JAIME
MORERA
26/mar/13
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Basta sólo una simple ojeada
al mapa del continente africano, para claramente ver y distinguir que nuestro
Archipiélago canario es una entidad geográfica propia y aparte, que resalta
independiente en las costas atlánticas del noroeste de dicho continente. Como
tal debería ser fundamentalmente reconocido y tratado, en bien de África,
Europa y, principalmente, de la mima España, la cual desde hace casi seis
largos y penosos siglos nos tiene políticamente cautivos e inmovilizados,
impidiendo todo desarrollo y actividad económica productiva e independiente que
pueda debilitar la subordinación y dependencia de su hegemonía colonial sobre
nuestras islas.
España no nos deja producir
nada propio, obligándonos a consumir productos de afuera -generalmente de peor
calidad que los canarios- ventajistamente subvencionados en nuestra contra,
desde su lugar de origen y por partida doble luego al llegar a Canarias, en
gran perjuicio de la producción de nuestro país isleño, causando ruina y atraso
en nuestro desarrollo y, como consecuencia, pobreza y miseria.
El persistente
empecinamiento anacrónico, irracional y retrógrado del colonialismo español, de
estar pegado a Canarias como una garrapata y parásita sanguijuela, que
constantemente nos explota y debilita, trae como siniestra consecuencia que el
voraz expansionismo del imperio marroquí tenga gratuitamente en su poder
nuestra zona marítima y aérea, raptándonos e impidiendo que seamos una gran
potencia oceánica que como Archipiélago nos corresponde, con todas las ventajas
y enorme caudal de riqueza que para nuestras islas que ello supondría.
Nuestras islas necesitan con
urgencia la legalidad de la independencia para que su población nativa tenga el
título de propiedad y soberanía sobre su propio territorio isleño que, por
elemental justicia, le corresponde y, lo que es muy importante, para ser
reconocidos ante el mundo como país y como nación y tener la indispensable y
fundamental capacidad de gobernarnos desde Canarias y para Canarias, lo que nos
permitiría hacer tratados bilaterales con la misma España, la UE y el resto de la comunidad
internacional de países, de igual a igual; sin inferioridad, sin vasallaje ni
subordinación alguna, ni perjuicio para nuestro progreso económico y avance
social.
La obstinada prolongación
del estatus quo colonial, en la dinámica innovadora y de cambios profundos del
siglo y la época en que vivimos, es simplemente insostenible y suicida; no
importa de la forma o manera que el colonialismo pretenda disfrazar ni camuflar
para engañar a la comunidad internacional, lo cierto es que inexorablemente nos
está llevando día a día paulatinamente a nuestra destrucción, a la que estamos
abocados si permanecemos impasibles y no llevamos nuestra lucha emancipadora
hasta que seamos libres e independientes.
España no nos deja producir
nada propio, obligándonos a consumir productos de afuera, generalmente de peor
calidad.
Tomado
del periódico El Dia, edición 26 de
marzo de 2013.
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