EFEMERIDES
DE LA NACION CANARIA
UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
DECADA – 1521-1530
CAPITULO X (VII)
Guayre
Adarguma
1529. Dejó
recuerdo Cristóbal Hortiz, colono vecino de San Cristóbal, Eguerew (La
Laguna). A 11 de junio de 1529, contrató la carabela de Juan
Ferrandes, con dos socios, traspasando "la mitad de la tercia parte del
cuarto", o el venticuatroavo, en 11 doblas de oro, al pintor Andrés de
Illescas, vecino colono de la isla, con compromiso de saldar, al regreso, deuda
añeja de cinco doblas y media. Hortiz pondría el carpintero, "a mí costa y
minsión, que vaya en la dicha armada por mí e por vos", quedando
especificado que rescatarían esclavos, ropa, oro y plata. Sin categoría para
obtener por sí mismos la "carta de fletamiento", indispensable para
incorporarse a "la armada, que agora yrá a Berbería", los socios la
compraron de reventa, al mercader Antón Sánchez. (L. Al. Toledo)
1529. Testó el colono Martín
Rodríguez. Un portugués recio y aventurero que se vino a vivir al
lugar que andado el tiempo sería San Juan de la Rambla, a comienzos del
siglo XVI. Aquí formó una gran hacienda con las tierras usurpadas a los
guanches y cerca de sus tierras erigió una ermita a la advocación de San Juan,
que fue el origen de San Juan de la
Rambla; por ello se le considera el fundador de este pueblo.
Estaba casado con Catalina Hernández; testó en 1529, dejando mujer y cinco
hijos, de los que descienden una buena parte de los rambleros de hoy.
1529 Mayo 27.
A través de una carta del Bayle
de Valencia, llamado don Luís Juan, declara libre al esclavo canario, llamado
Juan Canario (Johan Canari), que había estado bajo el dominio de don Fernando
de Andrade, quien lo libertó por cláusula de su testamento realizado en
Medinacelli.
1529 Junio 23.
1.312-10.-Luis de Castro, criado
del 2° Adelantado. Yo don Pero Hernandes de Lugo, Adelantado. ..por la presente
hago merced a voz L. de C. mi criado, vo , del lugar del Realejo, de un solar
mío q. tengo en este mi heredamiento q. alinda con el horno de la teja de la una
parte y de la otra la esquina del cercado q. va hacia el ingenio con su corral,
para q. podáis edificar en él casas, y vos do la posesión del dho. solar. Digo
q. se entiende el dho. solar dende la esquina del dho. horno y el corral
derecho a una tapia señalada q. son fasta el esquina de la cancela, 9 tapias,
con cargo q. para siempre jamás me déis vos y vuestros herederos dos gallinas
por cada año por cada Navidad. 23-VI-1529. (Datas de Tenerife, libros I al IV)
1529 Julio 13. El colono Alonso Márquez Maldonado (Juan Máruez)
vecino de La Benahuare
(Palma), tuvo que presentar a la
Inquisición las pruebas de pureza de Sangre. Las presentó,
con resultados muy diferentes: yo he estado en posesión de hijo de Juan
Marques, por tal me he tenido y como a
hijo me casó con hija de, cristianos viejos, y después que se leó el edicto por
vuestra paternidad mandado publicar, en que los conversos y cristianos nuevos
parezcan a dar sus genealogías y los cristianos nuevos a mostrar fe e de como
son con baptizados, el dicho Alonso Márquez me a dicho que siendo niño me tomó
de poder de ciertos que se pasaban de Castilla y me baptizó en la villa de
Rota».
1529 Agosto 23.
Juan Yánez, clérigo de la secta católica, vive con Ana Rodríguez, mujer de
Gonzalo Rodríguez, zapatero; pero Ana vuelve a casa del marido, que la perdona.
Escritura de perdón ante el escribano B. Joven, el 23/8.1529
1530. En la
isla Tamaraánt (Gran Canaria) se produjo
un período de fuerte inmigración.
El crecimiento de la población en estos años corre paralelo
a la implantación de nuevas órdenes religiosas de la secta católica, creación
de parroquias, dotación de curatos fijos y en diferentes sitios y edificación
de conventos y ermitas allí en donde hubiese un vecindario mínimamente
expansivo factible de ser exprimido laboral o económicamente.
La industria azucarera, las
exportaciones de vinos, orchilla y trata de esclavos junto a la obligada escala
en la ruta hacia América generaron un tráfico mercantil que aportaba grandes
beneficios económicos a los colonos europeos contribuyendo sobremanera a
incrementar el volumen demográfico de Tamaránt (Gran Canaria) durante el siglo
XVI.
En la primera mitad del dieciséis
la población de esta isla no llegaba a los 8 mil habitantes y se componía de
guanches y colonos españoles, agregándose un creciente número de judíos,
ingleses, portugueses, irlandeses, algún que otro flamenco, esclavos extraídos
del noroeste del continente y negros del sur. De estos últimos se decía que en
1536 había «más berberiscos y negros que vecinos».
El avance demográfico se vio
siempre obstaculizado por una mortalidad general bastante alta, especialmente
entre los niños. En 1531 la isla sufría por tercera vez en lo que se llevaba de
siglo del temible contagio de pestilencia. En 1524 se produjo una plaga de
«alhorra» que exterminó las cosechas y produjo escasez y hambre. Algo parecido
se vuelve a repetir en 1538. Por otro lado, la falta de higiene, las levas,
guerras, epidemias y hambre ocasionaron multitud de fallecimientos. Además, el
torrente emigratorio con dirección hacia América se intensificó a mediados de
la centuria. El despoblamiento a causa de la brusca pérdida de habitantes en
Tamaránt (Gran Canaria) generó fuertes temores entre las autoridades civiles y
militares coloniales. El rey de la metrópoli Felipe II prohíbe en 1574 la
salida de vecinos. Menos mal que la natalidad de entonces era fortísima y
gracias a ella se conseguiría enjugar en parte los huecos producidos por la
(emigración y los fallecimientos.
En 1585, casi finalizando el s.
XVI, Gran Canaria contaba con 11 pilas bautismales de la secta católica y 8.545
habitantes que suponen tan sólo un 22,07 por ciento sobre el total de la
colonia. La densidad se sitúa en torno a los 6,3 habitantes por kilómetro
cuadrado. La isla presentaba una ocupación poblacional francamente discontinua
todavía. La mayoría de la población se concentraba en la ciudad de Winiwuada
(Las Palmas) que por entonces contaba ya con unas 800 casas, una guarnición
española de varios centenares de hombres en armas y una organización bastante
aceptable para la época. Telde era la segunda localidad más importante de
Tamaránt (Gran Canaria) con unos 1.500 habitantes. Las restantes localidades
absorbían los 5.000 residentes destacando las villas situadas en la fachada
orientada a barlovento. Guía y Gáldar tan sólo sumaban unos 1.250 habitantes,
en tanto que entre los pueblos de la
Vega de San Mateo, Teror, Moya y Arucas se repartían 1.575
personas. En la comarca sur, Agüimes y Tirajana llegaban a alcanzar las720 almas.
Las zonas orientadas al suroeste y ras cumbres estaban todavía escasamente
ocupadas. (Ramón Díaz Hernández;1991)
1530.
Según las dataciones el conchero de Arguamul en La Gomera más antiguo se
comenzó a usar en torno a esta fecha. – Se da licencia a los Peraza para buscar
oro en la isla.
1530. Los
saqueadores heffilanos Hernando y Francisco Pizarro se citan en la isla canaria de La Gomera; han capitulado con
la emperatriz y regresan decididos a dar, desde Panamá, el último embate al
imperio de los Incas.
1530. La enorme riqueza que
producía el azúcar producto altamente demandado y cotizado en Europa atrajo de
nuevo a la colonia de Canarias a numerosos aventureros y colonos y entre los
años 1530 y 1552 se produce una fuerte inmigración que hace que a mediados de
siglo la población de Chinet (Tenerife) ya sobrepasara los 10.000 habitantes y
la de Tamaránt (Gran Canaria) se sitúa en torno a los 5.000. Pero no solo la
riqueza atrajo colonos aventureros y empleados de la metrópoli, sino que atrajo
a los piratas. La nacionalidad de los piratas dependía de la amistad o
enemistad que en esos momentos tuviese Castilla con Inglaterra o Francia, esto
les garantizaba una protección de esos países en caso de necesitarla. En 1553
Leclerc saquea e incendia el puerto de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma).
Los colonos y criollos canarios también eran piratas y esclavista, existen noticias de que muchos de los piratas de este siglo fueron formados en las tácticas de asalto por los piratas europeos establecidos en Canarias que desde mucho tiempo atrás venían saqueando tenazmente las costas del continente, la mayoría de las veces con el fin de capturar esclavos y esto duró hasta 1572 cuando el comercio de esclavos dejo de ser lucrativo al dejar de estar protegido por la corona castellano-aragonesa. Las correrías o cabalgadas en África dejaron de ser frecuentes.
1530.
A comienzos del siglo XVI, el
Regidor de Gran Canaria y Capitán Bernardino de Lezcano y Múxica construyó
-hacia 1530- una magnífica casa en Las Palmas que tanto le servía de habitación
como de fortaleza. Según la tradición se hallaba situada en las huertas
existentes a espaldas del desaparecido convento de San Bernardo, en sitio
descubierto, pues en esa época, sólo había delante una explanada que llegaba
hasta el mar donde colocó 14 piezas de artillería de bronce que a su costa hizo
traer de España, dotándolas de parapeto y foso: instruyó suficiente personal
para que las sirvieran y proveyó de abundantes municiones.
La primera fortaleza con honores de
tal que se construyó en Canarias, fue el Castillo de la Luz en Las Palmas en 1492 ó
93, por el Muy Magnífico Señor D. Alonso Fajardo de la casa marquesal de los
Vélez, Gobernador y Justicia Mayor de Gran Canaria que había sustituido en
dichos cargos a D. Francisco Maldonado, pesquisidor y repartidor de la misma
isla. En su origen debió ser un pequeño fuerte de planta cuadrada con
plataforma para jugar la artillería dominando a los navíos que se acogían a la
sombra de sus muros; las obras de la defensa de la ciudad no se iniciaron hasta
la segunda mitad del siglo XVI. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996)
1530. En Benahuare (La
Palma) a los
inmigrantes enviados por la metrópoli, extremeños, castellanos y andaluces se
añadieron portugueses, flamencos, franceses y algunos genoveses que explotaron
la economía insular basándose en la producción y exportación de azúcares,
plantando vides, explotando la riqueza maderera de sus bosques, desarrollando
la industria naval o activando el comercio. A estos primeros grupos humanos se
fueron agregando muy pronto los esclavos traídos a la fuerza desde las costas
del continente. Su número debió de ser considerable, ya que en 1578 Benahuare (La Palma) obtuvo licencia para
traer desde el Golfo de Guinea a unos 500 esclavos negros.
1530 Marzo 18.
21.-En la ciudad de San
Cristóbal, que es en la ysla de Thene- rife en 21-III-1530, en presencia de mí
Antón Vallejo, etc..., paresció presente Alonso de Xerés, en nombre de Sancho
Cavallero, e me presentó un mandamiento compulsorio firmado del muy noble señor
Licenciado Pero Hernández de Reyna, Juez de Residencia e Justicia Mayor desta
ysla de T. e de la de señor Sant Miguel de la Palma por sus magestades Emperador, Reyna e Rey,
nuestros señores, e firmado de Bernaldino Justiniano, esc. público desta dicha
ysla, segund que por él paresció su tenor del qual es éste que se sygue:
Antón de Vallejo, esc. público y
del Concejo de esta ysla de T. yo os mando que todos e qualesquier pregones,
datas e repartimientos e escrituras que vos pidiera Alonso de Xerés en nombre
de Sancho Cavallero e Juan de Xerés se las déys e entreguéys en pública forma o
en manera que haga fe al dicho Alonso de Xerés porque diz que dellas tiene
nescecidad para las presentar en cierto pleyto que contra ellos trata Alonso de
la Fuente,
sobre razón de ciertas tierras; las cuales dichas escrituras e pregones e datas
e repartimientos e todo lo demás que vos pidiere le dad en el término de la ley
e so la pena della pagandos vuestro justo a devido salario. Hecho a 18-III-l530.
El Lcdo. de Reyna. Por mandato de
su merced, Bernaldino Justeniano, esc. público.
Presentado el dicho mandamiento
en la manera que dicha es, luego A. de x. en el dicho nombre pidió a mí, el
dicho escribano, le diese un pregón que se avía mandado dar por el magnífico
señor don Alonso Femández de Lugo sobre razón del tiempo en que mandava que
todos los que tenían tierras las hedeficasen e pidiólo por testimonio.
Testigos: Tristán de Emerando e Alonso de Montiel, vecinos desta ysla.
E luego yo, el dicho escribano,
por virtud del dicho mandamiento e de lo pedido por A. de x. en el dicho nombre
fize buscar e busqué el pregón, su tenor del cual es éste que se sigue:
En 20-II-l5O2 en este día el
señor Gobernador en presencia de mí, el escribano público e de los testigos de
yuso escritos, mandó e pidió a mí el dicho escribano asentase ansy que su
merced avía mandado pregonar e que se pregonó públicamente por Juan, pregonero
público, por ante Alonso Sarmiento, escribano que fue desta ysla, que por quanto
estavan en esta ysla suspensas y enpedidas muchas tierras de sequero y solares
por romper entre personas que no las han aprovechado ni aprovechan ni los
dichos solares que cualquier persona que quisiese se entrase en las dichas
tierras y solares y lo rompiese y hedeficase y lo gozase como cosa suya lo qual
resumió en sy para hazer dello nuevos repartimientos en la forma que dicha es,
lo qual a que pasó el pregón podrá aver un año y porque el dicho Alonso
Sarmiento se fue desta ysla no quedó memoria del pregón, por ende que
confirmava todo lo que dicho es e ansy lo confirmó ante mí, el dicho escribano,
que dixo que queria e quiere que todas las tierras que estuvieren por romper y
solares por hedeficar que cualquier persona se pueda entrar en ello y hedeficar
y romper, porque ansy cumple al servicio de sus altezas y ennoblecimiento de la
ysla con tal que no sea de difuntos, y esto quiere que valga como pregón
público porque pasó ansy ante el dicho escribano. Testigos: Lope Hernandes,
regidor, el alcalde Pedro de Vergara, Gonzlo Mexía, Jayme Joven e otros. El
Adelantado. Antón de Vallejo, esc. púb. E del Concejo.
En 14-X-1503 lo firmó su señoría
e yo, Antón de Vallejo, esc. púb. e del Concejo de la ysla de Tenerife,
presente fuy e por ende fis aquí este mío signo e tal en testimonio de verdad.
Antón de Vallejo, esc. púb. y del Concejo.
En 25-IX-1828 di copia del
testimonio antecedente en dos ho- jas del sello 4°.-Firmado, Baños.
En 10- X-1569 ante los señores
Justicia e Regimiento desta ysla, estando en su Cabildo y Ayuntamiento por
presencia de mí, Juan López de Açoca, escribano mayor del Concejo desta ysla,
presentaron este testimonio desta otra parte e me pedieron lo asentase en el
registro e yo de su pedimento lo asenté. Testigos: el dotor Francisco Mexía e
el Lcdo. Guillén. Juan López de Açoca. (Datas de Tenerife, libro V de datas
originales)
1530 Julio 30.
1.340-1.-Acta de presentación de
una Cédula Real ante el Ldo. Juan de Santa Cruz, teniente de Gobernador por don
Pedro, y Vallejo, escribano del Cabildo, por Francisco
Ximenes, va, que sigue original. 30-VII-1530. (Datas de Tenerife,
libros I al IV)
1530 Agosto 9. El Ilustrísimo Señor don Luis Cabeza de Vaca, obispo
que a la sazón era de estas islas, dio esta santa casa de Nuestra señora de
Candelaria a los padres de la orden de Señor Santo Domingo, en 9 de agosto,
siendo vicario provincial fray Diego de la Fuente y después, año de 1534, se la confirmó don
Pedro Hernández de Lugo, segundo Adelantado de las islas de Canaria, hijo de
Alonso Hernández de Lugo, estando en cabildo, viernes 14 de diciembre, siendo
vicario provincial fray Alonso de ]a Anunciación y año de 1536 la confirmaron
la reina doña Juana y la emperatriz doña Isabel, gobernadoras que eran de
Castilla por ausencia del emperador nuestro Señor y después, año de 1542 se la
confirmó el Sumo Pontífice Paulo tercero.
Según el lugar que ahora tiene
por los reverendos padres de la orden de Santo Domingo, esta santa imagen
trujeron dos veces de la cueva donde estaba, a esta casa donde al presente está,
y tantas se volvió a su cueva, hasta que por ruegos y plegarias, servicios y
procesiones, ha tenido por bien estarse.
También me pareció poner aquí un
traslado de un original que se tomó en testimonio, de la cera que parecía en
tiempo de gentiles, y después de reducida a la fe católica, en tiempo de
cristianos, y aún en nuestros días parece; y por gloria de Dios y honra de su
sacratísima majestad la
Virgen María Nuestra Señora, quíselo poner como está, que es
del tenor siguiente: In nomine Domini, amen. Sepan cuantos este presente
instrumento de fe vieren, como en la villa de San Cristóbal que es en la isla
de Tenerife, domingo veinte y cinco días del mes de junio, año de 1497, en
presencia del muy virtuoso caballero Alonso de Lugo, gobernador de las islas de
Tenerife y La Palma
por e] Rey y Reina nuestra Señora, en presencia de mi Fernán Dálvarez, canónigo
de la iglesia de Canaria, por la autoridad apostó1ica público notario, e de los
testigos que de yuso serán escriptos sus nombres, pareció presente el honrado y
discreto varón Antonio de Arévalo, contino criado de los Reyes Nuestros
Señores, e dixo que por quanto en esta dicha isla se decía de público y era
notorio un milagro que cada año acontecía de veinte años a esta parte, en un
cierto término desta dicha isla, que por ende pedía y pidió al dicho señor
Gobernador mandase tomar testigos dignos de fee, para certificación del dicho
milagro, para lo mostrar en cualquier e qualesquier partes donde fuese dicho,
para aumentación de la [devoción] de los fieles cristianos donde fuese mostrada
alguna parte de la dicha cera o de ella fuese fecho mención; e que rogaba e
requería a mí el dicho notario que lo que así dijesen los dichos testigos que
por él me fuesen presentados ante el dicho señor Gobernador, que lo diese por
testimonio en manera que hiziese fe donde quiera que fuese mostrado.
Luego encontinenti el dicho
Antonio de Arévalo presentó por testigos a Pedro Fernández e Diego Fernández e
Alonso Sánchez de Morales, naturales de la isla de Fuerteventura e vecinos
desta dicha isla de Tenerife, e Gonzalo Méndez Castellano, e Pedro Maninidra, e
Pedro Mayor, naturales de la isla de Gran Canaria, y Pedro de Herbas e Iboñe de
Armas, vecinos de la dicha isla de Gran Canaria, que ahora están y habitan en
esta isla de Tenerife; los cuales dijeron, y cada uno de ellos dixo como era
verdad que cada año, siendo esta isla de infieles, que venían a ella los fieles
cristianos que moraban en estas islas comarcanas, a estar en navíos, para
saltear e tomar de los canarios que llamaban guanches, que aquí vivían; e como
descendían en aquella parte que se dize de Güímar, que es en esta dicha isla,
que fallaban la dicha cera e la llevaban e tenían e tienen en gran reliquia e
veneración.
E los dichos Pedro Hernández e
Alonso Sánchez de Morales e Diego Fernández e Gonzalo Méndez e Pedro Maninidra
e Pedro Mayor digeron que de quatro años a esta parte han visto la dicha [cera]
en la dicha isla e han sido presentes, con otros muchos, quando se fallaba la
dicha cera en el dicho lugar de Güímar; y los dichos Pedro de Herbas e Ibone de
Armas digeron que a veinte años, poco más O menos, que saben y vieron traer de
la dicha cera a muchas personas; e todos digeron e cada uno de ellos dixo que a
las veces parecía cantidad de diez a doze libras, e otras vezes quinze e veinte
]ibras; e que saben que este año pareció cantidad de veinte libras e más; e que
los dichos Pedro Hernández e Diego Fernández e Alonso Sánchez de Morales e
Pedro Mananidra e Pedro Mayor fueron en la fallar este dicho presente año,
quatro o cinco días antes de la Purificación de Nuestra Señora la Virgen María;
e que han oído dezir a muchas personas que la han fallado, que siempre por este
tiempo se falla e parece; e que esto era y es verdad e muy notorio ansí en esta
isla de Tenerife, como en las otras islas de Canaria comarcanas a ella, porque
muchas personas, como dicho es, la han fallado; e que este presente año fueron
más de veinte personas cuando apareció, que habían ido en busca de esclavos de
vecinos que se habían ausentado; y que así pasa y es verdad.
De lo qual el dicho Antonio de
Arévalo pidió y rogó a mí el dicho notario ge lo diese así por testimonio, en
manera que hiciese fee.
E yo el dicho Fernán Dálvarez
notario suso dicho infrascripto do fee e hago saber a qualquier e qualesquier
personas ante quien este testimonio fuere mostrado, que pasa así en verdad todo
lo suso dicho, e que es así muy notorio en estas dichas islas de Canaria; e que
este presente año, al tiempo que se halló la dicha cera, no había candelas para
decir misa ni para bendecir el día de la Purificación de
Nuestra Señora la Virgen
María, por cuanto en esta isla no hay colmenas para sacar
cera, sino la traen de la
Gran Canaria, por ser esta dicha isla nuevamente ganada de
mano de infieles e puesta debaxo del yugo de Nuestro Salvador Jesúcristo; e
trogeron la dicha cera, e yo el dicho notario, que al presente sirvo para cura,
hobe e receví doze libras de la dicha cera; e así otras tantas fize haber al
mayordomo de la iglesia, para celebrar el Cuerpo divino; de la qual yo di
cierta cantidad al muy reverendo en Cristo padre y señor don Diego de Muros,
obispo destas islas e obispado de Canaria, que aquí vino a visitar esta dicha
isla e iglesia della; el qual envió de la dicha cera a Santa María de Guadalupe
e otras iglesias del dicho su obispado, para que la tuviesen en reliquia.
A lo qual todo que dicho es
fueron presentes por testigos los honrados varones Fernando de Truxillo,
lugarteniente de gobernador en esta dicha isla, e Pedro Mexía e otras muchas personas;
que fué e pasó lo suso dicho en el mes e año suso dicho. E yo Fernán Dálvarez,
clérigo de la di6cesis de Jaén, canónigo en la iglesia de Canaria, por la
autoridad apostólica público
notario, en uno fuí presente con los dichos testigos e vi e oí todo lo suso
dicho e en nota recebí, de donde este público istrumento con mi propia mano
saqué y escrebí, siendo para ello llamado e requerido e rogado. Fernán
Dálvarez, apostó1ico notario.
Por este instrumento se parece el
cuidado que Nuestra Señora de la
Candelaria tenía de proveer de cera para sus festividades. y
de aquí se da por reliquia todos los años unas candelas pequeñas a los que van
en romería a su santa casa, con las cuales obra Nuestra Señora admirables
obras, apagando fuegos, aplacando tormentas en la mar y tierra, y en partos de
mujeres, truenos y relámpagos, en enfermedades, encendiendo las dichas
candelas. (Fr. J. Abreu Galindo; 1977: 310-13)
1530 Octubre 15.
En este tuvo principio aquella
memorable fundación del real convento de Candelaria, que deseaban imitar los
dominicos de La palma en el santuario de las Nieves. Hemos referido el origen
de esta devota imagen de Candelaria, las circunstancias peregrinas de su
hallazgo, la estimación en que los guanches la tuvieron y el celo con que los conquistadores
y pobladores de Tenerife promovieron sus cultos.
Apenas se sometió la isla,
celebraron los cristianos la fiesta de la Purificación, sacando
la imagen de su cueva y llevándola en procesión sobre los hombros de los
reyezuelos vencidos, y como en esta ocasión había arrojado el mar a aquellas
playas diez torales de cera, reputándola todos por milagrosa, hicieron de ella
las candelas que sirvieron para alumbrar en la función; cuya circunstancia,
unida al fenómeno de ciertas luces fosfóricas que se solían ver por las noches
en los arenales vecinos y se juzgaban procesiones angélicas, encendieron la
devoción de modo que, después de haberse consagrado la cueva de Achbinicó para
iglesia de aquel territorio con cura y pila bautismal, el segundo adelantado,
don Pedro Fernández de Lugo edificó en 1526 una ermita mucho más decente,
adonde fue trasladada la santa imagen, no sin repugnan-
cia suya, pues se huyó y se
volvió a su cueva dos veces, como escriben con admirable candor nuestros
autores de milagros.
Pero para que la devoción ala
Virgen fuese en aumento y aquel santuario, a que acudían en romería fieles
cargados de limosnas, estuviese más bien servido, el obispo don Luis Cabeza de
Vaca, que lo visitó, acordó encomendar el cuidado y administración de la imagen
a los religiosos dominicos, para lo cual, de convenio con fray Diego de la Fuente, vicario provincial
de la orden, despachó su licencia, en 9 de agosto de 1530, a fin de que pudiesen
fundar allí un convento con número competente de religiosos, quienes, con
efecto, cuatro meses después tomaron posesión de la ermita.
Mas habiendo sobrevenido en el
mismo año sede vacante, por la promoción de aquel prelado a Salamanca, se
suscitó por parte del clero secular una contradicción tan fuerte, que los
dominicos hubieran cedido enteramente el puesto envidiado, si al cabo de cuatro
años no hubiese salido a su defensa el ayuntamiento de la isla, haciéndoles
plena donación de aquel territorio, casa, cueva de San Blas y santuario de
Nuestra Señora, desde los riscos hasta el mar y desde el pozo viejo hasta la
ermita de la Magdalena,
que fabricó el Adelantado. Esta data fue en 4 de diciembre de 1534. [...]
El rey pidió informes al
gobernador de Tenerife; Antón Joven, teniente suyo, los dio muy favorables; y,
en vista de ellos, se expidió en Madrid la real cédula de 24 de diciembre de
1535, confirmando la donación del Ayuntamiento hecha a la orden de predicadores
ya sus frailes. Pero el clero secular de la diócesis, que creía contraria al
derecho parroquial esta absoluta donación de un santuario donde había pila
bautismal y que era cada día más importante por las liberalidades del pueblo,
se ofendió tanto de ella, que el canónigo Pedro Samarinas, en 1539, puesto a la
cabeza de algunos que había acaudillado, se entró de repente en el convento y a
mano armada desalojó a los religiosos, que en la resistencia recibieron algunos
golpes.
Fácil es concebir las quejas
amargas con que los heridos y despojados recurrieron, no sólo al pie del Trono,
sino a también a Roma. El emperador Carlos V, en 27 de agosto del mismo año,
les despachó su real cédula de restitución, que el papa Paulo III corroboró por
su bula de 26 de mayo de 1542, el octavo de su pontificado, concebida en los
términos más claros y honoríficos. Sin embargo, al año siguiente, hallándose el
obispo don fray Alonso de Virués en la visita general de la diócesis, se volvió
todavía a despertar la controversia con los frailes y, para cortarla de raíz,
se creyó preciso plantificar entreellos y el ordinario un convenio perpetuo,
por el cual el convento cedía la cueva de San Blas al cura de aquel territorio
de Güímar, y el ayuntamiento daba en equivalente a los frailes la ermita del
Rosario, que ellos renunciaron algún tiempo después.
Parecía que, habiendo triunfado
los religiosos de tan obstinada contradicción y estando ya tranquilos
poseedores de aquellos santos lugares, se aplicarían a procurarse un
establecimiento más cómodo en iglesia y convento; pero vemos que en el espacio
de más de un siglo vivieron como peregrinos, no siendo ya los clérigos sino los
mismos frailes o, por mejor decir, los moros, los que les obligaban a pensar en
irse con el arca a mejor tierra de promisión.
Era, pues, el caso que las
frecuentes correrías de los berberiscos por nuestras costas y sus incursiones
en los pueblos hacían temer con razón a los religiosos de Candelaria algún
desastre de parte de un enemigo feroz que amenazaba de continuo unas playas
solitarias y sin defensa y que era atraído del incentivo de un santuario
famoso, reputado por rico. Así, deseosos aquellos padres de ponerse al abrigo
de este riesgo y quizá de salir de aquella Tebaida marítima, pensaron en
trasladar la casa a paraje menos áspero y más seguro, a cuyo fin obtuvieron
facultad de Felipe II, en Aranjuez a 9 de marzo de 1569, para poder mudarla al
puerto de Santa Cruz. [...]
Como por fortuna los enemigos no
se dejaron ver entonces, se quedó dormido el proyecto, bien que no pudo dormir
mucho, porque los mismos moros tuvieron cuidado de despertarlo. Por agosto de
1626 se recibieron varios avisos de que intentaban pasar a saquear el convento
y llevarse cautivos todos los guanches. A esta voz el padre Herrera, que era
prior, no tardó en volver a reconvenir a la ciudad con el riesgo inminente y
con la cédula de Felipe II, para que se ejecutase la deseada traslación.
Dividiéronse los regidores en varios pareceres.
Unos querían que se estableciese
el convento en la ermita de San Juan, Llano de Los Molinos, extramuros de La Laguna; otros que en la
ermita de La Esperanza
o en el Llano del Moro y que, mientras se consultase al rey, se mantuviese la
santa imagen en el convento de Santo Domingo de la ciudad, adonde se había
llevado con motivo de aquel rebato.
El rebato pasó y la imagen se
restituyó a su antiguo solar de Candelaria, asistida de su comunidad de
capellanes, aunque siempre con la dura pensión de tener que andar casi
continuamente fugitiva. Verificóse así en septiembre del año siguiente, con
motivo de haber entrado los argelinos en las costas de Canaria fronterizas de
Tenerife, y se verificó igualmente en octubre de 1635, cuando estando sobre
ambas islas una armada que se creyó de moros, mandó el ayuntamiento que la
imagen fuese llevada prontamente al lugar de Güímar.
En esta suerte de incertidumbre
se mantuvo el destino del convento de Candelaria, hasta que en el año de 1668
se pudieron fijar las ideas, con motivo de las siguientes circunstancias. Por
la falta de lluvias se había llevado a la ciudad en rogativa la santa imagen;
seguíanse allí los novenarios de costumbre, cuando, en el cabildo del día
6 de abril, se presentó al
ayuntamiento el padre maestro fray Alonso Talarico Cabeza de Vaca, provincial
de Santo Domingo, reconviniéndole nuevamente con la antigua real
cédula para trasladar a Santa
Cruz el santuario de Candelaria, con los acuerdos que en diversos tiempos se
habían hecho sobre este punto y con varias observaciones contenidas en una
larga petición.
Convocóse a cabildo general el 20
de aquel mes; y, aunque discordaron mucho los regidores en sus votos, pues unos
decían que nada se innovase y que se reedificase el templo en donde estuvo al
principio; otros, que se estableciese sobre el cerro de la ermita de la Magdalena, divertiendo
el barranco; otros, que en la de La Esperanza; otros cuatro, que en la de Nuestra Señora
de la Paz, entre
la villa de La Orotava
y su Puerto; y otros, en fin, que en el lugar de Santa Cruz; el corregidor don
Martín de Mirabal, reflexionando que la mayor parte de votos estaba a favor de
la traslación del convento, por los peligros a que estaba expuesto en aquel
arenal, donde eran casi imposibles las fortificaciones para defenderlo, a causa
de lo que costarían, proveyó auto mandando que
se trasladase al sitio que llaman
de La Paz en el
valle de La Orotava,
con tal que el provincial y capítulo de los padres dominicos reconociesen
siempre el patronato,
en cuya posesión estaba el
ayuntamiento a nombre del rey.
De este decreto apelaron a la
audiencia de Canaria los regidores de la parte de acá del Barranco Hondo. Pero
la más eficaz apelación fue la que se interpuso para con el pueblo, pues apenas
se divulgó la noticia por la ciudad, cuando, alborotándose toda de un cabo al
otro, corrieron de tropel los vecinos a la media noche y, rodeando el
monasterio de Santa Catalina, donde estaba la imagen en novenario, intentaban
arrebatarla y conducirla a la parroquia, para que los frailes no fuesen dueños
de ella. Sin embargo, se pudo serenar el tumulto; pero al día siguiente don
Luis de Mesa y Castilla, regidor y procurador mayor, pidió al ayuntamiento que
se nombrase apoderado para seguir la instancia en la Real Audiencia
contra la traslación a La
Paz. Don Cristóbal de Salazar y Frías pidió que se eligiese
un personero general para que se hiciese igual contradicción. Los curas
beneficiados de La Laguna
pidieron que no se permitiese llevar por entonces a Candelaria la imagen, hasta
no asegurarse de que la traslación se suspendería. El mismo provincial Talarico
declaró que desistía de todo pensamiento de mudanza. Finalmente, el licenciado
don Francisco Espinosa, como asesor del corregidor, revocó el antecedente
decreto, y se mandó que la imagen fuese restituida a su antigua casa y que no
se tratase nunca jamás de traslación.
Desde entonces pudieron aplicarse
los religiosos con más tranquilidad a promover la devoción y reedificar el
convento, que de día en día se fue aumentando con las ofrendas y romerías.
Fabricóse con estas limosnas un nuevo templo de tres naves, respetable y
suntuoso, a que principalmente contribuyó con largas cantidades el obispo don
Bartolomé Ximénez, su inmortal bienhechor; y, concluido en 1672, se colocó en
él la santa imagen con regocijo universal de los pueblos. Ésta fue la época en
que empezó a ser más admirable el aseo de aquel santuario, su capilla mayor,
sus lámparas, sus pinturas, sus votos, su sacristía y sobre todo el camarín y
guardajoyas.
Consagróle en 28 de diciembre de
1739 don Domingo Pantaleón Alvarez de Abréu, arzobispo de Santo Domingo y
devotísimo, como buen canario, de esta patrona general de las Islas. [...]
Han escrito de intento sobre esta
imagen, su aparición y sus milagros el padre fray Alonso de Espinosa, natural
de Alcalá de Henares, que, habiendo tomado el hábito de Santo Domingo en
Guatemala, se vino a Tenerife, movido de las maravillas que en aquellas regiones
oía de este simulacro, y, siendo predicador en Candelaria, solicitó, año de
1590, licencia del ordinario de la diócesis para hacer las averiguaciones
precisas sobre el asunto. [...] Imprimió las dichas noticias, con otras
relativas a la descripción e historia antigua de Tenerife, en Sevilla, año de
1594. [...]
La comunidad de Candelaria ha sido como de 24 a 30 religiosos, en cuyo
número se han contado sujetos de distinguidos méritos, por lo cual el padre
maestro Leal, ya citado, ponía entre las glorias de este convento la
circunstancia de que de veintisiete provinciales que hasta su tiempo había
tenido la provincia, los nueve habían sido priores de aquella casa. [ ...]
(Viera y Clavijo, 1991).
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