EFEMERIDES
DE LA NACION CANARIA
UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
DECADA – 1521-1530
CAPITULO X (V)
Guayre
Adarguma
1527 Febrero 22.
Se presentó el colono Cristóbal de Ponte ante los miembros del Cabildo
diciendo que él era notorio “hijo dalgo” (hidalgo) y ser de linaje tan notorio
que era uno de los vecinos más ilustres de Génova, como consta de los papeles y
testimonios que presentó al tiempo que fue admitido por vecino en esta isla y
que habiendo impuesto el Concejo de esta isla sisa general, se le había llevado
a él, estando exento de pecho y contribución. En vista de esta representación
el Adelantado Mayor de esta isla, estando en Cabildo con el teniente
gobernador, cuatro regidores, un jurado y el escribano Antón de Vallejo,
mandaron se le devolviese la sisa, ya que por los recaudos que había presentado
al tiempo que había sido admitido por vecino, era hombre hijo dalgo; que le
amparaban y defendían en la posesión en que estaba y que gozase de las
libertades y franquicias que deben ganar los nobles. Estos papeles originales
están protocolados ante Francisco Fernández en 20 de abril de 1678, a petición de don
Cristóbal de Ponte Xuares, caballero de la Orden de Alcántara.
Natural de la ciudad de Génova, pasó a esta isla Chinech
(Tenerife) por los años de 1500, donde casó con Ana de Vergara, hermana de
Pedro de Vergara, invasor-conquistador, regidor y Alguacil mayor de esta isla
de Tenerife. Tuvo del Adelantado, Alonso Fernández de Lugo, datas de tierras y
aguas. Donó el sitio para fundar el convento de San Francisco de Garachico y un
real de agua para su abastecimiento. De este convento son patronos sus
descendientes. Declara en su testamento por su hija natural a María de Ponte,
que casó con Juan Clavijo, y mandó 100 doblas a su nieta Francisca, hija de
estos últimos, para su casamiento.
En sus últimas voluntades manda que sus dos hijos fabriquen y
concluyan la fábrica de la capilla mayor del mencionado convento, con toda
decencia, que se levantó bajo la advocación de nuestra señora de los
Ángeles, donde se trasladaron sus restos y los de su mujer. Con cuya
disposición y cumpliendo su voluntad su hijo Pedro de Ponte otorgó instrumento
de ajuste con un oficial carpintero para fabricar dicha capilla mayor con un
monte de 400 doblas, documento que pasó ante Antón Martín en 1545, al folio
331. Sus hijos otorgaron partición de sus bienes en 16 de mayo de 1554, ante
Francisco de Rojas.
Fueron sus hijos: Bartolomé y Pedro de Ponte y la hija natural María
de Ponte, que casó con Juan Clavijo, quienes le dieron por nieta a Francisca de
Ponte.
Bartolomé de Ponte, hijo primogénito de don Cristóbal, fijo su
residencia en Garachico y casó con doña María de las Cuevas, hermana de doña
Catalina de las Cuevas y esposa de su hermano Pedro. Testó don Bartolomé ante
Juan de Ancheta en 1543, dejando a su mujer como tutora de sus hijos:
Cristóbal, Bartolomé y Luís de Ponte, Ana de Vergara y Melchora de las Cuevas;
Luis y Melchora murieron niños. A la muerte de su marido, doña María de las
Cuevas fundó mayorazgo de sus bienes a favor de Bartolomé de Ponte y sus
descendientes, ante Álvaro de Quiñónez en 1580.
Pedro de Ponte, hijo 2º de don Cristóbal, fue regidor de esta Isla y
fundador del mayorazgo de Adeje, de su castillo y casa fuerte, título concedido
por el Rey Felipe II de España y I de Portugal. Casó con doña Catalina de las
Cuevas, cuñada de su hermano Bartolomé. Testó don Pedro ante Juan de Ponte en
1568, al folio 316 de su registro. Tuvieron por hijos a:
a) Nicoloso
de Ponte, hijo mayor, 2º señor de su mayorazgo castillo y casa fuerte de Adeje
y regidor de esta isla. Casó con doña Ana de Vergara, su prima hermana, hija de
Bartolomé.
b) El
Maestre de Campo don Alonso de Ponte, hijo segundo, que llevó el segundo
mayorazgo y casó con doña Elvira de Vergara y Alzola, su sobrina.
c) Doña
Isabel de Ponte, que casó con el capitán don Francisco de Valcárcel y Lugo,
regidor de esta isla y 1º Alguacil mayor de ella por su majestad el Rey.
d) Otros hermanos
que murieron sin sucesión.
1527 Mayo 15. Los
religiosos dominicos de la secta católica residentes en la antigua ermita de
San Miguel de Eguerew (La
Laguna), se trasladan a su nueva residencia. Era un convento
de Santo Domingo de la
Concepción, del que fue su primer prior fray Gil de la Santa Cruz.
1527 Mayo 21. En la çibdad del rreal de las palmas
marts veynte vn dias del mes de mayo de y MXXVII annos antel sor ynqor
el liçendo luys de padilla en abdia diego de contreras hijo de Juan
nunnez mercader vo desta çibdad q dixo q es de hedad de diez y seys
annos poco mas o mos to rreçebido avyendo jurado en forma
de drcho dixo q puede aver mas de medio anno q fue despus q el sennor chantre
de canaria le qujtaron el to de ynqor y ants q se lo
quytasen muchas vezes en diversos dias este to oyo de ser
a xpoual de sant clemeynt commo puco desta çibdad q fue penytençiado
por el dho chantre syendo ynqor q el no avya hecholo porq
el dho chantre lo penytençio y q asy commo el lo avya fho con el asy lo ayudase
dios y le diese vuen vyaje y diziendo y echando muchas maldiçiones al dho 9chantre
y q quando esto dezia el dho xpoual de sant clemynt estava psentvnas vezes su
muger y otras vn q se dize q dias q escrevya mal y otras psonas de q no se
acuerda y q lo suso dho dize po descargo de su conçiençia y porq su
confesor se lo mando y pdo de odio dixo q no lo qre mal
fuele leydo psevero en ello fuele mandado guardar secreto paso ant my anton
bernal notro. (Natalia
Batista Pérez y Dan Munteanu Colán)
1527 Junio 21. La colona Elvira Díaz, vecina de Eguerew (La Laguna), mujer de Pedro de
Lugo, regidor y vecino que fue, ahorra y da por libre a su esclavo Miguel,
morisco, de color prieto, de unos 30 años, natural de Marruecos, que está
presente, para que desde hoy en adelante sea horro, libre y exente. Lo horra
porque el esclavo, alumbrado de la gracia del Espíritu Santo vino en
conocimiento de nuestra Santa Fe católica, se hizo cristiano y recibió agua de
bautismo, y además por su ahorramiento y libertad le dio 3 esclavos negros, que
ella declara haber recibido.
1527. Continuaron los colonos canarios
sus cabalgadas, entrando sin remilgos en la conquista portuguesa, donde los
naturales, vasallos del Xarife, no podían ser mutados en carne de mercado.
Habiendo adoptado al rey de Portugal por protector, la captura de 13 vecinos de
Tamaraque y uno de Cabo Blanco, en 1527, por colonos canarios, puso en aprieto
a Luis Sacoto, gobernador de Santa Cruz del Cabo de Guee. A tres meses del
término de tregua de dos años, firmada con Muley Mafamedes, rey del Sus,
negociaba Portugal prórroga por otros tantos, con el "irmâo mais
velho", Muley Hamete, rey de Marruecos, que suspendió las negociaciones,
supeditándolas al regreso de los raptados.
Sin
posibilidad de defender Santa Cruz, por ser "mucha la frontera de
moros", escasa la guarnición y subsistir los residentes, de lo que traían
los naturales cada mañana. No habiendo sementeras, huertos ni ganado, en el
término de la plaza, era seguro que de reanudarse las hostilidades,
abandonarían el enclave, sin necesidad de perder batalla. Dirigiéndose a Pedro
de Lugo, "Adelantado de Tenerife", Sacoto pidió la devolución de los
cautivos. Entregó al de Cabo Blanco, porque estaba en su "isla",
confesando no poder recuperar los restantes, por estar en Tamaránt (Gran
Canaria), fuera de su jurisdicción.
Dirigiéndose
a Juan III de Portugal, Sacoto advirtió que de lamentar el Xarife haber puesto
el reino, "debajo de su bandera", la plaza estaría en precario, por
lo que debía escribir al Emperador, consiguiendo que los cautivos fuesen
devueltos en el primer barco, pues de no hacerlo, se acabaría la paz en
"Africa". Fechada la carta a 14 de abril, disgustó al rey, pues al
año siguiente gobernaba la factoría Antonio Leitâo. (L.Al.Toledo)
1527 Febrero 22.
El colono Cristóbal
de Ponte se presentó ante los miembros del Cabildo colonial en Chinet
(Tenerife) diciendo que él era notorio “hijo dalgo” (hidalgo) y ser de linaje
tan notorio que era uno de los vecinos más ilustres de Génova, como consta de
los papeles y testimonios que presentó al tiempo que fue admitido por vecino en
esta isla y que habiendo impuesto el Concejo de esta isla sisa general, se le
había llevado a él, estando exento de pecho y contribución. En vista de esta
representación el Adelantado Mayor de esta isla, estando en Cabildo con el
teniente gobernador, cuatro regidores, un jurado y el escribano Antón de
Vallejo, mandaron se le devolviese la sisa, ya que por los recaudos que había
presentado al tiempo que había sido admitido por vecino, era hombre hijo dalgo;
que le amparaban y defendían en la posesión en que estaba y que gozase de las
libertades y franquicias que deben ganar los nobles. Estos papeles originales
están protocolados ante Francisco Fernández en 20 de abril de 1678, a petición de don
Cristóbal de Ponte Xuares, caballero de la Orden de Alcántara.
Cristóbal de
Ponte, colono natural de la ciudad de
Génova, pasó a esta isla por los años de
1500, donde casó con Ana de Vergara, hermana de Pedro de Vergara, conquistador,
regidor y Alguacil mayor de esta isla de Tenerife. Tuvo del Adelantado, don
Alonso Fernández de Lugo, datas de tierras y aguas. Donó el sitio para fundar
el convento de San Francisco de Garachico y un real de agua para su
abastecimiento. De este convento son patronos sus descendientes. Declara en su
testamento por su hija natural a María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, y
mandó 100 doblas a su nieta Francisca, hija de estos últimos, para su
casamiento.
En sus últimas voluntades manda que sus dos hijos fabriquen y concluyan
la fábrica de la capilla mayor del mencionado convento, con toda decencia, que
se levantó bajo la advocación de nuestra
señora de los Ángeles, donde se trasladaron sus restos y los de su mujer. Con
cuya disposición y cumpliendo su voluntad su hijo Pedro de Ponte otorgó
instrumento de ajuste con un oficial carpintero para fabricar dicha capilla
mayor con un monte de 400 doblas, documento que pasó ante Antón Martín en 1545,
al folio 331. Sus hijos otorgaron partición de sus bienes en 16 de mayo de
1554, ante Francisco de Rojas.( Don Pedro de Ponte otorgó poder ante
Gaspar de Xexas en 1553, al folio 259, para suplicar al Rey Felipe le conceda
licencia para fabricar un castillo en su hacienda de Adeje. Fundó dos
mayorazgos, el uno, El de Adeje, en su hijo mayor Nicoloso de Ponte y otro en
su hijo segundo Alonso de Ponte, por ante Juan López de Azoca, en 15 de abril
de 1567)
Fueron sus hijos: Bartolomé y Pedro de Ponte y
la hija natural María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, quienes le dieron
por nieta a Francisca de Ponte.
Bartolomé de Ponte,
hijo primogénito de don Cristóbal, fijo su residencia en Garachico y casó con
doña María de las Cuevas, hermana de doña Catalina de las Cuevas y esposa de su
hermano Pedro. Testó don Bartolomé ante Juan de Ancheta en 1543, dejando a su
mujer como tutora de sus hijos: Cristóbal, Bartolomé y Luís de Ponte, Ana de
Vergara y Melchora de las Cuevas; Luis y Melchora murieron niños. A la muerte
de su marido, doña María de las Cuevas fundó mayorazgo de sus bienes a favor de
Bartolomé de Ponte y sus descendientes, ante Álvaro de Quiñónez en 1580.
Pedro de Ponte, hijo 2º de don Cristóbal, fue regidor de esta Isla y
fundador del mayorazgo de Adeje, de su castillo y casa fuerte, título concedido
por el Rey Felipe II de España y I de Portugal. Casó con doña Catalina de las
Cuevas, cuñada de su hermano Bartolomé. Testó don Pedro ante Juan de Ponte en
1568, al folio 316 de su registro. (Don Pedro de Ponte otorgó poder ante
Gaspar de Xexas en 1553, al folio 259, para suplicar al Rey Felipe le conceda
licencia para fabricar un castillo en su hacienda de Adeje. Fundó dos
mayorazgos, el uno, El de Adeje, en su hijo mayor Nicoloso de Ponte y otro en
su hijo segundo Alonso de Ponte, por ante Juan López de Azoca, en 15 de abril
de 1567.
Tuvieron por hijos
a:
a) Nicoloso de Ponte, hijo mayor, 2º señor de su
mayorazgo castillo y casa fuerte de Adeje y regidor de esta isla. Casó con doña
Ana de Vergara, su prima hermana, hija de Bartolomé.
b) El Maestre de Campo don Alonso de Ponte, hijo
segundo, que llevó el segundo mayorazgo y casó con doña Elvira de Vergara y
Alzola, su sobrina.
c) Doña Isabel de Ponte, que casó con el capitán
don Francisco de Valcárcel y Lugo, regidor de esta isla y 1º Alguacil mayor de
ella por su majestad el Rey.
d) Otros hermanos que murieron sin sucesión.
(Tomado de: usuarios.arsystel.com/pedrobaez/ingenios/cristobaldeponte.htm)
1527 Mayo 23. En miercoles veynte e tres dias del mes de
mayo de y MDXXVII annos antel sor ymqor el liçendo
luys de padilla en abdia diego de torrs natural de pennafiel vo
desta çibdad del rreal de la palmas desta ysla de grand canria q cobra el
almoxarefazgo de los annos pasados to rreçebido avyendo jurado en
forma de drcho dixo q puede aver çinco annos poco mas o mos q
estando este to en esta çibdad vn dia del dho tpo aviendo este to
rrennydo con vna muger q le servya a la sazon yntervyno en los far
amygos vno q se llama mayrena q q fora prr y despues fue carçelero q
hera amygo deste to y q pa fazellos conbydo a este to y a
la dha muger vn dia de fiesta a comer a su casa y q este to acatio
el conbyte y estando sentado a la mesa el dicho mayrena y su muger y este to
y la dha muger q le servya q se llamava franca grrs q agora
esta en tenerife q la tiene vn hijo de palençuela el dho mayrena hizo sacar
de comer y se saco a la mesa carne de vna olla el caldo de la cul
carne estava lleno de azeyte y todo prieto y con çebolla y q este to
no quyso comer dello porq le parsçio muy mal y le parsçio manjar
judiego y por tal lo tuvo este to y por aqlla
cabsa lo dexo de comer porq este to to tenya
al dho mayrena y a su muger por conversos y por tales heran tenydos
en esta çibdad y q asy mysmo myro en lo suso dho la dha franca grrs
y no quiso comer del dho manjar y q el dho mayrena es defunto y su muger bive
en esta çibdad çerca de las casas de machicao el nonbre de la qul este
to no sabe fue pdo q por q rrazo[n] le parsçio
el dho manjar ser judiego o de judios dixo q hera carne cozida y a medio dia y
de aqlla mana guysada la olla no vee este to q lo acostunbran los
xpianos guysar y q este to le pgunto q por q gujsava asy
la carne el qul dho mayrena se corrio porq este to no
comya dello y poq le pgunto q por q la avyan guysado ansy a lo qul
el dho mayrena rrespondio q porq hera la carne frescase
avya guisado ansy el qul guysado guiso la dha su muger y ella lo
sacava de la olla fuele pdo q sy los sobredhos mayrena e su muger
este to fa oydo de ser otra cosa el qul dixo q
no ha oydo de ser otra cosa dellos y q lo dize por
descargo de su conçiençia y pdo de odio dixo q no los qre mal
fuele leydo psevero en ello fuele mandado guardar secreto paso ante my anton
bernal notro. (Natalia
Batista Pérez y Dan Munteanu Colán).
1527 Julio 5.
Por Real Cédula de esta fecha es
erigida la Audiencia
en la colonia de Canarias y, según el
historiador Antonio Rumeu de Armas: “Tuvo a lo largo del siglo XVI una vida
asaz ajetreada, significándose por sus disensiones y discordias con los
gobernadores y demás autoridades de las islas, que obligaron al César a enviar
por dos veces sendos jueces visitadores, encargados de calmar los ánimos dando
cauce a intereses contrapuestos. El primero de ellos fue don Francisco Ruiz
Melgarejo (1529) , y el segundo, don García de Sarmiento (1548) .El mismo
príncipe don Felipe siendo gobernador de los reinos, en ausencia del Emperador
su padre, había concedido varias leyes y capítulos de Ordenanzas para dicho
Tribunal en 1553.
Años más adelante, habiendo
surgido nuevas disputas y desavenencias entre los mismos jueces de apelación de
aquel Tribunal, Felipe II resolvió enviar como tercer visitador al doctor
Hernán Pérez de Grado (1562), quien reprimió enérgicamente las discordias y
aconsejó al Rey las reformas convenientes para la buena administración de
justicia. Una de las propuestas era la creación de un regente que presidiese la Audiencia, y el Rey
escogió para tan alto cargo a su mismo juez visitador, don Hernán Pérez de
Grado, que vino a ser la primera autoridad del Archipiélago y el primer regente
de su Audiencia (1566)
El segundo hecho de notoria
importancia en el orden militar durante esta década fué el nombramiento de don
Alonso Pacheco para el cargo de visitador de las islas en lo tocante a la
guerra, con las mismas facultades con que lo había sido por primera vez don
Rodrigo Manrique de Acuña en 1554. Don Alonso Pacheco, regidor de Gran Canaria
y alférez mayor perpetuo de la misma isla y de la de La Palma, es una de las figuras
más destacadas del Archipiélago en el siglo XVI, no obstante haber nacido en
tierras de Castilla. Intimo amigo y colaborador de Manrique de Acuña y de
Cerón, ya lo hemos visto participar en la elección de este último como capitán
general de la isla por acuerdo unánime de su Concejo, Justicia y Regimiento.
Hombre dinámico y aventurero y hecho a prueba de incomodidades, cruzó infinitas
veces el Océano para hacer valer ante la Corona los derechos y privilegios de las islas o
conseguir de la misma mejoras en su régimen interno o en su defensa militar. En
1547 y 1549 fue mensajero de la isla de Gran Canaria; en 1550, de las islasde La Palma y Gran Canaria; en
1554, por tercera vez de Gran Canaria y
en 1556, por segunda vez de La
Palma Todavía en 1557 el Cabildo de Gran Canaria le honró con
su representación; en carta de 30 de mayo de dicho año el Concejo de la isla
anunciaba al Rey que iba por mensajero, "como ha ido otras veces, don Alonso Pacheco"”. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1528. Hacen información de nobleza los hijos del canario
Aymediacoán. Según los documentos que hoy conocemos. Luisa de Betancor, esposa
del segundo Maciot, fué efectivamente hija de Aymediacoán (o, según otra
lectura, Annide Yacocón), según resulta de la información que hicieron sus
hijos, en 1528. También consta que fué efectivamente hermana de Autindana,
quien falleció en Gáldar, siendo sepultado por el rito católico en la iglesia
de Santiago, antes de 1521, fecha en que se mandó abrir su sepultura; y que una
hija de Autindana, llamada Catalina Fernández Guanarteme, casó con el invasor y
conquistador Francisco de Cabrejas,
natural de Sevilla, alcalde mayor que fué de Tamaránt (Gran canaria en 1504, quien hizo información de hidalguía
en 1513 y falleció antes de 1543, dejando sucesión cuyo apellido se ha
perpetuado tanto en Tamaránt (Gran Canaria, como en Chinet (Tenerife). Pero, si
de estos datos certeros se infiere, como se debe inferir, que los que no
podemos comprobar con la misma seguridad son también certeros, resulta que el
matrimonio de Maciot con Luisa se hizo después de conquistada la isla; lo que
destruye la leyenda del rapto de la futura esposa de Maciot, leyenda que no
figura en la historia de Abreu Galindo, pero que repiten casi todos los demás
historiadores.
1528. Antón Bernal, colono vecino de Tamaránt (Gran Canaria),
notario del “Santo Oficio.” Como notario escribió de 1527 hasta 1531. Se le
formó causa por orden del inquisidor Padilla porque, al pasar los dos a
Benahuare (La Palma),
en 1528, el notario mostró mucha soberbia y poca obediencia, al punto que, al
llegar un día al tribunal, y ver que faltaba la tinta, se fue a su casa
diciendo que volvería cuando la hubiese. Se le dio su casa por cárcel, por lo
cual él quiso acuchillar al fiscal y al receptor de la Inquisición, «y decía
que avía de venir un día al abdiencia y dar de estocadas al dicho Inquisidor».
En aquella ocasión quiso favorecer a Jacome Monteverde, procesado por el “Santo
Oficio;” y por todas estas razones fue apartado del servicio.
Era padre de Juan López Bernal,
que había sido preso y procesado por orden del mismo Inquisidor Padilla, en
1531, por desacatos y por haber querido soltar un preso de la cárcel; pero su
padre recusó a Padilla, por considerarlo juez sospechoso, en razón de la
animosidad que a él le había demostrado.
1528. Se da una gran
actividad de la piratería morisca durante la segunda mitad del siglo XVI, que
asolaron prácticamente a la isla de Titoreygatra (Lanzarote) y ocasionaron
grandes daños en las demás. A lo largo del siglo siguiente la amenaza se
instaló con carácter permanente. Los piratas moriscos entraban casi todos los
años en aguas canarias, detenían a los pescadores, atacaban los navíos,
ejecutaban rápidos desembarcos e incursiones en las islas. Los cautivos de
colonos canarios en África llegaron a ser numerosos. Como las condiciones de
vida no eran muy diferentes, y las perspectivas de libertad eran pocas, muchos
se quedaron, y algunos renegaron de su fe católica.
El vecindario de Santa Cruz fue
uno de los que mayor tributo de sangre pagó a África musulmana. La piratería
turcoberberisca no demostró al principio ningún interés por las islas. Había
empezado en el Mediterráneo con el siglo XV; había tenido en aguas ibéricas
épocas de intensa actividad, por ejemplo en 1528-1534 o en 1549-1550, con lo
cual había obligado a la corona castellano-leonesa y a las ciudades a una
rápida organización de las defensas en las costas de Andalucía y Levante; pero
durante esta época no se había dejado ver en Canarias. Sin embargo las
frecuentes incursiones de los colonos canarios en las costas de África, con las
armadas o los navíos aislados que surgían de repente para siguiendo el ejemplo
europeo cargar esclavos capturados rápidamente dentro de la población, fueron
causa de que "estas numerosas naciones se vieron como precisadas a ser
también agresoras".
1528. Desembarcado en Santa Cruz el 28
de febrero de 1528, con la primavera en puertas, tiempo de navegaciones y
corsarios, a 3 de abril se manifestó inquietó, por la falta de gente. No
habiendo regresado García de Mello con los moros, que robaron los colonos
canarios Muley Hamete, entrando en Safi, reclamó interlocutor portugués.
Designado Duarte Llópez, fue a la corte en compañía del judío Bezomero, bien
quisto de los moros, Celebrada la primera entrevista, escribió el embajador que
según palabras de Hamete, de no estar de vuelta los cautivos, cuando llegase el
rey de Fez, la paz no sería firmada, añadiendo que quedaba en "Çafym,
receloso", mientras la situación se complicaba en Santa Cruz de la Mar Pequeña y otras
factorías de "Allende".
1528. Cristóbal
de Valcaçar, colono y también regidor en Chinet, pidió licencia para armar
contra "moros y franceses", pues si los vecinos pudiesen vengar por
su mano, daños "y vexaciones", no serían "molestados y
fatigados". Se concedió a 26 de julio de
1528.
De cuantos datos se van
apuntando, dedúcese la importancia que tuvo la, inmigración judaica en la
invasión y conquista de Tenerife, objeto digno de un especial estudio.
Coincidía la conquista con
los momentos de máxima persecución y era
natural que los conversos o descendientes de conversos a los que se cerraba la
emigración a las Indias-buscasen en las Canarias una atmósfera más sana que
respirar, en la que poder cimentar una vida nueva, rota con el pasado más o
menos bochornoso.
El incremento de la emigración
judaica provocó el edicto inquisitorial de 1528, obli-gando a los descendientes
de "confesos" a presentar sus genealogías.
Entre los que acudieron a
presentarlas figuran los hermanos Alonso y Luís de Belmonte, residentes en
Canarias, y por dichas genealogías conocemos los antecedentes familiares de los
Belmontes, por completo distintos a los que apunta Fernández Bethencourt en su
famoso Nobiliario y Blasón de Canarias.
Los tales Belmontes no eran "oriundos de Carmona y caballeros
hijosdalgos notorios", solo humildísimos vástagos de una familia judía
de Almagro (en la Mancha)
y de Moguer. Era el padre de ambos Manuel de Belmonte, escribano, natural de
Almagro y casado en Moguer con Catalina González, judíos de nacimiento, así
como todos sus antepasados, por ambas líneas. Su reconciliación se habia
verificado en el famoso auto de fe de Gibraleón, de gran resonancia en
Andalucía.
De los dos hermanos, Luís fue
escribano público de Santa Cruz de La
Palma y estuvo casado con Leonor de Sevilla, vecina de Lepe e
hija de reconciliados; el otro hermano, Alonso, fue uno de los personajes más
notables de la invasión y conquista de Tenerife.
El bachiller don Alonso de
Belmonte y González fue teniente general del adelantado en 2 de enero de 1523,
regidor del Cabildo de Tenerife en 1506, teniente de gobernador en 1527 y
jurado en 1532. Además habia obtenido extensos repartimientos de tierras en la
isla, como premio a sus servicios en la invasión y conquista.
Como prueba de lo improvisado de
aquella sociedad colonial insular en 1os albores de la colonización, baste
consignar que el parentesco de Alonso de Belmonte con los Ade-
lantados de Canarias le sirvió
para justificarse, improvisándola, una ascendencia prócer, pues en 9 de octubre
de 1523 hizo información ante don Pedro Fernández de Lugo y el licenciado Ramón
Estopiñán, probando que él, sus padres y abuelos habían sido hijosdalgos
notorios de sangre a fuero de España. Por tal causa le fue devuelta la
“sisa" establecida en 1527 para el sostenimiento de la Real Audiencia.
Había casado Belmonte con doña Inés Benítez de las Cuevas, hija y heredera del
invasor y conquistador Juan Benítez (primo del primer Adelantado) y de su
legitima mujer doña Maria de las Cuevas. De este matrimonio nacieron, además de
doña María y doña Catalina de las Cuevas, casadas con los hermanos Ponte, don
Juan Benítez de las Cuevas, regidor; Felipe Jácome de las Cuevas, maestre de
campo; fray Antonio de las Cuevas, franciscano, y tres hembras más.
(A. E. N.: Genealogías de Alonso
y Luís de Belmonte. Inquisición, leg. 152, 5, y 182, 4. Antonio Ramos:
Descripción genealógica de las Casas de Mesa y Ponte. Se-villa, 1792, págs. 102
y 103; y Francisco Fernández Bethencourt, Nobiliario y Blasón de Canarias, tomo
I, págs. 236 y siguientes.) (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1528. Mientras
durase la guerra, los colonos canarios no pagarían la parte del quinto, que
tocaba al Almirante Mayor de Castilla, ni otro derecho, por las presas que
hiciesen en la mar o en tierra de Berbería, repartiendo el botín entre
armadores y tripulantes, "cada uno por lo que le tocase", según
costumbre. Recibida la cédula en Chinet (Tenerife), Luis de Aday compareció
ante el cabildo en Eguerew (La
Laguna) , en nombre de los armadores y vecinos, "que van
de armada contra los moros de Berbería, como uno del pueblo", pidiendo que
fuese pregonada. Se hizo el 1º de mayo de 1529, en la plaza de San Miguel de
los Angeles. Al poco tiempo, la franqueza se amplió a todos los castellanos,
que fuesen contra moros y franceses, "a su riesgo y ventura". Aquel
año hubo armada, para saltear en Berbería. (L. Al. Toledo)
1528. En el
puerto de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) se va a pique la Nao Santa Ana,
que iba para América, arrumbando al puerto hawara (palmero) para tomar carga
con destino a los de América.
1528. Los Inquisidores
enviados por la metrópoli a la colonia de Canarias, habían alcanzado éstos una
Real cédula, en la que el Rey mandaba al Gobernador de Canaria y a sus lugar
tenientes «que cada é cuando los venerables Inquisidores contra la herética
pravedad é apostasía, en las dichas Islas de Canaria, y los oficiales é
ministros de la dicha Inquisicion, sí cualquier dellos fueren o vinieren, estu
vieren y pasaren por esas dichas Cibdades, villas y lugares, a entender y
ejercer el dicho Santo Oficio de la Inquisición, les dedes a ellos, é á los
suyos, que con ellos fueren, buenas posadas, que no sean mesones, si vos los
pidieren, e la ropa que ovieren menester sin dineros.....»
En una de las muchas cuestiones que se suscitaban
frecuentemente con el Tribunal de la Audiencia, sobre límites de jurisdicción, hubo
una, en el período que vamos examinando, motivada por el Inquisidor D. Luís de
Padilla, en la que obtuvo la
Inquisición una nueva Real cédula a su favor, que prueba la
omnimoda infinencia que
ejercía en la gobernación del Estado.
Fue el caso que Padilla mandó al teniente de Gobernador,
Juan Arias de la Mota,
prendiese á Alonso de Lemos, que .estaba testificado por el “Santo Oficio”, y
habiendo cumplido aquel esta orden, la Audiencia le procesó y prendió, solo por haberle
obedecido.
Este suceso dio lugar á escritos, defensivos, excomuniones
y entredichos, hasta que el Rey, en febrero de 1562, mandó a los oidores, licenciado Villena y Doctor Espinosa,
pusiesen en libertad á Juan Arias, añadiendo: «y porque conviene que el Santo
Oficio de la Inquisición
y sus ministros, sean favorecidos y honrados, por ser tan necesario para el.
aumento y conservación de nuestra Santa fe católica, y en especial en estos
tiempos, vos mando que de aquí adelante hagáis dar y deis, al dicho Inquisidor.
y a los oficiales de el Santo Oficio, y ministros de él, todo el favor y ayuda,
que os pidieren y vieren menester, para usar sus oficios; y que sean acatados y
honrados, en todo lo que se les ofreciere, como se hace por nuestro mandado en
todos nuestros reinos.
En vista de lo que llevamos expuesto, cómo dudar de la
irresistible influencia de la
Inquisición, y de su inmenso poder en todas las esferas del
gobierno? ¿Cómo no hacerla solidaria de la próspera ó adversa suerte de una
Nación, que estaba sin de defensa bajo sus pies?
Todavía, en la época que vamos describiendo, el Santo Tribunal
no poseía en Las Palmas una casa propia., aunque. Pensaba adquirirla. Sus
cárceles, como ya en otra ocasión hemos dicho, eran las mismas de la Audiencia, y la cámara
del tormento, lugar tan necesario á los Inquisidores para descubrir la verdad,
lo arreglaban interinamente en la casa donde tenían sus sesiones. Los
instrumentos de tortura habían venido de España, desde la instalación del Santo
Oficio, y los atormentadores o verdugos, eran los cargos que más ocupación
tenían.
Cuando se votaba el tormento, lo que sucedía casi
diariamente, se le notificaba al reo, y se le hacia saber en nombre de los
Inquisidores, que: «si en el dicho tormento muriere ó fuere lisiado ó se
siguiere efusión de sangre ó mutilación de miembro, sea á su culpa y cargo, y
no á la nuestra, por no haber querido decir la verdad. Palabras textuales que
se insertaban en la diligencia, y encontramos en todas instrucciones que hemos
podido examinar, las cuales revelan una equidad y misericordia dignas de todo
elogio.
El tormento más común, era el que llamaban de la cuerda,
que consistía. cuando era ordinario, en atar las manos del paciente su espalda, con el extremo de una cuerda, que
colgaban de una polea, fija en el techo.
Subíasele luego al reo hasta donde permitía la altura de la bóbeda, y enseguida
se le soltaba, dejándole caer de improvisto, pero sin que tocara con sus piés
el suelo.
Este juego se
repetía dos ó tres veces, hasta que todas la articulaciones de la víctima
quedaban fuera de su lugar y el nudo que sujetaba la cuerda tocaba el hueso. El
extraordinario no tenía más diferencia, sino que en cada uno de los pies del
reo, se ataba un peso de cincuenta
libras, la que proporcionaba el placer de verle respirar re.
ventado, en medio de los más horribles dolores.
Sin embargo, se procuraba siempre no abusar de estas
pruebas, hallándose el médico cerca de la cámara para consultarle al final de
cada ejecución, porque hubiera sido una grave responsabilidad para los
Inquisidores, si aquella alma moría impenitente, ó se sustraia de ese modo a
una pena más lenta y prolongada.
Usábase también del tormento del potro, que consistía, en
extender el cuerpo del paciente sobre un caballete, en forma de arco,
colocándole la cabeza, de modo que ape-nas pudiese respirar, y en esta
posición, se le ataban los brazos y piernas en unos barrotes que se movían
en contra direcciones, dislocando a cada vuelta los miembros de la víctima.
A veces añadían el suplicio del agua, vaciando por la boca
con un alambique, cuantos azumbres de agua pudiera contener el cuerpo. Otras
empleaban el de la cuna o borceguí, que se ejecutaba, colocando las piernas del
paciente entre cuatro tablas de las cuales dos iban internas y dos externas
perfectamente ligadas. En seguida, con unas cuñas de hierro, que se entraban á
viva fuerza,. se comprimían lentamente las tablas, que iban á su vez
pulverizando los pies de modo, que á la octava cuña, era cosa probada, que las
tablas quedaban perfectamente unidas, y desaparecían las piernas, habiendo caído antes al suelo desmenuzadas, en informes fragmentos de carne, sangre y
huesos.
No nos detendremos á explicar otros suplicios, porque en
todas las causas que hemos consultado,
relativas a esta Inquisición no hemos visto empleado otros suplicios que
el de la cuerda , el potro o l cuña, si
bien no podemos asegurar con certeza, que se de-jasen de aplicar otros,
teniendo en cuenta el vasto y variado arsenal de que disponían a su antojo,
aquellos fieles guardianes de la fe, y la repetición de un espectáculo, que
debía embotar la escasa sensibilidad, que aún podía encontrarse en su
organismo.
Continúa en la entrega siguiente.
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