EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI
Década 1531-1540
CAPITULO
XVIII
Guayre
Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
1537.
1.009-s. n.-Orden de sacar traslado de datas de Gonzalyane
en el Palmar y en Taco. 1537. (Datas de Tenerife, libros I al IV)
1537. El Rey de la
metrópoli Carlos V expedía una Real Cédula en la que autorizaba al Cabildo
colonial de Benahuare (La Palma)
para la construcción de un pósito, después de que esta corporación informara al
Emperador sobre la urgente necesidad de contar con este tipo de
almacenamientos. En estos ruegos al monarca venían expuestos una serie de
motivos que justificaban su fabricación: falta sistemática de granos, debido a
la climatología adversa, plagas, incendios y a veces hasta volcanes que
arrasaban todas las cosechas y causaban la muerte a los animales.
Los colonos europeos proceden a la
constitución del Pósito institución que contribuiría a la consolidación de la
vida administrativa. Esta institución tenía como finalidad principal el
préstamo de granos a los agricultores y cubrir, en épocas de escasez, las
necesidades del vecindario, creándose luego sucursales en los pueblos. Las
primeras cuentas del Pósito de Mazo que aparecen asentadas datan de 1671. En
agosto de 1680 los vecinos, al tratar de ampliar la parroquia de la secta
católica de San Blas, señalan "que tenían decreto de la Ciudad para aplicar a esta
obra parte del caudal" de la citada institución. De esta manera los fondos
de la misma se aplicaban también a fines comunitarios distintos de los
estrictamente agrícolas, satisfaciendo así aquellas necesidades de la comunidad
vecinal que el Cabildo no atendía.
1537. El Rey de la
metrópoli Carlos V expedía una Real Cédula en la que autorizaba al Cabildo
colonial de Benahuare (La Palma)
para la construcción de un pósito, después de que esta corporación informara al
Emperador sobre la urgente necesidad de contar con este tipo de
almacenamientos. En estos ruegos al monarca venían expuestos una serie de
motivos que justificaban su fabricación: falta sistemática de granos, debido a
la climatología adversa, plagas, incendios y a veces hasta volcanes que
arrasaban todas las cosechas y causaban la muerte a los animales.
1537.
El rey español Felipe II concede
a los hermanos Antonio y Gonzalo Barbudo, como premio a los servicios que le
habían prestado en aguas americanas, armados en corso, para combatir al pirata
francés Jean Bontemps, licencia para “importar” esclavos negros del continente.
1537.
Simón Lorenzo trajo desde América
a Sevilla un valioso tesoro para la hacienda española, procedente de Nombre de
Dios.
Simón Lorenzo, que al servicio de
Portugal habla realizado diversos viajes al Brasil y a las Indias Orientales,
acabó por avecindar en la isla de Gran Canaria en unión de su esposa, Catalina
Núñez, judía lusitana oriunda de Castilla.
Ambos habían nacido en la villa
de Tavi1a, en los Algarbes. Simón Lorenzo era hijo de Antonio Lorenzo y Joanna
Gonzáles, naturales de "Uncarapacho o Moncarapacho" (sic), donde
vivieron dedicados al cultivo de sus tierras. Catalina Núñez lo era de Juan de
Soria (natural de un pueblo de Salamanca y avecindado en Avila, (desde donde se
trasladó a Lisboa como portero de la Alhóndiga real) y de Joanna Núnes, hija de un
mercader genovés.
Un hermano de Catalina Núñez,
Hernando de Soria, se trasladó más tarde a vivir a Las Palmas.
Del matrimonio de Simón Lorenzo
con Catalina Núñez nacieron dos hijos: Juana Gonzá1ez y Antonio Lorenzo Juana
González nació en Tavila y casó en Lisboa con Alvaro Machado, paje del marqués
de Villarreal, con quien apenas convivió unos días, pues desapareció en el
naufragio de uno de los navios de Simón Lorenzo cuando en compañia de éste se
dirigía a la India. En
segundas nupcias contrajo matrimonio con Joao Rodrigues de Acosta, hijo del
corregidor de la villa de Tavila, que falleció también en la India.
Juana González, viuda y sin
hijos, se trasladó a vivir a Las Pa1mas para compartir
el hogar de sus padres. Allí
moraba en 1575.
Antonio Lorenzo, el segundo hijo
del almirante Simón, seria con el tiempo escribano público de la ciudad de Las
Palmas, capitán de sus milicias y regidor de Gran Canaria.
En el desempeño del segundo de
estos cargos tuvo ocasión de emular las hazañas de su padre, como veremos en el
momento oportuno. Era hombre díscolo, inmoral y pendenciero, por lo que su
persona aparece complicada en múltiples procesos de la época. Casó tres veces:
la primera, con Maria de Villalobos, hija de Luís de Villalobos; la segunda,
con María de Pineda, hija de Hernando de Pineda y de Marina Díaz de la Mota, y la tercera, con
Isabel Trujillo, hija del licenciado Luís Melián de Bethencourt y de Beatriz de
Umpierrez. De este último matrimonio descienden directamente los alcaides perpetuos
de la casa-fuerte de El Romeral, en Gran Canaria.
Todos estos datos los conocemos
por distintos documentos de la
Inquisición de Canarias, pues la mujer e hijos de Simón
Lorenzo estuvieron procesados por el Santo Oficio casi simultáneamente (1572-1575):
Catalina Núñez (una de cuyas hermanas
había sido condenada a morir en la hoguera en Portugal), por
reiteradas sospechas de
seguir practicando la religión mosaica; Antonio Lorenzo, por
proposiciones heréticas,
y Juana González, por haber sido instada por su hermano a
presentar al visitador Bra-
vo de Zaya.s un memorial contra la limpieza de sangre
-oficialmente probada-del fis-
cal del Santo Oficio, licenciado José de Armas, en el que
daba como seguro que el
abuelo de este último, el lusitano Pedro Días Coutinho,
marido de Leonor de Armas,
era converso.
A los numerosos procesos
inquisitoriales de esta familia hay que añadir también el de Hernando de Soria,
en el que aparece probada la condición judaica de su padre, Juan de Soria,
así la contumacia de éste y de su hijo
Hernando en seguir ocultamente practicando ritos y costumbres mosaicas.
Reconocido además Hernando de Soria por "médicos y cirujanos", a
petición del Santo Oficio comprobaron,
sin lugar a dudas, que estaba circunciso. En vista de su edad setenta años fue
dispensado del tormento y resultó condenado a formar como penitente en el auto
de fe que se celebró en Las Palmas el 12 de marzo de 1581, donde abjuró
públicamente de sus errores.
En este mismo auto de fe desfiló
por las calles de Las Palma.s Catalina Núñez, la viuda: de Simón Lorenzo, a los
noventa años de su edad, condenada a idéntica pena que su hermano.
A.H. N.: Inquisición, legs. 1.817, 1.829, 1.831 y 1.832.
(En: A. Rumeu de Armas, 1991, nota a pié de página)
1537.
Una Escuadra francesa al mando de Monsieur Bnabo, ataca a la Flota de Indias cerca de
Titoreygatra (Lanzarote), saqueando algunas naves y dispersando a la Flota castellana. Enterado
el Almirante francés que muchos de los barcos de la Flota se habían refugiado en
Tedote n Benahuare (Santa Cruz de la
Palma), se presenta ante este Puerto, siendo rechazado por
los navíos castellanos al mando del Capitán Simón Lorenzo.
Vuelven a Titoreygatra (Lanzarote) los franceses y a la altura del Puerto de Arrecife saquean otros dos barcos de la Flota de Indias. Enterado el Capitán General de la Flota, Don Miguel de Perea de estos hechos en el Puerto de las Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), se dirige hacía la Gomera con la idea de encontrar a los Corsarios franceses. No lo consigue y continua hacia Benahuare (La Palma) donde une sus fuerzas a las del Capitán Lorenzo.
Vuelven a Titoreygatra (Lanzarote) los franceses y a la altura del Puerto de Arrecife saquean otros dos barcos de la Flota de Indias. Enterado el Capitán General de la Flota, Don Miguel de Perea de estos hechos en el Puerto de las Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), se dirige hacía la Gomera con la idea de encontrar a los Corsarios franceses. No lo consigue y continua hacia Benahuare (La Palma) donde une sus fuerzas a las del Capitán Lorenzo.
Ya reunida de nuevo la Flota castellana, encuentran a la Escuadra francesa en aguas cercanas a Benahuare (La Palma). Perea captura la Nao capitana de Bnabo, rescatando a los prisioneros castellanos y haciendo presos a los tripulantes franceses.
Este episodio no acaba aqui. Uno de los tripulantes, Martin Marcel, sobrino de Juan Marcel, natural de Rouen, comerciante francés colono en Tamaránt (Gran Canaria), se fuga de la cárcel con otros 13 compañeros que se encontraban prisioneros en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). Roban un navío surto en el Puerto y arrumban a Erbania (Fuerteventura), donde son nuevamente capturados y ahorcados.
1537 Junio 24. Muere cerca de las Islas Canarias en su viaje de regreso
a la metrópoli el invasor y conquistador, primer adelantado del Río de la Plata y fundador del primer
asentamiento europeo en la actual Ciudad de Buenos Aires (Argentina) Pedro de
Mendoza (1487-1537).
Se
desconoce su formación educativa y sus primeras actividades. Ocupó diversos
cargos en la corte española de Carlos I y participó en las campañas militares
de Italia, Alemania y Austria. Aprovechando que el Emperador español deseaba
invadir y ocupar las tierras exploradas por Sebastián Caboto y Diego García en
la región del Río de la Plata,
obtuvo licencia para formar una expedición de mercenarios a dicha región. El
contrato o capitulación para hacerlo, que fue firmado en Toledo el 21 de mayo de
1534, concedía a Mendoza los títulos y privilegios de Adelantado, Gobernador y
Capitán Vitalicio de las tierras que conquistara en el Río de la Plata entre los paralelos
25º y 36º, es decir, alrededor de 200 leguas a lo largo de la costa del
Pacífico, y su jurisdicción comenzaba donde concluía la otorgada a Diego de
Almagro para la invasión y conquista de Chile.
Su
misión era invadir conquistar, saquear las tierras, esclavizar y cristianizar a
los indios, fundar ciudades y abrir las rutas terrestres que facilitaran el
tráfico desde el Océano Atlántico hasta el corazón del Imperio Incaico. A
cambio de estos logros, la
Corona ofreció a Mendoza un condado con una renta anual de
dos mil ducados que se sufragarían con las utilidades (saqueos) de la empresa
de armas.
La
expedición partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 24 de agosto de 1535
con dieciséis navíos y alrededor de mil doscientos soldados. La escuadra se
detuvo brevemente en las Islas Canarias y en las de Cabo Verde con el fin de
reaprovisionarse, tras lo cual arribaron a Río de Janeiro a fines de noviembre
de 1535. Tras dos semanas de descanso, la expedición partió con rumbo al sur y
fondeó en el estuario del Río de la
Plata a principios de 1536. En el curso de su derrota río
arriba, Mendoza fundó el 2 de febrero de 1536 sobre la margen meridional un
primer asentamiento, el Puerto de Nuestra Señora María del Buen Aire (el actual
Buenos Aires).
Los
indios querandíes, que vivían en los alrededores, al principio se mostraron
amistosos y obtuvieron mercancías españolas a cambio de alimento proveniente de
la caza y la pesca; pero, repentinamente, optaron por interrumpir el contacto y
el alimento comenzó a escasear entre los invasores. Con la intención de someter
a los querandíes, Pedro de Mendoza organizó una expedición militar al mando de
su hermano, Diego de Mendoza, que fue derrotada por aquellos en las márgenes
del río Luján el 15 de junio de
1536. A partir de ese momento, Buenos Aires quedó a merced del
hambre y de los esporádicos ataques de los querandíes. La expedición enviada al
Brasil desesperadamente con el fin de conseguir provisiones fue aniquilada por
los indios, mientras que otra que comandó Juan de Ayolas con dirección al río
Paraná tuvo mejor suerte y fundó el fuerte de Corpus Christi. A fines de junio
los querandíes iniciaron el cerco de Buenos Aires y la situación de
supervivencia empeoró para los españoles. Los indios fueron finalmente
dispersados pero en la refriega murieron cerca de mil invasores. Gravemente
enfermo, Pedro de Mendoza delegó el mando del poblado al capitán Francisco Ruiz
Galán hasta que Ayolas regresara y partió con dirección a la metrópoli en abril
de 1537. La muerte le sobrevino cerca de las islas Canarias y su cuerpo fue
arrojado a las aguas del Atlántico. La conquista del Río de la Plata fue proseguida por
Ayolas, desde el asentamiento que fundó en Asunción (Paraguay), y por el resto
de los mercenarios que formaron parte de la expedición original de Pedro de
Mendoza.
1537 Julio 8.
Consta en M. N.: Colección Navarrete,
tomo XXV, fol. 7. Carta del capitán Juan de Menderichaga al presidente y
oficiales de la Casa
de Contratación (8 de julio de 1537).
Les da cuenta de cómo el capitán
general don Miguel Perea estaba en Canarias a la caza de cuatro naves y un
galeón francés, sin haberles dado alcance todavía, no obstante su persecución.
Además les denunciaba los rumore
que corrían de que en algunas islas, conseguían los piratas franceses alimentos
y vituallas, con amenazas de muerte, para luego, bien surtidos, proseguir sus
correrías y ataques.
1537 Agosto 9. Copia de otra de 1519). Este traslado bien e fielmente sacado [de] una carta e privision
de sus magestades librada e firmada de los señores del su [muy] alto conçejo e
sellado con su real sello14 su thenor de la qual es esta que se
sygue.
Doña
Juana e don Carlos si hijo por la graçia de dios rreyna e rrey de castilla de
leon de aragon de las dos seçilias de ihderusalem de navarra de granada de
toledo de valençia de galizia de mallorcas de sevilla de çerdeña de cordova de
corçega de murçia de jaen de los algarves de algezira de gibraltar de las yslas
de canaria de las yndias e tierra firme del mar oçeano conde de barçelona e
señores de biscaya e de molina duques de atenas e neopatria condes de ruysellon
e de çerdania marquezes de oristan e de goçiano archiduques de austria duques
de borgoña e de bravante condes de flandes e de tirol e a vos el que fuere nro
gouernador o juez de rresydençia de la ysla de thene e a vro
lugartheniente en el dho ofiçio salud e graçia sepades que juan darmas en
nombre desa dha ysla nos fizo rrelaçion que bien sabiamos como el en el dho
nombrenos suplico no mandasemos que los guanches e gomeros se mudasen de sus
biviendas a otra parte e como sin embargo dello aviamos mandado que fuesen a vebir
a la villa de sant xpoval e si a ello se diese logar los dhos
guanches e gomeros rreçebirian mucho agravio e daño e nos suplico e pidio por
merçed mandasemos que pues en la dha ysla avia diez o doze logares poblados
donde avia yglesias e clerigos q dezian misa e çelebravan los divinos ofiçios q
los dhos guanches e gomeros se fuesen a vebir a los dhos lugares e tuviesen en
ellos sus asientos e casas e q para comprar o fazer casas en los dhos lugares
les mandasemos dar testimonio convenible o como la nra md fuese lo qual visto
por los del nro consejo fue acordado que deviamos mandar esta nra carta para
vos en la dha rrazon e nos tovimoslo por bien por lo qual vos mandamos a todos
e a cada uno de vos como dho es que viniendo los dhos guanches e gomeros a vebir
e morar e vibiendo
//
e morando en qualesqr de los lugares de la [isla] que estuvieren
poblados e tuviere yglesia y clerigo les puedan ynstruir en nra santa fe
catolica no los con [roto] ni apremieys a que ayan de yr a vebir por fuerça a
la dha v[illa] de sant xpoval e los unos ni los otros no fagades ni f[agays]
ende al por alguna manera so pena de la nra md de [roto] mars pa
la nra camara dada en la çibdad de avila a veynte e nueve dias del mes de
henero año de mill e qis e diez e nueve años Archiep[iscopu]s
granati ep[iscop]us almerie do [roto] alonso de castilla licendo de
utrilla el doctor beltran doctor guevara yo juan ramirez esco de
camara de la rreyna e del rrey la fize escrebir por su mandado con su acuerdo y
en las espaldas de la dha carta e provisyon rreal estaban escritos los nonbres
syguientes registrada liçençiatus Ximenes por Ihan Gll [...] Juan de Santillan.
Fecho
e sacada este dho treslado de la dha carta e provisyon oreginal en la noble
çibdad de sant xpoval ques en la ysla de thene en nueve dias del mes
de agosto año del nasçimiento de nro salvador hiesuchristo de mill e quinientos
e treynta e siete años testigos q fueron presentes al verles corregir consertar
con el dho oreginal Juan Guerra, e Bastian de Mena e Gaspar Justiniano vzs
y estes en esta dicha ysla. (Emilio Alfaro Hardisson)
1537 Agosto 17.
Referir hasta dónde llegaron la autonomía y las libertades públicas en las
antiguas Repúblicas canaria, sobre todo en la de la isla de Tenerife,
determinando los fundamentos políticos en que descansaba su constitución, ya
por lo que respecta á las garantías del derecho de propiedad, al amparo de la
libertad personal, á la igualdad ante la ley, á los derechos de reunión y
emisión del sufragio, ó bien en cuanto se refería á la, jurisdicción del
Senado, en lo que toca al culto católico y la ilustración, á la milicia y á la
guerra, á la administración de justicia, á la política provincial, etc., seria
materia para muchos capítulos, y, en la imposibilidad de hacerlo, iniciaremos
solo la defensa que aquel ilustre cuerpo
hizo de sus preeminencias legislativas ante las prerrogativas de la Corona, refiriendo un
interesante episodio de la historia de Canarias, no mencionado en las obras
impresas de nuestros historiógrafos.
El licenciado Núñez, (de la Peña)que es el cronista de
cuyos manuscritos inéditos tomamos estas noticias, nos dice que la repetición
de movimientos sediciosos en Tenerife y el bandolerismo (guanches alzados) que
siguió á la conquista, proveniente de lo mal avenido que se hallaba el
indomable pueblo guanche con la dominación extranjera, había obligado al
Cabildo ó Senado de la isla á publicar varias ordenanzas de espíritu altamente
represivo y á pensar en el establecimiento de una Santa Hermandad. Pasó el
primer tercio del siglo xvi; la fusión de indígenas y conquistadores se
verificaba rápidamente, las ordenanzas referidas se hacían innecesarias y
opresoras, pero á pesar de esto permanecían en vigor, con disgusto del pueblo.
Entonces, en 1537, fué cuando se
dejó oír en la corte española la voz del mensajero y síndico personero general
de Tenerife, Juan de Salcedo, suplicando al Rey, en nombre de todos los vecinos
y moradores de la isla, que se sirviese mandar al gobernador y regidores de San
Cristóbal de la Laguna
no usasen de las Ordenanzas hechas, salvo las confirmadas por la Corona, y que se moderasen
las penas, pues el rigor de las Ordenanzas se hacía del todo innecesario y
mantenía. en insufrible situación al pueblo.
El Rey atendió sin dilación
alguna la súplica del celoso personero, y se dignó disponer por su Peal
Provisión de 17 de Agosto del nombrado año de 1537 que: «en atención á haber
muchas ordenanzas que señalaban excesivas penas, no confirmadas y aprobabas por
el Rey conforme á las pragmáticas y leyes del Reino, y en virtud á seguirse por
ellas mucho daño á la
República, visto todo lo cual por el Supremo Consejo, manen
se haga por el Cabildo una recopilación de las ordenanzas y se enmienden ó se
supriman todas aquellas que dicten el bien del procomún, y hecho todo, dentro
de cuatro meses, sean enviadas al Supremo Consejo de Castilla para que se
provea, bajo pena de 50 .000 maravedïs y de perder la gracia real.»
Transcurren dos años y la
recopilación y reforma de las ordenanzas no se lleva, á cabo. Otro mensajero en
la corte, Juan Ochoa de Olozábal, obtiene para que se cumpla lo mandado, entre
otras Reales Provisiones, la de 19 de Abril de 1539, por la que el Rey mandó al
gobernador ó juez de residencia se ejecutasen sin pérdida de tiempo las dichas
reformas, y, finalmente, el ya nombrado Juan de Salcedo trae en 1,40 otra, que
es presentada en Junta del Senado de 12 de Marzo del propio algo. El Cabildo de
Tenerife debió de haber comprendido la justicia de la reclamación formulada por
el personero Salcedo; pero entendiendo que el texto de la Real Provisión de
17 de Agosto de 1537 menoscaba las preeminencias regionales del archipiélago y
los privilegios de la
Corporación, cuyas ordenanzas se dictaban con carácter
soberano, siendo casi de forma la confirmación real, dió largas al asunto,
hasta que, obligado á cumplir lo mandado por S. M. ele virtud de las
provisiones de 1539 y 1540 citadas, celebró en 30 de Abril de este año de 1540
una sesión importantísima, que forma seguramente época en la historia del
Cabildo de la Laguna,
ya. Porque en ella se sientan los fundamentos de la sabia constitución de la República tenerifeña,
con la recopilación de las ordenanzas, leyes y disposiciones que se presentaron
en la dicha sesión, ya por las declaraciones y protestas que los miembros de la
ilustre corporación hacen para mantener sin menoscabo la autonomía y
privilegios insulares.
Dice el curioso y desconocido
manuscrito que tenemos á la vista, que hallándose presentes en la mencionada
sesión «el Muy Magnífico Ayuntamiento, Justicia y Regimiento de la isla, es á
saber, el Sr. Gobernador Alonso Yanes D'Avila y los señores Antonio Joven,
Doménico Rizo, Lorenzo de Palenzuela, Pedro de Trujillo e Pedro de Ponte
regidores, y el Señor licenciado Francisco de Alzola, jurado de ella, y por ante
el escribano Alonso de la
Fuente, los nombrados Gobernador y regidores dijeron, que han
recopilado e visto las ordenanzas y modificándolas ó hecho casi todas de nuevo
en cabildos ordinarios y extraordinarios, según conviene al tiempo y á la
calidad de la tierra; las que fueron corregidas y revisadas diferentes veces, e
mandan que sean habidas e tenidas por ordenanzas de esta isla, y se las hagan
encuadernar y poner en un volumen, como tales públicas e auténticas, y se
pregonen. Y en atención á que la provisión de S. M. manda que se lleven á su
Real corte á confirmar por ser estas ordenanzas de gran importancia, quieren no
se lleven á confirmar y se restituyan de ello, hasta que otra cosa se provea, y
suplican de la Real
Provisión para ante S. N.; jurando en [orina que la dicha
restitución no la piden maliciosamente, y piden se revoque lo mandado en cuanto
es ó pueda ser en perjuicio de esta tierra; y que esta dicha apelación la
hacían é hicieron tanto cuanto ha lugar en derecho e sin perjuicio de este Consejo
e vecinos e moradores»
El espíritu regional luchando
frente al trono del poderoso Emperador y Rey Carlos V es cosa que nos sorprende
en los presentes tiempos de despotismo
disfrazado, en que vemos á las corporaciones municipales de estas islas, en
otro tiempo tan respetadas, ser suspensas ó repuestas en el ejercicio de su
autoridad por desprestigiados funcionarios, según convenga al triunfo de
repugnantes intrigas electorales.
Página gloriosa es esta de
nuestra historia isleña; ella nos da á conocer las amplias libertades que se
disfrutaban en aquella época en este archipiélago, y cuáles eran sus fueros
regionales, no mencionados por los historiadores españoles que han intentado
desentrañar la clave y economía del descentralizador régimen del siglo xvi;
ella nos da á conocer el valor cívico y la dignidad de los hombres de aquellas
generaciones, y la templanza y prudencia de los poderosos monarcas españoles,
en aquellos tiempos en que el sol no se ponía en sus dominios; ella borra la
nota de monarcas absolutos con que la ignorancia ó la pasión de secta ha
querido deslustrar la memoria de los primeros Austrias; ella enaltece, en fin,
los nombres de esos obscuros miembros del Areópago canario, hasta ahora
ignorados.
1536 Agosto 17.
La denominada tercera guerra de
rivalidad entre los reyes europeos Francisco I de Francia y Carlos I de las
Españas, como siempre suele suceder en las guerras de la metrópoli, esta
colonia de Canarias se ve obligada a pagar las consecuencias de las nefastas
políticas exteriores de las monarquías hispánicas.
“Las primeras noticias de la
ruptura de las hostilidades se recibieron en las Islas Canarias en agosto de
1536. Fué precisamente la misma emperatriz doña Isabel la que, como gobernadora
en ausencia de su marido, el César, escribió al muy magnífico señor don
Bernardino de Ledesma, desde Valladolid, a 17 de agosto de 1536, comunicándole
cómo llegaban noticias secretas a la corte de que en el puerto de El Havre se
preparaba
una flota de 80 naos--"entre
ellas la nao grande del Rey de Francia"-, al mando del vicealmirante de
Picardia, con propósito de atacar las islas, de paso para las Indias. La Emperatriz aconsejaba
al gobernador que se avisase el peligro a todas ellas y "que estuviesen
[sus moradores] preparados y en buen recaudo". El maestrescuela de la
catedral de Canarias, don Zoilo Ramírez, fue el encargado por la Reina de entregar
la misiva al gobernador Ledesma.
En efecto, en 1536 los corsarios
franceses se habían reunido en escuadras para caer por sorpresa sobre los galeones
de Indias. El hecho de que formasen en las mismas múltipes navíos de Dieppe,
hace pensar que fuese Ango-seguramente identificable con el vicealmirante de
Picardia de los documentos españoles -el alma y cerebro inspirador del plan de
campaña.
El grueso de la flota, compuesto
por doce navíos, se lanzó a la captura del general Núñez, que había salido en
los días finales de diciembre para Santo Domingo. Los demás navíos se
escalonaron entre las Antillas y el cabo de San Vicente, en Espera de los galeones
de la carrera de Indias.
Dos de los galeones de la flota
de Núñez fueron a caer en poder de la escuadra francesa, pero con tal desgracia
por parte de éstos que al poco tiempo tuvieron que librar batalla con tres
navíos españoles de guerra, al mando del capitán general don Miguel P'Erea, que
se dirigían a las Islas Canarias con la expresa comisión del Emperador de
ampararlas y defenderlas, prosiguiendo luego su viaje hacia las Indias. El
combate entre franceses y españoles fue largo y sangriento, finalizando con la
muerte del almirante francés, al que los documentos españoles llaman monsieur May Get, señor de Roubost.
Mientras tanto, una segunda
escuadra francesa, que llevaba por misión apostarse en las Islas Canarias a la
caza de galeones, tuvo la suerte de cruzarse en las proximidades de Lanzarote
con otra de las flotas de Indias que sin protección militar se había aventurado
a internarse en el Océano. Dicha flota, formada Exclusivamente por mercantes,
había zarpado de Sanlúcar el domingo 14 de enero de 1537 y se componía de trece
naos y una carabela, siendo sus maestres Nycolao de Nápoles, Mateo de Vides,
Blas Gallego, Cosme Farfán, Lope Ortiz, Diego Martín y Juan Gallego, entre
otros.
Hacia el día 20 de enero, un
fuerte temporal dispersó a la flota española, pero ocho de las naos lograron
mantener contacto., prosiguiendo tranquilamente el itinerario previsto.
Así las cosas, el lunes 22 de
enero de 1537, hallándose la flotilla en las proximidades de Lanzarote, divisó
en el horizonte a la escuadra enemiga; pero los españoles, confiados, en un
principio creyeron que los navíos franceses eran los buques de la flota
dispersos por el temporal y se dirigieron a su encuentro alborozados. La
realidad fue descubierta breves momentos más tarde, cuando sin orden, sin
preparación y sorprendidos, se hallaban los hispanos en malas condiciones para
librar batalla. No obstante, pudiera haberse improvisado una defensa honrosa;
mas los maestres, en su desconcierto, no hallaron mejor fórmula que la huída,
dejando a cada cual la responsabilidad de sus actos y poniendo toda esperanza
de salvación en la suerte.
La escuadra francesa, compuesta
de un galeón, dos naos y una carabela, inició la caza aislada de los navíos
dispersos, abordando primeramente al Espíritu
Santo del que era maestre Nycolao de Nápoles, cuya tripulación apenas
ofreció resistencia. Igual suerte corrieron los navíos pilotados por Mateo de
Vides y Blas Gallego, mientras los otros, perseguidos de cerca, debieron su
salvación a la noche. Uno de ellos, el pilotado por Juan Gallego, ligeramente
avériado, buscó refugio en el puerto de Arrecife, mientras los demás proseguían
su travesía sin detenerse en el Archipiélago.
Los franceses, después de
maltratar a las tripulaciones y saquear los navíos, incorporaron éstos a la
escuadra, mientras trasbordaban a la carabela, por exceso de cautivos, parte de
los tripulantes, dejándolos en el Océano a merced de su suerte. La carabela,
pilotada por Nycolao de Nápoles, pudo arribar a Chipiona, después de
accidentada navegación, en 1 febrero de 1537.
La escuadra francesa estuvo
entonces merodeando por las aguas del Archipiélago hasta que teniendo noticia
su almirante, por una de las presas hechas, de hallarse refugiados en la bahía
de Santa Cruz de La Palma
multitud de navíos cargados de vino, azúcar y otras mercaderías, decidió
dirigirse a aquel puerto, donde se presentó de improviso entre los días 10 y 15
de febrero de 1537. Mandaba entonces en la isla., como teniente del gobernador
de Tenerife y La Palma
(el segundo adelantado don Pedro de Lugo), el licenciado don Diego de
Rebolledo, y ésta isla había ido creciendo en riqueza y prosperidad, hasta
ofrecer un cuadro muy atractivo, según nos la describe un historiador local “La Palma se había hecho en poco
más de treinta años una república de grandes esperanzas. Poblada de familias
nobles heredadas y todavía activas; condecorada de una ciudad marítima que se
iba hermoseando con iglesias, conventos, ermitas, hospitales, casas concejales
y otros edificios públicos; defendida contra los piratas europeos, aunque
entonces sólo por algunas fortificaciones muy débiles, y dada enteramente al
cultivo de las cañas de azúcar, viñas y pomares, al desmonte, a la pesca ya la
navegación. La Palma,
digo, sin tener ningunos propios considerables, había empezado a conciliarse un
gran nombre, no sólo entre los españoles que la conquistaron y que navegaban a
las Indias; no sólo entre los portugueses, los primeros amigos del país que
hicieron en él su comercio, sino también entre los flamencos, que acudieron
después a ennoblecerla, atraídos de la riqueza de sus azúcares o de la
excelencia de sus vinos, que llamaban y creían hechos de Palma.
Sin embargo, cuando hicieron acto
de presencia en las islas los navíos de Francia, éstas ni se hallaban
desguarnecidas por tierra ni indefensas por mar. Hacía ya años que un regidor
de Gran Canaria, don Bernardino de Lezcano Múxica, primer alguacil mayor de la Inquisición e hijo de
Juan de Ciprio Múxica, conquistador famoso, había organizado con sus propios
medios una potente escuadrilla, en su celo de mayor servicio al empera-
dor Carlos V. Noticioso, en
efecto, de las correrías piráticas de los enemigos de la Corona, que apostados en la
isla desierta de Lobos, entre Lanzarote y Fuerteventura, perturbaban la vida
mercantil del Archipiélago, causando molestias e inquietudes a sus naturales,
decidió encargar tres navíos de guerra en Vizcaya, que pertrechó y armó de todo
lo necesario. Uno de los navíos era tan poderoso que, habiéndolo enviado a
Se-villa en busca de pertrechos militares, fué embargado por orden del
Emperador para que, fuese a las Indias por almirante de los galeones, llevando
como piloto a Simón Lorenzo, corsario portugués de gran fama, natural de los
Algarbes, a quien había contratado Bernardino de Lezcano como jefe de su flota. De regreso de aquella expedición a
América, se encontraba Simón Lorenzo con sus navíos-febrero de 1537 en Santa
Cruz de La Palma
cuando los franceses se presentaron de improviso, intentando atacar el puerto.
Tocadas las campanas a rebato y
puesto Diego de Rebolledo, teniente de gobernador, al frente de sus hombres,
los navíos franceses "pusieron velas mayores, e trinquetas e gabias de
manera de guerra e tocaron trompetas e dispararon lombardas". Los cañones
de la plaza y los de los navíos de Simón Lorenzo respondieron con certeros
disparos durante largo rato, hasta que los franceses, visiblemente tocados, se
retiraron hacia el sur.
Simón Lorenzo, con dos de sus
naves vizcaínas, por nombres Pintadüla
y San Juan Bautista, se lanzó entonces
inmediatamente a la captura del enemigo, siguiéndole, más tarde, otro galeón
español y un cuarto en el que iba el teniente de gobernador don Diego de
Rebolledo con 30 ó 40 hombres; pero la búsqueda fué infructuosa, recalando los
navíos españoles en La Gomera,
desde donde, regresaron a Santa Cruz de La Palma
después de varios días de
ininterrumpida navegación.
Los navíos franceses, que iban
mandados por un monsieur Bnabo -se
gún la ortografía española, que hace dificilísima la identificación de los personajes-
y que llevaban como "práctico" a un mercader francés muy conocido en
las islas, llamado Guillaume Michel Caçote, torcieron su rumbo' dirigiéndose a
Lanzarote, en cuyo puerto de Arrecife capturaron al navío de la flota de Indias
del que era maestre Juan Gallego, allí reo fugiado después de librarse de la
primera persecución del enemigo. Prosiguiendo en su tarea, los corsarios
obligaron a desembarcar en uno de los parajes más desiertos de la isla a las
mujeres que viajaban en los navíos anteriormente apresados, a excepción de dos
doncellas, y todas completamente desnudas. En la isla de Graciosa robaron y
saquearon otro navío más, y no contentos con tanto éxito, ambicionando la
magnífica presa de La Palma,
decidieron renovar el ataque y enfilaron sus naves hacia aquel puerto.
Mientras tanto, el capitán
general española, don Miguel Perea, había hecho su entrada en el Puerto de las
Isletas y cambiando impresiones con el gobernador don Bernardino Ledesma,
después de haber desembarcado los 20 prisioneros capturados en el combate
contra la escudra del señor de Roubost,
"en la nao capitana de Francia". Allí tuvo noticia Perea del ataque a
La Palma y a
Lanzarote, por lo que decidió permanecer diez días en el Puerto de la Luz, esperando a los franceses
con ánimo de pelea. Por fin, al tener aviso personal del conde de La Gomera, don Guillén Peraza,
de que los piratas andaban sobre aquella isla, partió inmediatamente en su
busca, y arribó a San Sebastián de La
Gomera, sin encontrarlos. Entonces tuvo Perea una decisión
acertadísima: se dirigió a La
Palma e hizo su entrada en el puerto de Santa Cruz en los
últimos días de febrero de 1537.
Unidas sus fuerzas a las de Simón Lorenzo, vieron satisfechos cómo se
acercaban, el 1 de marzo, los incautos franceses. Trabado combate, dos navíos
enemigos pudieron huir, maltratados, en medio de la refriega, pero la nao
capitana se rindió, con captura de sus tripulantes, y en ella entregó su espada
al vencedor el capitán
general mansiur de Bnabo, al cual hallaron-según declaración de
Ledesma-"muy quemado y herido". Además quedaron liberados de su
forzosa cautividad las dos doncellas españolas, cuarenta pasajeros y varios
religiosos de ambos sexos que iban a fundar en la isla de Santo Domingo.
El capitán general de la escuadra
española, don Miguel Perea, hizo su entrada triunfal en Las Palmas el sábado 3
de marzo de 1537. Todavía permaneció varios días en el Puerto de las Isletas
para hacer entrega al gobernador de prisioneros y heridos; y cumplidos estos
trámites de rigor, zarpó para las Antillas en prosecución de su triunfal
campaña, ya señalada por la derrota de dos almirantes de Francia.
Pero no terminaron con ello los
ataques de la piratería franca, sino que hasta que finalizó la guerra al año
siguiente, con la tregua de Niza (1538), nuestro comercio se vió perturbado más
o menos intensamente y las naves de Simón Lorenzo no lograron un solo día de
descanso en el recorrido incesante de sus aguas. Además, los prisioneros franceses vinieron a perturbar la
tranquilidad de la ciudad de Las Palmas, aprovechándose del buen trato que les
daban los españoles. Hacía dieciocho años que vivía en la isla de Gran Canaria
un comerciante francés llamado Juan Marcel, natural de Ruan, en cuya isla había
casado con una rica señora, María Santa Gadea, hija y heredera del propietario
de los magníficos ingenios de azúcar de la villa de Arucas, el cual, según
parece, había venido de Lanzarote y adquirido aquellas tierras, transformadas
en pocos años con su esfuerzo y trabajo. Era Santa Gadea natural u oríundo de
Francia, y ello explica la satisfacción con que miraría el enlace de Marcel con
su hija. De aquel matrimonio había
nacido una niña, llamada Sofía de Santa Gadea, que casó muy pronto con Pedro
Cerón, hijo del gobernador de Gran Canaria, Martín Hernández Cerón. Ello
prueba-como en sus cartas quiere justificar Ledesma-la confianza que a todos
merecía e inspiraba, con sobrado fundamento, la persona de Juan Marcel, a quien
consideraban como español de nacimiento.
Así las cosas, vióse obligado el
gobernador Ledesma a distribuir los prisioneros, por carecer del alojamiento
necesario para ello, y pensó que el mejor medio sería repartirlos entre las
familias francesas que llevaban avecindadas más de quince años en la isla. A
Juan Marcel entregó los de más calidad, entre ellos un "capitán y un
gentilhombre".
Pero hacía cinco años que Juan
Marcel había traído de Francia, para su ayuda en el comercio, un sobrino
llamado Martín Marcel, natural de Ruan, y tentada su fibra patriótica, no dudó
en abusar de la confianza depositada en su familia para fraguar, dé acuerdo con
los prisioneros franceses, un difícil plan de evasión.
Convenidos con él otros trece
compatriotas, todos naturales de Ruan acordaron asaltar el viernes 8 de junio
de 1537, con la primera oscuridad, un navío surto en el puerto, propiedad de un
vecino de Fuerteventura llamado Juan Aguilar. En efecto, apenas se había puesto
el sol, Martín Marcel, acompañado de una esclava negra propiedad de Pedro de
Santiago, con la que sostenía trato carnal, y de los trece franceses
confabulados, cayeron de improviso sobre la carabela Santa Ana y después de matar a
dos marineros zarparon con rumbo
a Fuerteventura.
Hasta las cuatro de la mañana no
tuvo el gobernador, don Bernardino de Ledesma, noticia de la evasión, pero una
vez enterado, dispuso la inmediata salida de una carabela armada para su
captura. Al día siguiente, sábado, a las diez de la mañana, todos los evadidos
fueron capturados y rendidos.
Martín Marcel a los pocos días pagó con la vida el intento
de evasión.“ (En: A. Rumeu de Armas,
1991)
1537 Octubre 26.
1.270-18.-Traslado de un
mandamiento de posesión. Alguacil Mayor: por pleito entre partes, de la una
abtor demandante Antonio Hernandes de Porcuna y su mujer Ana Díaz y de la otra
reos defendientes Juan Pacho e Alonso Bázquez de Nava, sobre tas. q. fueron de
Diego del Pino, con tas. de Antón Viejo y con un barranco q. las cerca, q. los
dhos. A. H. y su mujer demandaron a los dhos. diciendo haberse entrado en
ellas, sobre lo cual fue contendido fasta q. el pleito fue concluso y las dhas.
cosas vistas a ojos por mí fue dada sentencia, por lo cual condeno a los dhos.
J. P. y A. B. en la mitad del dho. pedazo, y resuelta apelación pide se le meta
en posesión, etc. Signo del escribano Hernán Gonzále. 26-X-1537.
1537 Octubre 28.
1.271-19.-Traslado de mandamiento
de posesión. Alguacil Mayor: en pleito tratado entre abtores demandantes
Antonio Hernández de Porcuna y reos Juan Pacho y Alonso Velázquez de Nava en
razón de unas tas. en Heneto, contendieron hasta tanto q. en 19-X deste año
pareció el dho. J. P. y dijo q. puesto q. las dhal. tas. le había vendido A. H.
de P. y traspasado el derecho e acción q. en ellas tenía, por escusar pleitos y
debates, q. él se desistía y desistió, etc. 28-X-1537.
No hay comentarios:
Publicar un comentario