre dexo el svio torno a pro de dizienbre hizo ocho fallas
        a 17 de heno dexo el svio q cayo malo de camaras de las quales murio
  1-XXIX
  XI parese q Julian svio vn anno y seys mezes y 28 dias y hizo siete mezes y veynte y ocho fallas qdan onze mezes justos a
  XI-18 pareçe q Juo mulato svio vn anno y seys mezes y diez y seys dias hizo seys mezes y veynte y nueve fallas quedan onze mezes y diez y ocho dias justos
  X-25 parese q andrezillo gago svio vn anno y quatro mezes y 23 dias hizo sinco mezes y veynte y ocho dias de fallas quedan diez mezes y veynte y sinco dias
  VIII 28 parese que svio dio ovejero svio diez mezes y veynte y siete dias hizo vn mes y veynte y nueve dias de fallas quedan ocho mezes y veynte y ocho dias
  XL71 son todos quarenta mezes y setenta y vn dias de svio q a rrazon de veynte doblas por anno vnos con otros  XXVUCCCVIII mrs 
  // Juan  baptista  Ympirial deve  IOU mros  q se  le   dieron por mandamiento de la justia  ma XU
  a 17 de sete por siete baras de brabante q llevo otaviano ympirial
  IU080 mro s  maIULXXX
  por dos capotes y una jaqta q se dieron a Julian y Juo mulato
  y al gago  ma IUCC
  por vn capote q se dio a dio ovejero y quatro pares de calsones y sinco camisas dos a Juo mulato y tres a los otros tres  ma IIUDCCCXCII
  por vn par de sapatos al mulato qstava malo  ma UC
  por onze rres q se pagaron a domingos hnes alcayde de la carsel por las costas del gago a 31 de março de 61  ma UDXXVIII
  a 25 de sete por diez y siete rres q se pagaron por sacar al gago de la carsel qstava preso por huydo y los pago domingos gil  ma UDCCCXV
  a 12 de otubre por vnos sapatos a Juo mulato  ma UCXX
  por diez rres q le enbie con melchior moreno  ma UCCCCLXXX
  por vna fa de tro q llevo otaviano ympirial y dos q le dio por mi la sa donna clara a 15 rres   ma IIUCLX
   por tres camisotas y tres pares de calsones a Julian y al mulato y al gago y vn capote a Julian y una jaqta a Juo mulato este anno de 62  ma IIUCCCLXXXV
  a 22 de junio 192 mros por ma libra de salsaparrilla
  para Juo mulato ma UCXCII
  por doze rres q pague a vno de terore q tomo al gago y quatro rres q di al alcayde de la carsel de lo q comio estando preso  ma UDCCLXVIII
  por doze rres q le di quando avia de yr a otorgar el poder de mi hra
   y no quizo yr  ma UDLXXV
  por çiento y treynta y sinco abas y quinze lbs de asucar blanco q pague por el a geronimo calderin en tpo que valia a 35 rres cada aba el anno pasado de 61 como es puco y notorio no se le quta mas de a tres doblas cada aba ma CCIIUCCCC
        CCXXVIUDCCXLIIII
  ha de aver en la soldada de sus esclavos como en la quta parese
  en la plana antes destama XXXVUCCCVIII
  en treynta abas de malasucar escumas y rrescumas mascabado muy rruyn q Jeronimo calderin lo tomo por rruego vno con otro a mill mros ma XXXU
  en su rresto e ygualamiento desta quta que me queda deviendo como en ella parese 161U436 mros ma CLXIUCCCCXXXVI
        CCXXVIUDCCXLIIII 
  En canaria dies y seis de setienbre de mill e quios e sesenta e dos aos ante mj el sco pco e tgo paressieron los sros franco palomar e juo batista ynperial e psentaron estas quentas de suso q dixeron a avido entrellos e han fho de acuerdo entre anbos e en la dha quenta el dho Juo batista ynperial es alcansado y qda por debdor al dho sor franco palomar de çiento e sesenta e un mjll e quatroçientos e treynta e seis mrs y estos 32confiesa aver rredo del dho sor franco palomar para en qta e pte de pago de lo q le pertenesiere por el e su muger como herederos de la hazienda del agaete e para lo cunplir ansi anbas partes dieron poder a las justias e rrenon las leyes de su favor e firmaronlo de sus nonbres tgo el sor alo herrera e jo hes e fro rruyz  va tdo se obliga   Jn baptista  imperial, Franco palomar
paso ante mi, Rro de messa scrino pco 
(Natalia  Batista Pérez, Rosa González Monllor, Dan Munteanu Colán y José A. Samper Padilla.)
1562 Noviembre 9.
El Cabildo colonial de Tenerife en sesión celebrada en estas fechas nombró gobernador interino al colono pirata y tratante en esclavos Pedro de Ponte según recoge el historiador Antonio Rumeu de Arma: “La primera estancia de John Hawkins en Tenerife, con ocasión de su expedición a las “Indias Occidentales” pasó por completo desapercibida para las autoridades locales, hasta el punto de que ni el gobernador licenciado Plaza, ni la Inquisición, ni ninguno de los regidores tuvieron la menor información sobre ella. A tal extremo llegó en esta ocasión el sigilo de Ponte que pocos días después de la partida de Hawkins, y con motivo de la muerte del gobernador Plaza, recibió el alcaide de Adeje la máxima consagración oficial a que podía aspirar un criollo isleño alejado de la metrópoli: el gobierno colonial interino de Tenerife. El 9 de noviembre de 1562-cuando apenas se cumplían escasas jornadas de la felonía de Ponte- el Concejo lo elevaba, por voto unánime de los regidores, al cargo de gobernador interino de la isla, haciendo constar en acta, para su satisfacción, que lo hacían "por ser caballero tan principal, tan bueno, tan sabio, rico y de pura conciencia que no hará agravio ni aun a sus enemigos si los tuviese".

El contraste no puede ser más evidente entre la conducta antipatriótica de Ponte y la confianza que equivocadamente depositaban en él sus paisanos, ajenos a sus pérfidas y vergonzosas maniobras comerciales.

Mientras tanto, John Hawkins, habiendo zarpado de Adeje, se dirigía con viento favorable hacia las costas de Guinea, y tras la obligada escala en Cabo Verde arribaba a Sierra Leona, con objeto de cargar sus navíos de esclavos. Hakluyt asegura que el pirata permaneció por algún tiempo en las costas de Guinea, donde logró capturar, por la persuasión con los jefes indígenas o por la fuerza, más de 300 negros; sin embargo, el mayor contingente de esclavos lo obtuvo con el uso de sus malas artes de corsario: saqueando a los navíos portugueses en ruta. El primero en caer en sus garras fue el capitán Veiga, al que despojó, a la altura del río Caces, de más de 200 negros y de mercancías por valor de 15.000 ducados, dejándolo abandonado en la boca del río Mitombi. Sucesivamente fueron sucumbiendo, por sorpresa, a la superioridad de sus cañones otros navíos portugueses, destacando, por su porte, uno de ellos que iba cargado con más de 500 negros, al que decidió incorporar a la expedición como único remedio posible de conducir a través del Océano tan valiosa como pesada carga.

Además el saqueo de las embarcaciones lusitanas le produjo un riquísimo botín en marfil, cera y especias africanas valorado en miles de ducados.

Mientras Hawkins cruzaba el Atlántico, en las Antillas y en el continente americano vivían alarmados, no sólo por la constante acción de los piratas franceses, sino por las noticias de la metrópoli sobre el posible contagio del mal a otros pueblos respetuosos con las Indias hasta entonces. Nos referimos, como puede deducirse, a los ingleses. Las noticias comunicadas por el  embajador español en Londres, don Álvaro de la Quadra, a Felipe 11 sobre la salida de Portsmouth, en septiembre de 1561, de la expedición a Guine:a mandada por John Lok, despertaron la suspicacia real hasta tal extremo que decidió el soberano español expedir en Madrid, el l0 de enero de 1562, una Real cédula advirtiendo del peligro a sus dominios de América, pues aunque se decía ser el fin de los expedicionarios ingleses el Brasil y Guinea, "se sospecha -les prevenía-que van a otras partes".

La Real cédula fue pregonada en todos los puertos de América, y desde entonces sus moradores vivieron en alarma constante en espera de inevitables sorpresas.

En estas circunstancias, John Hawkins, tras feliz travesía, compareció en las Antillas con sus navíos. Las andanzas del pirata las podemos seguir puntualmente a través de la documentación española que se conserva. John Hawkins visitó en esta ocasión las costas de la isla de Santo Domingo, deteniéndose en Puerto Plata, costas de la Isabela y Monte Christi para descargar sus mercaderías y esclavos, mientras sus talegos se re-pletaban de barras y monedas de oro. En todos los puertos y surgideros encontró el pirata compradores bien dispuestos., destacando en estas actividades algunos comerciantes españoles, acaso corresponsales de Pedro de Ponte en la isla.

Varios documentos del Archivo de Indias nos revelan interesantísimos pormenores de su estancia en América y nos permiten reconstruir a través de ellos el itinerario exacto que siguió el pirata en su visita a los puertos de la isla de Santo Domingo. Es seguro que John Hawkins arribó en primer lugar a Puerto Plata, donde realizó sus primeras transacciones con los naturales, imponiéndoles más o menos por la fuerza la adquisición
de sus mercancías. Una carta posterior a los sucesos, escrita en Santo Domingo por el presidente de la Audiencia Alonso de Berrera, nos informa de algunos pormenores de su permanencia en el puerto antillano: asegura en ella este magistrado que hacía corto espacio de tiempo había visitado el surgidero un inglés luterano conduciendo un barco grande, una nao, una carabela y un pataje; los primeros bien artillados y todos ellos car-
gados de esclavos y mercancías. John Bawkins demandó que le indicasen en qué lugar podía carenar alguno de sus buques, y respondiéndole los españoles que el sitio más indicado era el puerto de Isabela, decidió dirigir su flotilla en busca de este refugio. El presidente Berrera aseguraba en su carta al rey que tal indicación le había sido hecha al pirata con el propósito de confiarle para que algún capitán de la isla le sorprendiese y arrestase con las fuerzas a sus órdenes, impidiéndole comerciar allí.

John Bawkins no tardó en presentarse en el puerto de la Isabela, que era un buen surgidero natural, situado en un paraje semidesértico, a corta distancia de los otros dos puertos de la costa norte de la isla, ambos bien poblados: Puerto Plata, donde ya había comerciado, y Monte Christi, donde se proponía comerciar. El capitán inglés fondeó sus navíos, inició la reparación de los mismos y prosiguió sus tratos clandestinos con los naturales. Es probable que durante su permanencia en Isabela Bawkins, o por lo menos alguno de los navíos de la fiota, se separase del grueso de la misma para comerciar en Monte Christi. Sabemos que un oficial real llamado Cristoban de Santisteban autorizó al corsario para comerciar en uno de los puertos de la isla de Santo Domingo, y por naturales conjeturas Santisteban debía residir en Monte Christi.

Mientras tanto, llegaban a la capital de la isla los avisos del alcalde de Puerto Plata dando cuenta a las autoridades metropolitanas de la presencia de navíos de "ingleses luteranos". Ello fue hondo motivo de preocupación para la Real Audiencia, la que después de detenidas deliberaciones, y con el voto en contra del oidor licenciado Echagoyen, decidió nombrar capitán comisionado para prender al corsario al abogado Cristóbal Bernáldez, hombre rico y prepotente tachado de converso, y con buenas influencias cerca del alto Tribunal, como pariente del antiguo oidor licenciado Angulo. Precisamente la oposición de Echagoyen se basaba en la condición acomodaticia del "capitán" y en la tacha de raza señalada, aunque a decir verdad el oidor era enemigo público y declarado de Bernáldez.

En posesión Bernáldez de su patente de "Capitán" se dirigió sin pérdida de momento a combatir a su enemigo, deseoso de prepararle una emboscada. Para ello fue reclutando en villas, lugares y aldeas a gran número de caballeros, aunque sin revelarles el fin de su comisión, para mantener más en secreto ésta, pues a todos se limitó a comunicarles que se dirigía a combatir a una partida de negros cimarrones.

El capitán Lorenzo Bernáldez, con sus 70 caballeros, atravesó la isla de sur a norte por los lugares más desconocidos e impenetrables, abriéndose paso muchas veces a machete por entre la exuberante manigua, hasta que al fin, a miediados de abril de 1563, pudo divisar en lontananza las siluetas de los navíos ingleses. Todas Sus precauciones habían sido vanas, sin embargo, pues John Hawkins había sido advertido- ¿ por quién ?-de sus andanzas y hallábase vigilante en tierra con centinelas colocados en todos los parajes y puntos estratégicos. Mientras tanto, el hambre y la fatiga rendían por momentos a los isleños y fue preciso actuar sin pérdida de momento. En una hábil escaramuza dos centinelas fueron capturados, mientras un tercero ganaba la salvación con la huída internándose en las montañas. Al ruido de este encuentro las partidas británicas situadas en tierra se prepararon a reembarcar, momento que quiso aprovechar Bernáldez para batirlas en retirada. Sin embargo, al vadear Un río de impetuoso caudal varios caballos se ahogaron y hubo que suspender la operación por imposible.

El capitán Bernáldez se mostró entonces a los ingleses con toda su fuerza dispuesto a impedirles el operar en tierra, mas con ello no hizo sino mostrar su propia debilidad. John Hawkins decidió trabar inmediatas relaciones con él y para ello se valió como intérprete del piloto Juan Martínez. Le hizo ver cómo había arribado "a esta isla por caso fortuito y tiempos forzosos, yendo  las islas  Canaria donde tenia compromisos con un Pedro de Ponte", y luego propuso a Bernáldez el rescate de los dos ingleses por trueque "de 104 piezas de esclavos". Como vemos, el nombre prestigioso de Pedro de Ponte vuelve a amparar los turbios negocios en que él y Hawkins se hallaban convenidos.

En el acto ingleses y españoles quedaron concertados, más aquélla no era sino una hábil estratagema de Hawkins para obtener la licencia que deseaba y precisamente de un capitán del Rey, comisionado por la Real Audiencia para detenerlo. Cuando se iba a efectuar el cambio, Hawkins exigió además de Bernáldez permiso para vender otros 35 esclavos más que le restaban en los navíos, y después de largas discusiones accedió a la
demanda con el requisito previo de una inspección en los navíos para cerciorarse de que no conducían mayor carga humana.

Ocurría esto el 18 de abril de 1563, y siendo favorable la visita se reunieron los españoles en consejo y decidieron que el capitán expidiese la licencia, aunque según el testimonio de éste, con el premeditado propósito de hacer burla del corsario, pues previamente había prohibido a los naturales, bajo severísimas penas, todo trato y relación con el pirata.

El 19 de dicho mes el licenciado Lorenzo Bernáldez, capitán por el Rey en el puerto de Isabela, concedió a Juan Aquines autorización para que en el plazo de veinte días pudiese vender los treinta y cinco negros "que vos quedari e caben de la cierta parte de los ciento cuarenta que tenedes en vuestros navios", con la amenaza de ser ofendido si en dicho plazo no abandonaba la isla. El 7 de mayo se pregonó este permiso en Monte Christi, colonia española situada en la costa septentrional de Santo Domingo, algunas leguas al este del cabo Francés.

El citado permiso, por su fecha y por su texto, nos revela a Hawkins dando cima y remate a su empresa, después de haberse deshecho de la mayor parte de los esclavos, hasta el punto de saturar el mercado antillano.

Debió contribuir al éxito indudable de la operación la rebaja en el precio de venta de los esclavos, fijado por una Real cédula de 1556 en 100 ducados como precio máximo. J ohn Hawkins, sin duda, debió beneficiarlos muy por debajo de la tasa, o por lo menos compensar a los compradores con obsequios y regalos en mercancías inglesas.

La extraña conducta del capitán Bernáldez fue rematada con otra decisión extemporánea. En vez de vigilar el cumplimiento exacto de lo estipulado, decidió abandonar la Isabela a renglón seguido para dar cuenta a la Audiencia del resultado de su comisión, circunstancia que aprovecharon los ingleses para vender buena parte de los negros ocultos y que no desaprovecharon-pese a las amenazas-los vecinos de Santiago, Monte Christi y Puerto Plata para adquirirlos. De tal manera saturó Hawkins el mercado antillano, que todavía le quedaron en los navíos un centenar de esclavos sin posible colocación.

Por su parte, el pirata británico, deshecho de su lastre humano, cargó sus dos navíos., el Salomon y el Swallow de cueros y azúcar, sin contar las valiosas cantidades de perlas, oro y plata que cual verdadero tesoro conservaba como fruto; principal de sus cambios.

Sin embargo, la cantidad de cueros y azúcar que contrató Hawkins debió ser tan considerable que, no bastándole para conducirla sus propios navíos, fletó o aprestó por su cuenta otras dos embarcaciones: una urca y una carabela. La primera pertenecía a un individuo de La española apellidado Martínez-acaso pariente del piloto de la expedición-, y la segunda, por nombre Sancto Amaro pudiera ser muy bien la nao apresada en Sierra Leona en la primera etapa de la expedición.

John Hawkins, con la tranquilidad que le daba el brillante resultado de su audacia, tuvo el impudor de consignarlas ambas a Sevilla, según la versión corriente, aunque nos inclinamos a creer que sería por la vía de Canarias, con el propósito de que Ponte legalizase la situación de ambas antes de su arribo a la capital andaluzá, pues otra cosa sería pecar de excesivamente cándido.

Entregado el mando de las embarcaciones a Thomas Hampton y a Pedro de Strado, respectivamente, John Hawkins pudo verlas zarpar satisfecho, mientras él permaneció todavía breves días en la isla ultimando preparativos.

A las autoridades españolas les entregó en depósito, y para responder de los derechos del fisco sobre sus transacciones, una carabela y los cien esclavos negros de los que no había podido deshacerse; y después de obtener de ellas certificados acreditativos de su buena conducta en las Antillas, alzó velas satisfecho, internándose en el Océano con rumbo a las Canarias... (En: A. Rumeu de Armas, 1991)








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