viernes, 29 de marzo de 2013

CAPITULO XXI (I)



EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI




CAPITULO XXI (I)



Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen

1540. Ordenanzas del Cabildo para realizar una procesión a San Benito Abad, embrión de la actual romería regional que se celebra en Eguerew n Chniech (La Lagua-Tenerife) que tiene sus inicios en tiempos modernos en junio de 1948.

1540. En el año 1540 el colonizador Guillén Peraza cuantificó en 400 vecinos el volumen demográfico de la isla Esero (Hierro) sin el menor rigor. La isla más occidental y menos frecuentada del Archipiélago canario estuvo siempre muy poco poblada, como la Gomera. Los constantes abusos de los colonos señoriales unidos a la imposición fiscal concomitante con dicho dominio desfavorecieron el desarrollo económico y demográfico de los bimbaches (herreños). Torriani cuenta que los pobladores de Esero (Hierro) vivían en casas muy sencillas construidas con piedra seca y se alimentaban fundamentalmente de productos derivados de la actividad ganadera.

Producían también buenos quesos y sabrosa carne que exportaban a las demás islas y a la metrólpoli. Recolectaban orchilla que luego era exportada a Inglaterra. Las viñas fueron rentables como las plantaciones de frutales. Las lluvias irregulares no favorecieron los cultivos de papas y cereales.

Las estimaciones que hoy se conocen sobre el número de pobladores durante el siglo XVI son pocas y contradictorias. En 1585 la isla contaba con una sola pila bautismal de la secta católica y unos 200 vecinos equivalentes aun millar de herreños.

Eso supone el 2,58 por ciento de la población de la colonia canaria en las mismas fechas y una densidad de 3,8 habitantes por kilómetro cuadrado. A los pocos años del recuento reseñado, Torriani afirma en 1591 que la villa capital, Valverde, contaba con unas 250 casas y estaba situada a 7 millas de la costa. Eso significa que residían por esos años unos 1.250 habitantes, es decir, la mayoría de los bimbaches (herreños). Los restantes núcleos de población existentes en el resto de la isla eran de escasa consideración.

1540. Alvar Núñez Cabeza de Vaca como segundo adelantado del Río de la Plata, pasa  por la isla Benahuare (La Palma,) donde está 25 días aguardando buen tiempo.

1540.
En la isla Benahuare (La Palma) el asentamiento europeo que con el tiempo sería la capital de la isla empieza su andadura histórica con el título de “villa de Santa Cruz” hasta 1540. Junto a este nombre aparece otra denominación alternativa y curiosa, “villa de Apurón”, empleada antes de 1500 por el “apuro” en el que se vio la población por la rebelión de los aborígenes tras la conquista. En una escritura de 1510 se menciona el “puerto de Apurón”. En 1542 ya consta el título de “muy noble y leal ciudad” concedido por Carlos V. También “noble ciudad de Santa Cruz”, “noble ciudad” o “ciudad de La Palma”. Torriani la llama “cittá de San Michele” (ciudad de San Miguel)  y finalmente el completo nombre de “muy noble y leal ciudad de Santa Cruz de San Miguel de La Palma”.

1540 Marzo. Una nao propiedad del comerciante andaluz Pedro de Burgos, fue atacada por un navío pirata ingles al regresar de la costa del continente, a la altura de Santa Cruz de Mar pequeña.

1540.
 El puerto de Garachico funciona ya a pleno rendimiento, disputándose con el puerto de Añazu (Santa Cruz) la primacía portuaria en  la Isla.
1540.
Nos proponemos hacer un breve estudio sobre las relaciones de la poderosa familia genovesa Ponte y la industria azucarera, que introduce a Canarias en el circuito comercial internacional. Nuestra aportación está basada en fuentes notariales (Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife) de las escribanías de Garachico y La Laguna, sobre todo.
Cristóbal de Ponte edifica un ingenio en Garachico, próximo al puerto, a comienzos de siglo. Poco después vende la mitad de ese ingenio al también genovés Cosme de Riberol, formando compañía con él. Este primer intento tiene éxito durante unas décadas, dejando de moler en la primera mitad de siglo en fecha no conocida (posiblemente en la década de los cuarenta). Nosotros vamos a referirnos a la segunda mitad del XVI y principios de la centuria siguiente. 

  El azúcar y la coyuntura internacional en la 2a mitad del s. XVI.
Es un buen momento: el producto pasa —como señala Mauro — de droga, de producto de lujo, a ser un alimento, un artículo de consumo cada vez más corriente. La demanda aumenta fuertemente, aunque haya subperíodos de estancamiento, y —consecuentemente— crecen la producción y el número de ingenios. Asimismo se registra un alza en los precios: entre 1550 y 1600 Mauro señala un aumento del 100%. En Lisboa este alza es aún mayor. Por último, en los años postreros de la centuria hay una elevación considerable de la producción-exportación, que decae en la primera década del s. XVII.
En teoría, esto debía producir un aumento de la superficie cultivada y del número de ingenios en las islas. Ciñéndose a Tenerife, lo que se produce es una detención del retroceso que estaba experimentando la industria azucarera ante la competencia antillana, atlántica y —muy especialmente a partir de esta segunda mitad de siglo— brasileña, cuya productividad por unidad de superficie y bajo costo hacía que sus
fuesen más bajos que los de las islas del Atlántico oriental. La diferencia de precios entre el mercado brasileño y el de Madera es el doble, sin que los costos de transporte compensasen las ventajas brasileñas. Ello hace que paralelamente a la disminución del número de ingenios en las islas haya un continuo aumento de los mismos en Brasil: 130 en 1585 y 230 en 1610.
A la par que se detiene coyunturalmente la crisis, hay un cierto desplazamiento del cultivo del norte al sur de la isla, como ya había señalado Fabrellas. Se buscan tierras con microclima más adecuado y suficientemente extensas con objeto de buscar una compensación a los elevados costos de producción.
Además de todo lo que dirá acerca de los Ponte, hay otros datos significativos (interés por el cultivo de cañas, venta de ingenios, elevadas sumas por el arrendamiento de éstos, etc.) que ilustran este nuevo —aunque pequeño- renacer. Así, en 1558 Juan de Valverde toma a renta el ingenio que el Adelantado tenía en Los Realejos por un precio “oficial” de 525 mil mrs. y 8 arrobas de azúcar blanco, aunque en una escritura posterior a la de arrendamiento se aclara que en realidad el precio es de 431.250 mrs. Aparte de ser una cantidad respetable, interesa destacar que al final del arrendamiento tenía que dejar plantadas nada menos que 12 cahíces de cañaverales en distinto estado (planta vieja, nueva, zoca...) (5). Pocos años más tarde, en 1569, el Adelantado da poder a un hermano natural para que concierte con Mª de Vergara el tomar a renta unas tierras de ésta para plantarlas de caña en “La Gorvalana” (6). En 1584 se efectúa la venta de la octava parte del ingenio de Güímar y la cuarta parte de tierras de cañas por 1.303.700 mrs.
Los Ponte y la industria azucarera en la 2 mitad del XVI: generalidades.
Aunque una buena parte de la hacienda (como la zona de El Mal-país entre Icod y Garachico) estaba dedicada al viñedo y sostenían un activo comercio de vinos con las Indias, los Ponte —por tradición familiar, relaciones comerciales y agudo instinto para los negocios— deciden aprovecharse de la buena marcha del mercado azucarero. Dadas las fluctuaciones del mercado, actúan de una forma calculada con objeto de no afrontar excesivos riesgos. Pedro Ponte es el ejemplo más acabado de esto. Por un lado, toma a renta varios ingenios por tiempo limitado (9 años), con lo que no se compromete excesivamente. Por otro, construye el poderoso ingenio de Adeje. Veamos a continuación el primer caso.
Hacia mediados de siglo tenía a renta el ingenio y heredamiento de Interián. pagando anualmente 225.000 mrs.; 210 a. de azúcar y 2 a. demelado. El Tiempo de arrendamiento era de años, y en la partición de .1558 declara haber gastado mucha cantidad de maravedís en su explotación. Sabemos que al menos hasta 1579 la familia tenía a medias esa hacienda. Además, Juliana Viña, hija de Mateo Viña, le vende a Pedro de P. en 1558 un tributo perpetuo de 33 a. dé azúcar blanco sobre ese ingenio. En 1669 Pedro de P. pone su atención en la isla con ingenios más importantes: La Palma. Allí toma a renta las tres cuartas partes del ingenio de Los Sauces por 9 años, a cambio del pago anual de 1.425.600 mrs. y 8 a. de azúcar, empezando la explotación en 1561. En este último año toman a renta el ingenio de los Fonte en La Orotava, también por 9 años, pagando al año 300.000 mrs. En realidad, este arrendamiento no se llega a hacer efectivo por pleito entre las partes, pero acabarán —como adelante se verá— con la compra del ingenio por Pedro de P.
Vamos a referirnos ahora en sucesivos apartados a los tres ingenios que construyen o compran los Ponte en este período, dedicándoles más espacio a los dos que más importancia tuvieron y de los que disponemos de mayor documentación.
  3. El ingenio de Adeje.
3.1 Colonización y edificación.
Hasta la década de los 50 la zona sureste de Tenerife estaba prácticamente desierta, como se desprende de la tazmía de 1552. La población se encuentra concentrada en el norte y apenas hay establecimientos urbanos en la zona de Güímar, donde funcionaba un ingenio desde principios de siglo. Si había cultivos debían ser muy escasos; sí había, en cambio, grandes rebaños de poderosas familias, como los de los Ponte.
Las primeras noticias sobre la expansión de éstos por esa banda son de 1553. En septiembre de ese año Pedro de P. da poder a Tristán Calves-te para que en la Corte pida licencia “para qe yo puede mandar hazer en mi hazienda en adexe qe agora nuevamente edefico una casa fuerte para defensa de los enemigos”. En noviembre de ese año se concierta con Antonio Blas, maestro de hacer ingenios, para que le hicieran uno en Adeje, comenzando los trabajos a principios de 1554. Este proyecto lo tenía en mente desde meses atrás, pues ya en junio había encargado el transporte de 7000 formas y 300 signos al puerto de “La Ramada” de Adeje . La primera zafra es la de 1555, pues en 1554 declara que la hacienda era nueva y no había dado ningún fruto todavía. Al mismo tiempo que se cultivan cañas, se ponen en explotación tierras para cereales (tanta importancia posterior), continuándose con la actividad pecuaria y colmenera.
La fecha de este establecimiento es significativa, pues en 1552 muere Cristóbal de Ponte. Dado que los bienes habían permanecido proindiviso y Pedro no disfrutaba de mayorazgo, es lógico que pensase en tener hacienda propia. Pero otros motivos debieron pesar en la colonización:
a) la buena coyuntura del azúcar, a la que se ha aludido; b) las tierras productivas de la zona norte, sobre todo de la Isla Baja, con destino a cultivos de exportación estaban explotadas o pertenecían a otros terratenientes no interesados en su venta, en tanto el sur ofrecía grandes extensiones incultas en zona cálida propicia para la caña; c) la existencia de calas para mantener relaciones comerciales y la lejanía de la estrecha vigilancia que había en otros puertos más importantes (Garachico, La Orotava); d) el afán de poseer un señorío —deseo en el que se funden cuestiones de mentalidad con otras de interés mercantil—, que en principio le es negado, aunque logre la licencia para la casa— fuerte .
Desde el mismo inicio de la puesta en explotación comienzan las desavenencias familiares, pues Pedro de P. no accedía a que esta nueva hacienda entrase en la división de bienes, argumentando que la estaba fabricando a sus expensas. En cambio, M. de las Cuevas entendía que debía repartirse dado que parte del capital invertido en ella procedía del cuerpo general de bienes de Cristóbal de P. Convienen al fin en que los dos tercios serían para Pedro y el resto para la otra parte, siempre que ésta contribuyese proporcionalmente a las deudas y futuros gastos. Este tercio se subdivide en cinco partes, de las que dos las posee Ma. de las Cuevas y las otras pasan a sus hijos. Posteriormente, mediante enlace matrimonial y trueque se logra unificación de la hacienda e ingenio. Este estaba situado junto a la casa-fuerte, encima del lugar de Adeje. Su estructura era similar a la de otros ingenios, disponiendo la casa de prensas de 3 prensas y la de calderas de 7. Su envergadura era superior a la del ingenio de Daute y al que la familia edificará en Garachico. Aunque Frutuoso hable de dos ingenios, en ningún inventario se hace mención a un segundo ingenio.
3.2. La administración y vicisitudes.
Corre a cargo de Pedro de P. hasta su muerte en 1569, encargándose tanto de la gestión de sus dos tercios como de la parte correspondiente a otros miembros de la familia. Es el caso del arrendamiento que le otorga W. de las Cuevas en 1557 por 6 años, estipulándose la participación de ésta en los gastos y la cantidad y calidad de suertes de caña que había de dejar Pedro al fin del arrendamiento. Es de destacar la renta anual por ese tercio: 375.000 mrs., lo que supone que los beneficios para el conjunto tenía que superar bastante el millón de maravedís, en el cuarto año de explotación, cuando todavía había tierras por limpiar y plantar de cañas. Por otra parte, aún continúa el proceso de expansión mediante sucesivas compras de tierras y agua.
A la muerte de Pedro, su viuda —Catalina de las Cuevas— queda como usufructuaria del mayorazgo y demás bienes, cediendo sus derechos a Nicoloso de P. a condición de que éste se hiciera cargo de las deudas y obligaciones y a cambio del canon anual de 750.000 mrs., 20 a. de azúcar, 400 fa. de trigo y un cuarto de la seda. La renta era elevada, lo que confirma el alto valor de la hacienda, si bien en esta cesión también figura el disfrute de los azúcares de Los Sauces (23). Sin embargo, esa cesión se queda en proyecto debido a la prematura muerte de Nicoloso, por lo que su viuda —Ana de Vergara— pide se anule la escritura (24). Hasta su muerte en 1583 Catalina llevará directamente la administración, si bien asesorada por un personaje a quien más adelante nos referiremos: el vizcaíno Domingo de Emparán. A partir de esa fecha pasa el ingenio y hacienda a Pedro de P. (hijo de Nicoloso) y, a la muerte de aquél en 1612 a Bartolomé de P.
Si se ha dicho que las rentas eran cuantiosas, éstas mermaron a partir de la década de los 80 debido a dos tipos de razones, unas exógenas y otras endógenas. Entre las primeras cabe citar la competencia brasileña y las invasiones piráticas. Tenemos que recordar que en los primeros tiempos, durante la gestión de Pedro de P. (el viejo), hubo excelentes relaciones con los piratas ingleses y Adeje se convirtió en lugar de refugio y aprovisionamiento de los mismos. Las dificultades empiezan algo más tarde: Rumeu de Armas relata la invasión de 1586, a resultas de la cual el ingenio resultó destruido . Apenas recuperado de este incidente, en 1589 una catástrofe natural daña la hacienda, argumento que se esgrime en una transacción diciendo que aquélla “a benido en mucha disminución respecto de los muchos temporales e tormentas de agua e viento que en el año pasado de ochenta e nueve sucedieron y binieron en el dho. heredamo de adexe con los quales rrescibieron los dhos bienes mucha pérdida e ruina ansí de casas del yngenio qC cayeron como en las canales y rueda del dho yngenio como en las canas de asuccar que tenía para moler por cuya causa no obo molienda ni safra en el dho heredamo de adexe” . No sabemos si se reparó debidamente y luego hubo otro temporal, lo cierto es que en 1612 sabemos que estaban derruidas las casas de prensa, de purgar y de mieles, estado en que aún se encuentran en 1618 . No obstante, las labores se seguían haciendo en otras dependencias. (Por ejemplo, las lonjas del granel servían como casa de purgar). Parte de los edificios se restauran en la década de los 20 del siglo XVII, efectuándose otras reparaciones como cercamiento de tierras de cañas y otros cultivos,  constatación de que esta industria seguía siendo interesante económicamente para los Ponte ya avanzado el siglo, cuando sólo funcionaban en        la isla este ingenio y el de Daute, si bien éste tenía una producción muy inferior.
Entre el segundo tipo de causas que condicionan el disfrute normal de beneficios están las derivadas de las duras cláusulas de obligaciones anejas al mayorazgo. Citemos como muy gravosa el pago en concepto de dote a Catalina y Ana de P., que tenían que percibir cada una 6.336.000 mrs. Como es lógico, esto dará lugar a pleitos y transacciones. (28). A          esto tenemos que unir los elevados costos por fuerza de trabajo: al principio había 80 esclavos, si bien parece que su número disminuye rápidamente conforme avanzan las dificultades, y se habla en repetidas ocasiones en los testamentos de los numerosos trabajadores temporáles con los que había que ajustar cuentas. Por último, señalemos los elevados préstamos y censos a que recurren los poseedores del mayorazgo. En la primera quincena del s. XVII se citan como principales deudas: un censo al redimir (de 1.478.400 mrs. de principal) a favor del flamenco Pedro Huésterlin y su esposa; otro de 528.000 mii. a pagar al cap. Diego Martín de Angulo; una deuda con el mercader Juan Texera que ascendía a 1.574.640 mii; otra con Bartolomé Doble, por diversos préstamos, que sumaba 723.024 mii.
Los Ponte podían haber optado por una mayor expansión de los cañaverales, pero los elevados costos y la fluctuación de la demanda —además de la agresiva competencia sudamericana— no hacían viable esa salida. Al final, se optará por un mantenimiento de la producción azucarera y un aumento de la vitícola y cerealera.
3.3. Relaciones comerciales y producción.
Los lugares de destino del azúcar son dos: Cádiz y Amberes. El tráfico con la primera era directo, siendo receptores del producto Jácome Botti y Lorenzo del Rosso, que también recibían los azúcares del ingenio de Daute. En cuanto a la relación con Amberes, Pedro de P. ya tenía contactos comerciales con esa plaza antes dc establecerse en Adeje (en 1549 había enviado, entre otras cosas, 306 a. de azúcares y 304 a. de panela). Según las noticias que tenemos, el comercio fue más fluido y directo al principio, sirviéndose en algún caso de un representante que viajaba con la mercancía (como Julio de Usodemar) o de algún mercader bretón, recibiendo el procedido de la venta en mercaderías, principalmente tejidos. El azúcar se cargaba en el puerto de La Caleta (Adeje). Sin embargo, paralelamente a las dificultades de que se ha hablado la producción deja de enviarse directamente y se vende meses antes de la zafra a cambio de ropas y víveres para hacer frente a los gastos o para saldar deudas. Entre los mercaderes extranjeros destacan los flamencos Nicolás But y Comides de Manacre y el francés Juan Burel. Especialmente importantes es But, con quien se mantienen continuados contactos, no exentos de incidentes, como el originado tras la muerte de Catalina de las Cuevas debido a un falseamiento de sus cuentas con la familia en complicidad con la propia Catalina y el administrador Emparán, con objeto de beneficiar con el fraude a las hijas de aquélla en perjuicio del sucesor en el mayorazgo. But acepta al principio el acuerdo, pero tras la muerte de Catalina lo rompe, ateniéndose sólo a las cuentas de los libros.
Tanta o más importancia que los intermediarios extranjeros tuvieron algunos vecinos de la isla. Es el caso de Felipe Jácome de las Cuevas. (hermano de Catalina), que había ayudado en la fabricación de la hacienda y se cobra parte de azúcares; o del almojarife Cristóbal Ruiz, que provee de ropas y dinero; o de los regidores y prestamistas Hernando Calderón y Pedro Jaymes del Monte. Es interesante el estudio de éstos y otros personajes también relacionados con la hacienda de Daute que actúan de fiadores, curadores, almojarifes, intermediarios en el tráfico americano, etc., que participan de la coyuntura sin arriesgar tanto en la puesta en explotación y que salen siempre beneficiados dada la diversificación de sus inversiones.
Finalmente, destaquemos que a medida que pasa el tiempo la comercialización se va concentrando en pocas personas, que coinciden con los prestamistas o proveedores. Así, en 1611, si el valor del procedido de azúcares fue de 2.420.016 mii., el 30% va a parar a Juan Texera, el 10% a Bartolomé Doble, y el 38% a Juan Burel.
En cuanto a la producción, resulta difícil dar cifras sin contar con los libros de contabilidad. El testimonio de Frutuoso, antes citado, no nos resulta muy fiable (da una cifra de 8 ó 9.000 a. para cada ingenio). Lo que parece seguro es que su producción era la más importante de la isla, dada la mención especial que le dan los viajeros. En todo caso, hay algunas cifras para fechas tardías. A través de la partición de 1618 conocemos que la producción de 1611 fue de 1012 a. y 22in lib, entre azúcar blanco, escumas y rescumas, y de 161 a. y 14 lib, de panela, 5 pipas de miel y 4 de remiel. Como se señaló antes, los ingresos montaron 2.420.016 mii. En 1612 la producción fue de 890 a. de azúcares diversos, 177 a. de panela, 6 botas de remiel, además de otra cantidad no especificada de autoconsumo o vendida en pequeñas porciones. Esto supuso un valor de 1.913.280 mii. Como dato comparativo que ilustra el peso que sigue teniendo el ingenio en la hacienda, digamos que el valor de la producción cerealera (256 fa. de trigo, 221 fa. de centeno, 524 fa. de cebada) fue de 433.128 mii. Los gastos en fábrica, molienda y demás (no se especifica) montaron 849.120 mii. Aun contando con que en estos se incluyan gastos no relacionados con la producción azucarera, es evidente que el margen de beneficios es importante, lo que explica la continuidad del ingenio. Otra cuestión es lo ya explicado acerca del alto nivel de endeudamiento y las gravosas cargas que pesaban sobre el mayorazgo. En 1613 hay un nuevo descenso en la producción: 618 ia a. de azúcares, 134 a. de panela, 5 botas y 9 barriles de remiel, además de miel y melado de auto-consumo y vendida en pequeñas partidas. Esto supuso unos ingresos de 1.358.880 mii. La producción y, consiguientemente, los ingresos, van en descenso, por estos datos de 3 años no permiten sacar conclusiones sobre un descenso continuo. Es más, sabemos a través de los diezmos que las cifras son intermitentes a lo largo del siglo, superándose en algunos casos la producción de 1613(32).
4. El ingenio de Garachico.
4.1. Condiciones para la edificación.
En la década de los 80 nos encontramos con un hecho insólito en Canarias: la construcción de un ingenio. Este proyecto —concebido al socaire de los buenos precios del azúcar en esos años— lo conciben Bartolomé de P. y su primo Alonso de P. Se conserva la escritura entre ambos, de 29 cláusulas (33), de la que queremos destacar en primer lugar los motivos que aducen: “porque abiendo visto como vemos que las viñas que poseíamos e posehemos que regaban con estas aguas an venido en diminuzión e pérdida por la mucha mangla e alhorra que en ellas han sobrevenydo de que no tenemos provecho e tenyendo atenzión que nuestros abuelos tubyeron en este dicho término otras haziendas de yngenyos de que tubyeron mucho provecho e nos lo tendremos dyos mediante en tener nuestras tierras de cañas e tener e sustentar este dicho nuestro ingenio... “Como se ve, hacen hincapié en el mal momento de la vid debido a enfermedades. No obstante, a lo dicho hay que añadir que de los tres mayorazgos de los Ponte que había entonces, los de Bartolomé y Alonso no poseían ingenio. Estos debieron decidirse a poseer uno, en parte empujados por las circunstancias y también por la ventaja que suponía la desaparición del de Interián, de modo que las cañas de esta hacienda —entre otras- pasarían a moler en el nuevo ingenio.
Aunque la escritura la firme Bartolomé de P. y pida luego la ratificación de su madre (M’. de las Cuevas) como usufructuaria del mayorazgo, en realidad es ésta la que financia la construcción, limitándose Bartolomé a ser el ejecutor de las órdenes de su madre.
Entre las cláusulas, nos encontramos con algunas de tipo general y otras relacionadas con la muy desigual contribución a la edificación. Sintetizamos las del primer tipo:
a) El costo corre enteramente a cargo de Bartolomé (recuérdese lo dicho antes), de modo que Alonso tendría que pagar la mitad de los gastos para ser dueño de la mitad del ingenio.
b) Dado que el solár para los edificios, corral de lelia, lugar de extracción de ésta, etc., era de Bartolomé, Alonso le compensaba con otras tierras en Garachico.
c) Las aguas de ambos, que iban unidas, quedaban para siempre unidas al ingenio, corriendo a la mitad los cargos de canales y acequias.
d) La fecha de terminación se fijaba para finales de 1583 o principios de 1584.
e) Las cañas de Magdalena del Hoyo —viuda de Cristóbal de P.— se molerían como si fuesen de Bartolomé, sin que pudiese tener ningún provecho de ellas la otra parte.
En caso de destrucción o avería, la mitad de los gastos los sufragaría Alonso.
Las otras condiciones se referían a dos tipos de situación: antes y después de haber abonado Alonso su mitad. En el primer caso: a) Este pagaría maquila por la molienda de sus cañas y las de sus tributarios. Bartolomé costearía los gastos de las cañas de Alonso desde el desburgado hasta darlas en el tendal de la casa de calderas. En compensación, llevaría la mitad del aprovechamiento, dándole a Alonso —además de la otra mitad— 1 forma de azúcar blanco y 2 de escumas por cada tarea. b). Las maquilas de particulares serían para Bartolomé. c) Como la molienda en el ingenio perjudica el molino de Alonso, Bartolomé le pagaría los primeros 11 años una renta de 18 fa. de trigo. d) Bartolomé proporcionaría a Alonso las formas que necesitase. e) Si Alonso decidiese no plantar cañas, en el plazo de 30 días pagaría su mitad a la otra parte; no siendo así, quedaría el ingenio para Bartolomé.
Para la circunstancia de que hubiese pagado su mitad Alonso se acordaba: a) El beneficio de las maquilas de particulares y el costo de esas moliendas serían por mitades. b) Si los tributarios quisieran plantar cañas en los viñedos, la molienda sería gratuita. c) El orden en la utilización del ingenio se decidiría por sorteo, ocupándolo cada uno un mes y costeándose cada cual su molienda. d) Serían para Alonso las maquilas de los labradores de 5. Pedro de Daute.
4.2. Estructura, situación de las cañas y administración.
Aparte de lo que podemos deducir de contratos e inventarios, Torriani señala la ubicación exacta del ingenio en el plano que traza de Garachico. Respecto a los edificios que componen el ingenio son casi todos de mampuesto, cubiertos de teja y con utilización profusa de madera de tea. Los departamentos son los mismos que en otros ingenios; sólo destacaremos que tenía 3 prensas y cuatro calderas.
Los principales propietarios que molían sus cañas en el ingenio eran: los dueños de la hacienda de Interián, la hacienda de Magdalena del Hoyo en 5. Pedro de Daute y los mismos Ponte, cuyos cañaverales principales estaban detrás de la ermita de 5. Sebastián. en zona próxima al ingenio. Había otros pequeños propietarios. En general, eran escasas las tierras dedicadas al azúcar a fines del s. XVI en Garachico. Hay que tener en cuenta que el acantilado permite sólo una estrecha franja costera, que en parte está dedicada a la vid, en parte a morales y en parte a edificaciones. Las otras posesiones de los Ponte están dedicadas al viñedo como monocultivo (Malpaís) o cereales (Culata y Tanque), alternando alguna vez con morales y con tierras para sus extensos rebaños, sobre todo en las medianías.
El hecho de que no fuese alto el número de cosecheros explica el que los contratos de labores y acarreto se hicieran para el conjunto de aquéllos. Así ocurre con el desburgado para la zafra de 15860 con el acarreto de cañas, a veces unido al de leña y tea. (35). El costo de ese acarreto era de 7680 mii. /tarea, y el pago se solía efectuar en tercios (al empezar, a la mitad y al acabar el plazo). Es importante el pago en especies (más del 50%) en base a dos conceptos: cereales y animales de carga.
Tenemos que hacer mención aparte dentro de la labor más delicada y cualificada (maestro de azúcar) a Pedro Carrasco, quien está unido al ingenio desde su fabricación. Su salario era alto: 50.000 mii., 15 barriles de vino y 1612 fa. de trigo por zafra (36), llegando a constituirse en arrendatario tanto del ingenio como del cercado de 5. Sebastián (lugar en que estaban las cañas), y con el compromiso de plantar más cañas en zona calma. La fecha de ese arrendamiento es tardía (1602), tras un intento fracasado de deshacer el ingenio (en 1597) y de endosar la hacienda y mayorazgo a un yerno. Más adelante nos referimos a las dificultades de fin de siglo. Lo cierto es que por ambas partes propietarias (en realidad sólo habían un propietario al no pagar la parte de Alonso su mitad de gastos) no desean la administración directa. En el caso que estamos comentando se realiza la cesión en medio de la crisis que supuso la epidemia en la zona de Daute, especialmente en 1601 y 1602, años en los que no hubo zafra y los tributarios no pagaban. El arrendamiento a Carrasco fue por 9 años, aunque no llegó a finalizar por muerte de éste. La renta convenida era de 79.200 mii en los dos primeros años, y de 166.400 mii. en los restantes, más 10 a. de azúcar blanco. Como se comprobará por el valor del arrendamiento, la cosecha no debía ser muy alta. Parece tratarse de una producción destinada a satisfacer un mercado determinado, que aún permanece fiel (el flamenco), a la vez que constituye un ejemplo de comportamiento de una pequeña explotación —siempre más variable e insegura a las variaciones de los mercados— en el tránsito del predominio de un cultivo de exportación a otro .
Continúa en la entrega siguiente.

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