El
Caciquismo conservador sufre un segundo asalto durante la I Guerra Mundial
La
Gran Guerra sumió a Canarias en una crisis grave porque el
Conflicto bloqueó las ventas de plátanos y tomates a los países europeos
implicados, principalmente, Inglaterra, Francia y Alemania. El cierre de la
exportación frutera disminuyó el flujo de ingresos y, por tanto, la
disponibilidad para importar artículos de primera necesidad. Las Islas tuvieron
que abastecerse de su propia agricultura, pero la producción de alimentos del
sector primario isleño no bastaba para aprovisionar a toda la población. La
interrupción de los intercambios con el exterior y las limitaciones de la
agricultura insular encarecieron los alimentos, en un contexto de crecimiento
del desempleo, debido al continuo cierre de empresas. El Diario de La Palma describía así la
situación: "paralizado el comercio, perjudicada la agricultura, sin
trabajo las muchísimas familias que atendían a sus necesidades con la industria
del bordado; paralizadas también las obras del puerto, aquí se presenta, con
carácter muy agudo, por cierto, el problema de las subsistencias, tanto más,
cuanto que la plaza se halla desprovista de mercancías y los pedidos no se atienden
y los precios se elevan rápidamente" (Obras públicas: para todos, Diario
de La Palma,
14 de agosto de 1914 ).
Como ya sucediera a principios de siglo, esta
crisis económica coincidió con que "las válvulas emigratorias están
cerradas" debido a que la
Isla de Cuba, "a la que se dirigen con predilección
los canarios, herida también por el azote de la guerra, padece...una terrible
crisis económica que le ha obturado sus fuentes de riqueza". "Encerrada,
pues, - señalaba Diario de La
Palma- en los estrechos límites de esta peña oceánica,
con la miseria en sus casas y la cerrazón del horizonte en lontananza, la clase
obrera sufre con más intensidad que ninguna las consecuencias de esta guerra
abominable" (Peticiones, Diario de La Palma, 10 de noviembre
de 1914).
Al poco, Cuba se recuperó de esta bache
económico, gracias, esencialmente, a la demanda de azúcar de los países
contendientes, y reclamó braceros para su economía. Según el profesor Macías,
entre 1915 y 1917, embarcaron más de 4.000 palmeros hacia Cuba. Pero, el
trasvase migratorio ya no fue fluido hasta 1922, porque se interrumpió en
varios momentos. La guerra submarina librada en el Atlántico hizo azarosa la
navegación rumbo a América y disminuyó el número de líneas que realizaban esta
ruta. Por añadidura, las familias con emigrantes establecidos en Cuba recibían
menos dinero de sus deudos a causa de la elevación del precio de los giros y a
la disminución de las comunicaciones marítimas entre las dos islas (Paralizadas
y El bordado. ¡Gloria a Germania!, Verdún, La Palma, 9 de marzo y 6 de
julio de 1918, respectivamente). Además, las autoridades sanitarias prohibieron
los embarques hacia Cuba para impedir la propagación de la gripe española, que,
en 1918, ya ocasionaba víctimas en Canarias Por último, los precios de
los pasajes subieron, y muchos trabajadores no disponían de numerario para
adquirirlos (Regocijo, La emigración es prohibida y A los tabaqueros. La unión
es la fuerza, Rebeldía, La
Palma, 11 y 26 de diciembre de 1918; De interés para los emigrantes,
Verdún, La Palma,
31 de mayo de 1919). En todo caso, a pesar de la importante cifra de emigrantes
contabilizada durante este periodo, la desesperación que impregnaba las
noticias recogidas en la prensa palmera, la preocupación que se desprendía de
las informaciones aportadas por los documentos oficiales y los disgustados
comentarios incluidos en los escritos personales hacían patente que la marcha
de isleños a Cuba no era suficiente para dar salida al creciente número de
desempleados que dejaba el colapso de la economía palmera.
Igual que ocurriera en los años posteriores a la Guerra de Cuba, la
suspensión o la insuficiencia de la emigración para dar salida a una coyuntura
económica depresiva provocó un incremento de la movilización de un sector de la
población, que encuentra una vía para la esperanza en el discurso alternativo
de los republicanos. Así, "en apenas dos años escasos de constituida la Juventud Republicana,
- refería "Oriente", su órgano de prensa- es hoy por
hoy, quizás la asociación más entusiasta y numerosa de la localidad".
Este triunfo se debía "al prestigio de las ideas democráticas, a favor
de cuya causa hemos visto correr a agruparse a una masa de indiferentes, de
desalentados, de esclavos a un tiempo de la miseria y el poderío absorbente y
pernicioso del caciquismo". Por el contrario, el Caciquismo
tradicional, desacreditado por no atender las demandas de buena parte de la
población, sufre un deterioro considerable: "esas falanges
constituidas por paniaguados y cínicos de la peor jaez (sic), hechuras
de caciques, se hunden abrumados por el desprestigio" (Parangonando, Oriente,
La Palma, 7 de
octubre de 1916).
Las iniciativas solidarias de los republicanos se
debían, sin duda, a su preocupación por la situación de zozobra que vivían las
clases humildes. Pero, también, se explicaban por la confluencia de intereses
entre los sectores acomodados progresistas y la población asalariada. Los
dirigentes republicanos enfocaron la protesta social hacia la demanda de obras
públicas que mejoraran las infraestructuras de la Isla y hacía la crítica a los
políticos de los partidos dinásticos que gobernaban La Palma. La modernización
de la Isla
(puertos, carreteras interiores...) proporcionaría salarios a los obreros
contratados y, de paso, reactivaría la demanda de las clases más bajas sobre el
comercio local. Además, estas inversiones en infraestructuras favorecerían los
intereses de las empresas de los comerciantes, consignatarios e industriales
republicanos, que, desde principios de siglo, cifraban la salida al declive de
los principales factores productivos de la Isla (industria tabaquera, de bordados,
astilleros) en la mejora de las comunicaciones interiores y exteriores. Por
otro lado, su discurso criticaba la política insensible y negligente que
representaban el Partido Conservador y el sector del Liberal que había pactado
con éste, de modo que aumentaran las expectativas republicanas como valedoras
de los intereses sociales y económicos de La Palma.
Las convocatorias de los republicanos llenaron
las calles de grandes manifestaciones y paralizaron la actividad productiva,
varias veces, en los años de Guerra y Posguerra. En medio de una situación que
las propias autoridades públicas insulares calificaban de "aflictiva",
la suspensión de las obras públicas que se ejecutaban en La Palma desataba,
invariablemente, la respuesta de las organizaciones republicanas. Los informes
gubernativos calificaban de "imponentes" unas protestas que
reunían elementos de todos los sectores sociales para solicitar al Gobierno que
remediara el estado de miseria en que se hallaban los obreros palmeros debido a
la carestía de las subsistencias, a la suspensión de las obras públicas y al
declive de la actividad portuaria. Las congregaciones, descritas como "muchedumbres",
asombraban a las autoridades por el elevado número de participantes (Informes
remitidos por el Delegado del Gobierno a los Ministros de Gobernación, de
Fomento y al Gobernador civil, los días 28 y 31 de diciembre de 1916, Carpeta
42 y 6, Leg. año 1916, Archivo Delegación del Gobierno).
Al mismo tiempo, la prensa
isleña registraba los acontecimientos que conmocionaban al Mundo: la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa y
la conflictiva situación social y política que se producía en Europa y en
España. Sobre todo, al igual que ocurrió en el resto del país y en el
Archipiélago, las noticias sobre la Revolución Rusa sobrecogieron y, a la vez,
abrieron nuevas expectativas en La Palma. Los sectores más radicales del conjunto
progresista de la sociedad apelaban a la unidad de los trabajadores y se
preguntaban por qué iba a ser "una utopía" organizar un
sindicato en La Palma,
según el modelo soviético, cuando era necesario por ser un "país
sumamente pobre" que no poseía "ni medios para emigrar".
El ejemplo de la Revolución
Rusa se empezaba a plantear como una alternativa a la
situación de ruina económica de La Palma. Así, el articulista volvía la cabeza hacia
"la luz de la luminosa aurora de redención que ha comenzado a alborear
en Rusia". Se constataba, desde la Isla, que "las doctrinas
socialistas" protagonizaban unos "avances rápidos en estos
últimos tiempos". De hecho, el prestigioso jurista Pedro Pérez Díaz,
hermano del dirigente republicano insular, sacudió a su auditorio cuando, en
una conferencia impartida en Santa Cruz de La Palma, dijo que consideraba "imposible
evitar el advenimiento del socialismo" (A los tabaqueros. La unión es
la fuerza, Rebeldía, La
Palma, 28 de diciembre de 1918 y Velada, Verdún, La Palma, 6 de agosto de 1919).
La intensa movilización de los
trabajadores, dirigida por los republicanos como respuesta a la aguda recesión
económica que provocó la
Guerra Europea, dejará como secuela, en los años de
posguerra, la fundación de varios sindicatos y el embrión de un desarrollo del
socialismo en la Capital
de la Isla y en
Los Llanos. A partir de 1918, varias organizaciones obreras promueven huelgas y
manifestaciones que pretenden equiparar los salarios a la subida de los precios
producida durante la I Guerra
Mundial: tabaqueros, dependientes, panaderos, así como obreros agrícolas del
Valle de Aridane iniciarán conflictos sucesivos hasta 1923. Así, en 1918, una
Comisión de Tabaqueros, ante el agravamiento de la crisis que padecía la
industria tabaquera en La Palma,
convoca a los trabajadores para enfrentarse "a quienes les
explotaban". En mayo de 1919, se celebra otra "imponente
manifestación" en Santa Cruz de La Palma, nuevamente auspiciada por los
republicanos, "para protestar contra la prolongada paralización de las
obras públicas y tratar del problema de las subsistencias". Unos
meses más tarde, uniéndose a sus compañeros de Tenerife, los obreros tabaqueros
de Santa Cruz de La Palma,
"empujados por el instinto de conservación", declaran una
huelga en demanda del aumento de sus jornales, con el respaldo del partido
republicano y de su órgano de prensa. En octubre de 1919, empleados de 19 casas
comerciales de Santa Cruz de La
Palma reclaman a sus empresas mejoras salariales. Al año
siguiente, se constituye el Centro de Dependientes del Comercio y de la Industria. En 1921,
se fundó, en la capital de la
Isla, la sociedad de obreros panaderos La Alborada. En
la otra vertiente de La Palma,
el día 7 agosto de 1922, más de doscientos empleados de la empresa Fyffes
Limited se declararon en huelga, en Tazacorte y Argual, para demandar un
aumento de sus jornales (GONZÁLEZ SANJUAN, Manuel: Manifiesto al pueblo,
Leg. año 1918-1º, Archivo Delegación del Gobierno; Manifestaciones y Justas
demandas. La huelga de los tabaqueros, Verdún, La Palma, 24 de mayo y 12 de
julio de 1919; Informes emitidos por las administraciones municipales y la Delegación del
Gobierno, Carpeta 20, Leg. año 1922, Archivo Delegación del Gobierno).
No obstante, el Caciquismo conservador mantenía
su vigencia en La Palma. A
pesar de esta creciente movilización, los republicanos comprobaban que una
parte considerable de los palmeros dañados por la crisis permanecía sumida en
la pasividad, paralizada por el discurso del patronazgo propio del caciquismo: "veinte
generaciones de agiotajes, dolos, falsías y contubernios nos han dejado el alma
enteca y contrahecha, recibiendo en herencia de nuestros mayores toda la
cobardía de esclavos sin ideales, ni protestas y toda la indignidad de adulones
incorregibles y sin pudor" (¿Quosque tamdem?, Verdun, La Palma, 16 de marzo de 1918).
Uno de los colaboradores del periódico Oriente reflejaba la
permanencia del Caciquismo al referirse a los trabajadores "mansos,
los humildes, los que someten su voluntad, los que hacen sus peticiones de
rodillas y con el sombrero en la mano; en suma, los que no tienen ideas propias
y se dejan embaucar y explotar por ciertos apóstoles". En su opinión,
la mayoría de los campesinos y obreros de su pueblo estaban tan "castrados
de voluntad y acción, que jamás se permiten tener otras ideas que las que sus
amos o el cura les señalen" (Ver PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo:
"Cuba y la resistencia campesina en La Palma. El municipio de
Breña Alta (1850-1930)", en XIII Coloquio de Historia Canario
Americana (1998), La
Palmas de Gran Canaria, Ediciones Cabildo Insular de Gran
Canaria, 2000, p. 2723).
La presión sobre el edificio caciquil, también,
se vio aliviada por la emigración. Nuevamente, a pesar de que, durante estos
años, se interrumpió varias veces el flujo humano hacia el Caribe y resultó
complicado recibir las remesas de los emigrantes, la marcha a Cuba se abría
como la vía preferida para escapar a la miseria. "Cada año que pasa -recogía
la prensa insular- es mayor el contingente de emigrantes canarios que
marchan a la Gran Antilla
en busca de trabajo. No es exagerado afirmar que en diversas crisis económicas
por que ha atravesado este país, con dinero cubano ha podido resolverse la
situación" (La riqueza de Cuba y sus relaciones con Canarias, Diario
Insular, La Palma,
22 de julio de 1920).
La
emigración y la recuperación económica de principios de los años 20, sobre todo
en los sectores platanero y portuario, preservaron el edificio caciquil de una
mayor contestación. Pero, fue la llegada de la Dictadura del general
Miguel Primo de Rivera, tras el golpe de estado de septiembre de 1923, el
acontecimiento que canceló la agitación protagonizada por los sectores de la
sociedad insular que habían decidido luchar por la subsistencia en su propia
tierra, a través de la creación o el reforzamiento de partidos políticos y
organizaciones sindicales reivindicativas. (Tomado de; www. Elapuron.com El
periódico digital de La Palma.
7 de junio de 2009 )
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